domingo, 14 de febrero de 2021

Alain Badiou y el Elogio del amor

Los planteamientos de Alain Badiou acerca del amor van en contravía de algunos enfoques psicológicos. No cree que esta sea una realidad que pueda o deba racionalizarse, ya que lo esencial es construir la experiencia.

Alain Badiou es un filósofo y escritor francés que ha reflexionado sobre el amor desde una perspectiva muy interesante. Uno de los aspectos llamativos de su enfoque es que aboga por la “despsicologización del amor”.

La “psicologización del amor” tiene que ver, a juicio de Alain Badiou, con una racionalización superflua, encauzada por lo que él llama “psicología pop”. Desde esa perspectiva, los sentimientos, los pensamientos y las emociones son realidades estrictamente individuales.

Entre tanto, Alain Badiou plantea que el amor siempre está ligado a una estructura. En este sentido, ese sentimiento es histórico y cultural, no individual. Así mismo, está ligado a la estructura inconsciente de una persona, no a las emociones o la química. En su filosofía, lo amoroso es un “acontecimiento”. Veamos esto con mayor detalle.

Alain Badiou, el acontecimiento y el amor

Alain Badiou señala que el amor tiene lugar cuando se produce el encuentro con alguien que activa el deseo. No habla en el sentido sexual, sino que se refiere a una cierta expectativa o añoranza que, en principio, es completamente indefinible.

La presencia del amor quiebra o altera las condiciones o circunstancias en las que vive una persona. A eso es a lo que Badiou denomina “acontecimiento”: una realidad capaz de introducir una nueva “verdad” en la vida del sujeto. El amor disloca las condiciones actuales de quien lo experimenta.

El acontecimiento no es predecible, anticipable o discernible, en palabras de Badiou. El encuentro amoroso marca un antes y un después. Lo que sucede es que cada individuo construye una verdad: la verdad de ese amor. Comienza con un “te amo”, que aparentemente es elocuente, pero que en realidad se trata de una indefinición, una apuesta sin garantías.

Cuando alguien dice “te amo” enuncia una verdad, pero en realidad se desconoce qué es lo que dice. Lo asevera desde una estructura que es invisible para el otro, al menos en un comienzo. “Te amo” puede significar “te deseo sexualmente”, “quiero que ocupes el lugar de mi padre”, “deseo que me salves”, “te mataré”, etc.

El amor y la verdad

Tenemos entonces que Alain Badiou aborda el amor como un acontecimiento, es decir, como una ruptura en la realidad histórica, neurológica, de desarrollo y psicopatológica de un individuo. Lo que era, ya no es más. Ha ocurrido algo, el encuentro amoroso, que marca un cambio definitivo.

Para Badiou, lo que hay antes del encuentro amoroso es saber. Entre tanto, el amor es la verdad. Define la verdad como el acontecimiento que perfora el saber. Dicho esto, y para comprender la diferencia entre el pensamiento de este filósofo y la “psicología pop”, se podría poner un ejemplo de lo que diría él y lo que plantearía un consejero amoroso, frente a la misma situación.

Frente a una persona enamorada, el psicólogo orientaría la situación más o menos así: trate de conocer más y más a su pareja; evalúe los pros y los contras de esa relación; no permita que su pareja le genere sufrimientos y solo admita esa relación si verifica que puede hacer su vida más placentera y feliz.

Alain Badiou, en cambio, le diría: la información que obtenga de su consorte no le va a garantizar absolutamente nada. El amor es una apuesta sin garantías, así que, si ama, apueste. El placer y el sufrimiento no son relevantes, lo definitivo es que usted está construyendo una nueva realidad. Si ama, ande, constrúyala.

El elogio del amor

Para Alain Badiou el amor es un proceso de trámite de la diferencia que todo el tiempo se enfrenta con la incertidumbre y el azar. No hay fórmulas ni recetas mágicas, porque son sencillas y fáciles de aplicar, para llevarlo a buen puerto. Nunca se sabe hasta dónde puede llegar y, de hecho, no se sabe si va a llegar a alguna parte. Todo lo que se diga en términos de “gestión” y previsión no deja de ser retórica.

Todo se experimenta desde lo real de la diferencia. No hay manera de que el uno le transmita al otro, de forma absolutamente precisa, qué es lo que siente o cómo lo siente. Ninguno de los dos puede señalarle al otro cómo experimenta la sexualidad, como no sea desde generalidades e inexactitudes.

En el amor de pareja no es posible experimentar un encuentro total y pleno. Es un intento por fusionar lo que por naturaleza es excluyente, diferente. Sin embargo, eso mismo es lo que mantiene la llama amorosa. La dosis de insatisfacción y de incompletud es lo que finalmente activa una y otra vez el deseo.

sábado, 13 de febrero de 2021

7 películas sobre el duelo

El duelo y la muerte son temas recurrentes en el cine, y es que se trata de procesos y vivencias trasversales que tarde o temprano todos tenemos que afrontar. En este artículo os traemos 7 películas sobre el duelo que pueden acompañarnos o inspirarnos en el proceso.

El cine es un arte que va más allá de contar o mostrar una historia, y que refleja valores de la sociedad, emociones humanas, aprendizajes… Por ello es, además, en una herramienta didáctica y de concienciación social. Dos de los temas recurrentes en las películas son las pérdidas y su correspondiente gestión por parte de los personajes. Por ello hoy os traemos 7 películas sobre el duelo, para profundizar un poco más en este proceso tan natural como doloroso.

Y es que el duelo es un proceso natural, que todas y todos vivimos cuando debemos afrontar una pérdida, y que nos permite reajustar y afrontar nuestra nueva realidad. El duelo aparece cuando muere un ser querido, pero también cuando vivimos una ruptura amorosa, cuando perdemos un trabajo… Sin embargo, las películas seleccionadas hablan sobre todo del duelo derivado de la muerte.

7 películas sobre el duelo

Os dejamos 7 películas sobre el duelo que os harán reflexionar sobre la vida y la muerte, las emociones, la fragilidad humana, cómo las personas afrontamos un duelo (cada uno a su manera)… Y, sobre todo, películas que nos harán comprobar cómo el duelo no es un proceso ni mucho menos, lineal.

21 gramos (2003)

¿Cuánto peso perdemos cuando morimos? 21 gramos, el peso que deberán llevar los que nos sobrevivan. Esta es una película estadounidense dirigida por Alejandro González Iñárritu que habla sobra la esperanza y la humanidad, la miseria y la supervivencia.

A través de ella, conoceremos a tres personajes que experimentan intensas emociones y que conocen la muerte de cerca: Paul, Gato y Cristina, unidos por un accidente inesperado.

7 almas (2008)

Otra de las películas sobre el duelo que os traemos es 7 almas, protagonizada por Will Smith. Se trata de otra película estadounidense que cuenta la historia de un inspector de Hacienda de Los Ángeles que se pone en contacto con algunas personas para ayudarlas. ¿Por qué actúa así? Es un misterio que se va revelando. Un día conoce a Emily, una joven enfermera investigada por hacienda, de la que se enamora. Pero Emily está cerca de la muerte.

Camino (2008)

Camino es otra de las películas sobre el duelo realmente impactante. Película española dirigida por Javier Fesser, nos muestra la aventura de una niña de 11 años, Camino, que proviene de una familia del Opus Dei.

Camino enferma muy grave de cáncer y a través de su historia vemos cómo su familia afronta este proceso de formas muy diversas. Una película que te hace reflexionar sobre la vida y la muerte, la religión, las creencias, el dolor, la fe y el amor.

El jugador número 5 (2010)

Película dirigida por Rick Bieber, que explica la historia de Luke Abbate, un popular jugador de lacrosse y de fútbol. Cuando Lake, de 15 años, muere en un accidente de coche causado por un conductor imprudente, su hermano Jon decide rendirle homenaje a través del fútbol. Es una película que nos enseña cómo no existe un único camino bueno para el duelo.

Tan fuerte, tan cerca (2011)

Tan fuerte, tan cerca, dirigida por Stephen Daldry y basado en la novela de Jonathan Safran Foe, es otra de las películas sobre el duelo que os recomendamos.

Cuenta la historia de Oskar Shcell, un niño precoz de 11 años, inventor, diseñador de joyas, astrofísico y pacifista. Su padre muere en los atentados del 11-S y entonces Oskar encuentra un misterioso sobre con una llave dentro. A partir de ahí empieza su aventura para encontrar la cerradura que abre esa llave.

Cosas que importan (1998)

Una película del género drama, con la que conocemos a Ellen Gulden, una ambiciosa periodista que solo vive para trabajar. El día que Ellen recibe la noticia de que su madre está gravemente enferma, decide volver a su pueblo natal con ella.

A raíz de ese viaje, se ve inmersa en una intensa convivencia con sus padres que le permitirá conocerlos en profundidad. Todo ello hace que madure, inspirando una acertada reflexión sobre la muerte y el duelo.

Al otro lado del corazón (2010)

La última de las películas sobre el duelo que os dejamos es esta dirigida por John Cameron Mitchell y protagonizada por Nicole Kidman y Aaron Eckhart. Cuenta la historia de estos dos protagonistas, un matrimonio que intenta superar la muerte de su hijo de cuatro años en un accidente de coche.

Se trata de una película adaptada de la novela con el mismo título de David Lindsay-Abaire, ganadora del premio Pulitzer (categoría de drama). Según la crítica, una buena película que nos muestra «la devastación de la pérdida y el lento y silencioso retorno de la esperanza».

Gracias al cine conocemos nuevas realidades y adquirimos nuevos aprendizajes. Comprender las emociones y nuestros propios procesos como seres humanos que somos a través del cine, nos permite adquirir nuevas perspectivas y, por qué no: crecer como personas.

Si te apetece una película que trate sobre la muerte, el duelo y todo lo que estas vivencias nos pueden aportar, ¡prueba con algunas de la lista!

viernes, 12 de febrero de 2021

¿Cuáles son las diferencias entre atracción, enamoramiento y amor?

El afecto tiene muchas formas. Así, si nos planteamos tener una relación amorosa, es importante tener claras las diferencias entre atracción, enamoramiento y amor. ¡Vamos con ellas!

El amor es uno de los temas más estudiados en psicología. Tiene mil formas de manifestarse y puede aplicarse hasta a seres inanimados o ideas abstractas. Sin embargo, cuando se trata del amor entre personas, las diferencias entre atracción, enamoramiento y amor pueden ser muy relevantes a la hora de configurar una relación sana.

En este artículo encontrarás una conceptualización básica de cada uno de ellos; un resumen de las investigaciones que se han hecho sobre el tema. Además, podrás leer los efectos que tienen sobre la mente para que puedas diferenciarlos.

La atracción interpersonal

La atracción es el sentimiento más superficial, pero no en el sentido peyorativo de la palabra: suele ser el primero que aparece y contiene sentimientos menos profundos que los otros dos. Suele definirse como la actitud positiva y recíproca entre dos personas.

¿Qué ocasiona que las personas se atraigan entre sí? Los investigadores han definido unos cuantos factores:

  • Que ambas personas sean relativamente próximas en cuanto a contexto o localización.
  • El atractivo físico: obviamente, no es decisivo para crear atracción, pero sí uno de los factores más arraigados en el cerebro.
  • La posesión de características socialmente deseables, como buen humor, simpatía, amabilidad y todas las que sean del agrado del que se siente atraído.
  • La semejanza, real o percibida, entre ambas personas: puede ser en cuanto a ideales, gustos, opiniones, etc.
  • La mera exposición: lo que popularmente se conoce como que “el roce hace el cariño”.
  • La reciprocidad: sentirse atraído por aquella persona a la que atraemos es muy común. El refuerzo recíproco de las conductas de aproximación también juega un papel fundamental en esto.
  • Que el balance coste/recompensa sea favorable.
  • Que las exigencias interpersonales estén equilibradas: si un miembro de la ecuación le pide al otro más que éste, no suele compensar.
Como ves, estos factores son suficientes para crear una atracción entre personas. Ahora, para profundizar en las diferencias con los demás conceptos, seguimos con el enamoramiento.

El enamoramiento

El enamoramiento es la fase que popularmente se llama “la luna de miel”, en la que los sentimientos de atracción se magnifican y se convierten casi en el centro de los pensamientos de la persona. Podría considerarse como un síndrome -según algunos autores- que tiene los siguientes síntomas:

  • Grandilocuencia: es un estado emocional muy intenso y al que se le da mucha importancia.
  • Intenso deseo de intimidad y unión con el otro, física y/o emocional.
  • Deseo de reciprocidad, que en ocasiones va acompañado del miedo a no ser correspondidos o la euforia al confirmar la reciprocidad.
  • Atención selectiva centrada en el otro.
  • Pensamientos frecuentes e intrusivos sobre el otro, tanto que a veces interfieren con el desempeño de las tareas cotidianas.
  • Fuerte activación fisiológica ante la presencia del otro, real o imaginada: aceleración cardiaca, sudoración, excitación, entre otros.
  • Hipersensibilidad ante los deseos y necesidades del otro.
  • Vulnerabilidad psicológica: en este estado, las personas son más influenciables y su ánimo depende en mayor medida del trato con el otro.
  • Idealización de la persona amada: la visión de esta persona está sesgada hacia lo positivo.
Quizá estos “síntomas” se parezcan más a lo que conocemos comúnmente como amor. Sin embargo, aún existen diferencias entre este concepto y el que leerás a continuación.

El amor romántico y el amor compañero, y las diferencias entre ellos

Lo que los investigadores llaman “amor” es un proceso más dilatado en el tiempo y más heterogéneo gracias a la configuración única de cada relación. Los ingredientes principales del amor romántico serían los siguientes:

  • Intimidad: unión afectiva especial en cuanto a comunicación, comprensión, apoyo y demás.
  • Pasión erótica: deseos y necesidades físicas como el deseo sexual.
  • Pasión romántica: deseos y necesidades relacionadas con el ideal romántico social.
  • Compromiso: decisión de mantener la relación a pesar de las dificultades que puedan surgir.

Como ves, este es un afecto mucho más estable, proyectado en el tiempo y en las vidas de los que componen la relación. Sin embargo, los expertos hablan de que hay un paso más: el amor compañero. En esta etapa, los aspectos más intensos del amor romántico, como la pasión erótica, se ven paulatinamente más apagados, mientras que otros -como la intimidad y el compromiso- se consolidan.

Algunos investigadores dicen que es aquí, curiosamente, es donde algunas parejas dicen haber alcanzado la felicidad.

Apuntes finales: diferencias entre atracción, enamoramiento y amor

Los tiempos que corren, en cuanto a relaciones se refiere, tienen la cualidad de normalizar la heterogeneidad asociativa o relacional. Por ello, todas las cualidades que has leído para estos tres tipos de relaciones no son necesarias ni excluyentes, ni siquiera las que se refieren al número de personas en la relación. Esto es una gran suerte, pues abre las puertas de la mente y permiten aproximarse cada vez más a descubrir qué es el amor.

jueves, 11 de febrero de 2021

Los 5 tipos de enfado y su impacto psicológico

Encapsular el enfado, ignorar su mensaje e impedir que se disipe su energía no son costumbres saludables. La clave está en hacer uso de esta emoción de manera efectiva, por ello, es bueno saber cuál de entre todos tipos de enfados, es el más recomendable. Lo analizamos.

Hay diferentes tipos de enfado y no todos son, ni mucho menos, negativos o problemáticos. Porque aunque vivamos esta emoción de manera poco placentera, no deja de tener un sentido y una utilidad. Saber movilizar toda esa energía de manera asertiva y adecuada nos permite poner límites, defender lo que es justo y, en muchos casos, lograr acuerdos.

Toda emoción tiene como finalidad garantizar nuestra supervivencia y ayudarnos a adaptarnos al medio con mayor eficacia. Sin embargo, admitámoslo, nada es tan complicado de manejar como los enfados. Llegan como un estallido, una tormenta que todo lo arrasa con esa combinación de ira, de frustración y esa tensión fisiológica que hace temblar la voz y nubla los pensamientos más racionales.

Hay quien, por ejemplo, tiene una sutil y paradójica tendencia a vivir siempre enfadado. También está esa parte de la población que, curiosamente, rara vez se enfada, porque se siente inclinada a interiorizar y callar lo que le indigna; una costumbre que tampoco es saludable. Saber manejar los disgustos, las indignaciones y los pinchazos de cólera con efectividad es un arte en el que todos deberíamos habilitarnos.

Por ello, conocer las tipologías existentes al respeto de esta emoción nos puede ayudar a conocernos mejor. Lo analizamos.

¿Cuántos tipos de enfado existen?

Decía Winston Churchill que la grandeza de una persona se demuestra en aquello que despierta en ella el enfado y la indignación. Pocos razonamientos son tan ciertos; de algún modo, todos conocemos a alguien que tiene una inusitada tendencia a enfadarse por todo y a cada momento.

Los que tienen una piel tan fina y a la mínima quedan secuestrados por la ira y la contradicción, demuestran, sin duda, una mala gestión emocional. El enfado puntual motivado por razones sólidas siempre será comprensible. Por ello, entre los diferentes tipos de estado, el primero es sin duda el justificable. Profundizamos en él y en aquellos que ya no son tan recomendables.

1. El enfado justificable

La vida está llena de injusticias. Sentir indignación y enfado ante esas circunstancias y hechos globales es algo justificable. Como también lo es reaccionar y expresar nuestro malestar cuando algo nos afecta, cuando se vulneran nuestros derechos. Así, en estas circunstancias, lo más recomendable es actuar con asertividad, seguridad e inteligencia.

Vivir relaciones abusivas, experimentar situaciones que nos hacen daño a nosotros o a los demás, reclaman una actuación. Es imprescindible reaccionar, porque la injusticia que se calla o se interioriza se convierte en ira latente. Las consecuencias de callar lo que duele es problemático. Saber actuar es liberador.

2. El enfado secundario (cuando tras la ira hay otra emoción)

Entre todos los tipos de enfado, este es uno de los más comunes. Algo que debemos entender sobre emociones como la ira, la rabia y el enfado es que son como la puerta de una habitación. Al abrirla, descubrimos que detrás de ella se esconde algo más complejo y más grande. Si atravesamos esa entrada, descubriremos que a menudo, lo que hay es decepción, tristeza o emoción.

Esto lo vemos por ejemplo en muchos niños de 4 o 5 años que, incapaces de manejar o entender sus emociones, reaccionan con una rabieta a su frustración, su decepción o su tristeza.

No obstante, esta es una realidad muy frecuente a su vez en los adultos. Son muchos quienes lejos de profundizar en sus tristezas, crean una capa sobre ella para esconderla y hacer del enfado su eterna carta de presentación.

3. Los enfados no saludables (el trastorno latente)

Ya hemos hablado de esas personalidades definidas por un enfado crónico. ¿Qué hay detrás de quien deriva siempre en la agresión verbal, en la explosión de ira, en la frustración constante y en ese torbellino de negatividad? Tras el enfado no saludable está el trastorno psicológico.

Estudios, como los realizados en la Universidad de Leiden, Leiden en los Países Bajos, aportan evidencias de que esas reacciones llenas de ira, así como el enfado persistente, esconden trastornos del estado de ánimo, como la ansiedad y la depresión.

4. El enfado instrumental (lo que espero conseguir a cambio)

Hay personalidades claramente manipuladoras que emplean la indignación como mecanismo de chantaje. Así, entre los diferentes tipos de enfado, este es uno que debemos reconocer. Ejemplo de ello es la pareja que a la mínima se molesta y nos discute algo con el fin de hacernos sentir mal y, así, lograr algo a cambio.

Identificar al enfado como la emoción predominante en el estado de ánimo de otras personas nos desagrada. Podríamos decir aquello de que no nos trasmite buenas vibraciones; no deseamos contagiarnos de su estado emocional. Así, para conseguir que su estado de ánimo cambie, procedemos a realizar lo que nos demanda.

5.  Tipos de enfados: el pasivo y silencioso

Hemos hablado de ellos al inicio. En los enfados pasivos, la persona interioriza, calla y disimula su contrariedad, su rabia e indignación. Esta es una dinámica emocional muy común. Responde básicamente a nuestra educación, a esas fórmulas que tanto nos han repetido de «no llores, no te enfades, eso no es nada, contrólate…».

Sin embargo, hay algo que debemos tener claro: control no es represión. Salud emocional es saber aceptar cada estado sentido, entenderlo y entonces, saber manejarlo para lograr el bienestar y la adaptación. Por tanto, si callamos y engullimos esa frustración y esa rabia, lejos de sentirnos bien lo que haremos es cronificar el sufrimiento. Con ello tanto la salud psicológica como la física se ve afectada.

Para concluir, visto que hay diferentes tipos de enfado, seamos capaces de encauzar esta realidad interna hacia ese mecanismo asertivo con el cual, liberar lo que indigna pero sabiendo respetar y siendo capaces a su vez de llegar acuerdos (si es posible).

miércoles, 10 de febrero de 2021

¿Por qué necesitas controlar a tu pareja?

La necesidad de controlar a la pareja genera sufrimiento y deteriora la relación. Además, a pesar de tener un coste tan alto, es un fenómeno muy común. ¿Por qué ocurre y qué se puede hacer al respecto?

Las actitudes de control, celos y posesividad en un vínculo afectivo resultan sumamente dañinas, tanto para quien las recibe como para quien las ejerce. La desconfianza, los reproches y la falta de libertad suelen deteriorar la relación hasta conducirla a su fin en numerosas ocasiones. A pesar de ello, es una dinámica que se repite con frecuencia. Si te encuentras en esta situación y deseas dejar de controlar a tu pareja, es importante que comprendas las causas que subyacen a tu comportamiento.

La realidad es que, generalmente, la intención no es dañar al otro o menospreciarlo. La necesidad de control surge como un mecanismo de defensa ante las propias inseguridades personales. Sin embargo, pese a que no exista una intención deliberada, estas conductas pueden ser la antesala de otros tipos de violencia; por ello es necesario identificarlas y abordarlas desde un inicio.

¿Por qué necesitas controlar a tu pareja?

Inseguridad y baja autoestima

La inseguridad es el principal motivo que se encuentra tras la necesidad de controlar a la pareja. Pese a que en muchas ocasiones las personas controladoras muestran una imagen de autoconfianza y seguridad, lo cierto es que suelen contar con una autoestima pobre y poco saludable.

Tratar de manipular o coaccionar al otro para que piense, sienta y actúe como nosotros queremos, solo indica que no nos sentimos capaces de mantener una relación en la que ambas personas son libres. Pueden existir pensamientos de desvalorización y miedo a que el otro descubra que no somos tan buenos, que una relación con nosotros no merece la pena o que existen opciones mejores.

Quien posee una autoestima sana es consciente de sus virtudes y sus defectos y, aun así, se considera valioso y merecedor de amor y respeto. Por lo mismo, no teme las comparaciones ni necesita restringir las acciones o el círculo social de su pareja.

Desconfianza hacia el otro

En otras ocasiones, la necesidad de controlar a la pareja surge a raíz de uno o varios episodios anteriores en los que el otro ha quebrantado la confianza. Tras una infidelidad es común que quien fue engañado tema que dicha situación vuelva a repetirse. Una corriente que puede desembocar en recelos, sospechas y conductas de vigilancia recurrentes.

De manera especial, esta dinámica ocurre cuando no se ha abordado la infidelidad de forma adecuada, no se ha sanado ni han establecido compromisos de cambio por parte de ambos. Si te encuentras en esta situación y sientes que necesitas controlar a tu pareja, recuerda que ningún vínculo saludable es posible sin confianza. Por ello, las únicas alternativas consisten en buscar la manera de restaurarla o finalizar la relación. Permanecer en este limbo emocional puede resultar doloroso y agotador para ambos.

Creencias positivas respecto al control

Por otro lado, si necesitas controlar a tu pareja probablemente sea porque piensas que ese control evitará posibles problemas. Dirigir su forma de pensar, restringir sus acciones, controlar con quién se relaciona o a qué dedica su tiempo puede proporcionarte una falsa sensación de seguridad. Sin embargo, has de saber que ninguna de estas actitudes evitará el posible engaño o abandono al que temes; muy por el contrario, seguramente incrementará el malestar de tu pareja y deteriorará vuestro vínculo hasta llevarlo a su fin.

La forma más segura de garantizar la continuidad de una relación es mantenerla saludable y enriquecedora para ambos. La posesividad, la coacción y el control no retendrán a tu pareja, pero sí os harán infelices a los dos.

¿Cómo dejar de controlar a tu pareja?

El control en la pareja puede manifestarse de diversas formas: desde críticas constantes para lograr que el otro cambie, hasta violaciones de su intimidad, amenazas o manipulaciones emocionales. Si te reconoces en alguno de estos patrones, es muy recomendable que busques ayuda profesional al respecto.

La psicoterapia cognitivo-conductual se ha mostrado eficaz en el tratamiento de los celos patológicos y la necesidad de control. Mediante diversas técnicas podrás aprender a identificar los pensamientos irracionales sobre tu relación y a sustituirlos por otros más adaptativos. Además, adquirirás herramientas para eliminar conductas compulsivas de comprobación, como llamar constantemente a tu pareja o espiar sus conversaciones privadas.

La inseguridad, la desconfianza y la posesividad desgastan y perjudican los vínculos amorosos, generan sufrimiento y pueden desembocar en otros tipos de violencia. Por lo mismo, es importante analizar qué está sucediendo en el fondo cuando aumenta la necesidad de control.

martes, 9 de febrero de 2021

5 claves para estar bien

Solemos relacionar el hecho de estar bien con la paz interior y el bienestar mental. Pero, ¿incluye también otros elementos? Reflexionamos sobre ello a través de 5 claves para estar bien.
¿Qué significa para ti estar bien? ¿Sentir paz interior? ¿Tener energía? ¿No tener problemas? ¿Ser feliz? ¿Tener bienestar? Está claro que “estar bien” es un concepto muy subjetivo y que para cada persona tendrá un significado u otro. En este artículo hablaremos del bienestar emocional a nivel genérico (sentirse bien con uno mismo y con nuestra vida) identificando 5 claves para estar bien.

Y es que asociamos el hecho de estar bien con aspectos como tener una buena autoestima, sentir tranquilidad mental, disfrutar de las cosas, gozar de buena salud… Así, si intentamos “objetivar” un poco esta idea, podemos decir que estar bien vertebra elementos de la salud física y mental. Pero, ¿qué necesitamos para estar bien?

Claves para estar bien

Como vemos, aunque el bienestar es un concepto con una gran carga de subjetividad, lo cierto es que este se relaciona con algunos aspectos comunes para todos, como gozar de una buena salud, disponer de una buena red de apoyo o sentirse bien con uno mismo.

Sin embargo, está claro que “estar bien” va mucho más allá de todo esto. Sin más preámbulo, os ofrecemos 5 claves para estar bien que podéis empezar a aplicar en vuestro día a día.

Practica la gratitud

La primera de las claves para estar bien que os proponemos tiene que ver con la gratitud. La gratitud se define como un sentimiento de estima y reconocimiento que una persona tiene hacia quien le ha hecho un favor o prestado un servicio, por el cual desea corresponderle.

Sin embargo, se puede ser agradecido con la vida en general, con las experiencias que vivimos, y con personas que no necesariamente nos han “hecho un favor”. De hecho, hay estudios que demuestran que las personas agradecidas, que dedican unos minutos al día a agradecer las pequeñas cosas que tienen o que van viviendo, son más felices.

La gratitud nos hace valorar las experiencias, las personas y la vida. Además, nos pone en contacto directo con el agradecimiento, un valor y una actitud hacia las cosas positivas, lo que a su vez aumenta nuestro nivel de bienestar.

Reflexiona

¿Qué queremos decir con esto? Que es importante analizar cómo estamos, qué sentimos, qué patrones y actitudes vamos manifestando a lo largo del día (y de la vida en general), etc.

¿Por qué? Porque hacerlo nos permite conectar con nuestras verdaderas necesidades, sobre todo a nivel emocional. Nos permite descubrir qué necesitamos en cada momento, qué nos produce bienestar y, de lo contrario, qué nos ocasiona sufrimiento, para así poder cambiarlo.

Revisarnos nos ayuda a tomar conciencia de quienes somos y de qué necesitamos para estar bien.

Sigue una vida saludable

Como ya sabemos, mente y cuerpo están intrínsecamente conectados. Eso quiere decir que al cuidar la salud física (el cuerpo), estamos cuidando también la mente y por lo tanto la salud emocional o psicológica.

Dormir las horas necesarias, practicar algo de deporte, comer de forma equilibrada y saludable, buscar momentos de calma y desconexión… Son pequeños hábitos que nos ayudarán a sentirnos mejor físicamente y, por lo tanto, también psicológicamente.

Pide ayuda si la necesitas

Debemos eliminar tabúes en relación a la salud mental y al hecho de ir al psicólogo. Ir al psicólogo no es de locos, y no necesitamos estar “en el pozo” para pedir ayuda. Sencillamente, si sentimos que no estamos bien, que algo en nuestra vida falla, que estamos sufriendo por algo… y no sabemos cómo gestionarlo, pedir ayuda es la mejor manera de empezar a sanar.

Iniciar un proceso terapéutico no siempre es fácil por todos los prejuicios y resistencias que podamos tener en relación a ello, pero os aseguramos es una gran alternativa que nos puede ayudar a recuperar nuestro bienestar.

Escúchate y actúa

Otra de las claves para estar bien que os proponemos es la siguiente: escúchate y en función de lo que sientas, actúa. ¿A qué nos referimos con esto? A conectar con nuestras necesidades, a escucharnos y a darle valor a lo que nuestro cuerpo nos pide, a nivel físico y mental.

En otras palabras: permítete sentir, no te juzgues. Habrá días que necesitarás estar solo, otro con amigos, con tu pareja, escuchando música, sin hacer nada, dando un paseo… Y está bien.

Respeta tus ritmos e inquietudes. Aunque parezca un punto un poco abstracto, la realidad es que conectar con nosotros mismos se puede convertir en un hábito muy terrenal y práctico, que nos lleva a invertir energías en lo que realmente nos sienta bien.

Bienestar hedónico y eudaimónico

Hemos visto algunas claves para estar bien, que podemos aplicar de forma genérica en nuestro día a día. Sin embargo, está claro que cada persona es un mundo (con sus intereses, personalidad, necesidades, carencias…) y que, por lo tanto, no a todos nos hacen sentir bien las mismas cosas. Por otro lado, en relación al concepto de “estar bien”, resulta interesante aquí diferenciar dos tipos de bienestar: el eudaimónico y el hedónico.

El primero hace referencia a la realización de actividades congruentes con nuestros valores para ser felices; en cambio, el bienestar hedónico tiene que ver con la presencia de placer y la ausencia de malestar para conseguir la felicidad. Hay personas que son más hedonistas, y otras eudaimónicas.

Y tú, ¿con qué tipo de bienestar te identificas más? ¿Qué te hace sentir bien? Empezar por conocer cómo eres es un primer paso para saber qué necesitas para ser feliz, sabiendo que la felicidad es un camino lleno de luces y sombras donde toda emoción, sea positiva o negativa, tiene su función y su sentido.

lunes, 8 de febrero de 2021

Pensamiento catedral: el enfoque para momentos de crisis

En momentos de crisis hay que saber pensar a largo plazo. El razonamiento catedralicio nos permite dar forma a pensamientos sólidos, colaborativos y enfocados al futuro. De este modo, garantizamos un bienestar más duradero para un colectivo más amplio.

El pensamiento catedral o catedralicio define un enfoque mental de largo alcance, colaborativo y bien cimentado. Su principal característica es que va más allá de la inmediatez o la necesidad puntual a la hora de resolver un problema concreto. Busca por encima de todo dar respuesta a cuestiones más elevadas, ser útil a un colectivo más grande y promover a su vez un avance social.

Visto así, puede parecernos más una aspiración ilusoria que una estrategia cognitiva para aprender a pensar mejor. No obstante, recordemos por un momento lo que nos indica Daniel Kahneman: “la inteligencia no implica solo saber razonar. Requiere saber enfocar la atención, hacer uso de la creatividad y ser abiertos a la experiencia”. Perspectivas como esta de la que vamos a hablar, integra todos estos componentes.

Este modelo de pensamiento se enunció por primera vez en 2014 de mano del escritor Rick Antonson. Lo hizo en una charla TED en Vancouver (Canadá). Analicemos por tanto esta interesante perspectiva tan enriquecedora y útil.

Pensamiento catedral: qué es y cuáles son sus características

Visualicemos, en este momento, nuestra catedral favorita. La de Santiago de Compostela, por ejemplo, la de San Pablo en Londres tal vez o quizá la de Catedral de Colonia en Alemania. Si hay algo por lo que nos llaman la atención dichas maravillas es por su envergadura, belleza, solidez, simbolismo, disposición…

Esas construcciones medievales tardaban varias décadas en ser finalizadas. Arquitectos, canteros, artesanos…  Se necesitaban varias generaciones de personas para alzar estos prodigios arquitectónicos. Tanto es así que buena parte de los arquitectos que las diseñaban rara vez veían finalizada su obra maestra. Su idea pasaba a ser testigo y responsabilidad de otra persona.

Se necesitaban muchos años de previsión y planificación para que las generaciones futuras pudieran disfrutar del resultado final. Las catedrales del presente fueron regalos de nuestros antepasados. Ellas han sido nuestros espacios de culto, lugares de reunión y también refugios en tiempos oscuros.

Si atendemos todo el proceso por el que nos fueron legadas tales bellezas arquitectónicas, podemos aprender mucho de esas manos, esas mentes y esas figuras del ayer que tanta inspiración nos confieren en la actualidad. Analicemos, por tanto, los pilares que edifican el pensamiento catedral.

En momentos de crisis, aprendamos a pensar a largo plazo

Estudios como el realizado en la Universidad de Texas nos plantean algo interesante sobre lo que reflexionar. La innovación es el motor del progreso científico, sin embargo, no capacitamos a nuestros estudiantes a pensar de manera creativa. Así, en épocas de crisis es más importante que nunca encender el motor de la mente innovadora capaz de aplicar el pensamiento catedral. ¿Las razones?

  • La mayoría de nosotros pensamos y buscamos soluciones a problemas razonando a corto plazo. Es decir, si tengo un problema en el trabajo me esfuerzo en resolver ese problema puntual. Pero rara vez se nos ocurre, por ejemplo, ir más allá, habilitarnos en una nueva competencia que permita que ese problema ya no vuelva a aparecer en nuestra vida.
  • El pensamiento catedral o catedralicio nos insta a hacer algo que tenga una visión a largo plazo. Más allá de resolver eso que nos molesta aquí y ahora, es bueno mirar en perspectiva y pensar en mejorar nuestra situación de manera más perdurable.
Juntos en un interés común

¿Qué hubiera sido del avance de la medicina o de los proyectos espaciales sin la colaboración conjunta de varias mentes? Juntos pensamos mejor. La inteligencia colaborativa aúna sinergias de muchos tipos, nos permite ganar en enfoques más amplios, en conocimientos más diversos y en esa motivación que no siempre hallamos en soledad.

El pensamiento catedral necesita de múltiples equipos de trabajo altamente especializados. Así, en momentos de crisis, pocas cosas resultan tan efectivas y poderosas como la colaboración conjunta de múltiples mentes orientadas en un objetivo común.

Pensamiento catedral: ideas sólidas y perspectivas de futuro

Cambio climático, pandemias, armonizar las necesidades sociales con el desarrollo tecnológico… El futuro que tenemos por delante presenta sin duda un horizonte lleno de desafíos. Algo así nos obliga a pensar de manera diferente. No basta con solucionar los problemas que tenemos aquí y ahora. Necesitamos ir más allá para asegurarnos no solo un bienestar presente sino también la felicidad futura.

¿Cómo hacerlo, entonces? El pensamiento catedral es solo una propuesta. Pero pocas ideas resultan tan inspiradoras en el momento actual. Vivimos en una sociedad orientada a satisfacer las necesidades del aquí y ahora, somos impulsivos y nuestra mente se orienta casi siempre al corto plazo. Queremos el refuerzo rápido, la satisfacción inmediata y la solución instantánea.

Sin embargo, tal vez sea necesario realizar cambios y empezar a pensar de manera diferente. Es momento de esculpir ideas más sólidas, valientes e innovadoras para asentar sobre ellas amplias perspectivas de futuro. El horizonte del mañana trae múltiples demandas que debemos empezar a resolver ahora entre todos.