viernes, 30 de septiembre de 2022

Patocracia, ¿en qué consiste?

Por extraño que parezca, son muchas las personas con trastornos de personalidad que llegan al poder de las instituciones democráticas. Hablamos de la patocracia.

¿Quién no ha afirmado alguna vez que tenemos unos gobernantes que no nos merecemos? La negligencia de nuestros políticos ha producido una buena dosis de desencanto en la sociedad, por no hablar de los intereses económicos que les respaldan. Así, podríamos estar viviendo en un sistema que algunos denominan patocracia.

La patocracia no es otra cosa que un sistema político en el que personas con trastornos de personalidad se hacen con el poder. Hablamos de trastornos como el narcisismo. Ya te empieza a sonar, ¿verdad? Quizás ya tengas la intuición de que algunos presidentes podrían encajar en este perfil.

¿Qué es la patocracia?

Como decimos, la patocracia es ese fenómeno por el que personas con ciertos trastornos de personalidad llegan hasta el poder. Seguro que todos somos capaces de pensar en algún gobernante. Políticos de los que muchos dirían, incluso dentro de sus propios partidos, que son personas que se tienen a sí mismas en gran estima, careciendo al mismo tiempo de la empatía necesaria como para preocuparse de verdad por el pueblo al que gobiernan.

Este término fue acuñado por el psicólogo polaco Andrew Lobaczewski, que vivió en sus propias carnes tanto la invasión alemana de la Segunda Guerra Mundial como la soviética. Fue esa experiencia la que le llevó a darse cuenta de que son muchos los gobernantes que llegan al poder con un trastorno de personalidad fácilmente diagnosticable.

Lobaczewski dedicó buena parte de su vida al estudio de la ponerología, que intenta entender por qué personas malvadas llegan al poder, mientras que otras mucho más honestas nunca lo hacen. De hecho, estos trabajos causaron problemas al psicólogo polaco, ya que terminó arrestado y torturado por las autoridades polacas.

Sus estudios no vieron la luz hasta que emigro a Estados Unidos en la década de 1980 y lo harían bajo el nombre de su principal obra Ponerología Política.

La patología del poder

Un pequeño porcentaje de la población sufre trastornos de personalidad como el narcisista y el antisocial o la psicopatía. Este tipo de personas tienen una sed insaciable de poder, ya que se tienen en alta estima y tienden a despreciar a los demás. Por eso no resulta tan extraño que sean perfiles que alcanzan fácilmente posiciones de poder.

La principal diferencia entre narcisistas y psicópatas es que estos últimos no tienen esa necesidad constante de adoración. Sin embargo, sí que cuentan con la frialdad y la falta de empatía necesarias como para seguir el lema de que el fin justifica los medios.

Tampoco resulta extraño que este tipo de personas resulten atractivas para el público medio. Al fin y al cabo, son perfiles con un importante don de gentes, por lo que es fácil que los votantes se identifiquen con ellos.

La llegada de la democracia universalizó el ejercicio de la política, ya que cualquier ciudadano tiene derecho a erigirse como gobernante. Pero no quita que se haya abierto la puerta a esa minoría patológica que carece de cualquier tipo de escrúpulo.

Como dijo Mark Huges en su obra Las mentes desordenadas, el principal objetivo de la democracia es proteger a las mayorías civiles de estos perfiles con trastornos de personalidad. La Constitución estadounidense se articuló en torno a principios e instituciones que deberían limitar el ascenso de estos individuos patológicos.

La patocracia colectiva

Pero ese no es el principal problema de la patocracia. Y es que se trata de un sistema que cuenta con una serie de mecanismos que le ayudan a perpetrarse. Hablamos de esa patocracia colectiva en la que diferentes individuos cierran filas en torno a un líder o fenómeno concreto. Una estructura sólida a partir de trincheras que evita la aparición de nuevas fuerzas del cambio.

Esto no quiere decir que todas esas personas que rodean al líder patológico sufran trastornos de personalidad. Tal vez simplemente tengan la sed de poder suficiente como para no cuestionarse los métodos de sus superiores y semejantes.

Al igual que los ciudadanos, muchos otros políticos y técnicos se sienten profundamente atraídos por estos líderes, ya que también son carismáticos. Se trata de una atracción muy similar a la que generan los gurús espirituales. Sus métodos y su discurso son dudosos, pero consiguen despertar la simpatía e incluso el aprecio en los demás.

Según algunos expertos, el atractivo que les puede caracterizar se debe a un impulso de volver al estado de nuestra infancia. En ella, nuestros padres eran seres superiores que podían resolver todos nuestros problemas y que su palabra siempre era sinónimo de verdad. Y paralelamente, la paranoia de los líderes patológicos los lleva a demonizar y desautorizar a cualquier voz contraria a ellos y que pueda suponer una amenaza para la estructura de poder que han articulado gracias a la patocracia.

jueves, 29 de septiembre de 2022

Ruidos negros, así afectan a tu mente

Los ruidos negros pueden ocasionar mareos, dolor de cabeza, confusión, estrés... Son frecuencias acústicas de menos de 20 hercios que producen, por ejemplo, los electrodomésticos o el tráfico. Analizamos este fenómeno.

Los ruidos negros son vibraciones de ondas infrasónicas, apenas audibles, con frecuencias inferiores a 20 hercios. No las escuchamos, pero las percibimos, y su presencia puede resultar tan estresante como dañina para la salud. Son una especie de zumbidos persistentes o de chasquidos que cohabitan con nosotros 24 horas al día 7 días a la semana.

Bien es cierto que en nuestra vida moderna estamos obligados a rodearnos de sonidos que no siempre podemos controlar ni evitar. Escuchamos el tráfico, los sonidos de la calle, el repiqueteo de las obras de otras casas, el rumor de las conversaciones de los vecinos… Sin embargo, lo llamativo es que hay frecuencias acústicas que no podemos escuchar y que tienen un impacto más nocivo.

En este caso podríamos hablar metafóricamente de energías negativas. Son las que generan los refrigeradores, los aires acondicionados o las vibraciones del tráfico en nuestros edificios y en consecuencia también en nosotros. Lo alarmante es el hecho de que estos sonidos interfieren con las frecuencias de las células cerebrales. Analizamos este tema.

¿Qué son los ruidos negros?

Nuestro entorno está habitado por múltiples dimensiones que no vemos ni escuchamos, pero que nos afectan. De este modo, cuando hablamos del sonido, es interesante saber que este se clasifica en ultrasonidos, sonidos audibles e infrasonidos.  Los ruidos negros son infrasonidos, es decir, estímulos acústicos que emiten ondas capaces de producir contracciones y dilataciones en la materia.

El oído no siempre las percibe con claridad. En su lugar, lo que nota es una sensación dolorosa, como algo que ejerce presión sobre nosotros, algo áspero que araña nuestros sentidos. Esa percepción de incomodidad es el efecto de las ondas ultrasónicas sobre las células del cuerpo.

Si vivimos al lado de una carretera donde pasan máquinas de gran tonelaje, no solo escucharemos el sonido de sus motores. Máquinas como grandes camiones, trenes, cosechadoras, tractores y autobuses también emiten ruidos negros. Son infrasonidos que impactan sobre las paredes de las casas y también sobre el sistema nervioso central.

Todos absorbemos ondas de infrasonidos y estos son sus efectos

Las frecuencias acústicas menores a 20 hercios son como zumbidos persistentes o chasquidos. Para comprender e identificar este tipo de estímulos acústicos pensemos en esas veces en las que vamos en coche, en tren o en avión y se nos tapan los oídos, sufrimos mareos o sentimos la cabeza embotada. El ruido negro emite un tipo de energía que, poco a poco, absorbe nuestro organismo.

El departamento de Neurología del Hospital Xijing en China lleva años estudiando este fenómeno. En uno de sus trabajos de investigación revela el efecto de los ultrasonidos en tejidos orgánicos como el sistema nervioso central (SNC). Sabemos que puede degenerar los axones de las neuronas del hipocampo. Afectando así a la memoria.

Aún más, otros estudios, como el realizado en la Universidad Laurentian de Canadá, advierten del riesgo para la salud de los infrasonidos comprendidos en el rango de 5 a 40 hercios. El ruido negro puede generar desde náuseas, mareos, cansancio y malestar general hasta dolores diversos y también trastornos del sueño.

¿De dónde provienen los ruidos negros y cuál es su mecanismo?

Los infrasonidos no hacen daño a nuestros oídos. No es como escuchar un avión despegando o el sonido de un cristal rompiéndose. Son ondas acústicas que emiten pequeñas vibraciones en el organismo. Podemos sentirlas al poner la mano en la lavadora o el refrigerador. También al llevar el volante de un coche o un camión.

En los últimos años, se habla mucho de las turbinas eólicas. Esos magníficos molinos de viento modernos que se alzan en muchos pueblos y ciudades producen también un tipo de ruido negro. La gente que viva cerca de ellos también puede experimentar muchos de los efectos antes nombrados.

Ha podido observarse que esas ondas infrasónicas que llegan hasta las células son procesadas por el cerebro como un tipo de patógeno del que defenderse. Esto hace que produzca catecolaminas y se active desde una respuesta de estrés hasta una reacción inflamatoria. No obstante, debemos tener en cuenta que esos efectos solo aparecen si estamos expuestos a ese ruido negro durante semanas o meses.

¿Podemos reducir o escapar de este tipo de infrasonidos?

Probablemente, el único modo de esquivar por completo el ruido negro es dejando las ciudades y yéndonos a vivir al campo. Lejos de la civilización. Ahora, como bien sabemos, esto es poco más que una entelequia, un imposible. Por ello, sería decisivo que las autoridades sanitarias tuvieran más en cuenta esta realidad tan nociva para la salud física y mental.

Por ejemplo, sería de gran ayuda que los arquitectos situaran desde los equipos de ventilación, climatización o grupos electrógenos en cubículos protegidos para evitar que sus vibraciones llegaran a los inquilinos. Los grupos poblacionales y las casas deberían también estar alejadas de carreteras o autovías muy transitadas.

El tráfico y los electrodomésticos son los principales emisores de ruido negro. Controlar estas variables en la medida de lo posible, nos permitiría tener una vida más saludable.

miércoles, 28 de septiembre de 2022

¿Por qué a algunas personas meditar les genera ansiedad?

La meditación suele utilizarse para reducir la ansiedad, pero en ocasiones puede producir un paradójico incremento de la misma. Descubre los factores que hacen que meditar produzca malestar.

No paramos de oír hablar de prácticas como la meditación o el mindfulness y de los numerosos beneficios que reportan. Por esto, cada vez más personas se animan a intentarlo, buscando un estado de calma y bienestar que les cuesta encontrar en el día a día. Paradójicamente, algunas de ellas descubren que los efectos no son tan placenteros como esperaban. Si este es tu caso, queremos contarte por qué en ocasiones meditar genera ansiedad.

Esto no es algo que le suceda a todo el mundo. De hecho, para la mayoría de las personas meditar es agradable y positivo. Varios estudios avalan los efectos benéficos de la meditación en la salud física, el bienestar psicológico y la felicidad. Entonces, ¿qué les ocurre a quienes experimentan esta práctica como desagradable o ansiógena?, ¿hay algo mal en ellos? A continuación abordamos los motivos por los que esto suele suceder.

Causas de la ansiedad al meditar

Al practicar meditación, pueden darse diversas situaciones desagradables. Algunas personas, por más que lo intentan, tienen dificultades para meditar, pues comienzan a sentir que su ansiedad se dispara durante la práctica. Otras, tras varias sesiones satisfactorias, pueden llegar a experimentar un ataque de pánico. Y otras, por su lado, viven desagradables sensaciones de despersonalización en las que se sienten desconectadas de su cuerpo y sus emociones.

Si te has visto alguna vez en esta tesitura, no estás solo. De hecho, en un estudio de la Universidad de Valencia se encontró que más del 25 % de las personas que meditan han vivido algún efecto negativo relacionado con la misma. Pero, ¿por qué sucede? Te lo contamos.

1. Falta de información

Con el auge de la meditación, muchas personas se lanzan a experimentarla, sin saber muy bien cómo funciona, qué se van a encontrar o cómo pueden reaccionar. Generalmente, esperamos que se trate de una técnica milagro, que nos permita eliminar el malestar en pocos minutos y desde la primera vez. Por ello, nos frustramos cuando los pensamientos no cesan y la ansiedad no disminuye desde el primer intento. En realidad, lo único que sucede es que se requiere práctica.

Por otro lado, experimentar sensaciones de despersonalización o desrealización durante la meditación es bastante común y no constituye ningún problema. Sin embargo, si no estás preparado para ello, sentirte separado de tu cuerpo o de tu entorno puede asustarte enormemente.

Por esto, es necesario informarse y asesorarse con profesionales antes de comenzar. Has de saber qué sensaciones pueden aparecer para no alarmarte, has de tener presente que los pensamientos seguirán viniendo y esto no implica que estés haciendo algo mal. Estar preparado te ayudará a que tu ansiedad no se incremente ante eventos inofensivos.

2. Personalidad ansiosa

Paradójicamente, aunque las personas ansiosas son las que más pueden necesitar la meditación, también son las que comúnmente experimentan incrementos en su malestar al intentarlo. Esto tiene una explicación lógica y sencilla: la ansiedad está relacionada con la necesidad de control y la meditación te invita a soltar y dejarte llevar; una propuesta que para una persona ansiosa resulta aterradora.

Durante la práctica de la meditación, quien sufre ansiedad está extremadamente pendiente del proceso, de dirigirlo, de si lo estará haciendo bien, de si sus pensamientos y sensaciones son adecuados… Esta excesiva focalización hace que los síntomas de ansiedad se magnifiquen, pues no se está logrando el objetivo principal: observar sin juzgar ni controlar.

Esto no debe ser un motivo para desanimarse y asumir que la meditación no es para uno. Por el contrario, es al perseverar y al practicar cuando cada vez serás más capaz de abandonarte al proceso y comenzarás a notar cambios en tus niveles generales de ansiedad.

3. Meditar es mirar hacia adentro, y no siempre estamos preparados

Esta es una de las principales causas por las que a muchas personas meditar les genera ansiedad, y es que por primera vez miran hacia adentro tras años ignorando su mundo interno. Esto, sin duda, puede asustar, pues nos coloca cara a cara con nuestra sombra, nuestros temores, culpas, errores y voces internas. Nos conecta con todas aquellas partes de nuestra psique que luchamos cada día por hacer a un lado; y esto, por supuesto, no es agradable al inicio.

Nadie espera encontrar tanta oscuridad en su interior y verlo de frente puede aumentar la ansiedad. No obstante, es el camino a la liberación. Es el primer paso para dejar de huir de ti.

4. Demasiada intensidad

Por último, es muy importante considerar la moderación como un factor fundamental para que la meditación resulte grata y beneficiosa. Si estás iniciando, ve paso a paso, con sesiones de corta duración que te permitan ir acostumbrándote a las sensaciones; y, si es posible, hazlo acompañado. No comiences con un retiro de varios días o con prácticas de una hora, pues puedes abrumarte.

Por otro lado, incluso si ya llevas meses y años de práctica, cuida de no sobrepasar el límite óptimo. Muchos meditadores habituales comienzan a experimentar los efectos adversos tras varios años, pues una excesiva percepción, atención o desapego pueden resultar contraproducentes e insostenibles.

Cuando meditar genera ansiedad, pueden buscarse alternativas

A pesar de todo lo anterior, de comenzar con calma y con guía y de comprender a qué se deben las sensaciones, algunas personas no logran disfrutar la meditación ni obtener sus beneficios. En estos casos, es posible probar con diferentes modalidades hasta encontrar la que mejor va con cada uno: hay quienes por ejemplo se sentirán más conectados con técnicas de enfoque de la atención en objetos externos y otros con el escaneo corporal.

Si ninguna de estas opciones nos sirve, podemos obtener efectos similares con el ejercicio físico, las tareas artísticas y creativas o el contacto con la naturaleza. Finalmente, se trata de buscar lo que mejor le funciona a cada persona.

martes, 27 de septiembre de 2022

El método Nunchi, la técnica coreana para ser feliz

En Corea tienen un método para facilitar la conexión social y la felicidad que los niños aprenden ya desde los tres años. El "nunchi" es el equivalente a nuestra inteligencia emocional y se basa en unos pilares muy básicos.
El método Nunchi podría definirse como el arte de comprender el universo mental y emocional de los demás. De hecho, si tuviéramos que encontrar el símil de la inteligencia emocional en la cultura coreana sería precisamente este concepto, el noonchi (눈치). Al fin y al cabo, dicha cualidad universal es la que nos facilita el construir relaciones felices y satisfactorias.

Es interesante saber que esta perspectiva está fuertemente integrada en el pueblo coreano desde tiempos inmemoriales. Ya en el siglo XVII se hablaba de esas personas hábiles en el noonchi, en esa “fuerza ocular” que trasciende lo físico para alcanzar lo íntimo; el estado psicoemocional de aquel con quien se está interactuando. Hace unos años, el periodista coreano-estadounidense Euny Hong publicó el libro El poder de Nunchi: El secreto coreano para la felicidad y el éxito. Gracias a este trabajo, Occidente pudo descubrir de pronto que ese enfoque popularizado por Daniel Goleman en los 90, ya estaba presente desde hacía siglos en Oriente.

Método Nunchi: ¿en qué consiste?

Es posible que al hablar de un método para incrementar la felicidad y el bienestar en Corea, haya algo que nos resulte contradictorio. Sabemos que Corea del Sur es ahora mismo una potencia emergente. También conocemos su gran índice de suicidios y su escaso apoyo al campo de la salud mental. Por tanto, es comprensible que este término nos parezca un poco confuso dado el contexto.

Ahora bien, el método Nunchi está presente en la mentalidad coreana como clave para facilitar los negocios. Tener éxito social y laboral es una forma de alcanzar la felicidad para esta cultura. El noonchi es, a su vez, un método de educación para los niños y una estrategia de conexión entre las personas para afianzar una relación afectiva de calidad. Los coreanos dedican buena parte de su tiempo desarrollando contactos sociales. Esto edifica la confianza entre las personas y a partir de ella, pueden consolidarse buenos negocios. Y para ello, hay que ser hábil comprendiendo desde el estado de ánimo del otro, hasta sus sentimientos y su estado mental.

El arte de estar conectado al entorno y saber responder

Tener nunchi puede traducirse como tener ‘capacidad o fuerza visual’. Es ver lo que sucede a tu alrededor y estar conectado con cada gesto, cada estímulo y cada proceso para entenderlo, para ir más allá de lo aparente y poder actuar en consecuencia. Solo así nos adaptamos mejor, construimos lazos más significativos y contribuimos al propio bienestar y al de la sociedad.

Por ejemplo, si en un entorno de trabajo hay un empleado que está apartado del grupo, los demás deben tener nunchi para entender qué le sucede a ese compañero y facilitar su integración. Este método en realidad no se focaliza solo en el individuo, sino que tiene en cuenta el contexto y la atmósfera que rodean a la persona.

El método Nunchi, una habilidad blanda

Según el periodista Euny Hong, el método Nunchi es una habilidad blanda que debe estar presente en cualquier entorno de trabajo. Recordemos, las soft skills o habilidades blandas son aquellas competencias que se relacionan con el modo en que interactuamos con los demás. Así, la empatía, la negociación, la resolución de problemas o el nunchi entran dentro de este campo.

Así, un estudio publicado en The Journal of Korean Academic Society of Nursing resalta la importancia de este método en el campo de la salud y la asistencia. Es más, si hay algo que destacan en Corea no es tanto la importancia de tener nunchi, sino de ser rápidos a la hora de aplicarlo. Rápidos para evaluar, comprender el contexto y las necesidades psicoemocionales y saber responder lo antes posible.

¿Cómo desarrollar este método coreano de la felicidad?

Bien es cierto que el sustrato de la mentalidad coreana se orienta más al trabajo y a los negocios. La felicidad para ellos reside en el éxito social y laboral. Como superpotencia en auge, estrategias, como el método Nunchi, se alzan como una herramienta tradicional de poder. Solo quien tiene ojo para leer lo que sucede a su alrededor en el plano mental y emocional tiene más posibilidades de actuar con acierto.

Saber conectar con las personas, comprenderlas y crear lazos de confianza es el eslabón básico para todo buen negocio. También para lograr buenas alianzas con los amigos y la pareja. La felicidad puede muy bien inscribirse en esos territorios que a la mentalidad occidental tampoco le son ajenos. Ahora bien ¿cómo desarrollar esta competencia que presenta algún que otro vestigio con la inteligencia emocional? 

Claves para activar nuestro Nunchi
  • El primer paso es observar todo lo que acontece a nuestro alrededor. Sin embargo, eso sí, hay que mirar lo que nos rodea desde el silencio y la apreciación.
  • En el ser humano todo tiene un significado que podemos interpretar: gestos, tono de voz, forma de mirar, de moverse…
  • Hay que saber escuchar de manera activa, sin interrumpir.
  • Ser educados, comedidos y respetuosos.
  • En cualquier situación hay que dejar de lado el deseo de competitividad. La cooperación y la conexión son las estrategias con las que salimos ganando. Esto se aplica al trabajo y también a las relaciones.
Para concluir, mientras en Occidente estamos más habituados al individualismo, en el mundo oriental necesitan de la mirada Nunchi para facilitar una armonía colectiva en la que todos salgan beneficiados. Esa es su mentalidad, esa su magia y ese nuestro desafío.

lunes, 26 de septiembre de 2022

El poder del perro: thriller y silencios

El poder del perro hunde sus raíces en el western para retorcerlo, asfixiarlo y convertirlo en un sorprendente thriller. La violencia no está en las armas, sino en la mente de sus atormentados personajes.

Inspirada en la novela homónima de Thomas Savage, Jane Campion rompía su silencio a finales de 2021 con El poder del perro. La cineasta nos trae de vuelta un género que, pese a su amplia producción, parecía olvidado: el western; pero lo hace de forma inteligente y se adapta a las nuevas corrientes y necesidades. Una deconstrucción artística impecable que combinará el escenario clásico del western con un thriller pausado y sorprendente.

Ambientada en el oeste, El poder del perro nos presenta a dos hermanos muy diferentes: Phil y George. La masculinidad tóxica de Phil comenzará a tambalearse cuando dos nuevos personajes entren en escena: Rose, la mujer de George, y su hijo Peter, un joven demasiado sensible y vulnerable para un mundo áspero, rudo y hostil.

Tras el éxito en Venecia y Toronto, El poder del perro llega a Netflix cautivando a un público más amplio. La propuesta contrasta con los ritmos frenéticos actuales, pero nos devuelve la fe en el séptimo arte.

Todo parece apuntar que El poder del perro seguirá dando que hablar. Con paciencia y elegancia, la película va asfixiando a los protagonistas hasta llevarnos al extremo con un desenlace gestado a fuego lento.

El poder del perro: sentimientos reprimidos

Campion configura su historia a través de cuatro personajes: Phil, George, Rose y Peter. Los hermanos Phil y George componen las dos caras de una misma moneda y conviven en relativa armonía hasta que Rose y su hijo irrumpen en sus vidas. El matrimonio de George y Rose despierta en Phil una ira irracional que ya habíamos anticipado ante su primer encuentro con el joven Peter.

Phil se caracteriza por la agresividad, mientras Peter parece encarnar todo lo contrario. El poder del perro nos muestra la masculinidad tóxica, pero lo hace desde las entrañas, preguntándose qué hay detrás de esa armadura, explorando por qué Phil parece esconderse detrás de esa máscara y por qué destruye todo lo que toca.

Con Phil, conocemos a otro personaje que nunca aparece en escena, pero que está presente en todo momento: Bronco Henry. Este nombre es una constante, Phil lo menciona cada momento y, de alguna manera, tenemos la sensación de conocerlo.

Bronco Henry representa todo aquello que Phil admira, pues fue quien le enseñó todo lo que sabe sobre equitación o ganadería. Phil nos lo describe como un hombre fuerte y valiente, con todas las virtudes que muchos atribuyen a la masculinidad.

Pero Campion está empeñada en descubrir la verdad, en sumergirse en la psique de Phil. Se nutre del paisaje del oeste, de ese hombre de apariencia dura y sin sentimientos y lo desnuda, dejándolo vulnerable, solo, pero dando rienda suelta a su verdadero yo en una escena de masturbación casi poética.

La ira de Phil no es otra cosa que el reflejo del miedo. Miedo a que su virilidad pueda ser cuestionada, a que sus verdaderos deseos vean la luz. Se trata de una víctima de su tiempo, de la sociedad y de sí mismo. Phil atacará al eslabón más débil con el fin de validar su superioridad y ante la ausencia de Peter, ese no es otro que Rose.

Rose terminará completamente anulada, alcoholizada y desgraciada. Y es que Campion no solo se propone cuestionar la masculinidad, sino que está decidida a introducirse en la mente de los personajes; en lo que dicen y en lo que no, pero sobre todo en lo segundo. Cabe destacar la interpretación de Kristen Dunst como una mujer madura, preocupada por su hijo y que parece no encontrar su lugar.

Partiendo de los tópicos del género, el film retuerce a los personajes y los asfixia en un escenario marcado por la represión y la omisión de sentimientos. Por todo aquello que no se dice y que, al ocultarlo, nos hace daño.

Nada es lo que parece en El poder del perro: ni el débil era tan débil, ni tampoco el duro estaba hecho de hielo. Poco a poco, la angustia y el desasosiego configuran un tremendo final; un clímax en el que los sentimientos, antes reprimidos, se han llevado al extremo.

Una puesta en escena impecable

Intentar catalogar El poder del perro en el género western sería quedarse corto. El film de Campion es un western, sí, pero en apariencia. Por supuesto, toma elementos del género; pero es más que probable que los fans del western clásico -aquel marcado por los disparos, el exceso de testosterona y la violencia- lo encuentren lento y extraño.

La música de Jonny Greenwood, los áridos paisajes, la fotografía, la rudeza y la suciedad del rostro de Benedict Cumberbatch son una clara reminiscencia del género. No hay duda de dónde estamos, la puesta en escena es impecable y evoca a las grandes películas del pasado como si quisiera rendirles homenaje.

La película nos atrapa desde los primeros minutos de metraje, nos deja escenas que hemos visto infinidad de veces en el cine, aunque los temas ya no son los mismos que en el pasado. Algo nos dice desde el comienzo que no estamos ante un western convencional. Hay algo en la atmósfera, en esos planos que parecen evocar el misterio, en los silencios y los sonidos que parecen hablarnos como si una amenaza estuviera acechando de manera constante.

Campion decide dejar la violencia física a un lado para sumergirse en otro tipo de violencia; una más silenciosa, pero totalmente perturbadora que terminará trazando la trama de un thriller. La violencia no aparece en forma de arma, sino que la van configurando los propios personajes.

Información a cuentagotas

El poder del perro nos plantea un thriller planificado y estudiado, organizado de forma milimétrica. Campion quiere que prestemos atención, que no perdamos detalle porque, de hacerlo, estaremos perdidos.

Hitchcock siempre apelaba a la importancia de darle al espectador la información en el momento indicado y la cineasta parece haber tomado nota del maestro, aunque llevándoselo a su terreno. La paciencia es fundamental y, en un cine marcado por el frenetismo y la sobreexplicación, es posible que a más de uno El poder del perro le resulte excesivamente lenta.

La película nos invita a detenernos, a observar cada plano con detalle, a pensar, a intentar intuir qué está ocurriendo. Porque, como suele decirse “una imagen vale más que mil palabras” y esto debería ser obligatorio en el cine. Lamentablemente, llevamos muchos años acostumbrados a que nos den un final “masticado”, a que el guion explique demasiado.

Sin embargo, en esta ocasión, el poder no está en las palabras, sino en las imágenes. Como en la vida misma, nuestras palabras no siempre van unidas a nuestros pensamientos y, en esos casos, un pequeño gesto puede ser todavía más informativo. El thriller se va cocinando a fuego lento y se desata al final, cuando la lentitud desaparece y se produce el estallido.

Campion nos ha ido dejando pistas ya desde el arranque de la película y, con disimulo, las ha ido poniendo intencionadamente ante nuestros ojos; para que, al final, logremos encajar todas las piezas.

En definitiva, El poder del perro es una auténtica joya, pero hay que verla sin prisas y evitando distracciones. Es una experiencia cinematográfica orquestada de forma brillante, desde las interpretaciones hasta la música y la fotografía. Envolvente, dura y elegante al mismo tiempo, El poder del perro no dejará a nadie indiferente.

domingo, 25 de septiembre de 2022

Las razones por las que no te atraen las personas que te convienen

Hay personas que te convienen y otras que no, y aun así puede que solo te sientas atraído por las segundas. Te contamos a qué se debe y cómo puedes solucionarlo.

Escoger a una persona como pareja es una decisión trascendente. En función de la personalidad y los valores de ese individuo, así como del grado de afinidad, disfrutaremos de un vínculo más o menos sano y satisfactorio. Sin embargo, es posible que muchas veces te hayas encontrado con un gran dilema: no te atraen las personas que te convienen.

Quizá has conocido a alguien que reúne todas las cualidades necesarias para ser el compañero perfecto. Es inteligente, sensible, sincero, divertido e incluso atractivo. Y, aun así, no logras sentir esa conexión que sí experimentas con personas egocéntricas, dependientes y conflictivas que sabes que no te convienen. ¿Por qué te sucede esto? A continuación abordamos las posibles respuestas.

La apariencia y el carisma

Estas son dos razones más comunes que seguramente alegas para justificar por qué no te atraen las personas que te convienen. Y es que es cierto que las personas egocéntricas y narcisistas pueden ser realmente encantadoras, carismáticas y llamativas. Son individuos que saben controlar muy bien la imagen que proyectan, suelen ser sociables, expansivos y seguros de sí mismos, y esto les hace ver atractivos a ojos de los demás.

Una persona más calmada o introvertida, pese a sus múltiples cualidades positivas, suele pasar más desapercibida en los primeros encuentros. Y es que se requiere de tiempo y una mayor profundidad en la relación para descubrir todas sus virtudes.

Aun así, si solo te sientes atraído por personas inadecuadas, las razones pueden ser diferentes a la mera apariencia, pese a que no te hayas dado cuenta.

La intensidad emocional

Cuando no hemos realizado un trabajo interior, lo más probable es que establezcamos relaciones poco saludables y que tendamos a repetir los mismos patrones una y otra vez con diferentes personas. Si te has acostumbrado a que en tus vínculos haya una elevada intensidad emocional, es probable que las personas más equilibradas te parezcan aburridas.

Con intensidad emocional no nos referimos al grado de amor sino a conductas poco apropiadas como los celos, las peleas, los gritos y las reconciliaciones. De algún modo te has habituado a que esa sea tu imagen del amor, un amor posesivo y dañino que ocupa cada espacio de tu mente y de tu vida. Uno amor tormentoso en el que los conflictos te destruyen y las reconciliaciones te permiten respirar de nuevo.

Cuando se han encadenado varias relaciones de este tipo, resulta difícil conectar a un nivel más sano. La calma y la estabilidad que puede proporcionarte una persona se confunden con aburrimiento y falta de interés. Y es que debes reaprender a vincularte.

Nos atraen quienes están en nuestra misma sintonía

¿Has pensado alguna vez que la forma en que fuiste criado puede ser un hándicap a la hora de vivir relaciones de pareja armoniosas? Esto es así porque de adultos repetimos las dinámicas que aprendimos durante la infancia. El estilo de apego que estableciste con tus padres es el que ahora guía tu forma de vincularte en pareja.

El ideal nos dice que deberíamos establecer un apego seguro, que nos permita confiar en nosotros y en los demás, sentirnos valiosos y valorar al otro, y ser capaces de abrirnos emocionalmente sin llegar a depender. Sin embargo, según se ha encontrado, solo dos tercios de la población están en esta categoría.

El resto de las personas presentan estilos de apego inseguro y, según se ha observado, es más probable que se vinculen con otros en su misma situación.

Esto no significa que tu pareja deba ser igual a ti, de hecho, con frecuencia escogemos a quienes tienen heridas complementarias a las nuestras. Una persona con apego temeroso, que busca constante afecto y tiende a la dependencia, suele vincularse con parejas evitativas, que huyen de la intimidad y se muestran egoístas. Así, el caos, el conflicto y la insatisfacción están servidos.

Sin embargo, no es una elección que se realice a nivel consciente; no te atraen las personas que te convienen porque simplemente “no puedes verlas”, no están en tu radar emocional por encontrarse en una dinámica tan diferente a la tuya. Son tus heridas infantiles las que eligen por ti.

Si no te atraen las personas que te convienen, trabaja en ti

¿Te has sentido identificado con las anteriores descripciones? Si es así, no pienses que las relaciones que has vivido hasta ahora son una condena a futuro. Realmente, solo son el reflejo de un trabajo interno que queda por hacer; son alarmas que te indican que hay algo que sanar.

No puedes forzarte a que te atraigan cierto tipo de personas, pero sí puedes colocarte en la sintonía para que esto suceda naturalmente.

Cuando comprendas de dónde vienes y por qué eres como eres hoy en día, podrás comenzar a sanar, podrás resolver ciertos temores o carencias emocionales que te siguen acompañando. Y cuando esto suceda, comenzarán a atraerte personas totalmente diferentes y buscarás para ti mismo las mejores relaciones, pues tus prioridades habrán cambiado contigo.


sábado, 24 de septiembre de 2022

13 preguntas para crear intimidad

Quieres tener una cita especial, conocer mejor a alguien... y no se te ocurre qué preguntar. ¡No desesperes! Estas preguntas para crear intimidad pueden acercaros y crear una conexión entre ambos.

¿Tienes una cita y te gustaría que se produjera en un espacio -físico y mental- de intimidad? ¿Cómo lograr esta conexión con el otro? En este artículo te traemos algunas preguntas para crear intimidad inspiradas en el estudio de unos investigadores.

Al fin y al cabo, las preguntas y la comunicación en general son una vía para conocer a otra persona, abrirnos, crear espacios de conexión y comodidad… Por ello es tan importante escoger qué palabras usar y qué preguntas hacer, sin dejar de perder la naturalidad y la espontaneidad del momento. ¿Te animas?

Cómo crear intimidad y conexión: preguntas claves

Hace años, en 1997, Arthur Aron, investigador en Psicología Social en el Laboratorio de Relaciones Interpersonales de la Stony Brook University de Nueva York y sus colaboradores investigaron sobre la metodología para crear una cercanía entre dos personas en un contexto experimental. A través de su estudio, llegaron a elaborar un listado de preguntas para generar intimidad entre dos personas.

Los resultados fueron publicados en la revista Personality and Social Psychology Bulletin. Las preguntas que elaboraron permitían crear un ambiente de intimidad y comodidad entre dos personas que estimulara su deseo de volver a verse.

A continuación recogemos las preguntas que nos han parecido más interesantes. Puedes hacerlas cuando te sientas más cómodo durante el encuentro o la cita con la otra persona.

1. ¿Cómo sería un día perfecto para ti?

Quizás te extrañes de esta primer pregunta, ya que no resulta íntima como tal, pero puede ser interesante para conocer los gustos y las preferencias de la otra persona. Si se responde bien, tendrás unos cuantos detalles para sorprenderla más adelante.

2. ¿Cuál es el mayor logro de tu vida?

Con esta pregunta conocerás más a la otra persona: cómo se ve a sí misma, qué destacaría de sus éxitos, qué es una de las cosas que más valora de su vida a nivel general… Se trata de aspectos relacionados principalmente con su autoestima.

3. ¿Qué importancia tienen el amor y el afecto en tu vida?

Aunque parezca una pregunta muy típica, la realidad es que luego no se le presta la atención que se merece. La respuesta te proporcionará información muy valiosa sobre el papel que tiene el amor en la vida de la otra persona y cuáles son sus lenguajes del amor.

4. ¿Qué significa la amistad para ti?

Se trata de una pregunta que revela información interesante del otro: a qué le da valor, qué entiende por amistad, incluso, cómo son sus amigos.

5. ¿Puedes contar la historia de tu vida en cuatro minutos?

Una pregunta muy relevadora, ya que permite crear un entorno aún más íntimo. Su respuesta puede relevar los hitos más importantes de su vida y los eventos que más le han marcado.

6. Comparte un momento incómodo que hayas vivido

Una invitación que puede haceros reír y crear conexión y complicidad entre ambos. Y es que, cuando hablamos de momentos incómodos, muchas veces son momentos graciosos, que nos han hecho pasar vergüenza, y que recordamos con alegría tras el paso del tiempo.

7. ¿Cuándo lloraste por última vez delante de otra persona? ¿Y solo?

Hablar sobre emociones es crear intimidad. Con esta pregunta estás ofreciendo a la otra persona la posibilidad de hacer una pequeña confesión sobre sí misma y sobre sus emociones más profundas.

8. Turnarse para decir cinco cualidades que tiene la otra persona

Una pregunta que os puede unir, facilitando esa conexión. Además, es un buen momento para descubrir qué le gusta al otro de nosotros.

9. ¿Por qué aspecto de tu vida te sientes más agradecido?

Sin duda, te dará información sobre aquello que valora y aprecia en su vida.

10. Si una bola de cristal pudiera decirte la verdad sobre ti, tu vida, el futuro o cualquier otra cosa, ¿qué querrías saber?

La respuesta puede ayudarte a descubrir cómo es la otra persona: ¿temerosa? ¿Atrevida? ¿Tiene necesidad de saber, curiosidad…? ¿O prefiere vivir el momento sin pensar en el futuro?

11. ¿Tienes un presentimiento secreto sobre cómo morirás?

Hablar de la muerte es acercar un grado más la intimidad. Además, esta pregunta es muy íntima porque habla de pensamientos secretos, que quizás nunca antes se han compartido con nadie.

12. ¿Cuál es tu recuerdo más terrible?

Una pregunta que indaga sobre un recuerdo que puede ser doloroso y que, por lo tanto, podrá hacer que la otra persona abra su corazón a ti.

13. Si murieras esta noche sin la oportunidad de comunicarte con alguien, ¿qué lamentarías no haber dicho? ¿Por qué no lo has dicho todavía?

Finalmente, esta pregunta es también muy íntima, porque revela qué es importante para el otro: personas, momentos, situaciones, relaciones… Se trata de una cuestión muy personal que puede acercaros aún más y hacer que os abráis emocionalmente.

Y tú, ¿qué preguntas para crear intimidad le harías a alguien que te gusta, o que te interesa conocer más? ¿Utilizarías alguna de estas? ¿Qué se te ocurre?

viernes, 23 de septiembre de 2022

El niño dorado, padres con un hijo favorito

Admitir que casi siempre se tiene un hijo favorito es un tabú para nuestra sociedad. Sin embargo, tener un niño al que se le quiere un poco más que a los demás es un hecho frecuente con consecuencias serias.

El niño dorado es el hijo a quien los padres veneran como una pequeña deidad. Es el trofeo de la familia, esa figura sobre quien se vuelcan mayores atenciones y privilegios discriminando al resto de hermanos. Hay quien insiste que este favoritismo es un mito, pero en realidad más que un mito es un tabú. Un hecho que aparece con frecuencia y del que se prefiere no hablar o admitir.

Hay una evidencia que todos comprendemos y defendemos. Cualquier pequeño que llega al mundo merece dos cosas: amor y reconocimiento. El afecto a los hijos debe ser condicional, pero el favoritismo rompe ese principio y, en ocasiones, puede convertirse en maltrato. El hermano que se siente desplazado se esfuerza lo indecible en lograr el reconocimiento de sus progenitores.

Poco a poco, esa criatura crecerá y se desarrollará con una visión distorsionada de sí mismo. La vulnerabilidad, la baja autoestima e incluso los celos hacia el hermano dorado serán sentimientos que le acompañarán durante años. Por tanto, es momento de admitir que el trato preferencial en la crianza entre hijos existe y que los efectos psicológicos son más serios de lo que pensamos.

El niño dorado, una figura frecuente

Más allá de que se admita o no, buena parte de las madres y de los padres tienen un hijo favorito. La presencia del niño dorado habita en muchas dinámicas familiares. Tanto es así que la ciencia lleva años demostrando este fenómeno. Un estudio de la Universidad de California aporta datos interesantes sobre la crianza diferencial.

Sabemos que cerca del 74 % de las madres y el 70 % de los padres demuestran un trato preferencial por alguno de sus hijos. Lo llamativo es que ellos mismos son conscientes de este sentimiento y no pueden evitar sentir cierta contradicción. Tener una resonancia especial hacia uno solo de nuestros hijos es además un fenómeno que se explica por diversos factores.

¿Por qué se tiene una mayor preferencia sobre uno de los hijos?

Lo que nos dice la ciencia es que en realidad no es que se “quiera más” a uno solo de los hijos. Lo que sucede es que hay una mayor afinidad sobre uno de los niños, ya sea por su carácter o personalidad. Puede que su forma de ser nos recuerde a la nuestra. Es posible también que ese niño dorado sea más afectuoso y dócil que el resto de hermanos.

Otro factor interesante es el relativo al orden de nacimiento. A medida que los progenitores adquieren mejores habilidades psicoemocionales en la crianza, sienten que lo están haciendo mucho mejor con los más pequeños. Esa eficacia percibida puede hacer que sientan mayor sintonía por uno de ellos, hasta hacer de él o ella un niño dorado.

También pueden existir factores inconscientes. Hay padres y madres que ven en alguno de sus hijos la imagen de sí mismos. Casi sin darse cuenta, empiezan a proyectar en esa criatura expectativas y esperanzas frustradas en su vida y que esperan que ese hijo favorito alcance.

Los efectos del favoritismo entre hermanos

Mientras los progenitores rara vez admiten que tienen un hijo favorito, sin embargo, los hermanos pueden identificarlo al segundo. Porque el niño dorado fagocita todas las atenciones, los afectos y las deferencias. Y admitámoslo, esa dinámica constante en la vida de uno se vive con indignidad y elevado sufrimiento emocional.

Sin embargo, hay algo que también debemos tener en cuenta. El niño trofeo o favorito también sufre los efectos de esa preferencia en su vida y esa losa invisible puede dejar en ocasiones ciertos efectos. Lo analizamos.

Los hijos con amor de segunda clase

Están los hijos preferenciales y están los que habitan en el vagón de segunda clase. Y esas preferencias se perciben de manera temprana. Los pequeños no tardan en advertir que el niño dorado se lleva todos los reconocimientos y las validaciones, mientras ellos deben esforzarse mucho más para lograr un “estoy orgulloso de ti” o un “cómo te quiero”.

Esto les obliga a realizar notables esfuerzos por llamar la atención de los padres. Buscan a la desesperada las muestras de amor que se lleva el hijo favorito. Sin embargo, con el tiempo pueden asumir esa posición de segunda y desarrollar una imagen negativa de sí mismos.

Por no hablar de la rivalidad entre hermanos, una semilla que siembran los propios padres dado el trato diferencial y que origina esa distancia persistente entre ellos.

El niño dorado no siempre es un niño feliz

En efecto, el niño dorado es con frecuencia un niño infeliz y presionado por sus progenitores. Muchas veces se sitúa sobre él elevadas expectativas. Esto implica muchas veces la presión silenciosa de que debe ser bueno en todo, que no cometa errores y que logre aquello que los padres no alcanzaron en su día.

Esos hijos trofeo tienen la obligación de ser un ejemplo de éxito para la familia y esto puede ser altamente contraproducente. Si los hermanos se sienten desplazados, el favorito se siente atormentado. La hiperexigencia familiar y el desafecto de los hermanos puede sumirlos en tempranos estados de ansiedad o depresión.

Asimismo, pueden aparecer otros factores, como la necesidad de ser más maduros, de crecer más rápido y sufrir un temor irracional al fracaso y a generar una decepción en sus progenitores.

Por tanto, si bien es cierto que como padres y madres podemos tener (en ocasiones) cierta inclinación hacia alguno de nuestros hijos, procuremos que esa sintonía no sea discriminatoria respecto a los otros hijos ni una presión disfuncional hacia el niño dorado.

jueves, 22 de septiembre de 2022

Dejar de juzgar todo lo que vivimos: las claves para conseguirlo

Juzgar con dureza todo lo que vivimos genera una rumia invalidante. Te contamos las claves para dejar atrás este hábito, uno de los más nocivos para la salud mental.

Dejar todas nuestras experiencias con dureza, tanto externas como internas, puede marcar la diferencia entre una vida llena de experiencias enriquecedoras o de prejuicios. Cuando juzgamos con severidad lo que experimentamos, perdemos la oportunidad de vivir en plenitud.

Al juzgar todo lo que vivimos, tendemos a desarrollar una rumia continua e inútil. Buscamos justificaciones, explicaciones o conexiones a todo lo que ocurre en nuestra vida, sobre todo, a aquello que vivimos y no encajamos con nuestras ideas preconcebidas. Juzgar todo lo que vivimos restringe nuestras experiencias y evita que podamos disfrutar de personas y actividades.

Walt Whitman decía que “había que ser curioso, no prejuicioso”. Con la actitud de la curiosidad, es más fácil que vivamos lo que nos ocurre de una forma plena y consciente, participando en el aquí y ahora y dejando la puerta abierta a nuevas experiencias.

Un hábito que nos aleja de los demás

Cuando juzgamos a alguien, puede afectarnos más a nosotros que a la otra persona. Dice más de nosotros que del otro. Transmitimos cómo percibimos el mundo. Mostramos las ideas preconcebidas que tiene nuestra mente.

En lugar de juzgar, hay que observar y ser curiosos. Buscar más información. Ampliar la brecha entre la observación y la conclusión. Tomamos decisiones rápidas sobre las personas en función de su apariencia, raza, nacionalidad, riqueza, trabajo, fama e incluso pequeñas elecciones como elegir qué ponerse.

Cuando juzguemos, preguntémonos por qué estamos haciéndolo.
  • ¿Es por mis conocimientos o experiencias?
  • ¿Es por mis fuertes valores?
  • ¿Soy imparcial?
  • ¿Estoy celoso?
Es necesario que aceptemos las diferencias entre nosotros y otras personas. Quizás ellos no ven lo que nosotros vemos. Tal vez ellos no quieren las mismas cosas porque tienen una filosofía de vida y unos valores diferentes.

La cura del juicio es la observación

Con técnicas como la meditación y la atención plena podemos aprender a experimentar diversas sensaciones y emociones en nuestro cuerpo sin tener que juzgarlos. Una de las cosas más comunes en una meditación guiada es el acto de observación, ya que nos dicen que dejemos de juzgar y en su lugar observemos los pensamientos y los dejemos ir.

Con esta práctica, crearemos el hábito de más silencio y observación. Nos daremos cuenta de que no hay necesidad de una conclusión. Podemos dejar ser a la realidad tal cual es y seguir adelante.

Además, tenemos que separarnos de nuestros juicios. No necesitamos tener una opinión sobre todo lo que sucede a nuestro alrededor. Tampoco es necesario que nos parezca bien o que lo aceptemos por completo. Simplemente, entendamos los hechos sin juzgarlos y separémonos de ellos si no tenemos nada valioso que aportar.

Cómo cambiar el juicio para empoderarnos a través de las experiencias

Cuando controlemos el hábito de la observación sin juicio, podemos ir más allá y usar el juicio para crear una situación positiva. Si practicamos la bondad hacia la vida, hacia los demás y hacia nosotros mismos, vemos el mundo de manera diferente. Pensamos diferente.

Los siguientes son algunos ejemplos sobre cómo reformular los juicios en algo positivo:

  • En lugar de decir “he perdido mucho tiempo”, di “estoy agradecido por el tiempo que aún tengo”.
  • En lugar de decir “soy terrible en X”, di “puedo mejorar en X”.
  • Reformula “estoy pasando por un mal momento”, por un “ya vendrán días mejores”.
  • Evita afirma “X se interpone en mi camino”, por “adelante. El reto X es una oportunidad de crecimiento”.
  • Cambia la “X persona es mala”, por “X persona necesitaría amor y yo me alejo”.
Dejar de juzgar todo lo que vivimos significa dejar a las personas ser quiénes son, sin que ello nos cause alegría o pasión, pero sí aceptación. Se trata de una oportunidad para empezar a brillar y dejar fluir la vida.

Un cambio radical en la salud mental

Los síntomas de la rumia constante pueden acarrear muchos síntomas indeseables. Algunas personas llegan a referir síntomas físicos como dolores de cabeza por tensión, agotamiento o fatiga y síntomas cognitivos como no poder concentrarse o hablar correctamente, olvidos, depresión, ansiedad y tensión.

Juzgar todo lo que nos rodea es parecido a tener la pantalla del ordenador llena de innumerables pestañas abiertas en el navegador, para empezar a trabajar en un tema pero sentirnos abrumados y cansados antes de hacerlo. Por esto, es útil aplicar las siguientes claves para aprender a identificar cuándo la mente está llena de rumia, juicios y malestar:

  • Cuando nos encontremos juzgando a una persona, volvamos a nosotros mismos. Pensemos en nuestra voz,  nuestra apariencia física o nuestra ropa. Es recomendable enfocarnos en algo concreto de nosotros mismos que nos ubique en la situación de una forma práctica.
  • No “cancelemos el pensamiento” simplemente hay que dejarlo estar, pero identifícalo como rumia cuando no nos sitúe en lo que estamos haciendo o nos genere malestar. Un juicio sobre lo que vivimos no aporta soluciones, solo es una falsa alarma. Hay que dejarlo pasar y enfocarnos en una actividad que requiera de nosotros de una forma presente: limpiar, pintar, escribir, leer, hablar con un amigo sobre otras situaciones, etc.
  • Anotar en alguna libreta los juicios sobre nosotros y el mundo que creemos que están limitando nuestra vida. Cuando sean demasiados, lo mejor es consultar con un profesional. No hay nada mejor que la terapia psicológica para transformar los juicios mentales en propuestas existenciales significativas.
Todo comienza por nuestras expectativas

Cuando generamos expectativas sobre los demás y nuestra vida, vamos creando un cierto escenario de perfeccionismo. Este se construye en base a lo que desearíamos que ocurriera con nuestras reglas, deseos y necesidad de autoestima.

Será pronto cuando nuestras expectativas (poco realistas) se ciernan sobre nosotros con tanta fuerza que dejemos de estar sintonizados emocionalmente con lo que en ese momento estamos viviendo. Y así empezamos a alimentar una voz interior áspera y especialista en juzgar lo que estamos viviendo.

A lo largo de los años, podemos entrenarnos para reconocer este patrón y romperlo en los puntos críticos, lo que nos permitirá rendir más en el trabajo sin dejar de analizar todo. Nos facilitará dejar de decepcionarnos continuamente por las demás personas.

Y, por supuesto, dejar de juzgar todo lo que vivimos dejará relajada la mente para aceptar las experiencias que vienen con una actitud de apertura sin tener que adaptarnos a nuestros estándares irreales.


miércoles, 21 de septiembre de 2022

Ageotipos, cuando envejecer es algo más que cumplir años

Los ageotipos explican por qué hay personas que llegan a edades avanzadas en mejor estado físico y mental. Al fin y al cabo, el envejecimiento también depende de algunas variables que podemos mejorar. ¿Quieres descubrirlas?

¿Cómo estás envejeciendo? Puede que la pregunta asuste e incluso moleste. Sin embargo, pocos procesos hay más naturales en el ser humano como el envejecimiento, y en esto tienen una gran relevancia los ageotipos. Este término hace referencia al modo en que cada persona afronta el paso del tiempo. Porque si hay algo que la mayoría sabemos es que abunda quien lo hace realmente bien.

Hay hombres y mujeres que viven, por ejemplo, sus sesenta años con una vitalidad y un atractivo sin igual. No solo mantienen la energía, sino que sus cuerpos apenas muestran un declive y sus rostros salvaguardan una lozanía envidiable. En cambio, los hay que llegan a los cincuenta con la piel tempranamente marchita y con achaques físicos que empiezan a limitar su rendimiento.

Hay algo que va más allá del simple reloj biológico y que define el envejecimiento. Comprender en qué consisten los ageotipos nos permite seguir cumpliendo años con la energía y el bienestar que todos merecemos. Al fin y al cabo, todos llegaremos a esa tercera etapa de la vida en algún momento, pero hacerlo del mejor modo posible es sin duda un gran aliciente.

¿Qué son los ageotipos?

Los ageotipos definen la forma de envejecer de cada individuo. Es decir, cada persona tiene, por así decirlo, unos factores únicos que pueden ir en su beneficio o en su contra a la hora de hacer frente al paso del tiempo. Y ese ha sido desde siempre un misterio para la ciencia.

Porque una cosa es la edad cronológica y otra la edad biológica. Podríamos decir aquello de que el secreto está en la genética de cada uno. Sin embargo, hay algo más complicado a la vez que fascinante. Por ejemplo, un estudio publicado en la revista Nature destaca que existen diferentes ageotipos y que cada uno de nosotros estaríamos dentro de una de esas tipologías.

En esta investigación se hizo un seguimiento durante décadas de una muestra de personas entre 29 a 75 años de edad. Evidentemente, hay patrones moleculares conocidos que median en el buen y el mal envejecimiento. Sin embargo, hay otras variables que se están analizando y que entrarían dentro de esos ageotipos o patrones distintivos que median en un mejor modo de lidiar con cada década añadida a nuestra cota de vida.

Los cuatro perfiles de envejecimiento en el ser humano

La ciencia de los ageotipos aún está en pañales. En un futuro cercano, esperamos contar con estudios que nos permitan comprender un poco mejor este concepto. Lo que parece innegable es que estamos empezando a conocer los mecanismos que favorecen un envejecimiento saludable. Tanto es así que ya conocemos los cuatro perfiles de ageotipos en el ser humano.

Es decir, lo que nos revelan estas tipologías son marcadores que median en nuestro declive físico y mental. Atender o cuidar de estas dimensiones favorecería nuestro bienestar:

  • El ageotipo inmunitario. Hay personas con una respuesta inmune más débil, lo cual puede intensificar desde procesos inflamatorios a una peor respuesta a las enfermedades.
  • El ageotipo metabólico. Un elemento clave que media en el envejecimiento tiene que ver con la forma en que regulamos las hormonas o la glucosa. De hecho, algo que se está viendo es cómo aparecen cada vez más personas que sufren diabetes tipo 2. Muestra evidente de que nuestros hábitos de vida no son los correctos.
  • Los ageotipos nefríticos. En este caso, mantener una buena salud renal es esencial para infinitos procesos de nuestro organismo. Eliminan desechos, mantienen un correcto equilibrio entre sales, agua y minerales, etc.
  • El ageotipo hepático. El funcionamiento deficiente del hígado es un riesgo para la salud y el bienestar. Mantener una dieta saludable es esencial para atender a ese órgano tan decisivo.
La medicina del futuro: tratamientos personalizados para cada uno de nosotros

El ser humano empieza a envejecer desde el día que llega al mundo. Nuestro desarrollo biológico normal tiende, de manera inevitable, hacia esa etapa dominada por el declive físico y mental. Muchas de esas modificaciones no se pueden evitar, como son la pérdida de elasticidad en la piel, la aparición de arrugas y canas, la pérdida de agudeza visual y auditiva, etc.

A esto se le añade la probabilidad de sufrir más enfermedades. Por tanto, tenemos claro que ese camino de momento lo recorreremos todos. Sin embargo, un objetivo de la ciencia es ralentizar la aparición de esos procesos y darnos mejor calidad de vida, dado que nuestra longevidad es cada vez más alta. Queremos vivir más, pero en buen estado. Ese es el objeto y los ageotipos pueden ayudarnos.

¿De qué manera? En primer lugar, los cuatro ageotipos señalados son los factores que median en muchas de nuestras enfermedades y en un envejecimiento prematuro. Cada uno de nosotros podemos presentar problemas en uno o más ageotipos. En el futuro se espera desarrollar fármacos personalizados para cada individuo, y mediar así en esos posibles problemas metabólicos, inmunitarios, hepáticos o renales.

Asimismo, hay otro factor que no podemos dejar de lado. Más allá del plano biológico y molecular, está el psicológico. La salud mental es un factor esencial que debe acompañarnos para mediar en el buen envejecimiento. Por tanto, tenemos un gran desafío para que en las próximas décadas todos lleguemos a esa tercera juventud de la vida en las mejores condiciones.

martes, 20 de septiembre de 2022

¿En qué se diferencian el TOC y el trastorno obsesivo compulsivo de la personalidad?

TOC y TPOC son trastornos con algunas similitudes, pero que requieren un abordaje terapéutico distinto. Por ello, es importante aprender a diferenciarlos correctamente.

El trastorno obsesivo compulsivo y el trastorno compulsivo de la personalidad comparten varios puntos en común. Sin embargo, se trata de dos cuestiones diferentes que requieren un abordaje particular. Ahora, ¿cómo se consigue diferenciar uno del otro?

Para los clínicos es importante saber hacer un buen diagnóstico diferencial ya que el tratamiento de ambos trastornos, aunque se puedan trabajar algunos aspectos con las mismas técnicas y herramientas, es diferente. 

Dos trastornos diferentes con una base común

Como veremos más adelante, la sintomatología del trastorno obsesivo compulsivo (TOC)  y del trastorno obsesivo compulsivo de la personalidad (TPOC) tiene aspectos en común y, aunque a veces nos puede parecer la misma, en realidad no lo es. Sí es cierto que existe una base obsesiva muy potente en ambos trastornos, pero eso no significa que sean iguales. 

El nombre de cada diagnóstico también puede llevar a confusión, al diferenciarse solo en el término “de personalidad”. 

Estamos ante dos grandes trastornos, uno de ellos bastante común y frecuente en las consultas de psicología, que es el TOC, el cual se encuadraba dentro de los trastornos de ansiedad hasta hace muy poco, pero a partir del DSM V se ha separado de estos debido a que se ha encontrado que implica circuitos cerebrales específicos. Por su parte, el trastorno obsesivo compulsivo de la personalidad pertenece, como su denominación indica, a los trastornos de la personalidad.

Tienen etiología, curso y pronóstico diferente, en el caso de TOC podemos hablar de un trastorno de evolución larga pero que se puede controlar, con buena respuesta a los psicofármacos, por tanto con una base genética o biológica, base que no está tan clara en el de personalidad. En ambos casos,  la persona que lo padece puede llevar un completo manejo de sus síntomas y llevar una vida funcional.

Para ver bien sus diferencias, vamos a ver en qué consiste cada uno de ellos.

Trastorno obsesivo compulsivo (TOC)

Se caracteriza por dos grandes síntomas.

  • Por un lado las obsesiones, que se presentan como pensamientos, impulsos o imágenes persistentes y recurrentes y de carácter intrusivo, es decir, aparecen de repente y de manera involuntaria en la mente de la persona. Son pensamientos que se tiende a rechazar y no querer pensar, son irracionales e ilógicos, a veces de contenido “mágico”, causan una gran ansiedad y malestar clínicamente significativos.
  • Por otro lado, las compulsiones, que consisten en conductas o actos mentales repetitivos que la persona lleva a cabo a fin de neutralizar el malestar que le genera la obsesión, como si realizando estos comportamientos el contenido de la obsesión no se cumpliera, ya que las obsesiones generalmente se refieren a situaciones temidas.
Las compulsiones se realizan a modo de ritual, es decir, la persona sigue un mismo patrón o proceso de manera rígida, que repite un número determinado de veces, hasta que disminuye la ansiedad o malestar.

Las conductas suelen ser del tipo lavarse las manos, comprobar cosas, ordenar, etc., mientras que los actos mentales consisten en repetir palabras, contar, rezar, pensar en algo determinado de manera repetida o durante un tiempo determinado. 

Todo esto interfiere de manera significativa en la vida de la persona, quitándole mucho tiempo, incluso a veces no permitiendo llevar a cabo una rutina normal, como puede ser por ejemplo dormir, porque se invierten muchas horas en limpiar u ordenar cosas.

Trastorno obsesivo compulsivo de la personalidad (TPOC)

Se caracteriza por un patrón de preocupación excesiva por el orden y el control, con tendencia al perfeccionismo. Por ende, quien lo padece se centra demasiado en los detalles, hacer listas de cada tarea, seguir las normas, mantener un orden extremo (llegando a perder de vista el objetivo de la tarea en sí), etc. 

El perfeccionismo impide que la persona pueda llevar a término las cosas porque piensa que están inacabadas, que no están suficientemente bien o son erróneas. 

El pensamiento y la conducta se basan en una rigidez extrema, que incluso exigen también a los demás, lo cual dificulta mucho la relación social con el resto. Tienden a dedicarse de forma desproporcionada al trabajo, suelen acaparar tareas y funciones para no delegar, asegurándose así de que las cosas se hacen según su criterio, también les cuesta deshacerse de objetos que ya no son servibles.

El patrón de este trastorno es estable y de larga duración en el tiempo, pudiendo iniciarse en la adolescencia o primeros años de la etapa adulta.

Entonces, ¿qué diferencia a estos dos trastornos?

Como vemos en la descripción de cada uno de ellos hay aspectos en común, sobre todo la base obsesiva del pensamiento. Pero también hay diferencias marcadas y son las siguientes:

  • Con respecto al contenido del pensamiento, en el TOC el pensamiento es egodistónico, es decir, produce malestar y no cuadra con la forma de pensar de la persona, por ello produce ansiedad. En cambio en el TPOC esto no ocurre, la persona vive con tranquilidad sus pensamientos, no le generan ansiedad ni malestar y se encuentra bien realizando sus tareas según sus propias normas. En este caso, son pensamientos egosintónicos, lo cual dificulta que tome conciencia de problema, porque para la persona su forma de pensar es la “normal”, para quien padece TOC no lo es, son capaces de cuestionar sus propios pensamientos reconociendo incluso que son “absurdos”, aunque no pueden evitar pensar que se pueden convertir en realidad.
  • En cuanto a la forma de funcionar, las personas con TPOC tienden a llevar todo con extrema responsabilidad y orden, algo que a los que conviven o trabajan con ellos les resulta muy difícil de soportar y manejar. Tienden al alto rendimiento y a la búsqueda de lo “perfecto”, en cambio las personas con TOC funcionan de forma contraria, suelen ser más desordenadas y con más tendencia al caos.
  • En el TOC es la propia persona la que busca ayuda por su sufrimiento y gran ansiedad, en el caso del TPOC esto es más difícil ya que no existe, o existe en menor medida, conciencia de problema. Por ello es este último caso, a veces es la familia o personas más allegadas quienes solicitan ayuda.
En resumen…

Una persona con TPOC tiene una clara tendencia a la escrupulosidad, el perfeccionismo, la pulcritud, la formalidad, el orden y la meticulosidad. Suele ser además una persona rígida que se exige mucho a sí misma y que es poco dada a la espontaneidad y la improvisación (pues necesita tenerlo todo planificado) 

Una persona con TOC tiene pensamientos, imágenes o impulsos persistentes intrusos e inapropiados que intentan suprimir, que son producto de la mente (e irracionales) y generan ansiedad. Entonces, lleva a cabo rituales (compulsiones) para intentar reducir dicha ansiedad. 

El TOC puede presentarse en momentos puntuales, mientras que el TPOC se mantiene en el tiempo y (generalmente) no afecta tanto la calidad de vida de la persona.

lunes, 19 de septiembre de 2022

La bella leyenda del pájaro Toh

La leyenda del pájaro Toh es una historia que los antiguos mayas repitieron de generación en generación, para enseñarles a los jóvenes la importancia de mantener la humildad y ser solidarios con quienes nos rodean.

La leyenda del pájaro Toh es una antigua historia de origen Maya, más exactamente de la Península de Yucatán. Según dicen que los aventureros que se adentran en las selvas de esas regiones son guiados por el pájaro Toh para encontrar cenotes, es decir, estanques naturales ubicados en cavernas.

El pájaro Toh es un ave solitaria, que siempre está cerca de cuevas y sitios oscuros. Lo más característico de ella es su canto quejoso y su singular cola. Esta tiene un plumaje brillante que reluce con los rayos del sol. Esa cola se mueve como un péndulo y no es parecida a la de las demás aves de la región.

Cuenta la leyenda del pájaro Toh que hace muchísimos años, esta ave formaba parte de la realeza natural. En aquel entonces tenía una larguísima cola de colores espectaculares. Era tan bella, que por eso mismo se le consideraba un ave superior. Todos los animales admiraban su bello plumaje y la trataban con especial deferencia.

Comienza la leyenda del pájaro Toh

Según la leyenda del pájaro Toh, tan bella y admirada era esta ave que se volvió sumamente presuntuosa y banal. Decía que no podía trabajar, porque temía que su bella cola se estropeara. Así que los demás pájaros tenían que conseguirle la comida y el agua. También elaborar sus nidos y preparar el sitio donde iba a dormir.

El pájaro Toh no hacía prácticamente nada. Se levantaba tarde y luego se iba al jardín real, donde estaban las aves más bellas de toda la selva. Allí todas se ponían a conversar banalidades y a reír de tonterías. Así pasaban todos los días de sus vidas.

Por lo demás, el pájaro Toh era un ave extremadamente caprichosa. No se conformaba con cualquier alimento, sino que siempre quería lo mejor. Aunque los demás pájaros se esforzaban por complacerla, nunca parecía estar a gusto con nada.

Una extraña tormenta

Una noche cualquiera, el búho, que era el más sabio de todos, dijo que se avecinaba una aterradora tormenta. De buena fuente sabía que tormentas así solo había cada 50 años. Era algo inimaginable. Truenos, rayos y centellas caerían sobre toda la selva. Era necesario que construyeran un refugio para sobrevivir.

Inmediatamente todos los pájaros se pusieron a trabajar. El pájaro carpintero, los guacamayos, los pericos y el tucán empezaron a cortar ramas para hacer un refugio. Los pájaros más grandes, como el pavo de monte y otros, llevaron las ramas más pesadas. Los pájaros pequeños, como los cuervos y las codornices juntaron pastos y pequeñas plantas para colaborar en la construcción.

Dice la leyenda del pájaro Toh que las nubes se veían cada vez más negras. Sin embargo, el pájaro Toh seguía como si nada estuviera ocurriendo. Solo estaba esperando a que los otros terminaran de construir el refugio para resguardarse en él. Sin embargo, los demás no daban abasto. Así que esta vez sí le recriminaron esa actitud. Molestos le pidieron que también ayudara.

Termina la historia y comienza la leyenda

El pájaro Toh se molestó por la exigencia de sus compañeros. Sin embargo, temiendo que lo dejaran sin lugar en el refugio, se unió a los constructores. Pasaron apenas unos cuantos minutos y se fatigó. Tenía mucha pereza de trabajar como un obrero. Esto no estaba hecho para él. Así que aprovechó un descuido de los demás y se escondió en una cueva.

Una vez estuvo dentro de la cueva, se recostó y se quedó dormido. Ni siquiera notó en qué momento comenzó la tormenta. Cayeron rayos y centellas, pero eso no lo despertó. Los pocos minutos en los que había trabajado lo dejaron exhausto. Lo malo es que la cueva era muy pequeña y toda su hermosa cola quedó colgando por fuera del lugar, pero eso no le importó. La tormenta duró todo un día y una noche, pero al día siguiente apareció el sol. Los demás pájaros salieron de su refugio y el pájaro Toh de su cueva.

Cuenta la leyenda del pájaro Toh que este pensó que todo seguiría igual. Tan pronto vio que la lluvia había cesado, se fue de nuevo al jardín real para seguir su rutina diaria. Sin embargo, cuando llegó todos comenzaron a reírse de él. Poco quedaba de aquella cola majestuosa, que la tormenta había destrozado por completo. Avergonzado, el pájaro Toh volvió a la cueva y no volvió a salir de allí. El castigo para su soberbia y su egoísmo fue tener que vivir solo, en un sitio apartado y trabajar por siempre para guiar a los exploradores.

domingo, 18 de septiembre de 2022

Eres más que tus errores, deja de identificarte con ellos

¿Alguna vez sientes que los grandes fracasos de tu pasado aún siguen definiendo quién eres? Pues bien, entonces este artículo es para ti.

Por algún motivo, muchos de nosotros nos convertimos en nuestros propios jueces, nuestros críticos más feroces. Nos juzgamos y condenamos por cada pequeño fallo, cada paso mal dado o cada meta no cumplida. Y nos obligamos a cargar con el lastre de ese “fracaso” durante años. Si fueras consciente del daño que, con esa actitud, generas en tu autoestima, desterrarías la costumbre. Eres más que tus errores, deja de identificarte con ellos.

Tenemos el mal hábito de etiquetarnos, de definirnos, de autoasignarnos adjetivos a través de los cuales construimos nuestro autoconcepto. Si lo piensas por un instante, descubrirás que a lo largo del día hablas de ti mismo en innumerables ocasiones, y no siempre en positivo. Cuando digo hablar, también me refiero al diálogo interno.

Las etiquetas nunca son recursos adecuados, ya que nos limitan; pero esto es aún más pronunciado cuando acostumbramos a definirnos a partir de nuestras cualidades y experiencias negativas. “Siempre fui mal estudiante”, “no tengo suerte en el amor”, “desde pequeño he sido tímido y vergonzoso”. ¿Cómo sentirte bien contigo si te defines así?

Eres más que tus errores

Creamos expectativas para nosotros mismos en diversas áreas de nuestra vida y tendemos a identificarnos con los logros obtenidos en cada una de ellas. Así, cuando estas metas autoimpuestas no se cumplen, nuestra identidad se ve gravemente dañada. Nos sentimos incapaces e insuficientes y olvidamos que nuestra esencia, nuestro valor intrínseco, nada tiene que ver con nuestro desempeño en situaciones puntuales.

Eres más que los compañeros que no te aceptaron en el colegio. Más que la relación de pareja que no funcionó. Eres más que aquel empleo para el que no te seleccionaron o aquel otro del que te despidieron. Eres más que las amistades que perdiste a lo largo del camino, y más que los miedos que aún no logras superar.

No eres lo que otros piensen de ti, ni esas discusiones en las que perdiste el control. No eres las veces que lo intentaste y fallaste, ni tampoco las que preferiste no arriesgar. Eres más que el examen que suspendiste, la torpeza que cometiste o el daño que permitiste que te hicieran. Tu pasado no te define; fue un aprendizaje, no una sentencia de por vida. Eres más que tus errores.

Evita identificarte con lo externo

Cuando formamos nuestra identidad y medimos nuestro valor en base a sucesos externos, estamos renunciando al poder sobre nosotros mismos. Tal vez para ti la familia es primordial y te ves a ti misma como madre y esposa; pero, ¿qué ocurrirá si un día tu matrimonio termina? Quizá para otra persona el ámbito laboral sea lo más relevante y se defina en función de su empleo; pero ¿qué sucederá si un día lo despiden?

Es verdaderamente peligroso sentar nuestras bases en algo ajeno a nosotros mismos, en algo que escapa a nuestro control. Pues, si únicamente basas tu identidad en tu ocupación o en tu familia, en algún momento puedes pasar a ser “la persona divorciada y desempleada”. En este caso, el sentimiento de fracaso será inmenso y te resultará verdaderamente difícil salir adelante.

Cada error es un escalón hacia el éxito

Por ello, lo más saludable es recordar que tu valía es intrínseca e incondicional, que no depende de nada. Cuando lo logres, comprenderás que eres más que tus errores, y comenzarás a verlos como aprendizajes. Cuando te amas, te aceptas y te valoras sin condiciones todo escollo es salvable puesto que no afecta a tu percepción de ti mismo.

Tú sigues siendo tú, ese valioso tú, aunque te equivoques, te asustes o te caigas. Los errores, entonces, dejan de tener esa extrema importancia y se convierten en lecciones que te ayudan a mejorar. Cada “fracaso” pasa a ser un escalón hacia el éxito, pues te hace más sabio y experimentado de lo que eras antes.

Las personas resilientes, por definición, son más exitosas y felices porque son capaces de salir positivamente transformadas de la adversidad. Y esto solo puede lograrse cuando comprendemos que el cambio es parte del camino, que no hay nada más humano que errar. Que no te definan ni tus aciertos ni tus fallos; recuerda que eres incondicionalmente valioso.

sábado, 17 de septiembre de 2022

Las confidencias no se regalan a los traficantes de chismes

Los traficantes de chismes habitan en todos nuestros contextos. Visten piel de cordero y se alimentan de rumores con su lengua afilada, como si en ello les fuera la vida. Tienen además esa mentalidad de rebaño capaz de encontrar placer al deleitarse con los males ajenos, vulnerando confianzas y tejiendo conspiraciones a nuestras espaldas.

Por sancionables que nos parezcan estas conductas estamos ante un tipo de comportamiento psicológico que ha existido desde el principio de los tiempos. Los chismes forman parte de nuestra esencia biológica como seres sociales que somos. Esto mismo es lo que nos explica, por ejemplo, un estudio publicado en el 2008 en la revista “Scientific American“.

Por su parte, también Robin Dunbar, célebre antropólogo, psicólogo y biólogo británico, desarrolló una teoría en la que hablaba de los chismorreos como el caldo de cultivo sobre el que se empezó a desarrollar nuestro lenguaje. Según él, mientras nuestros ancestros se aseaban los unos a los otros en sus pequeños grupos sociales, empezaron a intercambiarse información en un contexto confidencial con el fin de estrechar lazos.

Ahora bien, existen muchos tipos de chismes, y una buena parte de ellos carecen de malicia. Muchas veces con su intercambio solo buscamos recabar información para eliminar la incertidumbre de nuestros entornos más cercanos. Nuestro cerebro está diseñado para recabar datos con el fin de restablecer nuestro equilibrio cognitivo y de ahí, que necesitemos lo que otros puedan explicarnos para vencer esas disonancias, esos vacíos de información.

Un tema sin duda interesante del que hablaremos a continuación.

Características de los traficantes de chismes

Epicuro definió el chisme como un placer natural, pero no necesario. Podríamos vivir toda la vida sin propagar ni un solo rumor o sin interesarnos por ellos y no pasaría nada, no moriríamos.

Sin embargo, los auténticos traficantes de chismes los necesitan de alguna manera, porque el cotilleo tiene un efecto compensatorio frente a sus decepciones, a sus vacíos emocionales y a sus malestares personales. Podríamos decir que son como especias para su vida, sin ellos sienten que no tiene sabor, que es aburrida.

Aún más, el mecanismo biológico que desencadena el acto de apiñarse los unos con los otros para compartir información privilegiada de una persona que está ausente da paso a una reacción química muy intensa: se libera serotonina, la hormona de la felicidad. Esto explica por qué en determinadas personas el acto de difundir rumores sea adictivo.

Veamos a continuación algunas características más.

Refuerza el sentimiento de pertenencia a un grupo

Para los traficantes de chismes compartir un cotilleo supone consolidar un “nosotros” para excluir a un “ellos”. De este modo, se edifica el sentimiento de pertenencia un grupo determinado, una conducta común en muchos contextos laborales, escolares e incluso familiares.

Proporciona la sensación de tener un estatus

Quien consigue una confidencia logra al instante un arma de poder en contra de alguien, un instrumento que bien administrado en un determinado momento puede ser una gran ventaja. Como diría Nietzsche, hay personas con necesidad de tener un rango, un estatus, y no dudan en conseguirlo mediante mecanismos de dudosa reputación moral.

El chisme crea “mentalidad de rebaño”

Lo señalábamos al inicio. El hecho de ser partícipes de un cotilleo para después propagarlo a los cuatro vientos sin saber si es cierto, sin aplicar ningún filtro de análisis o sin valorar si ese acto es lícito, configura esa mente unitaria y rígida que tan poco dice de nuestra propia evolución humana.

De algún modo, se confirma aquello de que muy cerca de nosotros hay un envidioso que inventa un rumor, un chismoso que lo difunde y un ingenuo que lo asume sin oponer resistencia.

Es necesario frenar este tipo de comportamientos. A los traficantes de chismes se les detiene simplemente, frenando la propagación de ese cotilleo. La pregunta es, ¿cómo lograrlo? Pues aplicando los filtros de protección que te contamos a continuación.

La psicología del chisme y cómo gestionarlo

El chisme es jugoso y colorido pero rara vez cumple un cometido constructivo. Tanto es así, que según nos explica un trabajo del London Business School, los cotilleos ocupan casi el 70% de las conversaciones en una organización laboral, hasta el punto de utilizar la variable de los chismes como forma de medir la productividad de una empresa.

“No todos repiten los chismes que oyen, algunos los mejoran”

Los proveedores de chismes erróneos y los traficantes de cotilleos dañinos afectan a las dinámicas de cualquier entorno. Son el germen del mobbing laboral y crean distancias insalvables en ese cableado que conforma un entorno laboral, donde los empleados desconfían de la dirección y la dirección de su propio capital humano.

Veamos ahora qué tipo de respuestas es bueno poner en práctica para evitar estas dinámicas.

Cómo frenar el chisme dañino

Pensemos en primer lugar que todo cotilleo es susceptible de traer consigo una información errónea o un daño moral hacia otra persona o un grupo de personas que están en el contenido de ese chisme. Elegir ser partícipe de ello es una frontera que puede convertirnos a nosotros mismos en traficantes de chismes, o por lo contrario en un escudo sabio que se ve a sí mismo en la responsabilidad de frenar esa dinámica.
  • Los cotilleos pueden ser una forma de socializar, pero debemos ser capaces de diferenciar el cotilleo que busca aportar información nueva, honesta y útil y significativa del que tiene propósitos más dañinos.
  • Aprende a distinguir también la información fiable de las simples suposiciones. 
  • Deja claro que no quieres participar en los corrillos donde se difunden chismes malintencionados.
  • Sé cauto, intuitivo y muy prudente a la hora de ofrecer tu confianza y tus confidencias a alguien de tu entorno. Siempre será mejor practicar la sabia prudencia y el discreto silencio, antes que caer en las redes de los traficantes de chismes.
Para concluir, queda claro que “radio macuto” encaja más bien en un parvulario que en nuestros contextos de trabajo, de escalera de vecinos o de amistad. Sin embargo, es bueno que nos hagamos a la idea de que estos comportamientos siempre nos acompañarán. Piensa que el simple hecho de hacer oídos sordos a las lenguas envenenadas evitará que tengamos muchos problemas.

viernes, 16 de septiembre de 2022

Hablarte a ti mismo como si fueras tu mejor amigo, clave de salud

Trátate como tratas a la persona que más quieres. Háblate a ti mismo, como te diriges a quien más aprecias. Solo cuando aprendes a respetarte, tu vida cambia. Descubre cómo iniciar esa revolución interna.

¿Por qué no lo haces? Hablarte a ti mismo como si fueras tu mejor amigo te permite tener una mejor calidad de vida. Tratarte de igual que a las personas que más quieres te permite limar muchas de tus inseguridades. También apagar tus miedos. Podrías incluso conquistar con mayor solvencia tus metas, hacer frente a las dificultades y sentirte más competente.

A menudo solemos decir aquello de que quererse es una aventura que debería durar toda la vida. Sin embargo, pasamos por épocas en las que no solo nos olvidamos querernos como merecemos; además, nos descuidamos y hasta nos tratamos mal. El ser humano activa con frecuencia narrativas mentales que lejos de favorecerle, le hacen caer en la indefensión.

Cambiar la forma en que nos comunicamos con nosotros mismos es un ejercicio terapéutico. Lo necesitan los deportistas para dar el máximo rendimiento. Y es esencial para todo aquel que esté ahora mismo lidiando con algún problema psicológico: depresión, ansiedad, trastornos de la conducta alimentaria, etc.

Trabajar un diálogo interior positivo y enriquecedor tiene el mismo efecto que un paracetamol para el dolor de cabeza. Apaga el dolor y nos permite rendir y sentirnos mucho mejor.

Cómo hablarse mejor a uno mismo como

¿Cómo te hablas? Esta pregunta tan sencilla, en realidad, no es fácil de responder. No lo es porque buena parte de nuestro diálogo interno es inconsciente y automático. En él cohabitan desde creencias, prejuicios, procesos cognitivos, esquemas mentales heredados hasta rumores de nuestras emociones y autoevaluaciones que pueden limitarnos o motivarnos.

Un estudio de la Universidad Católica Juan Pablo II de Lublin y de la Universidad Estatal de Middle Tennessee destaca algo interesante. El diálogo interno cumple varias funciones, como la autocrítica, el autorrefuerzo, la evaluación social y la autogestión. Todas estas facetas son necesarias para movernos por el día a día, evaluar lo que hacemos e intentar mejorar.

Ahora bien, el problema es que esa comunicación intrapersonal se vuelve negativa con mucha frecuencia. Caemos sin darnos cuenta en ideas preconcebidas del tipo “no soy lo bastante bueno”. Y lo hacemos por una razón: el cerebro está programado para recordar las experiencias negativas antes que las positivas. Esto explica por qué en ocasiones nos focalizamos más en los errores del pasado que en los aciertos.

¿Qué podemos hacer en estas situaciones? ¿Cómo empezar a hablarnos de manera más positiva y enriquecedora?

1. Reconoce a tus enemigos conversacionales internos

Seguramente a tu mejor amigo nunca le dirías que es un fracasado. Tampoco que lo único que hace en la vida es meter la pata o que no es lo bastante bueno para eso que desea hacer. Si amas a alguien lo respetas y te comunicas con él de manera correcta, afectuosa y empática. Este debe ser tu punto de partida en la relación que estableces contigo mismo: el autorrespeto.

El segundo elemento que debes comprender es que en tus diálogos internos siempre galopan unos caballos de batalla que derriban una y otra vez tu autoestima y tu bienestar. Identificarlos te servirá de ayuda:
  • La crítica que desvaloriza y que no ayuda. Si bien es cierto que la autocrítica es parte de la comunicación intrapersonal, esa voz debe ser constructiva, nunca aniquilante.
  • La exigencia desmedida. En efecto, uno tus adversarios más comunes es la hiperexigencia, esa que no te perdona ni un solo error cometido; por pequeño que sea.
  • Personalización. Cuando algo va mal, es común culpabilizarse a uno mismo de aspectos y dimensiones que no tienen que ver con nosotros.
  • Catastrofismo. La mente que asume que todo va a salir mal, es una mente más vulnerable a estados de ansiedad y estrés.
2. Evita compararte, tú eres tú, los demás son los demás

A la hora de hablarte a ti mismo como si fueras tu mejor amigo es clave que evites compararte. Al fin y al cabo, cuando estás con alguien a quien aprecias no se te ocurre decirle expresiones como “Ernesto es más inteligente que tú” o “Adela es más atractiva y competitiva que tú”.

Por tanto, si no comparas a tus mejores amigos con nadie, ¿por qué lo haces contigo mismo? Evítalo. El diálogo negativo tiene una inercia casi constante hacia las comparaciones, y esto es origen de nuestro sufrimiento en muchos casos.

3. Autocompasión, un ejercicio para dejar de lastimarte

Vayas donde vayas, nadie merecerá mayor respeto, afecto y compasión que tú mismo. Es momento de sentirte merecedor de lo mismo que ofreces a los demás. Esto implica iniciar un ejercicio constante de autocompasión desde el que ser más permisivos ante nuestros errores. También entender que todos somos falibles y que nadie logra nada en esta vida sin haber caído una o cinco veces.

Tengámoslo en cuenta: autocompasión no es sentir lástima. Autocompasión es, como diría Carl Rogers, desarrollar una consideración positiva hacia uno mismo, construir una relación de bondad, de curiosidad y dar forma a un empatizador interno que siempre esté presente.

4. Regalos emocionales, tributos que también mereces

A las personas que más quieres les haces regalos. Esos obsequios siempre van más allá de lo material, porque lo que deseas ofrecer es tu reconocimiento y afecto hacia ellos. También tú mereces ofrecerte regalos emocionales, presentes que alimentarán y reforzarán desde el amor al respeto hacia tu propia persona.

De este modo, para hablarte mejor a ti mismo, es necesario que te ofrezcas los siguientes tributos psicológicos y emocionales:
  • Reconocimiento. Tienes derecho a sentirte orgulloso de ti.
  • Autoamor. Mereces amarte como amas a los que más aprecio. Hacerlo no es narcisismo, es un ejercicio de bienestar.
  • Autoestima. Debes empezar a evaluarte de manera más positiva. Deja de alimentar a tu juez interno.
  • Autoeficacia. Empieza a decirte a ti mismo lo siguiente: “soy capaz de hacer las cosas bien, de ser competente en lo que me proponga”
  • Esperanza. Recuerda, te quedan muchas cosas por vivir, y seguramente, lo que tenga que venir sea bueno.
Para concluir, eres más valioso de lo que piensas y más capaz de lo que crees. Sin embargo, esto solo lo descubrirás cuando desarrolles un buen diálogo positivo. ¿Qué tal si empezamos hoy?