lunes, 31 de julio de 2023

¿Por qué me cuesta tanto cambiar?

Cambiar para mejorar la salud, asentar nuevos hábitos o crecer profesionalmente. ¿Te has dado cuenta de lo que nos cuesta llevar a cabo estos procesos? Hay factores que nos lo impiden y que te gustará conocer para desactivarlos. ¡Te los explicamos!

El cambio de comportamiento es un proceso de ingeniería psicológica que requiere la intervención de un artefacto cognitivo y emocional muy particular: la mente. Pocos procesos resultan tan complejos como frustrantes. ¿Has intentado asentar el hábito de ir al gimnasio, pero te rindes a los pocos días? ¿Desearías mejorar tu carácter y lo ves casi imposible? Todo esto te lleva a cuestionar por qué cuesta tanto cambiar.

Lograr que una transformación de comportamiento se quede a largo plazo de manera efectiva no es algo sencillo. No lo es, en primer lugar, porque al cerebro le cuesta asumir los cambios. Él siempre preferirá la homeostasis, es decir, que todo permanezca en equilibrio y que no varíe. Sin embargo, nuestro progreso como seres humanos, incluso nuestro bienestar, requiere asimilar nuevos hábitos.

Cambiar para alcanzar nuestra mejor versión, conquistar propósitos y sentirnos mejor es algo que todos deberíamos promover. Para lograrlo, nos será de utilidad conocer esos enemigos psicológicos que imposibilitan integrar conductas y actitudes diferentes. Porque este mecanismo requiere algo más que valor: demanda de nosotros nuevas herramientas mentales.

¿Por qué me cuesta tanto cambiar?

Si hay algo que promovemos desde la psicología es el cambio en el comportamiento para favorecer mejoras de las personas. Ofrecemos mecanismos con el fin de que, por sí mismas, den el paso al bienestar, al logro de metas saludables. No obstante, la evidencia nos dice que nuestro el cerebro está dominado por mecanismos inconscientes que dificultan la integración de nuevos hábitos.

Una investigación de la Universidad de Vermont, por ejemplo, destaca un punto importante. Cambiar un comportamiento es un proceso complejo y muy inestable, es decir, hay recaídas, pasos atrás y abandonos. No poder mantener de forma sostenida esas nuevas conductas o actitudes, puede revertir en la salud física y mental. Es, por tanto, un tema relevante.

Un modo de enfrentarnos a esas resistencias es conociéndolas. Porque, insistimos, muchas veces la dificultad no reside en la falta de voluntad o disciplina. Hay procesos psicológicos subyacentes que arrastramos durante años y que deberíamos detectar para desactivar. Los analizamos, a continuación.

Tus creencias limitantes

Las creencias limitantes son opiniones o percepciones negativas que tenemos de nosotros mismos y que nos condicionan. Es fundamental saber que buena parte de ellas se gestan en la infancia y educación. A menudo, incorporamos mensajes del todo invalidantes del exterior que merman nuestras valías, virtudes y fortalezas.

Creer que no somos capaces de algo, que somos falibles o poco competentes son obstáculos importantes para el proceso del cambio.

Un exceso de emociones de valencia negativa

Imagina que estás mal en tu relación de pareja, que eres muy infeliz. Sabes que debes dar el paso y dejar ese vínculo, pero hacerlo te da miedo. Si te preguntas por qué cuesta tanto cambiar y avanzar, las emociones de valencia negativa son un factor indiscutible. Está la angustia, la ansiedad, la sensación de culpa, la tristeza y hasta la vergüenza.

Ese cúmulo de sensaciones llenan tu mente de ideas adversas y hasta fatalistas. Temes fracasar o arrepentirte; a ello se le añade el miedo a lo desconocido. ¿Qué pasará después del cambio?

Síndrome del impostor y la baja autoestima

Dar un paso hacia delante, más que esfuerzos, requiere compromiso y plena confianza en uno mismo. Si esto último falla, todo se derrumba. De este modo, es muy común, por ejemplo, que las personas con síndrome del impostor (las que creen que no son inteligentes y que nunca están a la altura de casi nada) les cueste radicar nuevos hábitos.

Cuando uno no sintoniza con sus valías y evidencia, además, una baja autoestima, resulta complejo promover un cambio a largo plazo.

Cuesta cambiar por tus disonancias cognitivas y autoengaños

Saber que el sedentarismo pasa factura a la salud, pero decirnos que no son más que falsos mitos. Entender que deberíamos buscar otro trabajo mejor, pero argumentarnos, a su vez, que más vale la pena tener algo seguro, aunque sea precario. Las disonancias cognitivas son mecanismos que nos permiten racionalizar las propias incoherencias para evitar el sufrimiento psicológico.

Ante ello, si te preguntas por qué cuesta tanto cambiar, es recomendable que revises algunos de tus autoengaños. Puede que seas muy consciente de que necesites dar nuevos pasos en tu vida, pero que estos te den miedo. Y para evitar esa angustia, recurres a razonamientos muy artificiales que justifiquen que sigues en tu zona de confort.

Subestimas el proceso

Un cambio no sucede de un día para otro. Promoverlo requiere de una artesanía meticulosa que demanda elementos emocionales, conductuales y cognitivos. Pasar por alto esos componentes hará que fracasemos en ese intento. También que, en cada paso atrás, la autoimagen y autoestima se vengan abajo.

Los cambios exitosos son el resultado de múltiples pasos interconectados entre sí que requieren de un compromiso, tener claro el propósito y añadir buenas dosis de entusiasmo. Sin embargo, a veces, por falta de conciencia y de herramientas para comprender estos procesos, erramos en los mismos.

Estrategias para llevar a cabo un cambio con efectividad

La ciencia siempre se ha preocupado por el cambio. Un estudio de la Universidad de Helsinki e Irlanda, por ejemplo, destaca algo llamativo. En el potencial del cambio humano se integran factores sociales, emocionales y también biológicos.

Para alcanzarlo, debes trabajar desde aspectos motivacionales, comportamentales y educacionales, hasta revisar muchas de las creencias que se integran en tu universo psicológico. Es momento de reflexionar en esas herramientas que te facilitarán este proceso.

1. Para despertar tu motivación, recuerda tus razones del cambio

La motivación no siempre la encontramos cuando la necesitamos. Hay días en que fallan las fuerzas y la mente no responde. Si necesitas iniciar un cambio, debes clarificar tus propósitos y el motivo por el cual necesitas dar dicho paso. Ese será tu combustible cotidiano.

2. Plan de acción: planifica-evalúa-corrige

A la hora de iniciar un nuevo hábito o asentar una transformación, es necesario definir un plan de acción. No es bueno improvisar, lo ideal es diseñar los pasos a seguir y, después, evaluar ese proceso. ¿Nos está siendo útil? ¿Deberíamos modificar algo? Todo plan debe ser flexible para ir adaptándonos a cada desafío y circunstancia.

3. Maneja el estrés

Es necesario integrar en nuestro día a día recursos de manejo del estrés. Al fin y al cabo, todo cambio nos sitúa en nuevos escenarios que nos hacen tambalearnos o acumular emociones de valencia negativa. No dudes en practicar algún deporte, técnica de relajación o meditación. Con ellas darás paso a una mente más relajada y a un cuerpo con menos cortisol.

4. Potencia tu autoeficacia: eres hábil y competente

La autoeficacia es la confianza que tenemos en nuestras competencias para lograr aquello que deseamos. Este es el tendón psicológico más decisivo al integrar un cambio en la vida. Es saber que tenemos recursos para lograrlo, que somos hábiles y que disponemos de competencias para tener éxito.

5. Sí a los pequeños avances cotidianos: menos siempre es más

En el libro Hábitos atómicos, de James Clear, nos habla del poder que tienen los pequeños logros cotidianos. A veces, los grandes cambios requieren solo diminutos avances diarios, ser constantes y enfocarnos en nuestro propósito. Por ello, recuerda que no es bueno precipitarse o hacer demasiadas variaciones a la vez. Mejor poco a poco.

6. Disciplina y acción

Muchas veces situamos la mirada en la motivación a la hora de iniciar un cambio. Pero este elemento emocional no siempre aparece cuando más lo necesitamos. Es ahí cuando entra en acción el factor más decisivo: la disciplina. Así es, debemos ser disciplinados y comprender que asentar nuevos hábitos requiere compromiso, acción y repetición.

7. Resistencia a la frustración

¿Quién no se ha sentido frustrado al comprobar lo difícil que es iniciar un cambio? Nada es tan común como dar un paso atrás, fallar, venirse abajo durante unos días y, después, avanzar otra vez. Ningún cambio es lineal, siempre hay altibajos y debemos saber resistirlos y aceptarlos.

Compromiso con el cambio

Si te has preguntado por qué cuesta tanto cambiar, debes saber que esta es una experiencia compartida. No eres el único. Vale la pena recordarte que tienes un potencial extraordinario para lograrlo. Puedes hacerlo. Comprométete en estos pasos, hazlos tuyos y conquistarás esa cima que tanto anhelas para tu bienestar y autorrealización.

domingo, 30 de julio de 2023

«Every Mind Matters», la campaña de salud mental que arrasa en Reino Unido

Transmitir de una manera clara y concisa información relacionada con la salud mental y cómo mejorarla, es el objetivo de «Every Mind Matters». ¿Qué elementos tiene este programa? ¿Cuáles son sus fortalezas? En este artículo te contamos más al respecto.

«Every Mind Matters» es un bonito título con un significado profundo: ‘cada mente importa’. Lanzada en el año 2019 por parte del Gobierno inglés, busca dotar a las personas de herramientas para el autocuidado de la salud en la esfera mental. Entre los contenidos que aborda hay temáticas muy actuales, como los problemas relacionados con el sueño, los síntomas depresivos y el estrés.

Las afecciones de salud mental asolan a nuestra sociedad. Su impacto es tan elevado como para disparar las alarmas internacionales. De hecho, la Organización Mundial de la Salud enfatiza la importancia de actuar con urgencia sobre el tema, llamando a todos los países a que aceleren y apliquen planes de acción. En este contexto, el Reino Unido lanzó la campaña Every Mind Matters.

Psicoeducación «masiva»: un método de prevención

Proporcionar conocimientos e información relativos a la salud mental es fundamental. Con base en ello, es útil lanzar campañas que aborden determinados síntomas y permitan a las personas identificar en sí mismas posibles entidades clínicas como la depresión o los trastornos de ansiedad. El objetivo es que, de manera potencial, la persona sea capaz de manejar el diagnóstico o prevenirlo (Stuart et al., 2023).

De acuerdo con una revisión publicada en BMC Public Health, para que una campaña de estas características sea eficaz e impacte de manera positiva en la ciudadanía, debe promover los siguientes aspectos:
  1. La lucha contra el estigma.
  2. La búsqueda de ayuda, si fuera necesario.
  3. Información acerca de cómo mejorar la salud mental.
  4. Detalles sobre las diversas entidades clínicas y la forma en que pueden tratarse.
Son múltiples las vías o canales que sirven de vehículo para transmitir dicha información. Desde la radio hasta las apps, el propósito es llegar al mayor número de personas en el menor tiempo posible. En el contexto de la iniciativa inglesa, se buscó que las personas accedieran a la web de la campaña, cuyos contenidos abordan tópicos como los listados a continuación (Stuart et al., 2023):
  • Síntomas de estrés o de ansiedad y sus posibles orígenes.
  • Consejos para manejar las señales del estrés y de la ansiedad.
  • Pautas para ayudar a compañeros o amigos con problemas de salud mental.
  • Información de centros sanitarios, en caso de que se necesitase ayuda inmediata.
Una de las particularidades más atractivas de la campaña en cuestión es «Your mind plan» o ‘el plan de tu mente’, traducido al español. Este es un instrumento de evaluación que, tras su corrección, proporciona de manera automatizada un programa con conductas y otros consejos, en función de los problemas que presenta la persona.

El éxito de la campaña Every Mind Matters

Every Mind Matters se lanzó en un momento muy oportuno. De manera previa al primer caso de COVID-19, la campaña estaba en las calles de la sociedad británica. De hecho, se le añadió una subsección relacionada con la pandemia.

El resultado de esta iniciativa es, en términos generales, muy bueno. Una de las características más apreciadas de la web fue la facilidad a la hora de acceder y utilizar los recursos en ella. La página es atractiva, tanto en términos visuales como lingüísticos.

Lejos de emplear palabras técnicas o difíciles, «Cada Mente Importa» habla sobre salud mental de manera clara y amistosa, agradable y acogedora. Las personas que se sumergen entre sus contenidos manifiestan que comprenden lo que leen.

«Your mind plan»: una opción llamativa

Como se ha visto anteriormente, your mind plan es un recopilatorio de consejos personalizados que el ciudadano recibe después de una breve evaluación. Algunos de sus puntos más destacados son los que ahora veremos (Stuart et al., 2023):

  • Producir cambios mediante pequeñas acciones, como la relajación muscular o ejercicios de reestructuración cognitiva.
  • Utilizar la web como si fuera una «compañera» que estuviera disponible todo el día y siempre que lo necesitase la persona.
  • Comprometerse con el plan. Entre los consejos o recomendaciones que propone encontramos ser más activos en el día a día y moverse más. Por ejemplo, realizando deporte durante diez minutos.
¿Las campañas de este tipo supone algún riesgo?

Por último, a pesar de los beneficios que pueden aportar de manera potencial estas campañas informativas, no están exentas de riesgos. En este sentido, es recomendable que se considere la opción de acudir a un profesional sanitario, si persiste el malestar al margen de los consejos que ofrecen los programas sobre salud mental.

Every Mind Matters ha sido un éxito rotundo. Entre sus fortalezas resaltan la capacidad para informar mediante un lenguaje sencillo, la posibilidad de aplicar una evaluación breve en formato online y la obtención de un plan con recomendaciones personalizadas.

sábado, 29 de julio de 2023

5 ejercicios de «mindfulness» para los niños

La práctica de «mindfulness» tiene mucho valor para los niños. ¿De qué va esta técnica y cómo aplicarla en los chicos? Enseguida te lo contamos.

El estrés es un dardo de punta fina y punzante que afecta, incluso, a la infancia. Debido a ello, dotar a los niños de estrategias como el mindfulness o «mente plena», contribuye con un mejor manejo de situaciones adversas y a una mayor calidad de vida en el futuro. Se trata de ejercicios sencillos y breves que tienen el potencial de ser saludables en esta etapa.

De hecho, esta práctica constituye, en potencia, una importante vía para la autorregulación emocional. Es decir, permite a los infantes autorregularse porque dirigen el foco de su atención de una forma característica; centran su conciencia por completo y sin juzgar lo que acude a su mente en el ahora.

Mindfulness: una herramienta poderosa

De acuerdo con una investigación publicada por la editorial académica Elsevier, el mindfulness proporciona a los niños herramientas para enfrentar situaciones estresantes sin tratar de modificar la experiencia de malestar (Perry-Parrish et al., 2016). Esto es importante, ya que lo primero que las personas tienden a hacer es intentar reducir o eliminar la experiencia dolorosa.

Sin embargo, el propósito del mindfulness es lograr un equilibrio entre el anhelo de estar mejor y la aceptación consciente y voluntaria de que el dolor es inevitable e intrínseco al ser humano.

Fruto del estrés que se puede experimentar en la infancia, es posible que queden secuelas psicológicas (Perry-Parrish et al., 2016). Hablamos de problemas internalizantes, como los trastornos depresivos; y de problemas externalizantes, como los trastornos disruptivos.

Ejercicios de mindfulness para los niños

De manera reciente, el Consejo General de la Psicología Española, a través de su portal Infocop, publicó esta guía de mindfulness para niños, con ejercicios sencillos que podemos ayudarles a poner en práctica. ¡Vamos a verlos!

1. Lanzar flores

Consiste en imaginar que coge 20 flores en el campo y que luego se sienta en una gran piedra en mitad del camino. Enseguida, cierra los ojos y observa cómo es su respiración. Cuando inspire, coge una flor. Cuando espire, la lanza.

2. Sonar una campanilla

Que repique una campana y esté atento hasta que el sonido desaparezca. ¿Cerró los ojos? ¿Se distrajo? ¿Pensó en algo? Si su atención se desvió hacia otros estímulos, repitan el ejercicio. El objetivo es que, con práctica, aumente su capacidad de atención.

3. Dar un masaje

Haz que el niño te dé un masaje, amasando como si fuera la masa de una pizza. Al terminar, que frote 
muy bien sus manos una con la otra. Pregúntale si siente calor y que se centre en esa sensación. El objetivo es entrar en contacto con el cuerpo, es decir, ser más consciente de otro.

4. Respirar

Pídele que centre la atención en el flujo de aire que emerge y entra en sus pulmones. Haz que utilice la 
respiración como si fuera un ancla al presente. Si se desvías de la tarea, no importa; que redirija su atención al ancla de la respiración. Para ello, sirve imaginar que los pulmones son un globo que se expande con la entrada del aire.

5. Aplicar el RAIN

La autorregulación de las emociones implica una serie de fases. Según la guía (Infocop, 2022), el niño puede usar acrónimo RAIN o ‘lluvia’, como forma de promover la autorregulación. En concreto, se compone de los siguientes aspectos:

  • Reconocer. Permite al infante identificar qué emoción comienza a sentir. Por ejemplo, el enfado o la tristeza.
  • Aceptar. Se refiere a «dejar estar» la emoción, sin juzgarla, sin evitarla, sin rechazarla. Se refiere al hecho de esperar, hasta que la emoción pierda intensidad.
  • Investigar. ¿En qué parte del cuerpo sientes la emoción? La respuesta a esta pregunta promueve una mayor autorregulación a través del reconocimiento corporal o body-scan.
  • No apagarse. La localización corporal de la emoción, a la par de su identificación y aceptación, ayuda a los infantes a que no se fusionen con el malestar. Tras observar la emoción experimentada, le permitimos que se vaya y seguimos realizando ejercicios de respiración.
¿Cuáles son los efectos del mindfulness en la infancia?

Enseñar a los infantes atención plena sobre el momento que viven en el «ahora» es una lección muy valiosa. Aparte de reducir el estrés, les brinda un mejor manejo de su cosmos emocional y les proporciona una sensación de calma que es necesaria para vivir en la sociedad estresante actual.

El mindfulness en la niñez les permite autorregularse mejor. En concreto, la investigación liderada por la doctora Perry-Parrish et al., (2016) encontró los siguientes resultados:

  • Disminución de la rumiación, de la ansiedad, de la ira y de los pensamientos y emociones desagradables.
  • Aumento de las estrategias adaptativas de afrontamiento, como un incremento del autoconocimiento, más control de los impulsos, una mejora en la atención y un aumento en la flexibilidad cognitiva.
Es decir, el mindfulness favorece, promueve y potencia una mayor aceptación de los eventos desagradables. De la mano de lo anterior, contribuye al aumento en la conciencia de «sí mismo», lo que se traduce en que las emociones aversivas, como la angustia o la irritabilidad, en vez de evitarse, pueden aceptarse hasta que disminuya su intensidad.

viernes, 28 de julio de 2023

Terapia de realidad de William Glasser: un refuerzo a tus necesidades

William Glasser fue un psiquiatra que introdujo la «teoría de la elección». Según él, todos podríamos ser más felices y satisfacer nuestras necesidades si tomáramos mejores decisiones. ¿Quieres conocer el tipo de terapia que diseñó? Te la explicamos.

¿Sientes que muchas de tus necesidades más básicas están insatisfechas? Si hay algo que anhelamos como seres humanos son las relaciones de calidad, estar bien con nosotros mismos y percibir que tenemos cierto control sobre nuestra vida. En cuanto alguno de estos pilares falla, surge la insatisfacción, la sensación de vacío y el malestar psicológico, temas que aborda la terapia de realidad de William Glasser.

Este enfoque es tan interesante como práctico. Se trata de una técnica que busca mejorar la satisfacción propia, dándonos herramientas para tomar mejores decisiones. La cuestión es que, por norma, solo cuando orientamos de forma más acertada nuestros pasos y elecciones encontramos aquello que nos hace más felices.

¿Quién fue William Glasser?

William Glasser (1925-2013) fue un psiquiatra estadounidense conocido por desarrollar la teoría de la elección y la terapia de la realidad, a lo largo de los años 50 y 60. Su labor es reconocida por la Asociación Americana de Psicoterapia (APA) y obtuvo, incluso, el premio vitalicio al mérito del Centro Internacional para el Estudio de la Psiquiatría y la Psicología.

Glasser es conocido, sobre todo, por cuestionar el uso de las clásicas etiquetas clínicas del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales o DSM. Rechazó la utilización de psicofármacos en la salud mental y postuló que el bienestar humano mejora si nos ofrecen herramientas para tomar decisiones acertadas. Solo así satisfacemos nuestras necesidades más básicas.

Su libro, Reality Therapy  (1965), resultó un éxito en ventas por aportar una perspectiva novedosa del pensamiento psicológico. Era esa que abogaba por la capacidad de elección para mejorar nuestra existencia. Su trabajo dejó una impronta positiva en el campo de la salud mental, los negocios y en la educación.

La teoría de la elección: ¿en qué consiste?

El núcleo central de la terapia de realidad de William Glasser orbita alrededor de la teoría de la elección. Consiste en un modelo que parte del paradigma cognitivo y que nos dice algo muy sencillo. Aunque lo que nos rodee pueda condicionarnos, la responsabilidad última a la hora de tener el control de la vida para mejorarla, es solo nuestra.

El autocontrol es la herramienta apropiada para estar bien y es esa una base que deberíamos atender. Asimismo, Glasser señalaba que nuestra conducta se impulsa por las siguientes cinco necesidades básicas:
  • El amor.
  • El poder.
  • La libertad.
  • La diversión.
  • La supervivencia.
De este modo, a la hora de orientarnos hacia estas dimensiones para garantizar el bienestar, debemos hacerlo siempre de forma realista, responsabilizándonos de nuestros actos, pensamientos y emociones.

Terapia de realidad de William Glasser: objetivos y técnicas

El terapeuta Robert E. Wubbolding realizó una investigación en el 2011 para analizar las claves de la terapia de realidad de William Glasser. El fin de este modelo clínico es descubrir las necesidades no satisfechas de la persona y orientarla para que, a través de mejores planes y estrategias, logre nutrirlas.

Esto se consigue anclando al paciente a su realidad actual para que, desde ese punto de partida más objetivo, tome decisiones responsables. Es así como le guían hacia sus metas y, en última instancia, hacia el bienestar psicológico. Veamos ahora, qué técnicas son las que emplea.

1. Hábitos de relación

¿Cómo son tus vínculos relacionales en el momento presente? ¿Eres feliz con tu pareja? ¿Tienes problemas familiares? La terapia de realidad sitúa una especial atención a la calidad de los lazos sociales. Ellos configuran un pilar esencial en el bienestar o, por contra, en nuestro malestar. Para ello, se centra en analizar los componentes mencionados a continuación:

Hábitos de conexión:
  • Apoyo.
  • Escucha.
  • Motivación.
  • Comprensión.
Hábitos de desconexión
  • Culpa.
  • Queja.
2. Percepción de la realidad

Cada persona filtra la realidad de una manera, partiendo de cómo se siente y también de sus experiencias. Esto resulta decisivo para comprender el origen de muchos malestares e infelicidad. El presente modelo terapéutico busca analizar la percepción que tiene el paciente sobre cada aspecto que le rodea. Ese es el punto inicial desde el cual trabajar.

3. Análisis de propósitos y estilos de control

A la hora de alcanzar una meta o un propósito es esencial comprender cómo orienta sus esfuerzos la persona hacia dichos objetivos. Hay quien asume que apenas tiene control sobre su realidad. Son muchos los que opinan que las circunstancias nos determinan y que poco hay que hacer al respecto.

La terapia de Gasser ofrece estrategias a los pacientes para que asuman un locus de control interno. Es decir, entender que uno mismo es responsable de su propia vida y por ello, puede aplicar estrategias en pro de lo que desea.

4. El lugar de comparación

La técnica del lugar de comparación pretende favorecer en el ser humano una idea: aquello que deseas debe estar cerca de aquello que tienes. En otras palabras, ser realistas y conocer nuestras competencias. Las metas demasiado fantasiosas conducen —casi siempre— al fracaso. En cambio, los objetivos que están en sintonía con las capacidades serán más exitosos.

¿A quién va dirigida la terapia de realidad?

La terapia de realidad se usa en varios escenarios clínicos con notable eficacia. Su principal beneficio es, sin duda, favorecer en los pacientes recursos para mejorar su responsabilidad personal. Puesto que esta dimensión es la piedra angular de muchos ámbitos vitales, podemos imaginar sin duda sus aplicaciones.

Por ejemplo, en una investigación realizada en la Universidad Dongshin, en Corea, se vio la mejora en personas con esquizofrenia. Se optimizaron dimensiones como la autoestima, el afrontamiento del estrés y el locus de control interno. No obstante, veamos enseguida en qué otros escenarios es útil esta terapia:
  • Adicciones.
  • Terapia familiar.
  • Parejas con problemas.
  • Mejora del rendimiento escolar.
  • Pacientes con trastornos de la personalidad.
  • Desarrollo personal y consecución de objetivos laborales.
Efectividad y aspectos finales

Hay un detalle importante que debemos destacar sobre la terapia de realidad. Estamos ante un enfoque que no acepta la existencia de las diferentes etiquetas clínicas de los trastornos mentales. Su autor, nunca vio con buenos ojos considerar a sus pacientes como «personas con depresión» o «pacientes con esquizofrenia». Huyó tanto de las etiquetas como de los fármacos.

Para Glasser, los comportamientos son opciones que pueden mejorarse en el entorno terapéutico. El principal axioma es orientar a los pacientes para que tomen mejores decisiones partiendo de su realidad particular.

Asimismo, si nos preguntamos por su efectividad, cabe señalar que se aplica con éxito en el ámbito de pareja, en las escuelas, para desarrollar la responsabilidad de los niños y, como hemos señalado, en personas con esquizofrenia. Se trata de un modelo terapéutico interesante que trabaja tanto el bienestar como el desarrollo personal.


jueves, 27 de julio de 2023

Síndrome de abuso infantil e impulsividad, ¿cómo se relacionan?

Quienes maltratan a los menores tienden a ser poseedores de altos niveles de impulsividad. Y se ha encontrado que dicha impulsividad está relacionada de manera especial con el abuso infantil más violento y desgarrador. Indaguemos al respecto.

El síndrome de abuso infantil engloba una serie de síntomas que emergen en el niño cuando es la víctima de comportamientos violentos; por norma, perpetrados por personas que son significativas para él. Hablamos de un cuadro multifactorial y multicultural, siendo uno de los grandes retos a los que nos enfrentamos como sociedad, puesto que la violencia o la negligencia ejercida durante la infancia suele ser ocultada, negada y olvidada.

Por otro lado, los maltratadores tienden a ser sujetos con niveles impulsivos elevados. De esta manera, ante pequeñas provocaciones, reaccionan con la peor y más violenta de las respuestas posibles. Fruto del maltrato, la mente del niño queda deformada, malograda y empobrecida, proyectando un futuro sin esperanza. Pero antes de ahondar en el síndrome, revisemos lo concerniente a la impulsividad.

¿Qué es la impulsividad?

La «impulsividad» ha sido definida desde distintas perspectivas. De acuerdo con la revisión de la psicóloga Cristina Arias (Arias et al., 2021), este corresponde a la ‘reacción a un estímulo, efectuada sin planificación’.

En consecuencia, la persona no tiene en cuenta las repercusiones o el impacto de su forma de responder. Además, las conductas que gravitan en torno a la impulsividad suelen tener una duración breve y unas consecuencias potencialmente desagradables.

La urgencia negativa, el punto de partida de la impulsividad

La percepción de «urgencia» es el motor, incombustible y aparentemente indomable, que dispara la conducta impulsiva o precipitada. La urgencia, en este contexto, se viste de emociones negativas (como la angustia, la irritabilidad o la furia) y precipita reacciones conductuales que en el ámbito del abuso infantil pueden ser desoladoras, desesperantes e incluso funestas.

La impulsividad podría concebirse, por tanto, como la ausencia de capacidad para inhibir una respuesta o una reacción nacida de un impulso. Vamos a explicarlo con el caso de Andrés, de 24 años, quien señala que cuando va caminando por Madrid y ve una prenda de ropa bonita, es incapaz de frenar su impulso para comprarla, a pesar de que su cuenta bancaria está en negativo.

Andrés es incapaz de abstener su impulso y, sin considerar las consecuencias (en este caso el endeudamiento), compra. Ha sucumbido ante la «percepción de urgencia».

Síndrome de abuso infantil: entre la vida y la muerte

A raíz de las atrocidades cometidas durante la II Guerra Mundial, se acuñó el término del «síndrome del infante maltratado», por parte de los profesionales sanitarios de la época (expertos en pediatría y radiología, principalmente), como consecuencia de los angustiantes casos que recibían.

Durante las décadas posteriores al evento bélico, se utilizó ampliamente para describir hechos en los que los cuidadores maltrataban físicamente a los menores.

Al incluir a otras formas de violencia (por ejemplo, la violencia psicológica), se modificó el nombre del síndrome, dando lugar a lo que hoy conocemos como «síndrome de abuso infantil» (Tsranchev et al., 2022). A pesar de que las características son claras, sus manifestaciones son múltiples, tanto a nivel físico (fracturas, moretones, mordeduras), como a escala psicológica (estrés postraumático, problemas de lenguaje o desórdenes de la personalidad).

Maltrato infantil: una forma potencialmente mortífera de violencia

De acuerdo con una investigación publicada en Folia Médica, el peor desenlace del maltrato infantil es la muerte del menor. Es en estos casos particulares de violencia infantil homicida, en los que la impulsividad juega un rol todavía más importante (Tsranchev et al., 2022). Por fortuna, son menos frecuentes que otras formas de maltrato.

Las personas que llegan a cometer estas atrocidades se caracterizan por ejercer el maltrato con una furia especialmente explosiva y voraz, en la que la impulsividad juega un papel preponderante. Son múltiples las conductas que llevan a cabo. Según el doctor Iván Tsranchev, del departamento de medicina forense de la Universidad búlgara de Plovdiv, podemos encontrar las siguientes:
  • Arrojar al menor contra cualquier superficie compacta.
  • Múltiples impactos al cuerpo del menor, en un corto periodo.
  • Acelerar o desacelerar rápida, reiterada y de forma repentina su cuerpo.
El síndrome de abuso infantil prevalece en la palestra pública. Sus consecuencias son inquietantes, lamentables y desgarradoras. Si el menor sobrevive, es posible que se enfrente a secuelas tan graves como lo es el trastorno por estrés postraumático o el trastorno límite de la personalidad.

Como hemos observado, la impulsividad tiene un rol clave en las conductas maltratadoras. Ante estímulos nimios o menores, el adulto reacciona sin tener en cuenta las repercusiones de su conducta. Consecuencias que tienen el potencial de desencadenar un infierno candente que acabe con el futuro del infante.

miércoles, 26 de julio de 2023

Adultos con síndrome de Peter Pan: causas, consecuencias y cómo lidiar con ellos

¿Conoces a alguien que, a pesar de ser un adulto, elude toda responsabilidad y te exaspera por su inmadurez? Hay personas que evidencian conductas del todo infantiles con las que cuesta lidiar. Te explicamos qué hacer en estas situaciones.

Hay personas de 30 o 40 que actúan de forma infantil e inmadura. Cuesta convivir con ellas porque difícilmente asumen alguna responsabilidad, son alérgicas a los compromisos y exhiben conductas muy egoístas. Si bien estos «adultos infantiles» no encajan en ninguna categoría clínica o trastorno psicológico como tal, trazan un fenómeno frecuente conocido como síndrome de Peter Pan.

Detrás de estos patrones de comportamiento suele estar un estilo de crianza deficiente, alteraciones en el estilo de apego o una personalidad narcisista. El problema es que, aunque nos sorprenda, estas figuras suelen ser infelices y evidenciar problemas en sus relaciones sociales. Si convives con alguien que encaja en tal perfil, te explicamos qué puedes hacer.

Adultos con síndrome de Peter Pan: ¿cuáles son las causas?

Quizás conoces a alguien incapaz de mantener una relación de pareja o tienes compañeros de trabajo con quienes resulta imposible cumplir objetivos por su falta de responsabilidad. Los adultos con síndrome de Peter Pan son aquellos cuya edad cronológica no coincide con lo que demuestran a nivel comportamental. Son inmaduros, infantiles, con tendencia a la evitación, etc.

Aunque no estemos ante una condición mental que aparezca en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V), desde el ámbito psicológico es notorio un detalle. El adulto infantil podría revelar otros trastornos subyacentes. Además, su conducta es claramente problemática en todos los ámbitos sociales y emocionales. Veamos, a continuación, qué explica esta conducta.

1. Estilos de crianza permisiva o sobreprotectora

Existen familias con un estilo de crianza deficitario que altera el desarrollo psicosocial del niño. La ausencia de límites claros, la permisividad y la falta de asunción de responsabilidades en la infancia, por ejemplo, suelen estar detrás del adulto con síndrome de Peter Pan.

Ahora bien, no dejemos de lado el impacto que tiene la sobreprotección a corto y largo plazo. Trabajos de investigación, como los realizados en la Universidad Estatal de California, destacan la imagen de los «padres helicóptero», es decir, aquellos que controlan en exceso la vida de sus hijos, lo cual merma la autoeficacia de estos últimos en sus etapas universitarias y laborales.

Los convierten, por así decirlo, en personas con serios problemas para asumir el control de sus propias vidas.

2. Un apego evitativo

La inmadurez emocional también puede tener su origen en un estilo de apego evitativo. Las raíces de esta característica yacen en la infancia, solo que, en este caso, en lugar de una sobreprotección, lo que pudieron sufrir es la falta de un afecto estable y nutritivo en el ámbito emocional.

Son situaciones en las cuales los cuidadores no favorecieron el desarrollo de las competencias emocionales del niño. En consecuencia, se tendría un adulto que huye a la intimidad emocional, que es incapaz de construir vínculos sólidos, maduros y saludables.

3. Personalidad narcisista

El adulto con síndrome de Peter Pan suele estar dentro de un espectro. Algunos evidencian unos rasgos más problemáticos y otros, en cambio, solo muestran algunas características. A menudo, esa forma de inmadurez y falta de responsabilidad se expresa en una personalidad claramente narcisista. En estos casos, su conducta suele ser la más compleja en todos los niveles.

Son personas egoístas, que cargan sobre los demás las responsabilidades propias y que buscan ser el centro de atención en todo momento. Como bien hemos señalado al inicio, con frecuencia, detrás de este patrón de comportamiento pudiera existir alguna condición psicológica; el trastorno narcisista de la personalidad es un ejemplo.

4. Falta de competencias emocionales y nula resistencia a la frustración

Hay personas adultas con las competencias emocionales de un niño de 3 años. Y el adulto con síndrome de Peter Pan es imagen de ello. Bien es cierto que la asunción de estas habilidades debe asentarse en la infancia; sin embargo, vemos con reiteración una clara negativa a la automejora cuando llegan a la edad madura.

La personalidad se encalla en esa incapacidad para tolerar las frustraciones y entender lo que es vivir en sociedad y ser adulto. Son mentes muy inflexibles y con una gran resistencia al cambio.

¿Cuáles son las consecuencias de ser un adulto infantil?

Es común ver a adultos con síndrome de Peter Pan. Es más, dado que la sobreprotección parental es un fenómeno cada vez más común, cabe la posibilidad de que se eleve el número de adultos infantiles. Tanto es así que pronto dispondremos de una escala para poder detectarlos, al menos en el género masculino.

La Universidad de Ondokuz Mayıs, en Turquía, desarrolló en el 2021 una técnica para llevar a cabo dicha evaluación. El instrumento medirá los constructos más significativos en esta condición. Esto será de gran utilidad, tanto para su detección como para su tratamiento.

No obstante, lo que ya se puede listar son a las consecuencias más comunes de dicha inmadurez psicosocial y emocional. A continuación, las presentamos.
  • Son desafiantes.
  • Tienen miedo a la soledad.
  • Muestran un elevado egoísmo.
  • Los trabajos les duran muy poco.
  • Son incapaces de manejar el estrés.
  • Evidencian fobias a los compromisos.
  • Son incapaces de resolver sus problemas.
  • Son incapaces de alcanzar metas personales.
  • Cuentan con pocos amigos y los pierden al poco tiempo.
  • Se mueven solo por deseos y necesidades inmediatas. Son muy impulsivos.
  • Pueden mostrar una gran dependencia de algunas figuras, por ejemplo, sus padres.
  • Presentan una elevada tendencia hacia los trastornos del estado de ánimo como la depresión.
  • Tienen rabietas, no regulan sus emociones y tampoco respetan las de los demás.
  • No asumen responsabilidades y son hábiles para dar excusas y justificar por qué no las llevan a cabo.
  • A menudo demuestran conductas pasivo-agresivas. Es decir, usan indirectas en su comunicación, son hostiles y nunca expresan lo que sienten o piensan de forma asertiva.
¿Cómo lidiar con las personas con síndrome de Peter Pan?

Los adultos con síndrome de Peter Pan son personas infelices. Más allá de que nos irrite su conducta, su irresponsabilidad y falta de competencias sociales, son figuras destinadas al fracaso en sociedad. El problema reside también en que son perfiles con una gran resistencia y oposición al cambio.

Dan Kiley fue el psicólogo que acuñó este término en 1983, tras publicar su libro El síndrome de Peter Pan. En él explicaba que muchos de sus pacientes presentaban esta característica y que, por lo general, era complicado avanzar en terapia. Sin embargo, ya contamos con nuevos enfoques y hay más maneras para lidiar con ellos. Analicemos algunas, a continuación.

1. Explícales la consecuencia de no asumir responsabilidades

Desde un punto de vista social, es imposible que alguien con este perfil logre adaptarse a nuestra realidad cotidiana. El adulto infantil debe tomar conciencia de lo que sucede cuando no se actúa de manera responsable. El resultado es la exclusión social, la soledad, la precariedad y la infelicidad. No dudemos en detallarles el efecto de su conducta.

2. Evita ser su cuidador

El problema del síndrome de Peter Pan es que, a veces, encuentra a su Wendy. Es decir, en muchas relaciones de pareja está la persona infantil y la figura que atiende y rescata al adulto infantilizado. Durante un tiempo esta unión puede nutrir las necesidades de cada uno, pero son vínculos destinados al fracaso y al sufrimiento.

No atendamos cada necesidad de estas figuras haciéndoles la vida más fácil. El objetivo es que conozcan el efecto de sus acciones y asuman responsabilidades.

3. Guíales para que busquen ayuda especializada

El síndrome de Peter Pan tiene detrás desencadenantes psicológicos que hay que comprender y tratar. Los problemas de apego, las mellas de una crianza disfuncional y la mala gestión emocional, pueden abordarse desde la terapia cognitiva-conductual. Asimismo, estos pacientes suelen experimentar depresiones encubiertas que necesitarán de tratamientos clínicos y farmacológicos.

Conclusión

Por término medio, la inmadurez adulta es el síntoma de una realidad más profunda que debe atenderse y sanarse. El origen de esta conducta está casi siempre en una infancia basada en la sobreprotección, la falta de límites o, por contra, en la desatención. Como dijo el psiquiatra Boris Cyrulnik: «Una niñez infeliz no determina la vida».

Podemos aplicar mecanismos para la mejora y lograr que esa persona sea alguien funcional socialmente.

martes, 25 de julio de 2023

Síntomas de estrés postraumático tras un infarto, ¿cuáles son y cómo se relacionan?

¿Sabías que un gran porcentaje de pacientes experimentan trastorno de estrés postraumático tras un infarto? En este artículo vamos a exponer los elementos que se encuentran detrás de esta asociación.

Cada vez son más las patologías que se vinculan con el estilo de vida de las personas. El estrés, estrechamente asociado, se considera un grave problema en materia de salud pública. Las enfermedades cardiovasculares (ECV), como el infarto, siguen siendo, a pesar de los estragos que produjo la pandemia, una de las principales fuentes de decesos en la mayoría de esos que conocemos como países desarrollados.

En España, los casos de deceso por infarto se encuentran, tristemente, al alza. Se estima que un 25 % de toda la mortalidad en nuestro país puede atribuirse a la enfermedad cardiovascular (Castilla et al., 2022).

Además, según la American Psychiatrich Association, el trastorno de estrés postraumático (TEPT) es una entidad clínica que designa a las personas que se han visto expuestas a una situación potencialmente mortal, hecho que es compatible con ser superviviente de un infarto.

Los factores psicosociales: el gatillo que produce el infarto

Existe un buen volumen de investigación que describe la influencia de diversos factores de tipo psicosocial en la génesis del infarto. Nos referimos al estrés creciente, producto de un estilo de vida «galopante» en el que todo parece ir extraordinariamente rápido. Nos referimos también a la presión que sufren las personas producto de su situación laboral y al estrés económico que sufren tras las constantes subidas en los precios.

Además, se han encontrado relaciones entre factores de personalidad (como la hostilidad) y estas enfermedades. Por ejemplo, los pacientes con tendencia a la hostilidad son más propensos a sufrir un infarto, así como los sujetos cuya personalidad se ha denominado de manera tradicional como «personalidad de tipo D» (Jackson et al., 2018).

Como consecuencia de los factores que acabamos de mencionar, los sujetos experimentan un mayor número de emociones de valencia negativa. La depresión y la ansiedad son dos de las entidades clínicas que más correlacionan con las ECV. Son la mecha que puede disparar la bala del infarto, pero también pueden afectar de manera significativa su curso (es decir, a cómo evoluciona) y a su pronóstico (es decir, si el cuadro se resolverá bien o tendrá complicaciones).

Los metaánalisis se definen, de manera pedagógica, como análisis de los análisis o estudios de los estudios. Constituyen una de las formas más sofisticadas de obtener evidencia científica, puesto que «crean ciencia, mediante los propios resultados científicos». En este sentido, los resultados de los metaánalisis indican inequívocamente que los factores de tipo psicosocial están asociados al curso y al pronóstico del infarto (Castilla et al., 2022). Tal y como menciona Murielle (2022):

Síntomas postraumáticos tras un infarto

Tras sufrir un infarto, los pacientes suelen informar de síntomas de estrés postraumático. Aunque su asociación con el pronóstico de la ECV está demostrada, los profesionales de la cardiología o la psicología de interconsulta y enlace (y otros profesionales) suelen prestar poca atención a estos síntomas. Esta ausencia de atención a los síntomas de estrés se ha visto que puede incrementar la probabilidad de que, en el futuro, el paciente reingrese por otros infartos.

Como hemos mencionado al comienzo del artículo, un infarto es una situación que pone en peligro la vida del paciente. Es decir, cumple con la definición dada por la American Psychiatrich Association. En este sentido, es habitual que los pacientes en situación de postinfarto experimenten cuadros de estrés agudo en las semanas posteriores al evento. Si los síntomas de estrés agudo continúan durante más de un mes, cabe la posibilidad de establecer como diagnóstico el TEPT.

Realizar una evaluación del estado mental del sujeto de manera inmediata después del infarto es importante desde un punto de vista clínico (Castilla et al., 2022). Aún se desconocen los mecanismos biológicos exactos que relacionan el estrés y la mortalidad tras una ECV. Sin embargo, se apunta a que podría producirse un aumento de la inflamación, así como una mala adherencia a los fármacos y hábitos de vida poco saludables.

¿Qué elementos predicen los síntomas de estrés postraumático tras un infarto?

Hay varios aspirantes a ser considerados como factores predictores de síntomatología postraumática tras un infarto. Según la investigadora Cristina Castilla, se han encontrado los siguientes:
  • Ser joven.
  • Poseer un nivel socioeconómico bajo.
  • Ser mujer.
  • Tener la percepción de «pérdida de control».
  • Padecer depresión en el momento del infarto.
  • Poseer antecedentes psiquiátricos.
  • Carecer de apoyo social.
  • Percibir el infarto como un evento «extremadamente grave».
  • Que el paciente atribuya el infarto «a sí mismo» (por ejemplo, «esto me ha pasado por no cuidar de mi salud).
La evidencia científica señala que las personas que han sufrido un infarto y, que a consecuencia de él, desarrollan un estado afectivo negativo tienden a desarrollar síntomas de estrés postraumático. Esto ocurre porque consideran el evento como «muy grave» y lo atribuyen a sí mismos («es mi culpa»).

Como hemos visto, es imperativo que los profesionales sanitarios que intervienen en la recuperación y rehabilitación de pacientes que han sufrido un ECM presten atención a los síntomas de estrés agudo y postraumáticos. En este sentido, se hace imprescindible una correcta evaluación, así como el desarrollo de protocolos de intervención que acoten y aminoren estos síntomas.

lunes, 24 de julio de 2023

Los beneficios del ballet en mujeres de más de 50

Cada vez son más las mujeres que, sin haber hecho nunca ballet, se inician en esta práctica. No solo disfrutan, sino que revolucionan su vida en muchos aspectos: su salud física mejora y obtienen grandes beneficios a nivel psicológico. Lo analizamos.

Decía el bailarín Jacques d’Amboise que «la danza es tu pulso, tu latido, tu respiración. Es el ritmo de tu vida. Es la expresión en tiempo y movimiento, en alegría y en tristeza». Es cierto, el ballet es esa forma de arte en la que el cuerpo humano se convierte en el canal de la emoción, en la partitura de una pieza musical y uno de los mecanismos más bellos de expresión.

Rudolf Nureyev, Anna Pávlova, Maya Plisétskaya… Hay nombres que brillaron con luz propia en el firmamento de la danza y que son la inspiración para las nuevas generaciones. Asimismo, y como bien sabemos, pocas disciplinas exigen de un entrenamiento tan duro, y de una dedicación tan absoluta como esta. Ahí tenemos películas como El cisne negro, mostrándonos los entresijos de este mundo.

Ahora bien, es evidente que cuando uno sitúa la mirada en dicha práctica puede pensar que está restringida para un solo tipo de personas. También, que únicamente es apta para quien la ejecuta desde la infancia. Nada más lejos de la realidad. Cualquier persona puede iniciarse en el ballet sin importar su edad; es más, ahora mismo es una de las aficiones favoritas entre las mujeres de mediana edad.

Ballet en mujeres de más de 50, salud y disfrute

Y tú… ¿Qué estás haciendo ahora mismo para envejecer de manera saludable? No importa que tengas 20, 30 o 40 años. Lograr que el paso del tiempo sea benévolo con nosotros y nos permita conservar durante más tiempo nuestras capacidades físicas y mentales, parte de lo que hagamos hoy. Invertir en calidad de vida en el momento presente revierte en el otoño de nuestra existencia.

El ballet en mujeres de más de 50 años se está convirtiendo en una moda en todo el mundo. Meterse en unas mallas y en unas punteras por primera vez en la mediana edad, puede parecer todo un desafío.

Sin embargo, se ha alzado como una práctica energizante que las protagonistas describen como algo muy placentero. Asimismo, desde un punto de vista psicológico y médico, la danza es uno de los mejores recursos para el bienestar en todas sus áreas…

1. Mejora de la autopercepción

Es evidente que quien se apunta a ballet cuando está en la mediana edad, no espera entrar en la compañía de la ópera de París. Lo que desea es ejercitar el cuerpo, pasarlo bien y aprender. Los profesores no se limitan tampoco en guiar a las alumnas en ejercicios fáciles. Buscan, sobre todo, que aprendan técnicas y mejoren habilidades como la coordinación y el equilibrio.

Una investigación de la Universidad de California destaca algo interesante. En la actualidad se realizan clases de ballet para mujeres de entre 23 y 87 años. La participación regular en estas sesiones mejora el autoconcepto y la autoexpresión femenina, en especial de las edades más avanzadas.

Evidencian un mayor aprecio por el propio cuerpo, una aceptación por el paso del tiempo y una mejor autoimagen. No se ven como mujeres mayores haciendo danza. Se autoperciben como bailarinas.

2. Un placentero desafío cognitivo

El ballet en mujeres de más de 50 no busca distraerlas durante unas horas a la semana. Son clases rigurosas que guían en el aprendizaje de unas técnicas de danza que pueden ser complejas. Es evidente que cada alumna tendrá su propio potencial y sus limitaciones. Sin embargo, algo que logra esta práctica es mejorar multitud de competencias cognitivas.

Atención, memoria, planificación y hasta la persistencia… Empezar clases de danza y disfrutar de ellas logra que se encienda la motivación y ese empeño por aprender, por asentar nuevas técnicas, por ver cómo mejora el rendimiento sensoriomotor.

La propiocepción, o la capacidad que tiene nuestro cerebro de saber la posición exacta de cada área del cuerpo, es una competencia que mejora con la danza. La memoria kinésica o el lenguaje corporal se ejercita y florece al máximo con el ballet.

3. Expresión física y emocional

Bailar es lograr una sintonía armoniosa entre el cuerpo y la música, entre la mente y los movimientos. Las emociones fluyen y encuentran un canal nuevo desde donde ser expresadas de formas nuevas. El ballet en las mujeres de más de 50 les permite reencontrarse y, descubrir a su vez, un medio innovador para desahogar sentimientos.

Asimismo, la danza es un medio extraordinario para manejar el estrés cotidiano, regular la ansiedad y oxigenar el cuerpo con esos neurotransmisores tan gratificantes como la serotonina o las endorfinas.

4. Conexión social y alianzas con otras mujeres

Uno de nuestros mayores problemas como sociedad es la soledad. Se trata de una dimensión que se intensifica con el paso de los años. Acudir a clases de danza de manera regular tiene innumerables beneficios sociales: forja amistades, permite vencer la timidez y facilita una enriquecedora conexión emocional.

Las mujeres crean una alianza con otras bailarinas de esa misma edad. Esto les permite compartir sentimientos, miedos y realidades comunes propias de esta época de la vida. Bailar forja nuevos vínculos, es un ejercicio individual y colectivo a la vez, íntimo, pero expresivo que mejora la comunicación a todos los niveles.

5. Envejecimiento saludable

No es fácil llegar a edades avanzadas con un cuerpo ágil y una mente despierta, curiosa y con ganas de seguir aprendiendo. Lo que hagamos hoy tendrá su eco en ese mañana cuando en nuestra sonrisa asomen las arrugas. El ballet en las mujeres de más de 50 facilita que el paso de los años reduzca muchas de las sintomatologías asociadas a la edad.

Un ejemplo, en una investigación de la Universidad de Alberta, en Canadá, se destaca cómo el ballet fortalece las articulaciones femeninas. Las fortalece y conserva su flexibilidad. Por no hablar de los músculos, de la coordinación, la agilidad… En consecuencia, pocas prácticas resultan más estimulantes a cualquier edad como bailar, como aprender técnicas de danza y disfrutar de este arte.

Dejemos caer los prejuicios sobre la edad y los cuerpos y demos el paso, el ballet es un medio para un fin. Es una oportunidad para redescubrirnos y potenciar nuestra salud y bienestar a todos los niveles. Dancemos.

domingo, 23 de julio de 2023

¿Qué hacer con la disociación?

A lo largo de nuestra vida podemos experimentar episodios de disociación, pero, ¿qué podemos hacer con ellos? ¡En este artículo te lo contamos!

¿Alguna vez has sentido que mantenías una conversación con alguien estando distraído o que por más que leyeras un texto no podías enterarte de su contenido? Incluso, ¿has vuelto a tu casa sin ser consciente de haber recorrido el camino de vuelta? Esto se conoce como disociación.

Pero, ¿qué es la disociación? Se trata de un mecanismo que nos permite “escapar” de nuestra realidad, la cual se ha podido ver influenciada por un periodo de alteración emocional, aunque este se remonte a la infancia. Disociar se puede entender a través de la típica expresión: «de cuerpo presente, pero de mente ausente».

¿Disociar siempre es disfuncional? La respuesta es que no, aunque con frecuencia se asocia a una respuesta de ansiedad.

¿Qué podemos hacer con la disociación?

Hay que destacar que la disociación se puede producir a lo largo de un largo espectro, desde no recordar momentos de nuestro día hasta soñar despiertos. Ahora bien, ¿qué podemos hacer con ella?

Utilizar nuestros sentidos

La primera propuesta es ayudarnos de uno o varios de nuestros sentidos en el momento presente, ¿cómo? Por ejemplo, podemos tocar algo que tengamos (ej. una chaqueta, una pared), oler un bote de colonia o incluso presionar el suelo con los pies.

Por ello, involucrar nuestros sentidos nos ayuda a “sentirnos conectados” y a estar presentes. Lo importante es ser conscientes de lo que estamos haciendo en el momento. Progresivamente, nuestros sentidos nos pueden ayudar a trabajar la disociación y conseguir poner nuestro foco de atención a nivel mental en aquella actividad, lugar o persona que queramos.

Otra idea interesante podría ser practicar la conocida aromaterapia. ¿Cómo puede influir en nosotros? Pues a través de los bulbos olfatorios de la nariz, los cuales envían la información de los aromas al sistema límbico, que es la parte del cerebro que procesa nuestras emociones.

Ejercicios de respiración

La respiración, una herramienta importante con la que contamos, nos puede servir como ayuda para gestionar diferentes estados emocionales que nos generan malestar. Además, realizar ejercicios de respiración nos puede ayudar a estar conectados con nuestra realidad.

Se trata de una práctica que podemos poner en marcha de manera progresiva. No es necesario dedicarle una gran cantidad de tiempo, y para ello nos podemos ayudar de determinadas indicaciones o videos.

Progresivamente, desarrollaremos una mayor facilidad para tener como herramientas propias estas pautas de respiración que iremos aprendiendo y a las que podremos poner en funcionamiento de manera inmediata.

Realizar actividades que nos hagan sentirnos “presentes”

Algunas actividades pueden ayudarnos a permanecer en el presente:
  • Describir nuestro entorno: puedes comenzar indicando el lugar donde te encuentras, y progresivamente ir describiendo detalles más específicos. Así, poco a poco, recuperarás la conexión con los que te está pasando ahora.
  • Practicar un deporte: encontrar un deporte que nos haga focalizar nuestra atención en este durante la duración del mismo.
  • Realizar una alimentación consciente: dedicar nuestra atención al momento en el que estamos comiendo, escuchando nuestras sensaciones tanto físicas como mentales.
  • Practicar meditación o mindfulness. El mindfulness tiene como objetivo practicar la consciencia en el momento presente. Ser capaces de dejar de prestar atención a pensamientos del pasado o futuro. Jon Kabat-Zinn, referente mundial de mindfulness, lo define como:
La terapia y la disociación

Hay técnicas para gestionar los síntomas característicos de la disociación. Podemos buscar un profesional especializado que nos brinde herramientas más específicas para nuestra disociación.

En terapia también solemos llegar a conocer el motivo de nuestras experiencias de disociación, es decir, la causa. Una información muy valiosa para diseñar un plan de intervención que realmente nos ayude.

En este sentido, no podemos olvidar que cada persona es diferente, por lo que la disociación de cada uno también. Cada disociación lleva implícita detrás una historia, con experiencias, emociones, factores y pensamientos diferentes.

Pero, ¿hay que realizar las recomendaciones anteriores? La clave no está en realizar cada una de las actividades anteriormente mencionadas. Lo importante es realizar una actividad que nos motive y nos hago poner nuestro foco de atención en ella y en nuestro momento presente, con el fin de contribuir a mejorar esos episodios de disociación.

¿No hay una única alternativa? No, se trata de buscar la alternativa que más nos ayude y se adapte a nosotros.

Entonces, ¿qué es lo que realmente nos ayuda a sentirnos conectados con el momento actual? Nuestra consciencia plena, lo que se entiende por vivir y sentir el momento actual. Aunque no se nos puede olvidar que es una habilidad más, la cual lleva tiempo adquirir, y no por ello debemos tirar la toalla.

A algunas personas les puede venir bien correr; en cambio, a otras dibujar. Cierto es, que podemos poner en prácticas varias de ellas, no solo aquellas que no nos cuesten esfuerzo. Tal vez, podemos combinar otras, las cuales nos pueden ayudar, pero sería interesante establecerlas como un hábito de manera progresiva. Hemos mencionado antes que la disociación se mueve a lo largo de un espectro, pues las posibles herramientas para gestionarla también.

sábado, 22 de julio de 2023

¿Cómo te afectan las series que ves en televisión?

Las series que consumes pueden influir en tu estado de ánimo, tu satisfacción vital y tu salud. Descubre más y podrás elegir de manera consciente las mejores opciones para ti.

Los medios audiovisuales se han convertido en nuestra principal fuente de ocio. Pasamos horas frente a la pantalla disfrutando de nuestros programas favoritos, entrando en un estado de semiadormecimiento en el que los capítulos se reproducen uno detrás de otro. Pero, ¿te has planteado cómo te afectan las series que ves? ¿Eres consciente del contenido que escoges consumir y cuáles son sus efectos?

Lo cierto es que si echamos un vistazo a las series del momento, comprobaremos que la mayoría de ellas tienen una temática gris, triste, dura o escabrosa. Se sabe que el thriller y el suspense tienen unos componentes característicos que los convierten en un género llamativo y adictivo. Pero, ¿puede afectarnos negativamente contemplar ese tipo de escenas y narrativas? Y, por el contrario, ¿son capaces las comedias de mejorar nuestro humor?

Las series de comedia mejoran el estado de ánimo

Esta es una realidad que probablemente habrás comprobado miles de veces. Y es que, por ejemplo, una serie de comedia es capaz de animarnos, aliviar el estrés y conectarnos con emociones positivas y agradables. Mientras vemos sus capítulos, nuestros problemas parecen diluirse, nos sentimos más animados a relativizar y más calmados y optimistas.

De hecho, muchas personas cuentan con sus propias «series de confort»: ficciones que hemos visto una y otra vez porque nos reconcilian con nosotros mismos o nos hacen sentir como en casa. Nos atrae de ellas su calidez y la familiaridad que nos generan; al verlas creamos una especie de burbuja a nuestro alrededor en la que podemos evadirnos.

Además, los efectos beneficiosos de estas series alegres y entrañables no se limitan al plano psicológico, sino que pueden también influir en el físico. Por ejemplo, un estudio llevado a cabo en 2003 encontró que ver un programa de comedia puede alterar los niveles de glucosa en sangre, suprimiendo su aumento tras una comida. Y es que las emociones positivas son capaces de modular los factores neuroendocrinos y la función inmunitaria.

Así afectan las series que ves a las emociones negativas

Ahora bien, ¿qué ocurre con las series de géneros como el drama, el suspense o el terror? Estas provocan emociones como el miedo, la tensión o la tristeza, sensaciones que normalmente queremos evitar.

Sin embargo, al visionar series de este tipo se disparan los niveles de adrenalina en el organismo, así como los de dopamina, con lo que pueden experimentarse intensas sensaciones de bienestar y placer. Esto es especialmente cierto en aquellas personas con el rasgo de personalidad conocido como búsqueda de novedad.

Además, se experimentan estas emociones en un entorno seguro y controlado; pues, sabemos que nada malo nos va a pasar y tenemos el control respecto a cuándo detener o quitar la serie y eliminar así la estimulación y las emociones.

Por otro lado, este tipo de contenido audiovisual puede ayudarnos a superar traumas o situaciones adversas del pasado al ver cómo otros abordan y se sobreponen a la adversidad. Incluso, puede suponer una especie de entrenamiento mental respecto a la toma de decisiones y el modo adecuado de responder en situaciones de amenaza.

Escoge con precaución

Sin embargo, no todo son buenas noticias, y es que la forma en que te afectan las series no siempre es positiva. Por ejemplo, las películas de terror son proclives a causar insomnio, pesadillas y otros trastornos del sueño en los niños, por lo que son una población especialmente vulnerable. Sin embargo, en los adultos con tendencia a estas dificultades de descanso, también pueden suponer un agravante.

Por otro lado, las series con contenido triste o dramático pueden empeorar los estados depresivos. Y esto ocurre por varios motivos. Por un lado, estas personas se sienten más atraídas hacia este tipo de contenidos y les resulta difícil conectar con temáticas más animadas (que son las que realmente podrían mejorar su ánimo). Por otro lado, visionar series tristes hace que se recreen más en el sufrimiento, en las cogniciones y emociones negativas, perpetuando el malestar.

Además, se ha encontrado una asociación entre la depresión, el aislamiento y el binge-watching. Esta tendencia, cada vez más común, se refiere al hecho de darse un atracón de series; algo que tendemos a hacer cuando nuestro estado de ánimo es bajo. La paradoja es que, en ocasiones, nuestra iniciativa termina haciendo que este estado de ánimo sea más intenso al final del visionado.

No obstante, consumir series alegres o de comedia tampoco es siempre positivo, ya que estas también son susceptibles de causar adicción. El bienestar que nos reportan y el vínculo emocional que generamos con sus tramas y personajes pueden hacer perder interés a nuestras relaciones y experiencias reales. De tal modo, terminamos prefiriendo observar esas vidas virtuales que vivir la nuestra propia.

Sé consciente de cómo te afectan las series que ves

Como ves, no se trata de una cuestión sencilla, ya que todos los géneros tienen sus pros y sus contras. Para beneficiarnos del entretenimiento y el bienestar que nos proporcionan las series y evitar sus desventajas, hemos de tener en cuenta dos cuestiones.

Por un lado, el consumo ha de ser controlado; de lo contrario, podemos caer en el error de pasar gran parte del día frente a las pantallas. Además, es importante que consideremos cuál es nuestro humor actual y qué necesitamos en cada momento. Por ejemplo, es preferible evitar el género del drama cuando nos sentimos especialmente decaídos.

En cualquier caso, escoge con conciencia y ten presente que las pantallas pueden suponer un riesgo en ciertos momentos y si se utilizan sin medida.


viernes, 21 de julio de 2023

9 preguntas que solemos hacernos sobre la esquizofrenia

¿Es verdad que las personas con esquizofrenia pueden ser violentas? ¿Cómo son las relaciones afectivas cuando se tiene esta enfermedad? ¿Qué tratamientos farmacológicos y psicológicos son más idóneos? Resolvemos estas dudas y otras cuestiones.

Los amantes del cine recordarán a uno de los grandes mitos femeninos de los años 40: Veronica Lake. Adquirió fama y se convirtió en un auténtico icono gracias a ese mechón de pelo que cubría uno de sus ojos. Fue la clásica actriz pin-up con la que todos los productores deseaban trabajar, y que el público ansiaba ver en la pantalla grande.

Sin embargo, su carrera apenas duró una década. Veronica Lake sufría esquizofrenia paranoide y pronto buscó refugio en el alcohol para sofocar sus delirios y depresiones. Cuentan que cuando cumplió los 40 parecía tener 70 años. Decía ser espiada de manera constante por el FBI, su comportamiento era muy errático y terminó recluida en un sanatorio. Falleció a los 50.

La esquizofrenia ha sido una de las enfermedades más devastadoras; esas que casi siempre conducían de forma irremediable a la autodestrucción. En la actualidad, conocemos mejor los hilos que la orquestan, y por el camino también hemos descubierto algunas intervenciones que son capaces de mejorar de manera significativa la vida de los pacientes.

Ahora bien, el mayor problema alrededor de esta condición cerebral es la estigmatización. Como sociedad, seguimos alimentando sesgos e ideas del todo erróneas sobre las personas con esquizofrenia, y que es necesario clarificar, corregir, sanear…

Preguntas sobre la esquizofrenia

Por chocante que nos parezca, a día de hoy siguen existiendo personas que siguen la misma estela que la actriz Veronica Lake. Personas que lidian con una enfermedad mental grave en soledad y que derivan, en algún momento, en conductas adictivas. Ese paso les conduce hacia un declive que termina en la exclusión social.

A menudo, la población y hasta los propios pacientes albergan una imagen parcial y del todo equivocada sobre lo que es la esquizofrenia. Esto no ayuda, esto mina y puede hacer que las personas que la sufren no busquen ayuda y se aíslen todavía más. Debemos comprender, ser sensibles y educarnos un poco más en lo que se refiere a las condiciones mentales y neurológicas.

De algún modo, las preguntas que solemos hacernos sobre la esquizofrenia casi siempre suelen ser las mismas. A menudo, el mundo del cine y la televisión, así como los falsos mitos, han creado una imagen de claroscuros sobre esta condición, sobre la que debemos poner luz. Aclaremos algunos conceptos.

1. ¿Las personas con esquizofrenia son violentas?

Este es uno de los mitos más dañinos. La idea de que las personas con esquizofrenia presentan una tendencia mayor a la conducta violenta es una creencia muy arraigada en la sociedad. Sin embargo, la realidad es otra. Tener esquizofrenia eleva el riesgo de comportamientos destructivos hacia uno mismo, y no tanto hacia los demás. 

Una investigación de la Universidad de Sichuan, en China, destaca que la violencia interpersonal en la esquizofrenia tiene más que ver con aspectos sociales, demográficos, familiares y laborales, que con la propia condición psiquiátrica. Por otro lado, en caso de aparecer comportamientos violentos, estos están mediados por las adicciones.

2. ¿Qué causa la esquizofrenia?

La esquizofrenia es una enfermedad neurológica multifactorial con componentes genéticos que afecta a menos del 1 % de la población. Una investigación de la Universidad Maryland destaca una hipótesis muy conocida: la fisiopatología asociada a la alteración de la dopamina.

Asimismo, se destaca la conocida hipótesis del «doble golpe»: cuando se suma la predisposición genética y un trauma de infancia se eleva el riesgo de desarrollar esta condición.

3. ¿Pueden las personas con esquizofrenia llevar una vida normal?

Entre las preguntas que solemos hacernos sobre la esquizofrenia hay una muy recurrente. ¿Pueden desempeñar una vida «normal» como el resto de la población?

Lo primero que debemos saber es que esta es una enfermedad tratable. Gracias a los medicamentos de segunda generación o atípicos (neuroprotectores), la persona puede mantenerse estable.

Lo que hacen estos tratamientos es tratar los síntomas «positivos» de la esquizofrenia, es decir, las alucinaciones, los delirios y la paranoia. Ahora bien, el paciente podrá tener una adecuada calidad de vida siempre y cuando se cumplan cinco factores:
  • Tener un seguimiento psicológico y médico.
  • Seguir el tratamiento farmacológico.
  • Ser consciente de su enfermedad y conocerla (algo que no todos los pacientes llevan a cabo, puesto que un porcentaje de ellos sufren anosognosia, es decir, no toman conciencia de su condición).
  • No tomar drogas.
  • Disponer de un buen apoyo social del entorno.
4. ¿Es verdad que tienen personalidades múltiples?

Esta es otra idea recurrente entre la población que debemos matizar y aclarar. Las personas con esquizofrenia no evidencian personalidades múltiples porque esa característica está presente en el trastorno de identidad disociativo. No es lo mismo.

5. ¿La esquizofrenia altera la inteligencia?

¿Es verdad que los pacientes con esta enfermedad son menos inteligentes? Este es otro mito que conviene desterrar del árbol de nuestras creencias. El cociente de inteligencia no tiene nada que ver con la esquizofrenia. Hay personas brillantes con esta característica y personas menos talentosas que también la evidencian.

Ahora bien, esta condición afecta de manera directa a la capacidad para prestar atención y concentrarse, lo cual puede limitar en ocasiones su rendimiento.

6. ¿Cómo son las relaciones de pareja?

Lo cierto es que suele ser difícil para las personas con esquizofrenia mantener una relación de pareja, pero esto no quiere decir que sea imposible. Hay muchas personas que cuentan con un vínculo estable, cuyos miembros entienden y saben manejar la enfermedad.

Las personas con esquizofrenia deben hacer frente no solo al rechazo y al estigma social. La enfermedad crea obstáculos para poder afianzar un lazo afectivo. Hay alteraciones en la sexualidad, un mal manejo de las emociones, una baja confianza en sí mismo (autoestigma) y también en los demás, etc.

7. ¿Cómo puedo ayudar a un ser querido con esquizofrenia?

Lo primero es conocer con claridad qué es esta condición. Porque no todas las actuaciones son las correctas. Veamos algunas pautas básicas:
  • Ante las alucinaciones, delirios o comportamiento desorganizados, no confrontemos con ellos.
  • Facilitemos que tengan una vida estructurada y con rutinas fijas.
  • Ofrezcamos comprensión, compasión y respeto absoluto.
  • Acepta la enfermedad de ese familiar o amigo. Nadie elige tener un trastorno mental.
  • Anímalo a seguir el tratamiento médico.
  • Entiende que con acompañamiento y tratamiento puede tener una vida plena.
8. ¿Cuáles son las terapias psicológicas más adecuadas para la esquizofrenia?

Además del tratamiento farmacológico, la persona con esquizofrenia se beneficia de varias terapias psicológicas. Son las siguientes:
  • Tratamiento asertivo comunitario: tiene como finalidad mantener unida a la persona a su entorno social.
  • Entrenamiento en habilidades sociales.
  • Terapia cognitivo-conductual: busca disminuir o modificar las conductas desadaptativas, las creencias irracionales, las distorsiones mentales…
  • Tratamientos grupales de orientación conductual: buscan mejorar las competencias cognitivas y el ajuste social.
9. ¿La esquizofrenia tiene cura?

Otra de las preguntas que solemos hacernos sobre la esquizofrenia es si tiene cura. De momento, estamos ante una enfermedad crónica que cuenta cada vez con mayor investigación para la mejora de sus tratamientos. No tiene cura, aparece entre los 21 y los 30 años, pero con medicación y apoyo la persona puede tener una buena calidad de vida.

En la actualidad, hay varios estudios innovadores de medicamentos que buscan dar forma a nuevos mecanismos para reducir los síntomas y sus efectos secundarios. El propósito es que no dejen secuelas como la clásica apatía, los déficits cognitivos o la disfunción sexual a causa de los fármacos.

Para concluir, una de nuestras mayores cuentas pendientes como sociedad es educarnos en materia de salud mental. Derribar estigmas y facilitar unos conceptos básicos sobre los principales trastornos psicológicos nos permitiría avanzar, ser más éticos y sensibles en esta materia. El bienestar de todos está en juego.

jueves, 20 de julio de 2023

Curiosidades de los grandes filósofos

Son varios los grandes filósofos que se han visto envueltos en situaciones curiosas. Conocida es la historia de Crisipo, que le dio vino a un burro. Después de hacerlo, le pareció gracioso y no pudo parar de reír hasta que terminó muriendo. Tal cual. Veamos otras curiosidades.

Algunos de los grandes filósofos tuvieron vidas o protagonizaron acontecimientos curiosos. No es para menos, si tenemos en cuenta que esos pensadores lograron ver el mundo desde perspectivas novedosas, más profundas y, por lo general, disruptivas.

Uno de los grandes filósofos sobre el que hay gran cantidad de anécdotas es el famoso Diógenes de Sinope, que decidió vivir dentro de un barril. Se cuenta que le encantaba defecar en público, incluso en teatros llenos de gente. Y si alguien no le simpatizaba, orinaba sobre él.

A Diógenes el cínico también se le recuerda por sus salidas ingeniosas. La más famosa de ellas tuvo lugar cuando Alejandro Magno fue a visitarlo y le dijo que podía pedir lo que quisiera. Diógenes le contestó que solo le pedía retirarse, para no tapar los rayos del sol. Veamos otras curiosidades de los grandes filósofos.

Curiosidades de los grandes filósofos de la antigüedad

Dentro de los grandes filósofos de la antigüedad sobre los que se cuentan anécdotas está el famoso Sócrates. Se dice que tenía un apodo: «el tábano de Atenas». Esto es porque, al parecer, era tan agudo y punzante con sus reflexiones, que consiguió incomodar a casi todas las personas con poder de Atenas.

Sobre Sócrates también se cuenta que en una ocasión recibió una oferta de un rico ateniense. Quería que se encargara de la educación de su hijo, a lo que el filósofo contestó que esto le costaría 500 dracmas, lo cual era una cifra considerable en aquel entonces. El hombre pensó que era muy costoso y le dijo: «es demasiado dinero. Con eso puedo comprarme un asno». Sócrates respondió: «tiene razón. Le aconsejo que lo compre y así tendrá dos».

Otro de los grandes filósofos de la antigüedad fue Tales de Mileto. Fue uno de los primeros en abordar el tema de la mortalidad del alma y en describir el significado de un eclipse. Sobre él se cuenta que una vez invitó a una mujer a mirar las estrellas. Probablemente, quería seducirla mientras le hablaba de ellas, pero con tan mala suerte que cayó en un hoyo. La mujer le dijo: «cómo pretendes hablarme de lo que hay en el cielo, si ni siquiera eres capaz de darte cuenta de lo que hay bajo tus pies».

Otras anécdotas de grandes filósofos

Descartes fue otro de los grandes filósofos de la era moderna. Se cuenta que detestaba levantarse temprano y que, de hecho, dormía hasta 12 horas. Pensaba que el sueño era el mejor alimento para el cerebro, y por eso nunca se levantaba antes del mediodía. Solía trabajar desde la cama.

Jeremy Bentham  es uno de los filósofos más excéntricos de la historia. Fue el fundador del utilitarismo y un auténtico genio, pero tenía una costumbre extraña: hablarle a su bastón. Incluso le puso un nombre. Era solitario, de mal humor y rara vez se divertía.

En su testamento dejó una instrucción insólita: uno de sus amigos debía diseccionar su cadáver en público. Su última voluntad se cumplió. Sus restos fueron momificados y puestos en una vitrina. Hoy en día se les ve aún en el University College London.

Y para que se vea que ni los grandes filósofos escapan a las miserias humanas, no hay mejor ejemplo que Emmanuel Kant. Toda su vida padeció problemas intestinales graves. Pasaba por momentos verdaderamente tortuosos cuando no podía eructar, ya que solo esto lo aliviaba de su pesadez y llenura. Durante los últimos años de su vida, después de comer, se podía preciar una protuberancia en su abdomen, probablemente un tumor.

Otras curiosidades

Para finalizar, hablemos de Bodhidharma, uno de los grandes filósofos orientales y fundador del zen. Al parecer, llegó a China desde el centro o el sur de Asia, y de inmediato destacó por su sabiduría, pero también por sus excentricidades.

Fue invitado a dar una especie de conferencia acerca del budismo. Aceptó la invitación, y al llegar se sentó, en posición de flor de loto, y procedió a meditar durante varias horas. No pronunció ni una sola palabra. Al cabo de un tiempo, se levantó de su lugar y se fue.

Este filósofo quería unirse al Monasterio Shaolin, pero por una razón no muy clara, le negaron el ingreso. Tras esto, se trasladó a una cueva cercana, y nuevamente se puso a meditar. Pasó nueve años haciéndolo, hasta que los monjes lo admitieron. Una vez en el monasterio, criticó a los aprendices por su mal estado físico. Para remediarlo, introdujo las artes marciales en el plan de enseñanza. Así nació el Shaolin Kung Fu. Así fueron algunos de los grandes filósofos: brillantes y sorprendentes.


miércoles, 19 de julio de 2023

La brecha del agrado o por qué piensas que no eres simpático

¿Alguna vez has repasado mentalmente una conversación con alguien y te has arrepentido de haber dicho ciertas cosas? ¿Te inquieta haber dado una mala impresión y no haber sido más ocurrente y chispeante? Esta sensación tiene un origen. ¡Te lo explicamos!

A la mayoría nos agrada conocer gente nueva. Sin embargo, durante estas experiencias suele surgir en nuestra mente una sombra, un pinchazo existencial muy recurrente. ¿Qué impresión habremos dado a esa persona durante el primer contacto? ¿Le habremos gustado? Tras esas dudas surge un fenómeno que puede ser agotador en ocasiones.

De pronto nos vemos repasando mentalmente la conversación mantenida. La analizamos palabra por palabra como agentes de la KGB en busca de brechas, de esos fallos que pueden haber dado una impresión defectuosa de nosotros mismos. Hay quien le dedica a esta tarea mental unos pocos minutos; otros caen en un bucle infinito que puede durar horas.

La mayoría desearíamos ser más simpáticos, gozar de ese carisma magnético capaz de cautivar a cualquiera desde el minuto uno. Las personas necesitamos gustar a los demás porque en el juego del ajedrez social las conexiones humanas son importantes. Dar una imagen de confianza y cercanía es un principio básico en nuestro tejido socioemocional.

Este principio básico de sociabilidad conlleva, a menudo, sufrir más de una distorsión cognitiva no exenta de cierta angustia…

La brecha del agrado, una experiencia colectiva

William James fue uno de los primeros psicólogos en estudiar nuestra necesidad de conexión social. Pionero como fue en el estudio científico de los fenómenos psicológicos, puso su atención en las miradas. Nos habló sobre cómo los bebés, además de necesitar alimento y protección, anhelan también contar con el contacto de esas miradas llenas de afecto de sus progenitores.

Es a través de los ojos como solemos valorar también si caemos bien a alguien o si les generamos cierta desconfianza. Cuando conocemos a alguien nuevo, analizamos de mil formas si les agradamos o nos desaprueban. Sin embargo, y aquí llega el dato más interesante, por término medio, las personas solemos infravalorar la impronta que dejamos en los demás.

Dicho de otro modo, nos acompaña un sesgo cognitivo que nos dice frases como «has metido la pata al decir esto, tendrías que haber dicho aquello otro, ese comentario ha sido una tontería, seguro que piensa que eres un aburrido…». La gran mayoría hemos caído alguna vez en este tipo de trampas mentales. El problema llega cuando esta percepción se vuelve casi obsesiva y se deriva en la ansiedad social.

La importancia del juicio que hacen los demás sobre nosotros

Lo que opinen los demás sobre nosotros nos importa. Más aún si somos jóvenes. La teoría de la brecha del agrado nos dice que la ansiedad por gustar y la tendencia a subestimarnos, puede arruinar nuestras relaciones. Bien es cierto que no siempre llegamos a estos extremos, pero las dudas, la costumbre por revaluar nuestras conversaciones, configuran una nube gris mental algo incómoda.

Nos encantaría poder preguntarle a esa persona que acabamos de conocer qué impresión le hemos gustado. Sin embargo, en materia de relaciones sociales, caminamos a tientas, en pruebas de ensayo-error y navegando como podemos en ese océano que, a menudo, nos genera cierta ansiedad. Y esto es así porque estamos programados para conectar, para crear lazos y formar parte de grupos sociales.

Gustar es sinónimo de integración en el grupo, algo que sin duda perseguimos cuando somos adolescentes y no tanto en edades adultas. En edades más maduras nos basta con conservar unas pocas alianzas de calidad.

Tus conjeturas no siempre son ciertas: gustas más de lo que crees

En un estudio llevado de manera conjunta por las universidades de Yale, Cornell, Harvard y Essex, analizaron el fenómeno de la brecha del agrado. Algo que quedó en evidencia es el hecho de que la mayoría tenemos un diálogo interno muy crítico. Es él quien nos alimenta con unas suposiciones negativas sobre el impacto que generamos en las personas que acabamos de conocer.

Esa incertidumbre está marcada por no saber aún qué valores y qué tipo de personalidad tienen esas figuras con quienes hemos hablado. Esas a quien deseamos caerle bien a toda costa. Sin embargo, la investigación demostró que, por término medio, solemos gustar más de lo que pensamos y esas ideas sesgadas están del todo infundadas.

Ahora bien, ¿por qué tenemos un juez interno tan maquiavélico? ¿Por qué nos tortura haciendo que analicemos todo lo expresado y torturándonos por lo dicho o no dicho? Lo cierto es que dudar de nuestro impacto positivo en los demás favorece que procuremos mejorar nuestras habilidades sociales.

Eso sí, lo ideal es no caer en el extremo de ponernos en tela de juicio de manera constante y obsesiva…

Cómo dejar de dudar de ti mismo cuando conoces a alguien nuevo

La brecha del agrado se convierte en un esquema mental muy importante durante la adolescencia. A medida que pasan los años y llegamos a la madurez, nos preocupa menos la impresión que generamos en quien acabamos de conocer. Nos sentimos más seguros de nosotros mismos y la autoconfianza vertebra buena parte de nuestra interacción cotidiana.

Sin embargo, ¿qué podemos hacer si esa vocecilla insegura persiste en nuestro universo mental? ¿Qué estrategias aplicar cuando seguimos dando vueltas a nuestras conversaciones, y tememos dar siempre una mala impresión a las personas nuevas que llegan a nuestra vida? Lo analizamos.

Las dudas son un fenómeno común, la otra persona piensa lo mismo

«¿Le habré parecido antipático? ¿Pensará que hablo demasiado o demasiado poco? ¿Creerá que soy una persona aburrida y poco interesante?». A veces, podemos pasar horas dándole vueltas a estas ideas. Ahora bien, debemos entender algo muy básico. Todo el mundo tiene dudas de sí mismo cuando acaba de conocer a alguien.

La gran mayoría de nosotros necesitamos gustar a los demás. Así que es muy probable que, mientras nosotros estemos dándole vueltas a esa primera conversación, la otra persona esté haciendo exactamente lo mismo.

Gústate y gustarás a las personas adecuadas

La brecha del agrado puede ser una auténtica tortura si le damos demasiado poder. Puede hacer que derivemos en el abismo de la ansiedad social, en suponer que siempre haremos el ridículo y que los demás nos juzgan a cada instante. Pocas realidades son más liberadoras que ser nosotros mismos y dejar que las personas adecuadas lleguen a nuestras vidas.

La autoconfianza, percibirnos como seres preciosos con virtudes y valías de lo más interesantes, nos permitirá caminar por la vida con mayor aplomo. No es necesario -ni saludable- gustar a todo el mundo. Basta con conectar con esas figuras que están en armonía con nuestros valores y personalidad. Nada más.

Es cierto que el tejido de las relaciones sociales puede ser tortuoso en ocasiones. Sin embargo, ese es un viaje de aprendizaje constante en el cual, nunca debe faltarnos esa brújula bien calibrada como es el amor propio y la autoestima. Solo así trazaremos las mejores conexiones.

martes, 18 de julio de 2023

5 causas de las relaciones «yoyó»: entre el compromiso y el escape

Las relaciones «yoyó» son vínculos marcados por la incertidumbre. De una u otra forma, hay un compromiso, pero en varios momentos se impone el impulso de escapar de dicho compromiso. ¿Por qué ocurre esto? Hoy describimos las cinco razones principales.

Las relaciones «yoyó» son esos vínculos marcados por la inestabilidad. Hoy parece que pueden funcionar, pero mañana se ven como un desastre. Y pasado mañana aparece la esperanza de que se consoliden, pero a las dos semanas surge la convicción de que no hay caso. Los altibajos y el escape repetido son la única constante.

Las parejas con una relación «yoyó» tienen peleas de forma sistemática. Deciden terminar y aseguran que esta vez es para siempre. Sin embargo, al poco tiempo retoman la relación y juran que ahora sí van a ponerse serios. Nunca sucede. Lo que hay es un debate continuo entre el compromiso y el escape.

Lo que se forma en estos casos es un vínculo moldeado por la inseguridad que puede llegar a hacer mucho daño a ambos miembros de la pareja, en especial porque permanecen con los sentimientos crispados y las expectativas atrapadas en la incertidumbre. ¿Por qué ocurre esto? En general, se impone una lógica del escape. Esto se manifiesta de maneras que describiremos enseguida.

1. Usar la relación como refugio

Este es un caso en el que se utiliza la relación como el escape para la inseguridad. La otra persona se ha convertido en una suerte de padre o madre que siempre comprende y perdona. Por lo tanto, brinda una burbuja protectora que resulta reconfortante.

En realidad, no se siente un amor adulto por la pareja. Lo que hay es la satisfacción de una necesidad egoísta. Como la relación no brinda satisfacciones auténticas, se presentan esos intentos de escape, pero después la inseguridad termina siendo más fuerte y la persona vuelve a su refugio seguro.

2. Miedo a la intimidad

El miedo a la intimidad se manifiesta como un malestar en el que la persona quiere tener a su pareja no muy cerca, pero tampoco muy lejos. En el desarrollo de la relación se tiende a profundizar, y entonces viene el escape. Después, se teme perder a la otra persona, y entonces se busca la proximidad.

Esto configura una perfecta relación «yoyó» en la que la nota predominante es el titubeo. Lo más probable es que actuar con tanta ambigüedad termine por precipitar una ruptura. Es desgastante para la otra persona quedar sujeta a los resquemores de su pareja.

3. Miedo al fracaso y el escape como solución

Este es un caso similar al anterior, con la diferencia de que el origen suele ser algún trauma o duelo amoroso  que no se ha resuelto. Es probable que la persona inestable tenga miedo de volver a sufrir porque ha tenido experiencias negativas, y anticipa que el dolor sobrepasa sus recursos psicológicos para sortearlo.

Una persona en estas condiciones es como la mariposa que busca la llama, pero sabe que no puede acercarse demasiado porque se quema. Entonces, va y viene, sin terminar de llegar y quedarse en un punto firme. El escape se convierte en la manera de gestionar la angustia que siente.

4. Búsqueda eterna de una pareja mejor

Es posible que la relación «yoyó» se deba a cierta desilusión que suele impregnar a las parejas inmaduras. Después de haber vivido un enamoramiento intenso, se pasa a la siguiente fase y se siente que, como es obvio, la relación ya no tiene la magia de antes. Los defectos de la pareja ahora son más notables, y es posible que haya cierto aburrimiento.

Entonces comienza a tomar forma la fantasía de que ahí afuera puede haber algo mejor. Algo chispeante que ayude a romper con la rutina. Comienza a buscarse esa experiencia, y con ello se introduce la inestabilidad en la relación. A que me voy, a que no. A que encuentro algo nuevo, a que mejor lo que ya tengo, pero no tanto…

5. Miedo al rechazo

El miedo al rechazo es otro de los factores que desatan el escape y, en consecuencia, las relaciones «yoyó». A veces la persona se siente inhibida por su pareja. Le parece que el otro «es mucho» para él o ella, y teme que en cualquier momento le abandonen. Por eso huye hacia adelante, con el objetivo de mantener cierto control sobre la situación.

También es posible que una persona no sea consciente de su valía y tenga la creencia de que su pareja se decepcionará, en cuanto descubra algunos defectos o falencias que pueda tener. El temor al rechazo activa la inestabilidad.

Las relaciones «yoyó» no le hacen bien a ninguno de los miembros de la pareja. Tendrán que emplear muchos recursos emocionales para sortear esa incertidumbre llevada al extremo y no vale la pena dilapidar la energía psicológica en una especie de juego que quizás no tenga salida.