sábado, 14 de marzo de 2020

El equilibrio entre sentir y actuar: la clave para superar una ruptura

Cuando una relación de pareja termina, podemos llegar a sentir que el mundo se nos viene encima. Todos nuestros planes, ilusiones y expectativas se ven, de repente, tirados por tierra. Todo el tiempo y la energía emocional que invertimos en ese vínculo parece haber sido en vano, y nos invade una angustiosa sensación de fracaso.

No obstante, al igual que todo en la vida, se trata de una cuestión de perspectiva. En este sentido, si deseas superar el duelo, habrás de encontrar el equilibrio entre sentir y actuar.

Cuando nos vemos abocados a afrontar el fin de nuestra relación amorosa, cada uno trata de hacer aquello que conoce para sobrevivir. Nos movemos a ciegas, pataleando en un océano de dolor y confusión con el único fin de mantenernos a flote. Pero si adoptas una estrategia adecuada, una ruptura puede convertirse en un valioso recurso para tu crecimiento personal.

Sentir o actuar: los dos extremos

Existen dos actitudes principales que las personas suelen adoptar cuando terminan una relación. Ambas se encuentran en los extremos de un continuo, por lo que ninguna proporciona el equilibrio necesario para afrontar un duelo sin sufrimiento.

Hay que recalcar que el dolor siempre va a estar presente cuando se produce una pérdida importante. Pero este es diametralmente diferente del sufrimiento, que se genera por la resistencia a aceptar lo ocurrido.

En cuanto a las posiciones extremas, por un lado tenemos a aquellas personas que se centran únicamente en sus emociones. Viven con intensidad el miedo, la angustia, la decepción, la ira y el dolor. Estas sensaciones se vuelven tan intensas que ocupan su mente y paralizan su vida.

Esta carga emocional les impide continuar con sus rutinas diarias y con su autocuidado. Así, es frecuente que tiendan a permanecer encerrados, recordando y rumiando acerca de lo sucedido. Preguntándose por qué ha tenido que ocurrirles a ellos y alimentando esas emociones negativas.

En el otro extremo nos encontramos a quienes se niegan a sentir y dedican toda su energía a realizar actividades que les ayuden a evadir su mente. Son personas que se entregan a sus impulsos tras su ruptura, que recurren al alcohol u otras sustancias, y que llenan su día a día de tareas con el fin de no disponer de un solo segundo para mirar su dolor.

El equilibrio entre sentir y actuar

Las dos posiciones anteriores conducen al sufrimiento y ralentizan el proceso de duelo. En el primer caso, verse invadido de tal manera por las emociones conduce a la persona a olvidarse de sí misma, de sus necesidades y de la vida que tiene. En el segundo, obcecarse en ignorar las emociones no hará que desaparezcan. Por el contrario, te impedirá crecer y aprender del dolor y te llevará a actuar de forma poco saludable.

La mejor opción para superar una ruptura de pareja es encontrar un equilibrio entre sentir y actuar. Dar un espacio en cada uno de tus días para estas dos actividades.

Siente

Coge un cuaderno y escribe durante quince minutos cada día cómo te sientes. Plasma por escrito tus emociones, tus ilusiones rotas y tus anhelos. Saca el dolor y la decepción sin censuras, permítete sentir.

Si lo prefieres, comparte tus emociones con una persona de confianza, o simplemente reflexiona interiormente sobre ello. Lo importante es que cada día te permitas conectar con tus sentimientos, puedas aceptarlos y ver cómo evolucionan. 

Actúa

Sin embargo, no te quedes estancado en el sentir. Ya has dedicado un espacio a la ventilación emocional, y ahora has de continuar con tu vida. Enfócate en ti, en tus responsabilidades, en tus metas y en tu ocio.

Cumple con tus obligaciones laborales o escolares, sal a compartir y divertirte con las personas que quieres, márcate objetivos personales y trabaja para alcanzarlos.

Habrá momentos en los que únicamente desees pasar el día entero en la cama y olvidarte del mundo. Pero aún tienes una vida que merece ser vivida. Entonces reorganiza tu armario, cambia los muebles de lugar, comienza a practicar deporte o pintura, disfruta de un libro. Haz todo aquello que te motive y te ayude a proyectarte a futuro, a no estancarte.

Es importante sentir la pérdida, darle un lugar al ser amado en nuestra historia. Igual de necesario resulta seguir construyendo, paso a paso, nuestra realidad, nuestras circunstancias presentes y futuras. La vida continúa, afortunadamente.

viernes, 13 de marzo de 2020

¿Que podemos hacer para evitar problemas en casa?

Te ha pasado por la cabeza...¿porque las personas ponen una cara de mal humor?. La respuesta a esta publicación de dará a conocer algunos puntos, incluyendo las ventajas y desventajas. Ademas algunos consejos para poder evitar los problemas que las demás personas te pueden afectar. 

Podemos comenzar realizando una respiración muy profunda para que puedes estar tranquilo ante de comenzar a leer esta publicación. Bueno comenzamos con estos sencillos consejos para que tu día a día este mejor y tranquilo. 

1-. Cuando vez a una persona enojada o poniendo una mirada que te pueda retar es mejor que no volteas a mirarlo a los ojos. La consecuencia es que esa persona comenzara a preguntarte...¿porque me estas mirando a mí? o ¿tienes algún problema?. Es mejor que no volteas quédate tranquilo y menciona en tu mente esta frase: "Que Dios te Bendiga Mucho"...  y después pasara un rato en donde ya no puedes estar preocupado por esa persona.

2-. Busca o compra una libreta en donde puedes crearlo como diario para que escribir y expresar tu desahogo profunda que tienes atrapado en ti mismo. Esto nos ayuda para poder pensar que tu no puedes resolver su problema. Hay que dejar que la persona resuelva sus problemas. 

3-. Busca la ayuda de un profesional de la salud mental para que pueda ayudarte a expresarte y contarle todo lo que sientes. Esta herramienta nos ayuda desahogarnos de los problemas que las otras personas tienen en su vida.

4-. No meterte en asuntos ajenos de otras personas: la cuarta herramienta también considerada mas importante de este articulo. Lo mejor no escuchar conversaciones que no te puedes meter, por que luego las personas pensaran que vas andar de chismoso y me tiendo en donde no te llamar, entonces lo que podemos hacer es arreglar nuestros propios asuntos mas importante de nuestra vida.

Ventajas para evitar problemas en casa o con otras personas externas.
  • Es no estar escuchando atreves de las paredes o del otro lado de linea del teléfono.
  • Evitar tus puntos de vista en el asunto del problema. 
  • Evitar platicar con otras personas sobre los problemas que están en tu casa.
  • Pon en practica una conversación con Dios mediante la oración. 
  • Escucharas música y cantaras con los audífonos puesto con toda la esencia del alma. 
  • Ver documentales de Autoayuda en (Netflix, Amazon Prime Video y Youtube) o escuchar Audiolibros (Exclusivo de Youtube o descarga bles). 
Desventajas 
  • Puede ocasionar tristeza, depresión.
  • Evitar contar los problemas en el trabajo o en otro lugar externo aparte de tu casa.
  • No publicar cosas en las redes sociales o mencionar que te vas a quitar la vida por el problema.
  • Evitar preocupar a otra personas o que no se alteren por lo que cuentas. 
Espero que con este articulo te ayudara mucho ya que puede tardar mucho tiempo en que todo se solucione el problema y así el mundo estará fluyendo a un ritmo mas lento y preciso. No pongas la traba de no haber solución. Yo te digo que habrá una solución y lo:

 "GARANTIZO EN EL NOMBRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO". 

jueves, 12 de marzo de 2020

A mal tiempo, buena cara ¿es esto realmente posible?

La fórmula de mantener la sonrisa por muy oscuro que esté el día no siempre funciona; no en todas las personas. Cada uno de nosotros lidiamos con las tristezas y las épocas complicadas de un modo, y no, no siempre podemos estar alegres.

«A mal tiempo, buena cara». ¿Cuántas veces hemos escuchado esta expresión? Somos conscientes de que muchos de estos dichos o bientencionados refraneros encierran a menudo unas pinceladas de reluciente sabiduría. Sin embargo, si analizamos con objetividad algunos de estos mensajes, descubrimos que no siempre es fácil cumplirlos, porque a veces los malos tiempos no permiten expresiones alegres.

«Cuando la noche es más oscura, más brillan las estrellas». Esta es sin duda otra de esas frases que tanto nos gustan, la misma que se comparten miles de veces y que nos ha inspirado en más de una ocasión. Ahora bien, algo que nos señalan expertos como los psicólogos Tim Lomas e Itai Ivtzan es que con este tipo de recursos lingüísticos estamos elogiando en exceso la capacidad de ver siempre, y en cada momento, el lado más reluciente de la vida.

Habrá sin duda quien pueda lograrlo. Abundan como sabemos ese tipo de personas que se reponen con acierto y habilidad ante cada golpe de destino y cada revés. Sin embargo, la realidad es otra. La cruda realidad es que no todos disponen de ese botón mental que activa la resiliencia o la fortaleza psicológica, esa que no siempre viene de fábrica.

Así, los psicólogos antes citados, Lomas e Ivtan, abogan por abrir una nueva era en la llamada psicología positiva (esa de la que ellos mismos son representantes). En este nuevo enfoque se enseña y se guía a las personas a transitar por esos días oscuros. Porque, cuando llega el mal tiempo, a veces no hay más remedio que pasar unos días bajo un paraguas.

¿A mal tiempo, buena cara? No, no siempre es posible

Sabemos que la actitud lo es todo. Entendemos muy bien que con un enfoque positivo y esperanzador las dificultades se superan de una manera más adecuada. Así, cuando nos recuerdan aquello de que «a mal tiempo, buena cara» no podemos más que asentir, comprendiendo que lo adecuado es intentarlo y no perder la sonrisa pase lo que nos pase.

No obstante, por más que nos esforcemos, esto no siempre es posible. Por otro lado, que esto sea así no solo es normal, sino también permisible. Porque a veces los días malos se encadenan unos con otros, y una mala semana se convierte en una mala temporada. No hallar fuerzas para sonreír y mostrar al mundo buena cara también es aceptable.

En el libro Segunda ola de la Psicología positiva: abrazando el lado oscuro de la vida, los doctores Tim Lomas e Itai Ivtzan, nos señalan que ha llegado el momento de cambiar el enfoque. Nos hemos pasado demasiado tiempo enseñando a las persona a ser felices. Tal vez sea el momento de mostrar cómo lidiar con la infelicidad. Saber manejar las situaciones complicadas es quizá lo que más necesitamos a día de hoy.

La psicología positiva está madurando, es momento de aprender a lidiar con el mal tiempo

La psicología positiva es una de las ramas de psicología que más ha crecido en las últimas décadas. Desde que Martin Seligman la introdujera, esta corriente se ha expandido y florecido de manera imparable. Ahora bien, cabe matizar que también es una de las más incomprendidas.

Asumir que se limita de manera exclusiva a darnos consejos a modo de receta para que logremos ser felices es un error. En la actualidad, la psicología positiva sigue madurando y, conceptos como la resiliencia, el desarrollo humano, la superación o incluso la espiritualidad, están dando paso a otras corrientes.

Lo mal llamado «negativo» también tiene su espacio en este encuadre. Pérdidas, desafíos, incertidumbres, cambios imprevistos, el estrés o la depresión ocupan ya su lugar en la llamada segunda ola de la psicología positiva. Porque mensajes como «a mal tiempo buena cara» hacen que quien no pueda dibujar sonrisas en días de lluvia se sienta aún más fracasado.

«A mal tiempo, buena cara», ¿qué hacer cuando no lo conseguimos?

Intentar estar bien, cuando por dentro hay lluvia y pedazos rotos, es una forma terrible de sufrimiento. Lo más triste es que nos han educado para hacerlo. Nos han enseñado que las penas se disimulan y que lo más adecuado es dibujar sonrisas y aparentar infalibilidad, aun cuando no podamos con el peso de la vida misma.

Debemos tenerlo claro, frases como a mal tiempo, buena cara nos pueden llevar a equívocos. No todos logran aplicar esa actitud de superación y confiada esperanza. A veces, estamos obligados a asumir, aceptar y transitar por las tristezas, a vivir nuestros duelos sin mostrar ni una sola sonrisa. Porque lo que no se siente no debe forzarse; cada cosa tiene su tiempo.

Ahora bien, hay algo que debemos comprender. Cuando llueve, todos llevamos paraguas o impermeables; nos protegemos, tenemos herramientas. Con las épocas de adversidad sucede lo mismo. Cada uno de nosotros tiene la misión de hallar aquellas estrategias que más nos funcionen, porque no todas las personas somos iguales ni sobrellevamos las dificultades del mismo modo.

Saber comunicar lo que nos ocurre, ser valientes para pedir ayuda, darnos tiempo para sanar, gestionar emociones o cuidar de la calidad de nuestros pensamientos son siempre buenos «paraguas» que tener a mano. Porque es posible que tras el mal tiempo vuelva a brillar el arco iris, pero hasta ese día, hay que lidiar con la tormenta. El modo en que lo hagamos nos determinará. Tengámoslo en cuenta.


miércoles, 11 de marzo de 2020

El miedo es contagioso: cuando la emoción manda sobre la razón

El miedo puede llegar a ser tan contagioso como un virus... y sin que lo podamos poner en cuarentena. En medio del contexto actual, supone una gran ventaja el hecho de ser capaces de identificar los peligros reales, actuar en consecuencia y evitar el pánico.

El miedo es contagioso. Pocas emociones pueden alterar y cambiar tanto la estabilidad de una persona y del mundo en su totalidad como el temor más irracional. Hay estudios que señalan que las personas, como los animales, podemos oler el miedo. Tal vez sea verdad, pero lo que está claro a día de hoy es que esta emoción viaja a golpe de clicks, noticias, imágenes que compartimos y comentarios que publicamos.

Sentir miedo… ¿es quizá esta muestra mayor debilidad? O más aún, ¿es reflejo de nuestra clara irracionalidad como seres humanos? En absoluto. Gracias a ella garantizamos nuestra supervivencia. El miedo nos une a la vida y como tal, hay que escucharlo, darle presencia, entenderlo y actuar en consecuencia manteniendo, eso sí, un enfoque lógico.

Tal y como nos señala el neurólogo Antonio Damasio, las emociones buscan exclusivamente, mantener nuestra homeostasis y favorecer una mejor adaptación a nuestro entorno. Ahora bien, el problema asociado al miedo es que en gran parte de los casos parte de una serie de hechos irreales a la vez que contradictorios.

Un ejemplo, alguien puede temer a los aviones al pensar que va a morir al sufrir un accidente en ellos y, sin embargo, ser un fumador compulsivo (y no ver el peligro alguno en el tabaco).

Los miedos son libres, infundados la mayoría de las veces y tan contagiosos como un virus. Sentirlos es algo normal, y más en contextos como los actuales donde la alarma por una posible pandemia forma ya parte de nuestra cotidianidad. En medio de este escenario, lo más adecuado es estar «alerta» sin que se desencadene la «alarma».

El miedo es contagioso: el poder de las emociones en un contexto incierto

El miedo es esa emoción extraña que hace que a veces, tengamos más miedo a una araña que a sufrir un accidente cuando vamos en coche. Es también, un botón mental y esa realidad psicológica tan manipulable y sensible capaz de expandirse en poco tiempo si alguien así lo quiere, si algún estamento o esfera de poder así lo pretende.

Esta emoción tiene sin duda muchos prismas y cada una de esas caras provoca casi siempre un mismo efecto: bloquearnos y hacer que reaccionemos llevados por la emoción y no por la razón. Esto es algo que sabe bien todo aquel que padezca algún tipo de fobia, ese trastorno donde el temor más intenso e irracional limita por completo comportamientos y decisiones.

Ahora bien, más allá de fobias, hipocondrías y otras condiciones psicológicas, está el temor cotidiano. Ese que se activa ante lo desconocido, ante la noticia que alarma, ante el virus desconocido que se extiende saltando fronteras y del que todo el mundo habla.

El miedo es contagioso y experimentar esa sensación ante lo que uno no puede controlar (o incluso entender) es normal y hasta lógico. No obstante, antes de quedar secuestrados por nuestra amígdala y la cárcel del pánico, hay que tener en cuenta una serie de aspectos.

El miedo es contagioso y nos puede hacer perder el control

El miedo es contagioso y no entiende de cuarentenas. Cuando surge siempre hay algo que lo alimenta y aumenta sus dimensiones. Y cuando esto ocurre, va saltando de uno a otros, de mente en mente y corazón en corazón hasta secuestrar la calma y dar paso al pánico. Lo estamos viendo actualmente con el tema de actualidad: el coronavirus.

La compra de mascarillas y desinfectantes se ha disparado. Se cancelan eventos, nos lo pensamos dos veces antes de programar un viaje a determinados países. Nos asustamos cuando alguien tose o estornuda y estamos pendientes de la última noticia, de la última actualización que nos transmiten por redes sociales.

Sentir miedo ante este contexto es como decimos, lógico y normal. El miedo es contagioso y activa nuestro sistema de alerta y que esto ocurra, también es comprensible. Lo que ya no es permisible es que el miedo se vuelva irracional y desemboquemos en comportamientos poco ajustados. Cuando las emociones se descontrolan y todos nos dejamos llevar por un temor sin lógica y sin sentido, se originan respuestas masivas donde el pánico empeora aún más cualquier situación. No es lo acertado.

Recuperar el control: enmarcar el riesgo, reducir el pánico

El miedo no nos quiere paralizados. Más allá de lo que podamos pensar, esta emoción tiene un papel indispensable en nuestro cerebro y en nuestro comportamiento. Los temores forman parte de nosotros para invitarnos a reaccionar ante un peligro. Si derivamos en comportamientos y enfoques irracionales nada de lo que hagamos nos servirá de ayuda.

¿Qué es lo que debemos hacer por tanto en un contexto como el que vivimos ahora? En un escenario donde hay una amenaza determinada, lo más acertado es enmarcar el riesgo y reducir el pánico. Sabemos que el miedo es contagioso. Por tanto, para evitar que el temor se vuelva irracional debemos consultar siempre fuentes oficiales, veraces y fiables. De ese modo, podemos delimitar los peligros concretos y objetivos, actuando en consecuencia y siguiendo las pautas de los expertos.

Su identificamos los auténticos riesgos, el miedo se racionaliza, actuamos de manera más segura y el pánico pierde fuerza. Generamos respuestas más razonables, solo así y llevados por la calma, lidiaremos mejor ante cualquier adversidad. Tengámoslo en cuenta en estos momentos.

martes, 10 de marzo de 2020

El diagrama de Ishikawa para solucionar problemas

El diagrama de Ishikawa es un recurso muy interesante para conocer qué factores originan nuestros problemas. Así, aunque esta herramienta se usa con frecuencia en los procesos de calidad de las empresas, también es útil en el campo del crecimiento personal.

El diagrama de Ishikawa, también conocido como diagrama de cola de pescado, es una herramienta esencial en los proceso de calidad de una empresa. Gracias a este instrumento se pueden analizar los problemas existentes al clarificar las causas que lo originan. Asimismo, permite a los grupos de trabajo entender qué obstáculos están vetando el potencial de la organización.

Solo con leer el nombre de esta técnica de análisis ya intuimos que su origen no es precisamente anglosajón. Los nipones son grandes estrategas comerciales y, si buena parte de sus productos, de sus tecnologías y recursos se hallan en posiciones destacadas de nuestro mercado, es por algo. Fue Karou Ishikawa, químico industrial japonés y administrador de empresas fue quien introdujo esta idea en 1943.

A día de hoy, Ishikawa es considerado como uno de los grandes gurús en los procesos de calidad de toda organización. No solo le debemos el ya famoso diagrama de pez para analizar la causa de los problemas en una empresa.

Además, fue una de las primeras voces en enfatizar la necesidad de introducir el control de calidad total (CTC) en la producción. En él debían participar todas y cada una de las personas que forman un centro laboral, desde los más altos directivos hasta los cargos más bajos.

Para él, calidad era sinónimo de responsabilidad, de ética y de educación. Si alguien descuidaba estos principios, las metas no se alcanzaban. Asimismo, todo equipo de trabajo necesita según su enfoque, recursos para poder monitorizar sus progresos, sus problemas y obstáculos existentes. El diagrama Ishikawa es uno de ellos. Conozcámoslo a continuación.

El diagrama de Ishikawa: ¿en qué consiste?

Si bien es cierto que el diagrama de Ishikawa se usa sobre todo en el ámbito de empresa, en realidad, podemos hacer uso de él en muchos más contextos. Al fin y al cabo, no deja de ser una buena estrategia mental con la que poder analizar las causas de los problemas.

No obstante, es interesante conocer sus dos vertientes o ámbitos de aplicación; por ello, analizaremos en detalle dos modos de hacer uso del famoso diagrama de pez ideado por Kaoru Ishikawa.

El diagrama de causa-efecto en el ámbito de la empresa con equipos de trabajo

Cualquier empresa, por pequeña que sea, afronta sus retos cotidianos con mayor o peor efectividad. Uno modo de ganar en eficacia es saber afrontar las incidencias, los problemas y discrepancias que surgen en cualquier momento.

El diagrama de Ishikawa nos puede ayudar a resolver con ingenio esos baches. Las claves son estas.

  • Deben estar presentes todos los miembros de la organización (o un representante de los mismos).
  • En primer lugar, se define el problema, por ejemplo, la baja producción del último trimestre. Esa será la cabeza del pez o en su caso, el efecto.
  • Una vez clarificado el problema, se procede a trazar la espinas de nuestro pescado, las cuales, definirán las causas.
  • Para ello se sigue el siguiente esquema, el cual, traza los puntos de análisis o reflexión:

  1. Métodos.
  2. Máquinas (equipamiento).
  3. Personas (trabajadores).
  4. Materiales.
  5. Administración.
  6. Ambiente de trabajo.
  • Cada persona debe contribuir sugiriendo cuáles son, a su parecer y según su experiencia, las causas que han originado ese problema. Se procede, por tanto, a llevar a cabo una lluvia de ideas hasta crear un gran diagrama causal con el cual poder ver qué va mal en la empresa.
  • El último paso es el más decisivo: resolver. Hay que dar solución a esos desafíos identificados entre todos.
Diagrama de Ishikawa para nuestro crecimiento personal

Tal y como señalábamos, el diagrama de Ishikawa puede salir del ámbito social y del mundo de la empresa, para ser una estrategia idónea en el área del crecimiento personal.

Estamos básicamente ante una herramienta que sirve para identificar las causas de esos efectos que limitan en el momento presente nuestro bienestar y, por tanto, podemos extrapolarlo a casi cualquier escenario vital.

Ahora bien ¿de qué manera lo aplicamos en nuestro día a día? ¿cómo nos puede ayudar a favorecer nuestra felicidad o el poder alcanzar determinadas metas vitales? Tengamos en cuenta los siguientes pasos.

  • Clarificamos nuestra preocupación, nuestro miedo, barrera emocional o problema. Por ejemplo: me siento estresado.
  • El segundo paso, como ya sabemos, consiste en dar forma a las espinas del pez (que trazarán esas causas que han podido originar el efecto, en este caso, el estrés). Para ello, podemos basarnos en las siguientes categorías:
  1. En qué ocupo mi tiempo
  2. ¿Cuál es imagen que tengo de mí mismo? ¿Es buena?
  3. ¿Qué tipo de pensamientos suelo tener?
  4. ¿Qué personas me rodean?
  5. ¿Estoy haciendo algo para sentirme mejor?
El último paso del diagrama de Ishikawa aplicado al campo del crecimiento personal o del bienestar es, una vez más, el más importante. Una vez hemos logrado detallar y tomar conciencia de qué está originando nuestro malestar o cuáles son esas realidades que son un obstáculo para lograr lo que queremos (ya sea reducir el estrés, alcanzar una meta o generar un cambio) es momento de pensar en soluciones.

De nada sirve realizar el famoso diagrama del pez si no nos permite generar mejoras. Por tanto, no dudemos en servirnos de este original recurso en beneficio propio. Es un valioso ejercicio de análisis que nos invita también a ejercitar la creatividad al impulsar mejoras, al permitir que ese anfibio avance por un océano más luminoso, feliz y lleno de oportunidades.

lunes, 9 de marzo de 2020

Saber delegar responsabilidades, ¿por qué es tan importante?

Delegar responsabilidades es clave en todo entorno laboral. No solo es un acto de reconocimiento y de confianza hacia el otro, es, además, una estrategia esencial para ser competitivos, reconociendo el potencial único y excepcional de cada persona.

Saber delegar responsabilidades es lo que diferencia a las grandes organizaciones. El éxito de una empresa se sustenta en muchos factores; uno de ellos es la diversificación y la capacidad para confiar en los demás. Sin embargo, algo que nos dice la investigación es que los ejecutivos y gerentes siguen teniendo dificultades a la hora de ceder el control a otros.

Tengámoslo claro, quien no delega se ve tarde o temprano con un número de responsabilidades superior al que puede responder. Algo así no solo genera estrés, sino que, además, deriva tarde o temprano en ineficacia y en errores serios. De algún modo, con esta actitud, se tiende a fortalecer la clásica estructura vertical donde el poder cae en un número limitado de personas.

Asimismo, es común que se dé otro factor. A la hora de ceder responsabilidades se confía más en figuras cercanas como amigos o familiares. En ocasiones, ni siquiera importa que esas personas estén formadas en las tareas que van a desempeñar. Lo importante es que cuenten con la confianza (y también el control) del líder. De este modo, se deriva en esa forma de nepotismo absoluto tan nocivo.

Por mucho que nos sorprenda, en gran parte de nuestro tejido organizacional sigue imperando la idea de que «si quieres hacer algo bien, hazlo tú mismo». Puede que está idea funcione en ciertas situaciones, pero no en el ámbito empresarial. Los «antidelegadores» abundan y, lo que es peor, cuando ceden y asumen que es necesario confiar tareas a otros, lo hacen mal. Veamos por qué.

Saber delegar responsabilidades: razones por las que no se hace (o se hace mal)

Saber delegar es uno de los aspectos más desafiantes cuando alguien accede a un cargo de liderazgo. Uno confía en sus propias competencias, pero… ¿cómo hacerlo en los demás? ¿Quién nos asegura que esa persona que acaban de contratar será capaz de llevar a cabo ciertas funciones como uno quiere, espera y desea? Confiar, en realidad es eso. Es un acto de fe y un salto al vacío, pero es lo que nos permite a la mayoría poder avanzar.

Asumámoslo, la mayoría lo hemos hecho en más de una ocasión. Cedemos a otros parcelas que antes nos correspondían para poder vivir mejor y, porque hacerlo, es un acto de reconocimiento de la valía del otro. Lo hacemos cuando tenemos pareja y lo hacemos también en la educación de nuestros hijos. Siempre llega un momento en que es necesario que los niños asuman tareas y responsabilidades, porque algo así les permite crecer, ganar en autoestima y posicionarse socialmente.

A nivel de empresa es casi lo mismo. Ningún gerente o directivo puede asumir todas y cada una de las responsabilidades más serias de una organización. Diversificar no solo es vital, sino que también es dar impulso a la actitud compartir recursos, favoreciendo que otros desplieguen su capital humano. Repartir es ganar, diversificar es posicionarnos en el mercado al aprovechar el potencial de las personas. 

Sin embargo, como bien hemos señalado, esto no siempre se hace o se hace mal. Veamos las razones.

¿Por qué cuesta tanto delegar responsabilidades en los demás?

Un primer factor que dificulta el poder delegar en los demás en un entorno laboral, es la necesidad de tenerlo todo controlado. Hay líderes que se acogen a la clásica idea de que nadie puede hacer las cosas mejor que ellos. Es más, dar tareas propias a otros es un atentado al propio liderazgo y por ello, se escudan en su posición.
  • Otro elemento importante es la nula habilidad de ciertos líderes para capacitar a otros. Si quiero delegar en los demás, deberé primero enseñarles qué hacer y cómo hacerlo. Si no tengo tiempo para ello o no sé cómo hacerlo, lo más probable es que todo termine en desastre.
  • Existe otra realidad más y que suele verse con frecuencia: la falta de confianza. En ocasiones, no importa que tengamos personas competentes y eficaces, hombres y mujeres en los que delegar una tarea es saber que la harán bien. Hay líderes que no confían, que temen ser traicionados y que no se sienten cómodos diversificando responsabilidades.
Saber delegar responsabilidades ¿cuáles son las claves?


La gran mayoría de líderes de una organización entienden que saber delegar responsabilidades es importante. Y en efecto, a menudo se hace; se lleva a cabo, pero no de la mejor manera. Las consecuencias de una mala cesión de tareas y actividades pueden ser nefastas; no solo aumenta la aparición de incidencias, problemas y baja productividad, sino que, además, se crea un mal clima laboral.

Los líderes echan la culpa a los trabajadores y se instaura la idea de que lo mejor es hacerlo uno mismo. Por tanto, es necesario que se tengan en cuenta unos aspectos muy concretos que facilitarán las cosas a corto y largo plazo. Son las siguientes:

  • Qué se espera y qué hay que hacer. Si no se especifican tareas, procesos y metas surgirán problemas.
  • Reparto preciso. ¿Quién debe hacer qué? ¿Hasta dónde llega tu responsabilidad y la mía?
  • Claridad en el tiempo. Este es otro factor fundamental. ¿Cuándo debe presentarse cada cosa? ¿Cuánto tiempo tengo para organizar, realizar o solucionar cada cosa?
  • Buena comunicación y canales adecuados. Como bien sabemos e imaginamos, la comunicación es ese engranaje prioritario que debe fluir con normalidad y facilidad. Para ello, lo mejor es establecer adecuados canales, como reuniones periódicas y también, formar al personal en dotes de comunicación y habilidades sociales.
Para concluir, somos conscientes de que no es nada fácil crear de hoy para mañana una organización competitiva, feliz y exitosa. Tal tarea lleva tiempo, pero lo que más se necesita son voluntades. La voluntad y compromiso de llegar lejos en conjunto, reconociendo el valor de cada individuo en la empresa.

domingo, 8 de marzo de 2020

¿Por qué nos manifestamos las mujeres el 8 de marzo?

Algunas personas piensan que la discriminación hacia las mujeres en nuestro país no existe, que en pleno siglo XXI estas situación no es real. Entonces, ¿por qué nos manifestamos las mujeres el 8 de Marzo?

¿Por qué nos manifestamos las mujeres el 8 de marzo? Muchas personas se hacen esta pregunta. Algunos dicen que en pleno siglo XXI y en nuestro país la discriminación hacia las mujeres no existe o es anecdótica. También argumentan que las pretensiones feministas hacen creer que la mujer es débil y necesita más protección, aun cuando vivimos en una época en la que las mujeres no podrían estar mejor.

Por otra parte, están los que sí defienden la manifestación diciendo que aún queda mucho por hacer en cuestión de igualdad real entre el hombre y la mujer. Estos últimos hablan de la brecha salarial, de los asesinatos machistas, del techo de cristal, del miedo que sentimos las mujeres al andar solas por la calle, de la invisibilidad de la mujer en la ciencia y otros muchos temas.

Todas las opiniones son válidas, pero solo son opiniones, sin datos que las avalen. Por ello, en este artículo vamos a tratar de mirar a la realidad con datos para ver si realmente el 8 de marzo las mujeres tienen razones para salir a la calle.

La brecha salarial en datos

La brecha salarial que diferencia las retribuciones que reciben por un mismo trabajo un hombre y una mujer se basa en dos razones:

  • Aunque pertenezcan a la misma categoría profesional y, por tanto, según el convenio deban recibir el mismo sueldo, a los hombres se les retribuyen al margen del salario base diferentes complementos salariales que hacen que aumente su salario de manera indirecta, como podemos leer en el ejemplo de este enlace.
  • Las mujeres reducen su jornada laboral de forma más frecuente que los hombres porque son ellas las encargadas del cuidado de la familia. Estos cuidados pueden ser a padres, hijos o cualquier otro familiar dependiente, lo que hace que sus salarios y sus posibilidades de avance en la carrera profesional sean menores que en los hombres.

Las mujeres en la ciencia

Cuando hablamos de mujeres en la ciencia nos referimos a las mujeres como referentes educacionales e históricos de nuestros hijos. Consiste en pararnos a analizar sus libros de historia, ciencia, química, física, matemáticas o literatura buscando cualquier referencia femenina.

El resultado de este análisis es alarmante: las mujeres no existen más que como meros acompañamientos históricos de figuras masculinas. Las mujeres no son más que un apéndice, un apoyo del hombre en sus logros. En el estudio ESO: una genealogía de conocimiento ocultada realizado por la UNED aparece un desarrollo más completo de esta idea.

Otra forma de observarlo es intentando evocar nosotros mismos referentes en la cultura o la ciencia con nombre de mujer. Muchos son los que conocen a Nelson Mandela y menos los que conocen a Rosa Parks; conocemos a Thomas Edison, pero a pocos nos suena Beulah Louise Henry, cuando son igual de importantes en sus áreas de conocimiento.

La penalización de la maternidad en el mundo laboral y el techo de cristal

Según un estudio realizado por el Observatorio Social de la Caixa llamado ¿Tienen las mujeres menos oportunidades de ser contratadas?, elaborado por los investigadores de la Universidad Pompeu Fabra, las mujeres tienen un 30% menos de posibilidades de acceder a una entrevista laboral en igualdad de condiciones a los hombres. Es decir, con el mismo currículo, los que tenían entrevistas y se les ofrecían mejores condiciones laborales eran los hombres.

Esta brecha se acentúa además cuando hay hijos, ya que según este estudio una mujer con descendencia tiene el 35,9% menos de probabilidades de recibir una llamada para una entrevista de trabajo que un hombre con las mismas características. Esto es así porque somos nosotras las que nos dedicamos a los cuidados familiares y el hombre simplemente «ayuda» no es el responsable último de los cuidados.

Pero esto no es todo, según un estudio hecho con población sueca, titulado Does the gender composition in Couples matter for the division of labor after childbirth? la brecha salarial que surge con la maternidad en parejas de lesbianas, una de las cuales fue la madre biológica, desaparece a los 5 años, algo que no ocurre con las parejas heterosexuales.

El estudio clarifica que esta brecha desaparece en las parejas homosexuales debido al reparto equitativo de la crianza de los hijos entre ambos miembros.

La violencia machista

Por último, y no por ello menos importante, nos encontramos con la violencia machista. La violencia de género recibe este nombre porque las víctimas siempre son mujeres y lo son por el mero hecho de ser mujeres. En España, desde el año 2003 cuando se comenzaron a contar los asesinatos por este tipo de violencia han muerto más de 800 mujeres.

Según un artículo titulado Violencia contra las mujeres: una visión estructural, la violencia contra las mujeres es una estrategia para mantener el poder patriarcal y una forma de impedir que las mujeres se muevan del lugar de desigualdad que tradicionalmente han ocupado. Por ello, se encuentra comparativamente más legitimada que la violencia masculina y dicha legitimación se expresa en los códigos jurídicos y penales, los cuales son una cristalización de los valores de la sociedad en que se formulan.

Después de leer todo esto, ¿piensas que no tenemos suficientes motivos para manifestarnos a favor del feminismo? ¿Cual es tu opinión al respecto?