viernes, 31 de marzo de 2023

¿Dejarme llevar por mis emociones me hace menos racional?

¿Si soy más emocional que racional, significa eso que tomaré peores decisiones? Lo cierto es que las personas más inteligentes no excluyen de su razonamiento las propias emociones. Las tienen presentes, las regulan y las usan a su favor. Esa es la clave.

Es común asumir que hay personas más emocionales y otras más racionales. A su vez, damos “casi” por sentado que quienes toman decisiones más meditadas y objetivas, eliminan de sus mecanismos cognitivos todo atisbo del universo emocional. Ahora bien, ¿hasta qué punto es esto cierto? ¿Son más exitosos y felices quienes eliminan la variable “emoción” de su vida?

Rotundamente, no. Pasión, miedo, asco, angustia, ilusión, amor… El ser humano es, por encima de todo, una criatura emocional que razona. Por tanto, resulta imposible eliminar este factor de todo comportamiento, de toda decisión y conducta emitida. Como bien señala el neurocientífico Antonio Damasio, si no tuviéramos sentimientos no existiría la justicia, ni la medicina, ni el arte.

Ningún problema se entiende y se resuelve solo con la razón. Ambas esferas son mediadoras y decisivas a la vez para dar forma a nuestra existencia, para crear el mundo en el que nos encontramos. Lo que sentimos nos conecta primero con nosotros mismos, con nuestro cuerpo y necesidades; después, con todo lo que nos rodea.

Ahora bien, sabiendo esto, la siguiente pregunta que nos podemos hacer es la siguiente: ¿qué pasa si nos dejamos llevar casi siempre por nuestras emociones? Lo analizamos.

Las emociones son parte esencial de la toma de decisiones razonada. 

¿Qué pasa si soy más de dejarme llevar por mis emociones?

Nuestra cultura popular nos ha hecho creer durante mucho tiempo que las emociones son del corazón y el corazón es lo opuesto a lo cerebral, a lo racional. Quizá, el responsable de esta premisa sea el propio René Descartes. Fue él quien, con su famosa frase «pienso, luego existo», dio paso a una etapa en la filosofía en que la razón y el pensamiento ilustrado entendían las emociones como algo irracional.

Estas perspectivas hacen que muchas personas asuman que hay algo erróneo en ellas. Ser más intenso, experimentar cada estímulo, experiencia y circunstancia a mayor volumen emocional, provoca que se sientan distintos.

La conciencia emocional es una ventaja, no un problema

Puede darse el caso de que quien se deja llevar más por las emociones, se deba a que posee una mayor conciencia emocional. Esta dimensión hace referencia a la capacidad para conectar con los propios sentimientos y los de los demás. Implica, a su vez, diferenciarlos, entender qué mensaje nos transmite cada sensación, cada estado emocional para actuar después en consecuencia.

Una investigación del Instituto Laureate para la Investigación del Cerebro de Tulsa, Estados Unidos, señala algo interesante. Las personas con mayor conciencia emocional evidencian un enfoque mental más reflexivo. Emoción y razón, en este caso, trabajan en armonía para nuestro beneficio y esto es una gran ventaja.

Por ello, aunque nos sorprenda, el hecho de priorizar la emoción y tomar contacto con ella para manejarla es una respuesta inteligente y de gran valor. El acto o la respuesta racional no existe si antes no hemos atendido, regulado y canalizado cada emoción sentida.

Dejarse llevar por las emociones sin reflexionar en ellas no es lo adecuado

Una cosa es permitirnos sentir cada emoción y darles presencia para entenderlas y otra muy distinta es dejarnos arrastrar por ellas. Esto supone actuar por impulsividad. Implica, además, cometer más de un error, tomar decisiones precipitadas y hasta quedar atrapados en estados emocionales de valencia negativa.

Como bien podemos deducir, a nadie le interesa caer en este tipo de dinámicas. Dejarse llevar por las emociones sin responsabilizarse de ellas es lo verdaderamente peligroso. Está bien darles presencia, escucharlas, decirnos aquello de “yo soy muy emocional” porque me permito expresarlas.  Pero cuidado, toda emoción sentida tiene una finalidad y es la de darnos una información que debemos atender y valorar.

No vale quedarnos atrapados en su mensaje, hay que interpretarlo y decidir después cómo actuar. Solo así decimos mejor, solo así nos adaptamos de manera más eficaz a un contexto siempre complejo.

No existe una mente racional y otra emocional

Muchos nos concebimos más emocionales que el resto. Otros asumimos que actuamos en nuestra cotidianidad de un modo más racional y objetivo. Ahora bien, tener esta percepción sobre nuestra personalidad es lícito y comprensible. Sin embargo, lo que no debemos dar por válido es asumir que en el cerebro hay dos áreas: una emocional y otra racional.

También debemos reformular la idea de que actuar de manera emocional es ser irracional. Porque buena parte de nuestra conducta está condicionada por nuestras emociones: la compasión, el afecto, la empatía y hasta evitar riesgos al sentir el pinchazo del miedo. Las emociones también son lógicas y hasta racionales. Es más, trabajos como los de la Universidad de Colombia nos insisten en un hecho.

Debemos dejar de categorizar la conducta emocional como poco racional. Porque, en realidad, buena parte de nuestro registro conductual está mediado por ambas esferas. Basta con tener presente un hecho. La corteza prefrontal, esa área del cerebro donde llevamos a cabo funciones ejecutivas más complejas, está conectada con las regiones emocionales.

Todos somos seres emocionales procurando actuar de manera racional. Algunos serán más impulsivos, otros tendrán una personalidad más sensible y algunos evidenciarán menos o más inteligencia emocional. Pero recordémoslo, nadie puede quitar de nuestra ecuación comportamental la variable emocional. De lo contrario, no seríamos humanos. Seríamos máquinas.

jueves, 30 de marzo de 2023

¿Qué es la neurocetoterapia?

La alimentación es una de las variables que más impacto tienen sobre el cuerpo y el cerebro. Por eso, dentro de las intervenciones terapéuticas integrales cada vez se está empezando a tener más en cuenta la alimentación.

La neurocetoterapia está basada en la dieta cetogénica o keto. Pero, ¿en qué consiste este plan de alimentación? Esta forma de alimentarse se basa en el consumo de una proporción mínima de carbohidratos (5 %), otra normal de proteína (15 %) y otra alta en grasas saludables (80 %) (Tillery et al., 2021).

Este tipo de dieta busca que se desencadene un proceso llamado cetosis. Al restringir los carbohidratos, se activa la lipólisis, creando cetonas para utilizarlas como fuente de energía principal en lugar de glucosa. Esta dieta hace que el cuerpo queme grasa en lugar de carbohidratos para obtener energía.

Aunque en la actualidad es empleada como un método convencional para perder peso, en sus comienzos se desarrolló para controlar las convulsiones en personas con epilepsia. La dieta keto no solo parece tener efectos beneficiosos para perder peso y para la epilepsia, sino también para la migraña y el alzhéimer. Además, está asociada a mejoras significativas y sustanciales en los síntomas de depresión y psicosis y múltiples marcadores de salud metabólica.

La neurocetoterapia y los trastornos mentales

Este tipo de terapia consiste en la aplicación de la dieta cetogénica para el tratamiento de trastornos psiquiátrico o neuronales. Esto no debe extrañarnos o parecernos excéntrico, ya que una de las variables que más impacto tienen sobre cómo nos encontramos es precisamente la alimentación.

La neurocetoterapia tiene efectos positivos en varios trastornos mentales. La acción de la dieta cetogénica altera el equilibrio entre el ácido gamma-aminobutírico (GABA) y el glutamato, beneficiando al GABA. El aumento de este neurotransmisor puede ayudar a compensar su deficiencia en los pacientes con esquizofrenia y aliviar las alucinaciones y los delirios.

Asimismo, se considera que este tipo de dieta reduce las especies reactivas de oxígeno y eleva los niveles de trifosfato de adenosina y fosfocreatina, lo que incrementa la eficiencia de la actividad metabólica. Esto ayuda a reducir la inflamación del cerebro y a producir alivio en varios trastornos neurodegenerativos, incluidos la enfermedad de Alzheimer y la enfermedad de Parkinson.

La influencia de la dieta cetogénica sobre condiciones psiquiátricas se debe, en parte, a que la cetosis limita la apoptosis (muerte celular programada) y la excitabilidad de las neuronas. Lo anterior explica el éxito de estas dietas en personas con epilepsia (Maalouf et al., 2009; Ułamek-Kozio et al., 2019). Las alteraciones en la actividad metabólica relacionadas con las reducciones de las convulsiones en epilépticos también tienen efectos positivos en pacientes con trastorno del espectro autista (TEA) como consecuencia de los cambios favorables en el microbioma intestinal.

La neurocetoterapia ha sido empleada también en el tratamiento del trastorno bipolar. Su acción sobre este trastorno se debe a que el plasma ácido estabiliza el estado de ánimo al disminuir el sodio y el calcio intracelular (Tillery et al., 2021). De igual forma, ha sido aplicada en pacientes con narcolepsia. La dieta keto aumenta la activación de las neuronas que segregan orexina y, en consecuencia, parece mejorar nuestro estado de activación diurna.

Otros beneficios de las dietas cetogénicas

Las dietas cetogénicas pueden facilitar la producción de trifosfato de adenosina (ATP) en personas con disfunción mitocondrial (Vidali et al., 2015). Este compuesto, que proporciona energía, ha sido asociado con la depresión en niveles bajos.

La neurocetoterapia puede ayudar a disminuir el estrés oxidativo, que está asociado con diferentes enfermedades médicas. Tener una dieta cetogénica mejora el estrés oxidativo, el estado oxidante y ayuda a revertir parte del daño causado por él, lo cual puede mejorar los síntomas de la depresión (Greco et al., 2016).

La dieta cetogénica tiene influencia positiva sobre los niveles de insulina, ya que limita la ingesta de azúcar y almidón. Además, mantiene estables los niveles de azúcar en la sangre. Esta dieta también mejorar la inflamación, debido a que el uso de cetonas como fuente de energía produce menos compuestos proinflamatorios.

Neurocetoterapia y alimentación

A continuación, revisaremos qué se puede y qué no comer durante una dieta cetogénica, según Mawer (2020). Te recomendamos que no cambies tu plan de alimentación sin antes consultar a un nutricionista. De igual forma, ten presente que la neurocetoterapia debe estar a cargo de un profesional de la salud especializado. No la inicies por tu propia cuenta. Dicho esto, ¿qué no se debe comer?:

  • Alimentos azucarados: refrescos, jugos de frutas, batidos, pasteles, helados, dulces, etc.
  • Granos o almidones: productos a base de trigo, arroz, pasta, cereales, etc.
  • Frijoles o legumbres: guisantes, frijoles, lentejas, garbanzos, etc.
  • Tubérculos y tubérculos: patatas, boniatos, zanahorias, chirivías, etc.
  • Productos bajos en grasa o dietéticos: mayonesa baja en grasa, aderezos para ensaladas.
  • Algunos condimentos o salsas: salsa barbacoa, mostaza, miel, salsa teriyaki, ketchup, etc.
  • Grasas no saludables: aceites vegetales procesados, mayonesa, etc.
  • Alcohol: cerveza, vino, licor, bebidas mezcladas.
  • Alimentos dietéticos sin azúcar: caramelos sin azúcar, siropes, budines, edulcorantes, postres, etc.
¿Qué sí se puede comer?:

  • Carne: carne roja, bistec, jamón, salchicha, tocino, pollo y pavo.
  • Pescado: salmón, trucha, atún.
  • Huevos: huevos enteros con omega-3 o de pastoreo.
  • Quesos sin procesar: como cheddar, cabra, crema, azul o mozzarella.
  • Frutos secos y semillas: almendras, nueces, semillas de lino, semillas de calabaza, semillas de chía, etc.
  • Aceites saludables: aceite de oliva virgen extra y aceite de aguacate.
  • Aguacates.
  • Verduras bajas en carbohidratos: verduras, tomates, cebollas, pimientos, etc.
  • Condimentos: sal, pimienta, hierbas y especias.
Para finalizar, la neurocetoterapia es una forma tratamiento para los trastornos psiquiátricos que nos demuestra cada vez más que una de las mejores medicinas para el cuerpo y la mente es la comida. Tener cuidado con lo que comemos y conocer el potencial sanador que tienen las dietas y ciertos alimentos es una de las bases para mejorar nuestra calidad de vida.

Nota editorial: aunque neurocetoterapia se pueda descomponer en neuroceto+terapia, no estamos hablando de una terapia como tal, sino de una dieta que puede venirnos bien si nuestros intereses son los que hemos descrito en el artículo. No obstante, lo que te recomendamos, antes de que hagas este tipo de cambios en tu alimentación, es que te pongas en manos de un nutricionista.

miércoles, 29 de marzo de 2023

Adicción a los tatuajes: ¿existe realmente?

La adicción representa una forma problemática de relacionarnos con sustancias o conductas. Así, hoy queremos preguntarnos, ¿es posible volverse adicto a los tatuajes?

Los tatuajes existen hace miles de años, y la idea de adornar nuestra piel con dibujos ni es ni mucho menos moderna. Así, si bien no es novedad marcarse con tinta el cuerpo, durante las últimas décadas esta práctica ha aumentado exponencialmente. Lejos quedó su asociación a la delincuencia. Hoy todos conocemos a alguien que algún dibujo permanente en su piel.

Hay personas que deciden tatuarse la representación de un recuerdo, una idea, un vínculo o una historia significativa, mientras que el objetivo de otros tatuajes es simplemente embellecerse. Sea cual fuere el motivo, permite expresar quiénes somos, de manera que el dibujo suele tener una relación muy marcada con nuestra identidad.

Ahora bien, existe toda una corriente que defiende que en algunas personas podríamos identificar una especie de adicción. “Si te haces uno, no podrás parar”. Así, hoy queremos preguntarnos sobre si realmente existe esta adicción y sobre cuáles serían sus consecuencias.

¿Por qué nos tatuamos?

Su uso y su significado ha ido evolucionando a lo largo del tiempo; aunque no solo son personas jóvenes las que se tatúan, sí es el sector de la población en el que tienen más éxito. Ya no nos sorprende caminar por la calle en verano y observar piernas y brazos repletos de dibujos. Incluso, muchas personas los llevan en su rostro.

Las motivaciones de una persona para tatuarse son variadas. Pérez Fonseca (2009) los ha investigado, identificando una buena lista de ellas. Una de las más importantes tiene que ver con nuestra necesidad de diferenciarnos del resto, a ser y sentirse singular, único. Se trata de llevar consigo una marca personal, que representa parte de su identidad. Muchas otras veces, las personas se realizan tatuajes por una cuestión estética, buscando entonces un diseño que les parece consecuente.

Por otro lado, muchos adolescentes se tatúan por sentirse parte del grupo de amigos. Lo mismo suele suceder con los piercings. Es curioso, el tatuaje puede responder a la necesidad de sentirse diferente, y a su vez, a la necesidad de sentirse semejante. Además, otra posible motivación es el intento de intensificar la propia existencia a partir de una experiencia real que genera dolor en el cuerpo.

A su vez, la motivación puede tener que ver con representar a un acontecimiento -en este caso, un tatuaje frecuente es la fecha- o persona significativa -en este caso, un tatuaje frecuente es el nombre-. Además, el objetivo de superar acontecimientos traumáticos o difíciles, la seducción, la promoción de un cambio o la intensificación de la propia existencia también son ideas que pueden conducir a una persona a tatuarse.

¿Existe la adicción a los tatuajes?

Antes de indagar acerca de la posible adicción a los tatuajes, es fundamental tener en claro a qué nos referimos con este término. La adicción es la dependencia persistente a una sustancia o conducta. El consumo compulsivo de comida, drogas y alcohol son de las más consideradas, aunque existen muchas otras adicciones que pasan más desapercibidas.

Para que a un determinado comportamiento se lo considere adictivo, es necesario que cumpla una serie de criterios:

  • Dependencia. El bienestar comienza a depender exclusivamente del componente adictivo. Se convierte prácticamente en lo más importante en la vida de la persona y siente una necesidad imperiosa de acudir a la sustancia o conducta para mantenerse en un estado de calma
  • Tolerancia. Se precisa cantidades cada vez mayores de la sustancia o comportamiento para obtener el efecto deseado, ya que el efecto de las mismas cantidades disminuye notoriamente con su consumo continuado.
  • Abstinencia. Resulta altamente complejo sostener la abstinencia, pues la no satisfacción de la necesidad provoca un profundo sufrimiento físico y mental. Interrumpir el consumo de la sustancia o el comportamiento problemático implica un esfuerzo infructuoso. En este sentido, la falta de control es notoria.
  • Efectos negativos. Un cuadro adictivo impacta significativa y negativamente en gran parte de las áreas de la vida de la persona, generando malestar y dificultades para sostener las actividades diarias de forma armónica y responsable.
Cómo nos relacionamos con los tatuajes

Como vemos, la noción de adicción refleja un modo particular de relacionarnos con algo o alguien, que involucra una dependencia determinante. Puede tratarse de sustancias, conductas o personas.

Si bien no hay investigaciones definitivas al respecto, muchos profesionales de la psiquiatría y psicología han expresado su punto de vista en relación con la existencia de la adicción a los tatuajes. Por un lado, se ha descubierto que grabarlos en nuestra piel libera adrenalina y endorfinas, que nos aportan una sensación corporal agradable, mientras que nos ayudan a lidiar con el dolor.

El Doctor Mark D. Griffiths considera que, para muchas personas hacerse tatuajes puede ser más una pasión que un problema y que ellos no cumplen con su criterio de adicción.

Sabemos que muchas personas adquieren cierto gusto a marcarse la piel de forma bastante frecuente y cada vez que terminan de realizarse su último tatuaje están pensando en el siguiente. Sin embargo, esto mismo nos suele ocurrir cada vez que salimos del cine al ver una película con final abierto que nos gustó mucho. De seguro, saldremos ansiosos por mirar la segunda parte.

El arte suele tener más que ver con la pasión y la búsqueda y expresión de la propia identidad, que con la adicción.


martes, 28 de marzo de 2023

Cómo desarrollar un apego seguro en la edad adulta

Las personas con un estilo de vinculación inseguro suelen sufrir bastante y tener problemas en sus relaciones. Por ello, si quieres desarrollar un apego seguro en la edad adulta, te contamos cómo hacerlo.

Cada uno de nosotros poseemos un estilo de apego; esto es, una forma de vincularnos con los demás afectivamente. Este estilo viene determinado por la relación que establecimos con nuestras principales figuras en la infancia; pero también, y en menor medida, por experiencias posteriores con amigos, compañeros y parejas románticas.

Si nuestro estilo de vinculación no es el más apropiado, podemos sufrir mucho a lo largo de nuestra vida. Por ello, queremos mostrarte cómo desarrollar un apego seguro en la edad adulta.

Lo cierto es que no es una tarea sencilla modificar esta tendencia que tan bien aprendimos durante nuestros primeros años. Hará falta un importante trabajo personal que no siempre resulta cómodo realizar. Sin embargo, matizar estas actitudes y aprender a relacionarnos desde la confianza puede suponer un enorme y positivo cambio.

Los estilos de apego

El estilo de apego de una persona comienza a formarse durante los primeros años, en función de la atención y los cuidados que el bebé recibe. Así, pueden diferenciarse cuatro tipos de apego:

  • Apego seguro: se forma cuando los cuidadores son sensibles y receptivos a las necesidades del niño y responden de forma consistente. Ese pequeño crece sintiéndose amado y seguro, es capaz de confiar en otros y tiene un buen concepto de sí mismo.
  • Apego evitativo: en este caso los cuidadores ignoran las necesidades y llamados del bebé, no cuidan ni responden a sus emociones. Al crecer, este niño aprende a reprimir lo que siente y a ser excesivamente independiente. Evita por todos los medios mostrarse vulnerable y no puede confiar en los demás, no intima emocionalmente.
  • Apego ambivalente: se crea cuando los cuidadores son inconsistentes e impredecibles; esto es, en ocasiones responden con rapidez y amor a las demandas del niño, y en otras se muestran hostiles y desinteresados. Esto crea una sensación de ansiedad e inseguridad que lleva al niño a no sentirse valioso y a tener que asegurarse constantemente el afecto y la presencia de quienes ama.
  • Apego desorganizado: se forma cuando el pequeño vive abusos, negligencia grave o abandono. Presenta entonces una mezcla de síntomas ambivalentes y evitativos, puede tener conductas explosivas, gran frustración y un fuerte rechazo (y a la vez anhelo) de vínculos emocionales.
Cómo desarrollar un apego seguro en la edad adulta

Lo ideal, en términos de felicidad personal y éxito en las relaciones, es tener un apego seguro. Cualquiera de los otros casos nos traerá complicaciones, dolor y frustración. Afortunadamente, hay algunos pasos que podemos dar para matizar nuestro estilo de apego, incluso siendo ya adultos.

Partiendo del apego evitativo

El reto para una persona con apego evitativo es aprender a confiar y permitirse crear intimidad emocional. Así, es importante atender a las siguientes cuestiones:

  • Comprender de dónde surge este apego evitativo y sanar las heridas infantiles. Es necesario aceptar que en cierto punto llegamos a sentirnos rechazados o minimizados, y que por eso huimos de la intimidad. Igualmente, hay que tomar conciencia de que ese rechazo no tiene por qué volver a ocurrir y que, si sucede, ahora somos adultos y podemos afrontarlo. Los muros que hemos levantado no nos protegen, nos mantienen aislados.
  • Es fundamental dejar de evitar, ya que este mecanismo no nos permite avanzar. Piensa qué situaciones evitas (por ejemplo, las discusiones que impliquen sentimientos o el compromiso en las relaciones) y permítete irlas afrontando. Ve dando pasos, aunque te saquen de tu zona de confort.
  • Adquiere alguna herramienta que te ayude a gestionar la inseguridad que te genera vincularte emocionalmente con otros. La respiración diafragmática es una técnica sencilla que te permitirá volver a tu centro y tomar mejores decisiones cuando surja el impulso de huir.
  • Aprende a expresar tus emociones sin ocultarte y mostrándote vulnerable. Tu pareja necesita saber qué sientes, qué deseas y necesitas. Sé asertivo y comienza a abrir tu interior.
Partiendo del apego ambivalente

Si tienes un apego ambivalente, tu reto es superar la dependencia emocional, dejar de buscar desesperadamente el amor y la presencia de las otras personas. Para esto, puedes tomar las siguientes pautas:

  • Entiende que tus actitudes surgen de un niño herido que se sintió confuso, carente de afecto y no aceptado incondicionalmente. Es por esto que hoy te sientes siempre inseguro y necesitas asegurarte constantemente de que los demás te quieren y están ahí para ti. Recuerda que ahora eres un adulto y no dependes de nadie para sobrevivir.
  • Es fundamental que refuerces tu autoestima, trabajes en tu amor propio y comiences a darte eso que tanto anhelas de los demás. Esto es, amor incondicional, aceptación, consuelo y apoyo. Priorízate, ocúpate de ti y de tus necesidades y mejora la relación contigo mismo.
  • Cuida tu diálogo interno y las inferencias que haces de la conducta de los demás. En este estilo de apego es común estar muy alerta ante el comportamiento de los otros y preocuparse y culparse ante cualquier cambio en ellos. En lugar de pensar que es tu culpa, que has hecho algo mal y que van a dejar de quererte, procura ajustar tus pensamientos y no dejarte llevar.
  • Puede ser muy positivo que amplíes tu círculo social con personas nutritivas y enriquecedoras. Para las personas que necesitan y disfrutan la intimidad emocional, tener relaciones significativas es importante. Esto ayudará a no recargar toda la responsabilidad y las expectativas sobre tu pareja.
Partiendo del apego desorganizado

En el caso del apego desorganizado, puede ser necesario trabajar en las dos vertientes anteriores para desarrollar un apego seguro. Sin embargo, dado que este estilo de apego surge de un trauma complejo vivido en la infancia, lo más recomendable es buscar apoyo profesional.

Sanar el pasado, aprender a gestionar los disparadores de ansiedad y a vincularse sanamente puede ser especialmente difícil en este caso; por tanto, la psicoterapia será de gran ayuda.

Desarrollar un apego seguro es posible

Ciertamente, trabajar el apego es una de las cuestiones más complicadas, por lo arraigado que se encuentra desde tanto tiempo atrás. Sin embargo, todos podemos superar nuestro estilo de apego inseguro y avanzar hacia una mayor seguridad, confianza y bienestar.

El cambio llevará tiempo y en muchas ocasiones surgirán de nuevo esas antiguas tendencias, pero con conciencia, perseverancia y trabajo personal podremos aumentar nuestro bienestar y la calidad de nuestras relaciones.

lunes, 27 de marzo de 2023

Terapia perinatal: ¿en qué consiste y cómo ponerla en práctica?

¿Qué es la terapia perinatal? ¿Cuáles son los problemas actuales más frecuentes que se están abordando desde esta línea herpética? En este artículo te lo contamos.

En los últimos años, la salud mental perinatal ha visto cómo se han reforzado las unidades psiquiátricas maternas y neonatales; un refuerzo motivado por la alta incidencia de los cuadros que se atienden en este tipo de unidades.

El período posnatal temprano también es una etapa de riesgo para la aparición de enfermedades mentales. Un estudio evidenció que las mujeres tienen más probabilidades de tener una hospitalización psiquiátrica un mes después del parto que en el momento previo al embarazo.

La admisión posnatal de las mujeres es alta tanto en las que tienen como en las que no un trastorno psiquiátrico. Sin embargo, esta incidencia es mayor en aquellas que padecen un trastorno del estado de ánimo (Munk-Olsen, et al., 2016).

Los problemas mentales durante y después del embarazo han dejado al descubierto la necesidad de desarrollar intervenciones perinatales, tanto para los padres como para los bebés. En este contexto, la psicología perinatal ha desempeñado un papel importante.

Esta nueva rama de la psicología se dedica a investigar e intervenir (terapia perinatal) en los aspectos emocionales, cognitivos y comportamentales asociados con el embarazo, el parto y la crianza del bebé en los primeros meses.

La terapia perinatal

Enmarcada dentro de la llamada psicología perinatal, se encarga de atender las necesidades y problemas psicológicos de los padres desde de la concepción hasta el parto. Asimismo, realiza intervenciones posteriores al nacimiento del bebé.

Las intervenciones perinatales están enfocadas tanto en la dimensión emocional y cognitiva como en la conductual. Además, tienen la función de velar por el bienestar de los padres y ayudarles ante cualquier eventualidad que pueda afectar su salud mental.

Aunque la terapia perinatal está destinada para ambos padres, por lo general, es la madre el eje central de las intervenciones, ya que es a la que más afecta el proceso de embarazo, debido a los cambios mentales, físicos y hormonales que sufre.

De acuerdo con la Asociación Española de Psicoterapia Perinatal, algunos temas específicos en los que se centra la terapia perinatal son:
  • Problemas de fertilidad.
  • Depresión y ansiedad durante el embarazo.
  • Miedo al parto.
  • Embarazos traumáticos.
  • Pérdida del bebé.
  • Problemas de lactancia.
  • Adaptación a la maternidad/ paternidad.
  • Depresión postparto.
  • Vinculación con el bebé o el establecimiento de un apego seguro.
Principales áreas de intervención de la terapia perinatal

A continuación, revisaremos algunas áreas de intervención de esta terapia.

1. Apoyo antes de la concepción

La terapia perinatal puede intervenir antes del embarazo, es decir, cuando se desea tener un hijo. Las emociones asociadas con el anhelo de tener un bebé pueden dar lugar a algunos problemas, sobre todo si existen problemas de fertilidad.

2. El aborto

Las consecuencias emocionales de un aborto pueden afectar el funcionamiento cotidiano de la pareja, en especial, de la madre. El impacto afectivo suele ser muy fuerte cuando se tiene el deseo de tener un hijo. El duelo producido por la muerte de un bebé puede requerir terapia.

3. Acompañamiento psicológico durante el embarazo

El embarazo provoca alteraciones hormonales que generan un efecto considerable en la vida de la mujer, el cual se refleja en cambios en la manera de sentir y regular las emociones. Por ello, los psicólogos a cargo de la terapia dan apoyo a la hora de tramitar estos cambios y promover el equilibrio emocional.

3. Preparación para el parto

El miedo a dar a luz o la ansiedad por no saber qué hacer luego son algunos de los aspectos que se ven en consulta de un terapeuta perinatal. Esta etapa es un período clave que tiene profundas consecuencias para muchas mujeres.

4. Apoyo después del parto

Las mujeres pueden tener un parto traumático, por lo tanto, el apoyo psicológico es necesario para prevenir que esta experiencia desencadene depresión posparto. También es fundamental para fortalecer el vínculo entre la madre y el bebé.

5. Apoyo familiar

El parto, en la mayoría de los casos, es también una experiencia familiar. Por ende, es función de la terapia perinatal preparar a las personas que conviven con quien va a tener un bebé o que van a participar en su cuidado.

Cómo realizar una terapia perinatal

La terapia perinatal puede aplicarse desde diferentes enfoques terapéuticos. Puede realizarse desde la terapia cognitiva conductual para ayudar a los padres a replantear sus patrones de pensamiento y la forma en la que experimentan y se comportan ante el embarazo.

También puede usarse la terapia breve centrada en soluciones, en la que el terapeuta ayuda al paciente a encontrar soluciones ante una situación adversa. La idea es utilizar el pensamiento racional en la resolución del problema. Para aplicar esta terapia breve es necesario definir metas terapéuticas, estudiar los intentos de soluciones anteriores y buscar información sobre momentos en los que el problema debió aparecer, pero no lo hizo. También se necesita animar al paciente a buscar y aplicar soluciones alternativas.

Sin importar el enfoque que se utilice para aplicar la terapia perinatal, lo importante es diseñar un plan de tratamiento personalizado centrado en la experiencia y las necesidades de los padres. Para concluir, la terapia perinatal ofrece un amplio rango de actuación que le permite a las madres y a los padres vivir el embarazo de una manera saludable, de tal manera que la experiencia de traer a otro ser humano al mundo sea inolvidable.


domingo, 26 de marzo de 2023

Hipocondría y nosofobia: dos manifestaciones del miedo a la enfermedad

¿Tienes un gran miedo a contraer una enfermedad? ¿Sueles malinterpretar y exagerar las señales de tu cuerpo? Entonces, te interesará conocer la hipocondría y la nosofobia, dos trastornos similares pero diferentes.

¿Alguna vez has notado un pequeño bulto en tu piel y has estado casi seguro de que era un tumor? ¿Has sentido una leve punzada en el pecho y te has preparado para un infarto? Este tipo de interpretaciones son el día a día de muchas personas que viven preocupadas y angustiadas por la enfermedad, pero no son la única manifestación de este temor. Por esto, hoy queremos hablarte de las diferencias entre hipocondría y nosofobia.

La hipocondría es bastante conocida; de hecho, el término, a pesar de ser técnico, forma parte del lenguaje coloquial. Sabemos que se refiere a la creencia (prácticamente a la convicción) de que padecemos una enfermedad no diagnosticada.

Sin embargo, en otras ocasiones este miedo a la enfermedad se manifiesta de forma anticipatoria: tememos desarrollar en el futuro algún padecimiento, y esto nos causa un gran malestar. ¿Quieres saber más al respecto? Entonces, te invitamos a seguir leyendo.

Hipocondría: el miedo a estar enfermo

En la última versión del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5) el término “hipocondría” ha desaparecido para quedar englobado en la categoría de “ansiedad por enfermedad”. La hipocondría designa la firme creencia o la convicción a la que llega una persona de padecer una grave enfermedad, generalmente a raíz de algún leve síntoma. Se trata, por tanto, de una interpretación errónea y exagerada de esa señal física del cuerpo.

Existen diversos comportamientos muy característicos entre quienes padecen hipocondría:

  • Su atención se focaliza en la parte del cuerpo que cree afectada. Es común que la mire o la palpe de forma repetitiva para confirmar su hipótesis o detectar algún cambio.
  • La persona pasa una gran cantidad de tiempo buscando información en internet, en revistas o en libros acerca de la enfermedad que cree tener, sus síntomas y sus pruebas diagnósticas.
  • Suele preguntar constantemente a familiares y amigos con el fin de asegurarse de que está sana. Sin embargo, cuando estos tratan de tranquilizarla y racionalizar sus síntomas, únicamente logran que se sienta aislada, incomprendida y más preocupada.
  • Es común que se produzca un peregrinaje de médico en médico en busca de un diagnóstico. Y es que, a corto plazo, la confirmación por parte de un profesional de que el individuo está sano puede tranquilizar. Sin embargo, en poco tiempo resurgirán las dudas; se pensará que el médico está equivocado, que las pruebas realizadas no eran las adecuadas o que se realizaron antes de tiempo.
  • La creencia de estar enfermo genera un gran sufrimiento y unos niveles de ansiedad que, a su vez, pueden incrementar los síntomas físicos que la persona viene sintiendo y malinterpretando. Además, a medida que la enfermedad avanza suelen verse afectados el rendimiento laboral, la economía y las relaciones sociales.
Nosofobia: un temor anticipatorio

En la nosofobia también existe un miedo a la enfermedad; sin embargo, en este caso se trata de un temor a enfermar en el futuro. Esta persona experimenta un miedo intenso, irracional e incontrolable a contraer una enfermedad, pero su forma de abordar el temor es diferente:

  • Evita acudir al médico, realizarse pruebas o análisis, incluso aunque lo necesite. Esto con el fin de evitar confirmar que ha enfermado.
  • Procura no hablar sobre síntomas o enfermedades, no ver películas o series de dicha temática y no acercarse a los hospitales ni pasar tiempo con personas enfermas. Y es que en estas situaciones su ansiedad puede dispararse.
  • Tiene un gran temor a la muerte propia y a la de sus seres queridos.
  • Existe también un fuerte miedo a envejecer y un rechazo hacia la senectud. Por lo mismo, las personas con nosofobia procuran mantenerse jóvenes y aparentarlo.
Principales diferencias entre hipocondría y nosofobia

Como ves, pese a que el miedo a la enfermedad sea central en ambos trastornos, hipocondría y nosofobia presentan diferencias significativas. La persona hipocondríaca teme estar enferma, quien padece nosofobia teme enfermar a futuro. En el primer caso, se atiende a los síntomas corporales, se busca información y respuestas; en el segundo, se procura evitar todo lo relacionado con la enfermedad (no se quiere saber nada al respecto).

Por otro lado, es común que las personas hipocondriacas hayan vivido infancias sobreprotegidas o marcadas por la enfermedad, ya sea propia o de seres queridos. Igualmente, es frecuente que hayan tenido que convivir o cuidar a personas enfermas que han fallecido, lo que les hace ver a la enfermedad constantemente en su horizonte.

Por su parte, la nosofobia suele presentarse a partir de los 40 años, precisamente relacionada con ese miedo a envejecer, al declive y a la muerte. Sin embargo, se ha disparado a raíz de la pandemia derivada del covid-19.

En cualquier caso, y más allá de las diferencias entre hipocondría y nosofobia, se trata de dos trastornos que causan un gran sufrimiento y para los que conviene buscar tratamiento. En ambas situaciones, la terapia cognitivo-conductual es la más recomendada. Mediante técnicas de relajación, exposición y reestructuración de creencias puede lograrse aliviar la ansiedad, ajustar las percepciones y reducir el impacto de este miedo a la enfermedad.

sábado, 25 de marzo de 2023

La sospecha de un trastorno de personalidad: ¿qué hacer en esos momentos?

¿Qué sabes de los trastornos de personalidad? ¿Cómo aparecen? ¿Cuáles son los pasos más importantes a dar cuando detectamos la presencia de alguno? En este artículo responderemos a estas y otras preguntas.

Cada uno de nosotros somos una mezcla única de herencia y experiencia vital que da lugar a lo que conocemos como nuestro patrón de personalidad. Tener unos rasgos de personalidad que nos definen es algo común a todos los humanos.

¿Qué es un trastorno de personalidad?

En ocasiones, nos encontramos con personas cuya forma de comportarse o desenvolverse en el medio no resulta adaptativa: es limitante y, en muchos casos, lesiva. Es decir, son personas cuya forma de relacionarse con los demás y enfrentar los retos del día a día complica precisamente ese día a día.

Es posible que estemos ante un trastorno de personalidad cuando este patrón de comportamiento no es puntual y tampoco es explicable, por lo que podemos conocer como una crisis vital. La sospecha debe aumentar cuando es de aparición temprana (presentando ya rasgos incluso en la adolescencia o principios de la edad adulta) y se mantiene en el tiempo.

No obstante, es fundamental señalar que la responsabilidad del diagnóstico recae, y solo debe recaer, sobre el profesional, y nunca sobre familiares y allegados a la persona en cuestión. Se trata de una patología muy compleja de la que no se debe hablar a la ligera.

Existen varios tipos de trastornos de personalidad, pero en términos generales nos vamos a encontrar las siguientes características comunes a todos ellos:
  • La manera en que se perciben a sí mismos, a otras personas y a los acontecimientos suele diferir de como lo hacen los demás.
  • Sus respuestas emocionales y la forma en que se relacionan con otras personas difieren de lo esperable socialmente.
  • Pueden presentar un control o una falta de control de sus impulsos, es decir, llaman la atención tanto por exceso como por defecto.
Es importante incidir en que estamos hablando de un patrón de comportamiento estable en el tiempo. No se trata de una mala racha, de una crisis personal ni de una enfermedad, ni tampoco se debe al consumo de drogas. Las dificultades que presentan para relacionarse aparecen en una gran variedad de situaciones personales y sociales, no se limitan a dificultades concretas con algunas personas.

Como consecuencia de todo lo anterior, quien padece un trastorno de la personalidad sufre un malestar importante o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes del funcionamiento. De hecho, suelen presentar otros síntomas como ansiedad, depresión, abuso de sustancias, trastornos de la alimentación, problemas en la esfera sexual y conflictos de pareja, entre otros.

Convivir con un trastorno de personalidad

La convivencia con un trastorno de personalidad puede resultar muy compleja. Más aún si no se recibe atención psiquiátrica y psicológica. Los familiares y allegados al paciente suelen sentirse muy sobrepasados por lo que sucede en el hogar al carecer de herramientas y habilidades sobre cómo actuar ante las diferentes situaciones que se presentan, muchas de ellas de una gran complejidad como pueden ser chantajes emocionales o amenazas de suicidio.

Además, es habitual que el entorno familiar arrastre sus propios conflictos emocionales y dificultades a la hora de relacionarse, lo que probablemente haya empeorado como consecuencia de la tensión intrafamiliar.

Por lo general, tardan tiempo en pedir ayuda y la dinámica familiar no es buena, lo que también es desfavorable para la persona con trastorno de la personalidad. Esto lleva a serias confrontaciones con continuas tensiones y conflictos.

Puede que haya un cierto temor a contradecirles, ya que piensan que reaccionarán con enfados e incluso explosiones de ira, o que sean habituales las críticas reiteradas por parte de la familia, pensando que así les incitan al cambio y a la reflexión, pero esto, lejos de ocurrir, solo refuerza las conductas patológicas del paciente.

¿Cómo puedo ayudar?

Los trastornos de la personalidad son abordables en la práctica profesional y los resultados de las intervenciones validadas son más que prometedores. Para acceder a ellos, el primer paso será buscar ayuda profesional tanto para el paciente como para la familia.

La situación familiar no es fácil, de hecho es bastante compleja y llevará tiempo ver los resultados de la terapia, por lo que es de gran ayuda que un psiquiatra o un psicólogo clínico les ayude a comprender el trastorno y su forma de comportarse.

Es crucial llegar a entender que una persona con un trastorno de la personalidad no sabe actuar de otra forma, su forma de ser es fruto de la adaptación a dinámicas y circunstancias vitales que atravesaron durante la infancia, generalmente.

Para ayudarle:

  • Las reacciones de los familiares tienen una gran influencia en las personas con trastorno de la personalidad. Esta influencia puede ir en un sentido negativo o positivo, y no siempre depende de la voluntad de quienes la ejercen. Además de motivación, es necesario conocimiento.
  • Aceptar la situación y entender el diagnóstico. Para aceptar hay que entender, por eso es crucial contar con ayuda profesional. La comprensión exacta de cómo funcionan estos trastornos es la base para relacionarse con ellos. Empatizar no significa dar nuestra aprobación y mostrar conformidad con todo lo que hace, pero nos ayudará a mantener la calma y gestionar mejor los conflictos.
  • Trabajar la comunicación en el seno familiar: comunicándote de forma clara y asertiva, sin indirectas, sin ironías ni dobles sentidos.
  • Cuando se preste a escuchar, explícale las consecuencias que su conducta tiene para los demás, desde la calma y el respeto.
  • El trastorno no disculpa muchos de los comportamientos de la persona afectada, pero sí puede explicar una buena parte de ellos. Si las personas con una óptima salud mental pueden llegar a causar a veces un gran daño sin querer, la probabilidad de que lo haga una persona que no goza de una buena salud mental es mucho mayor. Por nuestra parte, tenemos que hacer un esfuerzo mayor por no tomarnos algunas de sus críticas, o incluso ataques, de una manera personal.
¿Qué pasa si se niega a acudir a consulta o a seguir la intervención planificada por el especialista?

Es posible que ocurra. En muchos trastornos no existe una conciencia de enfermedad o esta no está muy desarrollada. Especialmente en estos casos el entorno juega un papel fundamental, ya que para que la intervención se produzca tienen que actuar como facilitadores reales, y para ello lo mejor es que lo hagan siguiendo las pautas del profesional o profesionales encargados del caso.

En estos casos, aunque el engaño pueda parecernos el camino fácil, a la larga va a ser mucho mejor que intentemos un tipo de persuasión más honesta. Piensa que si la persona afectada pierde la confianza en nosotros, va a ser mucho más complicado que podamos ayudarla.

Conseguir que asimile todo lo que puede aportarle la terapia es, sin duda, el mejor punto de partida. En los casos en los que identificamos una gran resistencia, es preferible tener paciencia y tomar su negativa a ir a consulta o a comprometerse con el plan de intervención como algo temporal -en los casos muy graves, la opción de esperar no es viable-.

viernes, 24 de marzo de 2023

¿Qué es el unschooling? Una alternativa educativa

Al igual que en otras ramas, en educación también hemos avanzado. Ahora nuestro corpus de conocimiento es mucho mayor. La pregunta es, ¿realmente lo estamos aplicando o las investigaciones son solo papel mojado?

Los nuevos descubrimientos en educación hablan de que tenemos un problema al tratar a los alumnos como entidades disgregadas y no como un todo. Esta idea no choca con la visión clásica que afirma que educar es extraer del otro, dejar salir y florecer, y no introducir conocimientos académicos.

Desde el paradigma de la educación alternativa entendemos que los más pequeños ya vienen conectados con su interior. Somos los adultos y el entorno quienes, en todo caso, los desconectamos de su verdadero ser.

El unschooling, como opción pedagógica alternativa, propone respetar aquello que es genuino en los niños: sus intereses, pasiones, ritmos e incluso su necesidad motriz. Seguidamente, profundizaremos en la propuesta.

¿Qué es el unschooling y dónde se originó?

La tendencia pedagógica surgió a partir de las teorías de John Holt, un pedagogo estadounidense que en su libro Enseña a los tuyos (Teach your own, su título original) propone liberar a los niños y adolescentes de la educación formal que, según él, inhibe y limita la capacidad creativa con la que nacen. Unschooling significa respetar los procesos naturales de aprendizaje de los niños y, sobre todo, su ritmo intelectual y emocional.

La mirada no debería estar en cómo de bien ejecutan determinadas acciones, sino en qué es lo que están haciendo, qué les motiva, qué les interesa, qué les apasiona. Fomentar esas pasiones y no apagarlas debería ser la función real de cualquier adulto acompañante. Identificar dichos talentos es fundamental, ya que todos tenemos cualidades que podemos emplear para hacer mejor a la sociedad en la que vivimos.

La libertad de cualquier persona, joven o mayor, de elegir por qué, qué, cuándo, cómo y de quién aprender las cosas es un elemento clave en el trabajo de John Holt. El unschooling propone un aprendizaje natural o autónomo: nadie dirigiría al niño desde fuera, a no ser que sea él mismo quien muestre interés por algo en concreto o lo necesite.

Un ejemplo es como los niños aprenden a hablar su lengua materna: al estar expuestos a ella, la aprenden, por inmersión, no porque nadie se la esté enseñando.

Implicaciones del unschooling

El unschooling promueve el diálogo permanente con los hijos para definir tiempos y temáticas. Los chicos, entonces, son alentados a jugar, explorar, preguntar sin límites ni horarios e investigar por su cuenta, con la compañía consciente y responsable de sus padres.

Así, leer, sumar o restar no son habilidades que se adquieran a una determinada edad ni a partir de un sistema demasiado estructurado, sino que surgen de manera natural, cuando cada chico espontáneamente se interesa por desarrollarlas.

Por lo tanto, es un método educativo más radical que el homeschooling. El unschooling, en su forma más básica, no es escuela en casa y mucho menos se trata de dejar que tus hijos se las arreglen solos. Se trata de crear un entorno de aprendizaje basado en el entendimiento de que los seres humanos aprenden mejor cuando están interesados y comprometidos, y cuando están personalmente involucrados y motivados.

Dar voz al niño

Los centros de enseñanza convencionales están organizados para el día a día de los adultos, no del niño. No favorecen el despliegue de la creatividad; más bien la reprimen. En realidad, nadie mira al niño ni a sus verdaderas necesidades. Es urgente darles más voz y mirada.

El unschooling revitaliza las relaciones padre-hijo y otorga la posibilidad de vivir con alegría y pasión como familia y construir relaciones sanas en un entorno donde los hijos son libres de descubrir y convertirse en las personas para las que nacieron ser.

El valor de la motivación intrínseca en el aprendizaje

¿Cómo aprende realmente un niño? Para poder aprender, tenemos que despertar la motivación intrínseca, es decir, la que nos viene de dentro, del corazón y no la motivación externa que depende de premios, amenazas y castigos.

Solemos pensar que para aprender tiene que haber alguien que enseñe y querer enseñar algo a alguien no es suficiente para que esa persona lo aprenda. Los verdaderos motores del aprendizaje son la curiosidad y la motivación intrínseca, y no el hecho de que alguien decida qué se debe aprender, cuándo y a qué ritmo; entonces, ayudar a aprender no es lo mismo que querer enseñar.

Niños fuera del sistema

La enseñanza formal tradicional hace que el niño tenga que seguir ritmos que no son los propios, ya que debe adaptarse al grupo o al profesor. Todos deben hacer lo mismo al mismo tiempo y del mismo modo; la enseñanza es dirigida y forzada.

Esta despersonalización lo aleja totalmente de su verdadero ser, en definitiva, lo desconecta de su propósito de vida. Y así, muchos niños llegan a la adolescencia desconectados y sin saber quiénes son, de dónde vienen y, mucho menos, a dónde quieren ir.

El unschooling invita a las familias y educadores a confiar y esperar, ya que cada momento de aprendizaje verdadero llegará. A los adultos nos cuesta confiar en el verdadero potencial humano, ya que pocos confiaron en el nuestro. El gran desafío para los adultos es aprender a confiar en que el niño es capaz de desarrollarse de manera autónoma.

En resumen, para poder tener acceso al ser esencial de cada niño y a sus talentos innatos, es necesario permitirles conectar con sus propios ritmos y pulsos, además de propiciar un ambiente seguro, emocionalmente hablando. Esto es, acompañarlos desde quienes ya son, desde el lugar de donde vienen y permitirles llegar a donde quieran llegar.

jueves, 23 de marzo de 2023

Personas tímidas: 11 frases que les vendrán muy bien

La timidez en determinados contextos es una auténtica desventaja. Hablamos de un rasgo que no es patológico, pero que sí penaliza a muchas personas en su día a día. Si eres una de ellas, este artículo te interesará.

La timidez no constituye una patología en sí misma. En realidad, todos hemos sido tímidos en algún contexto. Ahora bien, cuando esta característica nos hace sufrir o limita nuestra vida cotidiana, es conveniente hacer algo al respecto. Por ello, queremos ofrecerte algunas frases para superar la vergüenza y la timidez que pueden animarte a reflexionar.

Las personas tímidas y vergonzosas tienen dificultades para entablar nuevas relaciones y desempeñar ciertas tareas que impliquen la exposición al juicio ajeno. Esto puede interferir en su rendimiento académico o laboral e incluso conducirlas, en ocasiones, a una soledad no deseada.

Sin embargo, un cambio de perspectiva puede ser suficiente para animarnos a adoptar pequeños riesgos que nos saquen de esa zona de confort. Esperamos que las siguientes frases te ayuden a lograr este objetivo.

Frases para superar la vergüenza y la timidez

Médicos, escritores, filósofos, políticos y personalidades de diversos ámbitos han reflexionado sobre la timidez, prestando una atención especial a su origen y a sus consecuencias.

1. “La timidez se compone del deseo de agradar y del temor de no conseguirlo”. (Edme-Pierre Beauchêne)

Aunque puedan dar la sensación de fríos, distantes o desinteresados, por norma, y como todos, albergan la esperanza de ganarse el favor de su entorno. Y es precisamente el temor a no lograrlo lo que, con frecuencia, los paraliza, los inhibe y los lleva a esconderse tras esa máscara de silencio.

2. “Muchas personas tienden a encerrarse en sí mismas, aunque se abrirán si te interesas por ellas”. (Sylvia Plath)

A raíz de lo anterior, cabe mencionar el cambio que podemos observar en una persona tímida si le ofrecemos un espacio seguro para expresarse. Si le prestamos atención e interés, si respetamos su ritmo y la hacemos sentir segura, descubriremos una personalidad sensible y rica, totalmente dispuesta a abrirse a nosotros.

3. “El que pide con timidez, invita a negar”. (Arthur Schopenhauer)

Esta es una de las principales consecuencias negativas de la timidez: nos impide expresarnos con la asertividad suficiente para hacer valer nuestros deseos y preferencias. Una persona insegura, dubitativa y carente de confianza es mucho más vulnerable frente a posibles ataques de otra persona.

4. “La timidez tiene un extraño componente de narcisismo: la creencia de que a los demás realmente les importa nuestra forma de vestir o de actuar”. (André Dubus)

Esta es otra frase interesante para superar la vergüenza y la timidez, ya que nos abre los ojos a una paradoja. Aunque puede parecer que la timidez se relaciona con la humildad, con darse poca importancia a uno mismo, en realidad es todo lo contrario.

La vergüenza surge de la idea de que los demás tienen su foco puesto en nosotros y que lo que hagamos o digamos es realmente muy relevante.

5. “No te preocuparías tanto por lo que otros piensan de ti si te dieses cuenta de lo poco que lo hacen”. (Eleanor Roosevelt)

Curiosamente, la mayoría de las personas están siempre tan centradas en sí mismas, en sus propios asuntos y preocupaciones que apenas reparan en los demás. Esa evaluación con lupa a la que los tímidos creen que son sometidos no se produce realmente; del mismo modo que los otros tampoco son tan implacables en sus juicios ni tan severos al juzgar. Por ello, la persona vergonzosa teme más lo que imagina que lo que verdaderamente sucede.

6. “A los tímidos y a los indecisos todo les resulta imposible, porque así se lo parece”. (Walter Scott)

En muchas ocasiones la timidez y la vergüenza pueden actuar como una profecía autocumplida. Tengo miedo de hacer el ridículo, de tartamudear, de decir algo inapropiado… Así, experimento un nivel de ansiedad tan elevado que me paraliza, no me permite ser yo mismo y me lleva a cometer exactamente esos errores.

La experiencia termina siendo desagradable y me convenzo de que, efectivamente, tenía razón: no soy bueno hablando en público o haciendo amigos. Sin embargo, si hubiera logrado deshacerme de esas limitaciones mentales, nada de eso habría ocurrido. Lo que pienso que es difícil para mí lo es porque así me lo parece.

7. “Siempre estás diciendo que no le gustas a la gente, pero a la gente no puede gustarle algo que no está ahí”. (Cath Crowley)

Si eres una persona tímida, es probable que pienses que no le caes bien a la gente, que te cuesta socializar y puede que te sientas rechazado con frecuencia. No obstante, es tu propia timidez la que te impide mostrarte, la que impide que otros te conozcan y te aprecien por quien eres. No puedes conectar con alguien sin atreverte a ser vulnerable.

8. “El camino para superar la timidez es llegar a estar tan envuelto en algo que uno se olvida de tener miedo”. (Claudia Lady Bird Johnson)

Si buscas un método para superar la timidez, es este: deja de centrarte en ti y en tu desempeño social e implícate totalmente en lo que está sucediendo. Atiende a esa conversación, a esa persona que tienes delante, involúcrate en la charla, en lo que estás contando y escuchando. Cuando te quites a ti mismo del centro de la ecuación y te envuelvas realmente en la situación, esa vergüenza desaparecerá.

9. “Tu timidez te traerá más pérdidas emocionales y materiales que todos tus otros atributos negativos”. (Amit Kalantri)

Una persona tímida tiende a inhibirse y a mantenerse en un segundo plano con la esperanza de ocultar sus fallos y torpezas de los ojos de los otros. Se dicen “si me escondo, evitaré que me juzguen por mis defectos”. Sin embargo, esta actitud derivará en mucho más sufrimiento, aislamiento o rechazo que atreverte a mostrarte al mundo.

10. “Los ríos profundos corren tranquilos”. (Haruki Murakami)

No todo es negativo cuando hablamos de timidez. Y es que, como hemos comentado antes, este tipo de personalidades tienen asociadas algunas cualidades muy positivas.

Las personas tímidas suelen tener un mundo interior rico y complejo, son sensibles, leales y poseen una gran capacidad de escucha. Valorar las virtudes propias también es muy necesario.

11. “Si te van a rechazar, al menos que sea por ser auténtico”. (Walter Riso)

Finalizamos esta selección de frases para superar la vergüenza y la timidez con un aporte del afamado doctor en psicología Walter Riso. Y es que siempre es preferible exponernos al rechazo por habernos permitido ser quien somos que por habernos ocultado tras una máscara de inseguridad.

En suma, la vergüenza y la timidez pueden ser un lastre para nuestro desarrollo en diferentes ámbitos; y, lo más importante, pueden llegar a causarnos gran sufrimiento si están excesivamente presente. Esperamos que las anteriores frases te hayan ayudado a reflexionar al respecto y te hayan motivado a dar un primer paso para vencer ese miedo.

miércoles, 22 de marzo de 2023

Amnesia de identidad en el amor, cuando olvidas quién eres

Amar tanto y de manera tan profunda que terminas diluido en la otra persona, hasta el punto de dejar atrás a amigos e incluso familiares. ¿Te ha pasado alguna vez? Te explicamos a qué se debe y qué hacer.

Hay relaciones afectivas que eclipsan y ahogan a la vez. Nos arrastran a una forma de pasión obsesiva en la que uno olvida de dónde viene y a dónde va. Importa solo orbitar alrededor de esa persona, ese universo reducido entre dos, donde todo lo demás queda fuera. Este tipo de vínculos experimentan en buena parte de los casos lo que definimos como «amnesia de identidad».

No es que uno sufra una pérdida total o parcial de memoria. No estamos hablando tampoco de un fenómeno clínico que aparezca como tal en los manuales de diagnóstico. Sin embargo, esta vivencia se parece bastante a ese lavado de cerebro en el que aparece la confusión, la alteración del pensamiento y hasta de la voluntad.

Hay relaciones que nos hacen priorizar tanto al ser amado que uno puede perder la relación con su familia y sus amistades. Hay amores que son como agujeros negros, engullen cada fibra y cada partícula de nosotros, borrando nuestros valores, diluyendo hasta el carácter para quedar atrapados en el otro. Vivir en este estado de trance no trae buenas consecuencias…

Amnesia de identidad en el amor: qué es y por qué sucede

En el juego del amor abundan las víctimas y los victimarios. Es decir, hay personas que quedan supeditadas a las voluntades del ser amado, mientras otros son especialmente hábiles para dominar a los demás. Podríamos pensar que quienes derivan en relaciones dolorosas y dependientes son personalidades débiles y con escasa personalidad.

Sin embargo, la realidad es otra: todos somos susceptibles de caer en una relación basada en la dominación y la dependencia afectiva. No importa la edad o el rodaje de vida. Hay amores que nos ciegan y que, poco a poco, terminan desdibujando nuestras templanzas y fortalezas en favor de la otra persona. En esa circunstancia es muy fácil olvidar las propias prioridades y dignidades.

Entendemos la amnesia de identidad en el amor como un fenómeno en el que nuestro “yo” queda supeditado a una voluntad ajena. La pasión y la intensidad emocional es tan poderosa que únicamente importa el ser amado. Dimensiones como el trabajo, la familia o las amistades quedan en segundo lugar. Es más, se pueden dejar atrás en un momento dado si hay algún conflicto de intereses.

La pareja siempre será prioridad en cualquier momento y circunstancia. Es más, el ser amado se sitúa incluso por encima de uno mismo. Nada importa más que ese amor cegador que todo lo engulle.

Cuando nos convertimos en “nosotros” y el yo se pierde

Hay relaciones en las que el “nosotros” tiene mayor relevancia que el “yo”. Bien es cierto que ser pareja implica crear un espacio conjunto en el que estrechar lazos, llegar a acuerdos, compartir valores y metas. Sin embargo, en el momento en el que se diluyen las identidades y las necesidades individuales no importan, todo se va al traste.

Este fenómeno se explica por lo que se conoce como autoestima contingente. Una investigación de la Universidad de Houston, por ejemplo, dice algo interesante. En ocasiones, la autoestima de una persona depende, en exclusiva, de la propia relación afectiva. Uno tiene una visión positiva de sí mismo solo si el ser amado lo refuerza.

Depender de ese suministro externo nos supedita a un eterno sin vivir. Es estar pendiente de lo que el otro nos diga, lo que haga o deje de hacer. Cuando la autoestima no depende de nosotros, ni de la visión que tenemos de nuestra vida social o laboral, nuestro equilibrio psicológico se fragmenta. Es quedar cautivos de una persona que nos tiene en la palma de su mano.

La amnesia de identidad y la falsa ilusión de felicidad

Un estudio de la Universidad del Suroeste de China nos recuerda esos procesos cerebrales que experimenta el cerebro durante el amor romántico. El enamoramiento intensifica esas regiones vinculadas a los sistemas de recompensa, se altera la regulación de las emociones y hay una mayor motivación centrada en exclusiva con el ser amado.

Todos esos mecanismos se parecen muchísimo a los que experimenta cualquier adicto. El cerebro solo piensa en estar cerca del otro, lo demás, en ciertos casos, pierde valor y prioridad. La amnesia de identidad es un proceso más de esa forma de adicción afectiva. Implica olvidar quien soy para “ser el otro”. Lo más peligroso es que asumimos que esta forma de vida nos ofrece una dicha absoluta.

Sin embargo, el amante ciego poco a poco termina dándose cuenta de que vivir en esa periferia (excluido de su propio ser, de los suyos y de sus valores y dignidades) lo llena de vacíos que no sacian el amor. Porque además de amantes, las personas somos amigos, familia, trabajadores, seres llenos de sueños y deseos individuales. Cuando nos faltan estas últimas dimensiones, cuesta hallar la felicidad real.

¿Qué podemos hacer para no diluirnos en el ser amado?

Es un hecho más que evidente. Nuestros cerebros están programados para enamorarnos, para sentir al máximo la euforia del romanticismo y la pasión. Somos personas que necesitamos crear vínculos entre nosotros para ser felices. Pero cuidado, esos vínculos no deben tener grilletes, sino alas para permitirnos crecer en toda dirección: la afectiva, la personal, la laboral, etc.

Por término medio, la amnesia de identidad en el amor suele tener su inicio en las primeras fases de una relación. Es ese momento en que mostramos un exceso por complacer al otro. Queremos gustar, queremos hacer feliz otro y esto nos lleva a perder la individualidad. Casi sin darnos cuenta, nos convertimos en una extensión de la pareja en ese intento nuestro por agradar.

Evitémoslo. Si deseamos evitar la codependencia y convertirnos en un mero llavero de la otra persona, dejemos claro quién somos y qué queremos ya en las primeras fases de la relación. Amar no es complacer todo el tiempo. El amor saludable es compartir, respetar identidades, alentar el crecimiento del otro. También es crear un “nosotros” formado por un “tú y un yo” que siguen siendo libres e independientes.

martes, 21 de marzo de 2023

¿Dónde se almacenan los recuerdos?

Seguro que alguna vez te has hecho esta pregunta y al buscar información has leído sobre el hipocampo y otras estructuras cerebrales. Ahora, gracias a nuevos estudios de investigación, tenemos más información sobre este proceso y las regiones implicadas.

Por su complejidad, por sus fallos y también por todo lo que nos permite, la memoria es un proceso fascinante. Todos nos hemos preguntado cómo es posible que recordemos aquella tarde jugando en el parque durante la infancia, cómo somos capaces de retener tanta información o dónde se almacenan los recuerdos en el cerebro.

Gracias a ella, podemos revivir nuestras experiencias, usarla para implementar soluciones nuevas o mantener una identidad. Para ello, la memoria codifica información de forma que el cerebro pueda “leerla” y recuperarla cuando la necesite. Pero, ¿dónde la almacena?

El hipocampo y la memoria

El hipocampo es quizá la estructura cerebral que más peso tiene en nuestra memoria. Esta región, ubicada en el sistema límbico, es crucial para la formación, el almacenamiento y la recuperación de recuerdos. De manera más concreta, está relacionada con distintos aspectos de la memoria, cumpliendo más de una función, entre ellas:
  • Asociar emociones positivas o negativas a los recuerdos.
  • Facilitar el almacenamiento de la información reciente en la memoria a largo plazo.
  • Proporcionar un contexto espacial y temporal a los recuerdos.
El hipocampo es el encargado de guardar los recuerdos: es decir, de almacenar experiencias sensibles que hemos obtenido de distintos canales o sentidos -no solo guarda información, sino que lo hace de manera integrada-. Si nos paramos a analizar eso que hacemos de manera cotidiana, nos daremos cuenta de que el proceso es realmente fascinante.

Todos los detalles tienen un papel fundamental, y es que actúan de la misma forma que los tiradores de los cajones: podemos asirnos a ellos para recuperar el recuerdo. Así, cuando escuchamos una canción somos capaces de transportarnos a un momento concreto o cuando olemos un perfume, recordar a la persona de nuestro entorno que solía llevarlo.

Dónde se almacenan los detalles de los recuerdos

Como se ha expuesto anteriormente, el papel del hipocampo es incuestionable. Sin embargo, aún existen dudas sobre cómo y dónde se almacenan los detalles de los recuerdos. Esta parte del proceso es esencial, ya que si los rasgos o elementos de un recuerdo no se almacenaran de forma independiente, probablemente solo habría un estímulo que podría evocar ese recuerdo.

Dicho de otra manera, el almacenamiento por elementos permite que los recuerdos se guarden de forma más organizada o clasificada. Como si les pusiéramos una serie de hashtags que nos permitieran acceder a ellos de una forma más sencilla o variada. Por ejemplo, para guardar el recuerdo de ese cumpleaños en el campo, usaríamos las etiquetas #naturaleza #cumpleaños #familia #sol #picnic.

En este sentido, los expertos han planteado dos posibilidades sobre cómo se lleva a cabo este almacenamiento y dónde. Una opción es que el almacenamiento de los elementos esté integrado en el hipocampo, de manera que la activación de neuronas encargadas de codificar estímulos específicos puedan provocar una respuesta del recuerdo global. O bien, que los detalles se almacenen en otras áreas separadas implicadas, que a su vez tienen acceso a la representación conjunta del hipocampo.

Nuevos hallazgos

Estas dos cuestiones fueron planteadas recientemente por un equipo de investigación de la Universidad Rockefeller. Este decidió investigar los circuitos hipocampales y de la corteza cerebral en tiempo real durante la formación, almacenamiento y recuperación de recuerdos complejos. Sus hallazgos, publicados en la prestigiosa revista Nature, han sido realmente reveladores.

Para ello, llevaron a cabo un estudio con ratones en el que tuvieron que utilizar técnicas novedosas que permitieran registrar la actividad neuronal en múltiples áreas al mismo tiempo que los animales navegaban por pasillos interminables.

En estos, los ratones se encontraban con distintas combinaciones de olores y sonidos, que se iban asociando a experiencias gratificantes o negativas. De esta forma, gracias a detectar un olor o sonido concreto, los ratones fueron capaces de recordar toda la experiencia y resolver con éxito la tarea.

Sus resultados han revelado que el hipocampo, concretamente la vía entorrino-hipocampal, estaba involucrada en la formación y el almacenamiento de las experiencias. Sin embargo, encontraron que las características sensoriales individuales estaban siendo procesadas y registradas por la corteza prefrontal.

A su vez, los resultados mostraron que cuando los ratones se encontraban con una característica específica, las neuronas prefrontales se comunicaban con el hipocampo para evocar el recuerdo global.

Implicaciones y conclusiones

Estos hallazgos tienen implicaciones teóricas y prácticas. Ahora podemos saber que el almacenamiento de recuerdos complejos se produce como un todo y clasificado por partes. Esta separación supone que exponerse a un estímulo individual sea suficiente para activar la corteza prefrontal y, consecuentemente, evocar un recuerdo.

En cuanto al desarrollo de tratamientos, este descubrimiento podría ser relevante para la enfermedad de Alzheimer, donde la recuperación de recuerdos está más afectada. Así, que existan varias vías de almacenamiento puede contribuir al desarrollo de distintas estrategias de recuperación. Por tanto, el uso de las vías prefrontales para los pacientes con Alzheimer podría ser más prometedor a nivel terapéutico.

En conclusión, aún nos queda mucho por conocer sobre el cerebro y su funcionamiento. En este caso, ahora sabemos que el hipocampo no es el único lugar donde se almacenan los recuerdos. También la corteza prefrontal, implicada en la personalidad o toma de decisiones, entre otros, se encarga de almacenar los aspectos más concretos de las experiencias que vivimos.

lunes, 20 de marzo de 2023

¿Pueden los bebés sentir desde el útero las emociones de sus madres?

Las madres suelen tener un especial cuidado con determinados factores de riesgo durante el embarazo. Sin embargo, ¿qué pasa con nuestra vida emocional? ¿Qué papel juega en el desarrollo del feto?

La ciencia lleva décadas dándonos una respuesta contundente: sí. Ahora bien, hay matices. Los fetos no comprenden ni tienen manera posible de saber qué es la tristeza, la alegría o el miedo. Sin embargo, sí son sensibles a esos “baños hormonales” orquestados por el estrés o la ansiedad.

A menudo, se dice que la etapa más decisiva de un feto es cuando alcanza la semana 32. Es entonces cuando se comporta casi como un recién nacido y es más sensible a todo lo que le envuelve. E incluso sueñan, tienen sus propias fases REM. Los progenitores no dudan en estimularlos desde el exterior con música, con palabras amables, caricias e incluso aplicando luces en el abdomen de la madre.

Con esas prácticas se procura potenciar su inteligencia, sus habilidades cognitivas. Sin embargo, muy a menudo se descuida la importancia del bienestar materno como variable decisiva para el neurodesarrollo fetal. Porque la conexión emocional entre el bebé y la mamá es tan intensa que todo lo que ella siente le llega del mismo modo que el alimento a través del cordón umbilical.

Sí, los bebés pueden sentir las emociones de sus madres desde el útero

Cuando están embarazadas, las mujeres suelen prestar más atención a su alimentación y estilo de vida. Sin embargo, no siempre se dedica la misma atención al bienestar emocional que a la dieta. De este modo, apurar hasta el último momento las bajas de maternidad trabajando en un entorno estresante puede tener secuelas en el desarrollo del feto.

El periodo perinatal, es decir, ese espacio de tiempo que va desde la semana veintiocho de gestación hasta al séptimo día de vida fuera del útero materno, es crucial para los bebés: atender en este momento al bienestar emocional y psicológico de la mamá es mucho más importante de lo que pensamos.

Una investigación de la Universidad de California intenta despertarnos. Factores como la tensión crónica, la discriminación o los síntomas depresivos se relacionan con el nacimiento de bebés de menos peso. También con problemas de desarrollo infantil.

Por lo tanto, es cierto que los bebés pueden sentir las emociones de sus madres desde el útero. Y no solo eso, les pueden afectar biológicamente en caso de que la madre sufra situaciones de estrés prolongado.

Los mensajes que el bebé recibe de su madre en el útero

Existen imágenes maravillosas de lo que un feto experimenta cuando su mamá ríe. El útero se mueve y entonces el bebé parece columpiarse en ese universo reducido, fascinante y seguro. Ambos disfrutan, es algo intenso, alegre, dinámico y que, además, le hace llegar al pequeño un gran número de hormonas asociadas a la sensación de bienestar, como la serotonina o las endorfinas.

Porque, si bien es cierto que las emociones no le llegan a través de la expresión facial de la madre, sí le llegan a través del sistema endocrino. Partículas que se adentran en la propia placenta. De manera que, todo lo que la madre siente reverbera en el feto. La conexión entre ambos es tan intensa, que va más allá del cordón umbilical.

Es algo hermoso, no hay duda, pero esa conexión química y hormonal también tiene sus riesgos. Porque no todos los mensajes que recibe el bebé son positivos. Así, y si bien es cierto que el propio embarazo genera a menudo toda una noria de emociones contradictorias, es necesario estar alerta cuando solo se experimenta tristeza, angustia, estrés permanente…

La depresión no tratada durante el embarazo

La respuesta a si pueden los bebés sentir las emociones de sus madres desde el útero es sí. Sin embargo, la siguiente cuestión que nos viene a la mente es… ¿Qué puede pasar si la mamá lidia con una depresión que no atiende? Este es un tema del que nunca hablamos lo suficiente. Porque los trastornos depresivos durante el embarazo son un hecho muy común.

Una investigación del Instituto de Psicología y Neurociencias del Comportamiento de California advierte de un dato. Cuando no se tratan los trastornos del estado de ánimo durante la gestación, hay un riesgo más elevado de parto prematuro e incluso de muerte fetal. Las complicaciones perinatales son un hecho frecuente en estos casos.

La importancia del cuidado emocional durante el embarazo

Está muy bien cuidar de la dieta durante el embarazo. Hacer planes, decorar la habitación del bebé, e incluso tomarse una baja maternal más extensa de lo habitual. Sin embargo, no podemos descuidar los aspectos psicológicos que acompañan a la propia gestación. Los cuales no siempre son fáciles.
  • Entendamos que cada mujer lidia con su embarazo de un modo concreto. No siempre es un periodo fácil ni increíblemente feliz.
  • Más allá del embarazo hay factores que siempre afectan al bienestar emocional de la mujer. El trabajo, el entorno familiar o la relación de pareja son, a menudo, focos de ansiedad y estrés.
  • La propia gestación también pueden promover cambios en el estado de ánimo.
  • Es importante contar siempre con figuras de apoyo, personas con quien hablar, con quien sincerarse sobre lo que se siente en cada momento.
Los psicólogos perinatales son figuras a las que siempre se puede acudir en estos casos. Pensemos que todo ese periodo de gestación es también una preparación para el bebé de cara al mundo exterior. Todo lo que le llegue en ese espacio seguro determinará también (en parte) su desarrollo posterior.

domingo, 19 de marzo de 2023

Me da pereza tener pareja: ¿por qué me ocurre?

Muchas personas renuncian de manera voluntaria a tener pareja. Además, muchas de ellas dicen suscribirse a esta renuncia por pereza. Así, en este artículo queremos hablar del los posibles orígenes de esta falta de motivación.

Llevas un tiempo soltero y las personas de tu entorno empiezan a presionar. “¿Sigues sin pareja?”, “¿cuándo vas a encontrar novio?”, “¿no piensas sentar la cabeza?”, “se te está pasando el tiempo…”. Pese a estas presiones externas, la sola de idea de emparejarte te causa rechazo. No estás atravesando un proceso de duelo ni tampoco estás esperando a la persona idónea, simplemente te da pereza tener pareja. ¿Te ha ocurrido?

Cuando nos sucede, podemos sentirnos no solo confusos, sino también juzgados; y es que parece que la búsqueda de la media naranja es obligatoria. Las personas que nos rodean pueden insistir en presentarnos a alguien, en que creemos un perfil en una web de citas o en que tratemos de conocer gente.

Por lo mismo, es posible que hayas llegado a preguntarte si hay algo mal en ti. Si es tu caso, a continuación exploramos algunas posibles explicaciones.

Las principales razones por las que se prefiere la soltería

A pesar de que lo socialmente deseable sea la vida en pareja, en realidad la soltería tiene otros muchos puntos positivos. Posiblemente, muchos de ellos sean los que motiven el deseo de mantener tu estado sentimental actual:

Libertad y autonomía

Si no tienes pareja, vas a poder ser más egoísta a la hora de tomar decisiones. No van a existir ocasiones en las que tus deseos sean incompatibles o poco conciliables con los de un otro.

Por supuesto, en las relaciones sanas nadie debería perder su libertad. Pero no es menos cierto que la realidad se impone y que, llegado un determinado momento, vamos a tener que realizar ciertas concesiones en favor de la unión e indirectamente del otro.

Independencia

Si has estado en relaciones con personas controladoras, es probable que aprecies enormemente la tranquilidad de no tener que dar explicaciones. Si estoy en una reunión con amigos y me lo estoy pasando bien, no voy a poder alargarla sin preocuparme porque después alguien me diga que solo quiero compartir tiempo con ellos.

La soltería permite no tener que rendir cuentas: dónde vamos, qué hacemos, con quién pasamos nuestro tiempo o por qué realizamos ciertas acciones puede quedar para nosotros. De la misma forma, no tenemos que responder frente a un compromiso o una responsabilidad afectiva.

La cara B de no querer tener pareja

Ahora bien, aunque hay personas que escogen esta opción, en otros casos el rechazo en forma de pereza solo es una máscara. Por ello, puede ser conveniente plantearte si te sientes identificado con alguna de las siguientes situaciones:

Inseguridad y baja autoestima

Establecer vínculos sanos es una tarea realmente complicada cuando pensamos que no tenemos valor. Las relaciones de pareja sanas suelen ser relaciones simétricas. Si uno de los dos piensa que no tiene nada que aportar, es muy complicado que la relación se sostenga; ya sea porque la persona va a sentir que mantiene una deuda con el otro que no hace más que crecer y crecer o por ser la raíz de una dependencia emocional que termine asfixiando al vínculo.

Además, cuando nuestra autoestima flaquea, la idea de buscar una pareja puede causar auténtico vértigo. Es muy difícil que en estas circunstancias la persona con baja autoestima se dé la oportunidad de compartir sus sentimientos, ya que lo que anticipa por parte del otro es un rechazo. Una expectativa que puede convencernos de que es mejor no intentarlo.

Bloqueos emocionales derivados de experiencias pasadas

¿Has vivido relaciones traumáticas, dolorosas y nocivas? ¿Has estado en vínculos cargados de incertidumbre y de exigencia en los que terminaste sintiéndote vacío? Si es así, puede que albergues ciertos bloqueos emocionales.

Es posible que hayas interiorizado la idea de que una relación es sinónimo de sacrificio constante, sufrimiento y abnegación; por supuesto, no deseas esto para ti, y más ahora que has logrado reconstruirte del conjunto de experiencias que precisamente han validado este pensamiento para ti.

Miedo al compromiso

Por último, si sientes que te da pereza tener pareja, puede que en realidad se trate de un miedo al compromiso que aún no has identificado. Este se produce como un temor a quedar atrapado en la relación y a que esta nos prive totalmente de libertad y autonomía; también se manifiesta como un miedo a tomar la decisión incorrecta, aumentando nuestra vulnerabilidad al estrechar la relación con un otro.

En definitiva, podemos elegir no tener pareja; estamos en nuestro derecho, y como vemos, podemos tener muchos motivos no patológicos para no hacerlo. No obstante, también es posible que haya ciertos conflictos personales o emocionales por resolver y que esas reticencias solo sean la alfombra que esconde debajo un buen volumen de sufrimiento. Así, puede ser conveniente realizar una reflexión al respecto y buscar ayuda profesional si es necesario.

sábado, 18 de marzo de 2023

Genética y trastornos mentales, ¿qué vínculos existen?

En los últimos años, los científicos están trabajando arduamente por comprender los mecanismos biológicos de los trastornos mentales, a fin de conseguir tratamientos más precisos y personalizados ¿qué conocemos hoy en día? ¡Te lo contamos!

Los investigadores llevan décadas analizando el rol de la genética en la salud mental. En concreto, buscan las claves que expliquen una conexión entre la carga genética de las personas y los trastornos mentales que pueden padecen. Sin embargo, con frecuencia los resultados han sido confusos, inexactos o poco precisos. De hecho, todavía carecemos de biomarcadores que indiquen la presencia de un trastorno mental.

Un biomarcador es un resultado de una prueba médica, como puede ser una analítica de sangre o una prueba de neuroimagen, que inequívocamente nos diga que tenemos, por ejemplo, depresión o ansiedad social. Para la narcolepsia, la orexina es el único biomarcador conocido. Sin embargo, un reciente estudio trata de aportar más luz en este campo.

¿Psiquiatría de precisión?

En comparación con la población sana, las personas con problemas psiquiátricos viven, aproximadamente, una década menos. Este es uno de los factores que están motivando investigaciones que intenten precisar el papel que juega la genética en la etiología de la psicopatología, con el fin de producir tratamientos farmacológicos más precisos, eficaces y seguros.

Además, es bien conocido que la farmacoterapia, más que una intervención curativa, es paliativa (Andreassen, 2023). Esto tiene su explicación como consecuencia de las recidivas, o recaídas, y del recrudecimiento de los síntomas que a menudo experimentan los pacientes. Así, para la psiquiatría es muy necesario corregir lo anterior. Su pretensión es abandonar el diagnóstico actual, mediante observación clínica, por el diagnóstico a través de pruebas médicas.

Conocimientos actuales sobre la relación entre la genética y los trastornos mentales

El hecho de que hay entidades clínicas que se heredan en mayor o menor medida es una certeza avalada por la ciencia. El debate sobre si los trastornos mentales se heredan o se aprenden está obsoleto.

Por este motivo, lo que actualmente se sabe es que ocurren ambas cosas a la vez e interaccionan entre sí. A la interacción entre los genes y el contexto que nos rodea se le denomina epigenética.

¿Qué es la epigenética?

Las personas tienen una carga de genes desde el momento en que son concebidas. Estos genes, sin embargo, pueden activarse o permanecer latentes. Lo que determina su activación es, en muchos casos, el propio ambiente en el que vive.

De manera que si tenemos un gen que está diseñado para «despertar» en un contexto, si este contexto apareciese, el gen se activaría. Pero si este contexto nunca tiene lugar, el gen permanecerá «dormido».

Por otro lado, se sabe que en el origen de la enfermedad mental, también pueden influir los «factores caóticos». Estos factores se refieren a variaciones y alteraciones del ADN que, a pesar de no ser heredables, se acumulan en el tejido nervioso conforme la persona crece y envejece, incidiendo en la aparición de la enfermedad.

Estado actual de la cuestión: ¿cómo de heredables son los trastornos mentales?

En la investigación que os mostramos hoy, se ha realizado un recopilatorio de toda la información que se tiene sobre el grado de heredabilidad que presentan las diferentes patologías psiquiátricas.

Por ejemplo, se ha encontrado que la heredabilidad o el riesgo genético para padecer trastornos del espectro de la psicosis, como la esquizofrenia y para los trastornos del neurodesarrollo, como el autismo, llega hasta un 85 %. Es decir, el riesgo de padecer estas entidades clínicas, siendo familiar de primer grado, es del 85 %.

En contraparte, para la depresión y la ansiedad, la heredabilidad puede llegar a alcanzar casi el 60 %. ¿Qué explica que unos trastornos sean más heredables que otros? La respuesta podemos encontrarla en el ambiente. Mientras que para la esquizofrenia, un 85% del riesgo sería genético, para la depresión, un 40% del riesgo sería ambiental.

Es decir, si tenemos una heredabilidad del 60 %, esto quiere decir que el 60 % corresponde potencialmente a los genes activados en el momento actual, mientras que el 40 % restante, corresponde al ambiente. Así actuaria potencialmente la epigenética. 

La mayor heredabilidad la encontramos en el trastorno esquizofrénico, el trastorno bipolar y el TDAH; mientras que la depresión, el síndrome de Tourette, y el TEPT presentan una menor heredabilidad, en comparación.

Un «baile genético»

Una de las conclusiones de la psiquiatría genética es que las patologías mentales distan de depender de un único gen. Es más, se habla de miles de genes actuando en conjunto y reaccionando a las influencias del contexto para producir, en consecuencia, una entidad clínica en cada persona.

Sin embargo, aún carecemos del conocimiento suficiente para crear una psiquiatría más precisa y curativa. La psiquiatría genética aún es una rama muy joven y apenas está dando sus primeros pasos. Se ha encontrado con cierto nivel de evidencia científica que existen variantes de diferentes genes que tienen una influencia intensa en diversos trastornos.

El siguiente paso es comprender mejor cuáles son y cómo actúan. Por ello, el trabajo que queda por delante es muy importante.

viernes, 17 de marzo de 2023

Cómo validar las emociones de los demás

La validación emocional es un ejercicio sutil que hace sentir bien a los demás, pero que, a pesar de lo bajo de sus costes y de todo lo positivo que podemos conseguir con ella, no siempre hacemos. En muchos casos, la razón es porque no sabemos…

“Estás exagerando, no es para tanto”, “¿cómo te vas a poner así por esta tontería?”, “no llores más, tienes que ser fuerte” son algunas de las frases que vamos a querer dejar de decir una vez que comprendamos la importancia de la validación emocional. Aprender a validar las emociones de los demás es una de las grandes herramientas que nos permiten cuidar y fortalecer nuestras relaciones sociales.

Tal es el valor de esta estrategia que Marsha Linehan, creadora de la terapia dialéctica conductual (DBT), la nombra como “la aspirina de la DBT”. Hace referencia a que representa una de las herramientas fundamentales para construir un buen vínculo consultante-terapeuta, en cualquier proceso psicoterapéutico.

Lo cierto es que seamos o no profesionales de la salud mental, saber cómo validar las emociones de quienes están a nuestro alrededor, refleja una estrategia verdaderamente valiosa.

¿Qué es la validación emocional?

La validación emocional consiste en comunicar a otra persona que está siendo escuchada y vista. Es aceptar la experiencia emocional que alguien está sintiendo en ese momento y comunicárselo claramente, a través de nuestras palabras o acciones. Es transmitir que sus respuestas son válidas y su punto de vista, comprensible.

Se trata de hacerle saber que lo que está sintiendo y manifestando es aceptado, independientemente de si estamos de acuerdo o no con ello. En definitiva, validar es expresarle a otra persona que sus emociones tienen sentido, que son relevantes, significativas o coherentes desde la perspectiva lógica.

Esto mismo podemos hacer con nosotros mismos. En este caso, estaríamos hablando de la autovalidación emocional. Aceptar la validez de nuestras propias emociones nos ayuda a gestionarlas más adaptativamente. Así, reafirmamos que lo que sentimos es importante, sea placentero o displacentero.

En contraposición, la invalidación emocional hacia uno mismo o hacia los demás significa minimizar, juzgar o quitarle trascendencia a las emociones. Sorprendentemente, las respuestas invalidantes pueden ser muy cálidas e incluso bien intencionadas, a pesar de provocar consecuencias disfuncionales.

Con esto quiero decir que es habitual invalidar las emociones de alguien que queremos sin siquiera notarlo. Al contrario, lo que estamos buscando es brindarle contención y apoyo.

Veamos un ejemplo para comprender mejor este punto: imaginemos que una niña de cinco años deja olvidado su coche de juguete favorito en un bus. Al notarlo, estalla en llanto y angustia. Su padre intenta ayudarla y le dice: “no pasa nada, no llores, te puedo comprar otro juguete”. Así, él está invalidando la tristeza de la niña, que es esperable y válida. Porque, ¿cómo que no pasa nada?, ¿está mal que llore?, si me duele haber perdido mi juguete” pensaría ella.

Niveles de validación

Como vemos, validar las emociones de los demás puede ser una tarea más compleja de lo que suponemos. Afortunadamente, la terapia dialéctica conductual ha trabajo mucho en este aspecto y propone seis niveles de validación que permiten avanzar hacia una comunicación validante.

Se entienden como niveles sucesivos en el que el nivel más alto abarca y supera al anterior.

1. Prestar atención

El nivel más básico de la validación emocional refiere escuchar y observar atentamente a quien nos habla. No basta con mirarlo, sino que es necesario interesarse en lo que tiene para decir, dirigir la mirada, hacerle saber que estamos lo estamos atendiendo.

También, ubicarnos a su altura y cogerle de la mano pueden representar estrategias útiles, porque dan cuenta de que nos importa lo que el otro nos cuenta.

2. Reflexionar

Es importante reflejar con precisión que lo que hemos escuchado lo entendimos claramente. Se trata de “devolverle” lo que nos ha dicho a través de la repetición o parafraseo, como un espejo.

En este caso, debemos ser cuidadosos de no interpretar o añadir nuestras propias ideas o suposiciones, sino extraer acertadamente la idea central que el otro manifestó.

3. Nombrar lo no dicho

El tercer nivel de validación consiste en articular lo no verbalizado explícitamente por la otra persona, pero que detectamos en su discurso, y asegurarnos de que estamos en lo correcto.

Por ejemplo, si alguien nos dice “dediqué mucho tiempo de estudio y aún así no aprobé. Al final no sirve de nada estudiar”, podríamos responderle “entiendo que te frustra la situación, ya que sientes que tu esfuerzo no ha valido la pena, ¿es así?”.

4. Entender la reacción

Para validar, resulta imprescindible comprender las causas de su reacción. Toda emoción parte de un contexto, una situación, una historia. Este nivel consiste en entender que a la luz de su experiencia, tiene sentido que se esté sintiendo de la manera en la cual se siente.

Por ejemplo, “entiendo que desconfíes de las personas, teniendo en cuenta que te has sentido traicionada por tu anterior pareja”. 

5. Reconocer lo válido

Reconocer lo válido significa buscar formas en las que la conducta de la otra persona tiene sentido en las circunstancias actuales. Es notar y comunicar que sus sentimientos son respuestas válidas porque se ajustan al contexto presente.

Si a nuestro pequeño hijo le asustan las tormentas, podríamos validar su miedo diciéndole lo siguiente: “entiendo que puedas estar sintiendo miedo ahora mismo, porque está lloviendo mucho y eso no te gusta”.

6. Reconocer la singularidad del otro

Demostrar igualdad es una de las grandes estrategias de validación emocional. Se trata ponerse a la par de las otras personas, y aceptar que todas las respuestas emocionales como las diferentes perspectivas son válidas.