jueves, 31 de diciembre de 2020

¿Qué es el daimon?

En cada uno de nosotros habita un "daimon" y según Carl Jung, escucharlo puede ser decisivo para nuestras vidas. Esa voz procede de nuestra energía creativa pidiéndonos cambios y hasta nuevos desafíos... Aunque no siempre nos atrevemos a hacerle caso.

Decía Thomas Carlyle que la persona sin propósito es como un barco sin timón. Nada es tan cierto y pocas cosas revierten tanto a nuestra felicidad como tener una meta. De este modo, una forma idónea de hallar un rumbo en medio del vaivén de la vida es despertando a nuestro daimon, invocarlo desde el fondo de nuestro ser para que nos permita desarrollarnos, impulsarnos…

Se dice que Sócrates estuvo poseído por un demonio que, en un momento dado, le susurró cuál iba ser su vocación. Lo mismo le ocurrió a Goethe, quien explicaba en su libro Poesía y verdad, que debía agradecerle a su criatura demoníaca sus proezas poéticas y también científicas. Ahora bien ese “daimon” tenía en realidad poco de malévolo y sí mucho de inspirador.

Este concepto hunde sus raíces en la tradición griega y define la fuente más elevada de inspiración y creatividad. Es, por decirlo de manera aún más metafórica, el refugio de las musas y esa voz interna que no solo nos susurra ideas, sino que nos ilumina. La figura que recogió este término y lo incluyó dentro de las bases de su psicoterapia fue Carl Jung.

Así, en su libro El desarrollo de la personalidad nos indica algo importante. Si queremos descubrir nuestra vocación estamos obligados a escuchar la voz de nuestro Daimon, porque cada uno de nosotros tenemos un demonio privado que nos aconseja, que nos ofrece ideas y perspectivas sobre dónde deberíamos dirigir nuestra atención…

¿Qué es el daimon realmente?

Un daimon, en realidad, no es un demonio, aunque en la tradición griega lo traducían de este modo. Es una entidad que podemos concebir casi a modo de genio, de ser divino que para los egipcios era el Ba. En la ética de Aristóteles, el daimon simbolizaba la virtud y la sabiduría, la esencia más iluminada del ser humano, ahí donde se esconde el potencial.

El problema de esta entidad es que yace oculta. Todos nosotros la tenemos en el interior, todos venimos a este mundo con esa presencia en las profundidades de la mente, la cual contiene la voz de la creatividad, la intuición y la capacidad para innovar. Sin embargo, la sociedad no siempre es propicia para que el daimon se sienta libre.

A veces, la educación, el estrés, la ansiedad y un enfoque algo rígido y sobre todo la rutina encarcelan a esa entidad, a ese genio tan necesario. El doctor James Hillman, uno de los representantes más importantes de la psicología junguiana, nos señala algo interesante en su libro The Soul’s Code: In Search of Character and Calling.

Despertar el daimon requiere conocernos a nosotros mismos. Solo cuando crecemos hacia el interior (como las raíces de un árbol), logramos alcanzar a esa entidad para escuchar su voz. Hacerlo, revierte además en nuestra felicidad, de ahí el término eudaimonia.

Claves para entrenar tu “daimon”

Carl Jung nos recuerda que a veces el daimon quiere cosas que el entorno no entiende. En ocasiones, tenemos ideas tan revolucionarias e innovadoras que no encajan con aquello que nos rodea. Ese genio interno suele ser muy revoltoso, nos puede susurrar ideas a veces contradictorias, extrañas y atrevidas. Sin embargo, no siempre las atendemos o simplemente las dejamos de lado porque nos parecen infundadas o imposibles de llevar a cabo. Todo esto genera malestar.

Rollo May, psicólogo y psicoterapeuta existencialista, señalaba que vivir de acuerdo con el daimon no es fácil, pero si nos atrevemos, la vida puede volverse muy gratificante. Analicemos por tanto qué claves nos pueden permitir darle voz.

Conócete y te descubrirás

El daimon no quiere personas inseguras o cambiantes. Esa voz está vinculada a nuestras auténticas esencias y solo cuando nos conozcamos de verdad, asomará ese genio singular para susurrarnos cosas que revertirán en nuestro crecimiento.

Así, la persona que avance aún por el mundo sin haber trabajado su autoconocimiento no comprenderá aquello que le dice su “demonio” particular. Será como si este le hablara en otro idioma.

El daimon quiere que seas disciplinado

El daimon requiere que transformemos nuestros monstruos en musas. ¿Qué significa esto? La creatividad emerge con la disciplina cotidiana, con la persona que sabe lo que quiere, que sitúa metas en el horizonte y que trabaja a diario siendo escrupuloso.

Escúchate, la necesidad de una mente en calma

A menudo se asume la idea de que las mentes más tormentosas son las más creativas. Ahí tenemos como ejemplo figuras como Virginia Wolf, Vincent Van Gogh, Gustave Courbert… Ahora bien, los atormentados del arte tuvieron un trágico final y el daimon lo que nos trae es felicidad. El bienestar de quien usa su potencial creativo para alcanzar una vida plena.

Por tanto, tengámoslo claro. La creatividad más productiva emerge de una mente en calma y un corazón en armonía. Recordemos lo que señala el director, guionista y artista David Lynch tan a menudo: prácticas como la meditación o la relajación son los mejores canales para la innovación. Emociones como la ira o el estrés son disruptores temibles.

Hay muchos canales donde el daimon te habla

Cada uno de nosotros debemos encontrar el mejor canal creativo y esto requiere explorar. Hay quien necesita pasear, otros hallan su inspiración con la música, compartiendo experiencias con otras personas. Algunos prefieren su soledad y muchos se vuelcan en el arte para dejar que las ideas fluyan… Abrámonos a nuevas prácticas para escuchar su voz.

Agradece su presencia

Nunca está de más que agradezcamos sus ideas, su energía y su voluntad por hacernos mejores y guiarnos en la conquista de la felicidad. Él, al fin y al cabo, es parte de nosotros y amar ese rincón de nuestro ser es también reconocernos como seres extraordinarios, como personas capaces de trazar los más increíbles sueños y hacerlos realidad.

miércoles, 30 de diciembre de 2020

La definición de fortaleza según Erich Fromm, el camino hacia la plenitud

Ser fuerte es tener valor para vivir. Erich Fromm nos enseñó que no hay mayor aspiración que la de alcanzar esa plenitud con la que atrevernos a tener fe para desafiar el miedo y coraje para construir una sociedad más humana y altruista.

La definición de fortaleza según Erich Fromm nos propone un ejercicio de reflexión que todos deberíamos llevar a cabo. En un mundo complejo, que tiende a la destructividad, a una sociedad puramente tecnológica que él ya anticipó, la única esperanza es desarrollarnos. Y ese desarrollo implica alcanzar la plenitud en cuanto a la responsabilidad, la libertad y el autoconocimiento.

Pionero de lo que él mismo llamó psicoanálisis del humanismo radical, Fromm fue ese filósofo y psicólogo social al que siempre es recomendable leer de forma periódica. No solo sigue siendo una de las mentes más luminosas de nuestra modernidad. Además, continúa liderando esa lucha intelectual por dar forma a un tipo de sociedad altruista orientada a unos valores más solidarios.

Este psicoanalista de origen judío alemán fue más allá de las teorías freudianas para apostar por una perspectiva más amplia, sensible y también crítica, desde la que analizar el estado general de la humanidad y sus problemas. No creó ningún tipo de terapia para tratar el dolor y el sufrimiento de las personas, como lo haría Viktor Frankl, por ejemplo.

Sin embargo, Fromm fue, es y será siempre esa voz de la conciencia que nos anima a valorar la situación en la que nos encontramos y a su vez aquello a lo que deberíamos aspirar. Su idea sobre la fortaleza humana es una de las más interesantes. La analizamos.

La definición de fortaleza según Erich Fromm: ¿en qué consiste?

La definición de fortaleza según Erich Fromm aparece en varias de sus obras más destacables. Una de ellas, la más interesante, fue La revolución de la esperanza. En este libro nos hablaba de la necesidad de transformarnos en activistas de la humanidad, en personas capaces de reivindicar unos valores que desafíen los riesgos de la sociedad de la era tecnológica.

Para entender esta perspectiva debemos ponernos en contexto. Erich Fromm se vio obligado a huir de la Alemania de 1934, tras la toma del poder por el partido Nazi. Gran parte de su perspectiva parte del horror y el sinsentido acaecido durante la Segunda Guerra Mundial. Más tarde, emigró a los Estados Unidos, donde lideró múltiples movimientos pacifistas, se alzó contra la guerra del Vietnam y se declaró como idealista de una forma de socialismo radical y humanista.

Durante buena parte de su vida se sintió decepcionado del tipo de sociedad en el que le había tocado vivir, primero en la Alemania de los años 30 y más tarde en el Estados Unidos de la época de Nixon. Así, en su libro La revolución de la esperanza insta a las personas a ser capaz de iniciar una transformación individual para crear un cambio de paradigma en nuestras sociedades tecnológicas. Uno de esos cambios partía de la necesidad de aprender a ser fuertes.

Hay tres tipos de fortaleza (y no todas son buenas)

La definición de fortaleza según Erich Fromm nos insta a dos cosas: la primera a comprometernos con la esperanza y la fe. La segunda a saber reaccionar ante la violencia, el sometimiento, el sinsentido y el egoísmo. De todo ello se desprende la necesidad de aprender a ser responsables, tanto de nosotros mismos como del compromiso que tenemos con la sociedad.

Ahora bien, es interesante destacar también que Fromm distingue tres tipos de fortalezas, dos de las cuales no nos sirven, ya que no nos ayudan a progresar ni a alcanzar la felicidad. Son las siguientes:

  • Hay personas que muestran un sentido de fortaleza basado en la violencia, en ese gusto por encarar retos y demostrar así su valía (su egoísmo).
  • Asimismo, también hay quien evidencia un tipo de fortaleza que surge a raíz de una imposición de una figura de autoridad. Es decir, hay veces que actuamos coaccionados y como consecuencia del miedo.
Por último, encontramos la idea central en la teoría de Fromm sobre el tipo de fortaleza a la que deberíamos aspirar. Es un estado de intrepidez en el que favorecer nuestro desarrollo para transformar la sociedad desde el optimismo, la fe y la esperanza.

La definición de fortaleza según Erich Fromm nos insta a alcanzar la plenitud

La definición de fortaleza según Erich Fromm recuerda mucho a la que nos ofreció Spinoza. Según el filósofo neerlandés de origen sefardí, ser fuerte tiene poco que ver la resistencia física o incluso con el coraje. La fortaleza es una virtud que se relaciona con la firmeza y la generosidad.
  • Fromm toma esa idea y añade el concepto de la fe como el compromiso que la persona debe asumir por su propio progreso y el de la sociedad. Algo que nos señala en su libro La revolución de la esperanza es que el ser humano tiene sobre sí mismo una costra de desesperanza y de resignación. Todo ello es un peligro porque la resignación implica cautividad, pérdida de la libertad y sometimiento.
  • Necesitamos impulso, fe y entusiasmo. Así, tal y como explica en su libro Ser y Tener, es necesario que encendamos la alegría y la espontaneidad. Solo cuando somos espontáneos demostramos nuestra libertad.
  • La definición de fortaleza según Erich Fromm nos insta al autodesarrollo, a conocernos a nosotros mismos para lograr esa iluminación con la que sentir la plenitud. Es en ese momento cuando nos transformamos en personas intrépidas que abren la puerta a otra dimensión excepcional: la osadía.
Ser osados implica prescindir de ídolos, cadenas y pensamientos irracionales para luchar por valores auténticos con los que crear una sociedad más justa, altruista, solidaria… Pensemos en ello.

martes, 29 de diciembre de 2020

¿Qué son los sentimientos encontrados?

Los sentimientos encontrados tienen que ver con la ambivalencia emocional y afectiva que sentimos hacia determinadas situaciones o personas. ¿Realmente podemos sentir amor y odio a la vez? ¿Cómo salir de esta situación? ¿Qué dice la ciencia?

Como decía el abogado inglés George Carman, “los sentimientos encontrados, como las bebidas mezcladas, son una confusión para el alma“. Y es que la ambivalencia y la contradicción están dentro del abanico emocional de la normalidad. ¿A quién no le ha ocurrido? ¿Sentir emociones opuestas hacia alguien o estar inmerso en la duda entre lo que se quiere y lo que no se quiere?

No hace falta estar en una época especialmente convulsa para sentir amor y odio o atracción y rechazo hacia alguien… Este tipo de situaciones se producen en la vida de muchas personas y forman parte de la naturaleza de nuestra psique.

La mente no es un “artilugio” perfecto, pero no por ello debemos conformarnos con sentir esa contradicción. ¿Cómo salir de ese bucle? ¿Qué son en realidad los sentimientos encontrados? ¡Lo analizamos!

¿Qué son los sentimientos encontrados?

Los sentimientos encontrados, también denominados sentimientos contrapuestos, son aquellos que aparecen en cada uno de nosotros en diferentes momentos de la vida y que son, aparentemente, contradictorios. Es decir, son sentimientos opuestos que están dirigidos hacia el mismo objeto o situación. Un ejemplo sencillo: sentir amor y odio hacia alguien, al mismo tiempo.

Se trata de una paradoja de coexistencia emocional que puede ocasionar un fuerte malestar, así como sentimientos conflictivos dentro de uno mismo. En palabras del propio Freud (1926), quien es preso de los sentimientos encontrados “experimenta un amor bien fundado y un odio tan justificado hacia una misma persona”.

Sin embargo, los sentimientos encontrados no solo incluyen el amor y el odio (aunque generalmente sea así), sino que también abarcan sentimientos de atracción, repulsión, cariño, respeto, asco, rabia, indiferencia, etc. Como sabemos, el abanico emocional es amplísimo y las propias emociones, individualmente, están repletas de matices.

La ambivalencia de las emociones

El término de la ambivalencia en el espectro emocional fue utilizado por primera vez por el psiquiatra Eugen Bleuler (1910) para referirse a “aquellas situaciones de la vida psíquica en las que los sentimientos opuestos y de igual fuerza conviven sin que se pueda hacer una elección entre unos y otros”.

Así, la ambivalencia se utiliza para designar no solo las situaciones patológicas, sino también los diferentes aspectos de la vida psicológica no patológica (es decir, “normal”).

¿Cómo hacer frente a los sentimientos encontrados?

Aceptar y gestionar una situación en la que existen sentimientos encontrados dentro de uno mismo no resulta sencillo, especialmente si alguno de ellos es de una deseabilidad baja -como la sensación de liberación que podemos sentir cuando muere una persona a la que llevamos cuidando mucho tiempo-.

Así, el propio enfrentamiento entre sentimientos simultáneos puede generarnos frustración, rabia, tristeza, incertidumbre, indecisión… y puede hacer que sintamos que no avanzamos (y que no tenemos ni la remota idea de cómo hacerlo). ¿Qué podemos hacer? Os dejamos algunas ideas:

  • Primero de todo, acepta que están sintiendo estas dudas, y que precisamente esto te hace humano. No te juzgues, no está mal sentirse así; todos dudamos, tenemos miedo y nos equivocamos.
  • Prueba a detenerte y a analizar qué es lo que sientes por dentro. Date tiempo para pensar, para fluir, y no te presiones a la hora de decidir nada. Intenta recuperar la serenidad.
  • Para gestionar la ambivalencia, resulta clave observarla desde fuera, conocerla desde dentro y finalmente comprenderla. Intenta mirarte desde el exterior: ¿Qué le dirías a esa persona si no fueras tú?
  • Si de todas formas, te sigues sintiendo abrumado por esta duda constante entre lo que hacer y lo que no (y lo que sientes y lo que no), quizás deberías plantearte pedir ayuda: la psicoterapia es una buena opción para alumbrar este camino.
¿Qué dice la ciencia?

Diversos estudios revelan que los sentimientos encontrados y contradictorios no son, necesariamente, sinónimo de indecisión, sino más bien tienen que ver con la complejidad emocional de las personas.

Así, las personas tenemos un mundo emocional tan rico que hace que podamos experimentar este tipo de emociones aparentemente contradictorias.

Habilidad para diferenciar los estados emocionales

Un estudio (2016), llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Waterloo, concretamente por Grossmann, Huynh y Ellsworth, que contaba con una muestra de 1.396 personas de 16 culturas diferentes, se adentró en este tipo de sentimientos, con impactantes resultados.

Los participantes debían indicar qué emociones habían experimentado en determinadas situaciones de la vida (por ejemplo, cuando tuvieron un problema con un familiar, cuando enfermaron o cuando estaban sobresaturados de trabajo).

¿Qué reveló el estudio? Que, en la cultura occidental, tendemos a pensar que los sentimientos encontrados son negativos o indeseables y los relacionamos directamente con la indecisión. Sin embargo, según el estudio, las personas con este tipo de sentimientos contradictorios son mejores diferenciando sus estados emocionales, y además consiguen encontrar un mayor equilibrio en sus vidas. Curioso, ¿no?

Reflexiones finales

¿Y a ti? ¿Te ha ocurrido? ¿Cómo has actuado en estos casos? Hemos visto algunas ideas para hacerlo, aunque la realidad es que no existe una fórmula mágica para salir de ese bucle emocional en el que podemos vernos inmersos.

Sin embargo, nos puede ayudar tomar consciencia de que somos seres complejos, que todos y cada uno de nosotros duda, en ocasiones, y que muchas veces deberemos convivir con esta ambivalencia emocional que nos hace, a la vez, seres únicos.

Eso sí, si sientes que la situación te satura o te supera, pide ayuda. Se puede salir de ese bucle y todas las emociones tienen su razón de ser: aprendamos de ellas, permitámonos sentir; no vayamos en su contra.

lunes, 28 de diciembre de 2020

¿Cómo nos influye la música en las tiendas de ropa?

¿Cómo nos influye la música en las tiendas de ropa? ¿Qué relación tiene esto con el neuromarketing sensorial? ¿La música puede hacer que compremos más? ¡Descúbrelo!

¿Alguna vez te ha ocurrido que entras en una tienda de ropa y tienes la sensación de que estás en una discoteca? No, no te has equivocado… y es que la música está a tope, es rítmica y marchosa, muy de moda, e incluso estridente. ¿Por qué? Con todo esto tiene que ver el neuromarketing sensorial. Pero, ¿cómo nos influye la música en las tiendas de ropa?

¿Hace que compremos más? ¿De qué forma? ¿Tiene algo que ver el tipo de música? ¿Cómo suele ser ésta? Vamos a desgranar los misterios de esta práctica cada vez más habitual entre las empresas de moda, especialmente de moda juvenil.

¿Cómo nos influye la música en las tiendas de ropa?

Según Sánchez (2015), “la música forma parte de todos los elementos de la dimensión humana y social, en ocasiones sin ser conscientes de ello“. La realidad es que la música de las tiendas influye en el estado de ánimo, lo que a su vez, influye en la decisión de compra.

Cada vez más, las empresas apuestan por el marketing sensorial (o neuromarketing sensorial), es decir, aquel que incide directamente en nuestros sentidos para estimular el deseo de compra. Dentro de este tipo de marketing, encontramos las técnicas dirigidas a estimular nuestro sentido del oído, en este caso a través de la música.

Así, la música de las tiendas generalmente no está escogida al azar. Esto es así porque el tipo de música (por ejemplo, una música muy marchosa) estimula la impulsividad a la hora de comprar. ¿De qué manera nos influye la música en las tiendas de ropa? Lo hace limitando nuestro autocontrol, incidiendo en nuestras emociones y en el estado anímico y, en definitiva, haciendo que compremos de forma más o menos impulsiva.

¿Sólo música marchosa?

Pero la música marchosa y estridente no es la única que podemos escuchar en las tiendas de ropa. Y es que depende del target, es decir, del público objetivo, el tipo de música predominante en la tienda diferirá.

Es por ello que para el público joven se tiende a utilizar música marchosa, pero para el público más mayor, muchas empresas optan por una música más relajante, tranquila, que estimule un estado de calma y relajación. Lógicamente, todo dependerá del tipo de cliente, del tipo de ropa, etc. Lo que queremos decir con todo esto es que la marca se adaptará al cliente para potenciar sus ventas.

Saturación de los sentidos

La música alta sobrecarga nuestros sentidos y eso hace que meditemos menos a la hora de tomar decisiones (en este caso, comprar). Una música alta y muy acelerada y marchosa puede hacer que manifestemos más impulsividad a la hora de comprar. De esta forma, al estar nuestros sentidos sobrecargados, no tenemos tanto margen para meditar o pensar, porque el sistema cognitivo atencional está saturado, y “no hay espacio para nada más”.

En las tiendas de ropa, específicamente, muchas veces la música está especialmente diseñada para la gente joven, que suele ser más impulsiva que la gente más mayor. Así, en una persona que ya es impulsiva de base, la música tendrá aún más efecto sobre su decisión de comprar de forma compulsiva y sin control. Lógicamente, la música influirá de diferente manera en cada persona, aunque de forma similar en todos los casos.

Estimulación del placer

Más allá de estimular la impulsividad a la hora de comprar, la música también favorece una experiencia sensorial placentera dentro de la tienda. De esta manera, al sentirnos bien en ella, es probable que pasemos más tiempo dentro de la misma, y eso aumenta la probabilidad de comprar.

Así, la música puede mejorar el estado de ánimo, disipar preocupaciones y hacer que nos animemos a comprar (más). Además, el asociar la tienda de ropa (o de cualquier otro tipo) con una experiencia positiva y con un estado de ánimo bueno hace que nos fidelicemos como clientes y que tendamos a volver.

Neuromarketing sensorial: ¿arte o manipulación?

Hemos visto cómo el tipo de música influye en el comportamiento a la hora de comprar. Quizás entremos desanimados a una tienda, indecisos o distraídos… y la música hace que conectemos con alguna emoción, con un comportamiento impulsivo o con una “necesidad” de comprar, que hace que nos decidamos a comprar.

De todo esto habla el neuromarketing sensorial, ya mencionado, que estudia, se nutre y aplica los conocimientos de la neurobiología de los sentidos. Para ello, investiga en profundidad la percepción sensorial, para analizar cómo la estimulación de los sentidos influye en la decisión de compra.

Y es que… la realidad es que nos “manipulan”, y aunque se trata de una técnica totalmente lícita, conocerla puede ayudarnos a ser más cautos a la hora de comprar cosas que no necesitamos. Es decir, a hacer una compra más responsable. ¿Arte o manipulación? ¿Hasta dónde llegan los límites del marketing? Sea como sea, su poder es incuestionable.

domingo, 27 de diciembre de 2020

El mechacortismo o síndrome de la mecha corta

La explosividad, la baja tolerancia, la impaciencia y otras características forman parte del mechacortismo o síndrome de la mecha corta.

Furiosos, encolerizados, enojosos, intemperantes, explosivos, agresivos y violentos son parte de la fauna del mechacortismo o síndrome de la mecha corta. Estas personas son las que tienen algunas frases prototípicas como: ¡Siempre se la toman conmigo! ¿Quién se cree que es este estúpido? ¡Esto es intolerable! ¡Cómo me van a tratar de esa forma! ¡Cómo se atreven a hablarme así! ¡La vida siempre me pone trabas! ¿No hay nada que me sea fácil? entre otras expresiones que alimentan la bronca y arman una escalada, muchas veces hacia la violencia.

El mechacortismo

Una de las seis emociones básicas y universales que discriminó Charles Darwin conjuntamente con la tristeza, el asco, el miedo, la sorpresa y la alegría es la ira. Esta es una emoción compleja y primitiva, como todas las que nos acompañan a lo largo de la vida. Surge principalmente en situaciones problemáticas, por ejemplo, ante las injusticias o en respuesta a la agresión, de cara a dificultades. Aunque el calentón no necesita demasiados motivos para escalar en bronca y rabia.

La descarga de ira puede dirigirse hacia el entorno, mediante explosiones conductuales hacia otros, agresiones verbales o violencia física, o hacia sí mismo, al propio cuerpo, lo que promueve múltiples enfermedades.

Sí, la ira es una emoción que produce diferentes efectos fisiológicos, como el aumento de la frecuencia cardíaca y la presión sanguínea, que activa el eje hipotálamo-hipofisoadrenal e incrementa la secreción de adrenalina y noradrenalina. También fracasa el control que debe hacer el área prefrontal del cerebro, que es la que se encarga del manejo de los impulsos, la pauta moral y la regla de cómo se debe proceder.

La explosividad de la ira se caracteriza por una activación fisiológica en la que el cuerpo reacciona para la defensa o el ataque. Por ello, la persona se transforma en un bárbaro a punto de ir a contienda contra el ejército romano: los músculos se tensionan, las narinas se abren en búsqueda de más oxígeno, el ritmo cardíaco aumenta la frecuencia al igual que la respiración, el flujo de sangre se dispara y hasta se muestran los dientes resaltando los caninos y apretando las mandíbulas.

Además, en el enojo, el cuerpo libera colesterol y catecolaminas que aceleran el desarrollo de depósito de grasa en el corazón y las arterias.

La ira hiere porque la persona explosiva ataca frente a la supuesta agresión del otro hacia él. Es decir, la respuesta depende de la manera de interpretar la situación. Detrás de cada calentón hay una especie de paranoico que piensa que conspiran contra él, que lo descalifican o desvalorizan. Las interpretaciones siempre rondan en torno a esa interpretación.

Entonces, frente a esa imagen de energúmeno, hay un “patito feo” que necesita reconocimiento. Por tales razones, los mechacorta no necesitan únicamente interlocutores que los contrapunteen para que ellos inicien la trepada hacia el estallido. Ellos solos pueden darse los motivos para hacer la escalada de la ira.

Alguien que trata de arreglar un artefacto y se le pierde el tornillo que justo tiene la medida para darle el toque final o que usó un cuchillo como destornillador y se cortó o se martilló un dedo en una distracción, y explota en ira por ello puede estar varios minutos pensando y sintiendo que el mundo se ha puesto en su contra.

Por supuesto que no son pocas las oportunidades en que el enojón termina pateando, aplastando o revoleando el artefacto, para tiempo después arrepentirse de su acto.

Sin embargo, la ira no necesariamente termina en un ataque de violencia. Esta es solo una de las posibilidades dentro de tantas formas en la que puede terminar una escalada de ira. En realidad, hay tres formas básicas de mechacortismo:

  • Un grupo se caracteriza por explotar, es decir, descargar el ataque de bronca hacia el exterior;
  • El segundo grupo se caracteriza por implotar, o sea, descargar la ira hacia sí mismo generando diferentes afecciones orgánicas desde trastornos psicosomáticos como dermatitis, úlceras, hemorroides y diversos trastornos gastrointestinales, etc. hasta procesos de mayor gravedad.
  • Un tercer grupo tiene la energía suficiente para desarrollar el doble juego de explotar e implosionar: este grupo no solo tira la granada hacia el exterior, sino también se la traga. Este es un grupo de extrema gravedad porque no solo mantiene relaciones hostiles con el entorno, sino también se autoproduce enfermedades.
Rasgos prototípicos de las personas con mechacortismo

Quienes sufren de mechacortismo (los mechacortas) son aquellos que suelen hacer chistes a los demás, pero cuando ellos reciben o son blanco de las bromas de los otros hacia ellos se enojan rápidamente. No toleran y lo demuestran para que así se levante la presión rápidamente.

Como tienen fama de enojosos y de que escalan con facilidad, la gente que los conoce teme a sus reacciones y se vuelven hipercuidadosos y medidos en las actitudes para no desencadenar los estallidos catastróficos.

Los mechacortas también se caracterizan por nunca asumir la culpa ni la responsabilidad de los hechos, siempre la depositan en el entorno.

Además, se caracterizan por ser impacientes. Cuando las cosas no se producen rápidamente, la espera les da tiempo para procrear ideas autodesvalorizantes, como sentirse postergados, no respetados, pudiendo llegar a pensar que la espera es un ataque hacia su persona; lo que a su vez los lleva, inexorablemente, a construir la escalada hacia la explosión. Este cuadro se letaliza cuando le sumamos la intolerancia.

La intolerancia es la incapacidad de soportar opiniones diferentes. Por ello, es sinónimo de testarudez, intransigencia y obstinación, hacia las personas que pueden tener ideas diferentes por ejemplo, en la política, religioso, sexual, racial, etc.

La gente se encoleriza, se enoja, no tolera, es impaciente: este proceso, si se da de una manera esporádica, forma parte de la coreografía actitudinal de todas las personas, el problema es cuando se convierte en un comportamiento absolutamente sistematizado. Este cuadro determina tal nivel de estrés por explosividad que daña psicológica, emocional y orgánicamente a la persona.

Una emoción que surge después de la explosión es el arrepentimiento. Durante los calentones, los mechacortistas sienten que no pueden controlarse y vociferan algunos improperios hacia su entorno, pero después de producirse el momento álgido se sienten culpables.

Entonces, desarrollará conductas como pedir disculpas explícitamente o tener una actitud o un gesto que complazca al receptor de su bronca. La culpa, la vergüenza y el consecuente arrepentimiento son parte del cierre de los estallidos de quienes sufren de mechacortismo.

6 sugerencias para resolver el síndrome de la mecha corta

No es fácil romper el automatismo del mechacortismo, pero las siguientes recomendaciones pueden ser muy útiles:

  • Preguntarse “¿Porque estoy enojado? ¿Qué es lo que me hace calentar?”. Esto ya implica un factor de freno sobre la escalada. ¡Y no hacer trampa colocando la culpa en el otro! es un ejercicio autoreflexivo que ayuda a asumir la propia responsabilidad.
  • Pensar: “el otro no me desvaloriza porque opina diferente a mí”. Es decir, el hecho de que el otro piense diferente no significa que esté insultando mi inteligencia o tratándome de estúpido porque pienso de otra manera.
  • Dar vuelta a la manzana o salir del cuadro. Es importante cuando se detecte la escalada, salir del campo minado y dar una vuelta a la manzana para tomar aire y refrescar las ideas. Otra forma es cambiar de habitación o darse una ducha. La cuestión es lograr cortar la escalada y para esto es importante salir del entuerto comunicacional cambiando de ambiente.
  • Ponerse en el lugar del otro. Incrementar la empatía es logra entender al otro y darle un mínimo de crédito a sus pensamientos. Hay que repetirse “el otro puede pensar diferente que yo”.
  • Hacer deporte también es una forma de canalizar saludablemente toda esa energía que se descarga en la ira. El deporte es una actividad saludable que aparte de brindar los beneficios tradicionales cardiorrespiratorios y musculares, activas las endorfinas y mejora el humor.
Como hemos podido ver, la ira no es un rasgo de personalidad sino es un estado emocional que se puede sistematizar en la vida de la persona, pero es importante trabajarlo en terapia para rectificarlo. Cuando se lleva bien, como emoción adaptativa, la ira permite colocar límites, es decir, tomar impulso en la puesta de límites.

Gestionar el mechacortismo no trata de pretender ser un maestro zen, ni tampoco estar serotoninérgico siempre, ni estar permanentemente realizando ejercicios de respiración autorrelajantes, estilo Rabi Shankar; sino de aprender a corregir aquello que pueda conducir a la explosividad y al daño del entorno y de uno mismo.

sábado, 26 de diciembre de 2020

¿Qué es el ego? La voz grandilocuente que ahoga la humildad

 Si alguna vez te has preguntado qué es el ego piensa en una máscara que todos llevamos. Gracias a ella sobrevivimos en sociedad, pero el problema es que en ocasiones integramos en ella un exceso de orgullo para proteger al ser débil que hay detrás.

¿Qué es el ego? A menudo se le define como una máscara social elaborada con pinceladas de soberbia y abundantes mecanismos de defensa. Es el orgullo subiéndonos a una montaña para que el mundo nos vea y no para ver el mundo desde allí con serena humildad. Pocos constructos psicológicos albergan en realidad tantas definiciones y tan variadas a su vez.

El concepto de ego, que procede del latín y que significa ‘yo’, es una de las dimensiones más usadas a la hora de hablar de nuestra personalidad. Bien es cierto que una de sus acepciones más comunes es la de la altivez, la de esa autoimagen que busca imponer a los demás una parte de nosotros mismos. Sin embargo, no deja de ser una construcción mental más, una identidad que hemos construido con nuestra fábrica interna de ideas, experiencias, emociones y necesidades.

Detrás de ese yo autoconstruido, tras esa máscara externa y artificial, se encuentra nuestro auténtico ser. El problema llega cuando estamos dominados, supeditados y adheridos en exceso a esa capa externa que hemos cincelado para sobrevivir en sociedad. Profundicemos un poco más en este tema.

¿Qué es el ego? 5 claves para comprender este constructo psicológico

Si nos preguntamos qué es el ego debemos tomar conciencia de que estamos ante uno de los constructos más complejos de la psicología. Es más, dentro del paisaje psicológico abundan -casi en exceso- conceptos que incluyen el prefijo “ego”, como el egoísmo, la mente egótica, el egocentrismo o incluso los mecanismos de defensa del ego.

Podemos decir que la escuela que más desarrolló este concepto fue sin duda la teoría psicodinámica y, en concreto, Sigmund Freud. Sin embargo, cabe señalar que las filosofías orientales llevan siglos estudiando este tema, hasta el punto de que todo aquel que profundice en el budismo se encontrará con un tema vertebral y es el referente al ego.

La filosofía y el concepto de ego

Inmanuel Kant nos explicó en su libro La crítica del juicio que el ego recogía cada construcción y representación mental que la persona llevaba a cabo. Por su parte, Jean Paul-Sartre concebía esta entidad de una forma muy similar.

Para el filósofo existencialista, el ego no estaba en nuestra conciencia, no formaba parte de ella. Era, en realidad, algo externo, una entidad autoconstruida en su contacto con la sociedad.

El legado de Sigmund Freud

Tal y como hemos señalado, la corriente que más literatura nos aportó alrededor de la instancia psíquica del ego fue sin duda Sigmund Freud. El padre del psicoanálisis estipuló que el ser humano está supeditado a tres fuerzas contrapuestas que rigen nuestra forma de actuar y responder ante el mundo. Esas fuerzas son el ego, el yo y el superyó.

En este caso, el ego el ego es la representación que hacemos del mundo que nos rodea. Asimismo, se alza como esa entidad que intenta controlar nuestras pulsiones e instintos más básicos que le llegan desde el “ello”. Lo que hace, en esencia, es intentar satisfacer los deseos de este último de un modo que sea socialmente aceptable.

El ego según las perspectivas espirituales, místicas y budistas

Si nos preguntamos qué es el ego, la corriente que más ha profundizado en esta idea es el budismo. No obstante, difiere bastante de las perspectivas filosóficas existencialistas y de la psicología psicodinámica.

  • Según el budismo, el ego es una concepción errónea del yo. Llega con nosotros al nacer y en él se integran nuestra imagen, identidad, nacionalidad, gustos, pasiones, cultura, educación, creencias… Sin embargo, todo ese flujo de dimensiones no son más que construcciones superficiales. Son procesos a los que nos apegamos y que, en realidad, esconden la autenticidad de nuestro yo porque están orientados al exterior, no al interior.
  • El ego es una falsa identidad que trae sufrimiento porque nos supedita a lo que nos falta.
  • Una de las figuras actuales que más ha abordado el concepto de ego es Eckhart Tolle. Una vez más, aparece la idea de que este constructo lo que ocasiona al ser humano es malestar. Las personas, según él, vivimos apegadas en exceso a nuestros pensamientos, miedos, necesidades, anhelos… También a todos los legados de la sociedad que nos alienan y crean, poco a poco, un falso yo…
El ego desde la perspectiva psicológica: ¿cómo tratarlo?

Cuando nos preguntamos qué es el ego, nos vienen muy bien las palabras del escritor portugués Fernando Pessoa: “miro, y las cosas existen. Pienso, y existo solo yo”. Este constructo psicológico no deja de ser una parte de nosotros mismos que hemos construido para desenvolvernos socialmente. Esto significa que a veces podemos disponer de un ego saludable que revierte en nuestro bienestar.

Por contra, también puede darse lo opuesto, que vivamos con una entidad psicológica que se desespera por alimentarse de lo que hay fuera, que busca a la desesperada reconocimiento y atención. Veámoslo con detalle.

Efectos de un ego distorsionado

El ego distorsionado nos supedita a la sensación de carencia constante. Es el reflejo de la mente obsesionada en saber qué piensan los otros de uno mismo. Es la mirada que atiende al mundo con miedo: miedo a fracasar, a no ser amado, a no ser como otros esperan o a tener menos que los demás.

El temor interno también nos insta a menudo a desarrollar mecanismos de defensa, como el orgullo y la soberbia, máscaras que protegen la debilidad interna.

El ego saludable que cuida nuestro equilibrio psicológico

¿Hay un ego saludable? En efecto, así es. El ego sano nos permite tener una vida significativa porque nos ayuda a estar en armonía con lo que somos y mostramos, con lo que necesitamos y nos ofrecemos, sin quedar apegados al exterior.
  • Nos ayuda a entender que todos merecemos respeto, que nadie es mejor que otros, que la satisfacción parte de la tolerancia y también del autocuidado.
  • El ego equilibrado es el ejercicio de la buena autoestima, un puente entre el interior y el exterior con el que reconocer el valor de la vida dándole un significado.
  • Al hacerlo, al hallar un sentido interno desaparece la sensación de carencia externa y es ahí donde empieza la auténtica revolución del bienestar.
Para concluir, más allá de la complejidad a la hora de definir este concepto vale la pena recordar algo muy sencillo. El ego no es ni bueno ni malo, es una parte de nosotros mismos, una entidad subjetiva y autoconstruida que debemos transformar para que medie en nuestra felicidad y no en el sufrimiento. Pensemos en ello.

jueves, 24 de diciembre de 2020

¿Por qué siento que no le importo a nadie?

Pocos pensamientos son más desoladores que tomar conciencia de que no le importamos a casi nadie. Detrás de esta sensación pueden esconderse realidades muy complejas en las que vale la pena detenerse.

“¿Por qué siento que no le importo a nadie?”. Tomar conciencia de esta idea es poco más que una bofetada emocional, es quedar sumido en un estado de desasosiego absoluto y de ese tipo de soledad corrosiva que hace tambalear el equilibrio psíquico. Asimismo, no existe un pensamiento más destructivo que el de quien no se siente amado, apreciado ni valorado.

¿Qué se puede hacer ante esta realidad? En primer lugar, cuando alguien nos dice esta frase es necesario evaluar la realidad de la situación. Esto pasa, inevitablemente, por profundizar en la posibilidad de que quien nos haga esta aseveración esté sufriendo un trastorno depresivo. Estas ideas negativas e impregnadas por la amarga desesperanza son sin duda el reflejo de esta condición.

Por otro lado, tampoco podemos negar la evidencia. Somos una sociedad enferma de soledad y este sentimiento aumenta cada año, tanto en personas mayores como en las generaciones más jóvenes. Sentir que no le importamos a nadie es el lamento de quien carece de una red social valida, cercana y significativa. Lo analizamos.

Por qué siento que no le importo a nadie

Cuando alguien se pregunta a sí mismo “¿por qué siento que no le importo a nadie?” lo que experimenta es un elevado sufrimiento. Y, ante esto, no podemos volver el rostro. Es más, en ocasiones, este comentario puede ser especialmente doloroso para quien sí ama, aprecia y valora a quien está expresando esta idea en voz alta. En lugar de enfadarnos o de reprocharle algo, debemos tomar conciencia de varias cosas.

La primera es que esa persona puede estar atravesando un momento difícil. La segunda es que ese sentimiento lejos de ser infundado, sea real y el entorno no esté actuando de manera correcta. Es necesario, por tanto, analizar todo el contexto, ser valientes para evidenciar hechos que quizá estemos descuidando.

Los vínculos frágiles y el sentimiento de soledad real

La universidad de Pensilvania realizó un estudio en el 2016 para valorar qué entendemos por sentirnos amados. Los resultados evidenciaron una gran variabilidad sobre lo que es para las personas sentirse queridas, respetadas y validadas. Sin embargo, existían factores en común:

  • No sentir incertidumbre. Percibir que el afecto es constante, que no hay altibajos y épocas en las que se nos aprecia y momentos en los que se nos ningunea, es un factor esencial.
  • Otro elemento es la comunicación: que nos digan lo que significamos para alguien nos ofrece seguridad.
Sin embargo, una de las razones de por qué siento que no le importo a nadie es contar con vínculos frágiles. Ejemplo de ello es la familia que dice querernos, pero que no está cuando la necesitamos. Amigos que juzgan más que apoyan. Parejas que no duran o que sencillamente nos hacen sentirnos solos a pesar de tenerlos cerca.

El peso de los traumas no atendidos

Son muchas las personas que arrastran la marca de un trauma psicológico y esto eleva le percepción de soledad. El dolor no gestionado, tratado y manejado hace que sea complicado establecer vínculos sólidos.

Es más, en ocasiones, se exige mucho a una relación, se hace en un intento desesperado por aliviar las heridas del ayer con los vínculos actuales y eso no siempre funciona.

La sensación permanente de soledad es un hecho común en personas con un trastorno de estrés postraumático. Estudios, como el realizado en la Universidad de Tilburg (Países Bajos), avalan este hecho.

La depresión que no ves, pero que está ahí

Si llevas un tiempo preguntándote “¿por qué siento que no le importo a nadie?” cabe la posibilidad de que estés lidiando con una depresión. Sin embargo, las personas no siempre somos conscientes de ello, nos familiarizamos con el sufrimiento y hacemos costra. Arrastramos esas emociones cargadas de frustración, tristeza, amargura y soledad en silencio durante meses sin actuar.

Es importante conocer cuáles son los síntomas asociados a una depresión, para dar el paso y solicitar ayuda profesional:
  • Pérdida de la motivación y el placer (anhedonia). Dejamos de disfrutar de aquello que antes nos apasionaba o interesaba.
  • Agotamiento físico.
  • Alteraciones del sueño: insomnio o dormir en exceso.
  • Sentimientos de enfado, de frustración y desesperanza.
  • Sensación de soledad y de culpa a la vez.
  • Necesidad de aislamiento.
¿Por qué siento que no le importo a nadie? La voz de la baja autoestima

Cuando le oímos decir a alguien “no le importo a nadie” lo que se evidencia, en ocasiones, es una autopercepción negativa. Dicho de manera sencilla, quien no se aprecia ni se valora tampoco se siente merecedor de afecto. Esa devaluación hacia uno mismo puede llegar a extremos problemáticos en los que llegar a creer incluso que uno no es digno de ser amado.

La baja autoestima es, en gran parte de los casos, el cercenador de muchas relaciones, porque con ella se acompaña la inseguridad y un buen número de creencias irracionales con las que boicotear todo vínculo.

¿Qué puedo hacer cuando tengo está sensación?

Cuando nos preguntamos “¿por qué siento que no le importo a nadie?” hay un sentimiento detrás que debemos tratar. Lo primero es clarificar qué lo motiva, qué está sucediendo realmente en mí y en mi vida para experimentar esa realidad tan desgastante.
  • Si mi problema es la soledad y la falta de relaciones significativas, tal vez esté obligado a realizar cambios. En la actualidad, y gracias a las nuevas tecnologías, podemos conocer personas con gustos afines. Busquemos relaciones que sean enriquecedoras y sinceras.
  • Tomemos conciencia de que somos personas dignas de amor auténtico, de ser valoradas, cuidadas y reconocidas. Si las figuras que nos rodean ahora nos traen más desaires que certezas, más problemas que instantes, felices tal vez debamos tomar decisiones.
  • Además de atender la calidad de nuestras relaciones, es fundamental que atendamos nuestra autoestima. La persona que se valora y se aprecia se siente digna no solo de ser amada, sino de recibir el mejor amor posible.
Por último, y no menos importante, si el hecho de sentir que no somos importantes para nadie es una constante (a pesar de tener a personas que nos aprecian) es esencial que solicitemos ayuda experta. En ocasiones, la sombra de los traumas no resueltos o las depresiones en encubiertas distorsionan por completo la visión que tenemos de nosotros.

miércoles, 23 de diciembre de 2020

Carl Gustav Carus: biografía de un psicólogo y pintor romántico

Carl Gustav Carus fue una de las figuras más destacadas del romanticismo alemán. Asimismo, su legado en el campo psicológico asentó las bases de la psicología profunda que más tarde desarrollaría Carl Jung.

Carl Gustav Carus fue una de esas figuras de nuestra historia definidas por la polivalencia, por la facultad de dominar varias áreas, disciplinas y campos del conocimiento. Nacido en 1789, fue médico, psicólogo, biólogo, micólogo, filósofo y pintor. Se le conoce sobre todo por ser uno de los máximos representantes del romanticismo alemán y también por ser el predecesor de la psicología profunda.

A día de hoy, la ciudad alemana de Dresde homenajea aún su legado con una universidad y un hospital que llevan su nombre. El mundo del arte lo tiene también como uno de los referentes más interesantes del siglo XIX, alguien cuya obra alberga esa belleza artística equiparable a menudo a la de Caspar David Friedrich.

Fue una figura de mente abierta que aspiró siempre a comprender un poco más el funcionamiento del ser humano, los misterios de la naturaleza y cómo todas esas fascinantes áreas podían llevarse al universo de lo pictórico, de los lienzos y los juegos de color. Conozcamos un poco más la obra de esta figura tan interesante.

Carl Gustav Carus: médico, psicólogo y pintor del romanticismo

Hablar de Carl Gustav Carus es hacer referencia a un hombre que fue pionero en diversos campos del conocimiento. Nacido en Leipzig en 1789 se interesó desde bien temprano en el estudio de las ciencias. Se graduó en química, física, botánica y luego en medicina, convirtiéndose en la primera persona en dar una conferencia sobre anatomía comparada. Estábamos en 1811.

No es difícil adivinar que el joven Carus demostró desde bien pequeño que era alguien con altas competencias, un niño superdotado que, gracias a su posición acomodada, tuvo siempre los mejores recursos para poder estudiar. Asimismo, dispuso siempre de los mejores profesores, como el médico y filósofo psicológico Ernst Platner. Con 21 años disponía ya de varias carreras universitarias y dos doctorados. Sin embargo, sus inquietudes no se detuvieron ahí…

Aportaciones para la Naturphilosophie y la biología

Carl Gustav Carus fue uno de los integrantes más destacados de la Naturphilosophie. Se trataba de una corriente filosófica que se desligaba de las líneas más mecanicistas de la ciencia para concebir el mundo natural de una manera más amplia y, sobre todo, basada en una concepción orgánica.

La aportación más renombrada de Carus al mundo de la biología fue el concepto de “arquetipo vertebrado”, algo esencial para la teoría evolucionista. Esta idea también nos permitió comprender posteriormente más cosas sobre la morfología de los cráneos, la espina dorsal y la columna vertebral.

Carl Gustav Carus y su aportación a la psicología: el inconsciente

Al hablar del inconsciente es común que, casi al instante, visualicemos la imagen de Sigmund Freud. Bien, es interesante saber que antes de que el célebre neurólogo asentara las bases del psicoanálisis y la psique humana, figuras como Gustav Carus ya se adentraron en esta área del conocimiento.

Sabemos que alrededor de 1813 y tras enfermar de tifus y sobrevivir casi milagrosamente, se trasladó a Dresde. Aquí y gracias a su pericia como cirujano y también como obstetra, se convirtió en el primer médico personal del rey sajón Friedrich August II. Esto le permitió conocer a las figuras más destacables en el área de la medicina, la ciencia, la filosofía y la psicológica de la época.

  • Fue Carus quien acuñó el término “inconsciencia” y quien a su vez se convirtió en el predecesor filosófico de la psicología profunda.
  • Para él, el inconsciente tenía una condición biológica y otra psicológica.
  • En su obra destaca su libro Psyché, en el que afirma que para conocer el mundo consciente del ser humano, hay que desentrañar el inconsciente. Esto justificaba para él la necesidad de desarrollar una ciencia que nos permitiera descender hasta esas profundidades.
  • Fue Carl Jung quien recogió gran parte del legado de este médico alemán. Adoptó, por ejemplo, la visión del inconsciente como algo creativo y sanador. Atender esa área del ser humano era esencial para ambos. Con ello, se lograba recuperar el equilibrio psíquico y para ello era básico desentrañar el mundo de los sueños.
  • Asimismo, Carus propuso un modelo tripartito del inconsciente que también integró Jung en su teoría analítica. En él se inspiró para introducir los clásicos conceptos de inconsciente colectivo, personal y consciente.
Carl Gustav Carus, el pintor romántico

A Carl Gustav Carus se le considera a día de hoy el pintor romántico alemán más destacable de la corriente ecologista. Al mismo tiempo que avanzaba en su carrera como médico, cirujano, filósofo y biólogo, dedicaba todo el tiempo que le era posible al arte. Su primera exposición tuvo lugar en la Academia de la capital de Sajonia en 1816.

Mantuvo durante toda su vida una estrecha amistad con Caspar David Friedrich, de quien se inspiraría para desarrollar gran parte de su clásica temática: paisajes nocturnos, bosques lúgubres, cementerios, escenarios bañados por la luz de la luna…

No obstante, cabe señalar que su rumbo artístico y personal cambió bastante cuando conoció a Johann Wolfgang von Goethe, con quien sintonizó al instante por sus inquietudes científicas y naturalistas.

A partir de entonces, su obra se volvió más intimista y simbólica. Profundizó en aspectos más psicológicos y al final de su vida, su estilo romántico bordeaba ya el realismo. Así, y además de todo su legado artístico, destacan también sus dibujos sobre anatomía, un prolífico legado para el mundo de la ciencia que demuestra su calidad como científico apasionado y erudito.

Carl Gustav Carus es el claro ejemplo de cómo una mente inquieta, polivalente y abierta a todas las disciplinas, puede favorecer el avance del conocimiento en múltiples áreas a la vez. A él le debemos grandes avances en anatomía comparada, en psicología y también en pintura.

martes, 22 de diciembre de 2020

El efecto de dilución: cómo suavizar los errores

El efecto de dilución tiene mucho que ver con la publicidad y los medios de comunicación. Gracias a él, en muchos casos aumentan su influencia sobre nosotros, consiguiendo incluso que lleguemos a actuar en contra de nuestros intereses.

La actitud crítica ante los medios de difusión, redes sociales y demás formas de información es cada día más necesaria. En un mundo dominado por el marketing, la política y todas las nuevas corrientes de pensamiento, la cognición social se ha convertido en un tema tan estudiado como deseado. Los psicólogos sociales y sociólogos que han investigado este tema describieron una serie de sesgos cognitivos, entre ellos el que nos ocupa: el efecto de dilución.

Si alguna vez te ha llamado la atención cómo te cuentan algo los medios o cómo la gente reacciona ante ellos, aquí desgranamos un poco más este sesgo y cómo nos afecta. No te lo pierdas.

Los sesgos cognitivos: ¿en qué consisten?

Decimos que estamos ante un sesgo cognitivo cuando la percepción, juicio o estimación sobre un hecho se ve distorsionado por otros factores, volviéndose irracional. Es decir, son procesos que nos llevan a intuiciones o conclusiones que se alejan de la realidad.

Existen multitud de sesgos cognitivos, ya que suscitan gran interés debido a su gran poder de manipulación de impresiones. El efecto de dilución es uno de ellos, pero antes de entrar a explicarlo en profundidad, aquí tienes unos cuantos ejemplos de sesgos cognitivos para entrar en materia:

  • Sesgo retrospectivo o a posteriori: “si ya lo sabía yo“. Este sesgo se refiere a la tendencia de ver hechos ya pasados como predecibles, aunque nadie hubiese hecho una predicción al respecto.
  • Sesgo de correspondencia o error de atribución: “es que él es así, ¿qué esperabas?“. Cometemos un error de atribución cuando damos demasiada importancia a los motivos internos de una conducta, obviando o restando relevancia a los externos o ambientales.
  • Sesgo de confirmación: “y por todo esto llevo razón“. Esta es la tendencia de buscar hechos que confirmen nuestras teorías o juicios.
  • Sesgo de autoservicio: “esto lo he logrado yo, pero aquel fallo fue mala suerte“. Este sesgo aparece cuando se tiende más a atribuir los éxitos a causas internas que lo fracasos. Lo que hemos logrado ha sido por nuestros méritos, pero los fallos vienen de fuera, son mala suerte o culpa de otro.
  • Sesgo de memoria: “eso estaba ahí, que lo sé yo“. Los sesgos de memoria pueden alterar un recuerdo en favor de alguna característica que llame la atención. Hay muchos tipos diferentes de sesgos de memoria, pero uno que resultará familiar es el de exposición, donde un objeto resalta más en un recuerdo por la familiaridad que se tiene con él.
  • Sesgo de falso consenso: “lo digo yo y lo dice todo el mundo“. Aquí hablamos de la tendencia a creer que los propios gustos y creencias están más extendidas que las de los demás. Por ejemplo, un artista caería en este sesgo pensando que a la gran mayoría de la gente le interesa el arte, pero alguien a quien no le gusta diría que a la gente no le interesa demasiado.
El efecto de dilución

Imagina que ves una noticia muy triste en el telediario. Alguna sobre catástrofes, con imágenes impactantes que despiertan de manera intensa tu empatía. Y, de repente, la siguiente noticia es de un tema mucho menos intenso, como puede ser el desfile en una pasarela o el pronóstico del tiempo.

O imagina que alguien te está comentando un debate político, y afirma que uno de los candidatos se desenvolvió con soltura y seguridad en sí mismo. Si a esa información añadiese que comió macarrones y fue muy puntual, en principio no debería cambiar el juicio sobre este candidato.

¿Y qué relevancia tiene esto para el efecto de dilución?

Pues bien, desde hace tiempo contamos con estudios que respaldan que sí, que esta información irrelevante o neutral, como lo que ha comido el candidato o la noticia sobre moda, modifica el juicio sobre la información de diagnóstico -en este caso, el desempeño del candidato o la noticia impactante-. De este modo, la noticia no produciría tanto impacto y el candidato recibiría un juicio menos positivo.

A esta difuminación de la información relevante dentro de la neutral es a lo que se le llama el efecto de dilución. Los medios que se sirven del manejo de impresiones, como la publicidad y la política, usan esta y muchas otras técnicas para aumentar su influencia..

Lejos de entrar en política o juicios sobre los medios de comunicación, lo cierto es que conocer cómo funciona nuestra mente disminuye nuestra vulnerabilidad frente a los intentos de manipulación exterior. Si nos preocupa que manipulen nuestra opinión o que nos disfracen de necesidad útiles que son totalmente prescindibles, siempre tenemos el recurso de enfrentarnos con inteligencia y conocimiento a lo que otros pretenden que hagamos.

lunes, 21 de diciembre de 2020

Los 4 tipos de abrazos y sus beneficios según la ciencia

Hay abrazos que nos animan, otros que nos llenan, otros que nos calman y otros que nos asfixian. ¿En qué se diferencian? Te lo contamos.

Dentro de la comunicación humana, el lenguaje no verbal aporta más de la mitad de la información que recibimos. En este contexto, los abrazos son elementos significativos en nuestras interacciones diarias: nos permiten fortalecer los vínculos afectivos y expresar mucho con muy poco. Sin embargo, ¿sabías que existen numerosos tipos de abrazos?

Cuando escuchamos esta palabra por lo general se nos viene a la mente un intercambio íntimo y afectivo. Pero, realmente, un abrazo puede tener lugar en contextos muy diversos y albergar significados muy diferentes. Así, en cada caso, los beneficios derivados de abrazar a alguien varían. Si quieres explorar este tema más en profundidad, continúa leyendo.

¿Qué tipos de abrazos existen?

Abrazos amistosos

Dentro de los abrazos amistosos pueden incluirse todos aquellos que denotan camaradería, compañerismo o simpatía. El contacto físico no es excesivamente estrecho y el nivel de intimidad tampoco es elevado. De esta forma, las emociones que se transmiten son predominantemente de reconocimiento, apoyo o agrado mutuo.

Suelen ser abrazos que incluyen algún tipo de componente “agresivo”, como agarrar al otro por la nuca o darle palmaditas en la espalda. Algo que ocurre especialmente entre los hombres. También es el caso de los denominados “abrazos laterales” que se dan pasando el brazo por encima de los hombros del otro mientras ambos miran en la misma dirección.

Abrazos afectivos

Los abrazos son uno de los elementos esenciales para expresar afecto fraternal o amor romántico. En este contexto, el contacto físico es mucho más cercano, íntimo e intenso. Generalmente los cuerpos de ambas personas se unen y las cabezas se colocan una junto a la otra. Los brazos estrechan al otro con fuerza y la duración del intercambio es mayor que en el caso anterior.

Este tipo de abrazos están reservados a las relaciones más significativas y que cuentan con un componente emocional. Transmiten amor, complicidad y afecto genuino. También entran en esta categoría los abrazos por la espalda; que, además de todo lo anterior, denotan también un deseo por proteger y cuidar al otro.

Abrazos con connotaciones eróticas

Dada la cercanía física y corporal que se produce en el abrazo, este también forma parte de las interacciones con connotaciones sexuales que tienen lugar entre personas que se atraen. Pese a que sean los besos los que estén asociados al erotismo y los abrazos más asociados al amor, estos últimos juegan un papel importante.

Aquellos abrazos que se dan mientras una persona está sentada en una superficie elevada y la otra se encuentra de pie, son un buen ejemplo. También lo son los que se producen cuando un miembro de la pareja sostiene el peso del otro con sus brazos, mientras este rodea su cintura con las piernas. Son contactos muy íntimos que reflejan pasión, deseo, incluso lujuria.

Abrazos incómodos

No obstante, no todos los tipos de abrazos son positivos. Hay momentos y circunstancias en que esta interacción se produce por compromiso, con desgana o con desagrado. Por ejemplo, al saludar a alguien con quien no tenemos confianza o al abrazar a una persona sobre la que albergamos sentimientos de rencor o enfado.

Estos abrazos se caracterizan porque, pese a que los cuerpos estén unidos por su parte superior, de la cintura para abajo la distancia es considerable. O, por el contrario, uno recibe el abrazo de forma pasiva y poco implicada mientras el otro lo rodea con sus brazos.

Beneficios de los diferentes tipos de abrazos

Los abrazos tienen claros beneficios en nuestras relaciones interpersonales. Cuando conocemos a alguien, nos ayudan a “romper el hielo” e iniciar un contacto amistoso. Si abrazamos a ser querido o a cualquier persona significativa, esos lazos se fortalecen y la cercanía emocional aumenta. Y, del mismo modo, las relaciones de pareja se ven sumamente enriquecidas por los abrazos frecuentes entre sus integrantes.

Pero, además, a nivel personal dar y recibir abrazos repercute en positivo sobre nuestra salud. Se ha demostrado, por ejemplo, que los abrazos son capaces de reducir la presión arterial y la frecuencia cardiaca (efecto calmante). Disminuyen el nivel de cortisol en el organismo y potencian la secreción de oxitocina, por lo que se reducen el miedo y el estrés, aumentando a la vez las sensaciones placenteras, la autoestima, la generosidad y el sentimiento de pertenencia.

Los abrazos son capaces de aliviar el dolor, mejoran el sistema inmunitario e incluso potencian las capacidades cognitivas. En definitiva, se trata de un recurso sencillo pero extremadamente poderoso que se encuentra al alcance de todos. Hagamos un buen uso del mismo.

domingo, 20 de diciembre de 2020

La escritura en espejo: causas y soluciones

La escritura en espejo suele darse en niños, tanto zurdos como diestros, pero también en adultos que han sufrido un accidente cerebrovascular. En este artículo identificaremos sus principales características y los factores que aumentan la probabilidad de que se produzca.

La llamada escritura en espejo o especular hace referencia a la que realiza una persona (particularmente niños) cuando escribe los caracteres (letras o números) de manera invertida, como si estuvieran reflejadas en un espejo. Así, cuando quiere escribir una “d”, escribe una “b”.

Durante años de investigación, se había dado por válida la hipótesis de que esta dificultad estaba presente solamente en los niños zurdos. Sin embargo, hoy sabemos que las razones de la escritura en espejo son de índole cognitiva y conductual.

Causas cognitivas de la escritura en espejo

Fischer y Koch aseguran que en el origen de esta dificultad se puede encontrar en la llamada simetrización o generalización en espejo. Este proceso es el encargado de que las personas podamos reconocer un objeto con independencia de su orientación.

Esta simetrización nos ayuda a identificar un objeto que está orientado a la izquierda igual de rápido que si estuviera orientado a la derecha. Esto es verdaderamente útil para aprender a distinguir caras con independencia del lado del que nos estén mirando.

Sin embargo, según estos autores, también se ha descubierto que cuando registra imágenes, el cerebro el elimina la información acerca de la orientación (izquierda o derecha) de esas imágenes. Eso hace que los pequeños aprendan a través de la memoria la forma de las letras y los números, pero no su orientación.

Causas conductuales de la escritura en espejo

Otra causa que se puede atribuir a la escritura en espejo es más de tinte conductual y está relacionada con la cultura en la que se desarrollan lingüísticamente los niños. Como ya hemos explicado, los niños se aprenden de memoria la forma de los caracteres, pero no su orientación. Sin embargo, a la hora de escribirlos, han de darles una orientación.

En aquellos países en los que los idiomas se escriben de izquierda a derecha, los niños suelen apuntar hacia la derecha. Eso ocasiona que los caracteres que inviertan sean los orientados a la izquierda (J, 7, 9…).

Así, la investigación actual nos permite saber que cuando los niños que tienden a invertir los números y letras y miran hacia la izquierda (1, 3, J, Z…), la probabilidad de que lo hagan se reduce. Por contra, en los países cuyo idioma se escribe de derecha a izquierda ocurre lo contrario. Los niños tienden a invertir los caracteres orientados a la derecha (C, D, 6…).

Otras causas

Más allá de estas causas que pueden encontrarse en el origen de esta dificultad, hay otras que pueden explicar la escritura en espejo. Entre ellas, problemas de memoria (consolidación y recuperación de la información), percepción, atención, visuales o de adquisición de lateralidad. Igualmente, se baraja que pueda ser un signo de problema de escritura o de lenguaje.

No obstante, se ha de tener en cuenta que a escritura en espejo ni se presenta en todos los niños ni lo hace sistemáticamente. Puede ser un proceso más en el aprendizaje de la lectoescritura y tomarlo como tal. Con un poco de apoyo parental, puede solventarse. No obstante, si el problema persiste, es conveniente acudir a un profesional para que pueda descartar causas neurológicas.

Soluciones para la escritura en espejo

La escritura en espejo puede ser horizontal (caracteres rotados sobre su eje horizontal) o vertical (caracteres rotados sobre su eje vertical). Independientemente de cuál sea el tipo de rotación, estas actividades pueden contribuir a abordar el problema. En un primer momento, es necesario que el niño desarrolle su lateralidad, coordinación visomotora y su organización espacio-temporal. Por ejemplo, lanzar pelotas con una y otra mano, jugar al “escondite inglés”, imitar movimientos de animales o de objetos, hacer giros, bucles, formas con el cuerpo…

El enfoque multisensorial es uno de los más completos en el abordaje de la escritura en espejo. Permite que el niño integre la grafía, la forma de cada carácter, así como su orientación a través del uso de sus múltiples sentidos.

Para ello, podríamos escribir en el suelo con una tiza en grande una letra o número. Pedirle que lo rastree primero con los ojos. Luego, que lo imite con la mano. Y, después, que recorra la letra andando. Puntear y colorear caracteres huecos también puede ser útil. Y, por supuesto, supervisar y hacer modelaje, con paciencia. Igualmente, dotar de ayudas visuales y de trucos mnemo-perceptivos al pequeño para facilitarle la tarea (“para hacer el uno, primero tienes que poner el lápiz un poco a la izquierda y subir”).

Si la escritura en espejo se prolonga en exceso o consideras que puede haber una causa subyacente, no dudes en acudir a un especialista. Él podrá hacer una evaluación rigurosa del caso y planificar una intervención acertada que termine con el problema.

sábado, 19 de diciembre de 2020

Diferencias entre ser asocial y antisocial

No es lo mismo ser antisocial que ser asocial, como tampoco es lo mismo ser antisocial que tener un trastorno de la personalidad antisocial. ¿Qué se esconde tras estos conceptos? ¿En qué se diferencian? Arrojamos un poco de luz a todas estas cuestiones.

Quizás hayas escuchado la expresión: “¡no seas tan antisocial!” Curiosamente, es una expresión que empleamos de forma errónea muchas veces, ya que utilizamos antisocial para referirnos realmente a alguien asocial (con dificultades o desinterés en relacionarse). Este término (antisocial) -mal usado- lo utilizamos, por ejemplo, para referirnos a amigos que de repente no quieren salir o que se muestran más “ermitaños” que de costumbre. Sin embargo, las diferencias entre ser asocial y antisocial son notorias, y en este artículo hablaremos de ellas para distinguir bien estos dos conceptos.

En realidad, se trata de dos términos que solo comparten el sufijo (-social). Aunque ambos conceptos tengan que ver con la manera de ser de alguien, no tienen nada que ver. ¿Qué significa exactamente cada uno? Si llevásemos al extremo estas dos maneras de ser, ¿Qué trastornos mentales o de personalidad encontraríamos tras ellos? Vamos a descubrirlo.

Asocial y antisocial: ¿en qué se diferencian?

Para conocer las diferencias entre ser asocial y antisocial, la mejor manera de hacerlo será conocer qué significa cada concepto. En cada definición veremos en qué se diferencia un término del otro.

¿Qué es ser antisocial?

Cuando hablamos de alguien antisocial nos referimos a una persona que se dedica a saltarse las normas establecidas a nivel legal y social, que va en contra del orden social. Es decir, alguien rebelde, que aunque esté integrado en la sociedad, muestra esta tendencia a alterar la paz social.

Además, es frecuente que realice este tipo de conductas a través de la violencia. Debemos diferenciar aquí una persona antisocial (o con tendencia a mostrar rasgos de personalidad antisocial) de una persona con trastorno de personalidad (TP) antisocial.

Trastorno de la personalidad antisocial

En este último caso, hablamos de un trastorno tipificado como tal en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM – 5). Se caracteriza por un patrón dominante poco respetuoso con los derechos de los demás, manifestado desde los 15 años de edad.

El TP antisocial se manifiesta a través de una serie de síntomas (criterios) como la tendencia a mentir, la impulsividad, la irresponsabilidad, el incumplimiento de las normas sociales, la irritabilidad y la agresividad, la ausencia de remordimiento, etc. Es decir, un TP antisocial es mucho más grave que ser simplemente antisocial.

¿Y asocial?

En cambio, cuando hablamos de alguien asocial nos referimos a una persona a la que le cuesta integrarse y relacionarse en la sociedad (o que directamente no tiene interés por hacerlo). Es decir, no se salta las normas como el antisocial, sino que le cuesta (o no tiene interés por) integrarse, participar en los grupos, relacionarse, etc. Ante todo ello, es una persona que prefiere la soledad.

Como decíamos, en realidad, en muchos casos ser asocial no se trata de una dificultad, sino de una falta de motivación por parte de la persona, que prefiere realizar actividades de forma solitaria, y que no tiene interés en las relaciones sociales. Si llevásemos esta manera de ser al extremo, encontraríamos los trastornos del espectro autista (TEA) o incluso el trastorno de la personalidad esquizoide.

Trastorno de la personalidad esquizoide

En este último caso, las personas con TP esquizoide, también catalogado como tal en el DSM-5, manifiestan un patrón dominante de desapego en las relaciones sociales, así como poca variedad de expresión en las emociones en contextos interpersonales.

Es decir, en el TP esquizoide no hablamos únicamente de ser “asocial” en grado extremo, sino que se incluyen también otro tipo de síntomas. Algunos de ellos son los siguientes: disfrutar con pocas o ninguna actividad, mostrar poco interés en tener experiencias sexuales con alguien, no desear ni disfrutar las relaciones íntimas, escoger casi siempre actividades solitarias, mostrarse indiferente a las alabanzas o a las críticas de los demás, etc.

Dos maneras de ser muy diferentes

Como vemos, las diferencias entre ser asocial y antisocial son evidentes. Se trata de dos maneras de ser muy diferentes. Mientras que la persona asocial presenta una falta de motivación para participar en las interacciones sociales, así como una preferencia por las actividades solitarias, la persona antisocial actúa infringiendo las normas sociales, muchas veces de forma violenta.

En este segundo caso, a veces hablamos de personas que incluso cometen delitos, como robos (en los casos más extremos, alguien con TP antisocial puede llegar a asesinar). Así, para ilustrar estos dos conceptos, pensemos de manera gráfica y muy simplificada en el antisocial como el clásico delincuente o gamberro y en el asocial como el ermitaño que prefiere vivir en soledad.

Sin embargo, una persona antisocial puede también ser asocial, aunque no tiene por qué. Es decir, son fenómenos que no tienen por qué aparecer conjuntamente. Lo que debemos tener claro es que el antisocial puede ser alguien muy sociable (lejos de la asocialidad) y, sin embargo, vulnerar los derechos de los demás o las normas sociales, lo que puede también dificultar su integración en la sociedad (como ocurriría con la persona asocial, aunque por razones claramente diferentes).

viernes, 18 de diciembre de 2020

¿Cómo es el sentido del humor en cada país?

El sentido del humor en cada país cambia. Pero, ¿de qué forma? ¿Cómo es el humor de los japoneses? ¿Y el de los ingleses? Exponemos algunos ejemplos y haremos un breve recorrido por lo que dice la ciencia.

¿El sentido del humor en cada país es igual o difiere? Según un estudio de Mendiburo y Páez (2011), el humor es un componente universal de la cultura, pero varía en cómo se demuestra en cada una de ellas. Estas variaciones, según Alford y Alford (1981), se realizan a través de diferentes objetos y formas.

Aún así, existen elementos comunes en el humor de todas las culturas. Por ejemplo, según Mendiburo y Páez, la mayoría de las investigaciones apuntan a que los estímulos graciosos son aquellos relacionados con imágenes, ideas, textos o actos que son de alguna manera incongruentes, inusuales, inesperados, sorpresivos o extraordinarios.

Es decir, hay situaciones, planteamientos o ideas que en general hacen gracia a todo el mundo. No obstante, cada país tiene un humor característico, y a sus habitantes les hace gracia cosas que a lo mejor, a alguien de “fuera”, no. Y es que en realidad, el humor tiene algo muy personal también. ¿Qué tipo de humor tiene cada país? ¿Qué dicen las investigaciones al respecto? De todo ello hablaremos, ¡aquí!

¿Cómo es el sentido del humor en cada país?

El humor, según la RAE, significa ‘genio, índole, condición, especialmente cuando se manifiesta exteriormente’. El sentido del humor de manera más concreta se define como ‘la capacidad para ver o hacer ver el lado risueño o irónico de las cosas, incluso en circunstancias adversas’.  Sin embargo, ni si quiera existe un consenso común para definir el sentido del humor; sí se cree, pero, que se trata de algo inherente a cada cultura.

La realidad es que no todos tenemos sentido del humor, pero disponer de él (y ponerlo en práctica) nos permite beneficiarnos de las cosas positivas, aumentar el buen humor, reír, hacer reír a los demás, etc. Y es que, como afirma el poeta Danns Vega, “Quien te hace reír, te regala vida“.

El sentido del humor en cada país es diferente. Según el profesor e investigador Gert Jan Hofstede, “el humor refleja comportamientos humanos, y en cada sociedad el humor tiende a centrarse en los elementos salientes de la cultura de esta misma sociedad“.

Así, de la misma forma en la que, a todos no nos hace reír lo mismo (diferencias individuales), no todos los países tienen el mismo sentido del humor (diferencias sociales y culturales).

En este sentido, la cultura, la sociedad y otros valores pueden influir en el sentido del humor. Seguramente esto lo has vivido cuando has viajado: ¿Verdad que te has encontrado con que, chistes “de aquí”, en el extranjero no tenían gracia? ¿O has escuchado chistes que a ti no te hacían reír o que directamente no entendías? Sin embargo, existen elementos comunes en todas las culturas, como veremos más adelante.

¿El humor se puede medir?

¿Sabías que el humor se puede medir? Concretamente, a través de un instrumento denominado Humor Style Questionnaire, un test de 32 preguntas que te permite conocer qué humor practicas.

Las categorías que incluye son las siguientes: humor afiliativo (sirve para reforzar la pertenencia a un grupo), humor autoafirmativo (basado en la exageración de uno mismo), humor agresivo (enfocado hacia el otro) y la autodescalificación (centrado en la autoironía). Así, cada país tendría un humor más destacado que otro.

Ejemplo de diferencias en el humor

En un estudio llevado a cabo por el profesor holandés Gert Jan Hofstede, el cual se dedicó a estudiar durante años cómo el sentido del humor cambia según la zona geográfica, encontramos un ejemplo.

Hofstede Cuenta que el presidente de EEUU, Ronald Reagan, una persona con gran sentido del humor, viajó hasta Japón para hacer una conferencia. Durante la misma, soltó una broma; el traductor la transmitió a la audiencia y todos echaron a reír a carcajada limpia.

Posteriormente, el presidente quiso felicitar al traductor, y le preguntó cómo había hecho para interpretar tan bien el sentido de su chiste a los japoneses. A lo que el traductor le contestó, un poco incómodo: “Señor, yo no he traducido nada. Simplemente les dije que había contado un chiste”. Se trata, pues, de un ejemplo de lo que estamos comentando.

El humor en cada país: algunos ejemplos

¿Cómo es el humor en cada país? Tal y como afirma Begoña Carbelo, investigadora del humor, además de profesora titular del centro universitario de Ciencias de la Salud en la Universidad San Rafael-Nebrija, en EEUU, por ejemplo, se cuentan más anécdotas que chistes. Además, los norteamericanos valoran más los cómics y las viñetas, y parece que tienden a emplear el humor para encandilar a los demás o como un modo de afrontamiento ante las adversidades.

Según Hofstede, los japoneses, por ejemplo, no suelen hacer bromas sobre sí mismos. En cambio, los judíos o los escoceses sí. En cuanto a los ingleses, ellos se basan más en la ironía y en el juego intelectual, y utilizan el sentido del humor, sobre todo, para llamar la atención o como forma de presumir de un estatus.

Además, a los ingleses no les importa mucho ser graciosos, tal y como afirma el investigador, sino más bien que su humor les permita superar una determinada situación. ¿Y el humor español? Según los expertos, se trata de un humor más centrado en uno mismo, con frecuente uso de los dobles sentidos y lleno de chistes.

Elementos comunes

A pesar de que el sentido del humor es diferente en cada país, recientes investigaciones tienden a mostrar, cada vez más, que el humor es más universal de lo que creíamos. Por ejemplo, las historias cómicas tradicionales se basan en las mismas pretensiones infladas y las mismas caídas en ridículo que pueden encontrarse en comedias como la de Molière, Shakespeare o Cervantes.

Reflexión final

El sentido del humor fluctúa con las fronteras, como hemos ido viendo. Esta variación explicaría por qué no entendemos algunas bromas de compañeros extranjeros o por qué ellos no se ríen con todas nuestras bromas. Todo ello está influenciado por la cultura y la historia de cada país, por las tradiciones, la manera de ser, la sociedad, las normas, los valores, etc. Sin embargo, y aunque existen diferentes tipos de humor, también podemos hablar de elementos comunes o pilares fundamentales.

Así, por ejemplo, según Martín (2007), para poder reírnos debe haber un aspecto del estímulo en cuestión que nos lleve a pensar en que éste no es serio o no es importante. Esto es necesario para que así pensemos que estamos frente a una situación patética o lúdica, y no seria.

jueves, 17 de diciembre de 2020

Catecolaminas: ¿qué funciones tienen estos neurotransmisores?

Dopamina, adrenalina y noradrenalina... Estas catecolaminas no solo median en el instinto más básico de supervivencia, además orquestan procesos tan decisivos como la cognición, las emociones y el aprendizaje.

Tener miedo y escapar de ese estímulo amenazante. Experimentar preocupación y pensar en una estrategia para actuar ante un foco angustiante. Sentir estrés ante un examen, esa cita médica, la reunión de trabajo en la que debemos exponer una propuesta decisiva… En todas estas situaciones tan comunes el organismo actúa liberando un tipo de moléculas decisivas: las catecolaminas.

En ocasiones, resulta fascinante reflexionar sobre cómo los comportamientos cotidianos están regido por el imperceptible universo bioquímico del organismo. Hablar de catecolaminas es referirnos a ese instinto primario que hasta ahora ha regido nuestra supervivencia. Luchar, actuar, huir o afrontar son actuaciones vitales para la homeostasis.

Estas hormonas actúan a su vez como neurotransmisores, orquestando las que son seguramente las tareas más decisivas en el sistema nervioso central. Conocer su funcionamiento nos permite comprendernos mucho mejor. Profundizamos en ello.

Catecolaminas: ¿qué son?

Las catecolaminas son hormonas que funcionan también como neurotransmisores y que se producen en las células cromafines de la médula adrenal y también, en las fibras postganglionares del sistema nervioso simpático. A nivel químico, están definidas por un anillo de benceno, dos grupos hidroxilos y una amina. Cuando se liberan en el torrente sanguíneo o en el cerebro a través de las terminaciones nerviosas, el organismo cambia, se acelera y se activa con el fin de desarrollar un tipo de comportamiento concreto ante una demanda externa.

No obstante, la acción de actuar ante una amenaza o un peligro no es ni mucho menos la única finalidad de estas moléculas multipropósito. Las catecolaminas, cuyo precursor en su formación es la tirosina, están presentes en múltiples funciones básicas y esenciales para el sistema nervioso central.

No obstante, si por algo conocemos a estos elementos es porque las glándulas suprarrenales las producen en grandes como respuesta al estrés. Analizamos más datos.

Tipos de catecolaminas y sus funciones

Los principales tipos de catecolamimas que tenemos en el organismo son la dopamina, la adrenalina y la noradrenalina. Las tres derivan de la dihidroxifenilalanina (DOPA), un tipo de ácido amino catecólico. Estos tres elementos del sistema nervioso central tienen una trascendencia máxima a nivel metabólico, cardiovascular y comportamental.

Dopamina

La dopamina es una feniletilamina y, a su vez, la catecolamina más importante. A partir de ella, se sintetiza tanto la noradrenalina como la adrenalina. Asimismo, este neurotransmisor se produce en múltiples partes del cuerpo, pero lo hace en mayor cantidad en la sustancia negra del cerebro.

  • La dopamina participa en varias y decisivas funciones cerebrales, como la motivación, la memoria o el aprendizaje.
  • Su presencia en los lóbulos frontales del cerebro permite controlar y facilitar el flujo de información que llega de otras áreas del cerebro. Así, cualquier alteración en su producción afectará a las funciones cognitivas, como la atención, la comprensión, la resolución de problemas…
  • Una de las tareas más decisivas de la dopamina reside en el sistema de recompensa ante estímulos placenteros, como la alimentación, el sexo, las adicciones…
  • La alteración en su producción o funcionamiento puede derivar en síntomas psicóticos (comportamiento desordenado y alucinaciones).
  • Asimismo, la destrucción de las neuronas dopaminérgicas en la sustancia negra es el origen de la enfermedad de Parkinson.
Adrenalina

A la adrenalina la conocemos también epinefrina. Se produce en las glándulas suprarrenales y se libera en el organismo en situaciones de amenazas, riesgos, estrés o miedo, peligro o excitación.

Gracias a su presencia, se activan una serie de cambios psicofisiológicos para actuar ante esos estímulos (aceleración de la respiración, dilatación de la pupila, tensión muscular, movilización de reservas de glucógeno, detención de la motilidad intestinal…)

  • La adrenalina también se puede sintetizar en un laboratorio para utilizarse como medicamento ante paradas cardiorrespiratorias, asma, alergias, etc.
  • Tiene una función clave en la regulación cardiaca y respiratoria.
  • La adrenalina media en la emoción más excitante de todas: la euforia.
La noradrenalina

La noradrenalina se produce, sobre todo, en una región muy concreta del cerebro: el locus coeruleus o núcleo azul. Lo hace a partir de la degradación de la tirosina. Así, entre sus principales tareas podemos destacar las siguientes:

  • Nos ayuda a mantener la atención.
  • Media en los estados de vigilia, es decir en la fase de consciencia. Gracias a la noradrenalina pasamos del sueño al estado consciente.
  • Activa los músculos cardíacos.
  • Facilita que la circulación sanguínea sea más intensa para mantener estable la respuesta de huida o ataque ante las amenazas.
  • La norepinefrina es esencial para favorecer nuestra motivación.
  • Regula el estado de ánimo; un nivel bajo se relaciona con la depresión.
Catecolaminas y estrés

Hemos visto ya que los diferentes tipos de catecolaminas del organismo cumplen tareas decisivas en el día a día: median en la motivación, el aprendizaje, la alimentación, el sexo, la respiración… Sin embargo, hay una función en la que todas ellas se orquestan para un fin: actuar ante la respuesta de estrés.

Es importante detenernos en este dato por un hecho. Tal y como nos revela un estudio del departamento de biología molecular de la Universidad de Nueva York, el estrés es esencial para favorecer nuestra supervivencia. Necesitamos de esa activación psicofisiológica para responder a las demandas del entorno y adaptarnos a él.

El estrés no es nocivo, lo que es peligroso es el estado de estrés mantenido en el tiempo y un nivel elevado de catecolaminas en el organismo. Los efectos pueden ser muy adversos.

  • Una de las consecuencias es la alteración de los circuitos nerviosos del cerebro al dañar el tejido neuronal. Esto puede favorecer la depresión o la aparición de brotes psicóticos.
  • Un nivel elevado de adrenalina de manera constante afecta a la constricción de los vasos sanguíneos: aparece la hipertensión, las taquicardias, riesgo de infartos…
  • Una liberación constante y alta de catecolaminas y glucocorticoides en situaciones de estrés no gestionadas, debilita el sistema inmunitario y altera el metabolismo. Podemos sufrir más enfermedades, subir de peso, etc.
Por tanto, es importante recordar la importancia de regular ese estrés cotidiano antes de que derive en un estado agudo o crónico. Conocer los mecanismos de la bioquímica interna nos recuerda la urgencia de atendernos un poco mejor.

miércoles, 16 de diciembre de 2020

Cómo ser mejor persona: claves para conseguirlo en el día a día

No hay que esperar a que lleguen momentos complicados para salir de ellos siendo mejores personas. Cada día es buen momento para dar lo mejor de nosotros mismos, cada instante es adecuado para actuar de manera correcta.

Señalaba Sigmund Freud que la ciencia aún no ha diseñado un medicamento tan poderoso como las palabras bondadosas. Si nos preguntamos cómo ser mejor persona, la respuesta no siempre es fácil, pero hay algo evidente: esforzarnos en este fin, proponernos esta meta, tiene un efecto transformador, tanto para quienes nos rodeen como para nosotros mismos.

Tradicionalmente ha sido la filosofía quien se ha ocupado de definir esta competencia existencial que, más que un propósito, podríamos definir casi como una aspiración. Todos esperamos ser un poco mejores cada día. Nos decimos a muy a menudo que cada experiencia, positiva o adversa, debería ayudarnos a mejorar como seres humanos.

A veces lo logramos y en otras ocasiones volvemos a ese punto de partida en el que no hay avance. Sin embargo, como bien señalaba Søren Kierkegaard, la clave está en no rendirnos, el secreto está en seguir albergando pensamientos positivos a pesar del sufrimiento, de las contradicciones existenciales. Caminar hacia el futuro es aunar voluntades por dar siempre un poco más de nosotros mismos.

Claves sobre cómo ser mejor persona

A la hora de profundizar en cómo ser mejor persona, podemos basarnos en diferentes áreas. La antropología, la filosofía y la psicología son esas disciplinas que más se han preocupado en definir esta dimensión. No estamos, por tanto, ante el clásico tema que interesa únicamente a la psicología positiva. En realidad, la idea de superarnos a nosotros mismos y ser mejores es una preocupación compartida por múltiples disciplinas.

Por otro lado, hay un detalle que debemos considerar. Esa meta debe ser una aspiración cotidiana porque, en realidad, dicha tarea nunca se dará por finalizada. Siempre seremos criaturas imperfectas y falibles intentando ser mejores. No habrá día en que no nos demos cuenta de que hay algo de nosotros mismos que deberíamos desarrollar, corregir o cambiar. Ser consciente de ello, ya es un logro.

Ser mejor según la filosofía

Aristóteles señalaba que todas las personas tienen la capacidad de ser buenos y virtuosos. No obstante, la bondad es un hábito que se ejerce y que puede convertirse en un hábito. Estas serían algunas claves:
  • Ser prudente. La prudencia ser relaciona con la capacidad de ser reflexivos, de meditar antes de tomar una decisión, de aprender a tratar a los demás con respeto y aprecio.
  • Templanza (como sinónimo de control emocional). Saber dominar realidades internas como la ira, la rabia, el ego o la necesidad de poder son esenciales para ser alguien noble.
  • La justicia. Ser justo en cada cosa que hacemos, tener un sentido del respeto, de lo que está bien y lo que está mal es esencial para saber cómo ser mejor persona.
  • La fortaleza. Todo hombre o mujer debe albergar en su interior una dosis adecuada de valentía, de coraje para defender lo que es correcto.

Lo que nos dice la antropología

Oliver Scott Curry es antropólogo de la Universidad de Oxford y miembro del Instituto de Antropología Evolutiva y Cognitiva. En un trabajo publicado en la revista Current Anthropology aborda qué cuestiones determinan cómo ser mejor persona. Son dimensiones que el doctor Curry define como reglas morales y que han sido estudiadas en 60 países. Son las siguientes:
  • Preocuparnos por las personas que apreciamos. Ser capaces de aplicar conductas que les beneficien, que garanticen su felicidad es clave
  • Ayudar a nuestra comunidad.
  • Ser capaces de apreciar los favores, y lo que es mejor: devolverlos.
  • Ser personas valientes capaces de defender sus valores.
  • Respetar a las personas, sean quienes sean.
  • Ser capaces de compartir nuestros recursos.
  • No envidiar lo que tienen otros.
Cómo ser mejor persona según la psicología

Figuras como Abraham Maslow o Martin Seligman abordaron este tema de manera interesante, práctica y útil. Ser mejor persona nos obliga a realizar un viaje a través de áreas como la inteligencia emocional, la gratitud y esa voluntad por alcanzar una auténtica autorrealización con la que aspirar a dar lo mejor de nosotros en cada circunstancia.

Dimensiones en las que trabajar para lograr ser mejores
  • Autoconocimiento. Conocernos a nosotros mismos es el umbral existencial y nuestro principal propósito en todo momento. Conocernos, tomar contacto con nuestro auténtico yo, es el timón que nos guiará en nuestro viaje para ser mejores.
  • Practica la aceptación. Aprende a aceptar a las personas por como son, algo así te evitará sufrimientos. Asume que hay realidades en la vida que no pueden cambiarse, deben aceptarse.
  • Controla tus emociones y deja actuar a la defensiva ante el mundo. Nadie tiene la culpa de lo que te sucede, tú eres responsable de ti mismo y debes actuar controlando tus emociones. Asimismo debes ser capaz de responder sobre aquello que te preocupa o te quita la calma de manera inteligente..
  • Perdona, agradece, reconoce. Saber perdonar (y perdonarnos) aprender a agradecer lo que nos rodea y reconocer lo bueno que nos rodea es un acto que nos ayuda a ser mejores.
  • Haz uso de la empatía. Pocas dimensiones mejoran nuestra convivencia como ese pegamento social que es la empatía.
  • Sé compasivo y autocompasivo. La compasión es una dimensión de doble vínculo, debe actuar sobre nosotros y también sobre los demás. Gracias a ella, respetamos y a los demás y desarrollamos conductas proactivas orientadas a mejorar la vida de quienes nos rodean. Asimismo, nada es tan importante para el bienestar como el diálogo compasivo con uno mismo.
Para concluir, no importa con qué enfoque nos quedemos, con el filosófico, el antropológico o el psicológico. Cada disciplina vertebra dimensiones comunes, puertas que debemos cruzar para impregnarnos de adecuadas virtudes y recursos para ser mejores. Y recordemos, esa tarea, no se termina nunca…