viernes, 7 de octubre de 2022

6 características de las personas interesadas

Todos conocemos al menos a una persona de la que solo tenemos noticias cuando necesita algo. Hoy queremos hablar de ese perfil demandante, que nunca o casi unca está cuando lo necesitas, aunque él si espere que tú lo estés.

Las personas interesadas son aquellas que utilizan por sistema a los demás para conseguir algo. Además, cuando el resto las necesita, no suelen estar.

Así, difícilmente invierten su energía en una empresa que no les reporte un beneficio directo. Sus intereses siempre son lo primero, estando a años luz de los demás. Ahora, de manera más concreta, ¿qué más caracteriza al perfil de estas personas? ¿Cómo podemos identificarlas?

Cómo son las personas interesadas

Aunque cada persona es un mundo (y generalizando asumimos un riesgo considerable), lo cierto es que este tipo de personas comparten una serie de rasgos comunes. Son los siguientes.

1. Utilizan a los demás

La característica básica de las personas interesadas es que usan a los demás en beneficio propio. Si se relacionan con ciertas personas, y no con otras, es por alguna razón; para conseguir algo que les beneficie.

Por ello, escogen sus amistades y sus relaciones en función de sus intereses. De esta forma, construyen relaciones desequilibradas y en las que no buscan compartir o abrirse al otro, sino conseguir que el otro haga o les dé lo que necesitan.

2. Son egocéntricas y absorbentes

En tanto que buscan a los demás para obtener algún beneficio o cubrir alguna necesidad, suelen ser personas egoístas, que piensan mucho en ellas mismas, pero no en los demás. Pueden ser también egocéntricas, ya que todo gira en torno a ellas. En cambio, las necesidades de los demás no suelen ser importantes.

Otra de las características de las personas interesadas es que son absorbentes. Una vez contactan con la persona de la que quieren obtener un beneficio, pasan muchas horas con ella, le absorben y el otro casi ni se da cuenta.

3. Son complacientes y manipuladoras

Suelen mostrarse complacientes al principio; con ello, pretenden ganar nuestra confianza y generarnos una sensación de deuda. Así, pueden “reírnos” todas las gracias y responder de manera rápida a nuestras peticiones, para, poco a poco, ir manipulándonos y terminar por obtener lo que desean.

También pueden ser manipuladoras porque acaban consiguiendo que el otro hago algo que ellas quieren o necesitan sin que el otro apenas se dé cuenta. ¿Cómo? Recurriendo a la manipulación, al victimismo, al chantaje… Es decir, tienen una finalidad y hacen lo que sea para llegar a ella.

En este sentido, suelen tener mucha labia, capacidad para convencer, conectar con el otro… Utilizan sus “dotes” en beneficio propio.

4. Pueden ser victimistas

Hemos visto que son personas que pueden ser manipuladoras; así, también pueden actuar con mucho victimismo.

Maquillan la realidad o la distorsionan para parecer las “víctimas”, con el fin de generar pena o ternura en el otro y obtener así lo que quieren (atención, algo material… lo que sea que quieran conseguir u obtener).

5. Suponen que les vamos a ayudar

Otra de las características de las personas interesadas, que manifiestan algunas de ellas, es que suponen desde el principio que les vamos a ayudar.

A veces lo manifiestan, y otras no, pero en cualquier caso lo tienen muy interiorizado. Si lo manifiestan abiertamente desde el principio, es porque le echan “morro” al asunto, y desde ese descaro la otra persona puede sentirse presionada a la hora de complacerles.

6. Cuando las necesitamos, desaparecen

Otra característica de estas personas es que, cuando nosotros las necesitamos a ellas, desaparecen (por mucho que les hayamos ayudado). Es muy complicado que estén disponibles porque en su escala de prioridades nuestro bienestar está muy atrás.

Esto nace de su egoísmo, de su falta de interés por establecer relaciones equitativas donde ambas partes dan y reciben. Lo cierto es que nos quieren para conseguir algo, no por cómo somos o quiénes somos.

El origen de muchas relaciones tóxicas

Y tú, ¿te has encontrado alguna vez con una persona interesada? ¿Te costó identificarla? ¿Cómo actuaste? Lo cierto es que este tipo de personas generan mucho agotamiento y otros sentimientos como rabia o frustración.

Generamos con ellas relaciones tóxicas desiguales (o dependientes), ya que en realidad el otro solo nos quiere para conseguir algo. Pero no son relaciones sanas de amistad, sino de puro interés.

Razones para detectar a las personas interesadas

Por eso es tan importante que podamos aprender a identificar estas personas y, sobre todo, que podamos determinar qué personas queremos en nuestra vida, y cuáles no. Y que nos quedemos solo con las primeras, por todo aquello que nos aportan.

Esto podremos lograrlo a través de un trabajo personal, en el que potenciemos nuestra autoestima, nuestra asertividad (la herramienta esencial para aprender a poner límites) y el autoconocimiento. Todas estas áreas cultivadas de nuestra vida nos permitirán decidir con más claridad qué valoramos en las personas y por qué motivos unas deben estar en nuestra vida y otras, no.

jueves, 6 de octubre de 2022

9 lecciones para novatos en el amor

No importa tu edad o tu experiencia en el campo de las relaciones afectivas. Todos seguimos siendo, de algún modo u otro, novatos en el amor. Estos consejos nos permitirán recordar algunas claves para amar sin sufrir.

Podríamos decir que, de un modo u otro, todos somos novatos en el amor. Pocas dimensiones presentan tantas complejidades, cabos sueltos y territorios difusos que el campo de las relaciones afectivas. A pesar de ello, nos lanzamos a menudo casi de manera ciega, aun intuyendo que vamos a estrellarnos. Y lo hacemos porque asumimos que amar es algo que merecerá la pena.

Ahora bien, es recomendable integrar algunos aprendizajes, algunos principios básicos a modo de manual de instrucciones. Porque, aunque sea cierto que pocas experiencias son más significativas que enamorarnos, hagámoslo al menos de una manera que nos permita salir bien parados de esa aventura.

Tanto si somos nuevos en el mundo de las citas y los primeros amores como si ya contamos con experiencia, no está de más repasar algunas de esas banderas rojas que nunca deberíamos cruzar. A fin y al cabo, por mucho que avancemos como sociedad, seguimos reforzando ideas distorsionadas sobre el amor y esto nos puede hacer caer en auténticas trampas de la desdicha y la infelicidad.

Lecciones para novatos en el amor

Novatos en el amor son los adolescentes, sin duda. En esta época todo es nuevo, intenso y apena ponemos filtros ni límites cuando este sentimiento aparece y nos ciega. Consecuencia de ello es que en los últimos años es el aumento del maltrato entre las parejas comprendidas entre los 15 y los 20 años.

Estudios, como los realizados en la Universidad de Carolina del Norte, destacan la presencia de dinámicas de manipulación. Diversos factores, como el mito del amor romántico, refuerzan desde el sexismo hasta dar por válidas conductas de control. Hablamos de dinámicas que podrían evitarse si se facilita una adecuada educación en relaciones afectivas.

Por otro lado, también podemos considerarnos novatos en el amor cuando, después de un largo noviazgo o matrimonio, se da una ruptura y volvemos a la soltería para buscar una nueva relación. En este caso, también nos interesará recordar o actualizar esas dimensiones sobre el buen amor; ese que no duele, ni coarta, sino que nos permite creer.

1. Los polos opuestos pueden atraerse, pero no siempre pueden convivir

Esta es una idea que pulula en el manual nunca escrito sobre las relaciones afectivas: los polos opuestos se atraen. Bien es cierto que algo así puede suceder. Los extrovertidos pueden sentirse fascinados por los introvertidos y a la inversa. Un urbanita puede enamorarse de un amante de la naturaleza, y al contrario. Sin embargo, debemos tener cuidado con estos patrones relacionales.

Vivir con una persona que mantiene valores opuestos a los nuestros puede ser algo insufrible. Por tanto, el secreto de las relaciones felices está en la complementariedad y en mantener unos mismos ideales, más allá si cada uno tiene un carácter y unas aficiones.

2. Recuerda, el amor no lo es todo

Entre las lecciones para novatos en el amor hay una que nadie puede olvidar. La pasión y el afecto no lo son todo en una relación. En realidad, las relaciones felices y estables se basan además en la confianza, la empatía, la buena comunicación, el respeto, etc.

3. Cuidado con las sorpresas: ¿qué tipo de relación buscas (y busca el otro)?

¿Relación abierta o cerrada? ¿Somos poliamorosos o lo es nuestra pareja? En el mundo de las relaciones no existen los contratos y los preacuerdos, pero siempre es bueno clarificar qué tipo de vínculo queremos construir.

Dejar claro que buscamos, por ejemplo, un vínculo exclusivo y comprometido con alguien es darle al otro una idea muy clara también de lo que esperamos de él.

4. Amar sin presiones: un compromiso no es una obligación

El afecto y el amor deben partir siempre de la libertad, del respeto mutuo y nunca de la presión. Todo vínculo afectivo requiere de un compromiso auténtico del uno por el otro. Sin embargo, en ese lazo no caben las obligaciones, los mandatos o las coacciones.

5. Tu pareja no es adivina

Si te preocupa algo, no esperes hasta que tu pareja se dé cuenta. Las personas no leemos mentes, no podemos adivinar lo que le pasa el otro.

El amor, aunque sea mágico, no nos ofrece superpoderes. Por ello, cada vez que te preocupe o moleste algo, háblalo con tu pareja.

6. El amor auténtico no es incondicional

Que no te engañen. El amor no es incondicional, en realidad, para ser feliz en una relación se necesitan muchas condiciones que deben cumplirse sí o sí.

Debes exigir a la otra persona dimensiones tan esenciales como la sinceridad, el respeto, la empatía, la humildad, la reciprocidad, el compromiso, el afecto, una buena comunicación, etc.

7. Tu pareja no es perfecta (y tú tampoco)

Los novatos en el amor son eternos buscadores de la persona perfecta. Es más, a menudo y sin importar su edad y relaciones vividas, siguen con ese anhelo: encontrar al alma gemela, al ser ideal que a todo le dé sentido.

Como seres humanos que somos, la perfección no está en nuestro ADN. Al menos de momento. Todos somos seres falibles, con virtudes y defectos, cometemos errores y aprendemos, a instantes podemos ser brillantes, pero en la intimidad a menudo caemos en el estándar, en la rutina y la previsibilidad. No todo son fuegos artificiales.

8. El amor es una planta que se marchita si se descuida

Enamorarse es una experiencia sensacional; es como tener miles de burbujas de champán estallando en el corazón. Sin embargo, con el tiempo, el amor puede ir marchitándose por el desuso, la monotonía y el descuido. Lo que no se atiende se apaga y fenece, y con las relaciones afectivas sucede exactamente lo mismo.

Todos los novatos en el amor deben recordar que ningún sentimiento puede darse por sentado. Para que eso que un día se encendió de manera inesperada se mantenga, hay que reforzarlo y avivarlo cada día.

9. El amor durará lo que tenga que durar

Hay amores eternos, y también pasiones de una noche de verano. Una relación no siempre dura lo que uno desea. En ocasiones, por mucho que uno quiera que el vínculo sobreviva, puede llegar el desamor u otros factores que no puede controlar.

El amor durará lo que tenga que durar, pero mientras vivamos el presente y el momento con intensidad, dando significado a cada instante. Al fin y al cabo, de eso trata la vida, de dar trascendencia a cada hora y segundo vivido, y si es con amor muchísimo mejor.

miércoles, 5 de octubre de 2022

¿Qué es la aritmofobia? síntomas, causas y tratamiento

Las personas con aritmofobia experimentan angustia y pánico ante cualquier representación numérica. Hablamos sobre sus principales síntomas, causas y tratamiento.

En mayor o menor medida, los números son elementos cotidianos; crearlos nos permitió progresar como sociedad y comprender innumerables fenómenos del mundo y del universo.

Aunque no seamos conscientes, están en todos lados, desde el número de nuestro canal favorito hasta en el nombre de calles y avenidas. Ahora bien, ¿te imaginas tener pánico a los números? ¿Cómo sería vivir con aritmofobia?

¿Qué es la aritmofobia?

Desde el DSM-5, la aritmofobia se clasificaría como una fobia específica, un tipo de trastorno de ansiedad.

Se trata del miedo irracional y desproporcionado hacia todo lo que tenga que ver con números, sean naturales, primos, pares, impares, etc. Este temor irracional se desencadenaría ante la presencia de un objeto que relacionemos con una representación numérica, ya sea escribir una fecha o estudiar el Álgebra de Baldor.

La persona con esta fobia también viviría en constante alerta porque trataría de anticipar dónde o en qué podría tener que vérselas con los números.

Es normal que un examen de cálculo diferencial pueda generarnos cierta ansiedad, pero este estado anímico no se compara con la fobia en cuestión. Si bien las expresiones numéricas no representan peligro ni riesgo alguno, la persona puede sentir un profundo pánico al revisar la factura de sus compras o al tener que pensar qué hará cuando esté discutiendo el préstamo que necesita para poner en marcha su idea de negocio.

Esto es así porque en el cerebro de la persona con aritmofobia se lleva a cabo de una respuesta desproporcionada que provoca angustia, ansiedad y estrés. Lo que implica manifestaciones en el plano psicológico -bloqueos, miedo o anticipación de fracaso-, pero también físico -sudor, palpitaciones o sequedad en la garganta-.

Síntomas de la aritmofobia

La sintomatología de la aritmofobia se manifiesta a nivel corporal y emocional:
  • Diaforesis (sudoración excesiva o incontrolable).
  • Dolor estomacal.
  • Migraña y náuseas.
  • La persona evita las situaciones que involucren números o cualquier representación numérica.
  • Presión arterial y aumento de la frecuencia cardíaca.
  • Miedo, angustia y ansiedad ante cualquier representación numérica.
  • La ansiedad o el temor se presentan de forma inmediata casi siempre.
  • El temor dura al menos 6 meses.
Además de lo anterior, el malestar que se experimenta interfiere en la vida cotidiana y la aritmofobia no se puede explicar mejor con base en otra enfermedad.

Causas de la aritmofobia

Muchas fobias enraízan en experiencias traumáticas de la infancia que generaron un enorme malestar. Por lo que estas tienen un componente de aprendizaje asociativo (condicionamiento clásico).

En el caso de la aritmofobia, la persona asociaría los números con una experiencia traumática que le generó malestar.

Otra de las causas que pueden explicar esta fobia es una mala experiencia con la asignatura de matemáticas. De hecho, si ha sido así, es muy probable que la persona manifieste síntomas ante el temor o la inseguridad de hacer mal cualquier tipo de cálculo.

Por último, la aritmofobia también puede aprenderse por observación; es decir, a través de ver cómo otros “padecen” las matemáticas contribuiría a formar una idea irracional sobre estas.

Intervención frente a la aritmofobia

Existen diferentes formas de abordar la aritmofobia. No obstante, es necesario que sea un profesional de la salud mental el que realice su abordaje.

El tratamiento psicológico es el más eficaz para este tipo de fobia, siendo la terapia cognitivo conductual el mejor enfoque; aunque en los casos más graves también puede acompañarse de psicofármacos.

Entre las técnicas más comunes para las fobias específicas, destacan las técnicas de exposición al estímulo temido (en este caso, los números) y las técnicas de relajación. Por ejemplo, una que combina ambas es la desensibilización sistemática, a través de la cual el paciente se expone al estímulo fóbico de forma gradual tras haber aprendido una serie de estrategias de afrontamiento para reducir la ansiedad.

La clave de la terapia radica en saber entender el ritmo del paciente, animándole a que sea consciente de lo que le ocurre con su trabajo y reforzando sus avances, aunque en apariencia estos no sean demasiado significativos.

No obstante, además de la terapia cognitivo conductual, la terapia de aceptación y compromiso también es muy efectiva para el tratamiento psicológico de las fobias específicas.

martes, 4 de octubre de 2022

Las 6 características de las personas solitarias

¿Disfrutas en soledad? ¿Conoces a alguien que no sea capaz de hacerlo? Las personas que aceptan, e incluso que buscan la soledad, suelen contar con unas características muy particulares.

El ser humano es un ser social por naturaleza. Por eso, a veces, nos pueden sorprender quienes prefieren pasar su tiempo libre sin cruzar palabra con los demás o alejados del resto. Quienes eligen estar solos. Ahora bien, ¿por qué algunas personas prefieren estar solas? ¿Cómo son?

Ciertamente, “estar solo” puede tener una gran carga negativa en nuestra mente. Nos olvidamos de que no es lo mismo “sentirnos solos” que “estar solos”. Al contrario, existen aquellos que disfrutan, y mucho, de sus momentos de soledad; pudiendo incluso priorizarlos frente a alternativas sociales.

Para muchas personas, la soledad es un placer. Disfrutan de su propia compañía. Estas suelen tener la autoestima más alta, son seguras y reflexivas. Si bien no hay que olvidar que cada caso es único; en este artículo veremos algunas de las motivaciones que hacen que algunas personas busquen la soledad. 

Estar solos como una experiencia positiva

En el año 2000, Expósito y Moya diseñaron un estudio en el que comprobaron que las personas solitarias fueron evaluadas negativamente en el contexto de las relaciones. Y que, además, dicho preconcepto se generaliza a otras áreas de la vida que nada tienen que ver con el ámbito relacional.

Pero la soledad, y su vivencia en equilibrio y aceptación, es un requisito necesario para relacionarnos con otro ser humano en libertad. Para forjar una relación fuerte y saludable, con nosotros mismos y con nuestro entorno.

Es de gran importancia diferenciar dos tipos de personas solitarias:
  • Aquellos que están solos contra su voluntad: suelen ser personas que quieren ser amadas e incluidas, pero que en su lugar fueron rechazados. En mayor o menor medida, suelen hacer planes para evitar los momentos “vacíos”.
  • “Los verdaderos solitarios”: es decir, aquellos que abrazan y disfrutan plenamente su tiempo a solas. 
Para el primer tipo, la soledad será una carga. Por el contrario, para los verdaderos solitarios, la soledad es un tesoro emocional. Quienes no viven la soledad desde la perspectiva del vacío o de la ausencia, sino de la plenitud. Estas son personas que sienten la creatividad, la ilusión, la libertad y la confianza de estar consigo mismas.

Entendemos que la soledad es parte troncal del proceso de madurez. La conquista de la soledad es el resultado del amor incondicional hacia uno mismo. Es probable que aquellos que tienen dificultades para estar en solos cuenten con una autoestima basada en las relaciones y en la necesidad de pertenecer.

Características de aquellos que prefieren estar solos

A continuación, señalaremos las principales características de las personas que eligen a la soledad:

1. Momento de búsqueda personal

Las personas que prefieren estar solas pueden estar pasando por un momento de cambio y búsqueda interna; desarrollando nuevos hábitos e intentando hacer cambios profundos en sus vidas lejos de la influencia de otros. Quieren distanciarse para ganar en perspectiva.

2. Conocen el valor del tiempo

Las personas que prefieren estar solas suelen ser hábiles estableciendo prioridades porque cuentan con más espacio para los deseos y menos para las necesidades (al tener más cubiertas).

No tienen problema en priorizar sus intereses cuando piensan que es necesario, igual que no lo tienen a la hora de poner sus recursos a disposición de los demás si se lo pueden permitir. Lo hacen para que estén mejor; no lo hacen para ganarse su favor o simpatía.

3. Experimentan todo tipo de emociones

Aunque a lo largo de este artículo nos enfocamos en las personas que están solas por elección, es bueno aclarar que no es sinónimo de “estar feliz”. De hecho, en muchos casos, la tristeza es la que motiva a la persona a alejarse. Si bien esto es común, no será saludable para la propia persona cuando esta soledad se prolongue mucho tiempo.

4. No tienen miedo al rechazo

Son personas que confían en sus capacidades, lo que les lleva a depender menos y ser menos sensibles a las valoraciones de otros. Además, suelen ser más exigentes con las personas de sus círculos sociales.

Además, al saber que pueden ser felices solas, eligen sin presión a quienes quieren a su lado. Por esto no sienten miedo de ser rechazadas.

5. Disfrutan de su propia compañía

No olvidemos que también existen personas que, cuando piensan en sí mismas, se describen como “solitarias”. Ellos entienden que “estar solos” no los hace “sentirse solos”. Son personas que necesitan en su vida cotidiana un tiempo para estar solas y tranquilas. Se pueden definir como creativas y ambiciosas, disfrutan mucho de su propia compañía.

6. Se sienten dolidas

Muchas veces, quien ha acumulado una cierta cantidad de experiencias negativas, puede llegar a retraerse en sí mismo. En estos casos, la soledad suele funcionar como un mecanismo de protección en el que “estar solo es mejor”. Lo importante es saber que esta herramienta servirá por un tiempo. En exceso, nada es saludable. 

¿Eres una persona solitaria?

Si tienes dudas respecto a qué grupo puedes pertenecer, puedes reflexionar sobre si te identificas con estas declaraciones:
  • Cuando estoy solo me siento relajado.
  • Me gusta estar completamente solo.
O, quizás con estas:
  • Me siento incómodo cuando estoy solo.
  • Estar solo se vuelve demasiado para mí.
Por último, las personas que están a gusto en soledad suelen ser más empáticas; sienten que tienen menos carencias en su mundo interior, y que, por lo tanto, pueden dedicar más atención y cuidados a los demás. No todas las relaciones personales son felices y satisfactorias.

Quienes llegan al estado de disfrutar de periodos de soledad, son aquellas que se han dado la oportunidad de experimentar vivencias que rompen con esas creencias limitantes. Estos rasgos hacen que tiendan a ser personas de mente abierta, respetuosas ante los diferentes puntos de vista, capaces de conciliar y de reconocer propios deseos y gustos.

lunes, 3 de octubre de 2022

Los 5 tipos de reconocimiento laboral

Entender cómo recompensar a tus empleados puede ser clave para elevar su productividad y crear un clima laboral positivo.

La satisfacción con el trabajo es un elemento clave para que los empleados de una empresa estén motivados. En este sentido, una de las estrategias más útiles para elevar la motivación son las recompensas. Para entender mejor cómo funcionan, vamos a analizar los diferentes tipos de reconocimiento laboral que existen y sus efectos.

Recordemos que ni todas las personas son iguales, ni trabajan con la misma escala de prioridades ni persiguen los mismos intereses. Comprender las distintas maneras con las que puedes reconocer el trabajo de las personas que estén a tu cargo, y ponerlas en práctica, hará que estas aumenten su rendimiento y se sientan mejor.

Importancia del reconocimiento laboral

La motivación es uno de los procesos psicológicos más complejos e interesantes. Después de todo, se trata de aquello que impulsa o moviliza nuestro comportamiento. La motivación empuja a las personas a esforzarse, a invertir energía, a pasar a la acción.

Siguiendo esta línea, en el campo laboral, el interés sobre la motivación en los empleados ha ido creciendo a través de los años. Así, hoy sabemos que la motivación se relaciona de forma positiva con la productividad. Es decir, cuanto mayor sea la motivación de un trabajador, mayor será su desempeño. Así, el reconocimiento es una de las formas más eficientes de conseguir que estén motivados.

Danish y Usman (2010) publicaron un trabajo sobre el impacto de la recompensa y el reconocimiento en la satisfacción laboral y motivación. Los resultados arrojaron que quienes mantienen relaciones agradables con sus compañeros de trabajo, jefes cooperativos, salarios justos y posibilidad de crecimiento cuentan con una mayor motivación.

De esta manera, vemos cómo el reconocimiento a un buen trabajo hace que este se mantenga o, incluso, aumente su calidad.

Tipos de reconocimiento laboral

Por los motivos enumerados, y por otros muchos que se han quedado en el tintero, es importante reconocer los diferentes tipos de reconocimiento laboral que existen.

Por otro lado, pensemos que no todas las personas responden igual a los estímulos. Lo que para un empleado puede ser un elemento muy motivador, para otro puede no serlo tanto.

Así, si queremos realizar un reconocimiento que ayude a optimizar el rendimiento de un trabajado, haríamos bien en conocer, al menos un poco, su perfil.

1. Reconocimiento monetario

En los entornos laborales, es el tipo de recompensa más conocida, y también una de las preferidas. Los premios monetarios pueden incluir aumentos salariales, bonos por productividad, asistencia, puntualidad, comisiones por venta, etc. También tarjetas de regalo, vacaciones con pago y viajes de trabajo son recompensas indirectamente monetarias que pueden mantener la motivación.

Sin embargo, no es aconsejable que estos sean el único tipo de reconocimiento que reciben los trabajadores. De los estudios enmarcados en la rama más conductista sabemos que los refuerzos pierden su poder cuando se aplican sin asociarlos a esa actitud o conducta. La razón por la que ocurre es que cuando se presenta de modo constante, deja de ser interesante para la persona.

2. Reconocimiento verbal

El reconocimiento que más valoran algunos trabajadores es el verbal. Unas palabras de aliento, concretas y compartidas en el momento adecuado pueden hacer que el trabajador sienta que su presencia tiene valor para la empresa.

No obstante, al igual que en el caso anterior, no debería ser el único tipo de reconocimiento. Las palabras necesitan ir acompañadas de hechos o elementos tangibles; de lo contrario, su significado se difumina. En consecuencia, el trabajador podría sentir que el discurso de aliento es impostado.

3. Movilidad y ascensos

Un buen plan de carrera también puede ser una gran motivación. Las personas siempre queremos crecer; tememos los desafíos, peor al mismo tiempo los deseamos. Acceder a ellos y superarlos es lo que nos hace sentir que avanzamos.

Un plan de carrera le dice al trabajador que la empresa no solo cuenta con él ahora, sino que lo hace también para un futuro. De esta forma, el trabajador puede conocer cómo mejorarán sus condiciones a medida que su experiencia crezca.

4. Tener en cuenta las ideas

Otro de los tipos de reconocimiento laboral que son valiosos para los trabajadores, es tener en cuenta sus sugerencias. Sobre todo en ambientes creativos, es significativo que los compañeros y superiores consideren sus ideas o proyectos. Incluso si no se desarrollan en el presente, es bueno hacerles entender que en el futuro sus sugerencias podrían ser útiles.

5. Separar el esfuerzo del resultado

Los eventos no siempre se desarrollan de la forma que se espera, a pesar de la planificación. No obstante, es importante que el esfuerzo de los empleados se premie, incluso cuando las cosas no salen bien. De esta forma, se reduce el impacto que el fracaso pudiera tener en su motivación y los impulsa a aprender y avanzar. Así, en el futuro, es menos probable que se repita el mismo error.

¿Cómo debería usarse los reconocimientos laborales?

Las recompensas en el trabajo pretenden ser refuerzos positivos, con todo lo que ello implica. Lo ideal sería utilizar cada una de las formas de reconocimiento de manera inteligente: teniendo en cuenta las inquietudes del trabajador, las necesidades de la empresa y el efecto, en última instancia, que queremos lograr.

No es recomendable que nos enfoquemos en un solo tipo de  reconocimiento; de hacerlo, este puede perder su efecto. Por ejemplo, las palabras pierden significado si nunca van acompañadas de otro tipo de gestos que las respalden. Por otro lado, el reconocimiento económico por sí solo puede, por ejemplo, no trasladarle al trabajador la idea de que la empresa cuenta con él o de que lo que realmente se valora es su trabajo, y el aumento de salario no solo es una consecuencia “automática” de sumar años en el puesto.

domingo, 2 de octubre de 2022

¿Se puede olvidar la lengua materna?

¿Podemos olvidar nuestro idioma si estamos varias décadas viviendo en otro lugar del mundo? Esto es lo que dice la ciencia.

¿Se puede olvidar la lengua materna? Hay circunstancias vitales excepcionales que pueden, en ocasiones, difuminar de nuestra mente ese idioma con el que nos criamos durante los primeros años de nuestra vida. Sucede, por ejemplo, en esos niños de un país determinado que son adoptados siendo muy pequeños y sumergidos en otra cultura y otro idioma.

Este es un tema que ha interesado a la ciencia desde hace décadas. Son también muchas las personas que al inmigrar de sus países construyen una existencia nueva, convirtiéndose en hablantes eficaces de otro idioma diferente al suyo. A menudo, pueden pasar décadas sin tener apenas contacto con la propia lengua, hasta el punto de empezar a pensar en esa habla del lugar de residencia y no con el de procedencia.

Bien es cierto que, como nos señalan los estudios, resulta imposible borrar por completo la lengua con las que nos criaron. Sin embargo, sí podemos perder fluidez, agilidad, vocabulario y evidenciar errores sintácticos y gramaticales. Al fin y al cabo, lo que no se practica se oxida, pero prevalece en nuestro cerebro como una impronta imposible de borrar por completo…

¿Se puede olvidar la lengua materna? Esto es lo que dice la ciencia

Empezaremos incidiendo en que la lengua materna, por término medio, nunca se pierde. La excepción reside sin duda en la edad en que una persona se desvincula de su idioma de origen. Así, los migrantes que abandonan su país natal a una edad muy temprana o los niños que son adoptados cuando apena han asentado el proceso comunicativo, sí tienden a olvidar su lengua de origen.

Ahora bien, en estos últimos casos hay detalles que resultan cuanto menos, fascinantes. En un trabajo de investigación de la Universidad McGill, en Canadá, apreciaron en el 2014 algo llamativo. Hay niños que fueron adoptados con poco más de un año de edad que aún reconocen, de manera inconsciente, los sonidos de su idioma de origen.

Este trabajo demostró como el cerebro de niñas de origen chino que en la actualidad son monolingües (francés) reaccionan ante estímulos sonoros del chino. La lengua a la que dejaron de exponerse al año y medio tras ser adoptadas, prevalece a nivel neurológico. Por tanto, a la pregunta de sí se puede olvidar la lengua materna, la respuesta puede compleja: aunque no podamos entenderla ni comunicarnos con ella, el cerebro la reconoce.

Erosión lingüística sí, pérdida no

Puede que nos haya pasado a nosotros mismos o que conozcamos a alguien que experimente esta situación. Cuando por las razones que sean dejamos nuestro país de origen y pasamos décadas comunicándonos en otro idioma, aparecen cambios. Al principio el idioma nativo coexiste más o menos con el nuevo. Sin embargo, poco a poco aparece un fenómeno muy concreto…

La erosión lingüística es el debilitamiento de un idioma debido a la falta de uso. El primer efecto que notamos en estos casos es sentir que a la hora de hablar en nuestra lengua nativa, nos cuesta encontrar las palabras adecuadas para ciertas cosas. Es el fenómeno de la palabra en la punta de la lengua. No damos con ese término y eso provoca cierto apuro y molestia.

No solo nos habituamos a los nuevos sonidos y dicción del idioma nuevo, sino que insertamos sus estructuras gramaticales y lo automatizamos. Lo automatizamos tanto que hasta empezamos a pensar con él. Esto provoca el progresivo debilitamiento de la lengua materna, hasta el punto de usarla con dificultad, de manera errónea. Sin embargo, eso sí, la pérdida nunca será completa.

No, no se puede olvidar la lengua materna

Uno de los países con mayor «hibridismo lingüístico» es Londres. En esta efervescente y populosa ciudad coexisten múltiples culturas y personas de absolutamente todos los países del mundo. Si nos preguntamos si se puede olvidar la lengua materna, basta con dar un paseo por sus calles y hacer un pequeño sondeo. Descubriremos que nos dirán que no, que todos conservan ese idioma con el que les criaron.

Sin embargo, se da otro hecho no menos curioso y es precisamente ese hibridismo dialéctico. A menudo, se intercambian palabras de un idioma otro, se lega vocabulario y hasta expresiones. Al fin y al cabo, no podemos dejar de lado una realidad: el lenguaje es una entidad viva y constante transformación.

Además, la lengua materna también traza parte de nuestra identidad y de ese tejido emocional profundamente integrado en nosotros que rara vez puede borrarse. Son nuestras raíces y por ello, prevalece en nuestro cerebro de manera inconsciente aunque solo hayamos sido expuestos a ese idioma uno, dos o tres años.

Las lenguas son nuestra riqueza y pocas cosas son más enriquecedoras que dominar tantas como nos sea posible. 

sábado, 1 de octubre de 2022

Belfast: la proyección de los recuerdos

Belfast es una película brillante y emotiva que parece estar proyectada desde la memoria. La infancia y el conflicto gobiernan esta pequeña gran obra de arte.

Orson Welles afirmaba que “es imposible hacer una buena película sin una cámara que sea como un ojo en el corazón de un poeta”. Esta frase, por pretenciosa que a algunos les pueda parecer, esconde una gran verdad. En el cine, pese a tratarse de un producto de consumo, es fundamentalmente un arte: el de contar historias a través de una cámara. Historias que, por supuesto, tienen un alma y un corazón detrás.

Estas historias pueden ser narradas de infinitas maneras y, a veces, no necesitan ser demasiado complejas para llegar a producir emociones intensas en el espectador. Hoy, hablamos de una de esas películas proyectadas desde el alma, con mimo, nostalgia y cierta idealización; hablamos de Belfast, la nueva película de Kenneth Branagh.

Buddy -el alter ego de Branagh- es un niño de 9 años que vive con sus padres y su hermano en un barrio de clase trabajadora de la capital de Irlanda del Norte. Pese a llevar una vida tranquila, las tensiones en su país son cada vez más fuertes y su familia deberá afrontar el creciente desempleo y la violencia de la zona hasta que, finalmente, se plantea un dilema: permanecer en Belfast o huir.

Branagh realiza en Belfast un ejercicio de introspección y de memoria en el que parece haber grabado sus recuerdos y proyectárselos al espectador. Como todo recuerdo, no es exacto, no es completamente real y, aunque esconde una gran verdad, la memoria tiende a la nostalgia y a la idealización.

Con 7 nominaciones a los Óscar, el largometraje parte como uno de los favoritos para hacerse con la estatuilla a mejor película..

La mirada del niño

Salir del cine y que un sinfín de emociones se apoderen de ti no ocurre a menudo; sin embargo, cuando sucede, aparece la magia. Branagh logra enmudecer a la audiencia con una película que parece estar proyectada desde la memoria.

Más de uno verá en ella ciertas similitudes con Roma (Cuarón, 2018), pues en ambos filmes el cineasta se sumerge en los recuerdos de una infancia vivida en medio de un conflicto marcado por la violencia. El uso del blanco y negro, sin duda, les sirve a ambos para evocar esos recuerdos, pero en el caso de Branagh es también un homenaje al fotógrafo francés Henri Cartier-Bresson y lo cierto es que Belfast nos ha regalado imágenes extraordinariamente bellas.

Pese a las similitudes con Roma, podemos afirmar que Belfast es muy diferente y no solo por el lugar en el que transcurren los acontecimientos, sino también por el punto de vista. Si Cuarón ponía el foco en las mujeres que lo acompañaron, Branagh narra Belfast a través de los ojos de Buddy.

Branagh aprovecha los espacios, divide el plano y presenta dos realidades de forma simultánea creando un paralelismo con la trama: la de los adultos y la del niño. Así lo vemos en el uso del cenital o el contrapicado que, pese a generar extrañeza, están perfectamente conectados con las emociones.

El pequeño Buddy observa escondido a sus padres desde la escalera, detrás de una puerta o ventana. Los ángulos, los reflejos, las ventanas y los marcos de las puertas le sirven al cineasta para dejar claro cuál es el punto de vista que ha decidido adoptar.

Durante la primera parte de la película, nos encontramos con una historia que gira en torno al pequeño mundo de Buddy, que pese a vivir en una zona marcada por el conflicto, no parece tener demasiado protagonismo en él. Mantendrá conversaciones con su prima y los adultos acerca de la situación que afronta el país, pero su mayor preocupación será la de sentarse junto a la chica que le gusta en el colegio.

El largometraje arranca con una serie de imágenes a color de la ciudad y, con un perfecto fundido, Branagh nos traslada al Belfast en blanco y negro de 1969. Buddy tiene apenas 9 años y transcurre su infancia jugando con otros niños en el barrio, vemos una escena totalmente cotidiana de vecinos que hablan y socializan en la calle. La madre de Buddy lo llama para ir a comer y, de repente, esa atmósfera feliz y cotidiana se transforma en un entorno totalmente hostil.

Con un movimiento de cámara de 360 grados alrededor de un paralizado Buddy, Branagh nos muestra el miedo, el terror de un niño que no termina de comprender los conflictos del mundo adulto. Aunque a continuación veremos una historia marcada por el mundo personal del niño, Branagh nos advierte que el pequeño Buddy no podrá ser totalmente ajeno al conflicto.

Belfast: la vida en el conflicto

Kenneth Branagh afirmaba en una entrevista que la inspiración de Belfast tuvo mucho que ver con la pandemia actual. El confinamiento trasladó de su memoria a su conciencia recuerdos que parecían olvidados, le hizo pensar en su hogar, pero también en la situación que vivió en su infancia, en ese periodo de cambio y catástrofe que, pese a la distancia, no parecía tan lejano en pleno confinamiento.

Frente a una situación compleja, siempre se dan posturas diferentes. En Belfast, nos encontramos con una familia protestante que vive en armonía en un barrio mayoritariamente católico, hasta que ve cómo su calle es atacada con frecuencia. El padre de Buddy tendrá que trabajar lejos del hogar y comenzará a plantearse la posibilidad de emigrar.

Por el contrario, la madre parece más reacia y opta por no escuchar las noticias en un intento desesperado por evadir el problema. A través de pequeños gestos como apagar la televisión, Belfast va dibujando las distintas posturas en torno al mismo problema. A partir de este momento, ese conflicto adulto comienza a afectar a Buddy, que ve como su familia, antes unida, comienza a dividirse y su futuro en Belfast podría peligrar.

Tras una sucesión de eventos que acumulan tensiones, pérdidas y tristeza, Branagh decide darnos un respiro de la forma más acertada: a través de la música. En medio de la desolación, surge la magia y acudimos a una escena extraordinaria que rompe con todo lo anterior; el padre de Buddy canta Everlasting love de Love Affair y la tristeza se convierte en baile y reconciliación dejando a un lado el resentimiento.

Buddy observa a sus padres con cariño y sentimos que Branagh, de alguna manera, proyecta una imagen idealizada de esos estrechos lazos familiares.

Es interesante destacar que, desde el comienzo de la película, Branagh nos ha estado regalando una banda sonora puramente norirlandesa, liderada por Van Morrison y que cuenta con nominación al Óscar por Down to Joy. Sin embargo, en esta escena de baile, en el punto de inflexión y transición, escoge muy acertadamente una canción de un grupo inglés.

La dosis justa de dramatismo

Branagh decide no poner el foco únicamente en lo trágico, sino coquetear ligeramente con el humor. Así lo vemos en la presentación que se hace de la religión que, en medio de un sermón absolutamente aterrador para el niño, se rompe el miedo con ironía y sarcasmo. Una presentación de la iglesia estremecedora, pero risible al mismo tiempo.

Los detalles están perfectamente cuidados y los actores se mueven con total naturalidad en escena; en ocasiones, nos sentimos como el pequeño Buddy que observa todo con emoción y cariño. Como si esa familia que estamos viendo fuera la nuestra, como si esa casa de los abuelos existiera y ese niño que acude a sus mayores en busca de consejo, en algún momento, fuimos nosotros.

El uso del blanco y negro refuerza enormemente estas emociones, aunque destacan dos momentos en los que el color rompe el gris y conecta con el presente de Branagh. Esos momentos se dan en el cine y el teatro, las dos disciplinas en las que ha desarrollado su carrera. Además de la historia principal, vemos un sinfín de detalles con los que el cineasta rememora esos primeros encuentros con el cine y el teatro que terminarían por configurar su futuro.

La magia en Belfast viene dada por infinidad de elementos, desde la naturalidad de los actores -destaca una inmortal Judy Dench- hasta el sonido o la fotografía. La nostalgia impregna la pantalla, nos hace volver a una época en la que el público se emocionaba con Chitty Chitty Bang Bang (Hughes, 1968) y podemos percibir el cariño y el mimo que ha puesto Branagh en esta proyección de sus recuerdos.

Después de una película así, le perdonamos al británico todos sus “pecados”, le perdonamos ese extraño Poirot que nos dejó hace unos años y preferimos recordarlo por sus adaptaciones de Shakespeare. Lo mismo le ocurre a Jamie Dornan: ha demostrado que, en la carrera actoral, a veces hay que pasar por el aro para, finalmente, hacer lo que a uno le gusta.

En definitiva, estamos ante una de las mejores películas de los últimos años, un filme brillante capaz de emocionarnos y hacer que soñemos y cantemos Everlasting Love durante algunas semanas. Pese a la tristeza, deja un buen sabor de boca.