sábado, 31 de agosto de 2019

Conoce una de las técnicas más efectivas para terminar con el estrés: la desensibilización sistemática

Quizá en muchas ocasiones hemos experimentado sentimientos o emociones desagradables asociadas al estrés, angustia o pánico, que en algunos casos disminuyen o desaparecen con el tiempo. Esto depende de la manera como enfrentamos la situación.

Sin embargo, pueden presentarse situaciones que experimentamos como imposibles de manejar y que producen estados de desequilibrio mental y emocional, generando sufrimiento. Estas sensaciones de inseguridad y limitación pueden paralizar, entorpecer y bloquear el  normal  funcionamiento de las actividades cotidianas.

Nadie escapa al impacto del estrés, por el ritmo de vida acelerado en el mundo contemporáneo. Las exigencias diarias y los altos niveles de violencia, entre otros, provocan un significativo deterioro en nuestra calidad de vida integral. Sin embargo, la técnica de Desensibilización Sistémica puede ser una alternativa de ayuda y solución para este flagelo.

La desensibilización sistemática es una técnica de ayuda que consiste en la evocación o la repetición de la vivencia real de las situaciones que consideramos amenazantes. De manera simultánea se realiza una terapia de relajación profunda para reducir los estados de malestar.

La desensibilización sistemática: una técnica efectiva 

El proceso de desensibilización sistemática está orientado a enfrentar una situación estresante de manera consciente, reviviendo y expresando paso a paso los que piensas y sientes cuando estás expuesto a eso que te estresa. La relajación producirá un efecto tranquilizante y al tiempo te brindará herramientas para que adquiera un nuevo aprendizaje, el cual irá reduciendo el estado de angustia.

La desensibilización sistemática busca reforzar una conducta aprendida de auto dominio, mediante la repetición, al ritmo que consideres adecuado y respetando tus emociones. Es decir que si durante la sesión se produce mucha angustia, la jornada debe ser interrumpida. Posteriormente debe retomarse el proceso para evitar que se produzca el efecto contrario: mayor rechazo o aversión.

De lo que se trata es de desaprender las respuestas negativas frente a una situación estresante y de trasformar la experiencia. Para lograrlo, se promueve el desarrollo de habilidades y recursos para controlar conscientemente las situaciones que resultan angustiantes. En este caso, la memoria cumple el papel de recordar el nuevo aprendizaje, cuando sea necesario.

Principales beneficios de la desensibilización sistemática

Con la desensibilización sistemática puedes adquirir recursos para poder afrontar cualquier situación que experimentes como fuente de angustia. Pero, además, también aprendes a trabajar sobre el dominio de tu cuerpo y de tu mente, a través de la respiración y la relajación.

Gracias al aprendizaje de la técnica de relajación utilizada en la desensibilización sistemática se obtienen beneficios y resultados muy favorables para tu salud. Es una técnica que te permite adquirir un bienestar completo, que se refleja en la unidad mente-cuerpo y te permite alcanzar un bienestar global.

La respiración y la relajación del cuerpo, de manera consciente, hacen posible incrementar el dominio y el autocontrol en el plano físico, mental y emocional. Como consecuencia de ello, las enfermedades y síntomas físicos se vuelven menos frecuentes y progresivamente más leves, hasta que muchos de ellos desaparecen.

Es muy importante que tengas una alta motivación en el momento de iniciar un proceso de desensibilización sistemática. Para que la técnica funcione, resulta indispensable que pongas todo de tu parte, ya que no es fácil, pero genera grandes beneficios. Debes estar dispuesto a ejercitar y poner en orden tu mente y tus emociones.

Los principales pasos a seguir

Aplicar la técnica de desensibilización sistemática implica disponer de un espacio y tiempo suficientes. La comodidad y tranquilidad son importantes, así como contar con el tiempo necesario, sin preocuparte por otros compromisos que perturben tu mente.

Debes comenzar con un entrenamiento moderado de estiramiento, ejercitando la tensión y distensión muscular de todo el cuerpo. Es necesario que lo realices de manera pausada, sin afanes y manteniendo un ritmo de respiración profundo y sereno.

Previamente, o durante la sesión, debes anotar todas las situaciones que te producen estrés o angustia,  preferiblemente del menor al mayor miedo. Luego comienzas a imaginar cómo es cada situación, paso a paso, expresando todo lo que sientas y respirando profundamente. Es necesario repetir cuantas veces sea necesario la técnica y no saltar a otra situación hasta no sentir el manejo y control total sobre la que estás tratando en ese momento.

Lo más importante es que seas constante. Una vez inicies el proceso, no lo concluyas hasta que no sientas que se ha reducido el nivel de estrés. Practica esto al menos un par de veces durante la semana y verás los efectos muy pronto.

Algunas recomendaciones que debes tener en cuenta

Para aplicar adecuadamente la técnica de desensibilización sistemática, es importante que tengas en cuenta algunas recomendaciones que resultan fundamentales a la hora de poner en práctica la teoría. Las más importantes son:

  • Es necesario admitir con humildad que tienes una situación que posiblemente está limitando tu vida. Pero, a la vez, debes comprender que dicha situación es susceptible de ser tratada y mejorada, con voluntad, constancia, compromiso y optimismo.
  • Buscar ayuda si es necesario. Siempre será una opción buscar ayuda profesional, cuando la situación se ha tornado extremadamente problemática y amenaza con salirse de control. Pedir ayuda es señal de sabiduría y salud mental. La resistencia a hacerlo indica cierta negligencia en el autocuidado y falsa independencia.
  • La desensibilización sistemática ha sido recomendada ya que se trata de una técnica que desencadena procesos con efectos inmediatos o, en todo caso, a corto plazo. No obstante, la duración depende del compromiso y los avances logrados de cada persona.

viernes, 30 de agosto de 2019

El síndrome del corazón roto: muy habitual en la mujer

Perder a un ser querido o sufrir un dura decepción puede, literalmente, rompernos el corazón. Hablamos de la cardiomiopatía de Takotsubo, el síndrome del corazón roto, un tipo de patología que más que fracturar este órgano, lo que hace es deformarlo. Una impronta dolorosa que tiene poco de poético pero sí un género favorito: la mujer.

En la actualidad, el síndrome del corazón roto aún no es muy conocido. Tampoco queda claro por qué casi el 95% de los casos diagnosticados pertenecen al género femenino. Sin embargo, la prevalencia está ahí y no podemos cerrar los ojos a una realidad evidente. El mundo emocional impacta en ocasiones como un latigazo directo al corazón. Sin piedad. Nos hace creer que vamos a perder la vida, aunque afortunadamente, no suele ser así.

Se estima que entre el 1 y el 2% de las mujeres diagnosticadas por un ataque cardíaco lo que sufren en realidad es el síndrome del corazón roto.

Es una dolencia que puede visualizarse perfectamente en las pruebas de diagnóstico, porque el corazón queda temporalmente deformado en su lado izquierdo. Es la huella clara de ese instante en que el estrés se vuelve tóxico en nuestro organismo y moldea en nuestros órganos, como buen artesano, la marca del dolor. Es importante conocer sus desencadenantes y ahondar un poco más en la cardiomiopatía de Takotsubo. Te invitamos a descubrirlo.

El síndrome del corazón roto, cuando lo metafórico se vuelve realidad

Si el sonido de los corazones rotos fuera audible, es probable que se convirtiera en esa banda sonora triste tan habitual en nuestro día a día. Ahora bien, a pesar de que la mayoría ha experimentado esta sensación alguna vez, lo que origina la cardiomiopatía de Takotsubo es algo más delicado, más profundo a la vez que complejo.

Cuando hablamos de problemas cardíacos los asociamos casi de modo automático a los hombres. Si esto es así es por una razón muy sencilla. La hormonas salvaguardan -en cierta medida- el corazón de las mujeres durante gran parte de su vida, haciéndolas más resistentes. Aunque no invulnerables. Sin embargo, a partir de la menopausia esta pequeña barrera defensiva cae y el corazón empieza a ser menos resistente al estrés, a la ansiedad…

Muchos de estos enemigos silenciosamente instalados en nuestra mente y nuestro cuerpo van debilitando el tejido emocional. Hasta que un día, solo hace falta una decepción o una mala noticia para que esa tela se rompa del todo.

Se produce la liberación repentina de grandes dosis de catecolaminas, unas sustancias similares a la adrenalina. En el corazón dispara su frecuencia cardíaca hasta producir un pequeño daño en el músculo cardíaco. Una deformidad.

No se nos ha roto el corazón, pero casi. Lo metafórico se vuelve realidad y creemos morir. Los síntomas son similares a los de un infarto de miocardio, sin embargo, las pacientes suelen recibir el alta al cabo de 3 o 4 días. El corazón se encoge, grita en silencio, pero se recupera. El tratamiento con betabloqueantes siempre es efectivo y no hay secuelas. Aunque eso sí, nadie nos garantiza que no podamos volver a experimentar el síndrome del corazón roto…

Cuidar del corazón es también cuidar de las emociones

Tal y como señalábamos al inicio, el síndrome del corazón roto aún no dispone de mucha documentación científica. Fue descrito por primera vez en los años 90 en Japón. De ahí que su nombre haga referencia a un tipo de vasijas abombadas y de cuello estrecho llamadas «Tako-Tsubo» y que los nipones usaban para cazar pulpos. A su vez, se sabe también que suele sufrirse más en las épocas de verano o primavera en mujeres que ya han llegado a la menopausia.

Síntomas del síndrome del corazón roto

  • La cardiomiopatía de Takotsubo no da síntomas previos. Aparece como un infarto, con la misma intensidad y con el mismo dolor.
  • Surgirá siempre en un contexto de estrés intenso, al recibir una mala noticia o cuando la persona se sienta, literalmente, desbordada.
  • Notaremos arritmias, insuficiencia cardíaca, mareos y una presión severa y devastadora en el pecho.
Gestionar las emociones para cuidar del corazón


La mente femenina, por lo general, suele tener un pequeño defecto. Priorizar muchas veces las emociones ajenas a las propias. En su afán de protección y atención siempre focalizará sus energías en la familia, en sus hijos, en su pareja… Poco a poco sus preocupaciones y ese delicado mundo emocional se convierte en un agujero negro que, tarde o temprano, implosiona.

Por ello, es necesario que reflexionemos en los siguientes aspectos:

  • No dejes para mañana lo que te preocupa hoy. Drena emociones, día a día. Pocos ejercicios son tan liberadores como liberar lo que oprime, como desahogar lo que nos quema por dentro.
  • No podemos ni debemos dar solución a todo lo que nos envuelve. Mantener a todo el mundo complacido es un foco de estrés muy destructivo.
  • El síndrome de corazón roto surge muchas veces tras un duro impacto emocional. Queda claro que nadie puede estar preparado para afrontar una pérdida, una separación, una dura decepción.
  • Sin embargo, lo que sí podemos hacer es instaurar en nuestro interior unos buenos «cimientos» para que ese impacto «no nos rompa». Se trataría de asumirlo con la flexibilidad de esos materiales que primero reciben el impacto y luego, son capaces de recuperar su forma original.
Regálate tiempo, haz ejercicio moderado, practica yoga y priorízate como lo que eres: la persona más importante del teatro de tu vida. Haz de tu corazón tu mejor arma en estos tiempos complejos. En estos entornos donde solo cabe una cosa: aunar fortalezas para conquistar nuestra felicidad, nuestra calma interior.

jueves, 29 de agosto de 2019

El sesgo de la responsabilidad externa o lavarse las manos

El sesgo de la responsabilidad externa nos lleva a creer que hay poderes superiores decidiendo nuestro destino. Esos poderes nos quitan la angustia de tener que decidir y nos protegen de la insatisfacción que originan nuestros errores y desaciertos.

El sesgo de la responsabilidad externa es uno de los más extendidos. Básicamente tiene que ver con el hecho de atribuir o señalar causas externas como factores precipitantes de determinados acontecimientos. Esto toma forma a través de creencias e incluso doctrinas, cuyo eje es precisamente esa convicción.

Recordemos que un sesgo cognitivo es una desviación de la lógica. Se trata de una interpretación equivocada de la realidad que lleva a una distorsión de los hechos. Es un sesgo porque en el fondo se trabaja con una realidad distorsionada. Y es cognitivo porque se trata de un razonamiento que tiene su propia base lógica, aunque esta sea errónea.

Tanto el sesgo de responsabilidad externa, como los demás sesgos cognitivos, sirven de soporte para muchas decisiones. Por lo tanto, este tipo de razonamientos conducen a una cadena de errores, pero, pese a ello, se sostienen porque constituyen una especie de atajo mental que facilita la comprensión de la realidad.

El sesgo de la responsabilidad externa

El sesgo de la responsabilidad externa es la convicción de que no somos responsables de nuestros actos, sino que es un agente exterior quien los precipita. Ese agente exterior puede ser un dios, el destino, los astros, el karma, la sociedad, un líder o cualquier realidad poderosa e incontrolable a la que se le pueda adjudicar esta potestad.

El sesgo de la responsabilidad externa produce tranquilidad cuando asumir una responsabilidad en lo ocurrido produce angustia y preocupación. Adjudicarle a otro la responsabilidad de lo que hacemos hace más fácil lidiar con la incertidumbre. Si te equivocas, “Dios lo quiso”, o “Mercurio no estaba alineado”.

Pensar en términos del sesgo de la responsabilidad externa hace que la persona se sienta más protegida. Habría una realidad superior que se encarga de todo; es una forma de prolongar la infancia, donde los padres dirigían nuestras vidas y poco podíamos hacer al respecto.

La libertad de elección

La libertad para elegir en muchos casos puede generar una ráfaga de angustia. El encuentro de una persona consigo misma es, en muchos casos, temido. Se trata de reconocer los errores con la sutileza suficiente para que el autoconcepto no sufra daños. Un ejercicio que no es sencillo; el sesgo sería un sustituto que nos permitiría abstenernos de esta tarea.

Según los antropólogos, el sesgo de la responsabilidad externa -y similares- nace como una respuesta frente al miedo, a la muerte y al dolor. En muchas religiones se insiste en que quienes creen en el poder superior de un dios y se someten a él evitarán castigos y sobrevivirán a la ira o la venganza de ese ser supremo.

La libertad de elección es vista como un peligro para todos aquellos que quieren encarnar, o encarnan, ese poder superior. Los poderes absolutos son el extremo opuesto a esa libertad. Por eso la historia está llena de héroes trágicos que osaron enfrentar a ese ente superior y para ser después ejemplarmente castigados por ello.

La lógica del líder absolutista

Los líderes políticos y religiosos absolutistas dependen en gran medida del sesgo de la responsabilidad externa. Su principal característica es precisamente esa: se ofrecen para ser ese agente externo que tome en sus manos la responsabilidad por la suerte de cada individuo y, a la vez, del grupo al que pertenece.

Este tipo de líderes son motivadores y manipuladores al mismo tiempo. Emplean un lenguaje muy emocional en el que la presencia de una grave amenaza siempre está latente. Obviamente, ellos son quienes se harán cargo de esa amenaza, con la única condición de que los demás les permitan dirigir sus vidas y sus destinos, renunciando al control sobre sí mismos.

Este tipo de líderes suelen surgir y proliferar en tiempos inciertos. Justamente en aquellas épocas en los que los individuos sienten que la realidad se escapa a su control y no hay caminos para incidir sobre ella o darle un giro a la situación. Así mismo, aparecen en momentos de la vida individual enmarcados en una desconfianza sobre las posibilidades y habilidades propias.

El sesgo de la responsabilidad externa nos protege de la incertidumbre y nos tranquiliza. A cambio, perdemos varios de los bienes más valiosos que tenemos como seres humanos: la libertad, la autonomía, la propia responsabilidad. Es, sin duda alguna, un trueque abusivo.

miércoles, 28 de agosto de 2019

Mary Shelley, biografía de una mente creativa

Se dice que Mary Shelley se reunía con su esposo, Percy Shilley, Lord Byron y otros amigos a hablar hasta altas horas de la noche, sobre historias de misterio. Después de una de esas reuniones ella soñó la idea central de Frankenstein, obra que la consagraría para siempre.

No todos saben que la primera gran obra de ciencia ficción de la historia fue la novela Frankenstein o el Prometeo Moderno. Así mismo, muchos ignoran que esta famosa obra, llevada al cine, a la televisión y hasta a los dibujos animados, fue escrita por una mujer llamada Mary Shelley. Lo hizo en una época en que era improbable el éxito de una creadora femenina.

La vida de Mary Shelley fue tan fascinante como su obra. Grandes tragedias, un gran amor que guardó en su corazón hasta la muerte y una existencia llena de audacias y aventuras son la caracterizan. Lo que vivió en la vida real, bien podría convertirse en una novela más.

Aunque Mary Shelley ingresó en la lista de los grandes escritores de la literatura universal a través de Frankenstein, no fue esa su única obra. Tiene otras novelas y obras de teatro, que en las últimas décadas han llamado cada vez más la atención de los expertos. En vida, fue tan grande el éxito de su obra de ciencia ficción que eclipsó las demás creaciones.

Mary Shelley, una niña diferente

Mary Shelley nació en Londres, el 30 de agosto de 1797. Su familia era de estirpe netamente progresista. Su padre, con quien Mary siempre tuvo un vínculo entrañable, era William Godwin, filósofo, periodista y novelista. Su madre, Mary Wollstonecraft, una filósofa pionera del movimiento feminista.

Lamentablemente, la madre de Mary murió al darla a luz. Aparentemente tuvo una infección y la fiebre fuera de control la condujo a la muerte. Esta mujer había tenido una hija siendo soltera. El padre de Mary la acogió como su propia hija. Las dos niñas se criaron como hermanas y tuvieron una relación muy cercana a lo largo de toda la vida.

Cuando Mary tenía 3 años, su padre se casó de nuevo con una vecina, que también tenía dos hijas. Al parecer, Mary llegó a odiar a su madrastra. Con todo, tuvo una infancia y una adolescencia feliz. Su padre la educó a ella y a su hermana Claire de una manera muy liberal. Les dio acceso a una amplia formación y se preocupó por hacer de ellas mujeres muy instruidas.

Un gran amor

Cuando Mary Shelley tenía 17 años conoció al poeta y escritor Percy Bysshe Shelley. Él tenía 22 años y estaba casado. Frecuentaba la casa de Mary Shelley, ya que era amigo de su padre. Los dos comenzaron a encontrarse en secreto en la tumba de la madre de Mary. Este era un lugar amado para ella. Decía que había aprendido a escribir dibujando con su dedo el nombre de su madre en la lápida funeraria.

Mary Shelley tenía una visión liberal del matrimonio y del amor. El padre, y la sociedad en general, se oponían a esa relación. Sin embargo, los enamorados huyeron a París, en compañía de Claire, la hermanastra de Mary. La pareja tenía una relación basada en el interés mutuo por la literatura y el mundo de las ideas. Sin embargo, con frecuencia Percy tenía que ausentarse para eludir a sus acreedores.

Esas separaciones angustiaban mucho a Mary, quien quedó embarazada en 1814. Su compañero, Percy, coqueteaba abiertamente con su hermanastra. También tuvo un hijo con su esposa en esa misma época. Mary dio a luz en febrero de 1815, pero su hija murió sin haber cumplido un mes. Esto la sumergió en una fuerte depresión.

Una gran escritora

Poco después de estos sucesos, la esposa de Percy se suicidó. Esto hizo que gran parte de la sociedad rechazara la relación de este con Mary. Por eso, decidieron irse, acosados además por las deudas. Fueron a Ginebra, donde tuvieron interesantes veladas con Lord Byron, el gran poeta, que además había tenido un hijo con la hermanastra de Mary. Esas veladas inspiraron a Mary, quien soñó la trama de Frankenstein y luego la escribió.

Con Percy tuvieron otros dos hijos. Más adelante fueron a Italia, donde llevaron una vida nómada. El hijo mayor de la pareja murió en 1818 y un año después murió la hija menor. Mary se mostraba deprimida y enfermiza casi todo el tiempo. Sin embargo, en 1819 tuvo un cuarto hijo, el cual fue el único que sobrevivió.

En 1822, Percy murió ahogado, durante el viaje de regreso a bordo de un velero de vacaciones. Mary pidió que incineraran su cadáver, pero antes solicitó que le quitaran el corazón. Luego, ella y su hijo Percy Florence, volvieron a Inglaterra. En los últimos años de su vida, Mary sufrió parálisis en distintas partes de su cuerpo. Murió a los 54 años, probablemente víctima de un tumor cerebral.

Tras su muerte, revisaron su escritorio. En uno de los cajones encontraron el corazón de su esposo, envuelto en un papel de seda que contenía uno de sus poemas, junto con parte de sus cenizas. También tenía cortes de cabello de los tres hijos que le habían sido arrebatados por la muerte.

martes, 27 de agosto de 2019

Cómo dejar de reaccionar e iniciar una vida creativa

La persona creativa es audaz y desafiante. Cuando la vida le golpea, no reacciona dejándose caer, sino que actúa de manera innovadora sacando partido a las dificultad, intuyendo oportunidades, escuchando a su intuición y dando respuestas originales.

Iniciar una vida creativa requiere asumir un desafío. Supone por encima de todo, atrevernos a romper viejos patrones y costumbres que nos hacen avanzar en círculos. Creatividad es sinónimo de autoinvención y atrevimiento, dos palabras que bien conjugadas nos ayudan a tener una realidad más libre, acorde a nuestro potencial.

A menudo, cuando abordamos el tema de la innovación y la importancia de hacer uso de una mente creativa, damos por sentado que esta competencia requiere solo de ser capaces de producir ideas nuevas y diferentes. Ahora bien, asumir esto último es quedarnos cortos. La creatividad va más allá del universo cognitivo, porque lo que requiere de nosotros es acción.

Esta fue la conclusión a la que se llegó en la última conferencia mundial sobre el tema celebrada en el Marconi Institute for Creativity en Bologna, Italia. Una idea no sirve de nada si no se plasma. Un proyecto no se lleva a cabo si no aunamos compromiso, responsabilidad y atrevimiento.

Un ejemplo, Sherlock Holmes nunca habría existido si Conan Doyle no hubiera trabajado minuciosamente en su escritura, relegando incluso su consulta como médico. Beethoven, por su parte, compuso la Novena Sinfonía cuando apenas oía. Podríamos dar mil nombres más para terminar entendiendo que ser creativo es algo más que ser imaginativo. Requiere tenacidad, osadía e incluso sacrificio.

Dejar de reaccionar, actúa y atrévete a iniciar una vida creativa

No pienses, decía Ray Bradbury, pensar es enemigo de la creatividad, simplemente, atrévete a hacer. Esta frase encierra valiosos trazos de sabiduría que bien merecen tenerse en cuenta. Muchos de nosotros nos hemos acostumbrado a reaccionar ante la vida; pasan determinados eventos y nos limitamos a actuar ante ellos como hojas de viento que son llevadas aquí y allá.

Se nos olvida que entre el estímulo y la respuesta hay un espacio de tiempo altamente importante donde se encuentra nuestra capacidad para ser libres. Nuestra oportunidad para actuar de manera diferente, libre e innovadora.

Así, estudios como los llevados a cabo por la propia Asociación Estadounidense de Psicología (APA) en colaboración con las Universidades de Amsterdam aportaron evidencia de que el hecho de iniciar una vida creativa mejora de manera notable los índices de bienestar.

La creatividad que se traduce en acción nos ayuda a dejar atrás patrones de comportamiento negativos. Gracias a ella, nos relacionamos mejor con nosotros mismos, porque deseo y comportamiento van de la mano. También, porque obtenemos más opciones cuando surge un problema y porque la persona creativa es esa que, al fin y al cabo, hace avanzar el mundo. Ahora bien, ¿cómo lograrlo? ¿cómo iniciar una vida creativa cuando nuestra realidad es tan rutinaria, inflexible y estructurada? Estas serían algunas claves.

Pensamiento lateral

El pensamiento lateral fue un concepto introducido por Edward de Bono en 1967 en su libro El uso del pensamiento lateral. En este trabajo establecía un avance excepcional en las bases de la creatividad. Pero, ¿en qué consiste esta propuesta?

  • El pensamiento lateral nos ayuda a ver los problemas desde nuevas perspectivas.
  • Es ir más allá del sentido lógico, es jugar con la realidad, hacer combinaciones, buscar relaciones, desafiar, romper viejos esquemas…
  • Asimismo, esta técnica nos anima a provocar al pensamiento para elegir caminos nuevos e inexplorados.
  • Es ir más allá del simple confort de la lógica.

Libérate del ‘tengo que’. Puedes cambiar más cosas de las que crees

En nuestra mente abunda el peso de los debería y el tengo que. Son dos enemigos voraces que nos someten a una vida pautada por las obligaciones, el estrés y la ansiedad por no cumplir nunca esos mandatos internos.

Hay que desactivar todos esos pensamientos y reformularlos. Habrá cosas que obviamente debemos cumplir. Sin embargo, si analizamos cada rama de esos bosques mentales, nos daremos cuenta de muchas no sirven de nada. Nos impiden crecer, florecer… Por tanto, no dudemos en ‘podar’ todo aquello que alimenta el sufrimiento inútil.

Experimenta cosas nuevas, déjate llevar para iniciar una vida creativa

Para iniciar una vida más creativa, tal y como señala el doctor Scott Barry Kaufman, director Científico del Instituto de Imaginación en el Centro de Psicología Positiva de la Universidad de Pensilvania; hay que atrevernos a hacer cosas diferentes. La creatividad no surge en medio de los escenarios de presión. La rutina oxida motivaciones, sueños, ideas innovadoras e intuiciones.

A veces, no queda más opción que alejarnos para tomar perspectiva. Ser capaces de salir de nuestra burbuja cotidiana ofrece a nuestra mirada nuevos brillos, además de incentivos a nuestra mente e ilusión a corazón. Sumergirnos en experiencias nuevas significa, por ejemplo, ser capaces de abrir la mente, aprender, leer todo lo que caiga en nuestras manos, conocer gente, conectar con nuestra realidad a otro nivel, etc.

Iniciar una vida creativa nos ayudará a dejar de reaccionar ante cada cosa que nos sucede. Si algo nos golpea, no reaccionaremos por inercia, lo haremos de manera innovadora para adaptarnos mejor, para ganar en audacia y resiliencia. Solo así daremos forma a la realidad que más nos gusta, la que está acorde con nuestros valores y deseos.

lunes, 26 de agosto de 2019

Periodo vacacional, ¿por qué es tan importante?

Tomarse un descanso en el trabajo produce efectos positivos en las personas. En este sentido, el periodo vacacional puede reducir el estrés y, a su vez, aumentar la creatividad.

El periodo vacacional, ese momento del año que probablemente es esperado por la mayoría de nosotros. Tanto es así que dedicamos parte de nuestro tiempo a las vacaciones antes de que ocurran: planeamos qué fecha del año es la más adecuada para tomarnos ese merecido descanso, acordamos los horarios con el resto de compañeros en el caso de que sea necesario, elegimos qué queremos hacer en ese periodo (viajar, visitar amigos, pasar tiempo con la familia, tomarse unos días de relax en el hogar, etc).

Dada la importancia que otorgamos al periodo vacacional, surge la cuestión: ¿por qué es tan importante para nosotros? ¿Qué beneficios nos aporta? ¿Por qué es un momento del año tan ansiado y esperado por la mayoría de las personas? Hablamos sobre ello.

El periodo vacacional te permite desconectar

Cuando disponemos de unos días de descanso se vuelve más sencillo dejar a un lado los problemas y las situaciones complicadas del día a día.

En este sentido, el periodo vacacional supone cambiar de contexto, lo cual nos ayuda a desconectar del estrés diario. Encontrarse en un ambiente diferente al habitual hace que no sólo nos alejemos físicamente de nuestro entorno, sino que también salgamos de la rutina diaria.

Reduce el estrés y la probabilidad de sufrir enfermedades coronarias

Timo Strandberg, profesor de la universidad de Helsinki y autor de publicaciones en The Journal of Nutrition, Health & Aging, afirma: «las vacaciones pueden ser una buena forma de aliviar el estrés». Por lo que, según el experto, existe una correlación entre el periodo vacacional y el estrés, el cual puede verse rebajado considerablemente en las vacaciones.

Del mismo modo, ¿pueden las vacaciones reducir la probabilidad de sufrir un ataque al corazón? La investigadora Karen Mathews, de la Universidad de Pittsburgh (EE.UU.), y sus colegas monitorearon a aproximadamente 12,000 hombres con un alto riesgo de padecer enfermedad coronaria, entre los 35 y 57 años de edad, durante nueve años.

Tras este largo periodo, descubrieron que los participantes que no tomaban vacaciones anuales eran más propensos a morir de un ataque al corazón. Por lo tanto, según este estudio, no disfrutar del periodo vacacional genera una mayor probabilidad de sufrir una enfermedad coronaria.

Aumenta la creatividad

Una investigación realizada en Estados Unidos por la Universidad de Kansas señaló que las personas que descansan al menos 4 días aumentan su creatividad en un 50 por ciento.

Según estos datos, podemos afirmar que el periodo vacacional aumenta la creatividad en un alto porcentaje.

Sensación de bienestar

Uno de los principales beneficios de las vacaciones es la mejora del estado emocional y de la sensación de bienestar al salir del entorno habitual.

Asimismo, la desconexión que permite retomar vínculos sociales con amigos y familiares también supone una oportunidad para vivir nuevas experiencias y descubrir nuevos lugares.

¿El periodo vacacional mejora el rendimiento laboral?

La desconexión y los beneficios que generan las vacaciones pueden mejorar el rendimiento en el trabajo, ya que volver al entorno laboral después de un descanso supone un aumento de motivación y energía, las cuales se ven debilitadas tras horas y horas de esfuerzo.

A su vez, distanciarse del trabajo permite tomar perspectiva de alguna actividad, objetivo o tarea que, al encontrarnos inmersos en la rutina, no apreciamos; al salir de la misma, podemos percibir y reflexionar desde otro punto de vista.

En definitiva, el periodo vacacional forma parte de la vida laboral. Así, ¿qué sería de nosotros si no nos pudiéramos permitirnos parar y desconectar durante unos días?

domingo, 25 de agosto de 2019

Edward Hopper, el pintor de la soledad y la eterna espera

Edward Hopper era el pintor de la soledad y la eterna espera. Abundan en sus obras personajes femeninos envueltos en el misterio, rostros pausados aguardando algo que nunca llega... Tras esas pinceladas se esconde un universo psicológico que vale la pena descubrir.

En los cuadros de Edward Hopper, el tiempo no pasa. Parece detenido, condensado en una eterna espera donde los rostros femeninos aguardan pacientes, envueltos en un aire enigmático. Figuras quietas y expectantes en  habitaciones de hotel, en bares, estaciones… La soledad y el misterio atrapa en todas sus pinturas gracias a esas escenas, a a esos colores y atmósfera inquietante.

El arte y la psicología siempre han ido de la mano y las obras de Hopper no son ajenas tampoco a esta relación. Adivinamos en ellas algo más que el ejemplo más llamativo del estilo modernista del retrato americano.

En sus pinceladas se esconden enigmas y relatos ocultos; los mismos que llevaron a Alfred Hitchcock a escenificar en sus películas varios de sus cuadros.Un ejemplo de ello fue la célebre casa de Psicosis, copiada al detalle del cuadro de Hopper House by the Railroad.

Si observamos algunas las pinturas más célebres de Edward Hopper nos daremos cuenta, por ejemplo, de que las mesas casi siempre aparecen vacías. No importa que los protagonistas estén en una cafetería o restaurante: nunca aparece comida.

La historiadora de arte Judith A. Barter explica que el pintor y su esposa, también artista, siempre comían de lata y que, sin ser pobres, eligieron un estilo de vida tan austero como asfixiante. El mismo que se percibe en los cuadros. Hopper visualizó también en sus lienzos el papel cambiante de la mujer en la sociedad americana de principios del siglo XX. Esas figuras femeninas aparecían ya en sus oficinas, tomándose algo al final de la jornada en una cafetería, acudiendo al trabajo en tren…

Sin embargo, en todos esos cuadros queda impregnada en forma de pátina la propia soledad. Una soledad seductora, pero palpable e insoldable al fin y al cabo. Reflejo sin duda de una sociedad que intentaba avanzar a duras penas…

Edward Hopper y la psicología inscrita detrás de sus pinturas

Hopper fue un artista estadounidense del período modernista especializado en lo que se conoce como realismo americano. Su trabajo coincidió con el auge en Europa del psicoanálisis.

Sus biógrafos, como la historiadora Gail Levin, nos explica en su obra Edward Hopper: An Intimate Biography, que él mismo sabía que su mente estaba algo distorsionada, pero era ese desequilibrio interno el impulso que guiaba su mano cuando pintaba.

Le gustaba transmitir en sus obras la esencia de la soledad contenida en interiores (bares, estaciones, trenes y apartamentos). Un ejemplo excepcional de ello es Morning Sun, ahí donde el espectador adquiere, casi sin quererlo, la perspectiva de un voyeur, atendiendo a esa mujer que sentada con un camisón rosado sobre una cama en su habitación atiende la vista del amanecer ante su ventana.

Edward Hopper, al igual que Raymond Chandler, nos describieron a la perfección la esencia de aquellos años 30 y 40 en Estados Unidos. La urbanización, una sociedad intentado despertar tras una recesión económica, la diferencia de clases y esa marcada soledad que parece ir siempre de la mano junto al progreso. Todas esas dimensiones quedaban a menudo impresas en rostros y figuras femeninas.

Mujeres que parecían sumergidas en la antesala de una espera eterna. Pensando quizá en las ilusiones frustradas, en sueños que no llegan, en personas que se quedaron atrás…

El misterio de las mujeres en los cuadros de Edward Hopper

Hay un detalle que todo buen aficionado obras de Hopper habrá visto en alguna ocasión. ¿Quiénes son esas mujeres que aparecen en sus cuadros? La respuesta es tan interesante como reveladora. Todos esos y cada uno de esos rostros eran un solo: el de su propia esposa, la pintora Josephine Nivison.

Jo Nivison tenía más fama y renombre que el propio Edward Hopper. Había sido una mujer de éxito; una pintora admirada que había expuesto junto a otros referentes como Modigliani y Pablo Picasso. Ahora bien, cuando se casó con su compañero de profesión, se centró solo en él. Juntos establecieron una relación dependiente y tóxica, pero increíblemente productiva para Hopper.

Vivían en el último piso de Washington Square, en Nueva York. No tenían lujos y tampoco los querían. Lo único que les interesaba era esa habitación con increíbles vistas y excepcionalmente luminosa. Apenas salían de esas cuatro paredes, él pintaba, ella le hacía sugerencias, llevaba la contabilidad y organizaba los contactos con agentes y galerías de arte.

Tal y como aparece en los propios diarios de Joe Nivison sucedieron episodios de maltrato. Además, Hopper, se ocupó de despreciarla como artista de forma constante para que no continuara con su carrera. La quería solo para él y ella también lo quería solo para sí. Ambos crearon una atmósfera asfixiante a la vez que extraña, la cual quedó contenida también en varios lienzos y dibujos.

El pintor de los umbrales

El filósofo Alain de Botton dijo una vez que Edward Hopper era el pintor de los umbrales. Se especializó sin saberlo en ese arte donde los personajes quedan contenidos en escenarios de tránsito: una estación, un bar, una gasolinera, la habitación de un hotel, una oficina… Son escenarios urbanos donde las personas quedan diluidas en la espera, en esa mirada introspectiva que anhela quizá algo que ya no va a volver.

Hopper quiso dejar en su arte la esencia introspectiva de una época. Él mismo era un amante de la soledad, de ese retiro voluntario construido junto a su esposa, donde ella le servía de puente con el mundo exterior. Joe Nivinson era la que cruzaba los umbrales para hablar con la prensa, ella la que concertaba ventas o exposiciones y ella la que le sirvió de musa durante toda su vida.

La riqueza narrativa y ambigua de las pinturas de Hopper es ya atemporal. Siempre atrae, siempre inquieta. La arquitectura, los rascacielos, los salones de hotel, esas mujeres y su ropa, esos hombres de espalda y hasta las mesas vacías, configuran un estado de ánimo muy concreto que siempre perdura y atrae: el de la soledad y la eterna espera.


sábado, 24 de agosto de 2019

Cinco formas de disfrutar y vivir el presente

¿Alguna vez has pensado cuántos días realmente disfrutas de principio a fin? ¿Te gustaría que todos los días fueran como el de Navidad? ¿Quisieras poderte “brincar” ese mal día y que la felicidad nunca falte en tu vida? Con frecuencia la felicidad está frente a nuestros ojos, en este artículo te enseñaré cómo descubrirla en tu día a día y cómo vivir el presente.

Muchas veces nuestros días se vuelven automáticos: nos despertamos, nos duchamos, desayunamos, vamos al trabajo, volvemos, cenamos y dormimos. Y por consiguiente, es muy común terminar el día con una sensación de vacío. Nos desocupamos de todo y en el momento de dormir solo pensamos y no estamos conformes con nuestra vida.

Si piensas que este es solo un día más en tu vida, te equivocas. No es solo otro día, es el único día que se te ha otorgado, el hoy. La vida te lo ha permitido, es un regalo, es todo lo que tienes aquí y ahora. Y la única respuesta apropiada a ese regalo es disfrutarlo, agradecerlo. En una palabra, vivir el presente.

Nuestra mente gasta alrededor del 70% de su tiempo reproduciendo memorias y creando escenarios de “momentos perfectos”. Solo en un 30% de nuestro tiempo realmente estamos viviendo el presente. Lo malo no es que invirtamos tan poco tiempo, sino que mucha gente nunca logra vivir en el ahora.

Vivir el presente sin condiciones

Siempre se ha dicho: “seré feliz cuando consiga jubilarme del trabajo”, “cuando logre llegar a la meta seré feliz” o “cuando tenga un día para descansar podré ser feliz”. Muchas personas ponen condiciones a su felicidad.

Nunca debemos pensar en la felicidad como una meta cuando puede perfectamente estar en todo el camino. La felicidad como meta dura solo un momento o unos pocos minutos, y no más que eso, pero la felicidad en el camino durará toda tu vida.

El secreto de la felicidad consiste en abrir los ojos a todas esas cosas que suceden en nuestro presente, en el ahora ¿Crees que nunca pasa nada bueno o interesante? No es que nunca pase nada, es que no hay momentos iguales.


Observa bien y te darás cuenta que todos los días son únicos, nuevos y especiales. Nada en esta vida se repite, de tal suerte que sin importar tu pasado o cuan incierto es el futuro, no debería importarte porque no existe, de lo único que estamos seguros es de nuestro ahora.

No existe ni el pasado ni el futuro, solo los hechos

Este día es lo único que tenemos seguro. Aprende a poner atención plena a todo lo que hagas momento a momento, disfrútalo, vive tu día consiente, despierto y atento. Dedícate a cultivar esa reacción al gran regalo que es este día único y aprende a vivirlo como si fuera el primero y el último de tu vida. Te propongo algunas actividades para comenzar a vivir el presente. No dudes en ponerlas en práctica.

Empieza abriendo tus ojos

Maravíllate de todo lo que puedes ver, de todos esos hermosos colores que están ahí solo para que los aprecies. Observa el cielo y admira cómo cambia momento a momento. Generalmente pensamos en el clima como “malo” o “bueno”, pero incluso hoy tenemos un clima único que nunca volverá a estar de esa forma. La formación de las nubes nunca volverá a estar como ahora.

Ve a un parque o a algún otro lugar al aire libre que te guste

Apaga entonces el móvil, siéntate cómodo y nota cómo es el aire ¿frío, caliente o templado? Pon atención a todos los olores que percibes, escucha todos los sonidos que llamen tu atención, observa todo lo que te rodea y piensa cómo es y cómo te sientes.

Date un baño y pon atención en ello

Imagina que acabas de llegar al mundo y es la primera vez que tomas un baño. Siente el agua en tu piel, el olor del jabón, la temperatura del agua, el ruido que hace al caer, todo. Aprovecha para relajarte, desconecta de todo menos de ti.

Mira a los ojos a las personas que conozcas

Cada una de ellas es única y dentro de millones de personas se encuentra en tu camino en este momento. Abre tu corazón y muestra tu aprecio con una sonrisa y un saludo amable.

Trabaja la actitud

Es completamente normal que tengas algún pensamiento que no tenga nada que ver con vivir el presente. No te preocupes, solo piensa “hum” y vuelve a fijar tu atención en tu respiración, en lo que te rodea y en cómo estás. Mantén tu actitud en esta mentalidad todo lo que puedas, disfrútala y lo más importante, sonríe.

Recuerda, en algún lugar del mundo alguien está luchando por conseguir lo que tu tienes. Agradece disfrutando de esa enorme cantidad de regalos que te ha dado la vida hoy. Abre tu corazón a todas esas bendiciones y deja que la felicidad fluya en tu vida, simplemente por que puedes ver, sonreír, tocar, simplemente porque estás vivo y entonces, realmente será el mejor día de tu vida.

viernes, 23 de agosto de 2019

La importancia de vivir el momento presente

Vivir el momento presente es algo de lo que todos somos conscientes, pero que muy pocos hacemos realidad debido a las prisas, el trabajo, el estrés y otros muchos factores que hacen que cada día sea como otro cualquiera. Solamente, cuando nos encontramos enfermos o ante una situación adversa somos conscientes del aquí y el ahora, de nuestro presente, ese que ignoramos sin darnos cuenta.

Pero, sacrificar nuestro presente por pensar en el futuro nos impide disfrutar del «ahora». Este «ahora» que constituye todo lo que tu vida significa, donde se encierra todo lo positivo, toda nuestra felicidad.

No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy

Uno de los proverbios más conocidos y que quizás en alguna ocasión hayamos puesto en práctica. Pero, ¿cuánto ha durado? Seguramente, tan solo un día o dos. Las prisas, el estrés y la conciencia de pensar siempre en el futuro nos impiden mirar a nuestro momento presente y ver lo que hemos conseguido hasta el momento. Nos impiden disfrutar de nuestros logros, obligándonos a mirar siempre más allá de nosotros.

Bien es cierto que el presente tan solo dura un instante. Un minuto que ya haya pasado se puede considerar pasado y el minuto al que nos dirigimos es nuestro futuro. El tiempo es efímero y cuesta saborearlo.

Lo curioso es que le damos más importancia a nuestro pasado y nuestro futuro que a nuestro propio presente. Ese que pasa tan rápido delante de nuestros ojos, tanto que ni nos damos cuenta de ello.

Estamos acostumbrados a mirar dónde vamos a pisar, en vez de fijarnos en nuestras propias pisadas.

Esto no quiere decir que no debamos pensar en nuestro pasado ni en nuestro futuro. El pasado nos ayuda a aprender y progresar; y el futuro nos ayuda a conseguir nuestras metas, a motivarnos y soñar con aquello que deseamos. Pero, ¿dónde queda el presente en todo esto?

Valora tu presente, al igual que tu pasado y tu futuro

Evadir el presente es algo que hacemos inconscientemente. Así nos han enseñado y por ello lo ignoramos sin darnos cuenta. Pero, ¿por qué lo hacemos? No vivir nuestro presente nos hace idealizar el futuro en el que siempre pensamos, ese futuro al que nos dirigimos, pero que vemos como algo muy lejano.

Pensamos en un futuro idealizado casi como un sueño que nunca será real.

Como ya mencionamos, el futuro es ese minuto, esa hora que está por llegar. Pensar en el futuro como algo lejano e idealizado es una vía de escape ante un presente con el que no nos sentimos conformes.

¿Por qué pensamos que lo que está por venir será siempre mejor? Porque todas las personas piensan así, pero ¿funciona? Cuídate de idealizar ese futuro en el que piensas, tal vez, cuando llegue te sorprenda la decepción. ¿Esto era todo? Pensarás. Tu futuro será un sueño decepcionante que no te satisfará.

Porque tras llegar a esa meta, seguirás pensando en el día de mañana y así sucesivamente. Siempre intentando ver más lejos cuando deberías ver los pasos que estás dando, cómo verdaderamente estás caminando.

¿Qué consejos deberías tener en cuenta para centrarte en el hoy y no en el mañana?

  • Si deseas hacer algo, hazlo ya. Tanto si es un viaje, cambiar de trabajo, darle un giro a tu vida. No pienses que el día de mañana será mejor que ahora. Si estás seguro de algo no lo pienses, ¡solo hazlo!
  • No pienses en lo que pueda pasar, disfruta de lo que tienes ahora, lo que tenga que pasar, ¡pasará!
  • Sé realista en tu presente y no idealices un futuro imaginario. Si quieres un futuro que se cumpla, debes hacerlo presente ahora.
  • El momento apropiado siempre será ¡ahora!

¿Añadirías algún consejo más? Piensa que el resumen de todo esto es que si quieres algo lo hagas realidad ahora. No pienses en si lo podías haber hecho o en si lo harás otro día. El presente es lo que cuenta, no permitas que tu vida pase delante de tus ojos sin sentido alguno.

El secreto para que tu vida adquiera el significado que quieras darle es actuar. No sueñes si tienes pensado dejar la vida pasar. La acción es lo que cuenta, el aquí y el ahora es en lo que deberías pensar.

jueves, 22 de agosto de 2019

Viktor Frankl y el sentido de responsabilidad

Durante la etapa que Viktor Frankl vivió en Estados Unidos se dio cuenta de que la sociedad estaba tergiversando el auténtico concepto de libertad. Toda persona libre debe aprender primero a ser responsable y a respetar los límites de los demás.

El sentido de responsabilidad es la esencia del civismo y del respeto hacia nosotros mismos y los demás. Viktor Frankl, célebre psiquiatra y filósofo austríaco, ya nos advirtió en los años 80 que estábamos fallando en esta competencia social tan relevante. Se nos está olvidando que ser responsables es entender y aplicar unas reglas de compromiso básicas en nuestro día a día.

Decía Winston Churchill que el precio de la grandeza es la responsabilidad. Es cierto, todo cargo, toda posición destacada requiere de un elevado sentido de madurez y de una afinada responsabilidad moral y personal. Sin embargo, esta dimensión va mucho más allá y se relaciona a su vez con el concepto de libertad.

El propio Viktor Frankl fue testigo de un hecho del que tuvo oportunidad de reflexionar a lo largo de los años en los que estuvo viviendo en Estados Unidos. En ese tiempo, en el que ejerció como conferenciante, escritor y docente en las Universidades de Harvard y Stanford, no dudó en ser muy crítico hacia los valores que habitaban (y habitan) entre la sociedad estadounidense y también en distintas sociedades de nuestro mundo.

Nos referimos al sentido de libertad, ahí donde muchos han llegado a creer que ser libre es tener licencia para hacer lo que uno desee. Frankl sostuvo la creencia de que la humanidad está degenerando el concepto prístino de lo que supone ser libre. Estamos pasando por alto que esta bella palabra siempre debe ir acompañada del sentido de responsabilidad. La primera siempre debe ir de la mano de la segunda.

El sentido de responsabilidad en nuestra sociedad

No entender que la libertad tiene límites, principios y responsabilidades supone en última instancia acabar vulnerando los derechos de los demás. Esto es algo que la mayoría entendemos pero aún así, de manera individual o colectiva seguimos sorteando esa frontera hasta dañar a otros de manera insospechada.

Un ejemplo: todos tenemos derecho a expresarnos, pero no a hacer daño mediante la palabra. Cada uno es libre de elegir su destino, de crear con su esfuerzo, creatividad y energía la realidad que desee, pero eso no significa que para lograr un objetivo tengamos que sabotear a otros. Tampoco un país o una nación por poderosa que sea tiene la legitimidad de someter a otros para obtener beneficios.

La estatua de la responsabilidad

El tema de la interpretación errónea que se tiene de la libertad preocupó durante bastante tiempo a Viktor Frankl. En trabajos como ‘Prisioneros de nuestros pensamientos: Viktor Frankl y el significado en la vida y el trabajo’ de la psicóloga Elaine Dundon podemos verlo en profundidad. Tanta era su inquietud, al ver el rumbo que llevaba la sociedad estadounidense en los años 80 y 90, que llegó a proponer algo tan llamativo como evocador.

Pidió que si en la costa este de Nueva York se alzaba la estatua de la libertad, era recomendable que en la costa oeste se levantara también otra estatua, pero esta vez dicha pieza artística debía representar el sentido de responsabilidad. El proyecto, desde entonces, está en marcha. Pero eso sí, se espera que para el año 2023 esté completado…

Aprender a ser responsables requiere concienciación

El sentido de responsabilidad implica, por encima de todo, tener sentido común, honestidad y un compromiso social. Ahora bien, por término medio es común que a la hora de educar en este valor, se inculque a menudo un exceso de individualismo e incluso de narcisismo.

Nos enseñan, por ejemplo, a ser responsables de nuestras cosas, a evitar esas conductas que puedan ser lesivas o peligrosas para nosotros mismos y nos recuerdan también, la importancia de ser respetuosos con los demás.

Ahora bien, en realidad, ninguna de estas ideas se adecua de manera íntegra con el auténtico sentido de responsabilidad. Porque ser responsables es algo más que respetar al otro, también implica promover su bienestar y tener claros determinados principios.

Sentido de responsabilidad ¿qué significa realmente?

  • El sentido de responsabilidad no significa solo actuar de manera correcta en cada momento. Es sentir la necesidad interna de proceder siempre de manera adecuada sin necesidad de que otros lo vean o nos feliciten por ello.
  • Es también tener una posición clara y firme hacia las cosas que suceden en nuestro entorno y el propio mundo.
  • Supone también preocuparnos por cómo nuestras acciones afectan a los demás.
  • Implica generar cambios (por pequeños que sean) que mejoren la realidad en la que vivimos.
  • Es estar dispuestos a arriesgarnos por determinadas metas y asumir los errores que podamos cometer.
  • Es, a su vez,  no culpar a otros de las cosas negativas que nos puedan suceder. Somos responsables de nosotros mismos, evitemos cargar sobre hombros ajenos la propia frustración.
  • Significa ser honestos, creer en la justicia, ser humildes, compasivos y agradecidos.
Para concluir, tengamos por tanto muy presentes estas dimensiones. Ningún valor es tan apreciado en nuestra sociedad como ser libres, como ser dueños y señores de nuestros destinos, de nuestra voz y capacidad de elección.

Sin embargo, recordemos aplicar en cada uno de nuestros pasos un adecuado sentido de responsabilidad. El mundo enterno ganará con ello.

miércoles, 21 de agosto de 2019

¿Qué factores pueden influir en la aparición de trastornos de la conducta alimentaria?

Los trastornos de la conducta alimentaria son conocidos por todos. Estamos al día del alto porcentaje de personas que los sufren. En su mayoría son chicas sí, pero también afecta a los chicos. Al igual, es por todos sabido que generan numerosos problemas para la salud a todos aquellos que los sufren.

Pero no solo eso. También tienen repercusiones a nivel psicológico y social. Las relaciones interpersonales se van deteriorando y el malestar emocional gana terreno. El caso es que este tipo de trastornos ponen en riesgo la vida de quienes la padecen, por lo que es interesante conocer los factores o las variables que están asociadas con su aparición, con el fin de poder trabajarlos… ¡Recuerda que es más fácil prevenir que curar!

La relación entre la imagen corporal y los trastornos de la conducta alimentaria

En cuanto a la imagen corporal y los trastornos de la conducta alimentaria, tenemos que tener en cuenta dos conceptos: la insatisfacción y la distorsión. Subestimar o sobreestimar nuestro cuerpo, es decir, percibirlo de forma distorsionada, puede hacer que percibamos un sobrepeso en realidad inexistente.

Esto va a generar una insatisfacción con nuestra imagen corporal, desencadenando una serie de emociones negativas que trataremos de regular con la alimentación. Así, entraremos en un círculo vicioso de hacer dieta de forma constante, con el fin de llegar a unos cánones de belleza difícilmente alcanzables. Al menos por esa vía.

Pensemos que la preocupación por el peso es algo común en la mayoría de adolescentes y jóvenes sin que ello tenga que suponer un problema. Como todo, cuando se vuelve excesiva e intensa es cuando la persona puede llegar a tomar medidas desesperadas para bajar de peso.

Otro factor de riesgo relacionado con esto es el índice de masa corporal. Estudios han demostrado que llegar a la adolescencia con un IMC (índice de masa corporal) alto, que indique sobrepeso, puede propiciar el inicio de estos trastornos de la conducta alimentaria.

El papel de la sociedad en los trastornos de la conducta alimentaria

Por supuesto, no hay que olvidar que la insatisfacción y la distorsión de la imagen corporal vienen alimentados y en algunos casos propiciados por la sociedad de la que todos participamos. En ella, se promueve la delgadez como la forma de ser más deseable. Además, se asocia con valores positivos como juventud, prestigio, autoestima alta y elegancia. Es decir, se vende como la condición primera para aceptarse a uno mismo y sentirse aceptado por los demás.

Al mismo tiempo, tener un peso alto (aunque sea ligeramente) se liga con valores negativos como dejadez, falta de voluntad, suciedad, etc. Esto hace que las personas inicien dietas milagrosas, en las que se pretende perder peso en muy poco tiempo, lo cual las puede llevar a perder el control y continuar restringiendo su alimentación más allá de un objetivo real.

Todo esto tiene mayor influencia en las mujeres jóvenes y en las adolescentes. Pero, ¿a qué se debe? Pues a que en ellas se enfatiza más culturalmente la necesidad de estar delgadas. Además, para conseguir los valores asociados a la delgadez, han de perder peso. Pero nuestros más allegados también juegan su papel. Vivir en una familia en la que la apariencia física y la alimentación son excesivamente importantes es otro factor de riesgo.

Lo mismo puede ocurrir si se tienen amigos con estas enfermedades, que se puede producir un efecto de contagio. En definitiva, hay numerosos factores que juegan su papel en los trastornos de la conducta alimentaria. Tenerlos en cuenta nos van a ayudar a tratar de inculcar a los jóvenes unos valores de autoestima y realización personal que vayan más allá de la imagen corporal y de su peso… ¡Pon tu grano de arena!

martes, 20 de agosto de 2019

Los trastornos de la alimentación y su relación con la personalidad

Ciertos rasgos de personalidad son asociados a determinadas enfermedades mentales y este es el caso de los trastornos de la alimentación. En el siguiente artículo hablaremos precisamente de esta asociación y de sus consecuencias.

La Asociación Americana de Psiquiatría (APA) define en su manual DSM-5 los trastornos de la conducta alimentaria como la «alteración persistente en la alimentación o en el comportamiento relacionado con la alimentación, que lleva a una alteración en el consumo o en la absorción de los alimentos y que causa un deterioro significativo de la salud física o del funcionamiento psicosocial».

Estos trastornos, también conocidos como TCA, han aumentado su prevalencia en los últimos treinta años. Afectan en especial a la población joven y de género femenino, aunque los casos en varones están aumentado cada vez más.

Clasificación de los trastornos de la alimentación

Los subtipos que conforman estos trastornos han sufrido modificaciones en los últimos años. Con la última edición del DSM, los TCA engloban:

  • Anorexia nerviosa.
  • Bulimia nerviosa.
  • Trastorno de atracones.
  • Trastorno de evitación/restricción de la ingestión de alimentos.
  • Rumiación.
  • Pica.

Podemos considerar los dos primeros subtipos como los más perniciosos de los TCA, por lo que en este artículo nos centraremos únicamente en ellos.

Cabe mencionar que, en la actualidad, existen otras problemáticas relacionadas con la ingesta de alimentos que están aumentando de prevalencia en la sociedad. Destacamos, entre otras: el sobrepeso (relacionado con los malos hábitos de comida y estilo de vida sedentario), la vigorexia, la megarexia, la permarexia o la ebriorexia.

Características de los trastornos de la alimentación

La revisión de la literatura científica sobre los trastornos de la conducta alimentaria inciden en la multifactorialidad del trastorno.

Por otra parte, no hay que olvidar la presión que los cánones de belleza ejercen sobre las personas. Este hecho es muy importante, ya que influye profundamente en las creencias desadaptativas sobre el cuerpo y la figura corporal que están en la base de estos trastornos.

Rasgos de personalidad asociados a los TCA

La relación entre estos dos factores indica que ciertos rasgos pueden ser clave en el origen, la aparición y sobre todo, la evolución de los TCA. En términos generales, los estudios indican que la personalidad neurótica está asociada a los trastornos alimentarios.

Sin embargo, existen rasgos que se asocian específicamente a cada subtipo de TCA. Por ejemplo, respecto a la anorexia nerviosa, se observan conductas obsesivas y una alta necesidad de control. Además, también destaca la inflexibilidad del pensamiento, sobretodo en lo que se refiere a las creencias desajustadas de la persona. Por último, también se encuentra que las personas con anorexia nerviosas suelen tener rasgos dependientes y de introversión.

Por otra parte, la bulimia nerviosa se relaciona con una baja tolerancia a la frustración y un bajo control de los impulsos. Además, las personas que padecen esta enfermedad suelen presentar baja autoestima, y más ansiedad y «sensibilidad interpersonal» (Macías et. al., 2003) que las personas con anorexia nerviosa. Del mismo modo, debido a la alta impulsividad pueden realizar conductas impredecibles.

Trastornos de personalidad y TCA

No podemos hablar de las características de personalidad sin mencionar los trastornos de esta misma índole. Existe una relación alta entre los trastornos de personalidad y los de la conducta alimentaria. De hecho, los estudios señalan una prevalencia entre el 53% al 93%.

Así pues, se ha encontrado una relación entre la anorexia nerviosa y el trastorno por evitación, el trastorno dependiente y el trastorno obsesivo-compulsivo. En cuanto a la bulimia nerviosa, la literatura existente la relaciona con los trastornos afectivos, trastornos de ansiedad y trastornos de abusos de sustancias.

Dada la complejidad de tratamiento que acarrean los TCA, la personalidad del paciente juega un rol determinante. La necesidad de control, la impulsividad y la falta de flexibilidad mental suponen un problema a la hora de trabajar con la persona. Por este motivo, es recomendable trabajar sobre estos rasgos en la terapia, puesto que influyen en el mantenimiento de: creencias y distorsiones cognitivas (en las que influye la inflexibilidad mental), purgas y los atracones (impulsividad), y dietas restrictivas (por ejemplo, necesidad de control).

lunes, 19 de agosto de 2019

Factores cognitivos implicados en las creencias persecutorias

El delirio no es, por sí mismo, un síntoma de enfermedad. Por otro lado, existen delirios, como el de persecución, que se ven alimentados por determinados sesgos cognitivos sobre los que muchas veces en mejor enfocar al intervención. En este artículo nos centramos de manera particular en el delirio de persecución y en aquellas variables que lo alimentan.

Cuando una persona sufre un delirio, ya sea en el contexto de una esquizofrenia, un trastorno delirante o un trastorno psicótico breve, este puede ser de diferentes tipos: de culpa, de grandeza, de control o de persecución, entre muchos otros.

Aunque se asocien a la locura y se piense que los delirios no pueden ser explicados, esto no es del todo así. Se conocen algunos factores cognitivos implicados en que un individuo desarrolle y mantenga el tipo de delirio de persecución.

Un delirio forma parte del amplio espectro de síntomas que puede presentar una esquizofrenia o un trastorno psicótico breve. En el caso del trastorno delirante, sería el síntoma nuclear.

Los delirios no implican que la persona esté loca: no es un mecanismo ajeno a las personas mentalmente sanas. Esto, además, añade una idea esperanzadora: modificando algunos esquemas cognitivos se entiende que el delirio podría desaparecer. En este artículo se presentan y explican esos factores cognitivos implicados en las creencias persecutorias.

¿Qué es una creencia persecutoria?

Un delirio puede entenderse como un conjunto de creencias erróneas o malas interpretaciones de las percepciones o las experiencias. Estas ideas no se abandonan por más que se encuentren evidencias de lo contrario y no sean compartidas por una mayoría. Esto complica la intervención en trastornos como la esquizofrenia cunado esta cursa con delirios.

Hay individuos que creen que acontecimientos, detalles o frases van dirigidos exclusivamente a ellos, hacen referencia a ellos y tienen una significación especial —delirio de referencia—; otros piensan que su cuerpo está enfermo y cambiando, que su cara está adoptando una forma cuadrada o su pierna alargándose —delirio somático—; y otros que piensan que están siendo perseguidos —delirio de persecución—.

El deliro de persecución, sobre el que versa este artículo, se refiere a una fuerte creencia de que existe una conspiración contra la persona que sufre el delirio. Siente que le persiguen, que registras sus pertenencias, que su teléfono está intervenido. Además, con facilidad, incluyen a muchas personas —incluso allegados— como parte de esa conspiración.

Por ejemplo, una persona comienza a tener ese delirio, y piensa que su pueblo conspira contra él para quitarle su casa y matarle. Al hablar de ello con un familiar, presentándole todas las evidencias que este tiene, el familiar puede tratar de convencerle de que eso no es así, mostrarle pruebas que falsean su creencia o negarse a creer lo que dice. Es frecuente que en ese momento el familiar también tenga algo que ver en esa conspiración, favoreciendo el aislamiento social y el deterioro de las relaciones familiares.

Respecto al tratamiento psicológico, esto también puede pasarle al terapeuta. Al negar sus delirios, este puede formar parte del «grupo de perseguidores». Por ello, el tratamiento del delirio persecutorio se conforma como un reto.

Factores cognitivos: ¿qué es lo común de las creencias persecutorias?

A través de diferentes investigaciones y estudios, se ha podido determinar que las personas con delirios persecutorios presentan varios factores cognitivos comunes. Estos potencian el delirio y explican, en cierta manera, por qué falsear el delirio no sirve, y por qué las personas siguen encontrando evidencias que apoyan su hipótesis de que están siendo perseguidas.

Sesgos atencionales y de memoria

Se encuentran una gran cantidad de sesgos atencionales. Para la persona son especialmente salientes aquellos acontecimientos que confirman su delirio. Esto les ocurre también a las personas con fobias sociales o ansiedad social.

Tienden evitar mirar a los ojos y las bocas —puesto que son los rasgos que más marcan las expresiones faciales— para evitar sentir la amenaza. Además, tienden, a raíz de este sesgo, a recordar más la información de tipo amenazante, es decir, recuerdan mucho más vívidamente las caras de enfado que las de alegría.

Todo esto se traduce, en definitiva, en que son muy sensibles al castigo social. Ven a los demás como una amenaza. En su día a día, detectan a un mayor número de amigos o compañeros enfadados y rabiosos.


Además de por el sesgo atencional, esto también sucede porque ellos pueden interpretar cualquier mensaje que les llegue en este sentido, pensando que el otro está enfadado, cuando no es así.

Procesos de elaboración de la información

Encontramos además procesos de generación de hipótesis diferentes a los de la población general en las personas con creencias persecutorias. Se observan sesgos que provocan que la información sea recogida de manera diferente a la del resto, reafirmándose en la idea de base: son perseguidos. Algunos de estos factores cognitivos son:


  • Razonamiento probabilístico: son individuos que saltan a conclusiones muy rápidamente, sin pensar, valiéndose de la “probabilidad”. Esto significa que necesitan menor cantidad de información que la media para tomar una decisión, y confían en lo acertado de la misma. El problema viene cuando ese razonamiento probabilístico se utiliza también con material emocional.
  • Sesgos de covariación: de igual manera, realizan asociaciones rápidas entre eventos. Elaboran asociaciones erróneas entre situaciones o acontecimientos que no tienen por qué estar relacionados.
  • Sesgos autorreferenciales: se ven a sí mismos como protagonistas de una película o un drama. Todo tiene que ver con ellos —las actitudes de sus compañeros, los comentarios, las conversaciones…—. Por otro lado, la actitud defensiva o agresiva de la persona que sufre el delirio hace que muchas veces no sea bien tratada. Un trato que sería una prueba más de que están contra ellos.
Atribuciones causales: ¿qué es mi culpa y qué es la tuya?


Encontramos además otro sesgo dentro de los factores cognitivos: el sesgo autosirviente y externalizador. A partir de él se elaboran atribuciones causales de los eventos, donde los eventos negativos son culpa del resto. Esto se produce porque los demás son amenazantes, y por ende, las cosas malas son culpa de ellos.

Con esto se consiguen dos cosas: alimentar el delirio, en tanto que se confirma que son gente mala y hacen cosas malas; y la evitación de la culpa de la persona con creencias persecutorias. Este sesgo es adaptativo y reduce el malestar que genera el propio delirio.

Por otro lado, estas personas suelen dar explicaciones extraordinarias a todo lo que les pasa, tanto experiencias físicas, mentales y emocionales. Atribuyen sus propias dificultades para funcionar en la vida cotidiana a causas poco plausibles —me vigilan, me mandan ondas electromagnéticas para que me duela la cabeza—.

Por último, suelen presentar sensaciones somáticas, como ansiedad, dolores de cabeza o picores, que suelen interpretar como indicadores de que los otros les están haciendo mal.

Ideas de justicia y bondad como parte del problema

Dentro de los factores cognitivos de las creencias persecutorias encontramos, por último, ciertas ideas acerca del mundo muy particulares. ¿El mundo es más justo conmigo o con los demás? Los sujetos con depresión suelen pensar que el mundo es igual de justo. La población general tiende a pensar que es un poco más justo con uno mismo. En el caso de las personas con delirio de persecución es lo contrario: piensan que el mundo es mucho más injusto con ellos.

Las creencias más profundas de las personas con delirio sobre justicia, bondad, valor de la humanidad… son diferentes. La idea de que los demás son mejor tratados no solo erosiona la autoestima, también es lo que determina y filtra el resto de pensamientos y procesos cognitivos.

Toda emoción, pensamiento o actuación se ve contaminada por la idea de que el mundo es injusto y que no se puede confiar en nadie. Esto puede llevar al individuo a alimentar sentimientos de inferioridad, dañando su autoconcepto, que pueden conducirle a tratar de sentirse mejor a través de mecanismos “adaptativos”: la creencia persecutoria, donde nada de lo que ocurre es mi culpa.

La conclusión a la que se puede llegar es que muchas veces, con trastornos delirantes, nos centramos en el contenido del delirio más que en los factores cognitivos que lo han propiciado. Pensamos simplemente que esas personas están “locas”, cuando el desarrollo de un delirio de persecución puede tener todo el sentido del mundo, puede explicarse, y por ende, tratarse.

Centrarnos no tanto en falsear la historia del cliente con delirio y más en el trabajo con los sesgos y los esquemas cognitivos disfuncionales puede mejorar su situación, sin correr el riesgo de que el terapeuta forme parte del delirio.

domingo, 18 de agosto de 2019

El nerviosismo, el estrés y la caída del cabello

La caída del cabello, cuando es frecuente e intensa, puede ser una llamada de atención. Puede ser una de las manifestaciones más evidentes de que el estrés se ha convertido en algo parecido a nuestra sombra.

Una de las causas más frecuentes de la caída del cabello es el estrés. Este dato es importante si se tiene en cuenta que muchas personas no logran darse cuenta del grado en el que lo sufren. Están tan sumergidas en sus preocupaciones que no logran ver su propia situación con objetividad. La pérdida de cabello es una señal de que algo pasa en el mundo emocional.

No siempre la caída del cabello se debe al estrés. Sin embargo, si no hay una causa orgánica o no se está ingiriendo algún medicamento o sustancia que precipite la caída del pelo, significa que es un síntoma de estrés. Así lo ha comprobado la ciencia.

El estrés hace que se desencadenen una serie de procesos fisiológicos que llevan a la caída del cabello. Aunque todos perdamos cabello, cuando esto se torna constante e intenso, hay que tomar nota. Aunque los médicos no suelen dar importancia a este hecho, a muchas personas sí que les inquieta.

La caída del cabello

Lo normal es que las personas tengamos entre 100.000 y 150.000 cabellos en nuestro cuero cabelludo. Los expertos indican que alrededor del 85 % de esos cabellos están en fase de crecimiento. Entre el 13 y el 14 % están en fase de caída. Y el 1 o 2 % restante se encuentra en fase de reposo.

Lo normal es que en un día perdamos entre 70 y 100 cabellos. Estos se reponen fácilmente gracias al proceso de crecimiento de nuevos cabellos. Cuando se produce la caída de cabello por estrés, la pérdida se produce de manera generalizada.

O sea, si te pasas la mano por la cabeza, te quedan cabellos entre los dedos. Si te peinas ocurre lo mismo. Y frecuentemente ves cabellos caídos en tu almohada y en tu ropa. A veces a esta condición se le llama alopecia nerviosa y lleva a que en un tiempo relativamente corto tengas pequeñas zonas sin pelo en tu cabeza. Lo bueno es que se trata de una situación reversible.

El estrés y la caída del cabello

Frente al estrés, el cuerpo se pone en estado de alerta. En este sentido, el estrés no es más que una reacción ante estímulos que se perciben como amenazantes. En estas condiciones, el organismo procura ahorrar la energía que tiene disponible. Por eso se concentra en las funciones fisiológicas básicas y deja de lado otras, como el crecimiento de las uñas o del pelo.

Según Mayo Clinic, hay tres tipos de caída de cabello que pueden relacionarse con el estrés. Estos son:

  • Efluvio telógeno. Tiene lugar cuando la raíz del folículo piloso interrumpe el proceso de crecimiento del pelo. Una de las razones por las que esto ocurre es por la presencia de altos niveles de cortisol, la hormona del estrés. No sucede de inmediato, sino después de un tiempo de experimentar estrés.
  • Alopecia areata. En este caso lo que sucede es que el sistema inmunológico ataca los folículos pilosos. Cuando esto ocurre, el cabello se cae en grandes cantidades, prácticamente por mechones. Esto suele afectar también la barba y las cejas.
  • Tricotilomanía. Este es un cuadro más complejo, en el que es la propia persona quien se arranca el cabello. Lo hace como una forma equívoca de enfrentar las preocupaciones, las dudas y los sentimientos de frustración.
¿Qué hacer?


Siempre que notemos una caída generalizada del cabello, lo mejor es consultar con el médico. Este hecho puede deberse al estrés, pero también a problemas endocrinos, inmunitarios o de otro tipo. Si se descarta una causa orgánica o farmacológica, obviamente lo que se requiere es tratar el origen del estrés para evitar la caída del cabello.

El ejercicio es una forma natural y saludable de manejar el estrés. Lo adecuado es llevar a cabo actividades físicas de forma regular y no solo en los momentos de inspiración. Caminar media hora o hacer ejercicios durante 15 minutos al día suele ser suficiente. Así mismo, es muy recomendable dormir al menos siete horas al día.

Si sientes que las preocupaciones son muy intensas y que no se disipan aunque busques medios de relajación, quizás sea hora de visitar a un psicólogo. Hay ocasiones en las que es necesario contar con un soporte externo para conseguir que esas preocupaciones e inquietudes se diluyan de manera natural.

sábado, 17 de agosto de 2019

Me llaman egoísta por pensar en mí: yo lo llamo «amor propio»

Siempre llega un momento a lo largo de nuestro ciclo vital en que por fin, damos el paso. Nos liberamos de ciertas situaciones, cosas e incluso personas que lejos de ofrecernos bienestar, nos hacen daño. Este acto de valentía personal es visto por muchos como el reflejo del egoísmo, cuando en realidad, es el brillo del amor propio.

Hemos de tener en cuenta, además, que este constructo psicológico nunca suele comprenderse del todo. Tradicionalmente la idea del amor propio suele quedar relacionada con cierto componente narcisista y con ese egoísmo individualista que solo busca el beneficio propio. Nada de esto es cierto.

Solo hay un amor que debe durar para siempre y es el amo propio. Porque la dignidad tiene un precio muy alto y no debemos aceptar «rebajas»…

Hay un opinión muy extendida entre los psicólogos y especialistas en materia emocional, que nos comenta aquello de que las personas, en general, «somos unos eruditos en materias racionales, pero unos analfabetos en materia emocional». Reprimir lo que uno siente o desea no es saludable. Al igual que tampoco lo es no ser capaz de respetar o de empatizar con las necesidades ajenas.

Nadie es egoísta por decir «no», nadie debe ser etiquetado por  atreverse a dar el paso y decir…»Basta». Te invitamos a reflexionar sobre ello.

La falta de amor propio alimenta nuestros miedos

La falta de amor propio alimenta nuestros miedos y nos hace vulnerables. Para comprender un poco mejor esta idea, basta con adentrarnos en el siempre fascinante mundo de la neurociencia. Según un trabajo llevado a cabo por la Universidad de Dartmouth (New Hampshire, Estados Unidos), el área de nuestro cerebro asociada al amor propio y la autoestima sería la vía frontroestriatal.

A mayor activación de esta región más fuerte es nuestra autoestima. Ahora bien, una idea equivocada que por lo general, se suele tener al respecto de esta dimensión es que las personas con un amor propio elevado y una fuerte autoestima son, casi siempre, las más inteligentes y triunfadoras.

No es cierto, o por lo menos, una cosa no está relaciona con la otra. En realidad, los investigadores tienen claro un aspecto: la actividad en la vía frontroestriatal es un reflejo de nuestra salud emocional: a un nivel más bajo de activación las personas tienen mayor riesgo de padecer miedos, inseguridades y a largo plazo, hay un riesgo más elevado de padecer depresión.

Desde un punto de vista emocional, las personas que no se atienden y que no se valoran como merecen buscan que los demás lo hagan, cubriendo así dichas carencias para «reafirmarse». Necesitan reconocimiento y afecto de un modo muy intenso. Lejos de «autoabastecerse» con una buena dosis de amor propio, quedan cautivos de las voluntades ajenas y ello, es el principio de una lenta autodestrucción.

El vínculo sutil entre la autoestima y el amor propio

En ocasiones, caemos en el sutil embrujo de pensar que siempre es mejor atender lo que hay fuera que escuchar las necesidades que demanda nuestro interior. El que esto sea así se debe, en ocasiones, a patrones educativos o diversos entornos o personas, capaces de vulnerar nuestra autoestima.

Si no logras ver lo que vales, es probable que te juntes con quien tampoco pueda verlo.

Lo peor de todo ello acontece cuando este condicionamiento externo hace que nosotros mismos lleguemos a necesitar la aceptación de los demás como modo de recuperar nuestra estabilidad emocional. Todo ello hará que vayamos por el mundo rotos y tan fragmentados que nos necesitemos «vestirnos» aún más con los valores ajenos, con las reglas y convicciones de quienes nos rodean hasta quedar deshilachados… Vacíos. Te explicamos a continuación cómo evitarlo.

Cómo «encender» nuestro amor propio

Ante una autoestima lesionada nada mejor que tomar conciencia de esa herida, de esa fractura que nos ha desconectado, por encima de todo, con nosotros mismos.

  • Practica la compensación emocional: los consuelos a todos tus miedos, las preguntas a tus vacíos y el alivio para tus tristezas, no siempre están en el exterior ni en las personas que te rodean. Debes buscar tu propia compensación emocional. El amor que más puede ayudarte en estos casos es sin duda el amor propio.
  • Para encender el interruptor de nuestra autoestima, debemos pensar en algo: complacer agota, y aún más, hacerlo cada día durante toda la vida nos puede acabar destruyendo. No es real, no es saludable. Nadie es egoísta o cínico por decir lo que piensa, por practicar la sinceridad que nace del respeto pero que sabe marcar posiciones para protegerse.
  • Para elevar la autoestima y disponer de un buen amor propio debemos considerarnos a nosotros mismos como personas valiosas. Aún más, lo seguiremos siendo a pesar de nuestros errores, de nuestros fracasos. Porque unos resultados no determinan quien eres, lo determina el hecho de que tras caer vuelvas a ser capaz de levantarte.
Así que lejos de compararnos con otros o de dejar que nos afecten las críticas maliciosas, no dejes de alimentar ese vínculo de amor contigo mismo. Porque como dijo una vez Jiddu Krishnamurti, la religión de todas las personas debería ser, sencillamente, el acto de saber amarse a uno mismo.