sábado, 7 de agosto de 2021

Los 18 perros más inteligentes

¿Cuántas personas afirman que viven con los perros más inteligentes del mundo? Esto tiene un fundamento biológico que puedes conocer aquí.

La idea de que el humano es el animal más inteligente va cayéndose a pedazos a medida que avanzan los estudios sobre cognición animal. Como no podía ser de otra manera, una de las primeras especies en ser estudiadas fueron los canes, descubriendo que los perros más inteligentes tienen un factor genético asociado a la raza.

Los criterios para establecer si un animal es inteligente o no también se han ido adaptando a las observaciones de especies en libertad. Considerando la definición de inteligencia como la capacidad para adaptarse al entorno y resolver problemas, cada animal despliega un abanico increíble de técnicas de supervivencia que pueden catalogarse como inteligentes.

En este artículo encontrarás las técnicas de estudio de la inteligencia animal y qué razas de perros han conseguido los primeros puestos en el ranking. No te lo pierdas.

¿Cómo se mide la inteligencia?

La psicometría lleva años tratando de desgranar todos los pilares de la inteligencia, pero la mayoría de pruebas no son aplicables a los no humanos. Sin embargo, la capacidad para conocer cómo se producen los cambios en su nicho ecológico y modificar su ambiente es suficiente para considerarles inteligentes.

Por otro lado, los perros son animales gregarios, al igual que el humano, de manera que resulta mucho más intuitivo estudiar la inteligencia aplicada a las relaciones sociales -especialmente en una especie que ha sufrido una domesticación desde hace miles de años-. Investigaciones recientes han demostrado que los canes poseen habilidades cognitivas sociales y se comunican con los humanos de formas únicas.

Cognición social en perros y por qué es importante

Los perros domésticos son modelos adecuados para investigar las habilidades de cognición social por tres razones:

  • Los perros tienen un ancestro común con los lobos, animales sociales que participan en una serie de comportamientos cooperativos, como la caza, y que pueden haber desarrollado habilidades cognitivas que les ayudan a predecir e interpretar las acciones de otros animales.
  • Durante la domesticación del canis lupus familiaris, el humano ha seleccionado a los individuos de forma artificial para conseguir adaptaciones mentales por sus roles en la sociedad humana, como pastoreo o compañía.
  • Los perros domésticos viven en un mundo humano, lo que favorece que se desarrollen en función de su relación con él y no como si vivieran en una jauría con los de su especie.
Los 18 perros más inteligentes

Aunque para otros animales el índice de encefalización no sea relevante -como los cuervos-, en los perros sí parece haber una relación entre el tamaño corporal y la inteligencia. Los perros de raza grande tienen un cerebro con un mayor volumen y más peso, y sus conexiones neuronales son más numerosas, aunque no de forma lineal. Los resultados arrojados señalaron las siguientes razas como las más inteligentes:
  • Border collie: tiene una gran capacidad de comunicación con el humano y para aprender nuevas órdenes.
  • Pastor alemán: su instinto de protección fomenta un vínculo estrecho con su humano. Es una de las razas consideradas como más leales.
  • Golden retriever: su energía e inteligencia son características fomentadas a través de la selección artificial. Anteriormente usados para la caza, ahora son muy valorados como animal de compañía.
  • Dobermann.
  • Pastor de las Shetland.
  • Labrador retriever: al igual que el golden, hace años se los entrenaba para ir a buscar las presas de los cazadores. Ahora, gracias a su carácter sumiso y estable, se valoran como animal de compañía o asistencia.
  • Rottweiler: criado para la protección personal, se han acentuado sus rasgos amenazantes. Sin embargo, son perros sensibles que crean un vínculo estrecho con su tutor.
  • Pastor australiano.
  • Springer spaniel.
  • Pastor belga Tervueren.
  • Pastor belga.
  • Pointer alemán de pelo corto: otro perro seleccionado para la caza, pero esta vez para perseguir presas valiéndose de su gran energía y movilidad.
  • Spaniel bretón.
  • Perdiguero de Nueva Escocia.
  • Braco de Weimar: cariñosos y obedientes, los bracos son otra de las razas criadas para la caza que luego han encontrado un lugar en hogares particulares.
  • Pastor belga malinois.
  • Perro de agua irlandés: aunque son cariñosos y amables por naturaleza, en ocasiones se les entrena para guardar casas o terrenos.
  • Braco húngaro.
Como ves, son todas razas grandes. Sin embargo, la mayoría de estudios que tratan de desentrañar la inteligencia canina estudian la capacidad de memoria, la comunicación y la resolución de problemas, pero no otros procesos. Esto, añadido a que es una especie domesticada, hace que los perros más inteligentes no sean válidos para generalizar al resto de especies.

No obstante, la inteligencia animal se ha estudiado en muchas otras especies en libertad. Elefantes, delfines, cuervos o grandes simios son la prueba viviente de que no estamos solos en las funciones cerebrales complejas. Solo queda ver cuánto tardaremos en comprender sus mentes.

viernes, 6 de agosto de 2021

5 creencias que sabotean tus intentos de tener pareja

Si deseas tener pareja, pero no lo consigues, es probable que algunas creencias disfuncionales te lo estén impidiendo. Descubrirlas te ayudará a modificarlas.

Algunas personas escogen deliberadamente la soltería como estilo de vida. Otras se encuentran en un momento en el que prefieren no implicarse emocionalmente con nadie porque sienten que en sus vidas no cabe nadie más en ese momento. Sin embargo, existe un tercer grupo de individuos que desean disfrutar de una relación y para los que esto parece ser una misión imposible. Si este es tu caso, te interesará conocer algunas de las creencias que sabotean tus intentos de tener pareja.

Cada situación particular es diferente. Hay quienes no se sienten atraídos por nadie de su entorno, quienes no logran conectar emocionalmente y quienes, habiendo iniciado una relación, no consiguen que se consolide. En todos los casos es común que aparezca un pensamiento pesimista: “el mundo está en mi contra”, “tengo muy mala suerte”. Pero, ¿y si te dijera que eres tú mismo (o más bien tus creencias) quien está saboteando el proceso?

Las creencias que sabotean tus intentos de tener pareja

Para explicar esta realidad, podemos realizar una comparación entre los seres humanos y los ordenadores o las computadoras. Las creencias son tu software, ese conjunto de programaciones que guían tu forma de desenvolverte día a día. Estas tendencias a interpretar el mundo de un modo determinado comenzaron a instalarse ya durante la gestación, se establecieron durante la infancia y se consolidaron mediante distintas experiencias vitales que has tenido a lo largo de los años.

De este modo, posees una serie de pensamientos sobre ti mismo, sobre los demás y sobre el mundo que ejercen en ti una influencia mucho mayor de lo que puedes imaginar. Si estas creencias, que actúan desde dentro, no son las más adecuadas, puedes encontrar dificultades para alcanzar el éxito en distintas áreas de tu vida. En este caso, hablamos de aquellas que te impiden tener pareja.

No soy suficiente

El autoconcepto resulta fundamental a la hora de relacionarnos con los demás, especialmente cuando queremos establecer una relación de pareja. ¿Qué piensas y qué sientes sobre ti? ¿Te consideras valioso y merecedor de amor y respeto?

Algunas personas creen que no son lo suficientemente atractivas como para que alguien más se fije en ellas; otras consideran que no poseen lo necesario para mantener el interés de la otra parte a largo plazo. En cualquier caso, estas ideas tan arraigadas condicionan su comportamiento, haciéndoles perder seguridad y llevándolas a sabotear cada intento de relación.

Nadie es suficiente

En otras ocasiones las creencias disfuncionales se centran sobre los demás, sobre todas aquellas personas que podrían ser un prospecto de pareja. No importa cuántas personas conozcas o cuán interesantes, divertidas o educadas sean: siempre falla algo.

¿Te ha ocurrido? Si siempre echas en falta alguna cualidad, tal vez debas revisar tus exigencias y expectativas. Al fin y al cabo, nadie es perfecto y, si te dieras la oportunidad de conocer a estas personas en profundidad y con una mente abierta, quizá llegarían a sorprenderte.

No podré soportar otro desengaño

El miedo es una de nuestras principales motivaciones para obstaculizar nuestros éxitos, aunque sea a nivel inconsciente. Si has tenido experiencias negativas y dolorosas con parejas anteriores, es posible que temas que estas vivencias se repitan.

En este caso, es importante que recuerdes que cada persona y cada relación es diferente, y no hay por qué asumir que todo volverá a desenvolverse del mismo modo.

Todas las personas son iguales

Las generalizaciones no suelen ser positivas y es muy probable que formen parte de las creencias que sabotean tus intentos de tener pareja.

El modelo de relación que viste en tus padres, tus experiencias pasadas o las parejas de tu entorno pueden haberte conducido a pensar que todas las personas son egoístas, infieles o manipuladoras y que la vida en pareja es un sacrificio o una condena a sufrir. Puede que esta idea no sea consciente, pero si está operando en ti resultará complicado que te involucres en una relación.

Tengo que darlo todo / no tengo que entregar tanto
Por último, en función del tipo de apego establecido en la infancia, y en base a las relaciones anteriores, es posible que tengas una idea muy estricta de cómo has de desenvolverte en el plano social.

Quienes tienen un apego ambivalente tienden a complacer en exceso al otro, llegando incluso a olvidarse de sí mismas, con el fin de no ser abandonadas. Por otro lado, las personas con un apego evitativo consideran que la implicación emocional lleva asociada un gran riesgo; este es el motivo por el que se muestran frías y distantes. En cualquier caso, sus acciones están saboteando esa relación que inician.

Puedes corregir las creencias que sabotean tus intentos de tener pareja

Si te has visto reflejado en alguna de las situaciones anteriores, puede que estés sintiéndote culpable o desesperanzado. Sin embargo, identificar estas creencias resulta muy positivo, ya que nos permite hacernos responsables de nosotros mismos y realizar las modificaciones necesarias. Por fortuna, todos estos aprendizajes pueden sustituirse por otros modos más flexibles y funcionales de interpretar la vida. Este software puede modificarse.

Cada vez que te encuentres reproduciendo alguna de estas creencias, detente, analízalas y tratar de observar la situación desde otra perspectiva. No obstante, si no logras hacerlo por ti mismo, buscar orientación profesional puede serte de gran ayuda. Cuando cambies internamente tu realidad exterior también comenzará a modificarse.

jueves, 5 de agosto de 2021

Alois Alzheimer, el hombre que entendió el olvido

Uno de los aspectos interesantes en la biografía de Alois Alzhéimer es que murió sin ser consciente de la trascendencia de su descubrimiento. Él nunca pensó que llegaríamos al siglo XXI sin haber encontrado una manera de hacer retroceder a esta enfermedad.

Por desgracia, es muy probable que conozcas la enfermedad de Alzheimer, pero quizás no tanto que sepas la historia del hombre que la descubrió: Alois Alzheimer. La descripción de esta enfermedad fue un gran aporte para la humanidad, que hasta entonces no comprendía los pormenores de esta patología devastadora.

Antes de los hallazgos de Alois Alzheimer, la enfermedad que hoy lleva su nombre se abordaba como una demencia a secas. Gracias a este científico, se logró afinar el diagnóstico diferencial: identificar el conjunto de características que diferencian a este mal de otras patologías. Desde entonces, no ha dejado de estudiarse.

Es cierto que esta enfermedad sigue teniendo aspectos enigmáticos para la ciencia. Sin embargo, desde 1906, cuando fuera descrita por Alois Alzheimer, se han hecho grandes avances. No es ilusorio pensar que en los próximos años se avanzará de forma significativa en su tratamiento y, por qué no, su curación. Recordemos al hombre que dio origen a este avance científico.

Alois Alzheimer, sus orígenes

Alois Alzheimer nació en Marktbreit, Baviera (Alemania), el 14 de junio de 1864. Hijo de notario, por deseo expreso de este comenzó a estudiar medicina en la Universidad de Berlín. Sin embargo, solo duró un año allí y luego se trasladó a la Universidad de Würzburg.

En la primera etapa, no se esforzó demasiado en sus estudios. Se cuenta que por aquel entonces adoraba el dibujo, arte para el cual tenía un gran talento. También por aquellos años participó en un duelo a sable que dejaría marca en su rostro en forma de cicatriz.

Terminó sus estudios en 1887 con una tesis de grado llamada Sobre las glándulas seruminales. Entonces no parecía tener mayor interés en los enigmas del cerebro. Poco después de graduarse fue contratado como médico particular de una mujer que padecía trastornos mentales. Con ella hizo un viaje de cinco meses que le permitiría seguir de cerca el desarrollo del trastorno.

La investigación del cerebro

Tras el viaje fue contratado en el Hospital para Enfermos Mentales y Epilépticos de Frankfurt am Main, como residente. Allí llegó a ser médico jefe y creó un laboratorio para la investigación del cerebro. También en ese lugar conoció a Franz Nissl, un patólogo con el que trabó una amistad que duraría toda la vida.

Los dos conformaron un equipo que estudió a fondo la anatomía del cerebro. Como es obvio, lo hacían valiéndose de los cerebros de personas muertas. Por eso, Alois Alzheimer solía decir que “ayudo a mis pacientes una vez que se han muerto”. Curiosamente, en 1894 se casó con la viuda de uno de sus pacientes: Nathalie Geisenheimer.

La esposa provenía de una familia muy adinerada, lo cual permitió que Alois Alzheimer se dedicara con más ahínco a la investigación. La pareja tuvo tres hijos. Por desgracia, la mujer murió de forma repentina, cuando su esposo tenía 36 años. La hermana menor de este, Elizabeth, fue a vivir con él y se hizo cargo de los niños. Dos años después, todos se trasladaron a Múnich.

Un hallazgo histórico

Alois Alzheimer fue a trabajar a la Clínica Real Psiquiátrica de Múnich, como responsable del laboratorio anatómico. El director de esa institución era Emil Kraepelin, uno de los psiquiatras más famosos de la historia. Las investigaciones sobre diferentes tipos de demencias comenzaron a avanzar a un ritmo inusitado.

Antes de ir a Múnich, Alois Alzheimer había tenido una paciente a la que se le conoció como Augusta D. Comenzó a atenderla y siguió su caso de cerca, desde que ella tenía 51 años. La mujer finalmente falleció y el médico pudo examinar su cerebro en profundidad. Estudió el caso de manera minuciosa y eso permitió que en 1906 presentara sus conclusiones.

En ellas, Alois Alzheimer presentaba el caso como el de “una enfermedad específica de la corteza cerebral”. Describió los síntomas, identificando como los más típicos a la pérdida de la memoria, las alucinaciones y la desorientación. Desde el punto de vista anatómico había placas y ovillos neurofibrilares.

En 1907 los estudios fueron publicados. Kraepelin empleó por primera vez el concepto de “enfermedad de Alzheimer” en 1910, como un homenaje a quien la descubriera.

Más adelante, Alois Alzheimer se hizo profesor. El 19 de diciembre de 1915 murió de un ataque al corazón. Se dice que el tiempo que pasó en la clínica de Múnich, junto con Kraepelin, marcó la edad de oro de esa institución.

miércoles, 4 de agosto de 2021

Me siento mal "por estar mal": ¿qué puedo hacer?

La mayor parte del tiempo nos negamos a estar tristes. Es más, es común sentirnos mal por el simple hecho de tener unos días malos. Nuestro crítico interno es una voz despiadada que nos juzga de forma adversa cuando más autocompasión necesitamos.

“¡Me siento mal por estar mal!” nos dice a menudo un amigo, un familiar o un compañero de trabajo. Lo expresan con una mezcla de hastío y cansancio, como si estuvieran agotados de vivir en la propia piel, como si se sintieran de verdad muy enfadados consigo mismos. Son situaciones muy comunes que hasta es muy posible que hayamos experimentado nosotros también.

Lo cierto es que es muy fácil culparnos por percibir que nos falta el ánimo, las ganas o el impulso de siempre. Nos molesta porque es esa sombra que pesa y nos impide ser nosotros mismos. Es como si de pronto nos invadiera una presencia extraña e incómoda que queremos retirarnos como quien espanta las moscas. Lo hacemos sin saber que esa tristeza o pesadumbre forma parte también de lo que somos. Y que sea así no es malo ni denigrante.

Nos juzgamos por experimentar bajadas en nuestro estado de ánimo y lo hacemos como si fuéramos nuestro peor enemigo.  De algún modo, se nos ha educado en la idea de que lo esperable y preferible es estar bien en cada instante. La pena es una falta de ortografía que corregir. La depresión una herida que curar a escondidas. La ansiedad algo que disimular y que aliviar con fármacos.

¿Por qué me siento mal “por estar mal”?

Hoy deberías entregar ese proyecto en el trabajo, acudir a esa cita importante, hacer la compra, preparar esos documentos urgentes y después visitar a tus padres. Sin embargo, nada más levantarte percibes que no vas a poder ni con la mitad de cosas. Es cansancio físico y sobre todo mental. Te faltan las ganas, los ánimos y hasta esa positividad que tanto te define comúnmente.

Al poco de salir de la cama, ya te estás diciendo una vez más esa frase de “¿por qué me siento mal por estar mal?”, “¿por qué me enfado conmigo mismo?”. Esta es una realidad muy común y las causas que la orquestan son múltiples:

Tu diálogo interno, la voz sancionadora que no te perdona nada

Decía el psicoterapeuta cognitivo Albert Ellis que te sientes de la manera que piensas. Un diálogo interno negativo, crítico y sancionador te invalida cuando te percibes triste, apagado o vulnerable. Es un juez implacable que no te perdona una y que va modelando tu mente poco a poco para que te sientas cada día más indefenso.

Un ejemplo, Charles Fernyhough psicólogo de la Universidad de Durham y autor del libro Voces Internas, dijo una vez que el diálogo interno llega a producir más de 4000 palabras por minuto. Es decir, funciona 10 veces más rápido que el habla verbal y cuando es negativa, el impacto sobre el propio equilibrio psicológico es inmenso.

Asimismo lo malo de esa charla interna es que, a menudo, llevamos reforzando ese estilo sancionador desde hace décadas. Resulta por tanto muy complicado que, de un día para otro, dejemos de juzgarnos de ese modo cuando nos sentimos mal.

Incapacidad para tolerar las emociones negativas

Cuando me siento mal “por estar mal” lo que estoy haciendo es invalidar mis emociones y necesidades. Es como vivir con un doble de nosotros mismos altamente peligroso. Uno es el que se siente ansioso, triste, decepcionado o angustiado y el otro es el que juzga y nos impone que cambiemos cuando antes ese registro. Este enfoque resulta dañino e invalidante y con ello lo que hacemos es intensificar el malestar.

Nos han educado para mostrarnos siempre resueltos y eficaces. El “hoy puedo con todo” es ese eslogan que mina la salud mental y que nos aboca a no saber entender ni gestionar las propias emociones. Esa intolerancia, ese mal arte de girar el rostro a lo que duele, al ovillo que hay en nuestro interior, nos aboca a estados como la ansiedad y la depresión.

¿Qué puedo hacer cuando no sé gestionar mis estados/emociones negativas?

La psicología positiva está viviendo desde hace unos años lo que se conoce como “una segunda ola” (Held, 2004, Lomas, Ivtzan, 2016, Wong, 2011). Es decir, se abre una etapa en la que se da especial relevancia a las emociones negativas. Son parte de lo que somos, saber aceptarlas, entenderlas y manejarlas es clave para nuestro bienestar psicológico.

Así, un modelo interesante que desarrolló la Universidad de  Buckinghamshire y que publicó en un estudio, consiste en el enfoque TEARS. Lo analizamos.

¿Qué puedo hacer cuando me siento mal “por estar mal”?

  • Toma conciencia del estado emocional– Teach and learn (enseñar y aprender). Este primer paso supone desarrollar esa autoconciencia con la que tomar contacto con la emoción sentida para comprender qué quiere decirnos.
  • Aceptar lo que me sucede. – Express and enable sensory and embodied experiences (expresar y habilitar experiencias sensoriales y corporales). Después de la autoconciencia llega la aceptación, el saber dejar espacio a esos estados.
  • Fuera críticas, refuerza la autocompasión. –Accept and befriend (acepta y hazte amigo). Se trata de dejar a un lado la crítica interna y de ser capaces de desarrollar un diálogo interno compasivo.
  • Aprende a ver las cosas de otro modo – Re-appraise and re-frame (vuelve a evaluar y vuelve a encuadrar). El siguiente paso implica ser capaces de transformar esas emociones en estados más saludables.
  • El apoyo es importante – social support (apoyo social). A veces, nosotros solos no podemos con lo que nos sucede. Saber compartir esas vivencias, emociones y sentimientos nos puede ser de gran ayuda. Como también, buscar ayuda especializada.
Para concluir, algo que debemos sacar en claro de estas realidades es que es necesario dejar de invalidarnos por nuestras emociones y necesidades internas.

Cuando me siento mal “por estar mal” debo dejar de juzgarme No poder con todo, está bien. Admitir y asumir que he llegado al límite y necesito apoyo es un gesto de gran valentía. Pongámoslo en práctica.

martes, 3 de agosto de 2021

Las personas valientes actúan a pesar del miedo, saben que a veces es necesario pedir ayuda y aceptan que la vida es compleja con circunstancias que no desean, pero con las que van a tener que convivir.

Decía William Faulkner que no se puede ir a descubrir nuevos horizontes si primero no nos atrevemos a dejar la orilla. Pero, ¿cómo hacerlo? ¿De qué material están hechas las personas valientes? La ciencia nos dice que esta competencia no siempre nos viene de “fábrica”, ya que no se aloja en el corazón de los genes, sino que cada uno la desarrollamos en una medida.

Podríamos decir aquello de que a ser valiente se aprende a la fuerza. Son instantes existenciales en los que solo se tienen dos opciones, avanzar y atrevernos a beber agua de la charca con los leones o, simplemente, morirnos de sed. Algo así requiere poner en marcha un gran número de engranajes psicológicos, habilidades y dimensiones emocionales que todos podemos activar.

A veces, la clave no está en ser osados, fuertes o incluso en convertirnos en seres resolutivos que logran superar con éxito y eficacia cualquier adversidad. En realidad, la valentía no conjuga con ninguna de estas dimensiones. Se trata más bien de saber manejar el miedo, de saber transitar con la incertidumbre y aceptar que los días malos también existen.

¿Cómo son las personas valientes?

Para hacer un perfil de las personas valientes, primero deberíamos definir quién merece este adjetivo. Al pronunciarla, muchos visualizamos casi de inmediato al clásico héroe de la mitología griega. A Perseo dando muerte a la Medusa, a Hércules, sorteando con éxito las 12 pruebas. No obstante, también  podríamos pensar en Artemisa, Medea o Antígona.

Decía Aristóteles que la valentía es un estado a medio camino entre el miedo y la temeridad. El filósofo Michel de Montaigne señaló que ser valiente tiene sus límites, como toda virtud y que llevarla al extremo es caer en la temeridad y la inmadurez. Lo mismo opinaba Sir Francis Bacon, para quien la valentía no era lo mismo que la audacia, porque los audaces derivan muy a menudo en la necedad al dejarse llevar por el impulso sin calibrar los riesgos.

Entonces, ¿qué es realmente la valentía? Desde un punto de vista psicológico es la capacidad para adaptarnos a las circunstancias que nos rodean haciendo un buen manejo del miedo y dando a su vez la mejor respuesta. Es importante profundizar en este concepto porque, a menudo, reforzamos ideas y estereotipos sobre ser valientes que no son ciertos. Lo analizamos.

Las personas valientes actúan a pesar de sentir miedo

La universidad de Houston (Estados Unidos) realizó un interesante estudio sobre el papel del coraje y la valentía a la hora de afrontar las fobias. En el contexto del estudio, se entrenó a las personas en estas dimensiones, en el manejo del miedo y la motivación. Los resultados fueron de lo más interesantes: una parte de las personas mostraron grandes avances en el manejo de las conductas fóbicas.

Esto nos demuestra algo muy simple: las personas valientes actúan a pesar del miedo. El coraje no es ausencia de temor, de angustia o aprensión. Es convencerse a uno mismo de que hay que actuar a pesar de esas dimensiones porque los beneficios superan al hecho de no actuar.

La valentía se demuestra en los pequeños actos cotidianos

La persona realmente valiente no siempre sale en los medios. No es alguien que realice grandes proezas. En realidad, esta dimensión florece en los pequeños actos cotidianos, esos en los que cada cual va venciendo sus miedos e inseguridades. Son conductas sencillas que logran transformar la realidad y adecuarla al bienestar propio en sintonía con las necesidades, los principios y los valores.

Ser valiente no es ser fuerte

Las personas valientes no necesariamente son seres fuertes o criaturas resistentes como galeones de otros tiempos capaces de salir con pocos daños de vientos y tempestades. En realidad, buena parte de la valentía humana reside en la simple aceptación de aquellas circunstancias indeseadas con las que tenemos que convivir. Sin batallar ante lo que no tiene sentido.

Por ello, en nuestra sociedad, buena parte de los hombres y mujeres valientes son figuras silenciosas. Personalidades que aceptan que, a veces, la vida es adversa y que este viaje no siempre va de ganar o perder, solo de resistir. Y para ello, también se necesitan buenas dosis de valentía.

La grandeza de saber tolerar lo incierto, lo que escapa de nuestro control

Las personas valientes también dominan el arte de la tolerancia a lo incierto. Hay épocas en que el destino no hace más que virar hacia senderos, rincones y desviaciones no previstas. Hasta escenarios que nadie podía imaginar. Como diría el ensayista Nassim Taleb, entender que en la vida abundan los cisnes negros (imprevistos) es un ejemplo de madurez y sabiduría.

Sin embargo, aquellos que además de aceptar y tolerar lo incierto saben manejarlo venciendo los miedos, tolerando la frustración y actuando de manera innovadora, también está haciendo uso de la valentía.

La salud emocional y la capacidad de ser valientes

Las personas valientes también disfrutan de una buena salud emocional. Todas ellas cultivan, practican y refuerzan muchas de estas dimensiones:
  • Serenidad para ver y aceptar las cosas tal y como son.
  • Buena autoestima para salvaguardar su identidad y trabajar por sus necesidades.
  • Adecuada gestión del miedo y las inseguridades.
  • Conducta motivadora.
  • Saben aceptar aquello que no pueden controlar, sin enfadarse, bloquearse o frustrarse.
  • Las personas valientes son mentes que creen en la esperanza y alimentan la ilusión cotidiana.
Para concluir, es importante considerar que todos podemos desarrollar estas habilidades. La valentía no es un rasgo de los superhéroes. No hace falta ser del planeta Kriptón para destacar por estas competencias; en nosotros está activarlas para hacerlas nuestras aquí y ahora.

lunes, 2 de agosto de 2021

Alice Walker: la mujer que nos maravilló con su color púrpura

La historia de Alice Walker es un ejemplo de resiliencia y superación. A los 8 años perdió un ojo y se refugió en los libros. Sin embargo, sus años de lectura florecieron en una obra literaria que hoy se encuentra entre las más célebres y extensas.

Alice Walker es poeta, novelista, docente, editora, feminista y activista. Nació el 9 de febrero de 1944 en el campo de Georgia, Estados Unidos, poco después del final de la Gran Depresión. Creció rodeada del cariño de su familia que, aunque pobre, estimulaba el amor y las perspectivas de futuro entre sus hijos.

A través de sus novelas, Alice Walker se ha convertido en una figura importante en el renacimiento de las escritoras afroamericanos en la década de 1970 y una figura reconocida en el mundo de las letras en los Estados Unidos.

En 1982, Alice Walker fue la primera mujer afroamericana en recibir el Premio Pullitzer por su novela El color púrpura. Sus escritos han sido traducidos a más de veinticinco idiomas y ha vendido más de diez millones de copias.

Vida de Alice Walker: la pérdida de un ojo en la niñez la marcó

Nació el 9 de febrero de 1944. Fue la octava e hija menor de Willie Lee Walker y Minnie Tallulah Grant, que eran aparceros afroamericanos. Su madre trabajaba también como empleada doméstica para ayudar y mantener económicamente a su esposo y así llenar los estómagos de sus ocho hijos.

Alice Walker recibió un disparo con una perdigón de balines en el ojo derecho mientras jugaba con dos de sus hermanos a la edad de 8 años. En su ojo dañado, creció un tejido cicatricial blanco que la acomplejó durante años.

Walker se desconectó en gran medida del mundo que la rodeaba durante mucho tiempo. Se consideraba grotesca, fea y desfigurada. Encontró consuelo en la lectura y la escritura en este período de su vida.

Educación y carrera

Al ingresar a la escuela, fue una estudiante brillante desde el principio. Pudo asistir a Spelman College en Atlanta con la ayuda de una beca y más tarde se mudó al Sarah Lawrence College de Nueva York. También tuvo la oportunidad de visitar África como parte de un programa de estudios en el extranjero. Completando su graduación, en 1965, escribió su primer cuento.

Walker también fue trabajadora social, maestra y conferencista después de acabar la universidad. Aparte de todo esto, participó activamente en el movimiento de derechos civiles donde luchó por la igualdad de todos los afroamericanos y mujeres.

Su primera colección de poemas, Once, y su primera novela, La tercera vida de Grange Copeland, se publicaron en 1968. Su segundo volumen de poesía Revolutionary Petunias y Other Poems se publicó en 1973. También en ese mismo año publicó su colección de cuentos In Love and Trouble: Stories of Black Women. Estas historias dan testimonio del sexismo y la violencia que sufren las mujeres en la comunidad afroamericana.

Después de mudarse a Nueva York, Alice Walker completó la novela Meridian (1976), que sigue el desarrollo de varios activistas de derechos civiles en la década de 1960. La escritora se trasladó luego a California, donde escribió en 1982 su obra sin duda más famosa: El color púrpura.

Alice Walker y su color púrpura

Alice Walker todavía es conocida y famosa por esta obra maestra. Publicó este libro en 1982 y en 1983 recibió el premio Pulitzer en la categoría de ficción. El libro también ganó el Premio Nacional del Libro de Ficción en 1983.

La novela está ambientada a principios del siglo XX. Traza la historia de Celie Harris y examina las experiencias de una mujer afroamericana. La protagonista sufre un terrible abuso a manos de su padre y, más tarde, de su esposo. Walker narra crudamente su lucha usando el inglés afroestadounidense  incorporando personajes femeninos fuertes.

Película “El color púrpura”

El color púrpura finalmente llegó a la pantalla grande dirigida por Steven Spielberg. Para Whoopi Goldberg fue su papel decisivo en el cine. Fue filmada en los condados de Anson y Union en Carolina del Norte.

La película cuenta la historia de una joven afroamericana llamada Celie Harris y muestra los problemas que enfrentaron las mujeres afroamericanas a principios del siglo XX incluida la violencia doméstica, el incesto, la pedofilia, la pobreza, el racismo y sexismo.

El color púrpura fue un éxito de taquilla, recaudando 142 millones de dólares con un presupuesto de 15 millones. La película fue aclamada por la crítica y no solo dio la fama a Whoopi Goldberg que interpretó el papel de Celie, sino que contó con el trabajo de los ya famosos Oprah Winfrey y Danny Glover.

Al igual que el libro, fue un gran éxito e incluso obtuvo 11 nominaciones para los premios Óscar aunque no se llevó ninguno. La película ha sido a veces criticada por ser “demasiado sentimental” y por aparecer en pantalla algo estereotipada la conducta de las personas negras.

En su trabajo de 1996, The Same River Twice: Respecting the Challenging, Alice Walker exploró sus propios sentimientos sobre la película. El color púrpura se convirtió en un musical en Broadway en 2005.

Alice Walker: una trabajadora incansable

Después del asombroso éxito de El color púrpura, Alice Walker creó su primera novela titulada A la luz de la sonrisa de mi padre en el año 1988, que también fue un éxito. Después publicó otra colección de cuentos, El camino a seguir es con un corazón roto en el año 2000.

Una y otra vez, demostró al mundo entero que era una escritora, poeta y novelista versátil y también una mujer afroamericana orgullosa y ambiciosa.

Alice Walker siguió su trabajo con el libro de 2004, Ahora es el momento de abrir tu corazón. Más tarde, publicó su colección de ensayos, Somos los que hemos estado esperando la luz en tiempos de oscuridad en 2006 junto con su libro de imágenes, Hay una flor en la punta de mi nariz que me huele, en el mismo año.

Walker no muestra signos de desaceleración o de dejar de trabajar incluso después de más de cuatro décadas en la industria de la escritura. Es un ejemplo para millones de niñas y mujeres de todo el mundo al alcanzar la excelencia literaria, superando sus complejos físicos y haciendo del activismo un valor que ha guiado su vida y su obra.

Aunque siempre la recordaremos por El color púrpura, su obra es mucho más, un tesoro que os animamos a conocer.

domingo, 1 de agosto de 2021

Terapia dialéctica conductual: características, fases y efectos

La terapia dialéctica conductual tiene su origen en los años 70, y fue creada por la Dra. Marsha Linehan para tratar el trastorno límite de la personalidad. ¿Qué más sabemos sobre esta terapia? ¿Cuáles son sus objetivos? ¿Cómo se aplica?

La terapia dialéctica conductual (TDC) de Marsha Linehan fue diseñada para abordar el trastorno límite de la personalidad (TLP) en adultos, aunque actualmente ha demostrado ser eficaz también para otras problemáticas de salud mental (y también se utiliza para ellas).

La TDC (en inglés, DBT) se focaliza en ayudar a mejorar la inestabilidad afectiva extrema (desregulación emocional), que es una incapacidad para gestionar las emociones intensas. Esta desregulación conduce a comportamientos impulsivos y autodestructivos muy típicos del TLP. En este artículo hablaremos de las características de esta terapia, sus objetivos (funciones), fases y efectos.

Terapia dialéctica conductual: ¿qué es?

La terapia dialéctica conductual (TDC) es un modelo de psicoterapia que dio lugar a un tipo específico de intervención psicológica creada a finales de los ’70 por la Dra. Marsha Linehan. Surgió como consecuencia de la insatisfacción de Linehan y sus colegas con los resultados que obtenían al aplicar la terapia cognitivo conductual en poblaciones de “pacientes multiproblemáticos”.

Inicialmente, se desarrolló para el tratamiento de personas con conductas suicidas y el trastorno límite de la personalidad (TLP), aunque a día de hoy se ha comprobado cómo también puede resultar útil para otros trastornos de la personalidad y para otros trastornos de salud mental en general.

Características de la TDC

Se basa en técnicas de modificación de conducta propias del paradigma cognitivo-conductual y en estrategias de mindfulness, entre otras. Está muy enfocada al tratamiento de los síntomas de la impulsividad, la inestabilidad afectiva y los intentos de suicidas que se desprenden de los dos primeros.

Combina la terapia individual y grupal y, según Behavioral Tech (2017), está enfocada a capacitar a las personas a aprender y utilizar nuevas habilidades para desarrollar una vida que vale la pena vivir.

Objetivos y funciones

Podemos hablar de cinco grandes objetivos o funciones de la terapia dialéctica conductual. Estas funciones son:

  • Aumentar las capacidades personales, como la autorregulación emocional, el centrarse en el “aquí y ahora” o las habilidades interpersonales.
  • Generalizar estas habilidades a otros contextos naturales (es decir, a la vida diaria).
  • Mejorar la motivación y reducir las conductas disfuncionales.
  • Potenciar y mantener las capacidades y motivación del terapeuta que de forma constante se ve retado por el desafío personal que representa una persona con un TLP.
  • Estructurar el ambiente, de forma que lo que rodea al paciente contribuya a alcanzar sus objetivos terapéuticos y se convierta en un reforzador de conductas adaptativas.
Fases

La terapia dialéctica conductual consta de una fase de pretratamiento y de tres fases de tratamiento propiamente dichas. El pretratamiento se focaliza en la orientación inicial del paciente hacia la terapia.

En fase de pretratamiento también se establece la relación terapéutica, las metas y los compromisos. En las siguientes fases se trabajan diferentes áreas y habilidades de la persona, que veremos a continuación:

Fase 1

La primera fase está orientada al aumento de la autoconciencia y de las habilidades de tolerancia al malestar, regulación de emociones y relaciones personales, control y gestión de las conductas impulsivas, etc.

En esta fase se aceptan y se tienen en cuenta todas las variables y conductas que puedan afectar al paciente. Se emplean estrategias dirigidas a conseguir, por un lado, la autoaceptación, y por el otro, el cambio conductual. Suele durar 1 año.

Fase 2

En la segunda fase se actúa sobre el estrés o los síntomas de estrés postraumático o TEPT, muy frecuentes en este tipo de pacientes. No tiene una duración determinada.

Fase 3

Finalmente, la tercera fase está orientada a que el sujeto se reconstruya y vaya construyendo también un autoconcepto realista, positivo y autovalidante que contribuya a la búsqueda de metas vitales importantes.

Se busca también que el paciente aprenda a validar sus propias experiencias. Como ocurre en la fase anterior, tampoco tiene una duración determinada.

Efectos

Los efectos de la terapia dialéctica conductual han sido demostrados para trastornos como el trastorno límite de la personalidad, otros trastornos de personalidad, trastornos de la conducta alimentaria, trastornos del estado de ánimo, abuso de sustancias, trastornos de ansiedad y trastorno de estrés postraumático, entre otros.

Es una terapia que resulta eficaz a la hora de reducir conductas relacionadas con un pobre control de los impulsos (es decir, mejora la impulsividad) y también mejora la tolerancia al malestar y la gestión de las emociones intensas.

Así, sus efectos están muy orientados a reducir el malestar. También, a mejorar la autorregulación emocional y la estabilidad afectiva y a reducir las conductas autolesivas o suicidas.

Las habilidades que trabaja la TDC

La terapia dialéctica conductual sigue utilizándose en la actualidad para diferentes trastornos, tanto en contextos hospitalarios como ambulatorios en el ámbito público y privado. Es un tipo de terapia que trabaja cuatro tipo de habilidades: habilidades básicas de conciencia, de efectividad interpersonal, de regulación de las emociones y de tolerancia al malestar.

Todas estas habilidades resultan muy beneficiosas de potenciar en el TLP y también en otros trastornos psicológicos. A través de ella, se trabaja en formato individual y grupal, y los pacientes disponen de ejercicios y actividades muy prácticas, ofrecidas por el terapeuta, y también de módulos de psicoeducación para entender y manejar mejor su trastorno y su malestar.