jueves, 31 de marzo de 2022

¿Cómo dejar de llorar?

Siempre será más importante liberar las emociones en lugar de detener o reprimir el llanto. Sin embargo, en ocasiones, necesitamos dejar de llorar para controlar esa situación y pensar en lo que nos está sucediendo. Te explicamos a continuación cómo lograrlo.

El llanto emocional es un comportamiento instintivo que favorece la liberación del estrés y la gestión de estados como la tristeza, el duelo, la rabia, la angustia, una ruptura afectiva, etc. Pocas conductas son más catárticas, pero mal vistas socialmente a la vez.

Al que llora se le considera débil e inestable emocionalmente. Quizá, por ello, nos vemos a menudo en la necesidad de detener, de parar esa reacción fisiológica. También puede darse el hecho de que alguien por su personalidad sea más tendente a llorar por casi cualquier cosa, incluidos aspectos nimios y sin importancia. Por tanto, es lícito que en algún momento nos veamos en la tesitura de querer detener el llanto y no saber cómo.

Como bien decía el escritor C. S. Lewis, el llanto está bien a su manera mientras dure. Sin embargo, siempre llega un momento en el que debemos parar para decidir qué hacer con lo que nos sucede. Saber qué hay detrás de esta reacción psicofisiológica es esencial.

¿Por qué a veces no podemos dejar de llorar?

En ocasiones, tenemos épocas en las que lloramos por todo y por nada. Esa reacción emocional tiene un origen, un desencadenante que es mejor clarificar y entender. No podemos optar por reprimir ese mecanismo, por focalizarnos en dejar de llorar como quien coloca una tirita sin curar antes la herida.

Esta respuesta fisiológica puede tener múltiples orígenes, estados y hasta trastornos psicológicos que conviene clarificar.

Razones existentes detrás del llanto

Por término medio, las causas que orquestan estas situaciones pueden ser las siguientes:

  • La ansiedad mantenida en el tiempo, esa que deriva poco a poco en la indefensión, en la percepción de que no podemos hacer nada ante lo que nos sucede.
  • Alteraciones hormonales. Condiciones como las asociadas a las alteraciones de la tiroides pueden explicar esos cambios en el estado de ánimo.
  • El agotamiento físico y mental.
  • Los duelos (pérdidas de personas queridas, rupturas afectivas, etc.).
  • Los trastornos del estado de ánimo y de la personalidad.
  • El estrés.
  • Los rasgos de personalidad, como ser excesivamente empáticos.
3 técnicas básicas para dejar de llorar

Agua, proteínas, glucosa, sal… Se dice que las lágrimas tienen casi tantos componentes como el plasma sanguíneo. Es casi como la “sangre” invisible de nuestras emociones y ese material que nos hace humanos, aunque existan animales que también tienen la capacidad expresar una forma de llanto, según los expertos.

Así, y aunque sepamos que las lágrimas pueden ser incómodas en muchas ocasiones, dejar que fluyan no duele, libera. Sin embargo, en ocasiones necesitamos detener esta conducta y por ello nos preguntamos cómo dejar de llorar. Cabe señalar que hay poca literatura científica sobre cómo lograrlo de manera efectiva.

Aunque, trabajos como los realizados desde la Universidad de Oxford y la Universidad de Konstanz profundizan en este tema. Destacaron que existen dos tipos de técnicas: las centradas en la emoción subyacente y aquellas focalizadas en el acto de llorar como tal. En nuestro caso, profundizaremos en estas dos herramientas y en algunas más. Las analizamos.

Técnicas cognitivas: pensamientos que gestionan emociones

Para quien se pregunte cómo dejar de llorar es adecuado empezar primero por los recursos cognitivos. Es decir, poner en el foco en nuestros pensamientos y recurrir a estrategias mentales. Para ello, nos será de utilidad plantearnos las siguientes cuestiones:

  • ¿Por qué quiero dejar de llorar? A veces, el estigma social circundante provoca que optemos por querer reprimir el llanto, es cierto. Si es nuestro caso, si queremos sofocar el llanto para no llamar la atención es recomendable que nos digamos lo siguiente –> “Me contengo de llorar ahora ante los demás, pero cuando llegue a casa me desahogaré en libertad e intimidad (elijo aplazar el llanto)”.
  • ¿Tengo motivos reales y razonables para llorar? A veces, es bueno profundizar en esas razones por las que lloramos para cuestionarnos y pasarlos por el filtro de la realidad.
  • ¿Puedo reevaluar lo que siento? Es cierto, en ocasiones, la intensidad emocional es tan elevada que cuesta un poco pensar con claridad. Sin embargo, nos puede ser de ayuda reevaluar pensamientos, darles otro enfoque más ajustado –> “Es cierto que este tema me preocupa, pero si me calmo podré pensar con claridad y tomar mejores decisiones”.
Técnicas conductuales: acciones que desvían la emoción

Para quien se pregunte cómo dejar de llorar, le serán de gran ayuda las estrategias conductuales que estas acciones están orientadas a desviar la emoción; ya que siempre es adecuado conectar con lo que sentimos para gestionar de raíz esa situación.

Veamos esos recursos más sencillos que pueden ser de gran ayuda:
  • Un recurso conductual sencillo y efectivo que según Vingerhoets et al. es efectivo para dejar de llorar es cambiar la situación en la que estamos. Si nos encontramos en el trabajo, salgamos al pasillo a tomar un café. Si estamos en una biblioteca, salgamos a tomar el aire.
  • La distracción es otra respuesta adecuada: coger el móvil para escuchar música, usar muñecos antiestrés, llamar a alguien o hacer deporte puede ayudarnos.
  • La respiración profunda o diafragmática es muy adecuada en las situaciones de elevada intensidad emocional.
  • Salir a caminar.
  • Beber agua puede facilitar también reducir ese nudo en la garganta que aparece durante el llanto.
  • Coger papel y lápiz para escribir o simplemente dejar la mente en blanco y dejar que la mano garabatee o dibuje puede ser útil.
Técnicas emocionales para conectar con la raíz del problema

Las técnicas anteriores para dejar de llorar nos pueden servir de parche en un momento puntual. Sin embargo, harán más fácil la resolución del problema de raíz o su desencadenante. Necesitamos recurrir a estrategias psicoemocionales para comprender el porqué de esa reacción, gestionar la emoción que la provoca y aplicar cambios para mejorar nuestro bienestar.

Es bueno entender que las lágrimas no son nuestras enemigas, no por permitirlas somos débiles o falibles. En realidad, son las aliadas de la catarsis emocional. Sin embargo, cuando estas cesan, llega la auténtica labor: resolver lo que duele. Por ello, es recomendable recurrir a alguna estrategia emocional como las siguientes:

  • Valida lo que sientes: las sensaciones y emociones que experimentas son aceptables, no las reprimas. Dales espacio y acéptalas.
  • Ahora visualiza esas emociones desde la distancia, como si estuvieras viendo la pantalla de un cine. ¿Qué hay detrás de ellas? ¿Por qué están ahí? ¿Qué quieren decirme? No te juzgues en ningún momento.
  • Racionaliza. ¿Qué puedes hacer para sentirte mejor? ¿Qué cambio puedes hacer a corto y largo plazo para mejorar esa situación?
Para concluir, bien es cierto que cuando nos ahogamos en un mar de lágrimas queremos detener cuanto antes esa situación. Sin embargo, solo cuando nos permitimos navegar entre nuestras emociones aprendemos a coger el timón, recuperando el control.

miércoles, 30 de marzo de 2022

La regla de los 4 regalos en Navidad

Ni dos, ni ocho ni diez. Cuatro es la cifra de regalos perfecta que recomiendan los expertos para los más pequeños en Navidad.

Diciembre es época de consumismo. Los regalos son una parte importante de las fiestas decembrinas, una tradición que lejos de reducirse ha aumentado exponencialmente. Los más pequeños son los más beneficiados en cuanto a obsequios se refiere, lo cual por supuesto supone un dilema sobre cuál es la cantidad correcta.

En efecto, son los niños quienes se saturan de una mayor cantidad de regalos. Reciben regalos de sus padres, sus familiares y sus amigos, lo cual da como resultado una sobreexposición a ellos.

La regla de los 4 regalos de Navidad propone un límite de presentes para recibir, uno que conlleva a repercusiones positivas en los más pequeños. Quédate hasta el final para descubrir cuáles son sus ventajas.

¿Qué es la regla de los 4 regalos en Navidad?

La regla de los 4 regalos de Navidad plantea que solo hacen falta cuatro regalos al momento de planificar los obsequios de los más pequeños. La regla se centra en ellos, aunque esto no implica que no se pueda usar en adolescentes o adultos. La elección de los regalos no es aleatoria, sino que tiene en cuenta lo siguiente:
  • Algo que quiera.
  • Algo que necesite.
  • Algo que pueda ponerse o usar (ropa, zapatos, accesorios y demás).
  • Algo que pueda leer.
Como ves, los regalos están pensados milimétricamente, de manera que no se dejan al azar. Tienen una función práctica, una que además abarca todo un espectro que van desde satisfacer un capricho y ajustarse a una necesidad hasta completar su guardarropa y fomentar sus competencias en la lectura.

Por supuesto, los regalos deben adaptarse a los gustos del pequeño (o del adulto). El libro que le regales y la prenda de ropa que elijas deben acoplarse a sus intereses, a pesar de que no estén en su lista de prioridades para ese momento. Así aseguras de invertir tu dinero en objetos funcionales que serán utilizados por él.

En términos generales, se trata de apostar por la calidad en vez de la cantidad. Lo ideal es que el pequeño solo reciba cuatro regalos de Navidad, de manera que la familia deba ponerse de acuerdo para evitar hacer obsequios paralelos. La regla de los 4 regalos de Navidad se rompe cuando no se hace esto último, por lo que se requiere planificación entre todos.

¿Cuáles son las ventajas de esta regla?

Todos recuerdan la rabieta del joven Dudley Dursley al recibir solo 36 regalos para su cumpleaños en contraste de los 37 del año anterior. Esta escena de Harry Potter sintetiza muy bien por qué es una buena idea implementar la regla de los 4 regalos.

Ya hemos estipulado que la época decembrina es la época de consumismo. De acuerdo con los expertos la principal motivación para comprar y recibir regalos durante esta temporada obedece a este principio, uno que incluso puede llegar a grados compulsivos. En contra de esto último, algunos llaman al consumo sostenible para evitar las ansiedades verdes en Navidad.

La evidencia indica que la mayoría de los regalos que esperan los más pequeños giran en torno a deseos por satisfacer en vez de necesidades prácticas. Estos deseos, tal y como indican los estudios, están influenciados en su mayoría por la publicidad que se ve en televisión, las redes sociales, los videojuegos y demás. Te dejamos las siguientes razones para utilizar la regla de los 4 regalos de la Navidad.

Enseñas a apreciar el valor de las cosas

Con frecuencia, el valor de las cosas se pierde en la medida en que se tienen más. Una vez satisfacemos nuestros deseos, nuestro interés por ellos desaparece, o en todo caso disminuye. Esto es algo que se aplica también a los obsequios, de manera que aplicar la regla de los 4 regalos en Navidad es una forma de enseñarle a apreciar el valor de las cosas que recibe.

Evitas que piense que siempre se satisfarán sus caprichos

Que el pequeño no reciba siempre todo lo que desea es una manera de enseñarle a tolerar la frustración. No se trata de no darle regalos, sino de no convertir este acto es un festival de caprichos. Hacer esto es un camino seguro para malcriarlo, algo que tendrá repercusión más adelante.

Muestras el verdadero valor de la época

Sin ánimo de caer en clichés, el sentido de las fiestas decembrinas no gira en torno a los regalos. Al margen de tus creencias religiosas lo importante es que sea un momento para compartir con el círculo íntimo, principalmente con la familia y seres queridos.

Transmites el valor práctico de dar un obsequio

De esta manera, evitas que asimile que dar un regalo es una experiencia vacía. Lo importante al dar un obsequio es la intención, no su valor en sí mismo. Recuerda que son la suma de estas pequeñas enseñanzas lo que hará del pequeño un adulto funcional.

La intención de los 4 regalos de Navidad no es otra que evitar dar regalos por dar, reducir el consumismo, extinguir posibles episodios de malcriadez y por supuesto apostar por la unión de la familia. No apela por eliminar la figura del regalo, sí a evitar episodios de saturación de estos que no tienen un impacto positivo en la economía o en la crianza del pequeño.

martes, 29 de marzo de 2022

La teoría de recuperación del estrés de Ulrich

La teoría de recuperación del estrés de Ulrich fue una de las primeras en analizar a fondo la relación que existe entre los estados de ánimo y los espacios físicos. Lo que la diferencia de otras es su esfuerzo por estar en sintonía con la teoría evolutiva.

La teoría de recuperación del estrés fue propuesta por Roger Ulrich y es una perspectiva interesante para el manejo del gran enemigo del ser humano en la actualidad: el estrés. Hay suficiente evidencia de que este no solo resta calidad de vida, sino que también puede tener efectos catastróficos sobre la salud física y mental.

Roger Ulrich era un profesor de arquitectura paisajística y urbanismo, de la Universidad de Texas (Estados Unidos), cuando planteó la teoría de recuperación del estrés, en 1983. Se había interesado por un tema que no era muy investigado en la arquitectura: la relación entre los espacios físicos y la salud.

Después de largos estudios al respecto, Ulrich planteó esta teoría que señala, entre otros aspectos, que el estrés se encuentra muy asociado a los espacios físicos. Sustentó su idea con base en la neurobiología y señaló que esto es resultado del mismo proceso evolutivo de la raza humana.

La teoría de recuperación del estrés: ¿en qué consiste?

Roger Ulrich señala que durante los primeros procesos de selección natural en la raza humana comenzaron a desarrollarse respuestas fisiológicas y psicológicas frente a los estímulos que ofrecía el ambiente. Estas eran involuntarias y automáticas. Ante estímulos amenazantes, se configuró la respuesta de lucha o huida.

En esas circunstancias, aumenta el ritmo cardiaco, se acelera la respiración, se reduce la digestión y el hígado libera glucosa para obtener energía. Para todo ello, el organismo debe hacer un esfuerzo importante y, por lo tanto, genera fatiga. Pese a ello, esta respuesta se consolidó, ya que hacía posible una respuesta rápida, lo cual era esencial para la supervivencia ante una amenaza.

Lo anterior constituye el núcleo del estrés. En principio, como respuesta a amenazas concretas del entorno, que podían poner en riesgo la integridad o la vida. Hoy en día, hay estímulos que se perciben como amenazantes, aunque no lo sean. En las grandes ciudades, en particular, el estrés se activa con frecuencia. A largo plazo, esto altera la salud.

Un tema evolutivo

Para comprender la teoría de recuperación del estrés, conviene situarnos en los albores de la especie. El humano estaba amenazado por animales peligrosos; no tenía su fuerza o su habilidad, pero sí contaba con inteligencia y sabía que esta era una herramienta poderosa. Por lo tanto, necesitaba recuperarla rápidamente, si algo la alteraba.

El hombre prehistórico, probablemente, trepaba a los árboles cuando era perseguido por un león. Así se salía de su alcance y, ya a salvo, lograba recuperar su estado fisiológico y psicológico de seguridad. Mientras tanto, en lo alto, divisaba su entorno. Hoy en día estamos programados para enfrentarnos o huir de los grandes animales. En eso somos iguales a los seres humanos primitivos.

También persiste el hecho de que el sistema nervioso simpático es el que interviene para ponernos alerta y desencadenar la respuesta de estrés. De la misma manera, es el sistema parasimpático el que se encarga de trabajar para que el cuerpo y la mente vuelvan a su estado de activación basal.

Ulrich encontró que hay estímulos que impactan a ese sistema parasimpático para que se active: la vegetación y el agua. Es lo mismo que miraban nuestros antepasados, trepando a un árbol y huyendo de una fiera.

La apertura espacial

Roger Ulrich encontró que los espacios cerrados, sin salida, o con salida difícil de localizar son potencialmente estresantes. No generan la sensación de refugio, sino de encarcelamiento. No estimulan al sistema parasimpático, sino al simpático. Por lo tanto, incrementan el nerviosismo en lugar de reducirlo.

De lo anterior se desprende que los espacios abiertos son más adecuados cuando se experimenta estrés. Los primeros hombres encontraron en las sabanas su hábitat ideal. Eran más capaces de sobrevivir cuando estaban en ellas. Sus principales características: vegetación, agua y horizonte. Ese es el escenario, por excelencia, de la vida humana.

Tampoco eso parece haber cambiado. El ser humano de hoy también se siente más cómodo y seguro cuando divisa espacios abiertos, percibe el agua y se compenetra con la vegetación. Al final, somos parte de la naturaleza y estos espacios nos devuelven a esos básicos biológicos que se camuflan, pero siguen existiendo por más que vivamos en una gran ciudad.

Total, la teoría de recuperación del estrés señala que cuando se experimentan esos estados, lo ideal es ir a un sitio con vegetación y agua. Por las razones psicoevolutivas expuestas, estos lugares tienen el potencial para estimular el sistema parasimpático y devolvernos la serenidad.


lunes, 28 de marzo de 2022

¿Qué significa el color lila en psicología?

¿Qué significado le solemos atribuir a este color? ¿Dónde lo encontramos y por qué? En este artículo vamos a intentar responder a estas preguntas, lectores curiosos..

El significado del color lila tiene mucho que ver con la flor que le da su nombre. Si bien no es un color primario, sí es el derivado de uno de ellos, el violeta, cuyo nombre proviene también de la flor homónima.

Este color es profundamente emocional y está muy sujeto a la concepción propia de cada cultura, pues su rara y apreciada presencia en la naturaleza está muy presente en la mente colectiva. Además, es mezcla de un color frío y otro cálido, por lo que comparte significados propios de los dos grupos cromáticos.

¿Te ha picado la curiosidad por el lila? En este espacio podrás encontrar tanto la vertiente psicofísica del lila como las connotaciones emocionales que suscita en los humanos. No te lo pierdas.

La física del color lila

El lila es el resultado de mezclar el violeta con el blanco. Tanto uno como otro se perciben gracias a la excitación simultánea de los conos del rojo y el azul cuando la luz tiene una longitud de onda de entre 380 y 420 nanómetros.

Según el método aditivo de obtención de colores, el lila se obtiene superponiendo luz azul y roja en distintas proporciones, pues la roja debe ser más débil. Si a esta mezcla se le añade brillo, de ella resulta el lila.

Por otro lado, la teoría sustractiva o de pigmentos obtiene el color lila a través de la mezcla del rojo y el azul para conseguir el violeta. Si a este se le añade blanco, se obtiene el lila, de ahí que se considere una de las tonalidades del violeta.

Significado en psicología

La psicología ha estudiado largamente el efecto de los colores sobre las emociones, los pensamientos y las decisiones. Una vez el color se ha definido en nuestro cerebro como la percepción visual que es, pasa a activar diferentes estructuras relacionadas con las emociones y las experiencias personales y culturales.

Según Eva Heller en su libro Psicología del Color, las tonalidades cálidas evocan sensaciones de excitación e intensidad, mientras que las frías transmiten sentimientos más sosegados, como la tranquilidad y la reflexión. En esta misma línea, la autora afirma que el lila es un color relacionado con la estética y la feminidad.

Otros significados relacionados con estos últimos son la elegancia, la extroversión y la apertura de mente. Se asocia a la madurez, así como al equilibrio emocional y la empatía relacionada con el cuidado de los demás. No obstante, el significado del lila ha ido cambiando con el tiempo: un ejemplo de ello es que se consideraba el color de la realeza en la Edad Media y luego el símbolo de la extravagancia en la corriente artística del art nouveau.

Usos del color lila

Donde más se ha empleado ha sido en el ámbito del marketing por su asociación con el lujo, la creatividad y el conocimiento. Por ello, es fácil de encontrar en productos de papelería y artículos relacionados con el arte (desde tablets de dibujo profesional hasta piezas para manualidades).

No obstante, ciertas partes de los profesionales de las ventas se resisten a usar el violeta y sus derivados por el corto alcance de su longitud de onda. Aunque se trate de un color profundamente emocional, no es vistoso ni llama la atención a distancia.

Otro de los usos más comunes es en la decoración de interiores. Es fácil ver lila, rosa y otros colores cálidos en tonalidades pastel (que favorecen las sensaciones de cariño, cuidados y tranquilidad) en estancias como áreas de maternidad, clínicas de fertilidad y áreas de descanso.

¿Qué significado tiene el color lila en otras culturas?

La cultura y el entorno social determinan en gran medida el efecto que tienen los colores sobre la emocionalidad. Por eso, a continuación tienes una variedad de interpretaciones que se encuentran en diferentes lugares del mundo:

  • Europa: si se toma en cuenta la influencia de la religión católica, el lila representa la humildad, la penitencia y la cuaresma. A nivel más general es el color de la fantasía, el arte y la espiritualidad.
  • Sudamérica: el morado y sus derivados son símbolo de alegría, debido al gran número de flores de ese color que se abren en época de cosecha.
  • Culturas del lejano Oriente: en China, el púrpura y el lila representan la consciencia espiritual, la sanación y la abundancia. En Tailandia es el color del luto, mientras que en Japón representa el lujo y la aristocracia.
Su asociación en los últimos años con los movimientos de liberación de colectivos oprimidos ha supuesto el inicio de una nueva tendencia para este color. El lila pasó de ser la bandera de la maternidad al de la liberación de aquellas que no quieren ser forzadas a tener hijos. La psicología del color es un campo en constante evolución, así que no dejes nunca de curiosear.

domingo, 27 de marzo de 2022

La emoción desplazada, cuando tus reacciones tienen otros orígenes

Muchas veces, detrás de nuestros enfados con los demás, hay una emoción no aceptada y de valencia negativa que empleamos en contra de quienes no lo merecen.

La emoción desplazada define un tipo común de mecanismo de defensa. Aparece cuando nos cuesta lidiar con sentimientos o sensaciones complicadas. En lugar de afrontarlas, de tomar contacto con ellas para entenderlas, la mente opta por redirigirlas a otra esfera, a otra dimensión, conducta o persona.

Podemos describir muchas situaciones que edifican este proceso psicoemocional y que a todos nos será familiar. Sucede cuando, por ejemplo, tenemos un jefe que nos suscita un elevado estrés y malestar. No es fácil gestionar esa situación. No es sencillo poner en orden nuestros sentimientos porque son afilados, angustiantes y con una gran valencia negativa.

En su lugar, lo que hacemos muchas veces es volcar todo ese desprecio, dolor e injusticia en nuestra pareja mediante el mal humor. La frustración y el sufrimiento interno se desplazan al exterior a través de reacciones poco ajustadas hacia quienes menos las merecen. Esa ira queda liberada del modo menos saludable, puesto que lo que genera a corto y plazo es arrepentimiento y como consecuencia un mayor malestar.

Reprimir o desplazar emociones no sirve de nada. Nuestro estado emocional adverso o problemático no solo permanece, sino que se intensifica. Profundicemos un poco más en este tema.

¿Qué es la emoción desplazada?

El concepto de desplazamiento, en alemán verschiebung, tiene su origen en Sigmund Freud. Se trata de un mecanismo de defensa inconsciente que la mente pone en marcha cuando no puede aceptar una emoción demasiado hostil. En su lugar, la desplaza, la conduce hasta otro lugar para buscarle una salida más aceptable, y liberar así esa tensión.

El padre del psicoanálisis estableció que, por lo general, las personas llevamos a cabo muchos tipos de “desplazamientos”; un ejemplo de ello sería la clásica proyección psicológica. Cuando alguien no acepta una característica o dimensión problemática en uno mismo la “desplaza” en los demás, viendo en quienes le rodean defectos que en realidad son propios.

Ahora bien, Freud explicó también que no todos los desplazamientos son negativos. La sublimación, por ejemplo, consiste en desplazar sentimientos sexuales inaceptables hacia escenarios creativos. El arte sería por ejemplo un mecanismo para expresar, de manera inocua y catártica a la vez, alguno de esos impulsos que a la mente le cuesta aceptar.

Ahora bien, más allá del marco psicoanalítico hay un hecho indudable. El desplazamiento emocional es una conducta mental es una conducta mental que llevamos a cabo con frecuencia…

La negación desplazada, cuando no aceptamos lo que sentimos

La emoción desplazada se manifiesta de muchas maneras, la más recurrente es negando lo que sentimos y hasta lo que deseamos. Pongamos un ejemplo. Llevamos mucho tiempo soñando con un ascenso en nuestro trabajo. Sin embargo, cada vez que aparece la oportunidad, se nos niega. Siempre es otro el que logra el reconocimiento.

Al final, nuestra mente, incapaz de procesar tanta frustración, rabia, injusticia y decepción, termina convenciéndonos de que, en realidad, no queríamos ese ascenso. Negamos esas emociones y además negamos nuestras ambiciones. Este mecanismo de defensa nos sitúa en una zona de confort donde la vida, en apariencia, deja de doler, pero donde a su vez nuestro potencial se recorta y difumina.

Transferencia directa, la emoción como arma agresiva

Todo lo que no se acepta, no se asume y ni se procesa sigue estando presente. Negar una emoción es como intentar sumergir un balón debajo del agua. Al final acaba emergiendo con fuerza; y a veces hasta nos golpea. Esto es lo que sucedería con la emoción desplazada cuando se lleva a cabo el mecanismo de transferencia directa.

Son esas situaciones en las que al acumular tanta carga de frustración y negatividad, la acabamos volcando sobre los demás. Hablamos mal a nuestra pareja, tenemos cada vez menos paciencia con nuestros hijos y cada vez discutimos más con los amigos.

La emoción desplazada y la transferencia conductual

Hacer deporte de manera intensa e incluso caer en las autolesiones. La emoción desplazada puede buscar canales válidos, pero también patológicos. Ejemplo de la primera conducta es recurrir al deporte de alta intensidad o buscar en el arte un medio para gastar la energía emocional que no necesitamos para nuestra estrategia de afrontamiento inteligente. Estos comportamientos serían herramientas adecuadas y positivas.

Ahora bien, la emoción que no se acepta puede canalizarse mediante autolesiones o prácticas como el cutting. Son respuestas claramente problemáticas que necesitan de una atención profesional.

¿Cómo manejar estas situaciones?

Arthur J. Clark, profesor en la Universidad de St. Lawrence, dispone de un trabajo muy interesante sobre los mecanismos de defensa. En Defense Mechanisms in the Counseling Process (2012) analiza cómo el desplazamiento es un hecho que se aprecia con frecuencia en terapia psicológica.

Como bien señala a modo de ironía en el propio prólogo, “la persona que puede sonreír cuando las cosas van mal, es que ya ha pensado en alguien a quien culpar”. Ahora bien, ¿qué podemos hacer en estas circunstancias? Lo más importante sin duda es darnos cuenta de ello. No es algo sencillo, porque este tipo de mecanismos son automáticos e inconscientes.

Técnicas como la reflexión y el encuadre pueden ayudarnos. La primera nos permite tomar conciencia de preocupaciones e inquietudes ocultas que median en nuestra conducta y trato con los demás. La segunda implica tomar un poco de distancia de nuestra realidad y entonces ver las cosas con mayor perspectiva y replantear narrativas, descubrir emociones que hemos descuidado.

En esencia, desplazar lo que sentimos empeora mucho más nuestra experiencia vital. Evitemos caer en estas prácticas, no dudemos en solicitar ayuda profesional.

sábado, 26 de marzo de 2022

11 características de un adulto infantil

Las características de los adultos infantiles son un obstáculo para la convivencia. Ellos sufren, y quienes están a su alrededor también. Por eso hoy queremos hablar de cómo podemos ayudarles, protegiéndonos al mismo tiempo.

¿Te has cruzado alguna vez con alguien inmaduro? Seguro que se te ocurren varias características de un adulto infantil. Estas personas, lejos de tener gustos o costumbres calificadas como “infantiles” (disfrazarse, jugar, ver películas de animación), son fáciles de identificar gracias a sus actos egoístas e inmaduros.

La edad cronológica de un adulto infantil no se corresponde con su edad emocional. Esto quiere decir que los aspectos de la personalidad relacionados con la resolución de conflictos y la gestión de las emociones, que normalmente se desarrollan con el aprendizaje madurativo, no son suficientes para llevar una vida plena y satisfactoria.

A lo largo de estas líneas encontrarás los rasgos más comunes en los adultos infantiles, a menudo enmascarados hasta que se está en una relación estrecha con ellos.

¿Cómo es un adulto infantil?

Las carencias de los adultos infantiles se evidencian con mayor facilidad en las relaciones interpersonales estrechas, como la amistad, la pareja o la familia. Por eso, te será fácil reconocer los rasgos que vienen a continuación, ya que todos nos hemos topado con personas así.

1. Pobre control emocional

Todos tenemos emociones, algunos con mayor intensidad que otros. La regulación emocional es el ejercicio que permite tenerlas bajo control y que no ejerzan una influencia determinante a la hora de tomar ciertas decisiones y relacionarse con los demás.

Un adulto infantil carece de esta regulación emocional. De esta forma, podrás encontrar personas cuyo enfado, tristeza o soberbia escale sin control y prestar atención a los efectos que tienen sobre los demás.

2. Locus de control externo

Podemos atribuir lo que ocurre a nuestro alrededor a nuestras acciones, a las acciones de otros o al azar. Una persona adulta, por norma general, es bastante hábil a la hora de repartir responsabilidades sobre lo sucedido. No es así con los adultos infantiles, que siempre culpan a los demás cuando los resultados no son los esperados.

3. Mentiras

Los adultos infantiles encuentran en la mentira una cobertura válida para sus intereses. No se trata de mentiras piadosas o puntuales, sino que estas personas suelen mentir para ocultar sus malos actos o para librarse de asumir las consecuencias.

4. Insultos

Los adultos infantiles también se caracterizan por la pobre gestión de los conflictos interpersonales. Dentro de todo lo que esto implica, uno de los rasgos más notables es la costumbre de insultar a los demás cuando discuten en lugar de enfrentarse a los argumentos.

5. Falta de control de impulsos

La impulsividad es otra de las características más llamativas del adulto infantil. En este contexto, no se trata tanto de tomar decisiones sin pensar, sino de pequeños detalles: hablar sin tener en cuenta cómo va a afectar a los demás, interrumpir de forma constante, ser muy fluctuantes en la orientación de sus decisiones, etcétera.

6. Necesidad de llamar la atención

A este tipo de personas les gusta ser el centro de atención. Esto, en sí mismo, no supondría un problema si no fuese porque los métodos son inadecuados e ignoran las necesidades y los derechos de los que tienen alrededor.

7. Abusar de los demás

Este tipo de personas aprovechan cualquier tipo de ventaja que tengan sobre los demás para conseguir lo que quieren. Al igual que el niño grande y fuerte sabe que puede atormentar a los demás sin sufrir consecuencias físicas, el adulto infantil no duda en abusar de los demás cuando sabe que se va a salir con la suya.

8. Narcisismo

Esta característica de los adultos infantiles es consecuencia directa de la anterior. Cuando una persona toma lo que quiere de los demás sin que nadie le corrija o tenga consecuencias, desarrollará la idea de que es superior a los demás en su vida adulta. Esta faceta se relaciona con otros muchos rasgos: las explosiones de ira, la autoestima frágil o la inseguridad, por ejemplo.

9. Contradicciones

Puesto que son personas con un carácter poco definido, es fácil encontrar contradicciones entre sus actos y sus palabras o incluso entre sus propias acciones. Un día dicen una cosa y otro hacen la contraria, y además les cuesta mucho reconocer esta ambivalencia que tanto confunde a su entorno.

10. Poca capacidad de autoobservación

Otra de las características de los adultos infantiles es la dificultad para evaluar el efecto que causan sobre los demás, ya que no se han visto obligados a hacerlo en su periodo madurativo.

Un ejemplo de ello es que no son capaces de reconocer que una explosión de ira ha hecho llorar a su pareja porque era exagerada: aducen que la culpa de su ira la tiene ella y lo lógico es enfadarse cuando alguien no se comporta como uno quiere.

11. Baja tolerancia a la frustración

Los adultos saben que a veces aparecen circunstancias adversas e imprevistos que causan malos resultados a pesar del esfuerzo que se ponga en la tarea. Alguien inmaduro, por el contrario, se frustra enseguida y abandona sus objetivos en cuanto aparece el más mínimo contratiempo.

Todos tenemos algún aspecto que trabajar en nuestra personalidad, pues no existe nadie que dé el perfil de maduración emocional perfecto. Sin embargo, las personas que has visto descritas aquí se caracterizan por reunir muchos de estos rasgos o por llevarlos al límite, entorpeciendo su desenvoltura en la vida cotidiana y su capacidad para tener relaciones interpersonales sanas.

No obstante, nunca es tarde para mejorar. Acudir a un terapeuta profesional y trabajar en los aspectos de la personalidad que frenan tener una vida plena no solo ayudará a la propia persona, sino a todos los que tiene alrededor. Por eso, si sientes que tienes carencias en tus relaciones o vives con alguien así, no dudes en buscar ayuda terapéutica.

viernes, 25 de marzo de 2022

Líderes altamente sensibles: ¿cómo son?

El líder sensible detecta las injusticias en su equipo de trabajo y las resuelve. Sabe que el bienestar emocional es clave para superar los desafíos y conquistar metas.

Los líderes altamente sensibles existen y se abren paso cada vez más entre nuestros escenarios laborales. Atrás ha quedado el ejecutivo agresivo, el líder coercitivo de “ordeno y mando” que habitaba en las empresas verticales. Los tiempos cambian, las necesidades son otras y los estilos de liderazgo pueden hacer fracasar un proyecto empresarial o, por contra, posicionarlo con éxito en el mercado.

Lo cierto es que muchos pueden poner en duda a este tipo personalidad. Alta sensibilidad se asocia con frecuencia con la debilidad, con ese tipo de vulnerabilidad en el que navegan las dudas, los cambios de humor y hasta la falta de resolución.

Por ello, debemos tener claro algo muy sencillo para empezar: el liderazgo sensible hace de su particularidad su talento y su mayor fortaleza. No es débil, es resolutivo a la hora de tomar decisiones porque comprende las necesidades del entorno. No es inseguro, es consciente del potencial del equipo humano para orientarlo a metas concretas. Tampoco se limita a mimetizar con el sufrimiento ajeno, son personas que capacitan y saben inspirar altos ideales para superar retos y dificultades.

Características de los líderes sensibles

La alta sensibilidad es una superpotencia que debe saber utilizarse. Por lo general, quien se ajusta a este tipo de personalidad se pasa una parte amplia de su vida dando por sentado que esa forma de ser es un “problema”. Les cuesta encajar, viven las cosas con mayor intensidad y, por lo general, el mundo les parece un lugar excesivamente ruidoso y disonante.

Esto hace que vean la esfera de la empresa y de los negocios como entornos con demasiada estimulación, estresantes, con un ritmo demasiado rápido y con un exceso de competitividad. Sin embargo, cuando se conocen un poco mejor descubren que poseen rasgos que pueden convertirlos en líderes natos.

Así, trabajos de investigación como los realizados por la doctora Elaine N. Aron y la doctora Bianca P. Acevedo destacan algo relevante. Se cree que esa sensibilidad del procesamiento sensorial en algunas personas fue también un modo de favorecer la supervivencia de la especie.

Al ser más receptivos a sus entornos tenían una mayor conciencia de las oportunidades. Esto facilitó en el pasado que fueran hábiles, por ejemplo, a la hora de obtener comida, detectar amenazas y crear alianzas con las personas para sortear dificultades. Veamos las características que les definen.

Son personas idealistas y con firmes convicciones morales y éticas

Los líderes sensibles son personas con unos ideales muy claros. No solo son mentes que se comprometen con los objetivos de la empresa. Algo que les define es saber armonizar las metas de la organización con el bienestar emocional de su equipo. Esto implica desde defender sus derechos hasta promover su bienestar psicológico.

Tienen unas firmes convicciones morales, un buen sentido de la justicia y promueven un estilo de trabajo ético, respetuoso y motivador.

Son buenos comunicadores

Todo buen liderazgo demuestra una elevada competencia en las habilidades comunicativas. Saben dialogar, llegar a acuerdos, practicar una escucha activa y expresar lo que quieren y esperan de manera asertiva y respetuosa. De este modo, un valuarte innegable del líder sensible es su gran influencia social en el clima de la empresa y sus buenas dotes de comunicación.

Comprenden las necesidades de las personas

Los grandes líderes con rasgos de alta sensibilidad tiene una ventaja indudable: son muy conscientes de las necesidades y estado emocional de las personas que les rodean. Saben leer entre líneas. Perciben los cambios sutiles, el estrés, las actitudes que predicen determinados problemas, la desarmonía en los equipos de trabajo… Tienen una habilidad natural para leer el lenguaje verbal y la comunicación no verbal

La capacidad para procesar de manera más profunda los aspectos emocionales de los trabajadores les permite prevenir dificultades. A esto se le suma la voluntad de aportar estrategias de mejora y de construir entornos laborales con mayor armonía.

Crean entornos de trabajo más respetuosos, motivadores y felices

Para mejorar la confianza en los equipos y que estos puedan desarrollar todo su potencial, se necesitan mentes hábiles en inteligencia emocional. De este modo, los líderes sensibles se alzan precisamente como esas figuras capaces de crear entornos de trabajo nutritivos en materia de emociones.

Son espacios cómodos para que las personas y los equipos se sientan libres para cuestionarse, desafiarse y estar en desacuerdo para lograr soluciones más innovadoras ante los problemas. El talento germina solo cuando hay un sustrato social propicio, digno, respetuoso y motivador.

Tienen iniciativa, creatividad y pasión: el líder resonante

Daniel Goleman describe en su libro El líder resonante crea más (2009) un tipo de figura capaz de hacer llegar sus conocimientos, entusiasmo, impulso creativo y empatía de un modo poderoso e inspirador. Esa resonancia en el liderazgo también está presente en el jefe altamente sensible, en ese directivo cercano y transformador que tantos beneficios aporta a una empresa.

El líder sensible es alguien que sintoniza con las realidades emocionales de su organización y las encauza en una dirección emocionalmente positiva para obtener beneficios comunes. Y no solo eso. Es un visionario con altas competencias creativas e innovadoras. Sabe contagiar su pasión y resuena con su comportamiento. Es decir, no es la clásica persona que se limita a dar discursos motivacionales; es un ejemplo de conducta y de cumplimiento de objetivos.

Para concluir, en una era de cambios y en un momento social con grandes desafíos en el horizonte, necesitamos líderes de otra pasta. Personas con visiones más altas y sentimientos más profundos. La alta sensibilidad puede ser ahora más que nunca nuestra principal ventaja. 

jueves, 24 de marzo de 2022

4 formas en las que te afecta tener asuntos pendientes

Todos tenemos retos y desafíos dibujados en el horizonte. Ahora, hay personas que eligen sistemáticamente la improvisación para enfrentarse a ellos, cuando podrían mejorar su rendimiento si dedicaran unos minutos a planificar sus siguientes pasos.

Hay personas que son más hábiles a la hora de organizarse o que se preocupan más por planificar el futuro. Seguramente conoces a alguien que lleva su agenda a todas partes, controla en qué invierte su tiempo e intenta dejar siempre un margen para los imprevistos. Por ejemplo, sale cinco minutos antes de casa, por si por el camino se encuentra con alguien y quiere detenerse a mantener una conversación breve.

Esta actitud reporta muchas ventajas. De hecho, a muchas personas les gustaría encajar en este modelo por todo el rédito que produce, pero no son capaces de encontrar la manera. Es como si tendieran al caos, la improvisación o el desorden. Un ecosistema en el que en realidad no se encuentran bien, por mucho que en ocasiones puedan intentar autoconvencerse de que sí para no sentirse mal.

Y es que generalmente no nos damos cuenta de que no contar con planes puede hacer que perdamos muchas oportunidades. Nos aferramos a ideas como la libertad, la espontaneidad o el disfrute para justificar nuestra dejadez sin ser conscientes de que esos pendientes pueden ser como piedras que vamos cargando en nuestra mochila.

¿Qué tipo de asuntos pendientes vamos acumulando?

Cada persona puede tener tendencia a evadir cierto tipo de tareas o responsabilidades. Por ejemplo, hay quien opta por dejar sus obligaciones escolares o laborales para el último momento.

Otros realizan promesas que luego no se deciden a cumplir, por mucho que pase el tiempo. Y otros evaden sus sentimientos y las conversaciones difíciles, dejando sus relaciones sociales en punto muerto durante semanas o meses.

Por otro lado, puede que no repitas este patrón en muchas áreas, pero que sí lo hagas en otras. Y es que ciertas características personales, como el perfeccionismo, la inseguridad, la elevada autoexigencia o la falta de motivación suelen estar en la base, afectando a diferentes ámbitos de nuestra vida. Ahora bien, ¿en qué nos repercute esto? Te lo contamos.

¿Cómo nos afecta tener asuntos pendientes?

Aunque esto sea lo que a veces esperamos con nuestra conducta evasiva, las situaciones pendientes no desaparecen con el paso del tiempo. Al contrario, su resolución se vuelve cada vez más apremiante y las consecuencias se van acumulando. Entre ellas, podemos encontrar las siguientes:

Sentimientos de culpa y fracaso

Con el horizonte lleno de tareas pendientes, es común que nos sintamos culpables e improductivos. Si estas nubes se mantienen en el tiempo, pueden afectar a nuestra autoestima y a nuestro autoconcepto, haciendo que nos consideremos personas irresponsables y fracasadas.

Al fin y al cabo, al cumplir metas y objetivos aumenta la confianza en nosotros, preparándonos a nivel emocional para afrontar retos mayores.

Carga mental y estrés excesivo

Una gran parte de nuestra energía se consume en recordar, planificar y organizar, más que en hacer. Así, cuantos más asuntos inconclusos arrastremos, más saturada estará nuestra mente. Esto puede generarnos elevados niveles de estrés y llegar incluso a perjudicar nuestra salud.

Y es que con cada día que pase nos sentiremos más sobrecargados, pues nuevas tareas se sumarán a aquellas que venimos postergando y cada vez nos resultará más complicado gestionarlas todas a nivel mental.

Imposibilidad de disfrutar el presente

Solemos pensar que tener asuntos pendientes nos proporciona más tiempo de ocio y disfrute. Al fin y al cabo, si evito las obligaciones y las situaciones que me incomodan, puedo dedicar mis momentos a otras actividades más agradables. Paradójicamente, si no nos ocupamos de aquello que espera ser atendido, nos resultará muy difícil poder involucrarnos realmente en otros asuntos.

Mientras trates de centrarte en un capítulo de tu serie favorita, en una amena conversación con un amigo o en un simple paseo por la naturaleza, estarás constantemente recordando lo que aún debes hacer. Así, te estarás saboteando por partida doble: ni resuelves, ni disfrutas.

Tendencia a continuar procrastinando

Uno de los aspectos más llamativos respecto a este tema, es que la tendencia a postergar suele retroalimentarse a sí misma. Cuanto más evadimos los asuntos pendientes, más presión hay sobre nosotros para cumplirlos con celeridad, y esta misma ansiedad nos agobia y nos lleva a optar de nuevo por cualquier otra actividad más satisfactoria a corto plazo. De esta forma, el problema se hace cada vez mayor.

Dejar de tener asuntos pendientes es liberador

¿Te has sentido identificado con lo expuesto anteriormente? Entonces, quizá sea el momento de realizar ciertos cambios para revertir la tendencia a dejar asuntos inconclusos. En primer lugar, toma conciencia de las repercusiones negativas que esto está teniendo en ti; de esta manera, obtendrás la motivación para cambiar.

Por otro lado, organiza tu tiempo de tal forma que dejes un espacio concreto para cada actividad de la que tengas que ocuparte, y guarda también momentos para la diversión. Ahora, ajústate a esa planificación y ve cumpliendo los objetivos que te has marcado: no te evadas en momentos de trabajo ni trabajes en momentos de ocio. Si te has comprometido con alguien (o contigo mismo) a cumplir con una tarea, responsabilízate de ello.

En última instancia, es posible que tengas que trabajar ciertos aspectos como la autoestima, el perfeccionismo o el miedo al conflicto que te animan a no hacerte cargo de asuntos pendientes. El acompañamiento profesional puede serte muy útil en este aspecto.

Recuerda que modificar una tendencia muy arraigada lleva tiempo; por ello, comienza paso a paso, celebrando y felicitándote por cada avance. Con el tiempo, esta se convertirá en tu nueva forma de actuar y tu mochila será cada vez más ligera.

miércoles, 23 de marzo de 2022

La falacia de las muchas preguntas: ¿una forma de manipulación?

La falacia de las muchas preguntas es un planteamiento lógico con el que se pretende que una persona admita, o aparentemente admita, una premisa que en realidad es falsa. Se combate replanteando la forma en que está hecha la pregunta.

La falacia de las muchas preguntas podría definirse como una forma de razonamiento en la que a través de una pregunta se da por hecho algo que no está probado. También cabría decir que se trata de un planteamiento que, de manera tramposa, pretende validar un hecho falso, a través de una pregunta que se le plantea a otro.

En la falacia de las muchas preguntas hay un ardid por el cual se busca que el otro caiga en el error. El ejemplo más clásico es el propuesto por un libro de humor de 1914: “¿todavía usted golpea a su esposa? Responda sí o no”. Como se ve, cualquiera de las dos respuestas inculpa al interlocutor.

Hay que decir que la falacia de las muchas preguntas adquiere formas distintas. A veces, como el nombre lo indica, tiene que ver con varias preguntas sucesivas. Otras veces solo tiene que ver con un interrogante. Se emplea, cómo no, en las entrevistas periodísticas sesgadas, pero también en todo tipo de situaciones cotidianas.

Una forma de manipulación

Lo esencial en la falacia de las muchas preguntas es que, de manera maliciosa, se induce una respuesta en la persona a quien se interroga. El objetivo no es obtener una información o crear las condiciones para que el otro plantee su opinión, sino llevarla a que, en apariencia, admita como cierto algo que no lo es.

La pregunta que se formula parte de una premisa no probada. Por lo tanto, carece de una base argumental, pero aun así se utiliza para formular el interrogante. Lo que se busca con esto es coaccionar al interrogado, quien, si cae en la trampa, debe incurrir en una serie de explicaciones para matizar y aclarar su respuesta.

Todas esas explicaciones que debe dar el interlocutor terminan siendo interpretadas como intentos de desmentirse a sí mismo. Así, es posible que pierda credibilidad o dé pie para que se le siga interrogando en la misma línea, volviendo a poner en tela de juicio su veracidad.

Un ejemplo ilustrativo de la falacia

La falacia de las muchas preguntas también es conocida como falacia de pregunta compleja, pregunta compuesta, pregunta falsa o pregunta cargada, entre otras. Todos esos nombres derivan del hecho de que este tipo de razonamientos pueden adquirir diversas modalidades.

Veamos un ejemplo de la falacia de las muchas preguntas:

Un candidato a la presidencia dice que hay áreas de tierra improductiva concentradas en pocas manos. Añade que, si es elegido, comprará esas tierras para venderlas troceadas a precios más bajos.

Frente a esto, se produce una entrevista periodística del siguiente estilo:

Periodista: ¿Cuál es el mecanismo que utilizará para expropiar las tierras de los hacendados?

Candidato: No es una expropiación, sino una compra.

Periodista: Pero implica despojar a los hacendados de sus propiedades, ¿sí o no?

Candidato: No es un despojo, sino una venta.

Periodista: El resultado final es que los hacendados se quedarán sin su tierra, ¿sí o no?

Candidato: Sí, pero no por expropiación o despojo, sino por venta.

Periodista: De todos modos, usted admite que los hacendados no podrán seguir siendo propietarios de tierras y que una decisión suya es la causa de que esto ocurra.

Lo anterior ilustra cómo una propuesta legítima y quizás conveniente, termina siendo tergiversada por una serie de preguntas. La presunción falsa de base es que el candidato pretende atentar contra la propiedad privada. De forma deliberada, se omite el matiz de la variable “compra”.

Cómo salir de la falacia de las muchas preguntas

El ejemplo anterior tiene que ver con un asunto público, pero la falacia de las muchas preguntas también se produce en una discusión de pareja, o en un conflicto entre un profesor y sus alumnos, o en cualquier tipo de conversación. La pregunta entonces es: ¿cómo evitarlo?

Por regla general, las preguntas sobre temas controvertidos que solo admiten respuestas de “sí” o “no” deben evitarse. Una seguidilla de interrogantes de ese estilo fácilmente puede llevar a malos entendidos o contradicciones en tanto que el tema da para sostener una opinión con muchos matices.

Lo más recomendable cuando se detecta que el otro acude a la falacia de las muchas preguntas es replantear el interrogante formulado. Al hacer esto, se debe eliminar la parte que implica una presuposición falsa. En el ejemplo “¿todavía usted golpea a su esposa?”, bastaría con eliminar el “todavía”. También se puede responder con otra pregunta: “¿Por qué usted afirma que yo golpeaba a mi esposa?”.

martes, 22 de marzo de 2022

Wishdar: decidir sobre la sexualidad ajena según los propios deseos

Aunque alguien haya confirmado ya su orientación sexual, hay quien la pone en duda en las redes sociales. Es lo que le sucede a Shawn Mendes, Tom Cruise o Cristiano Ronaldo.

Vivimos en esa era en la que a todo comportamiento y reacción -en especial si se produce en redes sociales- se le añade al instante una etiqueta. El epíteto que navega en nuestra actualidad desde hace unas semanas no puede ser más llamativo. Nos referimos a “whisdar”, anglicismo que define el deseo de decidir sobre la sexualidad de otra persona.

La popularidad de este vocablo parte de la reciente ruptura de una conocida pareja del mundo musical. Shawn Mendes y Camila Cabello son dos de las celebridades más admiradas por la generación Z. El fin de su relación ha reactivado de nuevo los comentarios sobre el deseo de que Mendes revele por fin que, en realidad, es gay.

La obsesión por la sexualidad de un personaje público no es algo nuevo, pero en los últimos años se está volviendo problemático. También controvertido porque Shawn Mendes ya ha reiterado en numerosas ocasiones que, aunque no tendría problema alguno en ser o explicar que es gay, en realidad no lo es.

Sin embargo, el universo LGBTQ+ en Twitter y otras redes sociales insisten en ese deseo, publicando memes, videos, hashtags, etc. Un deseo que también puede trasladarse a la inversa en aquellos fans heteros que, por ejemplo, anhelarían que Matt Bomer cambiara de orientación sexual.

Wishdar: quiero que tu sexualidad se ajuste a la mía

Muchos han puesto en duda la orientación sexual de Tom Cruise, al igual que a Cristiano Ronaldo, John Travolta, Hugh Jackman, Oprah Winfrey, o Hilary Clinton. Así y pesar de que alguien sea haya dicho ser heterosexual, en algunos casos es común que otras personas la cuestionen.

Este es un fenómeno mediado a menudo por un colectivo hambriento de referentes. Además, se le añade otro hecho: en el pasado hubo varias celebridades a quienes siempre les acompañaron rumores sobre su sexualidad y que, más tarde, resultaron ser ciertas.

Sucedió con Rodolfo Valentino y Rock Hudson. A pesar de que ambos contrajeron “matrimonios lavanda” (casamientos para tapar especulaciones), finalmente se descubrió su auténtica orientación sexual. En la actualidad, son muchos los que creen que determinados famosos aún no se atreven a salir del armario y que sus relaciones también son “vínculos lavanda”.

Hacer salir del armario a quien nunca ha entrado, una forma silenciosa de bullying

Wishdar es un deseo, una necesidad: la de que alguien que nos gusta tenga nuestra identidad sexual. Sentirlo no es un problema. Imponer esa idea de manera constante y hacerla pública sí lo es. Esto es lo que está sucediendo en la actualidad. Hay bombardeo constante de mensajes orientados a poner en duda la orientación sexual de personajes famosos.

Esa forma de acoso vulnera la identidad de una persona, y esa constante retahíla de chistes, memes e insinuaciones termina convirtiéndose en una forma de bullying. Hacer salir del armario a quien nunca ha entrado o a la inversa es una forma evidente de agresión. Asimismo, hay otro hecho indudable y es que con este tipo de campañas se hace un daño evidente a la propia comunidad LGTBQ+.

Wishdar, o un modo de invalidar también la identidad de género en el colectivo LGTBQ+

Miles de personas ponen en duda cada día la identidad de género de Shawn Mendes. Lo hacen sin saber que aquella persona que desee verdaderamente “salir del armario” temerá sufrir ese mismo tipo de acoso. Ese en el que puede aparecer alguien de pronto para poner en duda su orientación.

En este contexto, no podemos dejar de lado el hecho de las tasas desproporcionadas de intimidación que sufren los jóvenes LGBTQ +. Así, estudios, como los realizados en el departamento de Psicología del College of Saint Benedict y Saint John’s University, recuerdan algo significativo.

Las microagresiones al colectivo son una constante en nuestra sociedad. A veces, hasta en las expresiones humorísticas terminamos discriminando o generando un daño indirecto. La práctica del wishdar supone poner en duda a través de burlas y memes la identidad de género de cada uno. Y esto puede alzarse también como una forma evidente de microagresión.

El derecho a no revelar la propia identidad sexual y a salir del armario al ritmo que uno desee

Si hay algo evidente y necesario es que, cualquier persona LGTBIQ+ tiene derecho a salir de su armario al ritmo que considere necesario. Sin embargo, cuando hablamos de celebridades parece que existe cierta presión a que quien sea gay lo haga público cuanto más pronto mejor. Se nos olvida que tal proceso lleva tiempo y que además existe otra realidad: la no obligación de no decirlo si no se desea.

Es cierto que las personas públicas pueden ser valiosos referentes para muchos, pero también habrá quien no desee serlo y que se le conozca solo por su trabajo. Vivimos en una sociedad en la que hay un sinfín de etiquetas para describir modos de sentir, amar y de identificarse a uno mismo. Dejemos que cada cual encuentre las suyas (si lo desea) y dejemos sobre todo de imponer las nuestras.

lunes, 21 de marzo de 2022

7 preguntas para conocerte mejor

En ocasiones, cuando acudimos a terapia, el psicólogo nos plantea cuestiones que nos obligan a ahondar en nosotros mismos. Lo mismo nos pasa cuando estamos con amigos y la conversación se vuelve algo “más profunda” o incluso, cuando leemos un libro. Cualquier momento puede inducirnos a reflexionar si nos encontramos predispuestos a ello.

Hay preguntas que nos desconciertan porque encierran claves y cuestiones importantes que todavía no hemos explorado. De manera que muchas veces no sabemos contestar. Aquí te proponemos 7 de esas preguntas que te servirán para conocerte mejor. ¡Descúbrelas!

¿Cuál es el aspecto que más te gusta de ti? ¿Y el que menos?

Estas preguntas ayudan a conocer la percepción que tenemos de nosotros mismos, es decir, cuál es nuestro nivel de autoestima.

Si te haces estas preguntas descubrirás cómo te valoras. Si no sabes cómo responder o no identificas ningún aspecto, quizás tengas que buscar alguna estrategia o técnica para mejorar tu autoestima. De hecho, si lo haces, te sentirás mejor contigo mismo, tendrás más energía y ganarás en estabilidad emocional.

¿Qué cuatro adjetivos te describen mejor?

Esta es una de las preguntas para conocerte mejor que perfectamente te pueden realizar en una entrevista de trabajo. Y no es baladí. Dependiendo del orden de tus respuestas, así sabrán cómo te ves a ti mismo. Normalmente, es común contestar “Responsable y serio” o “Trabajador, exigente y comprometido”.

Te recomendamos que busques originalidad, destaca algo que haga resaltar una virtud tuya, que valores mucho y que sea tu distintivo. Por ejemplo, si eres prudente, destaca que eres precavido. Si te gusta reflexionar y buscar soluciones, opta por analítico o resolutivo. Si te gusta ayudar a los demás, decídete por cooperativo, empático o convincente.

Para responder adecuadamente tendrás que conectar contigo. Si realmente quieres conocerte no vale con decir lo primero que se te ocurra. Detente, reflexiona e identifica los adjetivos que mejor te describen.

¿Qué te hace falta para ser feliz?

Esta es quizá de las mejores preguntas para conocerte mejor que te puedes plantear. Si tu respuesta es “Nada, porque ya soy feliz”, ¡Enhorabuena! Eso es que has convertido a la felicidad en tu estado de ánimo. Obviamente, las 24 horas del día no puedes estar derrochando alegría, pero sí puedes poner el foco de atención en tu valor inherente.

Te muestras agradecido, sabes enfocarte en tus prioridades y das relevancia a las cosas que para ti de verdad la tienen. No luchas contra tu presente, ni vives en el pasado, sino que sabes disfrutar de cada instante.

Si por el contrario, haces una lista enorme de cosas que te hacen falta para estar bien, te proponemos hacer una reflexión. ¿Realmente es tan esencial tener un título más, una casa más grande, un teléfono más potente o el coche de moda? El valor monetario y los roles que desempeñas no son tan importantes como tu esencia. La verdadera felicidad está en el interior no en el exterior, no lo olvides.

Si pudieras volver atrás, ¿cambiarías algo?

Seguramente todos nos arrepentimos de algunas de nuestras acciones o de cómo transcurrieron algunos hechos. Es inevitable. Algunas personas olvidan más fácilmente que otras y saben desterrar la angustia. Otras no. Te proponemos que ahondes en esas experiencias que pudieron hacerte daño y hables de ellas. Expulsar el dolor ayuda a superarlo.

Si te paraliza el no haber hecho algo en el pasado, nunca es tarde. De cobardes no se ha escrito nada. Eso sí, no es recomendable recrearse en el recuerdo o en los arrepentimientos. Lo más sano es aceptarlos, asumirlos y dejarlos ir. Ahora bien, si crees que esto no está en tu mano, también puedes ayudarte de un psicólogo.

¿Qué te enfada más?

¿Eres tolerante? ¿Sueles estar más molesto contigo mismo que con los demás? ¿Cómo actúas cuando te enfadas? Todas estas preguntas para conocerte mejor son muy útiles de cara a mejorar tus relaciones interpersonales.

Si sabes cómo puedes reaccionar ante según qué cosas, podrás transmitírselo a los que se encuentran a tu alrededor y mejorar vuestra convivencia. Por otro lado, si te das cuenta de que tu estilo de enfado es demasiado agresivo, puedes tratar de expresarlo verbalmente. Sin necesidad de herir al otro, tan solo mostrando tus motivos y haciéndote entender.

La cuestión es que identifique ante qué estímulos o situaciones sueles molestarte para, en el momento oportuno, poner en marcha alguna estrategia. 

¿Qué dirían de ti tus amigos si les hiciéramos estas preguntas?

Esta cuestión está muy ligada a la idea de darnos a conocer. ¿Eres reservado? ¿Sabe tu círculo más cercano cuáles son tus sueños, qué te gusta y qué no, cuáles son tus ambiciones? En definitiva, ¿te conocen? Igual te sorprenden las respuestas que darían.

Si eres demasiado hermético y no consigues mostrarte a los demás, puedes tratar de pensar lo siguiente. Si tu relación con ellos se forja en una verdadera amistad, se preocuparán sinceramente por ti, querrán entenderte y no juzgarte, sabrán escucharte. Tus problemas serán sus problemas, te ayudarán. Prueba a abrirte un poco más a ellos y notarás su apoyo.

¿Estás acercándote a tu objetivo?

Esta es una de las preguntas para conocerte mejor que más puede aportarte. Haz una última reflexión, ¿estás dando pequeños pasos para acercarte a tu meta o simplemente te estás dejando llevar por el día a día?

Desgraciadamente, que te toque la lotería no es algo que está en tus manos, pero sí decidir tu camino y cómo quieres ser. Tú eres el único dueño de tu vida. Tus decisiones marcan tu futuro. No dejes que nadie decida por ti ni que la rutina te marque el camino. No le tengas miedo a las grandes preguntas porque sus respuestas son las que trazan caminos y vías principales, consecuentes y en sintonía con tu esencia.

¡Hazte estas preguntas para conocerte mejor! A lo mejor después de contestar todas estas cuestiones te das cuenta de que tienes más poder sobre lo que te sucede del que pensabas. O todo lo contrario. Quizá sea el momento de que entiendas que en muchos de los resultados que obtienes el azar o la casualidad también juega un papel importante. En todo caso, recuerda: crecer implica cambio y desarrollo. ¡Atrévete!

domingo, 20 de marzo de 2022

¿Sabes qué es el dolor social? 7 signos para reconocerlo

El dolor social también se experimenta cuando compartes vida con alguien que no te ve, que no te respeta o no te tiene en cuenta. Esta forma de sufrimiento tiene un gran impacto, tanto físico como psicológico.

Dicen que el dolor social es el lamento invisible y sin voz de nuestra sociedad. Es el grito de auxilio que nadie escucha y que experimenta quien se siente excluido, intimidado o apartado de un grupo. También define el sufrimiento de quien pierde un vínculo significativo. Esa forma de rechazo o pérdida interpersonal es algo que todos hemos experimentado alguna vez de un modo u otro.

En la literatura psicológica nos encontramos este término con frecuencia. Pocas experiencias humanas suscitan tanto impacto en la salud mental y física como esa forma de soledad y aislamiento. La padece el niño que no se integra en clase, la persona que suscita rechazo y desconfianza por su raza y también el joven que es atacado por su identidad sexual.

Sin embargo, en los últimos tiempos también hemos descubierto otra forma de dolor social: el distanciamiento. Existen muchos tipos de vivencias que derivan en este tipo de congoja emocional que, en muchos casos, puede derivar en más de un trastorno psicológico. Lo analizamos.

Puedes estar sufriéndolo y no saberlo

No hay fármacos para el corazón roto ni tiritas para el hijo que no se siente amado ni Betadine® que alivie la herida de la joven que ve cómo la critican y humillan en su cuenta de Instagram o Facebook. El dolor social genera un sufrimiento muy similar al de una quemadura o un golpe físico. Y no lo decimos nosotros, lo evidencia la investigación científica.

Trabajos de investigación, como los realizados en la Universidad de la Academia de Ciencias de China, nos revelan algo importante. El dolor social causado por las interacciones interpersonales negativas genera también dolor físico. El cerebro procesa estas dos experiencias de la misma manera, apareciendo una superposición de los circuitos neuronales.

Si esto es así se debe a un hecho que no podemos perder de vista. La vida social, el disponer de vínculos emocionales enriquecedores y formar parte de un grupo en el que sentirnos integrados, ha favorecido nuestra evolución y supervivencia. Somos criaturas sociales que necesitan de una interacción positiva para sentirnos bien, seguros y hasta realizados. Si esto falla, aparecen el estrés y la angustia.

¿Cómo reconocer el dolor social?

De este modo, no podemos dejar de lado el hecho de que esta realidad se experimenta de múltiples maneras. Podríamos estar lidiando ahora mismo con esta experiencia y ser del todo conscientes. Profundizamos en ello.

1. El culto a la imagen y el dolor social

El dolor social es una realidad muy común entre la población joven. Vivimos en una sociedad en la que el culto al cuerpo perfecto es una constante y en esa fórmula inflexible no caben las personas reales.

Cuando la mente del adolescente o del adulto joven sitúa toda su atención en el aspecto físico y se concibe con un cuerpo “no normativo”, se siente excluido. Es más, en ocasiones, si ellos no lo piensan es el entorno quien les convence de ello. Las personas que les rodean actúan muchas veces como agentes que excluyen. Las secuelas de estas dinámicas son inmensas.

2. La exclusión en nuestros escenarios de estudio y trabajo

El acoso laboral y el bullying constituyen una forma muy usual de dolor social. Se experimenta algo más que rechazo y exclusión. La persona sufre el peso de acciones humillantes y ofensivas que minan la identidad, la autoestima y la visión que tenemos de nosotros mismos.

3. El miedo al rechazo a raíz de los traumas de infancia

Temor a no ser amados, miedo a no ser aceptados, a no gustar o no ser comprendidos. Si hay un pegamento social de gran poder y relevancia es la confianza y la percepción de que somos queridos. Es lo que necesita todo niño de sus padres, lo que esperamos de nuestros amigos y lo que queremos de nuestras parejas.

Sin embargo, hay quien tras haber sufrido una falta de apego saludable con sus progenitores en la infancia, hace del miedo al rechazo o abandono una constante. El dolor social se convierte entonces en esa espina que no pueden arrancar de su corazón.

4. La soledad en la pareja o en familia: estás a mi lado, pero no te siento

Hay una forma de soledad que se vive de manera especialmente dolorosa. Nos referimos a la que surge al lado de una pareja que está a nuestro lado, pero que no nos ve. Dolor social también es experimentar soledad al lado de una familia que no nos tiene en cuenta.

5. La discriminación en todas sus formas y el dolor social

La discriminación por sexo, raza, cultura, religión o incluso por edad conforma otro tipo de amenaza que socava nuestro equilibro y bienestar. Esta es una realidad que se experimenta cada día y a la cual, no prestamos la suficiente atención.

6. La falta de conexión social

La complicidad, las risas, la diversión o la ilusión al hacer planes y compartir tiempo no son posibles si no hay conexión con los demás. Además, cuando al ser humano le falta este tipo de conexión, el cerebro sufre. Así, en el caso de las personas de edad avanzada o con trastornos psicológicos previos, el impacto es mayor.

7. La falta de sentido y el vacío existencial

Sentir que el mundo que nos rodea es caótico, vacío, falso y sin sentido tiene un coste. Percibir ese vacío existencial que todo lo pone en duda y que a nada le halla ilusión o trascendencia tiene consecuencias. Cuando el ser humano experimenta angustia ante una sociedad en la que le cuesta encajar o comprender también sufre dolor social.

Para concluir, es muy probable que todos hayamos experimentado en algún momento estas sensaciones. Es un hecho común. Sin embargo, como decía el escritor Stefan Zweig, toda ciencia viene de dolor. Todos podemos aprender de estas realidades para mejorarlas, para crear relaciones y entornos más nutritivos emocionalmente donde exista el respeto, el aprecio y la consideración.


sábado, 19 de marzo de 2022

Síndrome de alta exposición: cuando te odian por destacar

Una de las grandes contradicciones en los seres humanos tiene que ver con la dificultad para apreciar honestamente las virtudes de otro, sin sentirnos molestos por ello. No es exactamente envidia. Tiene que ver con lo que se denomina el síndrome de alta exposición o síndrome de la amapola alta.

El síndrome de alta exposición nos habla de que cuando las personas destacan demasiado en algún área generan odio en los demás. Ese odio no se puede llamar envidia como tal. Más bien está relacionado con el hecho de que el éxito de los demás hace que las propias limitaciones se hagan más visibles.

De ahí que al síndrome de alta exposición también se le llame “síndrome de la amapola alta”. Esto es porque la lógica que impera es la de cortar aquellas flores que crezcan más que otras, para que las demás no salgan perdiendo por comparación.

La leyenda de origen

Se cuenta que el tema del síndrome de alta exposición tiene sus primeras referencias en los libros de Heródoto y en las reflexiones de Aristóteles. También aparece en un relato de Livio sobre el tirano “Tarquino el orgulloso”.

Según Heródoto el emperador envió a un mensajero para pedirle consejo a Trasíbulo, sobre la mejor manera de mantener el control sobre el imperio. El mensajero se lo preguntó, pero Trasíbulo solo comenzó a caminar entre los trigales. Cada vez que encontraba una espiga más alta, la cortaba y la arrojaba al suelo. Y no dijo ni una palabra.

Cuando el mensajero volvió con el emperador, le habló acerca de la extraña actitud del consejero. El emperador lo comprendió. El mensaje significaba que debía eliminar a todo aquel que estuviera por encima de los demás. Acabar con los mejores, para que su poder y su supremacía jamás fueran puestos en entredicho.

El síndrome de alta exposición en el mundo de hoy

Es claro que las tiranías no permiten que surjan figuras destacadas que puedan verse superiores, en algún sentido, a quien detenta el poder. En el ámbito de la política es muy frecuente que busque desprestigiarse a quien desafía el status quo o al establecimiento. Sin embargo, el síndrome de alta exposición no es algo que se limite a los asuntos de gobierno.

En el día a día vemos cómo se nos invita a destacar por encima de los demás, pero al mismo tiempo se nos imponen límites muy precisos. La idea es que tú te adhieras a unos parámetros determinados de lo que significa ser exitoso. Por ejemplo, “el empleado del mes” no es necesariamente es el que más creció o aportó elementos relevantes, sino quien cumplió a cabalidad las metas que le fueron fijadas.

Si esto ocurre, no hay problema. No se cortará de raíz esa planta que ha crecido más que las demás, porque se ha adherido a lo que el jardinero quiere. En cambio, si alguien llega a destacarse mucho por razones diferentes a las que se consideran válidas, es probable que desate suspicacias y que, eventualmente, se le excluya.

El síndrome opera en doble sentido

El síndrome de alta exposición genera consecuencias en dos dimensiones. La primera tiene que ver con lo señalado. Hay una tendencia, casi natural, a no permitir que alguien destaque demasiado, porque genera inseguridades o crea la sensación de amenaza en los demás. Por lo tanto, a quienes destacan, muy frecuentemente se les critica con excesiva severidad. O se les exige en demasía. O se busca minimizar su talento o sus logros.

La segunda consecuencia del síndrome de alta exposición es que le va enseñando a la gente a tener miedo de destacar. Precisamente por todo lo dicho, las personas aprenden, más implícita que explícitamente, que estar por encima de los demás puede ponerlos en riesgo. ¿En riesgo de qué? De rechazo, de cuestionamiento, de crítica e incluso de ostracismo.

Por lo tanto, muchos asumen que lo correcto es no destacar en ninguna circunstancia. Asumen el “bajo perfil” como una norma y les aterra verse expuestos a los demás. De una u otra manera, terminan siendo adiestrados para no desafiar lo establecido. Es una lástima, porque en ese proceso también se pierden capacidades, se dejan de lado talentos genuinos o se renuncia al éxito mismo.

viernes, 18 de marzo de 2022

Apraxia constructiva: ¡no puedo hacer puzles!

Dificultad para completar un puzle, hacer maquetas, orientarse con un mapa o incluso para abrocharse los botones de una camisa... Existe una condición neurológica muy particular que nos limita en muchas de esas tareas cotidianas. Hablamos de la apraxia constructiva.

Hacer puzles es una de las aficiones más comunes entre miles de personas. No importa la edad, no importa el momento, siempre es buena ocasión para pasar unas horas completando uno de esos desafíos mentales tan interesantes. No obstante, hay personas que evitan las tareas de construcción y la razón de ello está en un tipo de déficit poco conocido: la apraxia constructiva.

Estamos ante un tipo de alteración neurológica muy particular y también difusa que puede manifestarse de múltiples formas. Problemas para montar un mueble, para orientarse por una ciudad nueva, para localizar un producto concreto en el estante de un supermercado… Son muchas las limitaciones que pueden aparecer cuando alguien padece esta condición.

No obstante, eso sí, casi los casos de apraxia constructiva surgen como resultado de una lesión cerebral. Son trastornos visoconstrutivos que pueden cambiar bastante la vida de un paciente de un día para otro. Ejemplo de ello es ser incapaces de volver a conducir o tener ciertos problemas a la hora de realizar tareas como abrocharse una camisa o atarse un zapato.

Apraxia constructiva ¿en qué consiste?

La apraxia constructiva fue descrita por primera vez a principios del siglo XX. Fue el neuropsiquiatra Karl Kleist quien habló de ella en 1907, definiéndola como una alteración neurológica en la que las personas perdían la capacidad de ensamblar, construir o dibujar. En esencia, toda tarea que implicara combinar la planificación con la ejecución de actos motores.

La verdad es que no siempre somos conscientes de la gran complejidad neurológica que existe en procesos tan comunes como puede ser abrocharse un botón. Algo así requiere un tipo de planificación previa que el cerebro ya ha automatizado desde la infancia. Implica procesos tales como la orientación, la coordinación, una adecuada motricidad fina, etc.

Lo mismo sucede al montar un simple puzle. El razonamiento perceptivo y visoespacial que demanda (además de la consabida paciencia) exige a nuestro cerebro un sinfín de sinapsis, de procesos y de recursos cognitivos de los que debemos sentirnos afortunados. Las habilidades visoespaciales están, en cierto modo, infravaloradas. Sin embargo, son el motor de las pequeñas cosas, de actos cotidianos que nos dan autonomía.

Por ello, cuando alguien sufre una lesión y desarrolla una apraxia constructiva suele vivirlo con cierto impacto. 

¿Cómo se manifiesta la apraxia constructiva?

La apraxia constructiva no se aprecia a simple vista. No hay alteraciones en el lenguaje, en la comprensión ni tampoco en el funcionamiento básico para desplazarse, alimentarse o incluso para desenvolverse en muchos ámbitos laborales. Por ello, en ocasiones, podemos tener pacientes integrados en su cotidianidad con limitaciones muy concretas. Son las siguientes:

  • Problemas de orientación.
  • Dificultades para dibujar o para copiar un dibujo a partir de un modelo.
  • Serias dificultades para montar objetos: maquetas, puzles, muebles…
  • Puede manifestarse también limitaciones para vestirse o desvertirse (abrochar botones, cremalleras, hebillas, cordones…).
  • No pueden conducir un coche.

¿Cómo se diagnostica?

Por lo general, es un neurólogo o neuropsicólogo el que lleva a cabo las correspondientes pruebas diagnósticas. Para esta misión, los instrumentos que más emplean son los siguientes:

  • La figura compleja de Rey. Suele ser la más utilizada, sirve para evaluar el alcance de lesiones cerebrales, así como de diversos problemas cognitivos. Busca conocer cómo es la organización perceptual del paciente, así como su memoria visual y resolución cognitiva.
  • Protocolo CERAD. Se basa en la copia de cuatro figuras: círculo, rombo, rectángulos superpuestos y cubos.
  • Test Barcelona. Plantea tareas constructivas basadas en órdenes verbales y también en copias de dibujos.
  • Prueba GERMCIDE. Copia de bucles y gráficas.
  • Test CAMDEX. Se realiza mediante la copia de un reloj y la copia de hexágonos.
¿A qué se debe la apraxia constructiva?

Tal y como hemos señalado, la apraxia constructiva tiene como origen una lesión (accidente cerebrovascular, traumatismo craneoencefálico, derrame o isquemia cerebral). No es por tanto algo congénito ni resultado del envejecimiento.

Esas lesiones se centran en áreas como el hemisferio derecho y, en concreto, en los lóbulos parietal y occipital. Asimismo, cabe señalar que también pueden presentarse diversos grados en la afectación de la lesión:

  • Enlentecimiento. Las tareas de copia de dibujos o de construcción y montaje llegan a realizarse pero con gran lentitud.
  • En el segundo grado, ya se evidencia cierta dificultad para dibujar y aplicar perspectivas, ángulos, volúmenes…
  • En el tercer grado, la persona se ve incapaz de de resolver puzles, tiene problemas de orientación y no puede ni copiar figuras simples como cuadrados o círculos.
  • En el cuarto grado la persona no puede ni trazar garabatos, presenta problemas para vestirse, orientarse, etc.
¿Cómo se trata este tipo de apraxia?

Puesto que el origen de la apraxia constructiva es una lesión -bien por un traumatismo o por un accidente cerebrovascular-, la rehabilitación neurológica tiene un peso crucial en la recuperación. Ahora, ¿cómo hacerla? Partiendo siempre de las necesidades particulares del paciente y de la afectación de esa lesión.

Por lo general, es muy adecuada la práctica la copia de patrones (series de figuras, como triángulos, círculos, bucles…). Asimismo, también se usan puzles de diferente complejidad, así como el entrenamiento en habilidades básicas como vestirse, desvertirse, tareas de orientación, ejercicios de coordinación motora, etc.

Cabe señalar que no siempre se observan grandes avances. En ocasiones, tenemos lesiones de elevada gravedad en las cuales es importante atender también el aspecto psicológico y emocional para que el paciente se adapte a esa nueva realidad. Son circunstancias muy particulares en la que es básico una atención integral para lograr, en la medida de lo posible, una mejora en la calidad de vida de la persona.

jueves, 17 de marzo de 2022

Mi pareja tiene ataques de ira: ¿qué hacer?

Responder a los ataques de ira de la pareja con indiferencia o con más hostilidad solo agrava el problema. Así, hoy nos preguntamos cómo podemos actuar de manera inteligente en estos casos.

En un mundo ideal, no habría circunstancias que nos hicieran perder la calma. Estaríamos abiertos a escuchar al otro y a exponer nuestras opiniones con respeto y mesura. Sin embargo, la realidad es muy distinta. Todos podemos ser presas de un arrebato emocional; un hecho en el que, por otro lado, existen grandes diferencias individuales. Cuando es la pareja la que tiene ataques de ira, la situación puede resultar muy incómoda y dolorosa; por ello, queremos mostrarte algunas formas en las que puedes afrontarla.

En primer lugar, es necesario tener claro que ninguna persona es merecedora de maltrato. Proteger la integridad física y psicológica ha de ser siempre nuestra prioridad. No obstante, las situaciones no siempre son blancas o negras y, en algunos casos, podemos contribuir a que el otro gestione mejor sus emociones.

¿Por qué se comporta así?

Como primer punto, cabe resaltar que no todas las personas que tienen ataques de ira son iguales. Por un lado, se encuentran aquellas que adoptan esta tendencia de forma repetitiva y no se responsabilizan de sus actos. Estos individuos utilizan la agresividad para manipular y someter a la pareja, culpando al otro por desatar su furia.

Por otra parte, hay quienes realmente tienen un problema de gestión emocional, sin que sus ataques tengan una intención consciente. Estas personas pueden experimentar emociones muy intensas que les desborden; sus habilidades comunicativas son escasas y suelen ser especialmente sensibles a la crítica o al rechazo.

Sin embargo, sus comportamientos verbalmente agresivos son menos frecuentes, y la persona asume su responsabilidad, admite su error y se disculpa. No trata de “echar balones fuera”, sino que es consciente de que tiene un problema que se escapa a su control. Probablemente, una gran parte del tiempo se esfuerce en mejorar, pero en ocasiones estos intentos no son fructíferos.

Esta diferencia es crucial a la hora de decidir cómo actuar. En el primer caso, la mejor decisión que podemos tomar por nuestra salud y bienestar es adquirir autonomía del vínculo, con ayuda profesional si es necesario. En el segundo caso, en cambio, podemos optar por otro tipo de estrategias de afrontamiento.

Comprendiendo a la pareja que tiene ataques de ira

Comprender a la pareja que tiene ataques de ira no implica justificar su comportamiento; conocer cómo pierde el control sí es un primer paso para afrontar la situación. Es importante tener en mente que este tipo de reacciones descontroladas surgen ante una reminiscencia del pasado. Quien habla y actúa en estos casos puede no ser el adulto, sino el niño herido que revive situaciones dolorosas o amenazantes.

Por ejemplo, si una persona sufrió críticas y humillaciones en su infancia, puede tener un nivel de sensibilidad muy bajo para identificar una situación como amenazante. O si la persona se sintió ignorada, rechazada o abandonada por sus progenitores, puede reaccionar de forma desproporcionada ante cualquier expresión de indiferencia que haga el otro.

En los primeros años de vida, no contamos con demasiados recursos para defendernos de los ataques del medio; y la ira puede haber sido nuestra única vía para proteger nuestra integridad. De este modo, seguimos utilizándola de adultos, de manera automática, aunque ya no resulte funcional.

¿Qué hacer cuando la pareja tiene ataques de ira?

Ahora que entendemos mejor de dónde proviene la ira, podemos optar por ayudar a la pareja a regular estas emociones desbordantes. Por lo general, nuestra primera reacción es la de salir de la escena y dejar a esa persona sola o responder con un nivel alto de hostilidad. Sin embargo, para alguien en ese estado de ira esto puede verse como un rechazo, algo que puede dotar todavía de más energía a su reacción.

En realidad, en este tipo de situaciones solo queremos y necesitamos ser escuchados, aunque nuestras formas no sean las adecuadas. Por ello, si logras controlar tu propio estado emocional y validar el sentir de tu pareja es probable que su arrebato se reduzca mucho antes.

Esto no es, en absoluto, sencillo de poner en práctica. Ante una agresión, lo que nos pide el cuerpo es que nos defendamos; sin embargo, calmarnos, respirar y mostrar empatía puede ser más productivo.

Procura no tomarte de forma personal lo que está ocurriendo, pues recuerda que aunque vuestra discusión ha sido el detonante de la ira, el origen es mucho más antiguo y profundo, y tiene más que ver con tu pareja y su propia historia que contigo.

Así, trata de responder en un tono sosegado y demuestra que tienes interés en escuchar lo que siente tu pareja. Para ello, puedes hacerle preguntas respecto a qué le ha molestado y qué le habría gustado que ocurriera en su lugar. Escucha con atención para comprender, no para responder, y ábrete a la posibilidad de reconocer tu parte de responsabilidad.

Aunque no lo creas, esta buena disposición hará que el estado emocional de tu compañero se vaya apaciguando y se muestre también más dispuesto a escucharte y considerar tu punto de vista. Eso sí, todo este proceso ha de realizarse de forma genuina, sin un tono de condescendencia o de paternalismo. Al fin y al cabo, queremos mostrarle a la otra persona que es realmente vista, escuchada y tenida en cuenta.

Protégete de la violencia

De nuevo, es importante remarcar que esta no es una estrategia válida para todos los casos. Únicamente será funcional si ambos miembros de la pareja se profesan amor y respeto y ambos están comprometidos e involucrados en hacer que la relación mejore. Si tu compañero se muestra constantemente déspota, agresivo, narcisista o manipulador, no hay excusa para permitir ese trato y ante todo debes protegerte y tomar decisión.

Por último, es fundamental comprender que los problemas de ira suelen requerir un abordaje profundo y quien los padece debe comprometerse a buscar ayuda profesional para aprender a regular sus impulsos y gestionar sus emociones. Como hemos comentado, la comprensión no es una carta en blanco para que nos dañen reiteradamente.

miércoles, 16 de marzo de 2022

Vortioxetina: un antidepresivo de última generación

La vortioxetina es un fármaco de última genera y de acción multimodal que proporciona una acción antidepresiva, además de influir en la ansiedad y en el rendimiento cognitivo.

La vortioxetina es un antidepresivo de última generación y de acción multimodal que fue aprobado en 2013.

Se trata de un antidepresivo novedoso con un perfil único, ya que actúa como agente serotoninérgico multimodal. Su eficacia en el trastorno depresivo mayor se ha establecido en estudios a corto y largo plazo.

Además, su capacidad para modular una amplia gama de neurotransmisores (serotonina, dopamina, noradrenalina, histamina, glutamato o GABA) confiere efectos procognitivos a la vortioxetina. Por otro lado, los efectos secundarios también se diferencian de los antidepresivos convencionales, ya que presenta una baja incidencia de disfunción sexual, aumento de peso o alteraciones cardiovasculares.

El trastorno depresivo mayor (TDM)

El trastorno depresivo mayor (TDM) afecta a la forma en que las personas sienten, piensan y se comportan. Sus principales síntomas son los sentimientos persistentes de tristeza y la pérdida de interés por actividades que antes la persona disfrutaba (anhedonia).

Este trastorno del estado de ánimo no se reconoce ni se trata con frecuencia, lo que puede tener consecuencias trágicas, como el suicidio y el deterioro de las relaciones interpersonales.

En cuanto a su etiología, existen múltiples factores, aunque a nivel general se ha relacionado con una combinación de factores genéticos, ambientales, biológicos y fisiológicos.

Por otro lado, los hombres y las mujeres experimentan los síntomas de la depresión de manera diferente. Las mujeres experimentan más sentimientos de culpa, tristeza e inutilidad, mientras que los hombres tienden a estar irritables, cansados y pierden interés en actividades que antes eran placenteras.

Opciones farmacológicas para el TDM

Hay más de treinta opciones de farmacoterapia disponibles para la depresión unipolar. Algunas de ellas son los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), los antidepresivos tricíclicos (ATC) o los inhibidores de la recaptación de serotonina-noradrenalina (IRSN).

También existen el bupropión, los antagonistas/inhibidores de la recaptación de serotonina, los antipsicóticos alfa de segunda generación, los inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO), los inhibidores de la recaptación de noradrenalina y los tetracíclicos.

La falta de respuesta a los tratamientos antidepresivos disponibles es uno de los grandes desafíos de la psiquiatría. Hasta 1/3 de los pacientes con trastorno depresivo mayor (TDM) no logran una respuesta completa e incluso en pacientes en remisión se observan síntomas cognitivos residuales.

Teniendo en cuenta esta necesidad y gracias al avance en el conocimiento de los circuitos neurales implicados en el TDM, emergen cada vez más teorías que quieren explicar la depresión más allá de la actividad serotoninérgica.

El sistema monoaminérgico, que incluye las vías serotoninérgica, noradrenérgica y dopaminérgica, está muy extendido por el cerebro y se sabe que sus múltiples interconexiones juegan un papel importante en los trastornos del estado de ánimo.

Este concepto más integrador ha motivado la búsqueda de fármacos que modulen los neurotransmisores implicados en la regulación del sistema monoaminérgico, como el glutamato o el ácido γ-aminobutírico (GABA). Y es precisamente a partir de este interés desde el que se desarrolla la vortioxetina.

Vortioxetina: acción multimodal

La vortioxetina es un antidepresivo con acción multimodal, lo que le confiere un perfil único. Su efectividad antidepresiva ha sido demostrada en varios estudios.

Este fármaco presenta un mecanismo de acción único y complejo. Al igual que los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) convencionales, puede aumentar los niveles de serotonina mediante la inhibición de los transportadores de serotonina (SERT).

Sin embargo, su acción sobre los distintos subtipos de receptores 5HT le confiere propiedades características y ha hecho que se considere un antidepresivo multimodal. Además, su capacidad para modular varios neurotransmisores (serotonina, dopamina, noradrenalina, histamina, glutamato y GABA) le permite actuar sobre dominios como la cognición.

Por otro lado, su perfil de efectos adversos es distinto al de otros antidepresivos convencionales. Esto es así porque se relaciona con una baja incidencia de disfunción sexual, aumento de peso o alteraciones cardiovasculares.

La relación entre la vortioxetina y la cognición

La vortioxetina es una buena alternativa en el tratamiento de los déficits neurocognitivos en el TDM, según estudios preclínicos y clínicos. Este antidepresivo mejora las dificultades de aprendizaje y previene los déficits en el aprendizaje inducidos por el estrés.

Existe un efecto positivo de la vortioxetina sobre los déficits en la flexibilidad cognitiva, uno de los principales síntomas cognitivos en el TDM. También se ha observado un efecto positivo sobre la memoria, mayor que con escitalopram o duloxetina.

Además, la vortioxetina favorece la neuroplasticidad más rápidamente que otros ISRS. En estudios clínicos, se ha demostrado que la vortioxetina no tiene efectos negativos sobre la cognición.

Los análisis indican que este fármaco no parece actuar sobre un dominio cognitivo específico, sino más bien sobre una amplia variedad de dominios y que es más útil en pacientes que tienen un empleo activo.

Además, parece tener un perfil más seguro en comparación con otros antidepresivos tradicionales. Sin embargo, las tasas de náuseas tendieron a ser numéricamente más altas en los ensayos de vortioxetina. Con eficacia y tolerabilidad establecidas en numerosos ensayos clínicos, la vortioxetina puede considerarse una alternativa a los otros antidepresivos en el mercado.