martes, 30 de noviembre de 2021

Cómo aceptar que alguien no te quiere

Gestionar a nivel emocional el rechazo de otra persona puede ser un proceso complicado y doloroso. Sin embargo, aplicando ciertas pautas puedes reducir el malestar y seguir adelante.

El amor es una de las emociones más agradables y satisfactorias. Sin embargo, cuando no es correspondido, este sentimiento puede convertirse en una verdadera tortura. Y es que, cuando el afecto no es recíproco, nuestra autoestima puede verse seriamente dañada, y un cúmulo de miedos y frustraciones se apoderen de nosotros. Aceptar que alguien no te quiere no es sencillo, pero es absolutamente necesario. Por ello, queremos ofrecerte algunas pautas para superar este momento.

La realidad de la que hoy hablamos puede producirse en diversos contextos. Bien sea porque tu amor platónico no siente lo mismo por ti o porque los sentimientos de tu pareja han cambiado, en ningún caso es agradable experimentar el rechazo. No obstante, esta situación es bastante común y si logras hacer un adecuado trabajo interno podrás salir adelante y continuar con tu vida.

Las expectativas son la base del sufrimiento

El budismo y otras corrientes filosóficas orientales afirman que no son los hechos en sí mismos los que nos causan sufrimiento, sino la resistencia que oponemos ante ellos. Es el anhelo, la expectativa y la necesidad de aferrarnos lo que magnifica el dolor y hace que perdure en el tiempo. Y esto es lo que sucede cuando alguien a quien queremos no nos corresponde.

No es solo su falta de amor la que nos daña, sino todo lo que de ahí se deriva. Ante este situación, nuestros deseos y expectativas se ven truncados: la relación que proyectábamos con esa persona ya no tendrá lugar y el futuro que imaginábamos con nuestra pareja no sucederá. Por lo mismo, nuestra tolerancia a la frustración se pone a prueba.

Además, es común que comencemos a realizar inferencias e interpretaciones, buscando culpables y explicaciones racionales a lo sucedido. Sin embargo, este tipo de razonamientos solo nos conducen a la ira, el rencor, la vergüenza y la falta de autoestima. Entonces, ¿cómo puedes aceptar que alguien no te quiere y seguir adelante?

Claves para aceptar que alguien no te quiere

Si te estás enfrentando al desamor o a una ruptura, has de saber que las estrategias de afrontamiento que utilices a partir de este momento son clave. Se ha demostrado que estas determinan el bienestar o la prolongación del sufrimiento. Por ello, te ofrecemos algunas ideas que pueden serte útiles.

No esperes un cambio

En ocasiones es tan difícil aceptar que alguien no te quiere que es posible que te aferres a la esperanza y a la posibilidad de que esto cambie. Sin embargo, es poco probable que suceda.

Cuando una persona ha manifestado abiertamente mediante sus actos y palabras que no comparte tus sentimientos, probablemente sea cierto. Entonces, esperar algo diferente solo alargará la agonía.

Mantén la dignidad

Cuando el deseo de estar con una persona es muy intenso o existen problemas de dependencia emocional, es posible que sintamos el impulso y la necesidad de hacer todo lo posible para que el otro permanezca a nuestro lado.

Sin embargo, el amor propio y el respeto por uno mismo son líneas rojas que no se deben cruzar. Suplicar, rogar o insistir no hará que la otra persona te quiera, pero sí debilitará profundamente tu autoestima.

Acepta que los sentimientos no se pueden controlar

¿Sientes ira o rabia hacia la otra persona por no corresponderte? Esto es natural hasta cierto punto, pero no es lógico. Las emociones no atienden a la voluntad propia o ajena: ni tú puedes hacer que alguien te quiera ni esa persona puede forzarse a quererte.

Por tanto, no trates de hacerla culpable ni albergues rencor, ya que no se trata de una decisión deliberada tomada para dañarte.

Intenta no culparte

Por otro lado, tampoco te señales a ti mismo como culpable de lo ocurrido. El rechazo hace dudar, comenzar a buscar los propios fallos o tratar de dilucidar en qué área no somos suficientes o merecedores del amor del otro.

No obstante, no hay nada mal contigo. Los gustos son personales y los sentimientos pueden diluirse con el paso del tiempo, no eres culpable de nada.

Permítete sentirte mal

Aunque razonar la situación de forma lógica y aceptarla son dos pasos fundamentales, es completamente natural que experimentes malestar ante lo sucedido. No trates de taparlo o reprimirlo pues esto solo incrementará tu dolor.

Permítete sentir la frustración y la tristeza, expresa cómo te sientes y date tiempo para procesar estas emociones.

Sigue adelante

Es importante que recuerdes que la vida sigue y que tienes derecho a continuar con el corazón en paz. En ocasiones, podemos llegar a pensar que al prolongar el enfado o guardar rencor hacia la otra persona le estamos devolviendo parte del daño que nos ha causado.

Sin embargo, con este tipo de actitudes los únicos perjudicados somos nosotros mismos. Desecha la rabia y centra tu energía en cuidar de ti, en construir tu futuro y en rodearte de quienes te quieren. Sigue adelante libre de pesos emocionales.

Para aceptar que alguien no te quiere, quiérete el doble

Por último, ten presente que en estos momentos en los que te sientes vulnerable, dañado e insuficiente, te necesitas más que nunca. El amor propio es el bálsamo que cura las heridas del rechazo, la humillación y el abandono.

Por ello, permanece a tu lado durante este proceso, acompáñate de forma compasiva, sin juzgarte y practicando el autocuidado. En un tiempo mirarás hacia atrás y verás que todo ha pasado y que de desamor nadie muere.

lunes, 29 de noviembre de 2021

Anhedonia social: la incapacidad de disfrutar y sentir interés en las relaciones con los demás

Las relaciones sociales no son importantes para ellos, las evitan porque no comprenden las variables emocionales y además, la alta carga de estímulos les resulta agotadora.

La anhedonia social es un estado en el que la persona es incapaz de sentir interés y placer en sus interacciones sociales. Esto significa que se disfrutan los instantes compartidos con las amistades. Hablar con gente agota, salir de casa para trabajar, estudiar o acudir a un evento es algo que deja bajo mínimos y que se prefiere evitar.

No estamos ante un trastorno de ansiedad social como tal, es una realidad más singular. Aunque es común relacionar esta condición con el trastorno de espectro autista e incluso con la esquizofrenia. Porque lo que vemos muchas veces es una reacción dolorosa a los estímulos y sobre todo una clara dificultad para manejar las variables emocionales.

Es interesante profundizar en este concepto para conocer mejor sus matices, las causas y el tipo de perfil que puede haber detrás de este tipo de anhedonia.

¿Qué es la anhedonia social?

La anhedonia social es un indicador para tres realidades muy concretas: los trastornos depresivos, el autismo y la esquizofrenia.

Sabemos que la anhedonia es la incapacidad de sentir placer en general, de no experimentar interés, motivación o disfrute por casi ningún aspecto de la realidad cotidiana. Ahora bien, cuando a este término le añadimos el adjetivo “social” estamos delimitando terreno.

La anhedonia social constituye un comportamiento en el que la persona evita en concreto las situaciones públicas, las interacciones y todo aquello que vaya más allá de su zona de confort.

Trabajos de investigación como los realizados en la Universidad de Wollongong (Australia) indican algo importante. El ser humano es una criatura social: necesitamos de esos contactos cotidianos con amigos y compañeros de trabajo, para sentirnos bien. Esas alianzas median en nuestro bienestar y desarrollo personal.

Sin embargo, la anhedonia social evidencia de manera directa algún trastorno psicológico en el que aparecerán muchas más características que permitirán realizar un diagnóstico más adecuado. Se trata de una dimensión que no podemos perder de vista.

¿Cómo se manifiesta?

La anhedonia social es un constructo que se manifiesta básicamente por la incapacidad de entender y procesar los estímulos emocionales. Hay un claro elemento desadaptativo y es el definido por la incapacidad de sentir bienestar al compartir tiempo con otras personas.

  • Esta característica se vuelve más patente en la adolescencia. La persona evidencia cada más incomodidad y ansiedad cuando tiene que socializar, carece de habilidades para comunicar, empatizar, comprender y reaccionar ante códigos sociales.
  • Además, aparece una llamativa sintomatología física como es el agotamiento, el dolor de cabeza, los mareos… La exposición a cualquier situación social resulta debilitante.
  • La persona experimenta sentimientos de soledad e irritabilidad. Esto nos demuestra que, de algún modo, saben que la interacción social debería ser gratificante para ellos como para cualquier persona y que esto les daría motivación y felicidad. Sin embargo, son conscientes de sus límites, de su incapacidad para comprender y moverse por esos universos socioemocionales.

¿Cuál es la causa de la anhedonia social?

Desde la Universidad de Stony Brook (Estados Unidos), los investigadores sitúan la atención en un hecho gracias a un estudio.

La anhedonia social es un fenotipo del trastorno del espectro autista, la depresión y el trastorno del espectro esquizofrénico. Si pudiéramos detectarlo de manera temprana en los niños podríamos dar diagnósticos más tempranos y estrategias de intervención más ajustadas

Muchas veces, podemos estar ante el clásico niño retraído y ansioso a la vez al que, lejos de prestar atención, etiquetamos a veces como tímido o como problemático. Sin embargo, estamos ante algo más que un mero problema del comportamiento o falta de habilidades sociales.

Muchas veces nos encontramos ante un autismo aún no detectado, ante un niño con depresión o ante un chico o una chica que en algún momento, al llegar a los 18-19 años, dará más pistas de su esquizofrenia.

¿Cómo se trata este tipo de anhedonia?

La anhedonia, ya sea la general o la social, es siempre una manifestación de un problema subyacente que debe diagnosticarse de manera adecuada. Cuando un niño, adolescente o adulto no evidencia conducta de disfrute en situaciones sociales, las rehúye, sufre y no sabe cómo desenvolverse en esos escenarios con unos códigos emocionales concretos, necesitamos hacer una valoración más exhaustiva.

Los doctores  L. Chapman y M. Raulin desarrollaron las escalas de Chapman orientadas a detectar la anhedonia física o general y la anhedonia social. Esto ya supone una herramienta de gran valor para proceder más tarde a un adecuado diagnóstico y saber ante qué nos encontramos.

En estos casos, el mecanismo de intervención para una persona con autismo no será el mismo que en alguien con un trastorno esquizotípico de la personalidad. No obstante, cabe señalar que ambos pueden beneficiarse de enfoques como las terapias de comportamiento y comunicación, la educación en habilidades sociales, la terapia familiar y la educativa.

Es decisivo no descuidar este tipo de situaciones en las que la persona no evidencia ese disfrute o motivación por relacionarse y por establecer vínculos sociales. Tengámoslo en cuenta.

domingo, 28 de noviembre de 2021

7 claves para ser más sociable y divertido

¿Te gustaría ser más sociable? ¿Liberarte de las inseguridades o la vergüenza, y empezar a conocer gente nueva? En este artículo te ofrecemos 7 claves para empezar a serlo.

Una persona sociable es aquella que tiene facilidad para entablar relaciones sociales, y a la que además le gusta relacionarse con los demás. Pero, ¿cómo ser más sociable? ¿Es algo que se pueda practicar?

Si aunque te gusten las personas y las relaciones sociales, te cuesta ser sociable (ya sea por vergüenza, inseguridades, miedos…), no te pierdas nuestro artículo. En él queremos plantear 7 claves para que te sepas desenvolver mejor en entornos sociales.

La idea es empezar poco a poco, con acciones que no te generen demasiada ansiedad, para progresivamente ir soltándote.

7 claves para ser más sociable

Si así lo queremos, podemos mejorar en nuestro plano social. Vamos a hablar de 7 estrategias que te pueden ayudar a conseguirlo.

Empieza poco a poco

¿Cómo ser más sociable? La primera clave que te ofrecemos es la siguiente: empezar poco a poco. Comienza con pequeños retos.

Por ejemplo, hablar con la persona que se encuentra detrás del mostrador, que te vende el pan, que te trae un paquete a casa. Después de hacerlo varias veces, verás que ya no sientes ese nerviosismo inicial. Es el momento de aumentar la dificultad, por ejemplo, preguntando una dirección a un desconocido por la calle.

Básicamente, se trata de exponerte a un punto que frena a muchas personas, el de romper el hielo: dar un paso adelante e iniciar una conversación. La intención es que esta exposición termine generando una habituación.

Sonríe

Como decía George Eliot, “lleva una sonrisa y tendrás amigos; lleva el ceño fruncido y tendrás arrugas”. Y es que la sonrisa es una herramienta de la comunicación no verbal, una puerta de entrada a la socialización, que permite que los demás accedan a ti, y tú a los demás.

Deja que tu rostro manifieste sorpresa, asombro o indignación. Es una forma de decirle al otro que le estamos prestando atención, compartiendo con él uno de los recursos más valiosos que tenernos: el tiempo. Una sonrisa permite acortar las distancias, reducir la vergüenza y empezar a conectar con la gente.

Aplica la técnica de la máscara

Se trata de una estrategia muy utilizada por actores y cantantes. Implica crearte un “alter ego”, una personalidad diferente a la tuya que pueda ayudarte a emprender acciones que consideras, o los demás considerarían, impropias de ti. Si eres una persona fría, intenta ser durante un rato una persona mucho más cercana.

Lo más probable es que no te sientas cómodo en este registro; sin embargo, el hecho de pensar que eres otra persona, aunque sea temporalmente, puede ayudarte a ganar seguridad. Lo que los demás piensen de esa persona que está actuando no te debería preocupar tanto, porque no eres tú.

Lógicamente, para que esta técnica sea efectiva, es necesario que te termines liberando de la máscara, que exista un encuentro entre las dos personalidades, de manera que la simulada enriquezca a la propia.

Trata de socializar en lugares que te gustan

Otra idea clave que te puede ayudar a ser más sociable es escoger los lugares en los que te gustaría socializar. Deben ser lugares que te generen calma, seguridad, comodidad… Lugares que te gusten, desde una biblioteca hasta una cafetería o un parque. Cuidar el ambiente es importante porque puede ayudar a relajarte.

Busca intereses comunes

Si no sabes de qué hablar, busca intereses comunes con el otro. Aficiones compartidas, hobbies, temas de conversación, pasiones comunes… No tengas miedo en preguntar.

Descubre qué puede conectarte con la otra persona y empieza por ahí. Verás cómo con un tema que dominas o que te interesa, te es más fácil socializar (y además, puedes desconectar, sin darte cuenta, de la vergüenza).

Selecciona con quién te interesa socializar

A la hora de ser más sociable, no se trata tanto de hablar con todo el mundo sin ton ni son o sin criterio. Por ello, selecciona a las personas con las que te interesa interactuar.

Al principio, como veíamos en la técnica de exposición, sí puedes optar a hablar con desconocidos, o con personas con las que no tienes tanta confianza o interés (por ejemplo, el panadero del ejemplo); pero esto te servirá para practicar.

Poco a poco, cuando la vergüenza o el miedo vayan disminuyendo, prueba a seleccionar la gente que realmente te interesa. Practica con personas de confianza o amigos, plantéales temas de conversación, propón planes… Y verás cómo poco a poco te vas soltando.

Confía en ti

Confía en tus capacidades, en tus habilidades sociales, en tu manera de ser. En ti, en tu experiencia, hay muchas razones para seguir.

Aunque la técnica de la máscara puede servirte para practicar y liberarte de miedos, lo cierto es que la autenticidad es el pegamento que terminará consolidando esas relaciones con los demás. No hay nada como ser uno mismo, conocerse y empezar a demostrar qué se nos da bien.

A la hora de aumentar tu autoconfianza, es esto lo que te puede ayudar: conocerte a ti mismo e ir demostrándote, poco a poco, que cuentas con grandes fortalezas que te hacen único.

Cuando interactúes con los demás, no hace falta que seas “el más majo”, “el más divertido” o “el más abierto”. Libérate de presiones autoimpuestas y de la búsqueda de la perfección. Solo hace falta que seas tú y que disfrutes de tus interacciones, que te dejes llevar.

Y a ti, ¿te cuesta ser más sociable? ¿Te gustaría serlo más o ya te sientes bien con tu manera de ser? Antes de lanzarnos a buscar maneras de aumentar nuestra sociabilidad, es importante que nos detengamos y que analicemos realmente qué queremos cambiar o mejorar de nosotros mismos y por qué. No todos tenemos que ser hipersociales, y mucho menos, iguales. ¡En la diversidad está la riqueza!

sábado, 27 de noviembre de 2021

Grit o el poder de la pasión y la perseverancia

De forma intuitiva, todo el mundo conoce el poder de la pasión y la perseverancia. Una prestigiosa psicóloga indagó en los pormenores de dicho poder e incluso ofrece un test para que cada persona pueda medirlo.

La palabra Grit es un concepto propuesto por la doctora Ángela Duckworth, una psicóloga de la Universidad de Pensilvania. Adquirió popularidad a raíz de la publicación de su libro Grit: el poder de la pasión y la perseverancia. Después hizo una conferencia sobre el tema que alcanzó más de 10 millones de visitas.

El título del libro describe muy bien qué es el Grit: el poder de la pasión y la perseverancia. Hace referencia a las metas a largo plazo y cómo influyen en su logro la tenacidad, la determinación y la constancia. En el fondo hay poca novedad, la revolución de Duckworth es su perspectiva.

Esta psicóloga está convencida de que obtener grandes logros es una cuestión de persistencia. Una voluntad que nace precisamente del poder de la pasión y la perseverancia para enfrentar adversidades y persistir. Duckworth ofrece una escala para medir cómo andan esos aspectos en la vida de cada persona.

El poder de la pasión y la perseverancia

Los planteamientos de Duckworth se basan en la idea de que el Grit es uno de los predictores de éxito en cualquier ámbito. Esto quiere decir que es más probable que quienes tienen un elevado Grit alcancen los logros que se proponen.

Por otro lado, se plantea la idea de que toda persona tiene la capacidad y la posibilidad para aumentar su Grit. Así mismo, se señala que quienes tienen un alto Grit presentan dos características básicas: saben muy bien lo que quieren y son capaces de hacer una apuesta fuerte por conseguirlo.

Ahora bien, resulta conveniente definir de una manera más precisa en qué consiste ese poder de la pasión y la perseverancia. Para Duckworth la pasión no es esa intensidad arrolladora que se apodera por completo de la voluntad, sino una motivación que se mantiene constante a lo largo del tiempo.

Por su parte, la perseverancia es la tenacidad en el empeño. Esto es, la fuerza para comprometerse con algo y no abandonarlo hasta terminar. Supone una alta tolerancia al fracaso y a la frustración, así como la capacidad para levantarse después de caer. También la habilidad para no perder la confianza en lo que se hace.

El talento y el esfuerzo

En el poder de la pasión y la perseverancia influyen dos variables: talento y esfuerzo. Tradicionalmente se ha entendido el talento como la habilidad o disposición natural para hacer algo. Se nota porque quienes tienen talento son capaces de hacer que lo difícil parezca muy fácil. Sin embargo, el talento de poco sirve sin esfuerzo.

Al mismo tiempo, y por desgracia, a veces no es suficiente con mucho esfuerzo para hacer algo meritorio. De ahí que Duckworth defina esta ecuación de la siguiente manera: talento es la rapidez con la que mejoran las habilidades, si se hace un esfuerzo.

Si hay que elegir uno de los dos factores, triunfa el esfuerzo. Son muchos los casos de grandes hombres y mujeres que han conseguido lo imposible gracias al poder de la pasión y la perseverancia. Así mismo, todos conocemos personas con grandes talentos que, sin embargo, no llegan tan lejos como debieran.

El test del Grit

Ángela Duckworth propone una escala para medir ese poder de la pasión y la perseverancia, o Grit. Este contiene 10 ítems para hacer una autoevaluación y en cada uno aparecen las siguientes opciones:
  1. No se parece en nada a mí.
  2. No se parece demasiado a mí.
  3. Se parece un poco a mí.
  4. Se parece bastante a mí.
  5. Se parece mucho a mí.
En cada una de las afirmaciones, las anteriores opciones tienen un puntaje determinado. Tales afirmaciones y sus puntajes correspondientes son como sigue:

  1. Las ideas y proyectos nuevos me distraen de los que ya están en marcha.
a) 5; b) 4; c) 3; d) 2; e) 1.

  1. Las dificultades no me quitan motivación, porque no me rindo con facilidad.
a) 1; b) 2; c) 3; d) 4; e) 5.

  1. Me fijo metas, pero con frecuencia antes de lograrla me fijo una meta diferente.
a) 5; b) 4; c) 3; d) 2; e) 1.

  1. Soy una persona muy trabajadora.
a) 1; b) 2; c) 3; d) 4; e) 5.

  1. Me cuesta trabajo seguir adelante con un proyecto que exija varios meses para lograrse.
a) 5; b) 4; c) 3; d) 2; e) 1.

  1. Termino todo aquello que comienzo.
a) 1; b) 2; c) 3; d) 4; e) 5.
  1. Mis intereses suelen cambiar de un año para otro.
a) 5; b) 4; c) 3; d) 2; e) 1.
  1. Soy diligente, no ahorro esfuerzos.
a) 1; b) 2; c) 3; d) 4; e) 5.
  1. En el pasado, he sentido obsesión por un proyecto, pero luego ha dejado de interesarme.
a) 5; b) 4; c) 3; d) 2; e) 1.
  1. He sido capaz de superar obstáculos para alcanzar una meta importante.
a) 1; b) 2; c) 3; d) 4; e) 5.

Al final se suman las puntuaciones y el resultado se divide por 10. Esta cifra es el Grit individual. Cuanto más alto el número, más desarrollado está ese poder de la pasión y la perseverancia y viceversa.

viernes, 26 de noviembre de 2021

Los 8 tipos de violencia de género y sus características

En la actualidad, se entiende el concepto de violencia de género como la violencia ejercida hacia la mujer, normalmente por parte de su pareja o su expareja. En este artículo hablamos de los tipos de violencia de género, en qué consisten y cómo se llevan a cabo.

¿Qué es la violencia de género? ¿Cuántos tipos de violencia de género existen? La violencia de género ha sido definida como aquella que se ejerce sobre las mujeres por parte de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones de afectividad. Eso es, parejas o exparejas.

En la gran mayoría de los casos, la violencia de género es ejercida por los hombres. Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), la violencia contra las mujeres, especialmente aquella ejercida por sus parejas y la violencia sexual, constituye un grave problema de salud pública, así como una violación de los derechos humanos de las mujeres. En este artículo describimos los diferentes tipos de violencia de género y cómo se ejercen.

¿Qué es la violencia de género?

Según la Consejería de Empleo e Igualdad de la Junta de Galicia, la violencia de género se define como un tipo de violencia que afecta a las mujeres por el mero hecho de serlo. Bajo este “mero hecho de serlo” se encuentra una cultura de machismo y patriarcado que explica en gran parte el surgimiento de este tipo de violencia.

La violencia de género constituye un atentado contra la integridad, la dignidad y la libertad de las mujeres, independientemente del ámbito en el que se produzca.

La Ley 11/2007, del 27 de julio, gallega para la prevención y el tratamiento integral de la violencia de género define la violencia de género como ‘cualquier acto violento o agresión, basados en una situación de desigualdad en el marco de un sistema de relaciones de dominación de los hombres sobre las mujeres que tenga o puede tener como consecuencia daño físico, sexual o psicológico‘.

Esto incluye también las amenazas de tales actos y la coacción o privación arbitraria de la libertad, tanto en el ámbito público como en la vida familiar o personal.

Los 8 tipos de violencia de género

¿Cuántos tipos de violencia de género existen? La ONU de Mujeres, la Organización de las Naciones Unidas dedicada a promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, propone la existencia de 8 tipos de violencia de género. Vamos a describirlos a continuación:

Violencia psicológica

Uno de los principales tipos de violencia de género es la violencia psicológica, que implica provocar miedo a través de actos intimidatorios. Este tipo de violencia se puede ejercer de múltiples formas.

La violencia psicológica conlleva amenazar a la mujer con causarle daño a una tercera persona (por ejemplo, sus hijos), hacer daño a sus mascotas, destruir sus bienes, someterla a maltrato psicológico, forzarla a aislarle de sus seres queridos, de abandonar los estudios o el trabajo, etc. Incluye también el engaño y la manipulación.

Violencia física

La violencia física es maltrato físico, e implica causar o intentar causar daño a la mujer a través del daño físico. Se lleva a cabo a través de múltiples comportamientos. A través de golpes, patadas, empujones, pellizcos, bofetadas, tirones del cuello, mordiscos, quemaduras…

También incluye acciones como negarle atención médica u obligarle a consumir drogas. Este tipo de violencia incluye también daños a la propiedad.

Violencia sexual

La violencia sexual es otro de los tipos de violencia de género. Este tipo de violencia consiste en obligar a la pareja a participar en un acto sexual sin su consentimiento. Así, implica coaccionar o amenazar a la persona con el objetivo de que lleve a cabo una determinada conducta, en este caso, una conducta sexual.

Según la OMS, este tipo de violencia es de las más preocupantes en la actualidad, constituyendo un verdadero problema de salud pública.

Violencia económica

La violencia de género también se puede ejercer en el ámbito económico. Este tipo de violencia implica lograr, o intentar conseguir la dependencia financiera de otra persona, a través de mantener un control total sobre sus recursos financieros. También, impidiéndole acceder a ellos y prohibiéndole trabajar.

Violencia emocional

Otro de los tipos de violencia de género es la violencia emocional, que implica minar la autoestima de la mujer a través de diferentes acciones.

Por ejemplo, mediante críticas constantes, insultos, sometimientos, abusos verbales, infravalorando sus capacidades, dañando la relación con sus hijos o no permitiéndole ver a su familia o amigos.

Violencia patrimonial

Este tipo de violencia, que la ONU de Mujeres engloba como un tipo de violencia física pero que otros organismos separan, implica la usurpación o destrucción de objetos, bienes y propiedades de la víctima con el objetivo de dominarla u ocasionarle daño psicológico. Además, este tipo de violencia puede también afectar a otras personas (por ejemplo, los vecinos).

Violencia vicaria

La violencia vicaria, que tampoco menciona la ONU de Mujeres, pero que también existe, conlleva el daño a los hijos de la mujer. El que la ejerce amenaza, agrede o incluso mata a sus hijos con el único propósito de causarle un daño irreparable e indescriptible a su pareja o su expareja.

Violencia social

Finalmente, la violencia social, otro de los tipos de violencia de género, consiste en limitar, controlar o inducir el aislamiento de la mujer. El agresor la separa de su familia y amigos y le priva del apoyo social, alejándola así de su entorno habitual para tenerla más controlada y someterla cada vez más a sus agresiones y amenazas.

La violencia de género es una realidad innegable en la actualidad. Según la OMS, alrededor de 1 de cada 3 mujeres la ha sufrido en algún momento de su vida. Esto incluye la violencia física y sexual de pareja, o la violencia sexual por terceros. Existen diferentes tipos de la misma, sí, pero todos ellos son violencia, y todos deben denunciarse.


jueves, 25 de noviembre de 2021

Personas reflexivas, artesanas del pensamiento meditado: ¿cómo son?

El arte de la reflexión requiere poner en práctica un control adecuado de la mente. Las personas reflexivas son meticulosas en sus procesos mentales, pausadas en sus meditaciones y cautas en sus decisiones. Una de las características más singulares que les define es la habilidad para encontrar la calma en medio del caos y dar respuestas innovadoras ante los problemas. En este mundo de contradicciones, de medias verdades y falsedades enteras, este perfil tiene un gran valor.

Podríamos decir que la capacidad de reflexión es una de esas funciones superiores del cerebro con más trascendencia y utilidad. Ser reflexivos frena la impulsividad natural y facilita unos buenos cimientos para el autoconocimiento.

Pensar despacio y a través del filtro del análisis nos puede ayudar a mejorar nuestra realidad de maneras distintas. Sin embargo, en un entorno tan lleno de estímulos imprevisibles, estamos obligados muchas veces a responder de manera rápida y de forma instintiva. Esto no es malo, pero no debería ser nuestra estrategia habitual.

Esto es lo que hace diferente a las personas reflexivas

La reflexión es un proceso mental definido por un tipo de pensamiento razonado y cuidadoso, sumado a un clima interno de introspección. Así, trabajos de investigación, como los realizados en la Universidad de Yale, destacan la gran relevancia de lo que definen como “reflexión cognitiva” por un hecho muy concreto.

Esta facultad nos permite pasar por el filtro del análisis y la inducción cualquier pregunta o realidad para emitir después respuestas o conductas más meditadas, evitando así lo primero que nos viene a la mente.

Se trata de una competencia de gran valor. La dimensión que haríamos bien en favorecer en los niños desde edades tempranas. Por tanto, descubramos qué facetas y procesos son los que hacen únicas a las personas reflexivas.

Buena gestión del estrés

Un recurso esencial para el desarrollo de un pensamiento reflexivo es el buen manejo del estrés y la ansiedad. Estos son estados psicológicos que dificultan por completo el poder razonar de manera centrada y pausada. Por tanto, la buena gestión del estrés (ideas irracionales, emociones, tensión psicofísica, etc.) es decisiva.

Asimismo, no podemos pasar por alto un hecho: el arte de la reflexión requiere del autocontrol y la comprensión emocional. No solo las emociones de valencia negativa pueden ser disruptivas; a veces, la efusividad o incluso la alegría intensa pueden nublar nuestra capacidad de decisión.

Personas reflexivas: mentes analíticas e introspectivas

La capacidad analítica es esa artesanía cognitiva que permite procesar la información de manera meticulosa para separar el todo en partes más pequeñas, generando así la oportunidad de comprender mejor cualquier dato o situación.

Asimismo, las personas reflexivas son muy competentes en el análisis porque practican la introspección. Se sumergen en sí mismas para tomar contacto con cada pensamiento, emoción, realidad interna y sacar sus propias conclusiones.

Observación, lógica y creatividad

Las personas reflexivas procesan y se relacionan con su entorno a otro ritmo, uno más pausado. Son hombres y mujeres muy observadores que se deleitan atendiendo cada detalle, cada matiz del entorno. Asimismo, filtran cada aspecto desde el tapiz de la lógica, es decir obtienen sus propias respuestas a través de la deducción y la inducción.

Es importante entender que la reflexividad tiene un matiz lógico, pero también un tendencia creativa. A veces, para hallar relaciones entre varias cosas es importante servirse de la inducción, pero también de esa imaginación que llena vacíos y que convierte al pensamiento en un proceso innovador.

Una mente abierta y flexible

Para una persona reflexiva, el mundo no es blanco y negro y las personas no son buenas y malas. Para esta personalidad, la vida está llena de matices y esto es lo que la hace rica e interesante.

La flexibilidad de pensamiento se vale siempre de una mente abierta que no teme a los datos contradictorios y que además no se queda solo en la primera opción.

Buenos estrategas de la planificación

Es muy posible que las personas reflexivas tarden bastante en emitir una respuesta o en trazar un plan estratégico. Sin embargo, aquellas respuestas que presenten serán siempre sofisticadas y valiosas.

Esta personalidad aúna ingenio y originalidad porque dispone de buenas competencias de planificación. Son meticulosas, se guían por el análisis, el ensayo-error y esa dedicación en la que nada queda al azar.

Un enfoque centrado en las prioridades

Quien no sea hábil a la hora de focalizarse en lo que es importante se sentirá como un barco sin timón. La vida lo embestirá aquí y allá, la mente divagará siempre a la deriva y tendrá la sensación de que no tiene control de nada.

Ahora bien, la reflexión nos dota de dirección y de seguridad. Cuando sabemos cuáles son las prioridades en cada momento, podemos orientar todos nuestros recursos y emociones hacia ello. A su vez, esto nos ofrece una gran sensación de control y satisfacción.

Desarrollar una buena mentalidad reflexiva revierte de manera directa en nuestro bienestar. Es alcanzar esa cumbre desde la que todo tiene mayor sentido y mejores perspectivas… Solo así decidimos mejor.

miércoles, 24 de noviembre de 2021

9 efectos físicos de la preocupación

La preocupación que no controlamos y que se vuelve crónica termina adhiriéndose al cuerpo. Es posible que muchos de sus efectos físicos los estés sufriendo en este momento.

Los efectos físicos de la preocupación pueden confundirse con dolencias comunes en ocasiones. El clásico dolor de estómago, la quemazón en el cuello o la cefalea que no se va ni con un paracetamol pueden estar detrás de ese estado psicológico. ¿A quién no le ha pasado alguna vez? Son situaciones muy comunes, pero el peligro llega cuando esa preocupación se cronifica.

Es importante tener en cuenta que el desasosiego constante o la angustia cotidiana que no se escampan son la base de muchos trastornos del estado del ánimo. La depresión y la ansiedad tienen como sustrato todos esos pensamientos cargados de negatividad, miedo y rumiación obsesiva.

A veces, la vida nos llega con un exceso de adversidades. Nadie sabe lo que nos va a traer el destino y más de una vez gusta de ponernos a prueba con un cúmulo de problemas concatenados. Sin embargo, es importante mantener un buen control de todos nuestros procesos mentales. La preocupación patológica es un claro enemigo para la salud física y la mental.

Efectos físicos de la preocupación que debes conocer

Los efectos físicos de la preocupación son tan diversos como desconcertantes. Si bien es cierto que hay quien no experimenta más que el recurrente dolor de cabeza, muchas personas acaban desarrollando trastornos psicosomáticos. La intensidad emocional asociada a los estados de preocupación crónicos pueden cursar con desórdenes del sueño, de la alimentación, etc.

Una investigación de la Universidad de Estatal de Pensilvania (Estados Unidos) afirma que es común caer en ciclos de retroalimentación mental muy peligrosos. La preocupación intensifica las emociones de valencia negativa y estas, a su vez, tienen su impacto en nuestro cuerpo, en nuestro organismo y sus funciones. A continuación veremos cuáles son los efectos físicos de la preocupación.

1. Cefaleas, el martillo en las sienes

Las cefaleas tensionales se asocian de manera directa a los estados de preocupación y estrés. Toda la tensión emocional acumulada durante horas, días o semanas acaba traduciéndose en ese dolor pulsátil en una o ambas partes de la cabeza.

2. Dolor de espalda y de cuello, los efectos físicos de la preocupación más comunes

Las contracturas musculares son todo un clásico cuando sorteamos esas épocas de angustias, inquietudes y problemas no resueltos. Las estructuras nerviosas de la columna vertebral tienden a inflamarse y esto se traduce en dolor de espalda, tensión en el cuello o los hombros, etc.

3. La presión en el pecho, cuando te falta el aire

El origen de la presión en el pecho reside en el nivel elevado de cortisol y adrenalina en sangre. El sistema nervioso parasimpático se hiperactiva y aparece la taquicardia, la presión el pecho y la sensación de que nos falta el aire a cada instante.

4. Desórdenes digestivos y los efectos físicos de la preocupación

Digestiones pesadas, acidez de estómago, malestar, sensación de estar lleno e incluso náuseas… Tanto el estómago como los intestinos conforman unas estructuras íntimamente ligadas al cerebro. Todo estado emocional tiende a alterar su equilibrio interno.

5. La caída del cabello

Un estudio llevado a cabo por las doctoras Kerstin Foytzik y Petra Ark de la Universidad de Hamburgo señala algo importante. Los estados de preocupación crónicos en el tiempo, esos que asientan las bases de la ansiedad y el estrés, tienen como consecuencia la caída del cabello.

Las alteraciones hormonales median esa pérdida de densidad que, la mayoría de las veces, se limita a ser algo temporal.

6. El estrés, las preocupaciones y los eczemas

Otro de los efectos físicos de la preocupación tiene que ver con la piel. Alguna vez nos habremos percatado que en esas épocas en que sufrimos mayor estrés, aparece la sequedad, el enrojecimiento en alguna parte de nuestro cuerpo, incluido el rostro.

La piel se vuelve mucho más sensible cuando lidiamos con emociones como la ansiedad, el estrés, la inquietud… Tanto es así que cabe la posibilidad de padecer ezcemas.

7. Afonía

Cuando las preocupaciones son constantes y el estrés nos acompaña durante semanas o meses, podemos experimentar lo que se conoce como disfonía psicógena.

Este fenómeno surge a raíz de que los músculos de las cuerdas vocales sufran pequeños espasmos que derivan en afonía o pérdida de la voz. Algo también temporal.

8. Mareos repentinos y los efectos físicos de la preocupación

Los mareos son otro de los efectos físicos de la preocupación. El desencadenante está en la hiperventilación, que altera el nivel de oxígeno hasta el punto de sentir mareos o desvanecimientos.

9. Los temblores

Temblor en manos o brazos, en un párpado o sentir, simplemente, que el cuerpo está más torpe de lo normal. ¿Te suena esta sensación?

La preocupación crónica se manifiesta de múltiples maneras y muchas son invalidantes. Estos temblores tienen su origen también en ese sistema parasimpático hiperactivado y en el efecto de las hormonas del estrés.

Para concluir, no es bueno desatender estos indicadores. Cuando el cuerpo habla es porque la mente lleva tiempo solicitando ayuda. Seamos capaces de responder, no dejemos para mañana lo que preocupa hoy y démosle una solución antes de caer en estos laberintos eternos de sufrimiento.

martes, 23 de noviembre de 2021

El Inocente: la serie que nos recuerda que el azar puede determinarlo casi todo

La serie "El inocente" arrasa en Netflix y nos hace pensar sobre cómo el azar maneja el destino, el derecho a las segundas oportunidades y el sentimiento de culpa en nuestras vidas.

La miniserie de 8 capítulos El Inocente arrasa en España y fuera de sus fronteras. La serie ha consagrado a su director, Oriol Paulo, como una figura imprescindible del thriller español. Como curiosidad, decir que su aclamado thriller Contratiempo es la película española más vista de todos los tiempos en China. Todo el mercado audiovisual asiático tiene el ojo en las obras de este director barcelonés.

Por otro lado, hace unos años, Netflix hizo un trato con el escritor Harlan Coben para adaptar varias de sus novelas. El inocente es la última adaptación de Coben que lleva la acción de Estados Unidos a España, sin perder ninguno de los elementos de la historia que hicieron de la novela un éxito hace 16 años.

Teniendo en cuenta esto como precedente, El inocente entra a Netflix como una producción “a lo grande”.

El inocente: una adicción acelerada que aceptas o rechazas en los primeros capítulos

La serie de El inocente ha enganchado a millones de espectadores. Cuando decimos “enganchar” es porque esta sensación de adicción a la trama es muchísimo más acusada que en otras miniseries. Una vez que aceptas la lluvia de personajes e intrigas, se apoderan de ti y ya no puedes parar.

Y esta aceptación sucede muy pronto. El inocente expone lo que es desde el inicio, definiéndose como una serie de suspense, con golpes de acción, con muchísima información concentrada en cada capítulo y con una resolución algo efectista.

No es un misterio a lo Hitchcock; en esta producción el objetivo no es averiguar quién es el criminal, sino la serie de consecuencias incesantes que siguen y rodean al crimen.

Cuando todo ese rompecabezas de ideas te interesa y decides continuar viendo la serie, ya no hay marcha atrás. Por el contrario, si no te la tomas tan en serio como su director y su producción, preferirás abandonarla desde un principio.

El inocente: el derecho a una nueva vida

Mateo Vidal (Mario Casas) estudia en la Facultad de Derecho. Una noche va con su hermano Isma (Jordi Coll) a una fiesta. Mientras habla con una chica llamada Eva (Ariadna Carbol) en el club, uno de sus amigos, Hugo (Alejandro Albarracín), se pone celoso y se pelea con Isma, el hermano de Mat.

Fuera de la fiesta, Mat es absorbido por el tumulto y mata accidentalmente a un hombre llamado Daniel (Eudald Font) cuando lo empuja contra unas rocas y se abre la cabeza. Este suceso marcará el inicio de la serie con un Mateo que se transforma en asesino y que tiene que pagar este error del destino en la cárcel.

Tras cumplir la condena, Mateo reconstruye su vida. Su hermano Isma le da un trabajo en su bufete de abogados. Olivia, una chica que conoció en uno de sus permisos de la cárcel, vuelve a su vida cuando asiste a una reunión en su trabajo y se casan. Isma muere repentinamente, dejando a Mat al frente del bufete. Inmediatamente después de descubrir que serán padres, Mat y Olivia buscan una casa.

Mat establece contacto con la madre del chico al que mató, Sonia (Ana Wagener). La trama refleja cómo Mat y Sonia se reúnen frecuentemente y, a menudo, Mat finge ser Dani para ayudar a Sonia a sentirse mejor a la vez que él trata su culpa.

Personajes

Ambientada en Barcelona y Marbella, a diferencia del escenario original de la novela de Nueva Jersey, Mat es el personaje menos dinámico de la serie. Sin embargo, él proporciona los cimientos sólidos sobre los que se construyen los siguientes giros, evitando que la increíble trama no se sienta como algo unitario.

Son las mujeres de El inocente las que se roban el espectáculo. Es la esposa de Mateo, la enigmática Olivia (Aura Garrido), la que lleva el rumbo a través de siete largos episodios. Junto a ella está la brillante y atormentada detective Lorena (Alexandra Jiménez).

Un giro inesperado

En los primeros momentos de El inocente, todo tiene sentido. En principio, se ve cómo Mateo Vidal intenta reconstruir su vida después de un evento traumático. Pero, de repente, ese momento termina.

El punto de vista principal de la serie cambia en el segundo capítulo y pasa a ser el de la inspectora Lorena Ortiz. La detective fue abandonada en un orfanato después de ver a su padre suicidarse cuando ella tenía seis años. Años después la llaman de ese orfanato para investigar el aparente suicidio de una monja allí.

Es obvio que la monja no se suicidó, de lo contrario el espectáculo no existiría. Su investigación le llevará a las vidas de Mateo y Olivia. Para agregar un poco más de intriga, está la historia de un extraño club de striptease en Marbella. Para investigar todo este entramado también aparece el agente Teo (José Coronado), que puede o no tener un motivo oculto para implicarse en la investigación.

Oriol Paulo, Jordi Vallejo y Guillem Clua se esfuerzan por no arrojar pistas falsas a este misterio que gira en torno a Mateo Vidal, el cual trata de evitar que la vida que reconstruyó se desgarre, a pesar de que los vínculos con el incidente que lo envió a la cárcel todavía están ahí.

El inocente: el azar, la culpa y el derecho a las nuevas oportunidades

En el primer capítulo de la serie, el homicidio imprudente de Mateo nos presenta uno de los hijos argumentales de toda la serie: la posibilidad de que el azar, en tan solo un segundo, pueda cambiar el rumbo de toda nuestra vida.

El posterior encarcelamiento de Mat y su embrutecimiento dentro de prisión ejemplifican perfectamente el hecho de que puede cambiar no solo nuestro destino sino nuestra forma de ser por algo que no estaba planeado.

Mateo es inocente en sus acciones, pero dudamos hasta el final de si sus intenciones lo son. La sombra de la duda siempre estará ya sobre él.

Mateo Vidal no será el mismo hombre desde que ese hecho fortuito se produce y cargará con la culpa toda la vida. El director juega con la culpa en todos los personajes para hacerlos más humanos, en contraste con la gran dosis de violencia y los decorados sórdidos.

En conclusión, la serie siempre quiere que el espectador reflexione sobre si, a pesar del azar o las circunstancias, los personajes son dignos de tener nuevas oportunidades y, de haberlas tenido, si las han aprovechado. Y tú, ¿a qué personaje de El Inocente exonerarías y darías una nueva oportunidad?

lunes, 22 de noviembre de 2021

¿Cuándo deberías tomarte un año sabático? 11 beneficios

En ocasiones, tomar una pausa, escucharnos y descubrir lo que queremos se hace imprescindible. Te contamos cómo un año sabático puede cambiar tu vida.

Prácticamente desde que nacemos, la ruta de nuestra vida parece estar ya planificada. Jardín de infancia, colegio, instituto, estudios superiores, trabajo… Los pasos son claros y los tiempos para tomarlos también. En esta dinámica, no parece haber espacio para la reflexión ni opción a salirse del camino. Sin embargo, existen diversas circunstancias en las que tomarte un año sabático puede ser realmente beneficioso para ti.

El término “año sabático” tiene en ocasiones una connotación negativa. Asociamos este concepto a inactividad, pérdida de tiempo, pereza y confusión. No obstante, esto no es así en absoluto; no si sabes cómo planificar y sacar provecho a estos meses.

Este alto en el camino no implica quedarse sentado en el sofá, sino dedicar tiempo y energía al crecimiento personal de formas distintas a las preestablecidas. Te contamos los beneficios que puedes obtener.

¿Cuándo deberías tomarte un año sabático?

No existe un momento concreto o una etapa vital específica en la que sea adecuado tomarse un año sabático. Esto dependerá de la trayectoria personal de cada uno, de sus circunstancias y necesidades. Sin embargo, hay ciertos puntos de inflexión en los que puede ser realmente recomendable:
  • Al finalizar la educación obligatoria y antes de comenzar estudios superiores.
  • Antes de iniciarse en el mercado laboral.
  • Tras un despido.
  • Ante la insatisfacción profunda con la vida actual o tras un acontecimiento negativo importante.
Beneficios de tomarte un año sabático

Puede que pienses que tomarte un año sabático es una pérdida de tiempo o un acto débil o de cobardía. Y es que con demasiada frecuencia equiparamos vivir con trabajar y damos por sentado que hemos de seguir girando en la rueda del hámster sin plantearnos otras salidas. No obstante, estos meses de pausa pueden aportarte grandes ventajas.

Descubres lo que quieres

Muchas personas a sus 18 años son incapaces de decidir a qué quieren dedicarse el resto de su vida, y esto es algo completamente normal. Por ello, antes de elegir una carrera al azar o por inercia puede ser positivo dedicar un año a reflexionar sobre los propios gustos, inquietudes y talentos.

Durante este tiempo, puedes explorar diferentes actividades, probarte en varios ámbitos y, tal vez, obtener claridad respecto a cuál es tu pasión y tu propósito.

Profundizas en tu formación

Al finalizar una carrera, un máster o un ciclo formativo puedes tener la sensación de que la formación no ha sido suficiente o adecuada y quizá aún no te veas preparado para iniciar tu práctica laboral.

Así, puedes hacer una pausa para formarte mediante cursos no reglados, aprender de forma autodidacta o realizar algunas prácticas o voluntariados que te ayuden a ganar experiencia y confianza.

Aprendes idiomas

Saber idiomas es una ventaja fundamental no solo en el ámbito laboral sino también a nivel cognitivo. Sin embargo, sumidos en nuestra rutina diaria no siempre encontramos el momento para adquirir o perfeccionar otra lengua.

Tomarte un año sabático te permitirá enfocarte en un aprendizaje más intensivo y, por tanto, efectivo. Incluso, te dará el tiempo para viajar a otro país y realizar una inmersión completa en el idioma.

Adquieres experiencias vitales

No solo la formación y el trabajo son esenciales, el crecimiento personal es también sumamente necesario. Adquirir habilidades, potenciar fortalezas y desarrollarnos como seres humanos debería ser uno de nuestros principales objetivos.

A este respecto, tomar un año sabático puede ser una excelente decisión, ya que permite vivir diversas experiencias y retos que sacan a la persona de su zona de confort y la ayudan a madurar y a construir su identidad.

Conocer nuevas personas, realizar distintos trabajos o actividades, explorar nuevos entornos o ciudades… todas estas vivencias tendrán una repercusión en tu actitud y tu visión de la vida.

Cuidas tu salud mental

Tras años inmersos en unos estudios exigentes o en un empleo sacrificado, la salud mental puede resentirse. Lo mismo puede suceder si atravesamos un acontecimiento vital negativo e impactante, como la pérdida de un ser querido.

En estos momentos, focalizarnos en la sanación puede ser una prioridad. Tomar terapia, escucharnos, cambiar pensamientos y conductas son acciones que pueden marcar un antes y un después en nuestra vida. Incluso, algunos estudios han encontrado una mejora en el rendimiento y la motivación laboral de los profesionales tras este descanso.

Estableces nuevos hábitos

Este periodo también puede resultar ideal para cambiar esos hábitos que llevamos años deseando modificar y nunca parecíamos encontrar el tiempo para hacerlo.

Comenzar un estilo de alimentación más saludable, hacer ejercicio de forma regular, incluir la meditación en nuestra vida diaria o convertirnos en personas más organizadas, cualquier meta que te marques hará que este tiempo sea mucho más productivo.

Mejoras las relaciones familiares

En ocasiones, las obligaciones laborales nos impiden pasar con nuestros familiares todo el tiempo que nos gustaría. Así, la pareja o la relación con los hijos puede llegar a resentirse e incluso puede llegar a sentirse culpabilidad por no estar más implicado en este aspecto.

Durante este año sabático es posible dedicar tiempo de calidad a familia y trabajar para fortalecer los vínculos que pueden haberse deteriorado.

Te conoces, te permites pasar tiempo contigo

Puede parecer imposible o absurdo, pero muchos de nosotros no nos conocemos tan a fondo como pensamos o como sería deseable. Inmersos en las obligaciones y responsabilidades, no encontramos tiempo para hacer introspección, escucharnos, explorar nuestras emociones, miedos o anhelos.

Si aprovechas estos meses para profundizar y reforzar la relación que tienes contigo mismo, probablemente los cambios serán notorios.

Viajas, te abres a otras culturas

Viajar nos abre la mente, nos enriquece y nos llena de experiencias de un valor incalculable. Tomarte un año sabático te permitirá visitar diferentes lugares del mundo, sumergirte en otras culturas y tradiciones y descubrir nuevas formas de vida. La persona que volverá de esos viajes no será la misma que se fue.

Tomas las riendas de tu vida

Si sientes insatisfacción con tu situación actual, esta pausa te permitirá tomar la riendas de tu propio camino. Así, este puede ser el momento idóneo para cambiar de carrera, ciudad o estilo de vida y comenzar a construir el futuro con el que realmente deseas comprometerte.

Rompes la inercia

En definitiva, un año sabático nos permite romper la inercia y comenzar a decidir de forma deliberada y consciente lo que queremos para nosotros mismos.

Al detenernos y analizar dejamos de repetir hábitos y patrones, dejamos de seguir el camino que otros han trazado para nosotros y nos preguntamos realmente quiénes somos y qué queremos. Este punto de inflexión y las decisiones que de aquí se deriven pueden contribuir a incrementar notablemente tu felicidad y tu calidad de vida en el futuro.

Como ves, tomarte un año sabático puede resultar realmente beneficioso. Sin embargo, no todo será sencillo y gratificante. Es probable que te enfrentes al juicio y la incomprensión por parte de muchas personas de tu entorno, e incluso en ocasiones tú mismo puedes llegar a arrepentirte o a sentirte improductivo.

Para evitar que esto suceda, planifica con antelación las metas que deseas alcanzar durante este año y los pasos para lograrlos. Si lo enfocas de una forma adecuada, esta puede ser una de las decisiones más acertadas y saludables que hayas tomado.

domingo, 21 de noviembre de 2021

Juguetes antiestrés: características, ejemplos y beneficios

Los juguetes antiestrés están cada vez más de moda. Pero, ¿por qué resultan tan "adictivos"? ¿Cuáles son sus beneficios realmente? ¿Qué nos permiten hacer estos juguetes? ¡Te lo contamos!

Imagínate un objeto que puedes estrujar, manipular, apretar, girar, experimentar con él… Y que además es agradable al tacto. ¿No te apetece probarlo? Hablamos de los juguetes antiestrés, cada vez más populares.

Los juguetes en general tienen una función lúdica, pero no únicamente; también permiten educar y estimular diferentes habilidades. Además, los juguetes no son solo para niños… ¡Los adultos y mayores también pueden disfrutar de ellos!

¿Qué son exactamente los juguetes antiestrés? ¿Cuáles son sus características y beneficios? A continuación, hablamos de todo ello y te dejamos algunos ejemplos para que empieces a investigar cuál te apetecería probar para reducir el estrés diario.

Juguetes antiestrés: ¿qué son?

Los juguetes antiestrés, también denominados fidgets, cada vez están ganando más popularidad. Este tipo de juguetes permiten aliviar el estrés cotidiano y pueden ser un recurso de ayuda para trastornos como el TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad) o los TEA (trastornos del espectro del autismo).

El término Fidget deriva del inglés. Se trata de un verbo que significa ‘agitarse, estar inquieto o ponerse nervioso’. Y estos juguetes ayudan a regular esta inquietud y este estrés. ¿De qué forma? A través de la estimulación sensorial o de los sentidos.

Características y ejemplos de juguetes antiestrés

Una de las principales características de estos juguetes (además de uno de sus beneficios) es que promueven la estimulación de los sentidos, lo que permite obtener estados de relajación y de calma. Algunos ejemplos de los juguetes antiestrés que consiguen este efecto son por ejemplo: el clásico spiner (que se gira) o el llamado Push Pop Bubble Spiner Mágico, formado por burbujas que se presionan con la yema de los dedos.

También encontramos los cubos infinitos que permiten tener los dedos inquietos ocupados, además de accionar palancas y botones y modificar su estructura.

¿Qué otras características tienen estos juguetes? Se trata de juguetes con los que se pueden desarrollar diferentes acciones que nos ayudan a descargar tensiones, a relajarnos y, a veces, incluso, a mejorar la concentración.

Así, este tipo de juguetes se pueden presionar, estirar, doblar, enrollar o estrujar, y algunos, incluso, morder. Encontramos una gran variedad de los mismos en cuanto a forma, tamaño, colores, precios…

Beneficios

Son varios los beneficios asociados a los juguetes antiestrés. Por ejemplo, la mayoría de ellos incitan a la manipulación, lo que potencia nuestro bienestar asociado al sentido del tacto. A través de este sentido, liberamos tensiones que puede favorecer nuestro estado físico y mental (a través de la reducción del estrés).

Por otro lado, los juguetes antiestrés nos permiten ejercitar la flexibilidad y trabajar la musculatura de las manos. De esta forma, promueven un efecto de estimulación al tacto pero también de otros sentidos. Además, pueden resultar beneficiosos para trabajar las habilidades motoras, sobre todo, en los más pequeños.

Consideraciones para padres

Los juguetes antiestrés pueden resultar beneficiosos en niños, adultos y personas mayores, dependiendo del tipo y de las necesidades o intereses de la persona.

En el caso de los niños, siempre deberemos buscar un juguete adaptado a su edad, con el que no pueda hacerse daño, atragantarse, etc. Si estás pensando en comprar alguno de estos juguetes para tus hijos, te dejamos algunas consideraciones (o información interesante) a tener en cuenta:

  • Son ideales para la etapa infantil: ¿por qué? Porque son llamativos, permiten la exploración y el entrenamiento visual y psicomotriz.
  • Son una alternativa para niños y adolescentes: ayudan a aliviar tensiones y nerviosismo, a promover la concentración, etc.
También para adultos y personas mayores

Por otro lado, los juguetes antiestrés son también aptos para adultos y personas mayores. En estos colectivos también pueden resultar beneficiosos, otorgando sensación de seguridad y alivio después de una dura jornada, por ejemplo.

Además, insistimos, este tipo de juguetes permiten ejercitar capacidades sensoriales diversas e incluso cognitivas, como la memoria. Y además, entretienen y pueden ser divertidos.

Juguetes antiestrés: prácticos y variados

Los juguetes antiestrés se pueden adquirir fácilmente hoy en día, ya sea a través de internet, en tiendas de juguetes, en centros comerciales… Como características a destacar, son fáciles de transportar, sencillos de manejar, cómodos y discretos.

Además, resultan muy agradables al tacto. Encontramos diferentes tipos, con una variedad de texturas que estimulan el sentido el tacto y la visión (muchos de ellos son de colores llamativos, agradables, etc.).

Son juguetes que podemos usar en cualquier lugar y de forma discreta, que nos permiten tener las manos distraídas, liberar tensión y que, además, nos ayudan a concentrarnos y a desarrollar habilidades motoras. Ideales para niños, pero también para adultos.

sábado, 20 de noviembre de 2021

Insomnio y depresión: ¿cómo se relacionan?

Las personas que padecen depresión muestran con frecuencia alteraciones en el descanso nocturno. Asimismo, quien sufre insomnio crónico también tiene un mayor riesgo de desarrollar un trastorno del estado del ánimo.

Insomnio y depresión se relacionan de manera directa. De hecho, para el diagnóstico de esta última, se atiende siempre a la variable del mal descanso. Esto es así porque prácticamente la mayoría de personas con depresión evidencian desde problemas para conciliar el sueño hasta despertares nocturnos frecuentes.

Ahora bien, tampoco podemos descartar un hecho que quizá no es tan conocido. Los personas con insomnio crónico tienen un riesgo mayor de presentar un trastorno depresivo. Las alteraciones neurológicas que suelen cursar con esa alteración grave del descanso nocturno son más complejas de lo que podemos pensar.

Por ejemplo, áreas como la corteza orbitofrontal lateral, vinculada a las emociones de valencia negativa, muestran una mayor hiperactividad cuando se pasan varios meses con problemas para conciliar un buen descanso. Por tanto, estamos ante dos variables que se retroalimentan y que debemos atender para evitar llegar a situaciones límite.

Insomnio y depresión: formas en las que se relacionan

Insomnio y depresión conforman una relación bidireccional muy significativa, pero muchas veces no se diagnostica de manera adecuada. Ejemplo de ello es el hecho de que muchos pacientes acudan a atención primaria para recibir un tratamiento farmacológico para su insomnio, sin que se les diagnostique el trastorno depresivo subyacente.

Otras veces, determinadas enfermedades median con el insomnio crónico y este a su vez deriva más tarde en un problema psicológico: ansiedad, estrés, depresión… Esto obliga a los facultativos a atender las variables que rodean a las alteraciones del sueño. En este sentido, los ancianos son especialmente vulnerables a este tipo de situaciones, mermando por completo su calidad de vida.

Las alteraciones del descanso nocturno y los trastornos del estado del ánimo

El insomnio no aparece solo en la depresión. Los trastornos de ansiedad y el estrés también cursan con esta condición clínica. Sin embargo, un estudio de la Universidad de Pittsburgh señala que los problemas del sueño podrían ser un indicador temprano de la depresión.

Hay otro hecho importante. En caso de no atender el insomnio, la duración de ese episodio depresivo será más prevalente y existirá también mayor riesgo de recaídas. Esto nos revela la importancia de atender siempre esta condición psicológica desde un punto de vista multidisciplinar.

Cuando determinadas enfermedades cursan con el insomnio y depresión

Existen determinadas enfermedades que pueden explicar la aparición del insomnio y la depresión. Entre ellas, la apnea obstructiva del sueño constituye casi el 20% de los casos.

En la literatura científica, tenemos un ejemplo del que vale la pena hablar. Una investigación del Hospital de La Línea (Cádiz) describió el caso de un hombre que evidenciaba una depresión psicótica. Después de comprobar que ningún tratamiento producía resultados, se decidió realizar una nueva evaluación para un diagnóstico más amplio y exhaustivo.

Se descubrió que el hombre padecía insomnio y que este se originaba por la apnea del sueño. Así, una vez el paciente recibió una respuesta clínica adecuada a su problema, la sintomatología psiquiátrica desapareció y el paciente recuperó su calidad de vida.

Por tanto, es importante tener en cuenta que realidades como la propia apnea, el síndrome de las piernas inquietas o determinadas enfermedades cursan con insomnio. Si este trastorno del sueño se vuelve crónico, puede desembocar en un trastorno del estado del ánimo.

¿Qué pasa en el cerebro de la persona que padece alteraciones del sueño y depresión?

Sabemos que insomnio y depresión conforman un vínculo bidireccional. Sin embargo, lo que tal vez se nos escape es el modo en que la falta del sueño modela y altera el cerebro. Lo hace de tal manera que altera más de una región cerebral, elevando así los cambios en el estado de ánimo, la intensificación de los pensamientos negativos, la sensación de alerta etc.

De este modo, trabajos de investigación como los realizados en la Universidad de Warwick (Reino Unido) y la Universidad de Shanghai (China) señalan lo siguiente:

  • El insomnio mantenido en el tiempo y no tratado genera una hiperactividad en zonas como la corteza prefrontal dorsolateral, el precúneo y la corteza orbitofrontal lateral.
  • Esto se traduce en un estado psicológico muy concreto: aparecen los fallos de la memoria a corto plazo, se eleva la rumiación de pensamientos, el estado de ánimo negativo, los problemas de atención, el agotamiento mental…
La importancia del tratamiento multidisciplinar

Llama la atención que las bases neurológicas asociadas al insomnio propician la agudización del trastorno depresivo. Por ello, se recomienda que el paciente diagnosticado con este trastorno psicológico reciba también pautas sobre el buen descanso nocturno.

En este caso, no podemos limitarnos solo a ofrecer a la persona con problemas de sueño la vía farmacológica. Si bien es cierto que ayudan, existen otras estrategias que pueden ser más útiles.

Una de ellas es la terapia cognitivo-conductual para el insomnio. En este caso, puede facilitar un complemento para tratar ideas y pensamientos, comprender un poco más las claves de la higiene del sueño y ayudar a la persona a aplicar adecuadas herramientas para tener una mejor calidad del descanso nocturno.

viernes, 19 de noviembre de 2021

Ansiedad ante un nuevo trabajo: qué hacer

¿Alguna vez has sentido ansiedad ante un nuevo trabajo? ¿La sufres actualmente? En este artículo te ofrecemos 6 ideas clave que te pueden ayudar a gestionar esa ansiedad. ¡Toma nota!

¿Sientes ansiedad ante un nuevo trabajo? ¿Te cuesta identificar sus causas y encontrar soluciones efectivas para liberarte de esta tensión? Las causas de esta ansiedad pueden ser múltiples: necesidad de causar una buena impresión, sensación de incertidumbre, miedo al cambio, miedo a fracasar, “a no dar la talla” o a no gustar, imposición de un ritmo de aprendizaje demasiado rápido, etc.

Las estrategias que te pueden ayudar también son diversas. En este artículo, hablamos de seis de ellas para que puedas empezar a aplicarlas, y así reducir progresivamente esta ansiedad.

Ansiedad ante un nuevo trabajo: qué hacer

La ansiedad ante un nuevo trabajo se manifiesta, como la ansiedad en general, con síntomas diversos: psicológicos (por ejemplo, miedo a la propia ansiedad), fisiológicos (presión o dolor en el pecho, sudoración excesiva, taquicardia, fatiga, tensión interna, náuseas, cefaleas…) y conductuales (evitación, por ejemplo).

Sin embargo, más importante que tratar estos síntomas (que también) es identificar qué nos causa esa ansiedad. Y sobre todo, prevenir la aparición de estos factores causantes de la misma. ¿Cómo podemos trabajar en esta ansiedad y liberarnos de ella? Te proponemos algunas ideas para ello.

1. Identifica qué es lo que te inquieta

Si sufres ansiedad ante un nuevo trabajo, es importante que empieces a identificar qué es lo que te causa realmente ansiedad o inquietud.

¿Es el hecho de conocer a gente nueva? ¿De no hacerlo bien o no estar a la altura? ¿Es el miedo a lo desconocido? ¿El miedo a fracasar? Anota todo aquello que te genera malestar, toma conciencia de ello y empieza a pensar en algunas estrategias que te pueden ir bien para reducir esa angustia.

2. Reflexiona: ¿son miedos realistas?

Relacionado con el punto anterior, surge el siguiente: intenta reflexionar sobre si tus miedos, tus angustias o tus ansiedades se deben a causas “realistas”, objetivas o reales. Por ejemplo: ¿qué probabilidad hay de que “fracases”? ¿O de que “hagas el ridículo” el primer día? ¿Son miedos objetivos o desproporcionados?

¿En qué se fundamentan? Si vas tomando conciencia de todo ello y desarticulando tus miedos, puede ocurrir que te des cuenta de que en realidad la situación no es tan alarmante (pero eso no invalida tu ansiedad; recuerda, ¡tienes todo el derecho a sentirla!).

3. Permítete sentir esa ansiedad

Al contrario de lo que se suele pensar, la ansiedad no se combate intentando eliminarla o huyendo de ella, sino haciendo todo lo contrario: afrontándola. Y afrontarla implica darse permiso para sentirla, y ser capaz de tolerarla (en estos casos, los ejercicios de respiración pueden irnos muy bien).

4. Organízate, planifica y pregunta

La ansiedad ante un nuevo trabajo puede deberse a muchas causas. Por ejemplo, el miedo a perderse el primer día, a que nos falten coses que necesitamos, a llegar tarde… Por suerte, son cosas que se pueden trabajar. ¿Cómo? A través de la planificación.

Anota, el día antes a tu primer día, todo lo que necesitarás. Grábate mentalmente la hora a la que deberás salir de casa para no llegar tarde (sal un poco antes, por si surgiera un imprevisto).

Trae contigo una agenda, con posibles dudas que tengas el primer día y, sobre todo, pregunta todo lo que necesites. La información da certidumbre y la certidumbre, la tranquilidad (¡enemiga de la ansiedad!).

5. Gestiona bien tu tiempo

La mala gestión del tiempo es muchas veces la causa de nuestra ansiedad (en el trabajo y en otros ámbitos). Por ello, una manera de reducirla es gestionar bien el tiempo (fuera y dentro del trabajo).

Fuera: anticipándonos a lo que podamos necesitar el primer día, por ejemplo, como ya hemos dicho. Dentro: organizando las tareas y el tiempo que dedicaremos a cada una de ellas para rendir al máximo, pero sin estresarnos.

6. Céntrate en tareas que puedes resolver rápido

Cuando sufrimos ansiedad ante un nuevo trabajo, puede ocurrir que nos cueste centrarnos, sobre todo, los primeros días en las tareas. O que estas “se nos hagan una montaña”. Por ello, es importante que empieces la jornada con las tareas que puedes resolver en cuestión de minutos o de pocas horas. Eso te dará sensación de efectividad y resolución.

Te hará sentir que avanzas y reforzará tu confianza. De manera progresiva, ponte con las tareas más arduas o extensas. Puedes probar a diseñar una lista con tres niveles de prioridad para las tareas: no urgentes, urgencia media, muy urgentes. E ir resolviéndolas en función de la urgencia y también del tiempo.

Prevenir y combatir la ansiedad

Y tú, ¿has sentido alguna vez ansiedad en el trabajo? ¿Qué estrategias has utilizado para sentirte mejor? Aquí nos hemos centrado mucho en prevenir la ansiedad, a través de trabajar en las causas de la misma.

Sin embargo, también puedes aplicar técnicas de relajación que te ayuden a reducir la propia ansiedad. Por ejemplo, técnicas de respiración o relajación, yoga, mindfulness, etc. Busca tus propias estrategias y ¡empieza a ponerlas en práctica!


jueves, 18 de noviembre de 2021

9 claves para que las personas se abran y confíen en ti

Para conectar con alguien y lograr que se abra y confíe en ti, necesitas tiempo. Asimismo, la autenticidad y la humildad, son dos de esos componentes excepcionales que te permitirán lograr una conexión profunda.

Las claves para que las personas se abran y confíen en ti pueden potenciar tu vida afectiva y profesional. De algún modo, todos necesitamos de esos componentes “mágicos” con los que se constituye el pegamento social y que nos permiten ganar en carisma, conectar de manera profunda con los demás, mejorar nuestros vínculos y ser incluso más felices.

Decía la escritora y activista sordomuda Helen Keller que nada puede lograrse en este mundo si no existe esperanza y confianza. A esta frase le podríamos añadir que, si bien es cierto que la esperanza es algo que debemos cultivar cada uno en nuestro interior, la confianza es esa herramienta social por excelencia que debemos saber promover en los demás para ganarnos su cercanía.

Es necesario entender que esta dimensión excepcional no es fácil de promover, cultivar o desarrollar. La falsedad se percibe, lo forzado se nota, la persona que busca a la desesperada ganarse la confianza de alguien para lograr algo a cambio, va por mal camino.

Necesitamos de un altruismo espontáneo, franco y cercano con el que llegar a las personas de manera auténtica. A continuación, analizamos algunas estrategias que pueden ayudarnos.

Claves para que las personas se abran y confíen en ti

La confianza y la apertura son las piedras angulares en toda relación afectiva, de amistad y también en el ámbito del trabajo. Libros como Building Trust: In Business, Politics, Relationships, and Life de Robert C. Solomon nos recuerdan que estos componentes deberían ser la columna vertebral de nuestra sociedad. Sin embargo, buena parte de las personas se limitan a cultivar lo que denominan como “confianza ingenua”.

A veces construimos vínculos muy frágiles en los que la confianza y la sinceridad se pierden y tergiversan al poco tiempo. Ocurre a nivel relacional y también en los escenarios laborales.

Robert C. Solomon destaca la necesidad de construir un lazo de confianza fuerte, reflexivo y transformador. De este modo, mejoraremos no solo nuestros vínculos, sino también la propia sociedad.

Las claves para que las personas se abran y confíen en ti son las siguientes.

1. Humildad, sinceridad y apertura: demuestra que eres alguien en quien se puede confiar

No puedes pedir lo que tú mismo no ofreces. Nadie tiene derecho a exigir que confíen en él si no es alguien de fiar. Por tanto, es esencial que nos mostremos siempre de manera auténtica, libres de artificios e imposturas.

Factores como demostrar un carácter humilde y sincero siempre crean mayor cercanía, así como esa chispa carismática que se vale de la apertura y la positividad para cautivar y despertar sonrisas. Todo esto se logra mediante una artesanía comunicativa para transmitir positividad y autoconfianza.

2. Empatía y escucha activa

Entre las claves para que las personas se abran y confíen en ti no puede faltar el hilo de la empatía, la capacidad de leer emociones y realidades ajenas para después actuar en consonancia. Por otro lado, no te olvides de la regla de oro: escucha con el corazón, con intención y sentimiento.

3. Coherencia entre lo que dices y lo que haces

Las personas depositamos nuestra confianza en aquellos hombres y mujeres que nos demuestran coherencia. Predicar con lo que decimos, ser coherente en cuanto a conductas y valores, acciones y pensamientos, es esencial para que nos vean como figuras equilibradas con las que se puede conectar sin miedo a que nos traicionen.

4. Busca conectores, esos elementos en los que confluyen intereses comunes

Otras de las claves para que las personas se abran y confíen en ti es buscar intereses comunes. Cuando hay pasiones compartidas, valores similares y visiones de la vida que confluyen en una misma perspectiva, siempre se logran conexiones más rápidas y profundas.

5. Claves para que las personas se abran y confíen en ti: la inteligencia emocional

Trabajos de investigación como los realizados en la Universidad de Johannesburgo indican algo interesante. Una de las claves para que las personas se abran y confíen en ti es desarrollar una buena inteligencia emocional. Así, en este trabajo pudo verse cómo los líderes hábiles en esta competencia contaban con la confianza de sus equipos de trabajo.

Ser competentes en la comprensión y dominio de las emociones, sumado a las buenas habilidades sociales, son siempre un componente de éxito.

6. Haz sencillo lo complicado

Por término medio, si hay algo que valoramos en una persona es su habilidad para hacer sencillo lo complicado, para ver diez soluciones anda cada problema y cien salidas ante cada dificultad. Lograrlo requiere desarrollar una actitud positiva, pero resolutiva a la vez, esa en la que uno no duda en actuar para atajar cualquier adversidad.

7. Muestra competencia y resolución

Factores como la pereza, la indecisión, el postergar tareas, el decir que se va a hacer algo y más tarde se descuidan generan una elevada desconfianza. Las personas conectamos más con quien muestra resolución y es activo a la hora de quitar cargas y resolver cualquier pequeño problema.

8. Claves para que las personas se abran y confíen en ti: muestra interés sin ser invasivo

Una de las claves para que las personas se abran y confíen en ti es que seas capaz de encontrar ese equilibrio entre el interés por ellas y el respeto a la intimidad. Ese es un baile delicado que solo los más hábiles saben lograr.

A todos nos gustan esas personalidades que se preocupan y demuestran interés, pero que son meticulosos a la hora de respetar espacios.

9. Ganarte la confianza de alguien lleva tiempo

Hay un último aspecto. Para lograr una confianza auténtica, fuerte y trascendente para que una persona se abra a ti, necesitas tiempo. En esta sociedad donde prima lo inmediato y lo urgente, los asuntos que son territorio de lo emocional exigen mesura, delicadeza, inversión cotidiana.

Por tanto, no demos nada por sentado, no queramos quemar etapas antes de hora. Las cosas más duraderas se atienden a diario con intención, voluntad, delicadeza y sentimiento.


miércoles, 17 de noviembre de 2021

Las 9 diferencias entre genotipo y fenotipo

Identificar las diferencias entre genotipo y fenotipo es fundamental para comprender cómo influyen la herencia y el ambiente en nuestra manera de pensar, hacer o sentir. En el fondo subyace una cuestión, ¿lo heredamos o lo aprendemos?

Que el comportamiento tenga origen en los genes o en el ambiente es un debate en muchos campos de la psicología. La precisión en este sentido reside en las diferencias entre genotipo y fenotipo.

La genética es la rama de la biología que estudia la forma en que se transmite la herencia. Su principal objeto de estudio son los genes: unidades moleculares de información de esta herencia genética. Por eso, en textos sobre este tema es habitual encontrar las dos palabras que nos ocupan. Ahora, ¿qué diferencias hay genotipo y fenotipo ellas?

Si te interesa esta cuestión, aquí encontrarás tanto la definición de cada una como las diferencias entre ambos términos. Conocerlas es el primer paso para abordar la cuestión del origen de nuestro comportamiento.

Genotipo y fenotipo: definición

El fenotipo es la manifestación física de la información contenida en el genotipo a nivel general. A continuación tienes las definiciones de cada uno de los conceptos en mayor detalle.

¿Qué es el genotipo?

El genotipo es el código genético de las células de un organismo que determina las características de un individuo. Los seres humanos somos el resultado de la suma de los 30 000 genes de nuestro genoma.

La expresión genética viene determinada por muchos factores, ya que nuestros genes se expresan de forma particular dependiendo de lo que sucede a nuestro alrededor. Incluso es posible que algunos de ellos se silencien o se activen por esto. Esto nos lleva directamente a la siguiente definición.

¿Qué es el fenotipo?

El fenotipo es el conjunto de rasgos observables que se deben a la expresión regulada de genes en función del ambiente. Esto tiene manifestaciones a nivel físico y conductual, de forma que los individuos son el resultado de la interacción de ambos mundos.

El ejemplo más común para ilustrar la potencia del fenotipo son los gemelos: a pesar de ser idénticos genotípicamente hablando, pueden tener una expresión genética distinta. Esto, combinado con vivir vidas independientes, los hacen personas únicas y distintas.

Las diferencias entre genotipo y fenotipo
Si queremos profundizar un poco más en la cuestión, es necesario aludir a las diferencias fundamentales entre genotipo y fenotipo. A continuación puedes conocer las más importantes:

  1. El fenotipo es el resultado de la interacción entre genotipo y ambiente: no solo se reduce a la expresión de los genes, sino que los eventos ambientales –alimentación, enfermedades, educación, etc.- influyen directamente en cuáles se manifiestan y cuáles se silencian.
  2. El fenotipo es observable, el genotipo no: el único reflejo de los genes se observa en rasgos físicos como el color de piel o, en el caso de la psicología, en ciertas tendencias comportamentales.
  3. Puede haber dos genotipos iguales, pero no dos fenotipos: volviendo al caso de los gemelos, se trata de personas con la misma carga genética, pero a simple vista son distintos.
  4. El fenotipo varía a lo largo de la vida, el genotipo no: salvando las mutaciones genéticas propias del envejecimiento celular, los genes que porta una persona son los mismos desde que nace hasta que muere.
  5. El genotipo se hereda, el fenotipo no: puesto que el primero es una manifestación combinada de los genes de los progenitores, puede transmitirse a la siguiente generación. El fenotipo, en cambio, depende en parte del ambiente, por lo que no se puede heredar.
  6. El genotipo no es moldeable, el fenotipo sí: el ambiente puede cambiar el fenotipo, pero no los genes que porta una persona.
  7. Pruebas para evaluar genotipo y fenotipo: mientras que el fenotipo basta con observarlo, para conocer la carga genética es necesaria una prueba de secuenciación de ADN, como una PCR o una prueba de paternidad.
  8. El genotipo y el fenotipo no siempre concuerdan: la manifestación de una enfermedad, por ejemplo, puede estar ligada a un gen recesivo, en la que los progenitores lo portan y no lo manifiestan, pero la descendencia sí.
  9. Los rasgos fenotípicos pueden involucrar más de un gen: el color de ojos, por ejemplo, está influenciado por más de 3 genes, a pesar de ser un solo rasgo.

La genética es un campo complejo, al igual que los factores que regulan el caos del ambiente. Por eso, es normal que conceptos tan básicos, como genotipo y fenotipo, trasciendan a asuntos mucho más alejados, como las diferencias entre sexos o la incidencia de ciertas enfermedades. Lo que está claro es que ningún aspecto de las personas está determinado por un solo factor: somos complejos.

martes, 16 de noviembre de 2021

16 preguntas para resolver problemas

¿Estás haciendo frente a uno o varios problemas? Estas preguntas te permitirán orientar tus pensamientos en busca de soluciones.

Las preguntas para resolver problemas son más útiles y necesarias que nunca. En un contexto de cambios e incertidumbre sería maravilloso tenerlo todo claro y no dejar espacio a los miedos. Sin embargo, la vida tiene poco de poética y es bastante compleja.

Algo que tenemos claro desde un punto de vista psicológico es que nos faltan recursos en el buen arte de la resolución de problemas. Por término medio, muchas personas se bloquean ante los contratiempos, no saben ver las prioridades y, poco a poco, quedan atrapadas en la maraña de la ansiedad. Potenciar la alfabetización en esta competencia revierte de manera directa en nuestra calidad de vida.

Estas sencillas estrategias nos permitirán desarrollar recursos nuevos para manejar las incidencias y desafíos cotidianos.

Preguntas para resolver problemas

A lo largo de nuestra existencia nos encontramos múltiples baches en el camino. Algunas piedras son más pequeñas y otras se alzan ante nosotros como auténticas montañas. Lo complejo de la resolución de problemas es que muchas veces tenemos que lidiar también con nuestras emociones. Miedo, ansiedad, incertidumbre, inseguridad, angustia…

Estudios, como los realizados en la Universidad de Maryland, indican que condiciones como la ansiedad bloquean por completo nuestra capacidad de cognición. En esas situaciones en las que nos sentimos muy ansiosos cuesta focalizar la atención, reflexionar, priorizar y tomar decisiones.

No podemos descuidar tampoco el factor emocional y la sobreactivación fisiológica que cursa cuando vemos desafíos en nuestro horizonte. Estrategias como plantearnos un conjunto amplio de preguntas para resolver problemas nos pueden ayudar en lo siguiente:
  • Identificar los aspectos más relevantes.
  • Organizar la información.
  • Tomar contacto con nuestras necesidades.
  • Plantear múltiples soluciones de manera creativa.
  • Simplificar la complejidad.
  • Replantear los problemas para verlos desde múltiples perspectivas.
  • El listado de preguntas que viene a continuación puede ser una buena herramienta para hacer frente a los desafíos diarios.
1. ¿Cuáles son los aspectos más importantes de este problema?

El primer paso es clarificar qué es lo más destacable de este problema. Muchas veces, las personas nos dejamos llevar por las ramas situando la atención en aspectos secundarios y no en el núcleo principal de ese obstáculo.

2. ¿Estoy haciendo algo que puede empeorar esta situación?

Entre las preguntas para resolver problemas no puede faltar esta. En ocasiones, acabamos haciendo lo opuesto a lo que debemos. Por ejemplo, aumentamos nuestras preocupaciones, no pensamos en lo que nos ocurre o esperamos a que las cosas se resuelvan solas.

3. ¿Estoy culpando a otros por esta situación? ¿Gano algo con ello?

Una tendencia que demuestran muchas personalidades es encender el ventilador y repartir culpas. En lugar de asumir la responsabilidad de lo sucedido o la simple obligación de hacer frente a aquello que a uno le preocupa, prefieren buscar culpables a sus contratiempos. No es lo adecuado.

4. ¿He hecho algo para solucionar este desafío? ¿Me ha sido de utilidad?

Una clave decisiva es valorar qué hemos hecho hasta el momento para solucionar lo que nos quita la calma. Si hemos llevado a cabo algún tipo de acción es momento de valorarla y pensar qué aspectos podríamos mejorar.

5. ¿Me he visto antes en una situación parecida?

¿Hemos estado en el pasado en alguna situación semejante? ¿Cómo salimos del paso? ¿Podemos aplicar a este problema las mismas estrategias?

6. ¿Estoy reforzando la preocupación con pensamientos como “seguro qué, lo peor es qué, lo que puede pasar es qué”?

Los razonamientos condicionales y catastrofistas no son útiles a la hora de abordar un desafío. Evitemos incrementar el malestar pensando en lo peor o dudando de nosotros mismos.

Se trata de aplicar un enfoque más objetivo, autocompasivo y lógico. Es momento de confiar en nosotros.

7. ¿Cuáles son mis mejores virtudes y fortalezas? ¿En qué me pueden ayudar en esta situación?

Entre las preguntas para resolver problemas no puede faltar esta. Lo ideal es hacer un listado de esas cosas que se nos dan bien y que pueden ayudarnos en esta circunstancia. Todos tenemos un potencial evidente que no siempre apreciamos como deberíamos.

8. ¿He pedido ayuda a alguien?

A veces pesa más el orgullo o incluso la vergüenza. Son muchos los que no dan el paso para solicitar ayuda, consejo o apoyo porque no les agrada demostrar vulnerabilidad o falibilidad. Sin embargo, nada es tan valiente y acertado como permitirnos recibir ayuda cuando lo necesitamos.

9. ¿Qué tipo de planes puedo trazar para solucionar este problema?

Es momento de diseñar no una, sino varias estrategias. Potenciemos el ingenio para diseñar múltiples planes de acción.

10. ¿Qué excusas me estoy poniendo para no empezar a poner en práctica esos planes?

“Ya es tarde. Todo está perdido. Si a tal persona no le ha funcionado tampoco me funcionará a mí. Lo mejor es no hacer nada y esperar a ver qué ocurre. Es lo que hay, esto le pasa a todo el mundo ahora y no hay más opción que aguantarse”.

No lo hagas, no alimentes tu mente con excusas o te quedarás situado para siempre en el cercado del miedo y el fracaso. Desinfecta estos pensamientos de tu mente y siembra esperanza, resiliencia y coraje.

11. Si tuviera que dar un paso valiente y creativo ¿cuál sería?

Todos tenemos un gran potencial creativo capaz de diseñar estrategias altamente innovadoras. En momentos de necesidad, debemos ser más arriesgados y originales que nunca.

12. ¿Qué me frena para poner en práctica esa decisión valiente?

Entre las preguntas para resolver problemas esta es una de las más decisivas. Debes identificar qué alambradas limitan tu valentía. Es momento de afrontar tus miedos.

13. ¿A qué debería renunciar ahora mismo para tener éxito en esos planes?

Aunque no lo creas, hay muchas trampas psicológicas que están limitando tu avance y tu capacidad para resolver ese problema. Ejemplo de ello son la inseguridad, el temor a salir de tu zona de confort, a iniciar algo nuevo, a decepcionar a ciertas personas… Piensa en ello.

14. ¿Confío en mí o hay algo (alguien) que me lo impide?

¿Confías en tus recursos y capacidades para afrontar ese cruce en tu destino? ¿Cómo de fuerte son ahora mismo tu autoestima, tu autoconcepto y tu autoconfianza? ¿Hay alguien que te boicotea o infravalora? ¿Qué deberías hacer ante esto?

15. ¿Qué puedo hacer si al aplicar esa estrategia fracaso?

Es momento de pensar en planes alternativos, en salidas diferentes en caso de que el primer plan fracase. Los errores son comunes, nadie tiene éxito a la primera.

Sin embargo, un paso atrás no es más que una manera de tomar más impulso. Diseña más planes de acción.

16. ¿Cómo sería mi vida si lograra solucionar ese problema?

La última de nuestras preguntas para resolver problemas es una invitación directa a visualizar cómo sería tu vida si tuvieras calma y bienestar. ¿Cómo sería tu realidad cotidiana si pudieras vencer y solucionar ese contratiempo, ese problema o ese bache en el camino? Piensa en ello porque esa imagen debe ser tu motivación cotidiana para superarte.