domingo, 30 de abril de 2023

El darwinismo social, qué es y por qué sigue vigente

El darwinismo social ha dado lugar a la idea de que existen personas o pueblos naturalmente más fuertes que otros, lo que explicaría de alguna manera el orden social del planeta. Ahora, ¿qué hay de cierto en esta idea?

El darwinismo social es un enfoque que pretende aplicar los conceptos de la selección natural a los individuos específicos y a las sociedades. De ese punto de vista se podría derivar la idea de que en la sociedad debería ocurrir lo mismo que sucede en la naturaleza; es decir, que sobrevivan solo “los más fuertes”.

El darwinismo social ha dado lugar a un volumen de teorías y de políticas de dudosa validez para justificar diferentes formas de discriminación. No son pocos los personajes que han acudido, y siguen acudiendo, a este enfoque para demeritar el valor de personas de determinada etnia o procedencia.

La manifestación más execrable del darwinismo social fue el nazismo que, pese a todo, no ha quedado en el pasado por completo. No son pocos los grupos neonazis que hay en la actualidad. De estos conceptos se desprenden las diferentes formas de supremacismo que tanto daño le han hecho al mundo.

El darwinismo social

Charles Darwin planteó la teoría de la evolución y con ella marcó un hito definitivo en lo que se creía hasta entonces sobre la naturaleza. Esta teoría plantea que las diferentes especies evolucionan a partir de una selección natural. Esta es un proceso por el cual los organismos más fuertes se adaptan y perviven, mientras que los más débiles desaparecen con el tiempo.

De este modo, en la naturaleza se da una continua lucha por la supervivencia que están destinados a ganar los más fuertes. El primero en trasladar esos conceptos del mundo natural hacia el mundo social fue Herbert Spencer. El postulado del darwinismo social es muy simple: si en la naturaleza prevalecen los más fuertes, en el mundo humano debe ocurrir lo mismo.

El primer problema que tiene este enfoque es que no define que significa “fuerte” o “débil”. ¿Stephen Hawking era “débil” por padecer una enfermedad, a pesar de haber sido uno de los científicos más brillantes del mundo? ¿Adolfo Hitler era “fuerte” por haber invadido casi toda Europa, a pesar de que esto solo trajo miseria y destrucción?

Una teoría sin bases

El darwinismo social no ha servido tanto para catalogar individuos “fuertes” y “débiles”, sino que se ha orientado más a clasificar sociedades y etnias enteras. En realidad, ha sido un aparataje teórico para justificar la violencia ejercida por unos pueblos sobre otros y de unos individuos sobre otros. Detrás de esto no hay nada más que ignorancia y afán de poder y de riqueza.

La raza es uno de los temas favoritos de quienes defienden el darwinismo social. La supremacía de una raza sobre otras ha sido el leitmotiv de muchos actos discriminatorios y violentos. También suele ser la razón por la que algunos individuos se sienten con el derecho de agredir o menospreciar a quienes tengan una piel más oscura que ellos.

La ciencia no ha hecho más que desmontar el concepto mismo de raza. No hay algo genéticamente significativo que diferencia a una persona que tenga determinado color de piel de otra cuya melanina sea diferente. Esto se sabe desde los años 70. Además, y esto es lo más insólito, todos provenimos de los mismos ancestros negros. No es un dato nuevo. El paleontólogo francés Michel Brunet lo probó hace más de 20 años.

Un pretexto conveniente

El darwinismo social ha servido como pretexto para justificar robos y asesinatos en masa. Por ejemplo, si “el negro” no tiene alma, entonces está sustentado el derecho a esclavizarlo y apropiarse de su fuerza de trabajo, de modo que le genere riquezas a otros de por vida, sin hacer mayor inversión. Si el que es “verde” pertenece a una cultura inferior, entonces no tiene nada de malo invadirlo, sojuzgarlo y quedarse con todos sus bienes.

El capitalismo salvaje también se ha apropiado de algunas aristas del darwinismo social para justificar una desigualdad inaceptable. De ahí postulados como que si hay personas o pueblos pobres lo son por su inferioridad. O sea, no cuenta que hayan sido sistemáticamente expropiados o limitados por otros. Tampoco que no hayan contado con las mismas oportunidades históricas o coyunturales.

El darwinismo social también le sirve a algunos individuos para justificar su narcisismo patológico. Fue el caso de Hitler y de muchos otros individuos que liberan sus ansias destructivas sobre otros, escondiéndose detrás de conceptos teóricos sin fundamento. Dicho de otra manera, individuos y sectores que hacen equivalente la brutalidad con la fuerza, cometen injusticias graves y sacan de ello un gran provecho particular.

sábado, 29 de abril de 2023

Birthday Blues: ¿por qué me pone triste mi cumpleaños?

El día de nuestro cumpleaños es diferente. Lo habitual es que los demás nos feliciten, nos presten más atención y sean más sensibles a nuestras necesidades. Algo que es positivo; sin embargo, este día produce otra serie de efectos que pueden hacer que no deseemos tanto que llegue…

Para muchas personas el día de su cumpleaños es el más especial y mágico del año. Durante esta jornada reciben atención, elogios, regalos y agradecimiento por parte de su entorno. Para otros, en cambio, es un día triste y confuso que prefieren pasar por alto tanto como sea posible. ¿Por qué sucede esto? Te contamos más sobre el Birthday Blues.

Cabe mencionar que no tienes por qué pertenecer plenamente a uno u otro grupo: los amantes de su cumpleaños o los que padecen Birthday Blues. De hecho, incluso es posible que tu reacción y tu estado de ánimo varíe de año en año. Aun así, si eres de los que se siente ansioso o deprimido al cumplir una nueva vuelta al sol, estos son algunos de los posibles motivos.

¿Qué es el Birthday Blues?

El Birthday Blues (o la depresión por cumpleaños) afecta a muchas personas. Se trata de un estado de ánimo negativo y un conjunto de síntomas que se presentan durante los días previos y posteriores al cumpleaños. Así, la persona puede sentirse apática, triste y desganada, pero también ansiosa e inquieta.

Si experimentas esta situación puede que te hayas sentido solo y extraño. ¿Por qué te causa tal infelicidad un día que debería sentirse feliz y agradable? Lo cierto es que no estás solo. Hay muchas personas que, como tú, sufren los siguientes síntomas cuando se acerca su cumpleaños:

  • Estado de ánimo negativo, deprimido o ansioso. Estas desagradables sensaciones no desaparecen y es probable que experimentes ganas súbitas de llorar sin motivo aparente.
  • Puedes sentirte cansado y apático, sin motivación y, por supuesto, sin ganas de planificar ni celebrar “tu día”.
  • Quizá te sientas más introspectivo y reflexivo y prefieras aislarte. El contacto social puede no ser de tu agrado en estos días.
  • Pueden aparecer alteraciones del apetito y del sueño (insomnio, despertares frecuentes o sueño excesivo).
  • Probablemente en este periodo de tiempo tu cabeza no para, puedes tener pensamientos intrusivos desagradables sobre ti mismo o sobre tu vida.
  • También es común que aparezcan malestares físicos como dolores musculares o de cabeza.
¿Por qué se produce la depresión por el cumpleaños?

Es posible que te cueste entender a qué se debe este estado de ánimo que te asalta antes de tu cumpleaños. Pero, en realidad, hay varios motivos importantes:

Excesiva presión y expectativas

Para nadie es un secreto la presión que gira sobre el día del cumpleaños. Es un día señalado (así como también ocurre con la Navidad) en que parece que es una obligación estar felices y contentos. Los demás esperan que te emocione cumplir años o que organices una fiesta. Y esta presión suele pasar factura.

Lo que debería ser un momento agradable puede convertirse en una imposición, abriendo al mismo tiempo la puerta a las decepciones. Amigos que no pueden/quieren asistir a la celebración, familiares que lo olvidan, un día que resulta ser caótico y complicado y en el que nos vemos obligados a sonreír… Desde luego, esto no es plato de buen gusto.

Pérdidas y ausencias importantes

Un cumpleaños es el momento de reunir a nuestros seres queridos, sentirnos arropados por ellos y agradecer su presencia en nuestras vidas. Pero, ¿qué pasa cuando algunos de ellos ya no están?, ¿qué ocurre si hemos sufrido pérdidas importantes? En este día (y los días previos) su ausencia se siente más que nunca y esto puede llenarnos de nostalgia, tristeza y desesperanza.

Reflexión sobre la propia identidad y progreso

Se ha visto que una de las principales razones por las que sufrimos Birthday Blues es porque el día del cumpleaños nos obliga a reflexionar acerca de nosotros mismos. De forma simbólica, representa el final de un ciclo y nos invita a hacer inventario de los logros y fracasos cosechados hasta el momento.

Socialmente, existe una fuerte presión vinculada con la edad: llegado cierto momento ya deberíamos haber completado la formación universitaria, deberíamos tener un empleo exitoso, habernos casado y haber tenido hijos. Además, están nuestras metas personales, aquello que creíamos que habríamos logrado para este momento.

¿Qué ocurre si estas expectativas no se han cumplido? ¿Y si nuestra vida no se parece en nada a lo que “debería ser” o a lo que querríamos que fuese? ¿Y si en algún momento lo fue y sentimos que se ha desmoronado? Cuando los resultados no son los esperados, esta recapitulación y valoración de quienes somos puede ser de todo menos agradable.

Miedo a envejecer

Por último, no podemos olvidar que cumplir años es un recordatorio de que estamos envejeciendo. Así, el miedo a hacernos mayores y el temor a la muerte pueden presentarse de forma especialmente contundente.

Hay a quienes esta sensación les abruma desde temprano, pero para las personas de edad avanzada es especialmente complicado lidiar con esta realidad que queda tan patente este día.

Lidiar con el Birthday Blues es posible

Si el Birthday Blues te afecta de forma importante, es fundamental que seas flexible y compasivo contigo mismo. Recuerda que no tienes obligación de sentirte feliz porque sea tu cumpleaños, no tienes por qué festejar ni hacer nada que no desees. Es totalmente lícito dedicarte este día a ti, a cuidarte, a estar a solas y a reflexionar con tranquilidad.

Si aparecen sentimientos negativos, no te culpes, no los rechaces ni los ocultes, permíteles fluir, siéntelos y exprésalos. Puede ser una gran oportunidad para conocerte mejor, conectar mejor contigo y darte la atención que te has estado negando durante el año.

Además de todo esto, si el malestar es muy grande, recuerda que puedes pedir ayuda profesional. Quizá sea momento de atender a esos temores, frustraciones y dolores que vienes arrastrando. El Birthday Blues puede tener efectos importantes en tu salud, por lo que conviene ponerse en manos de expertos.

viernes, 28 de abril de 2023

¿Por qué me cuesta abrirme a los demás?

¿Te gustaría tener una actitud más abierta con las personas de tu entorno, pero no sabes cómo lograrlo? ¿Sientes que tienes una especie de bloqueo que hace estar demasiado a la defensiva? Te contamos algunas medidas que puedes tomar para resolverla.

El mundo de las emociones y su gestión presenta varias aristas. Si alguien nos dice “me cuesta abrirme a los demás”, podemos dar por hecho que es muy tímido, le cuesta conectar con sus emociones o incluso las dos circunstancias a la vez, cuando lo cierto es que no tiene por qué ser así. Hay múltiples razones que nos impiden compartir nuestro mundo emocional con otros.

Antes de explorar estas razones, conviene recordar que una actitud sostenida con la que apartamos a los demás terminará haciéndonos daño a largo plazo; afrontar las dificultades con estrategias defensivas puede ser lo más inteligente en determinadas circunstancias, pero rara vez lo es siempre.

Las relaciones sociales son fuente de salud y felicidad; pero para construirlas con una base sólida necesitamos crear intimidad, y esto solo se logra mediante la autodivulgación: es decir, exponiendo qué pensamos, cómo nos sentimos y cómo vemos el mundo.

Además, para transitar y superar las emociones negativas y complicadas es necesario dejar que respiren. O, dicho de otro modo, reconocerlas, identificar lo que nos están intentando decir y canalizar su energía por las vías que realmente más nos interesen. Si no somos capaces de hacerlo, estas pueden enquistarse, prolongar el malestar e incluso derivar en enfermedades somáticas. Así, si te cuesta abrirte, te invitamos a seguir leyendo.

¿Por qué me cuesta abrirme a los demás?

Estas son algunas de las principales causas por las que a las personas se les dificulta compartir su mundo interno con otros. Es probable que te sientas identificado con varias de ellas:

1. Escasa conexión con tus emociones

Son muchas las personas que no están en contacto con lo que sienten en su día a día. Pueden sentirse ansiosas, estresadas, tristes o frustradas, pero no le prestan atención a su estado interno, no se paran a reflexionar al respecto. Simplemente, viven en piloto automático.

De este modo, si ni yo mismo sé qué me ocurre, si no comparto ni conmigo mismo este tipo de reflexiones, difícilmente lo haré con terceras personas. En estos casos, la expresión emocional (cuando se da) suele ser explosiva e impulsiva, poco asertiva y nada deliberada.

2. Falta de práctica y de habilidad

No podemos olvidar que la expresión emocional es una habilidad que se aprende. Forma parte de la socialización temprana y el entorno familiar en el que crecimos tiene mucho que ver. Y es que, en múltiples familias no se habla de sentimientos, no se expresa el afecto abiertamente y quien se abre es tachado de débil.

De esta forma, quien crece en estos núcleos no ha tenido oportunidad para practicar esta habilidad. Y, aunque ahora deseen adoptar una posición más abierta, no saben cómo hacerlo. Es posible incluso que sus intentos anteriores hayan sido tan torpes que ha terminado consiguiendo justo lo contrario -manifestar todavía una actitud más defensiva al sentirse muy vulnerables-.

3. Estilo de apego evitativo

El estilo de apego evitativo se forma cuando un bebé o un niño tiene cuidadores que no responden a sus demandas y necesidades. Cuando el infante expresa una emoción, sus figuras de referencia responden con indiferencia, mandando el mensaje de que el niño tendrá que enfrentarse en soledad a sus problemas. Así, el niño entiende que es inútil buscar amparo o ayuda en los demás -si las personas que le quieren no les ayudan, por qué iba a ayudarles un desconocido-.

Estas personas aprenden a ocultar lo que sienten, prefieren gestionarlo a solas y se sienten muy incómodas mostrando sus emociones o lidiando con las emociones de los demás.

4. Miedo a mostrarse vulnerable

A diferencia del caso anterior, en que el mundo emocional incomoda, incluso en las relaciones más íntimas, hay otras personas que simplemente tardan mucho en abrirse a personas nuevas. Pueden ser capaces de expresarse y compartir sentimientos con ciertas personas muy allegadas, pero a la hora de establecer nuevas conexiones tienden a mantenerse en un nivel superficial.

Esto con el objetivo de no mostrarse vulnerables, no parecer débiles o no depender en exceso de alguien en quien no saben si pueden confiar. Lo que sucede es que para crear un vínculo se requiere correr este riesgo y, de no hacerlo, su círculo social puede quedar muy reducido.

5. Síndrome del salvador

Por último (y aunque esto parezca extraño), es posible que, si me cuesta abrirme a los demás, padezca el síndrome del salvador. Hablamos de quienes se dan en exceso a los demás, se involucran completamente en la vida de los otros y tratan siempre de solucionarles la vida.

Están muy cómodos hablando de los sentimientos ajenos, interviniendo e incluso haciéndose cargo de ellos; pero, paradójicamente, dejan completamente a un lado los suyos propios.

Rara vez pedirán ayuda, se apoyarán en otros o se mostrarán necesitados de afecto y consuelo. En cambio, serán los primeros en ofrecer todo esto (incluso de forma extrema) a quienes les rodean.

¿Cómo puedo abrirme a los demás?

Si me cuesta abrirme a los demás emocionalmente, estaré perdiendo la oportunidad de conectar y recibir apoyo. Así, estas son algunas pautas que pueden ponerse en práctica para comenzar a revertir esta situación:
  • Comienza a prestarte más atención y a conectar con tus emociones. En lugar de dejarte llevar por ellas o de reprimirlas, date un momento para reflexionar acerca de cómo te sientes, ponerle un nombre a esa experiencia y entender por qué está ahí.
  • Entiende la importancia de crear conexiones profundas con otros. Recuérdate todo lo que estás perdiendo por miedo y todo lo que ganarías si te permites intimar con los demás. Esta será tu motivación.
  • Comienza a practicar, esta es la mejor forma de vencer un temor. Puedes iniciar con la escritura terapéutica, para acostumbrarte a poner en palabras tus emociones y a exteriorizarlas. A partir de aquí, escoge a una persona de confianza y empieza a abrirte con ella a tu propio ritmo, verás que la respuesta es más grata de lo que esperabas.
  • Observa, valora y agradece cuando los demás se abren contigo. Ellos pueden servirte de modelo y de inspiración para hacer lo propio por tu lado.
En definitiva, se trata de vencer el miedo a ser vulnerable y de darle a tus emociones la importancia que merecen. Todos tenemos derecho a ser escuchados, apoyados y acompañados, a dejarnos descubrir por los demás; no te lo niegues.

jueves, 27 de abril de 2023

5 secretos de las personas que sufren ansiedad

La ansiedad es una de las emociones que más sufren las personas. Esta junto al estrés se convierte en una afección que nos provoca una sensación de malestar difícil de dejar atrás.

Cuando sientes una amenaza, cuando visualizas algo de forma negativa, cuando te ves presionado, la preocupación te aborda con el afán de poder hacerle frente de la mejor manera a ese problema.

La ansiedad es una reacción normal, pero que encierra muchos secretos. Las personas que la experimentan no lo pasan nada bien y lo peor es que no se ven comprendidas por aquellos que no padecen este problema.

1. Necesitan compasión

Las personas que sufren ansiedad, en ocasiones son vistas como personas locas. Debido a esto, se sienten incomprendidas y no saben a quién acudir para desahogarse.

Es un problema natural que muchas veces no tiene explicación. Sufro de ansiedad y no sé por qué, ya que pueden influir varios factores en nuestra vida diaria. Por eso, una persona que sufre ansiedad necesita compasión. Alguien que pueda escucharla sin juzgarla, sin reproches, sin críticas.

No es necesario que la entiendas, pues si nunca has sufrido este problema probablemente te resulte muy difícil ponerte en su piel. Pero, asegúrate de que sabe que estás ahí, que te tiene a su lado. Eso, aunque no lo parezca, le ayudará bastante.

2. No pueden escapar de lo que los ataca

Si eso que nos provoca preocupación nos acorrala y no podemos escapar de ello, ¿cómo salir de esa situación que no hace más que incrementar nuestro nerviosismo? Piensa que la persona que sufre ansiedad no la ha elegido. Esta viene por una serie de factores que la persiguen y la acorralan generando este estado que muy pocos logran comprender.

Por mucho que intenten escapar es imposible. Nada las libera de esta sensación que les persigue como su propia sombra allá donde van. ¿La solución? Deben enfrentarse a aquello que les provoca ansiedad. Escapar no es posible, solo buscar dónde está el problema, encontrarlo e intentar solucionarlo.

La incapacidad para escapar de la ansiedad es la falta de recursos de afrontamiento. Por ello será tan importante que consulten con un profesional cómo hacer frente a las situaciones que les superen. La persona que padece ansiedad siente que la situación le ha sobrepasado y no puede hacer nada. Sin embargo, todo depende de adquirir una serie de herramientas, técnicas y habilidades que ayudarán a enfrentar la situación de forma más adaptativa.

3. Hasta lo más simple los satura

La ansiedad roba energía y llegado el momento llega a ser tan grande su poder que hasta cualquier pequeña cosa llega a saturar a la persona que la sufre. Es normal que en ocasiones nos sintamos desbordados, pero ante algo pequeño que no debería provocar ni un mínimo de estrés no es habitual.

¿Por qué le ocurre esto a las personas que sufren de este problema? Porque están tan rodeadas de esta emoción que, como no logran lidiar con ella, esta las va absorbiendo.

La mente de alguien con elevados niveles de ansiedad es como un volcán en erupción. Todo lo que echemos al cráter saldrá despedido. Por pequeño que sea el estímulo o el acontecimiento que vivan, tendrá el potencial para provocar más ansiedad. Sólo cuando su mente se apacigüe y cobre serenidad, lo externo dejará de despertar tanta reacción en el individuo.

4. Se preocupan por cosas ridículas

Las personas que sufren ansiedad al igual que cualquier cosa por pequeña que sea los sume en un estado de preocupación increíble, también les afectan detalles aparentemente insignificantes.

Eso no debería suceder, pero como viven rodeadas de preocupaciones constantes, lo que hacen es adelantarse a los acontecimientos, visualizando lo que podrá ocurrir. El miedo a la ansiedad provoca que eso que estén visualizando sea bastante negativo. Esto no hace más que provocar que la ansiedad se vea atraída por estos pensamientos.

Realmente, no pueden evitarlo y por eso necesitan a personas que puedan ser comprensivas. Siempre se adelantan a los acontecimientos y eso provoca una llamada a la ansiedad que no es más que una preparación hacia ese miedo del que son muy conscientes.

5. Sus miedos son reales

Pueden parecernos increíbles los miedos que provocan ansiedad en algunas personas, pero aunque tú no seas capaz de comprenderlos o compartirlos no implica que no sean reales. Desde luego, estos miedos son muy reales. Es real en su mente y ello les provoca esa reacción de la que no pueden librarse.

Las personas que sufren ansiedad cuando se encuentran con sus miedos piensan que no pueden controlarlos. De hecho, son los miedos los que las controlan provocándoles esta sensación de preocupación constante que tanto temor les da.

Si sufres de este problema sabrás perfectamente que si crees que no puedes controlar una situación o superar un miedo esto así será. Todo lo que creas, lo que tu mente piense, se hará realidad.

No permitas esto. Aprende a comprender a las personas con ansiedad y a la tuya si la padeces. Nunca escapes de aquello que te la provoca, intenta saber ¡qué la origina! Solo así podrás empezar a solucionar y a enfrentar tus miedos. ¿Estás preparado para ello?

miércoles, 26 de abril de 2023

Mis amigos son el bálsamo que cura y protege mis heridas

¿Te consideras un buen amigo? Entonces sabrás reconocer algunas de tus conductas en otras personas a las que vale la pena acercarse. La familia que elegimos es aquella que nos acompañará toda la vida, por lo que es importante saber identificarla. Te ayudamos con ello.

Dicen que quien tiene un amigo tiene un tesoro. Aunque en muchas ocasiones nos hayamos llevado desilusiones con los amigos o creamos que la amistad no existe, ocurre algo parecido al amor. Si encuentras a la persona idónea, la amistad surgirá. Si tú eres capaz de ser un buen amigo, seguro, seguro que encontrarás a un buen amigo también.

Cuando lo encuentras, te darás cuenta que un amigo es capaz de ser el bálsamo que cura y protege tus heridas. Y es que los buenos amigos son capaces de calmarnos en el peor de nuestros días; de escucharnos, de hacernos sentir grandes como personas cuando nosotros tenemos el día tonto… Mis amigos son el bálsamo que cura y protege mis heridas.

Mis amigos son el bálsamo que cura y protege mis heridas

Mis amigos son el bálsamo que cura y protege mis heridas. Ellos son capaces de sacarme una sonrisa cuando apenas mi rostro reacciona. Ellos son los que me alientan y reconocen mis virtudes cuando ni siquiera yo ya creo en mi mismo.

Porque me quieren, mis amigos siempre tratan de decirme la verdad sin herir mis sentimientos. Sus abrazos, sus palabras o su sola presencia son el bálsamo que cura y protege mis heridas. Mi vida no sería la misma sin mis amigos.

¿Cómo reconocer a los buenos amigos?

Los buenos amigos son aquellos que se alegran de corazón de lo bueno que te sucede. Se nota en su mirada, en su sonrisa, en su abrazo… cuando te ocurre algo bueno, el verdadero amigo se alegra. Y estará a tu lado para celebrarlo. Para reconocer a los buenos amigos que tienes a tu alrededor. recuerda que:

  • Son aquellos que no solo están en los buenos momentos, también y sobre todo en los malos. Un amigo te tiene en su pensamiento cuando algo malo te ha ocurrido y quiere de algún modo estar contigo. Te llama, se interesa por ti y te tiende la mano cuando sea necesario.
  • Los buenos amigos son aquellos que te hacen sentir cómodo, te hacen sentir tú mismo. Con ellos sientes que puedes hablar con toda confianza de tus cosas tus preocupaciones, tus problemas… te sientes una persona valiosa para él.
  • Son aquellos que te transmiten algo especial en sus abrazos. Los abrazos son sin duda una de las manifestaciones corporales con la que más transmitimos. Los buenos abrazos simplemente se sienten, no se pueden explicar con palabras.
  • Son esos con los que eres capaz de compartir confidencias sin vergüenzas. Con un amigo no hay secretos, sientes que le puedes contar todas tus cosas y te van a entender o van a tratar de ayudarte con la mejor de las intenciones a resolver tus problemas, tus conflictos o tus inquietudes.
  • Los buenos amigos tienen tiempo para ti. Cuando tienes un amigo sientes que necesitas verlo y a él le ocurre lo mismo. Aunque no tengáis tiempo, lo buscáis sea como sea. Pero tú y tu amigo sentís que necesitáis estar un rato juntos. Da igual que quedéis para un café, ir al cine o hablar por teléfono, la cuestión es que os dedicáis un tiempo.
  • Los buenos amigos no quieren nada a cambio. El verdadero amigo no quiere nada a cambio, solo tu amistad. Sois amigos porque estáis bien juntos y nada más. Es algo que siente, que nace del fondo de su ser y se dirige hacia ti.
  • Los buenos amigos son aquellos que te apoyan. Cuando te sientes mal, estás triste o preocupado están contigo. Son tu refugio para tus días malos. Con ellos puedes estar tranquilo porque sabes que intentarán comprenderte y que en la medida de lo posible estarán a tu lado.
  • Son aquellos que respetan tus valores. No importa que a ti te guste el blanco y a él el negro, a veces lo importante no es compartir los mismos valores, sino respetar las diferencias. Saber que a pesar de que tengáis opiniones distintas, vuestra amistad estará por encima.
  • Te ayudan con tu autoestima. Un buen amigo te hace sentir bien, te hace sentir que vales como persona. Reconocerá tus cualidades y te ayudará a descubrir tus potencialidades. Tus amigos saben cuanto vales, por eso están contigo y por eso te ayudarán a reconocerlo.
  • Los buenos amigos te escuchan. Los buenos amigos saben escuchar cuando sienten que eres tú el que necesita hablar más en ese momento porque algo te preocupa. Son todo oídos, prestándote atención cada ves que lo necesitas. Por eso te sientes tan cómodo.
  • Evitan comentarios que te puedan herir aunque sean verdad. Un buen amigo va a saber aconsejarte sin herir tus sentimientos. Sabe cómo tiene que decirte las cosas para no herirte.
Los buenos amigos te aportan un montón de cosas positivas y te ayudan a crecer como persona. Gracias a los buenos amigos aprendemos muchas cosas que nosotros no vemos en ciertos momentos. Ellos también nos enseñan a ver la vida con inteligencia emocional, con entusiasmo, fuerza y alegría.

martes, 25 de abril de 2023

¿Quieres aprender a regular emociones intensas?

¿Quién no ha tenido un ataque de ira o ha roto a llorar en un momento que no podía permitirse parar? Para llevar todo ello con salud está la gestión emocional.

Todas las personas hemos necesitado regular emociones intensas en algún momento. La energía de un enfado con la que habríamos acabado con el planeta, la de una alegría que nos ha dejado sin lágrimas o la de una sorpresa con la que podríamos haber saltado por encima de la canasta más alta.

La regulación emocional en estos casos se convierte en un trabajo difícil, especialmente si no contamos con algunas herramientas o conocemos algunas estrategias que nos puedan ayudar en estos momentos. Con ellas, podemos impedir, por ejemplo, no quedarnos bloqueados en una situación de mucha tensión o no terminar actuando en contra de nuestros intereses en situaciones en las que estamos muy enfadados.

Cómo regular emociones intensas

Las emociones tienen un valor adaptativo indiscutible. Por eso, la estrategia de intentar encapsularlas, para mandarlas al fondo de nuestra mente y que contaminen menos no suele funcionar. En primer lugar, porque son inevitables, y en segundo porque son necesarias.

No obstante, es igual de necesario gestionarlas de manera adecuada. Hacerlo no solo te permitirá resolver mejor los conflictos, sino también las pérdidas e incluso, por qué no, prologar los estados emocionales de valencia positiva -que también podemos obtener frutos interesantes si los gestionamos bien-.

1. Comprende tus emociones

“Mira” tus emociones cuando aparezcan. Analiza cuándo surgen, qué intensidad tienen, qué ocurre para que desaparezcan. Muchas veces nos desconectamos de nuestro mundo emocional, en parte por su naturaleza automática y en parte por la frenética vida que llevamos.

Sin embargo, este ejercicio de introspección es la mejor herramienta inicial que puedes desarrollar. Existen muchas técnicas para ello, desde el mindfulness hasta llevar un diario emocional. Escoge la que mejor funcione para ti.

2. Retírate de situaciones que produzcan o alimenten ese estado emocional

Cuando hablamos de la importancia de conocernos nos referimos, de manera indirecta, a cuestiones como la que tratamos hoy.

Si nos acaban de dar una buena noticia, quizás no sea el mejor momento para exponernos a esa reunión familiar periódica en la que solemos terminar sintiéndonos mal. Quizás tampoco sea el momento de ponernos a ver un documental o a leer un libro que tenga como objetivo la crítica social. En cambio, sí puede ser un buen momento para buscar a esas personas que suelen hacer que nos sintamos bien o darle una oportunidad a esa comedia que teníamos apuntada en la lista de películas pendientes.

Somo seres dinámicos. Para no perder el control, una buena estrategia es ponernos con actividades en las que el estado emocional en el que nos encontramos no encuentre forma de alimentarse. Este efecto lo podemos conseguir protegiendo el control de nuestro sistema atencional y dirigiendo de manera activa a nuestra conducta en estos momentos. Por muy grande que sea la tentación, no es el momento de hacer eso que nos pide el cuerpo.

3. Escucha a los demás

Los espectadores de tus comportamientos emocionales tienen una perspectiva interesante que añadir a tu conocimiento sobre tus emociones. Pregúntales cómo te muestras ante los demás cuando tienes emociones intensas, cómo se sienten ellos, qué cambiarían de todo ello.

4. Haz ejercicio físico

En muchas ocasiones, los sentimientos se intensifican debido al estrés. Además de la liberación de tensiones, el ejercicio es útil para regular procesos hormonales relacionados con la emocionalidad, como los niveles de serotonina.

Aunque en un primer momento no sientas la relación entre emociones y sentimiento, con el paso del tiempo acabarás por hacer la conexión.

5. Entrénate en técnicas de gestión emocional

Además de las medidas personales que puedes adoptar, existen técnicas creadas especialmente para regular emociones intensas. Por ejemplo, está la llamada STOPP, que sigue los pasos que tienes a continuación:

  • Stop: parar en seco y dejar todo lo que se está haciendo y diciendo.
  • Take a breath: tomar un respiro, literalmente. Respirar hasta detener la escalada emocional.
  • Observe: observar, hacerte consciente de la situación y de cómo se está desarrollando.
  • Pause: una segunda pausa para recrearte en el control que estás tomando sobre tus emociones.
  • Proceed: ponte en marcha. Ya has rebajado la tensión emocional y puedes tomar decisiones menos influenciadas por la intensidad de lo que sientes.
Esta y muchas otras, como la técnica en 4 pasos, te ayudarán a identificar, aceptar y gestionar emociones intensas en un periodo corto de tiempo. Recuerda que se tarda un tiempo en dominarlas, así que no desesperes si al principio no resultan.

6. Cuida de tu salud

Al igual que el ejercicio, llevar una dieta sana y dormir bien pueden no parecer estar en relación con las emociones. Sin embargo, sabrás que nadie está de buen humor cuando no duerme bien.

También, y aunque no lo creas, tu forma de alimentarte está influenciando las emociones, por lo que haz caso a aquello de mens sana in corpore sano.

7. Acude al psicólogo

Puedes enfrentarte al desafío de gestionar tus emociones en compañía; de hecho, te animamos a que lo hagas. En consulta, podrás adquirir recursos y automatismos que puedes utilizar o poner en marcha en situaciones en las que las emociones amenacen con tomar el control de tus actos, tanto mentales como no mentales.

Los autocuidados, así como la salud emocional, son senderos infinitos en los que se recogen recompensas muy valiosas. Desarrollar técnicas para pulirlos es una gran inversión en tu felicidad y tu bienestar, así que no dudes en ponerte en marcha.

lunes, 24 de abril de 2023

El sistema glinfático "limpia" tu cerebro y cuida de tu salud mental

El sistema glinfático es el encargado de eliminar desechos del sistema nervioso central (SNC). ¿Te gustaría saber cómo promover su funcionamiento para tener una mejor salud cerebral? Te damos las claves a continuación.

El sistema glinfático elimina desechos y partículas tóxicas del cerebro. Su función es decisiva para poder tener una adecuada salud cardiovascular, inmunitaria y vascular. Sin embargo, esos complejos canales macroscópicos formados por células astrogliales también tienen una ventaja: promueven el bienestar mental.

La eliminación de proteínas solubles, de productos de desecho y de ese exceso de líquido extracelular que discurre por el sistema nervioso central, el cerebro y la médula espinal reduce el riesgo de padecer alzhéimer. También nos protege frente a trastornos neurovasculares, hemorrágicos e isquémicos. Aún más, promueve incluso un mejor descanso nocturno.

Estamos ante una estructura descubierta en el 2012 por un grupo de investigadores de la Universidad de Rochester. Fue el doctor M. Nedergaard, quien tras usar unos marcadores fluorescentes para monitorear el flujo del líquido cefalorraquídeo desde la zona subaracnoideo hasta el cerebro, vio algo que le llamó la atención. Algo que hasta entonces muchos habían negado…

El sistema glinfático limpia tu cerebro

Hasta hace muy poco, se daba por sentado que el sistema nervioso central carecía de vasos linfáticos. Sin embargo, como ya hemos señalado, en el 2012 se publicó un estudio que reformuló esta idea. Ahora sabemos cómo se limpia el cerebro y, en concreto, el mecanismo que higieniza el líquido intersticial cargado de productos de desecho del sistema nervioso central (SNC).

El sistema glinfático no solo destruye todos esos elementos nocivos y poco útiles, sino que, además, ayuda reconducir elementos como la glucosa, los aminoácidos, los lípidos y algunos neurotransmisores. La importancia de ese conjunto de vías, canales y conjuntos de células favorece incluso la regulación del volumen de líquido intracraneal y la salud inmunitaria del sistema nervioso central.

Parece imposible, sin duda, que no supiéramos antes de él. Sin embargo, gracias a las nuevas técnicas de neuroimagen, vamos desentrañando un poco más esos misterios más íntimos de nuestro cerebro. Saber que dispone de su propio sistema de eliminación de desechos evidencia la implicación que tendría el sistema glinfático para nuestra salud neurológica y psicológica…

La red glinfática protege tu bienestar cerebral

Desde que se descubriera la presencia del sistema glifático en el cerebro, las investigaciones sobre el tema no han dejado de aparecer. Por ejemplo, la Escuela de Medicina de Yale publicó un interesante trabajo en el 2019. Se pone ya sobre la mesa un hecho y es el referente a cómo la correcta eliminación de los desechos cerebrales previene el deterioro cognitivo y mantiene un envejecimiento saludable.

Es más, otras voces también señalan que se debe profundizar mucho más en este tema por una razón muy concreta. Se sospecha que el sistema glinfático podría ser clave para comprender la presencia de enfermedades neurodegenerativas y desmielinizantes. También de la hidrocefalia e incluso de muchos dolores de cabeza.

Pensemos que la red glifática transcurre por la duramadre que cubre el cerebro, así como por los nervios craneales y los grandes vasos en las salidas del cráneo. La buena o la mala circulación de este sistema puede ser crucial para nuestro bienestar mental y para la propia salud cerebral.

¿Cómo puedes cuidar de tu sistema glifático?

Si hay algo que esperamos de nuestro sistema glifático es que elimine los productos de desecho potencialmente neurotóxicos, como el β-amiloide, precursor del alzhéimer. Queremos que su funcionamiento sea el óptimo para poder disfrutar del potencial de nuestras funciones ejecutivas, tener una buena salud cerebral y sentirnos bien anímicamente.

Por tanto, ¿qué estrategias serían las adecuadas para promover su correcta actividad? Estas serían algunas claves.

1. Cuida de tu descanso nocturno

Este dato es importante. El sistema glinfático trabaja principalmente durante el sueño y se desconecta durante la vigilia. ¿Qué significa esto? Implica que tener un sueño profundo y sostenido durante 7 u 8 horas es fundamental para “limpiar” dl cerebro de desechos. Esto ya lo sabíamos, pero en realidad no conocíamos el sistema que lo llevaba a cabo.

2. Hidrátate, beber agua es importante para el cerebro

Disponer de un volumen adecuado de líquido facilita no solo que podemos eliminar desechos vía renal. También consigue que nuestros vasos mantengan un buen flujo sanguíneo cerebral. Por tanto, no dudemos beber al menos 1,5 litros de agua al día. 

3. Alimentos ricos en magnesio y fibra

Mantener una alimentación saludable y variada es esencial para nuestra salud. Ahora bien, para promover el óptimo funcionamiento de nuestro sistema glinfático es recomendable consumir alimentos ricos en magnesio. Este mineral cuida de la salud de los vasos sanguíneos y del propio cerebro.

Por otro lado, la fibra es esencial para la limpieza de nuestros intestinos. La salud gastrointestinal apoya también el drenaje glinfático.

Para concluir, es cierto que aún nos falta desentrañar más datos sobre esa red glinfática que limpia nuestro cerebro. De momento, se estipula que esté detrás de nuestra degeneración cerebral, de los problemas en la cognición y las enfermedades neurodegenerativas. No dudemos en atender las dimensiones señaladas. 

Notaremos una mayor energía y bienestar, menos ansiedad, dolores de cabeza y protegeremos mejor al cerebro del paso del tiempo. ¿Por qué no intentarlo?

domingo, 23 de abril de 2023

Cómo reconocer la empatía instrumental para protegerte

Asociamos el término empatía a sensibilidad, ayuda, colaboración. Sin embargo, esto no siempre es cierto. Nuestra confusión suele tener un origen claro: no tenemos en cuenta que podemos dividir a la empatía en diferentes tipos...

Las relaciones con personas egoístas, narcisistas o psicópatas son devastadoras. Cuando observamos a alguien compartir un vínculo con alguna de ellas, nos preguntamos cómo han podido elegir a alguien a quien, claramente, no le importan sus sentimientos. Sin embargo, lo cierto es que estos individuos son verdaderos camaleones y auténticos expertos en utilizar la empatía instrumental.

Siempre escuchamos que este tipo de personas carecen de empatía, que las necesidades o la ayuda que puedan prestar a los demás nunca están en el primer puesto de su escala de prioridades. Y esto es cierto, pero el hecho de que no les importe el bienestar de sus víctimas no implica que no sepan leer sus emociones. De hecho, pueden hacerlo y aprovecharlo específicamente para sus propios fines.

¿Qué es la empatía instrumental?

Podemos definir la empatía como la capacidad para trasladar nuestra conciencia al lugar del otro. Pero esta habilidad presenta varias aristas. Por un lado, se trata de poder percibir e identificar lo que está pensando y sintiendo la persona. Por otro lado, se trata de identificarnos o permearnos de su estado emocional. Y, por último, se trata de sentir esa motivación para actuar a fin de reducir el dolor del otro.

Como ves, la empatía es una habilidad compleja; y, cuando decimos que ciertas personas no la poseen, nos referimos a que no cumplen todos los parámetros. Es aquí donde entra la diferencia entre empatía cognitiva y empatía emocional: alguien puede intuir cómo te estás sintiendo, pero no contagiarse a nivel emocional de ese estado. Puede intuir que el otro está triste, pero a nivel emocional esa tristeza no le llega.

Esto suele confundir mucho a las personas con poca empatía emocional, ya que no cuentan con la información que otras personas sí pueden sacar de la identificación emocional que son capaces de hacer.

Sucede, por ejemplo, en la psicopatía. Se ha encontrado que estas personas sí son capaces de sintonizar con las emociones ajenas, en el sentido de detectarlas y leerlas. La empatía sí se activa en su cerebro, pero de forma breve, puntual y cognitiva.

Por desgracia, la desconexión emocional les hace proclives a explotar de manera intencional el estado emocional del otro; para manipular, engañar y utilizar a la otra persona a fin de satisfacer sus propias necesidades o deseos. Es precisamente esto lo que se considera empatía instrumental, una capacidad para conectar con las emociones ajenas que únicamente se utiliza para sacar un provecho.

¿Cómo reconocerla?

Saber identificar cuándo la persona que tenemos delante muestra empatía instrumental es importante. Si no prestamos atención, podemos terminar siendo víctimas de personas egoístas, interesadas o manipuladoras; incluso de psicópatas o narcisistas. Así, estas son algunas de las características principales en las que nos debemos fijar:

  • Cuando estamos conociendo a la persona, o hay poca confianza, esta se muestra encantadora. Parece realmente muy interesada en nosotros y puede hacernos creer que su interés es genuino.
  • Las personas con empatía instrumental pueden ser muy buenas leyendo el lenguaje corporal y las expresiones, así como identificando emociones ajenas. Por eso, no esperes comportamientos extraños o personas desadaptadas. Son tan camaleónicos que sabrán percibir cómo te sientes y reflejártelo sin problema.
  • Recuerda que su objetivo siempre será sacar provecho de la situación. Así, fíjate en si esa persona usa la empatía para manipularte y si obtiene algún beneficio. Su respuesta, aunque parezca sincera, nunca será realmente altruista.
  • No muestran remordimientos, culpa ni deseo de cambio. No admiten sus errores, no aprenden de la experiencia porque no consideran que hayan hecho nada malo. Por lo mismo, casi nunca buscarán ayuda profesional.
Protégete de la empatía instrumental

La empatía instrumental no solo es propia de aquellos criminales que vemos en la televisión. En realidad, está presente en muchas personas y puede que algunas de ellas vivan en tu entorno. Pueden ser tus familiares, tus amigos o tu pareja, y no necesariamente tienen que padecer algún trastorno psicológico. Pero, incluso si tuviesen alguna condición mental, es posible que estén tan integrados que te cueste reconocerlo.

Por esto, si sospechas que alguien cercano solo te utiliza, que su supuesta empatía nunca se ve respaldada con acciones desinteresadas, protégete. Como hemos dicho, estas personas raramente cambian, realmente no conectan con tus emociones y no les importa tu bienestar.

Por lo mismo, lo mejor que puedes hacer es mantener una distancia prudencial. Si no es posible alejarte por completo, ten siempre presentes sus intenciones y no te dejes seducir por sus actitudes encantadoras. Fíjate siempre en los hechos y marca límites sin miedo. Es tu integridad emocional la que está en juego.

sábado, 22 de abril de 2023

¿Y si estamos abusando de la etiqueta "narcisista"?

El trastorno narcisista de la personalidad es una condición psiquiátrica. No podemos trivializar su uso designando con este término a ese amigo egoísta, a ese jefe que nos cae mal o a esa expareja con la que siempre discutíamos...

Cuando escuchas la etiqueta “narcisista”, ¿en quién piensas? ¿Quizás en ese compañero de trabajo que es un poco trepa? ¿En esa madre que ignoraba por sistema las necesidades de sus hijos? ¿En ese amigo que miente más que respira?

Todos convivimos con más de una persona problemática; sin embargo, no todas se ajustan al criterio clínico de esta condición psiquiátrica. No podemos negar que atravesamos una época en la que términos como “hombres o mujeres tóxicas” o “hacer gaslight (luz de gas)” están casi a la orden del día. Sin embargo, el término “narcisismo” navega de manera casi constante en nuestras conversaciones. Lo usamos para describir a innumerables figuras de nuestros entornos sociales. ¡Sálvese quien pueda, el mundo está lleno de narcisistas!

Muchos insisten en que solo quienes han tenido la mala suerte de conocer a uno saben lo que es. Otros piensan que aún no se diagnostica lo suficiente. Eso sí, en cualquier caso, el uso indiscriminado de esta etiqueta trivializa el impacto real de este trastorno de la personalidad.

Puede haber personas con rasgos narcisistas, es cierto. De hecho, todos somos un tanto narcisistas. Sin embargo, la propia condición psiquiátrica engloba un conjunto de dimensiones más amplias, más problemáticas y lesivas, que trazan una malignidad psicológica muy concreta. Y algo así no es tan común como creemos.

No es lo mismo ser narcisista que presentar un trastorno de personalidad narcisista

Son muchos los pacientes que acuden a terapia psicológica porque han sufrido el abuso de una persona con un claro trastorno de la personalidad narcisista. La realidad es que las personas con esta condición psiquiátrica suelen terminar produciendo daños en la salud mental de las personas con las que conviven.

Dejan secuelas e incluso pueden llegar a ocasionar traumas. Asimismo, quien evidencia este trastorno también suele tener que enfrentarse a otros muchos derivados: soledad, adicciones, depresión…

Es importante comprender que no es lo mismo ser narcisista que evidenciar un problema psiquiátrico. Porque, aunque nos sorprenda, todos manipulamos, mentimos, a la vez que intentamos esconder nuestros defectos y hacer más notables nuestros talentos. Además, en determinadas épocas puede consumirnos el deseo de ser el centro de atención. Todos podemos sentir envidia y hasta ser un poco prepotentes.

El problema llega cuando todos esos rasgos aparecen juntos (sumados a otros más) y son estables en el tiempo. Más aún, el trastorno de personalidad narcisista entra dentro de un espectro que va de menor a mayor gravedad. Es decir, hay personas funcionales que, aun evidenciando esta condición, logran adaptarse y manejarse bien en sociedad.

Sin embargo, el problema se intensifica cuando llega con el narcisismo maligno.

La prevalencia de este trastorno está entre el 0,5 y el 5 % de la población

El abuso de la etiqueta “narcisista” no encaja con la realidad y la literatura científica. Una investigación publicada en el The american journal of psychiatry nos aporta unos datos que vienen siendo los mismos desde hace años. La incidencia de este trastorno está entre el 0.5 y el 5 % de la población. 

Ahora bien, si nos vamos a esa cohorte poblacional que ya presenta algún trastorno mental, las cifras llegan al 17 %. Es decir, el trastorno de personalidad narcisista suele aparecer junto a otros problemas clínicos, como el trastorno bipolar, el trastorno de la personalidad antisocial, el histriónico, el esquizotípico, el pasivo-agresivo, etc.

Por tanto, las personas que evidencian esta etiqueta clínica no son únicamente mentirosos, egoístas o traicioneros. Demuestran una conducta muy problemática, dañina para su entorno y también para ellos mismos. Son personas que terminan enfermando y derivan en ciclos de elevada autodestrucción.

La etiqueta “narcisista” no puede usarse a la ligera

El trastorno de la personalidad narcisista solo puede diagnosticarlo un profesional especializado. Estamos ante una condición clínica que recoge el DSM-V (Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales) y que se incluye en el apartado de los trastornos del grupo B.

Lanzar la etiqueta “narcisista” de manera peyorativa a cualquier persona solo porque nos caiga mal o nos inoportune, es un error. Lo es porque, como bien hemos señalado, todos nosotros tenemos más de un rasgo narcisista. Y, a veces, esa conducta nos beneficia porque nos impulsa al logro, a ser más ambiciosos.

El narcisismo saludable existe y no todos los que demuestran algún factor narcisista tienen un problema mental. De este modo, la madre que es fría emocionalmente, por ejemplo, no siempre tiene por qué tener un TPN (trastorno de la personalidad narcisista).

El hermano que quiere ser el centro de atención, la amiga que se hace muchos selfies, el compañero trepa que quiere ascender o el profesor que busca renombre en la universidad no deberían recibir la etiqueta de “narcisistas”.

La ambición, la falta de empatía, la vanidad y el egoísmo siempre han existido y existirán. Las personas con las que cuesta convivir, también. No caigamos en el prejuicio rápido o de lo contrario infravaloraremos a quienes de verdad se están enfrentando a estas figuras tan peligrosas.

viernes, 21 de abril de 2023

Qué es el refuerzo intermitente y cómo nos afecta

Todos disfrutamos cuando nuestra conducta es premiada. Por otro lado, que sea premiada aumenta la probabilidad de que la repitamos. Ahora, no tiene que ser premiada siempre para que la repitamos de manera frecuente. Hablamos de los efectos del refuerzo intermitente.

Pese a que no siempre nos demos cuenta, nuestra conducta está condicionada por las circunstancias ambientales. Los comportamientos que repetimos suelen estar premiados o alentados de algún modo, mientras los que evitamos suelen estar penados o castigados. Estas contingencias positivas o negativas a veces son sutiles y no llegamos a percibirlas, pero tienen gran influencia. Entre ellas, una de las más potentes es el refuerzo intermitente.

Este tipo de dinámica media en muchas adicciones (por ejemplo, en la ludopatía), pero también en nuestras relaciones personales, en nuestro desempeño laboral o en nuestros hábitos de consumo. Y es que es bien conocido por las empresas el efecto que tiene en el cerebro recibir recompensas de forma discontinua. Si quieres saber más al respecto, te invitamos a seguir leyendo.

Refuerzos y castigos para la modificación de conductas

Para entender el reforzamiento intermitente hemos de remitirnos al trabajo de B.F. Skinner sobre el conductismo. Esta corriente postula que el comportamiento está controlado por las contingencias ambientales; y, por tanto, es posible modificar la conducta aplicando refuerzos o castigos.

Los refuerzos son aquellos que constituyen una consecuencia positiva para la persona y, por ende, hacen que la conducta emitida se repita y se mantenga. Pueden ser de dos tipos:

  • Refuerzos positivos: se aporta un premio o una recompensa a raíz de la conducta emitida. Por ejemplo, cuando nos elogian o nos agradecen por un trabajo bien hecho.
  • Refuerzos negativos: se retira un estímulo aversivo o desagradable después de emitir la conducta. Por ejemplo, si en una empresa los empleados que consigan mejores ventas quedan libres de acudir a trabajar los viernes por la tarde.
En el caso del castigo, se busca reducir o eliminar una conducta concreta. Así, puede darse el castigo positivo cuando otorgamos un estímulo desagradable (por ejemplo, cuando regañamos a un niño por su mala conducta). O también puede darse un castigo negativo cuando retiramos un estímulo agradable (por ejemplo, cuando nos quitan puntos del carnet por cometer una infracción de tráfico).

El refuerzo intermitente

Ahora bien, el refuerzo puede aplicarse de diferentes maneras y siguiendo diversos programas. Un reforzamiento continuo se produce cuando se obtiene la recompensa siempre que se emite la conducta deseada. Por su lado, un reforzamiento intermitente tiene lugar cuando recibimos la recompensa solo en algunas ocasiones tras haber emitido la conducta, y en otras no.

A simple vista podría parecer que esta dinámica nos haría perder interés. Al fin y al cabo, al ver que no recibimos el premio, podríamos optar por dejar de intentarlo. Sin embargo, ocurre todo lo contrario: podemos llegar a obsesionarnos y mantenernos repitiendo la conducta con mucho más ímpetu e interés que si siempre recibiésemos el premio. De hecho, el refuerzo intermitente es una de formas más eficaces de mantener un comportamiento a largo plazo.

¿Cómo nos afecta el refuerzo intermitente en el día a día?

En suma, podemos decir que el refuerzo intermitente es el que se entrega de forma inconsistente y ocasional, y es esto lo que lo hace tan adictivo. Un refuerzo continuo, que obtenemos cada vez que emitimos la conducta, suele terminar saturando y perdiendo interés.

Si nos elogian en el trabajo cada día, esas palabras comienzan a sonar vacías y dejan de ser reforzantes. Del mismo modo, si premiamos a un niño con chocolate siempre que recoge su habitación, terminará aborreciéndolo y perderá su efecto.

En cambio, cuando el refuerzo se entrega de forma intermitente genera expectativa, deseo y un cierto grado de ansiedad que nos lleva a esforzarnos y mantenernos alerta para poder volver a conseguir ese ansiado premio que tuvimos y queremos volver a conseguir.

Este tipo de programas de refuerzo están presentes en muchas situaciones cotidianas, pero aquí van algunos ejemplos:
  • Cuando las empresas proponen bonos por resultados e incentivos por ventas para sus trabajadores.
  • Las máquinas tragaperras, que pueden llegar a entregar una ganancia, pero en la mayoría de las ocasiones no lo hacen.
  • Redes sociales, como TikTok, muestran algunos videos muy específicos, llamativos y entretenidos, entre muchos otros que no agradan tanto al usuario.
  • En las relaciones personales también se emplea con frecuencia, sobre todo en la crianza de los menores. Pero también entre adultos; por ejemplo, cuando regalamos palabras de agradecimiento o reconocimiento a nuestros seres queridos.
Emplear el refuerzo intermitente puede ser muy útil si se hace de forma sana y consciente. Por ejemplo, puede ayudar a motivar a los empleados, instaurar buenos hábitos en los niños y hacer que otros se sientan valiosos. Sin embargo, también puede causar adicciones y dependencia emocional.

La búsqueda de ese refuerzo que solo se presenta en ocasiones puede llevarnos a dilapidar nuestros ahorros en el juego o a engancharnos a una relación de pareja destructiva. De hecho, aquellos vínculos en los que la otra persona en ocasiones nos “regala la luna” y en otras nos trata con frialdad e indiferencia son especialmente difíciles de abandonar; precisamente por esa expectativa de que el refuerzo volverá en cualquier momento.

Así, es importante y conveniente entender qué dinámicas nos están moviendo y por qué hacemos lo que hacemos. De este modo podremos tomar algo de distancia y decidir lo más conveniente para nosotros.

jueves, 20 de abril de 2023

Cuando nos tocan la moral, un daño auténtico

¡Eres demasiado sensible! Te dicen muchos cuando atacan o se burlan de tus valores. Sin embargo, el daño moral es una forma de agresión y nadie debería cruzar esta línea. Porque el coste psicológico puede ser muy elevado.

El daño moral es una herida, un embiste de nuestro entorno hacia nuestro sistema de creencias, principios y de valores. ¿Tienes un trabajo en el que debes hacer cosas que van en contra de tus principios? Eso es un golpe a tu moral. ¿Mantienes una relación en la que tu pareja boicotea tus opiniones? También esto te toca y te fractura la moral.

Estamos ante un tipo de dinámica de la que no se habla demasiado. Es más, si hay un colectivo que padece esta realidad psicológica son los profesionales sanitarios. Muchos de ellos se ven en la tesitura de tener que enfrentar importantes dilemas éticos en medio de un sistema de salud que, a menudo, les falla. No siempre pueden desempeñar su labor como realmente desean.

Los hospitales y los centros de salud evidencian muchas carencias y esto hace que la atención no siempre sea la adecuada. Aunque el médico, la enfermera o el auxiliar quiera, no siempre pueden dar lo mejor de sí. Y esto ocasiona un sufrimiento inmenso.

Una investigación de la Universidad de Foggia y el Instituto de psiquiatría, de Crespigny Park, en Londres, nos dan un dato impactante. El índice de médicos que optan por quitarse la vida dobla al de la población general. El desgaste mental y el aniquilamiento que genera al propio sistema de valores es inmenso. No descuidemos ni infravaloremos esa carcoma, esa forma de agotamiento y de tristeza corrosiva. El daño moral puede destruirnos.

¿Qué ocurre cuando nos tocan la moral?

Las personas no somos aquello que tenemos, somos por encima de todo aquello en lo que creemos. Por ello, cuando nos tocan la moral sucede algo más que sentirnos ofendidos o molestos. Cuando se ataca o se contradicen los valores que tenemos arraigados en nuestro ser, se quiebra el núcleo de nuestra identidad y nuestro autoconcepto. Nada puede ser tan lesivo.

Por otro lado, no podemos negar algo evidente. Vivimos un momento de tensión moral constante que socava por completo nuestros principios fundamentales y aquello que consideramos ético. La guerra, en cualquiera de sus formas, por ejemplo, es un atentado contra la moral. También las injusticias, las discriminaciones, la falta de libertad…

Todos sabemos qué se siente, pero quizá no le hemos dado la suficiente importancia. Porque, a veces, no hace falta que nos agredan físicamente o que nos insulten para sentirnos heridos. Contextos como el trabajo, una relación de pareja o un entorno familiar pueden ocasionarnos este tipo de herida. Por ello, es importante escucharnos y detectar sus efectos…

¿Qué síntomas y consecuencias ocasiona?

Cuando nos tocan la moral de manera continuada, el cerebro cambia. Interpreta esta vivencia como una amenaza similar a una agresión física. Es la violación a esos pilares morales que para nosotros son inquebrantales y que, sin embargo, se han venido abajo. Bien por nuestra responsabilidad o por la influencia de terceras personas.

Fallar en el trabajo, cometer un error grave con alguien, hacer algo que va en contra de nuestros valores por presiones externas o estar en una relación abusiva, nos rompe. Son agresiones a la moral que se experimentan del mismo modo que un ataque físico. Así, en estos casos, los efectos suelen ser los siguientes:

  • Aparecen emociones como la culpa, el asco a uno mismo, la vergüenza, la ira, la rabia, la tristeza y la ansiedad.
  • El autodesprecio es un sentimiento constante y muy dañino.
  • Se experimenta una profunda desilusión hacia las instituciones, las personas y nosotros mismos.
  • Aparece una crisis existencial que conduce a menudo a una depresión.
  • Se producen innumerables efectos psicosomáticos: insomnio, dolores musculares, cefaleas, alteraciones gastrointestinales, debilidad, agotamiento, etc.
¿Cómo se sana la herida del daño moral?

Cuando nos tocan la moral durante mucho tiempo, solemos quedar bloqueados. Las emociones son tan intensas y dolorosas que la persona queda como entumecida. Sucedió durante la pandemia. Muchos sanitarios se vieron en situaciones extremas, sin apenas medios y del todo sobrepasados. Sus pacientes no podían ser atendidos en las mejores condiciones y esto dejó secuelas.

El trauma vivido fue (y es) inmenso. Lo mismo sucede con quienes lidian con cualquier otra situación laboral extrema, también con las personas que arrastran vínculos familiares o de pareja dañinos. Un daño moral es distorsionar lo que uno es y en lo que uno cree y esto paraliza.

Por ello, es bueno empezar con la terapia somática, orientada a lograr que esas emociones adheridas al cuerpo y que ocasionan dolor y enfermedades, terminen por exteriorizarse y verbalizarse. Las técnicas de respiración y relajación, de movimientos o estiramientos, logran esa conexión, esa catarsis.

Más tarde, se inicia la terapia conversacional, en la que tratar las experiencias vividas, los pensamientos que las acompañan y las emociones que ocasionan sufrimiento.

Sanar estas experiencias lleva tiempo. La autocompasión y el perdón serán siempre esas aliadas que facilitarán un adecuado viaje de liberación y bienestar.


miércoles, 19 de abril de 2023

¿Qué sucede cuando los niños se pasan el día delante de una pantalla?

¿Cómo podemos determinar el impacto que tiene el tiempo dedicado a las pantallas en la salud general de los niños y adolescentes? Hablamos sobre los factores asociados y las intervenciones sugeridas a los padres y madres en este tema.

Actualmente, con la era tecnológica, las pantallas son las protagonistas de nuestro día a día. También en niños y adolescentes, quienes en la última década han aumentado de manera exponencial su uso. La falta de información genera que los padres y las madres permitan el uso de estos dispositivos desde edades muy tempranas, creyendo que los programas educativos que en ellos se encuentran ayudarán en el desarrollo del niño.

Por ello, es recomendable concientizar a la población sobre las implicaciones negativas asociadas a su uso excesivo, así como también la importancia de la interacción con el mundo real para un adecuado desarrollo del menor. Seguidamente, profundizaremos en la temática para aportar claridad en el marco de la educación y las nuevas tecnologías.

Pegados a la pantalla

Cuando hablamos del tiempo en la pantalla, nos referimos al tiempo de visualización de varios tipos de pantallas, como ordenadores, televisores, videojuegos, teléfono y tablets. El mismo se ha asociado tanto con beneficios como con riesgos para la salud de niños y adolescentes.

Algunos de los beneficios que tiene su uso incluyen la exposición a formas didácticas novedosas y que pueden encajar más con su estilo de aprendizaje natural, más oportunidades para el contacto social y facilidad para acceder a mensajes e información de promoción de la salud.

Los riesgos incluyen efectos negativos para la salud con respecto al peso, el sueño y el estado de ánimo, la exposición al contenido y contactos inapropiados o inseguros, además de que la privacidad y confidencialidad se vean comprometidas.

Factores asociados al excesivo uso de pantallas

A continuación, expondremos más ampliamente algunos de los efectos que se dan cuando un niño o niña le dedica un tiempo desmesurado a las pantallas. Estos efectos interpelan directamente en la dinámica diaria y el desarrollo interno y externo del ambiente familiar.

  • Sedentarismo: el tiempo de pantalla excesivo en niños y adolescentes se asocia predominantemente con comportamientos sedentarios, lo cual influye en el desarrollo físico, social, emocional y cognitivo de este.
  • Obesidad: el aumento de la visualización de pantallas se ha asociado a cambios perjudiciales en la dieta que influyen en el aumento de peso, pues el tiempo dedicado a mirar televisión o jugar en el ordenador está inversamente relacionado con la calidad de la dieta en los niños.
  • Mala alimentación: los niños frecuentemente miran televisión mientras consumen comidas en casa, lo cual está asociado con la ingesta de ciertos grupos de alimentos que en su mayoría no son saludables.
  • Horarios inadecuados de sueño y no dormir lo suficiente: el uso generalizado de dispositivos electrónicos y la normalización de los dispositivos de pantalla en el dormitorio se acompaña de una alta prevalencia de falta de sueño, que afecta a la mayoría de los adolescentes y al 30 % de los niños pequeños, preescolares y en edad escolar.
  • Alteración en el desarrollo: se ha asociado significativamente con retraso de las habilidades motoras, retraso del desarrollo cognitivo y del lenguaje, además de un peor rendimiento académico.
  • Bienestar psicológico: el bienestar psicológico es progresivamente más bajo si se le dedica desde 1 hora al día hasta 7 o más horas de tiempo frente a la pantalla, especialmente en los adolescentes. En niños pequeños se ha asociado con una menor curiosidad, autocontrol y estabilidad emocional.
  • Problemas de conducta, atención y menos tiempo de aprendizaje.
Padres y madres: los referentes principales de sus hijos

El hecho de que los niños compartan el tiempo de exposición al medio televisivo con sus padres y madres afecta a la calidad en la recepción de los mensajes. Los niños que tienen límites claros para el consumo de contenido a través de pantallas presentan un mayor nivel de actividad con el medio, comprenden con más claridad los valores y contravalores que se introducen en las imágenes y son más hábiles a la hora de diferenciar la realidad de la ficción.

Por el contrario, quienes no acostumbran a conversar con sus padres al respecto y, por tanto, no cuentan con pautas, suelen confundir la interpretación de los significados. Por ello, para llegar a “la televisión de calidad que queremos…”, los padres tienen que tomar conciencia de la importancia de su labor como guías de los contenidos que sus hijos consumen en la pantalla.

La realidad de la interacción con pantallas

Cabe indicar que, de forma generalizada, la mayoría de los niños afirman que suelen adecuarse a las preferencias televisivas de sus padres más que sus padres a las de ellos. Una evidencia que lo apoya es que son pocos los padres que ven con los niños los dibujos animados, al contrario de lo que sucede, por ejemplo, con los informativos -un programa que no suele gustarle demasiado a los niños-.

En consecuencia, quedan abiertas algunas cuestiones, como las siguientes: ¿por qué los padres afirman que no tienen tiempo para ver la televisión con sus hijos cuando el cómputo de minutos al día de los adultos supera en más de una hora el de los niños? ¿Por qué los padres no se interesan por aquello que están viendo sus hijos cuando estos ven con ellos programas que no les gustan?

Intervenciones y sugerencias indicadas

La Academia Americana de Pediatría propone facilitar a los padres con las siguientes recomendaciones:

  • Educar sobre el desarrollo del cerebro en los primeros años.
  • Instruir en la importancia del juego práctico y social para desarrollar habilidades lingüísticas, cognitivas y socioemocionales.
  • Mantener todos los dispositivos de pantalla fuera de los dormitorios de los niños.
  • Evitar usar los medios tecnológicos como la única forma de calmar a los hijos.
  • El contenido importa: rehuir de programas violentos y de miedo.
  • Evitar pasar tiempo frente a la pantalla durante las comidas y una hora antes de acostarse.
  • Fijar límites apropiados para la edad del niño con respecto al tiempo que pasa frente a una pantalla.
  • El tiempo de pantalla no debe interferir en el descanso reparador, ni en el ejercicio regular u otras actividades saludables y educativas.
La Sociedad Canadiense de Pediatría menciona que la calidad del tiempo frente a la pantalla es tan importante como la cantidad, por lo que recomienda aconsejar a los padres a estar presentes y participar cuando sus hijos usan pantallas. Además de fomentar el uso de aplicaciones educativas, activas y sociales sobre aquellas que son pasivas y solitarias. Todas estas sugerencias contribuyen a que el niño tenga un desarrollo general más saludable.


martes, 18 de abril de 2023

Temblores por ansiedad: causas y cómo controlarlos

¿Tienes temblores derivados de la ansiedad? ¿Se disparan cuando más necesitas mostrarte seguro y que tus movimientos sean precisos? En este artículo, te contamos qué puedes hacer en esos casos.

La ansiedad es una reacción cognitiva, fisiológica, conductual y emocional relacionada con la anticipación de una situación percibida como amenazante. Estas respuestas se asocian con el miedo y se manifiestan como un estado de ánimo orientado hacia el futuro.

La ansiedad es normal, pero cuando se desencadena como resultado de una sobreestimación de una amenaza futura o de una valoración errónea del peligro se vuelve patológica. Sus principales síntomas son la agitación, la tensión, la sensación de cansancio, los mareos, la sudoración, los temblores, la preocupación, la hipervigilancia, el incremento de la frecuencia cardiaca y la dificultad para respirar, entre otros.

En este artículo, nos centraremos en analizar uno de estos síntomas: los temblores. ¿Qué los causa? ¿Cómo controlarlos?

Temblores por ansiedad: ¿qué los causa?

Un temblor ocasionado por ansiedad es un movimiento rítmico de sacudidas que se manifiesta en una o más partes del cuerpo. Es involuntario, es decir, la persona no tiene control sobre él. Los temblores ​​por ansiedad no son peligrosos, sin embargo, son incómodos y a veces se pueden desencadenar otros síntomas asociados a la ansiedad -debido a la preocupación de la persona-.

El origen de estos temblores se encuentra en la respuesta de lucha o huida que activa el cerebro cuando nuestra vida está en peligro. Esta respuesta al estrés es una reacción evolutiva que todos tenemos programada en nuestras redes neuronales. A través ella, podemos responder y protegernos de una amenaza. El problema surge cuando esta reacción se desencadena sin la presencia de un peligro real.

En este contexto, la respuesta de lucha o huida desencadena la liberación de diferentes hormonas, como la adrenalina y el cortisol, que terminan generando diversas sensaciones físicas como aumento de la frecuencia cardiaca, náuseas, dolores de estómago, dificultad para respirar, pupilas dilatadas. Estas sustancias también provocan los temblores y escalofríos.

Otro factor que puede influir en la aparición de los temblores es la tensión muscular acumulada debido a la percepción inminente del peligro. Nuestro cuerpo necesita descargar toda esa tensión y los temblores son la vía de escape perfecta para ese fin. Por lo general, las partes del cuerpo que más tiemblan son aquellas en las que la tensión muscular ha sido más fuerte.

¿Cómo controlar los temblores por ansiedad?

Los temblores disminuirán si consigues controlar tu ansiedad. Es fácil que si la segunda disminuye, los primeros también lo hagan. A continuación, te ofreceremos cinco estrategias que te pueden ayudar a disminuir la ansiedad.

1. Camina en medio de la naturaleza

Sal a dar un paseo en medio de la naturaleza, esto te ayudará a disminuir tu ansiedad. De acuerdo con un estudio, dar una caminata en la naturaleza tiene enormes beneficios: disminuye la ansiedad, la rumiación y el afecto negativo; además de que persevera el afecto positivo. También tiene beneficios cognitivos a un mayor rendimiento de la memoria de trabajo.

Si tienes la posibilidad de hacer estas caminatas, hazlas siempre con atención plena, centrando en lo que está sucediendo en cada instante. Si no tienes acceso a la naturaleza, puedes poner algunas plantas en tu casa. Se ha encontrado que las plantas de interiores tienen un efecto psicológico positivo sobre los niveles de estrés.

2. Practica mindfulness

Una investigación ha encontrado que la atención plena es efectiva para tratar los síntomas de la ansiedad y también puede ayudar a controlar tu reacción al estrés. El mindfulness o atención plena puede tener efectos psicológicos positivos, como el aumento del bienestar subjetivo, la reducción de los síntomas psicológicos y la reactividad emocional, y una mejor regulación del comportamiento.

A través de la atención plena, se lleva la atención a la experiencia del aquí y ahora con apertura, receptividad y curiosidad.

3. Realiza actividades de ocio

Las actividades de ocio pueden ayudarte a aliviar el estrés y la ansiedad al permitirte redirigir tu atención hacia estímulos relajantes y agradables. Busca una actividad que te despeje la mente de todas las preocupaciones y del estrés que tienes.

Si puedes hacerlas con un amigo es mejor porque cuando interactúas con personas que quieres liberas oxitocina, una hormona asociada al amor y la felicidad.

4. Respira con tu diafragma

La respiración diafragmática te puede ayudar a disminuir los niveles de estrés y ansiedad. En un estudio se encontró que la respiración diafragmática puede mejorar la atención, el afecto y los niveles de estrés. Para respirar de este modo sigue las siguientes instrucciones:

«Ubícate en una posición cómoda, cierra los ojos y observa tu respiración. Préstale atención a su ritmo y profundidad. ¿Es profunda o superficial? ¿Es rápida o pausada? Luego coloca una mano en tu abdomen y procura que al respirar sientas como tu estómago se infla y desinfla con cada inspiración y espiración. Coloca la otra mano sobre tu pecho e intenta que no se mueva al respirar. Solo debe moverse la que tienes sobre tu abdomen.

Inspira lentamente por la nariz, de manera que la mano que tienes en el abdomen sienta la presión de este elevarse. La mano en el pecho debe permanecer inmóvil. Sostén la respiración un momento y exhala lentamente por la boca, de modo que sientas la mano del abdomen descender».

5. Haz yoga

El yoga combina el movimiento físico, la meditación, el ejercicio ligero y la respiración controlada, todo lo cual puede brindarte un excelente alivio del estrés (Francis y Beemer, 2019). Un estudio obtuvo resultados positivos en las mujeres que practicaron Hatha yoga 3 veces a la semana durante 4 semanas. Después de 12 sesiones, experimentaron reducciones significativas en el estrés, la depresión y la ansiedad.

En otra investigación realizada en hombres adultos se halló que los estiramientos de yoga reducen los niveles de cortisol y tienen un efecto positivo en la actividad nerviosa parasimpática, lo que fomenta la relajación.

Para terminar, los temblores por ansiedad son un síntoma que, al igual que otros, puede disminuir su influencia cuando se asiste a terapia. Buscar ayuda cuando la ansiedad ha dejado de ser normal y ha empezado a afectar significativamente el funcionamiento cotidiano, es realmente necesario. No permitas que la ansiedad controle tu vida.

lunes, 17 de abril de 2023

Parece que existe un tipo de serie capaz de dañar nuestro cerebro

Según el neurólogo Erwin Höllinger, lo que sucede en el cerebro mientras somos espectadores de esas historias que buscan subirnos en una montaña rusa de emociones puede ser realmente peligroso. En este artículo te contamos por qué.

A muchos puede sorprenderles que algo tan aparentemente inofensivo como los culebrones tenga la capacidad de dañar un órgano tan complejo como el cerebro. Sin embargo, así es. La aseveración proviene de Erwin Höllinger, catedrático y neurólogo de la Universidad de Salsburgo (Austria).

Los culebrones son telenovelas o series de género melodramático. Se producen en cantidad y suelen tener una amplia audiencia. Es una industria que mueve millones de dólares y más allá de lo que representa en términos de mercado, también son un vehículo de penetración cultural.

Lo que caracteriza a los culebrones es la exageración de las emociones y la dramatización de las situaciones. En ocasiones, se mueven entre lo romántico, lo cursi y lo peligroso; habitualmente introducen situaciones límite en la trama para inyectar tensión y que el espectador no desconecte. Ahora bien, ¿por qué dañan el cerebro?

Los culebrones y la ciencia

Erwin Höllinger afirma que los culebrones pueden ser tan dañinos como una adicción a las drogas. Literalmente, señala que pueden provocar: “apatía generalizada, irritabilidad, trastornos de la personalidad e incluso demencia”. ¿Por qué los sitúa como una amenaza tan peligrosa?

Pues bien, las telenovelas melodramáticas tienen argumentos que reflejan la vida ficcionada de un núcleo de personas. Su objetivo no es la crítica social o la información de la audiencia, lo que buscan es el entretenimiento. Esta motivación hace que en muchos casos traten temas profundos de manera muy superficial o simplificada.

En realidad, con frecuencia no profundizan en ningún personaje, sino que lo estereotipan. Lo cierto es que el público termina identificándose fácilmente con esas figuras. En eso influyen las neuronas espejo. Estas generan un sesgo por el cual el cerebro llega a pensar que en la ficción funcionan las mismas reglas y mecanismos que en la realidad.

Por otro lado, puede generarse una conexión tan fuerte con alguno de los personajes que, como espectadores, podemos llegar a sentir lo que le sucede como si nos sucediera a nosotros o a un ser querido. La gente termina “odiando” al “malo”, sufriendo por “el bueno” y deseando castigo y premio para el uno y para el otro. Tanto es así que muchos acaban hablando de esos personajes como si fueran de su familia.

Culebrones y cerebro

Ese efecto de identificación con los personajes de los culebrones, mediado por las neuronas espejo, puede generar un efecto alienante. La percepción de la realidad se distorsiona en alguna medida. De manera simultánea, se incuban y reafirman emociones y valores en una sucesión de situaciones extremas.

La identificación lleva a que alguien llegue a experimentar enfado ante la traición que sufre uno de los personajes. De alguna manera, nos invita a acompañar deseos de venganza, inquietudes, depresión, ansiedad, etc. Ante esos culebrones, el cerebro llega a producir cortisol o adrenalina. Se trata de un entretenimiento que, por su juego con nuestras emociones, puede llegar a desequilibrarnos en este plano.

El alimento del cerebro

El cerebro se alimenta de lo que llega hasta a él, ya sea la estimulación que procede de los sentidos o la glucosa de la ingesta de alimentos. Si el nutriente son los culebrones, el resultado es el mismo que se produce en un cuerpo abastecido por una dieta descompensada.

Una prueba llevada a cabo por el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (Ceneval) mostró que los jóvenes que ven telenovelas melodramáticas con frecuencia obtuvieron 12 puntos menos, como media, en los exámenes de ingreso en comparación con quienes veían otro tipo de programas.

A menudo, en busca del entretenimiento, los culebrones muestran una versión falseada de la vida. Además, el esquema suele repetirse en forma de cuento moderno para adultos: se trata de una historia de buenos y malos en la que suelen ganar los buenos o, al menos, no ganan los malos. Las tramas utilizan temas universales, como son el amor, el miedo, el honor, la justicia o la venganza.

Mientras se desarrolla la historia, tenemos tiempo de experimentar todas esas emociones en sintonía con los personajes. Hay quienes llegan a vivir un duelo cuando finaliza el culebrón. Extrañan a los protagonistas y sienten que su vida ha perdido un poco de sentido sin ellos.

domingo, 16 de abril de 2023

Si eres curioso, disfrutarás más del amor

¿Te consideras curioso? ¿Miras el mundo con la mente abierta? Entonces, según la ciencia, tienes una mayor sensibilidad en el ámbito interpersonal, lo que te permitirá construir relaciones más satisfactorias, respetuosas y felices.

La curiosidad se define como un fuerte deseo de aprender o saber. Todos sabemos qué se siente cuando nos abraza su irresistible impronta. Sin embargo, es posible que muchos no conozcan la relación que tiene la conducta o el impulso curioso con el amor. Según un estudio, las personas que más se dejan llevar por este comportamiento suelen conseguir antes eso que llamamos intimidad.

¿Cómo puede ser? ¿Qué vínculo puede tener el ser más o menos curioso con encontrar el amor y conservarlo más tiempo? Pues lo cierto es que bastante. Esa inclinación y motivación extrínseca por atesorar conocimientos hace que seamos más abiertos, sensibles y orientados a la conexión interpersonal.

Sabiendo esto, más de uno dirá aquello de “puesto que el ser humano es curioso por naturaleza, todos deberíamos tener éxito en el campo de las relaciones afectivas”. Bien, aunque nos sorprenda, la realidad es otra.

Cada uno de nosotros llegamos al mundo siendo curioso, criaturas ávidas por atesorar experiencias y conocimientos, no hay duda. Sin embargo, con el tiempo, muchos desarrollan una mente más rígida y con escaso interés por explorar, comprender y descubrir otras perspectivas. En el momento en que el cerebro deja de ser curioso, perdemos algo más que la oportunidad de asentar nuevos aprendizajes.

Una mente cerrada es una mente agresiva. Descubramos por qué.

Si eres curioso, serás más feliz

Los neurocientíficos insisten en que pocos impulsos tienen tanta influencia en nuestra existencia como la curiosidad. Una investigación de la Universidad de Rochester apunta a que esta dimensión es un motivador para el aprendizaje, para la toma de decisiones y para lograr un desarrollo saludable como seres humanos.

Pensemos en ello. Si eres curioso, muestras un interés subyacente por conectar con los demás, por saber cómo son sus vidas, qué les gusta, cuál es su pasado y cuáles son sus sueños. Si eres curioso, te define también la apertura emocional y el deseo de lograr intimidad. De este modo, si esta conducta tan decisiva, positiva y poderosa forma parte de nuestro registro cerebral, es por algo.

Dicha experiencia interna es el combustible que nos mueve para obtener más información sobre nuestro entorno. En especial de las personas que forman parte de él. Nos ayuda a actualizar creencias, percepciones y sentimientos para forjar relaciones más respetuosas y significativas con los demás. Curiosidad es apertura, mente flexible y un corazón que se orienta otros seres humanos.

Amar también es deseo por saber del otro

Hay muchas relaciones que llegan a un punto muerto. Tener como pareja a alguien que no se interesa por lo que pensamos, opinamos o valoramos hace que ese vínculo se marchite. Sin embargo, quien se defina por una alta curiosidad siempre se sentirá motivado por saber qué piensa, qué siente y qué necesita el ser amado.

La curiosidad social y emocional también es un constructo psicológico que actúa como facilitador de la sensibilidad en el ámbito interpersonal. Es un tipo de conducta motivada que nos permitirá tanto encontrar pareja como mejorar cualquier relación existente. Si eres curioso, desarrollarás mejores habilidades de comunicación para llegar al otro y tu disposición será siempre más abierta, positiva y respetuosa.

Una mente que desea conocer, descubrir y comprender es menos agresiva

La Universidad George Mason realizó una investigación liderada por el doctor Todd B. Kashdan. Evidenciaron cómo la curiosidad es un antídoto contra la agresión interpersonal. Ser curioso es dejarnos guiar por un interés intrínseco por comprender, ampliar conocimiento y conectar con realidades ajenas a las nuestras.

Nada de esto se logra sin el respeto, la consideración y la empatía. Es más, algo que pudieron descubrir también es que el rasgo de la curiosidad diaria favorece una relación de pareja más feliz y alejada de cualquier atisbo de daño psicológico. En esencia, esta característica nos insta, de algún modo, a comportarnos de manera más amable, extrovertida y respetuosa entre nosotros.

Más allá de lo que nos dice la cultura popular sobre que la curiosidad mató al gato, en realidad, lo hizo más sabio y más feliz. Estamos ante una dimensión más compleja y sofisticada de lo que pensamos. Y su impacto en nuestro bienestar social y emocional es inmenso.

Si eres curioso tendrás un salvavidas cotidiano

Sabemos ya que esta dimensión actúa como ese pegamento social que nos permite conectar los unos con los otros. Sentir interés por el universo personal de quien tienes delante es como construir un puente para llegar a él. Ahora bien, hay otro aspecto que vale la pena tener presente. La curiosidad por uno mismo también es necesaria: te permite comprender más tu propia realidad.

A veces, vivimos en piloto automático o situamos en exceso la atención en los demás antes que en nosotros mismos. No podemos descuidarnos. Sentir interés por cómo estamos, qué sentimos y cómo procesamos cada situación también revierte en nuestro bienestar y es un salvavidas cotidiano.

En esencia, si eres curioso, no solo serás un poco más feliz en el amor. También te permitirás crecer como ser humano, adaptándote mejor a un mundo siempre complejo y cambiante. Procuremos también que nuestros niños no pierdan este don, esta virtud natural que a veces, debido a la educación o a entornos poco favorables, tiende a desgastarse y a perder su luz natural…

sábado, 15 de abril de 2023

Cuando la falta de amor se disfraza de hambre

¿Tienes hambre a toda horas? Quizás tu cuerpo esté reclamando algún nutriente que le falta. Un nutriente que no tienen que ver con tu dieta, sino con tu parte más emocional.

Existen personas que creen tener hambre todo el tiempo. Sin embargo, esta sensación no siempre se satisface con comida, ya que no siempre tiene que ver con ella. A menudo una ingesta voraz y desproporcionada está más bien asociada a carencias emocionales, como la falta de amor por parte de los demás o hacia uno mismo.

Lejos de ser la obtención de nutrientes la única razón por la que las personas comemos, existen muchos otros motivos válidos, aunque no todos ellos son igual de saludables. Sí, los seres humanos comemos para satisfacer la necesidad básica del hambre, pero también para apaciguar algunas emociones e intensificar otras.

Comemos para celebrar, para despedir, para cerrar ciclos. También por felicidad, por tristeza, por miedo, por ansiedad y por aburrimiento. Comemos porque nuestra pareja no nos responde un mensaje en WhatsApp, porque hace rato no sentimos el calor de un fuerte abrazo o porque no somos capaces de mirarnos con ojos compasivos a través del espejo. Pues sí, el amor y el hambre parecen ir de la mano. 

Muestras de amor

Cuando nacemos nos dan nutrientes y amor a través de lo mismo: el alimento. En aquel momento, el hecho de que nuestra madre, padre o persona que nos cuida nos brinde alimento significa además una muestra de amor, contención y protección. Se nos nutre orgánica y emocionalmente a partir de la leche materna o biberón, que a menudo va acompañada de caricias, aromas, palabras amorosas y suaves melodías.

Proveer de alimento a un bebé es uno de los actos de amor más sinceros que puedes vivir. Quien lo recibe se sentirá amparado y seguro. Si sus necesidades fisiológicas y simbólicas están siendo satisfechas, cuando crezca tendrá la posibilidad de transformarse en alguien capaz de entregar amor a las otras personas y a sí mismo. En cambio, si la cuota necesaria de amor no está cubierta, posiblemente intente colmar ese vacío a través de aquello que le hace sentir protegido de forma instantánea: la comida.

Creemos que así la sensación de tristeza o angustia desaparecerá, pero lo que en verdad sucede es que solo se anestesia por un momento. Como vemos, no es tan descabellado pensar que confundir hambre de comida con hambre de amor es bastante razonable.

¿Te estás comiendo las emociones?

Hambre no es sinónimo de falta de amor, pero tienden a acercarse. A menudo, la escasez de afecto se traduce en exceso de comida. Aquella vez que asaltaste la despensa a las tres de la madrugada en busca de algo dulce quizás lo que realmente necesitabas era una abrazo. Quizás precisabas que alguien te escuchara la tarde que, después del trabajo, te diste un atracón. ¿Es posible que intentes mitigar la sensación de soledad cuando comes grandes volúmenes de comida?

Comer compulsivamente es un comportamiento que puede terminar convirtiéndose en habitual, pudiendo llegar a convertirse en un problema serio como lo es un trastorno de la conducta alimentaria. A su vez, puede ser una advertencia sobre estados emocionales displacenteros y disfuncionales. Frecuentemente, la compulsión surge como respuesta a sentirnos desesperadamente solos, incomprendidos o abandonados.

Lo cierto es que a todos nos pasó alguna vez eso de buscar bienestar en el lugar equivocado. Pues la comida no puede herirnos, ni ponernos límites, ni rechazarnos, ni enojarse con nosotros, las personas sí.

El amor está fuera de la nevera

Ahora bien, ¿cómo distinguir si es oportuno buscar en la nevera o fuera de ella? La respuesta es la siguiente: diferenciando nuestra necesidad de comida de nuestra necesidad de amor. O mejor llamadas, hambre fisiológica y hambre emocional.

La primera está regulada por el sistema homeostático, que es el encargado de mantener en equilibrio la energía y los nutrientes dentro de nuestro organismo. En cambio, el hambre emocional está regulada por el sistema hedónico que se asocia a la repetición de ciertos comportamientos como medio para obtener placer. Además, existen algunas características diferenciales que pueden ayudarnos a distinguir hambre fisiológica de emocional.

Ahora sí. Una vez que hayamos detectado que el hambre tiene que ver con el mundo emocional, podemos intentar saciarla de manera inteligente. El hambre emocional a menudo esconde un significado más profundo: la necesidad de aceptarnos. De querernos. De tratarnos con amabilidad.

La sensación de vacío y la insatisfacción personal muchas veces lleva el disfraz del hambre. Es entonces cuando optamos por consumir de manera rápida y poco consciente aquello que creemos nos hará sentir mejor.

A su vez, el hambre de amor propio no solo afecta a la dieta, sino también a nuestra actitud social. ¿Qué significa esto? Que si nos sentimos disconformes con quiénes somos, posiblemente tendamos a exigirle a los demás ese amor que sentimos que nos falta. En este caso, nos estaríamos acercando al resto de las personas desde la necesidad y no desde la elección.

La importancia de mirarse a uno mismo

Por más que las personas que nos acompañan tengan toda la intención de “sanar” nuestra falta de autoaceptación, difícilmente podrán: sus intentos por colmar nuestras carencias no serán suficientes, pues el vacío le pertenece solo a quien lo lleva dentro. Ni el exceso de comida ni el afán desmedido por ser amado bastarán para sosegar un hambre de amor.

En este sentido, la propuesta es que, si nos sentimos carentes de afecto, empecemos mirándonos a nosotros mismos con otros ojos. Si bien los vínculos interpersonales representan una parte fundamental del bienestar, el amor propio es indispensable. ¿Qué tal si trabajas para cultivarlo?