sábado, 7 de enero de 2023

¿Qué hicimos mal? La película que cuenta el deterioro de una pareja

Una película con una premisa rompedora, fresca y atrevida. La directora y protagonista se plantea buscar a sus antiguas parejas para saber qué hicieron mal.

¿Qué hicimos mal?, es la segunda película de la cineasta Liliana Torres, dirigida y protagonizada por ella misma. Es una película de corte experimental e independiente, y que las principales plataformas de streaming han recibido en su catálogo.

Después de la extraordinaria Hayati, nos sorprende con esta película sobre la pareja en la sociedad actual. En tiempos de exageración y exaltación en series y películas, ver una pieza de cine tan apartada del mundanal ruido es de agradecer.

A través de la autoficción, la directora busca reflejar sus propias experiencias respecto a sus relaciones sentimentales. ¿Qué hicimos mal?, es una representación del amor y sus finales en todas sus formas.

Una reflexión de la propia vida

¿Alguna vez te has planteado qué hiciste mal para que esa relación acabase? ¿Tuvo algo que ver con tu actitud? Presentada en la Competición del Festival Black Nights de Tallin, tras el paso por el Festival de Cine Europeo de Sevilla, la directora derrocha orgullo por presentar un producto tan singular.

En un documental que tratará sobre sus anteriores parejas, Lili intentará encontrar respuestas, sanar heridas y realizar cierres terapéuticos. En una película en la que desconocemos qué parte es verdad y qué parte es ficción, la protagonista visita a las tres parejas que tuvo.

La música de Xavier Souto y la dirección de fotografía de Lucía C. Pan la acompañan en su propósito.

De la crisis personal a la de pareja

La apertura de la película nos evoca a una crisis personal, no sabemos si desencadenada o agudizada por el estancamiento de una pareja. Planos perfectamente escogidos. Imágenes que revelan la dureza de la cotidianidad cuando el amor se está apagando.

El bosque encantado por la bruma no es más que un paraje desierto. El pueblo tranquilo, cómodo y auténtico pasa a ser el escenario donde se termina la paciencia día tras día. Un desagüe que no se ve sucio, pero tampoco parece limpio. Todo se nota incómodo y gastado.

La desgana y el vacío reflejado en imágenes no es el pasado, sino la vida actual de Lili. Ya lleva varios años con su pareja, en su casa del campo, alejada del mundanal ruido. Parece una epifanía infernal de lo que significa alcanzar la estabilidad en pareja.

Lili no disimula su hartazgo con la forma de ser de su pareja, con su mera presencia. El único momento de aliento lo vemos cuando ella va a realizar su trabajo. Mochila y equipo en mano, va a encontrarse con sus anteriores parejas, sin saber qué será de su relación actual.

Un viaje al pasado

Para saber qué paso con sus parejas y en sus relaciones pasadas, Lili se niega a hacer un ejercicio de memoria autocomplaciente, con su autoestima y sus valores vitales. Ha elegido exponerse.

Visitará a todas sus exparejas y realizará un corto con ellas, preguntándoles sobre su relación. En un ejercicio inmersivo, dolorosamente íntimo y con un presupuesto cinematográfico bajo mínimos, sus relatos serán de los más valiosos que se pueden ver en ficción. La cámara en esta ocasión no se utilizará para contar y adornar una historia, sino que se ocupará simplemente de grabarla.

La primera pareja que Liliana va a visitar se encuentra en Barcelona. Fue su primer novio, en una ciudad en la que se sentía activa y viva. Juntos recuerdan cómo fue su primer encuentro en el bar donde trabajaba él de camarero mientras ella leía. Una bombilla fundida en el lugar donde ella se sentaba y después, todo surgió.

La felicidad de ambos al recordar ese momento parece romper el hielo, sobre todo para él, cohibido por la situación de verse grabado al mismo tiempo que se reencuentra con su ex después de tanto tiempo. Ella busca respuestas, le cuenta lo mal que lo pasó a causa de que él dejara la relación. Él le da una razón que ella nunca esperaba.

La explicación de por qué prefirió dejar la relación a seguir con ella nos recuerda que en el amor hay mucho de salud mental personal. El amor es también una decisión personal teniendo en cuenta el momento emocional.

Al volver al pueblo gallego donde vive con su actual pareja, Lili vuelve a entrar en un estado de profunda ansiedad. Los problemas con su pareja actual no entran dentro de su proyecto cinematográfico, pero están en su realidad.

El desorden que se encuentra al volver o la falta de comida para su mascota son solo detalles, pero al mismo tiempo gotas de agua que erosionan la relación. El sexo entre ambos resulta impersonal, mecánico. Ella no puede besarle en la boca, le resulta algo demasiado íntimo e impostado por el momento de crisis que están pasando.

Segunda expareja y viaje a Turín

El segundo viaje de Lili la lleva hasta Turín. Le cuesta encontrar a su expareja; mientras tanto, conoce a dos jóvenes con las que acude a una fiesta rave. Ella disfruta, se evade y experimenta.

El espectador sufre por saber dónde está su mochila y el equipo técnico para rodar entre tanta gente. Finalmente, todo vuelve a la calma. Encuentra a su expareja y comienzan a recordar lo que fueron. Una relación de unos dos años y a distancia.

Sorprendentemente, ambos se reconocen en el miedo que tenían por sentir demasiado. Él propuso tener una relación abierta, cuando en realidad no era su deseo. El miedo le paralizó y en lugar de decir lo que sentía, le propuso justamente lo contrario.

En el análisis de esta relación vemos que hay veces que dos personas desean estar juntas, pero el miedo al rechazo no permite que lo confiesen. ¿Cuántos amores habrán quedado en la sombra, a medio camino entre el orgullo y el temor?

Tercera expareja y viaje a ciudad de México

El último viaje de Lili es el más revelador e intenso. Se reencuentra con su última pareja “oficial, duradera” y para ello deberá enfrentarse a su realidad pasada más dura. Él ya ha “rehecho” su vida, casado y con un hijo; aunque no parece haber hecho lo mismo con sus sentimientos. Su reencuentro está lleno de dolor.

El deseo de él de ser padre y un aborto inducido por ella fueron el punto y final de una historia que él necesita superar. “Por favor, no me busques más”, le pide él, tras un encuentro que nos da una lección. Ella entiende tras hablar con su relación más profunda que amar es permanecer.

En una época llena de amores volátiles y relaciones a “medio hacer”, el verbo permanecer cada vez nos resulta más extraño. Con esta lección, Liliana vuelve a su casa y con su pareja.

Es hora de afrontar la pregunta en la realidad y mirando al futuro. Por eso, le pregunta a su actual pareja: ¿qué estamos haciendo mal?

Quizás en otra película podamos saber si pudieron luchar, amar y permanecer…

viernes, 6 de enero de 2023

La fototerapia y sus beneficios en la salud mental

Son muchos los retos que todavía tenemos por delante cuando hablamos de salud mental. Desafíos que no pueden ser atacados con las técnicas de las que disponemos, por eso queremos levantar la vista al horizonte y ver qué nos puede aportar, en un futuro, una herramienta como la fototerapia.

La fototerapia, también llamada terapia lumínica o luminoterapia, consiste en aplicar radiaciones electromagnéticas (luz) a través de una lámpara específica (lámpara de fototerapia).

Para que esta terapia sea útil es importante que la lámpara se coloque a medio metro de la persona y a una intensidad de 10.000 lux, en sesiones de 20-30 minutos.

Se usa para distintas enfermedades médicas, sobre todo dermatológicas. Sin embargo, además, ha demostrado ser de gran utilidad para mejorar otros trastornos como:

  • Trastornos del sueño: insomnio, trastornos del ritmo circadiano (por fases avanzadas, retrasadas, por turnos laborales o “jet lag”).
  • Trastornos afectivos, siendo su aplicación más extendida en el trastorno afectivo estacional, pero también para depresión no estacional o la fase depresiva del TAB.
  • Problemas de sueño y trastornos del estado de ánimo en personas con demencia.
No se debe perder de vista que es un tratamiento médico y, por lo tanto, debe ser aplicada por profesionales. Además, hay que tener en cuenta que puede tener efectos secundarios, tales como:
  • Dolor de cabeza.
  • Fatiga ocular.
  • Irritabilidad.
  • Nerviosismo.
  • Hiperactividad.
  • Manía (debe tenerse especial precaución en la aplicación de fototerapia en pacientes con depresión bipolar).
Niels Ryberg Finsen, premio Nobel de medicina, sentó las bases de la fototerapia científica allá por 1890. Ideó una lámpara eléctrica de arco voltaico, la lámpara de Finsen, para el tratamiento de afecciones cutáneas.

Posteriormente, y hasta la actualidad, se extendió su uso para el tratamiento de enfermedades dermatológicas, neoplásicas, neonatos con hiperbilirrubinemia… Pero no fue hasta los años 80 cuando se empezó a investigar la utilidad de la fototerapia en el tratamiento de determinadas psicopatologías.

¿Cómo influye la luz en los patrones de sueño?

Nuestro ciclo de sueño-vigilia esta controlado por los ritmos circadianos. Estos son un conjunto natural de cambios físicos, mentales y de comportamiento que experimenta el cuerpo en un ciclo de 24 horas.

Estos ritmos vienen definidos por los periodos de luz-oscuridad y son controlados por nuestro “reloj biológico”, localizado en el hipotálamo. Veamos  con más detalle el funcionamiento de este reloj.

El hipotálamo, en concreto, el núcleo supraquiasmático (NSQ), es la estructura cerebral más ampliamente implicada en la regulación u organización de los ritmos circadianos.

Durante el día, el NSQ recibe información luminosa de las células ganglionares de la retina, que contienen melanopsina (fotopigmento sensible a la luz). Estas células envían la información luminosa también a otras estructuras cerebrales e inhiben el sueño.

Y por otra parte, durante la noche, células ganglionares del NSQ envían informacion “de oscuridad” a la glándula pineal, que segrega melatonina e induce el sueño.

El mal funcionamiento de alguna de estas estructuras, por lesión o envejecimiento, puede producir problemas de insomnio o desorganización de las fases de sueño.

A su vez, la discrepancia entre ritmos internos e información ambiental, por cambio de zona horario o cambio de turno de trabajo, también pueden producir trastornos de sueño.

Fototerapia en el tratamiento de los trastornos del sueño

La prevalencia del insomnio aumenta con la edad por los cambios neurofisiológicos y neuroquímicos que se producen en el reloj interno. Esto provoca, normalmente, un adelanto en las fases del sueño (acostarse y levantarse antes), además de un patrón de sueño fragmentado.

Investigaciones demuestran que la aplicación de luz brillante, entre 7.000 y 10.000 lux, mejora el patrón de sueño y el estado de ánimo de los ancianos. Esto se produce gracias a que la luz brillante facilita la sincronización de las señales ambientales y las señales internas.

Las personas con turnos de trabajo rotatorios se pueden ver beneficiadas también por el uso de la fototerapia. Se ha demostrado que la exposición a luz blanca intensa en el momento adecuado, usada como zeitgeber o sincronizador, facilita la transición en el cambio de horario.

  • En el caso del síndrome de fase de sueño retrasada, la exposición a luz brillante, dos horas antes de la hora habitual de despertar, hace que el ritmo circadiano se retrase. Esto es, empieza una hora antes, pero también acaba una hora antes, adelantando la hora a la que se inicia el sueño.
  • Por el contrario, en el caso de fases de sueño adelantadas, la exposición a luz intensa, dos horas después de la hora habitual de levantarse, hace que el ritmo circadiano se adelante. Esto permite a la persona levantarse más tarde y acostarse más tarde.
¿Qué papel juega la luz en nuestro estado de ánimo?

La luz solar favorece la producción de serotonina, una de las hormonas más implicadas en la felicidad. Esto puede producir bajones en el estado de ánimo y cambios de humor.

Este fenómeno explicaría por qué en los meses de otoño e invierno se produce la llamada astenia otoñal, que en casos graves puede llegar a convertirse en un trastorno afectivo estacional.

En los países donde las horas de luz son escasas o en épocas en que los días son nublados, se puede reducir la producción de serotonina y de vitamina D. Por otra parte, al haber más horas de oscuridad, los ritmos circadianos se alteran y se produce un aumento de melatonina.

Contra esto, la fototerapia permite la exposición a la luz ultravioleta, que mejora tanto el funcionamiento neuroquímico del cerebro como el efecto de los antidepresivos (en caso de estar éstos pautados).

Se debe empezar con exposiciones de 15-20 minutos, hasta llegar a los 30-45, siempre a 10.000 lux de intensidad. Los efectos pueden tardar hasta 3 semanas, por lo que se recomienda prolongar el tratamiento más de 4 semanas.

Fototerapia en los trastornos del estado de ánimo

El trastorno afectivo estacional (TAE) es un tipo de depresión que suele aparecer y desaparecer cada año en la misma época. Es más frecuente que aparezca en otoño/invierno y que desaparezca en primavera/verano.

Es más frecuente en mujeres y, como hemos mencionado antes, en habitantes de países con menos horas de luz solar. El tratamiento principal para el TAE es la fototerapia. El objetivo es sustituir la luz solar real en periodos en los que ésta escasea, exponiéndose a primera hora de la mañana a luz brillante.

Estudios recientes han demostrado que la fototerapia podría ser eficaz también para el tratamiento de depresiones bipolares y trastorno depresivo mayor no estacional.

  • En el caso del tratamiento de la depresión bipolar, después de 4-6 semanas de terapia lumínica, el 68 % experimentó mejora en la sintomatología, sin efectos secundarios.
  • En el caso de la depresión no estacional, además de la mejora en el estado de ánimo, la fototerapia ayudó a corregir los problemas de insomnio, sueño fragmentado y despertar precoz de estos pacientes.
Fototerapia en demencias

Una investigación de la Universidad Chalmers de Suecia y de la Universidad de Tecnología de Wroclaw (Polonia) ha abierto una ventana de esperanza para el tratamiento del alzhéimer y otras demencias. En este caso, mediante luz láser, se podría proceder a la localización y eliminación de las placas de proteína beta amiloide causantes de la enfermedad.

Por otra parte, un equipo de investigadores del Massachussetts Institute of Technology expusieron a un grupo de ratones con alzhéimer a una luz parpadeante. El resultado fue que una luz a 40Hz (rango de ondas gamma) reducía la acumulación de beta amiloide.

En la progresión del alzhéimer parece ser que la reducción de ondas gamma es lo que produce la formación de placas de amiliode. Esta acumulación es la responsable del deterioro de funciones como la memoria y el aprendizaje.

De momento, esta aplicación de la fototerapia en alzhéimer solo se ha investigado en animales, pero no debemos cerrar la puerta a la esperanza de que algún día pueda utilizarse con éxito en humanos. Actualmente, esta enfermedad no tienen cura, así que cualquier avance supone un rayo de luz para estos pacientes.

jueves, 5 de enero de 2023

¿Qué podemos hacer para conciliar mejor el sueño?

Hay noches en las que no nos conseguimos dormir cuando nos gustaría. Estamos agotados, nos ha entrado el sueño pero aún así no lo conciliamos. Además, empezamos a darle vueltas a la cabeza porque, cada vez que miramos el reloj, vemos la hora de despertarnos más cerca y esa noche -por el motivo “X”- es imprescindible descansar.

Así nos ponemos más y más nerviosos. “No voy a dormir nada”. “Mañana no voy a rendir en el trabajo”. “Encima tengo mil cosas que hacer”. “Ya verás, el día me va a ir fatal”. Todos estos pensamientos nos hacen entrar en un bucle de preocupación del que es difícil salir… ¿Cómo vamos a conciliar el sueño así? ¡Sigue leyendo!

¿Qué factores ambientales nos acarrean problemas de sueño?

Lo primero que tenemos que hacer para tratar de conciliar mejor el sueño es tomar conciencia de los factores ambientales que nos impiden dormir bien. Por ejemplo, si entra mucho ruido de la calle, si la temperatura de la habitación es la adecuada o no, si hay demasiada luz, etc. Una vez que sabemos esto, vamos a poder remediarlo.

¿Cómo podemos favorecer el descanso? Por un lado, para reducir el ruido podemos amueblar más la habitación, acolchar la puerta y poner cortinas de tela, así como corcho en el suelo. Por otro lado, es mejor que las habitaciones sean de colores cálidos y que se ventile todos los días. La temperatura ideal debe ser de unos 20-22º y, si es pequeña, es conveniente -salvo que otras circunstancias lo desaconsejen- que durmamos con la puerta entreabierta para que corra el aire.

También es mejor no dormir con plantas en la habitación, ya que consumen el oxígeno que hay. Además, es bueno que la cama no sea muy pequeña para que tengamos un margen de movimiento durante la noche. El colchón, por su parte, es mejor que sea de calidad. De hecho, hay un lema inglés que dice que si en algo deberíamos invertir es en un buen colchón y en unos buenos zapatos ya que sobre ellos nos pasamos más de 2/3 de nuestra vida.

En lugar de utilizar un exceso de mantas, es mejor usar un edredón de plumas que son más livianos y transpiran mejor. Respecto a las almohadas, es mejor que no sea demasiado gruesa para que el cuello no quede en una posición muy forzada.

¿Qué hábitos favorecen que conciliemos el sueño?

Igual que hay factores ambientales que nos perjudican a la hora de dormir, nuestro estilo de vida influye también de forma notable. Cómo y el qué comamos, el que hagamos ejercicio físico o no, o el consumo de sustancias estimulantes como la cafeína van a jugar un papel determinante. Es lo que se conoce como hábitos de sueño.

¿Qué podemos hacer respecto a esto? Un buen hábito es la práctica de ejercicio físico durante el día, pero ¡cuidado!, si se practica antes de acostarnos es contraproducente. Respecto a la alimentación, es mejor que la cena sea ligera y  a una hora temprana para que la digestión haya terminado cuando nos acostemos. Además, si tomamos alimentos ricos en calcio y vitamina B mejor, ya que tiene propiedades sedantes.

También hay que evitar el chocolate o mucho azúcar, así como los estimulantes como el café, el té o los refrescos de cola. Es recomendable no beber alcohol ni fumar durante varias horas antes de ir a dormir. Tampoco nos viene bien comer si nos despertamos en mitad de la noche.

¿Qué problemas hay cuando utilizamos la habitación para más cosas que para dormir?

Hay veces que ponemos en práctica todo lo dicho hasta ahora, pero seguimos teniendo dificultades para dormir. Esto puede deberse a que realicemos en la habitación otras actividades del día a día que son incompatibles con el sueño. Si esto es así, cuando vamos al dormitorio, nos activamos física y mentalmente.

En caso de que nos pase esto, debemos seguir unos pasos. En primer lugar, tenemos que acostarnos solo cuando tengamos sueño y apagar las luces. Tampoco debemos comer, estudiar o ver la tele en la habitación, ni usar la cama para otra cosa que no sea dormir o tener relaciones sexuales.

Es bueno también establecer una serie de hábitos que hagamos todas las noches y que nos indiquen que se acerca la hora de dormir. Por ejemplo, todos los días ponernos el pijama, lavarnos los dientes, cerrar la puerta, apagar la luz y meternos en la cama, siempre en el mismo orden. Si en 10 o 15 minutos no hemos sido capaces de dormirnos, es mejor irnos a otra habitación y hacer alguna actividad tranquila hasta que nos empecemos a quedar dormidos.

Una vez que esto pase, podemos volver a la cama para dormir y así recargar nuestro cerebro. Si seguimos si conciliar el sueño, deberemos repetir este paso tantas veces como sea necesario. Por último, es recomendable no dormir la siesta y levantarnos siempre a la misma hora sin importar el tiempo que hayamos estado durmiendo.

Todas estas conductas nos van a costar al principio, pero si nos esforzamos en cumplirlas a diario se van a convertir en hábitos que van a ayudarnos a superar nuestros problemas de sueño y a dormir mejor. Que descansemos adecuadamente está en la base de nuestro buen funcionamiento físico, psicológico y emocional. Por ello que te invito a poner todo esto en práctica para que consigas conciliar el sueño de forma adecuada… ¡A descansar! Imágenes cortesía de Nomao Saeki, Krista Mangulsone y Lacie Slezak.

miércoles, 4 de enero de 2023

Educar con sentido común

Ser un buen educador no es una tarea nada fácil. Educar no es algo que te enseñen en la escuela ni que aprendas en la vida, sino que tienes que enfrentarte a ello cuando te toca el turno de ser padre o madre.

Tampoco los niños vienen con un manual de instrucciones en el que se exponga qué hay que hacer en ciertas situaciones o cómo podemos actuar cuando están ansiosos, airados o tristes. Lo que normalmente sucede es que tendemos a repetir lo que hemos visto en nuestras casas toda la vida y pensamos que como nuestros padres nos educaron así, eso es lo correcto.

Desafortunadamente no siempre es correcta la forma de educar que nuestros padres tuvieron, más a sabiendas de que los tiempos van cambiando y, como padres, hemos de ir adaptándonos.

Maneras de educar

Existen muchas formas de educar, pero con el objetivo de proporcionaros una visión general de las mismas, podríamos más o menos categorizarlas en tres grupos:

Educación autoritaria o controladora

Suelen utilizar la educación autoritaria aquellos padres cuyo pensamiento es “la letra con sangre entra”, es decir, que usando el miedo y la intimidación, los niños serán obedientes. Es cierto que la educación autoritaria puede hacer que los niños obedezcan, pero siempre desde el miedo, lo que hará que el niño no comprenda el porqué de los límites y las normas. Además, les enseñaremos que con agresividad se solucionan los problemas.

Educación permisiva

Todo los contrario a la anterior. Educar de manera permisiva significa que los padres proveen mucho amor y cariño a sus hijos, pero no son capaces de marcar límites claros, si no que confunden al niño con normas difusas que al final no son cumplidas porque ellos mismos acaban cediendo.

De la misma forma que en el caso anterior, los niños educados de manera permisiva tienen muy baja autoestima porque no se sienten capaces de solucionar sus propios problemas sin ayuda de nadie.

Educación democrática

La educación democrática es la que usa el sentido común. Tiene en cuenta el hecho de que los niños no vienen al mundo sabiendo como este funciona, si no que hay que explicárselo. Las normas y los límites no están ahí “por que lo digo yo que para eso soy tu padre”, sino que tienen una lógica y un porqué que el niño tienen que interiorizar.

En la educación democrática no se grita ni se le agrede al niño porque eso no educa ni enseña absolutamente nada, si no que se dialoga con él hasta que lo entiende todo. Se le da la oportunidad de fallar y de reparar su error, se le acepta incondicionalmente como ser humano y se le brinda un profundo amor, pero sin sobreprotegerlo.

Algunas técnicas para ser educadores democráticos

Como hemos dicho, ser padres democráticos implica que el diálogo, la aceptación incondicional y el respeto al niño están por encima de todo y que nosotros, como adultos, somos lo que tenemos que autocontrolarnos, aunque sea difícil en muchos casos. Algunas técnicas que puedes empezar a usar con tu hijo pueden ser:

El castigo negativo

El castigo negativo consiste en retirarle al niño una fuente de placer o felicidad si incumple alguna norma o rebasa un límite que hemos marcado. Por ejemplo, si nuestro hijo tenía que recoger su habitación y no lo ha hecho, hemos de quitarle algo que sea muy apetitivo para él (un juguete, su programa de televisión favorito, salir al parque, etc…).

Lo más importante de esta técnica no es la técnica en sí, sino cómo la llevamos a cabo. De nada sirve hacer un castigo negativo si le gritamos al niño y le amenazamos, porque se pondrá más nervioso y no lo entenderá. Hay que hacerlo de forma serena, sin alterarnos, como algo normal que tiene que aprender: en la vida hay consecuencias cuando incumples ciertas normas.

El refuerzo positivo

Al igual que usamos el castigo negativo cuando hay una mala conducta, hemos de premiar las conductas correctas. Nunca debe haber castigo sin refuerzo y al revés. Si el niño ha cumplido una norma o ha hecho algo apropiado, siempre debemos recompensarlo. Es más importante que nos acordemos antes de premiar que de castigar.

El refuerzo positivo hará que su motivación no decaiga y continúe comportándose correctamente. Podemos hacerlo mediante un sistema de economía de fichas si es pequeño, consiguiendo puntos por cada conducta correcta y luego canjeándolos por premios o bien mediante halagos, abrazos y felicitaciones si es más mayor.

Sobrecorreción

La sobrecorreción se aplica cuando el niño ha llevado a cabo una conducta inapropiada y queremos que repare su error y aprenda algo nuevo. Por ejemplo, si ha tirado toda la comida al suelo, tendrá que recoger esa comida y además ayudar a mamá y a papá a limpiar toda la cocina (platos, mesa, suelo…)

Exposición con asociación para los miedos

Si somos muy sobreprotectores con nuestros hijos, los haremos miedosos y esto no es nada positivo. Para ayudarles a vencer los miedos, tenemos que enseñarles a enfrentarlos. Para que les sea más fácil, podemos asociar esos miedos a cosas divertidas.

Por ejemplo, si nuestro hijo tiene miedo a la oscuridad y no puede dormir solo, jugaremos con el al cuarto oscuro, escondiendo una chocolatina en el cuarto que el debe encontrar mientras mamá y papá le esperan fuera y le dan pistas. El niño asocia la oscuridad a jugar, algo apetitivo para ellos, mientras se va enfrentando y observa que no ocurre nada malo.

Estas son algunas técnicas que puedes comenzar a emplear para educar, pero lo más importante siempre es el cómo se realizan: siempre desde el amor y la aceptación, con mucha paciencia, al ritmo del niño y controlando nuestras emociones.

martes, 3 de enero de 2023

Cuando Sigmund Freud perdió a su hija Sophie

Cuando Sigmund Freud perdió a su hija Sophie le escribió una carta a su amigo y colega Ludwig Binswanger. En ella le explicó que en cierto modo el dolor, era una forma de seguir aferrado al amor y como tal, era mejor no desprenderse del todo de él.

Cuando Sigmund Freud perdió a su hija Sophie se vio obligado a cambiar muchas de sus teorías sobre el duelo. Tuvo plena consciencia de que ese dolor, ese vacío, no se borraría nunca. Podría debilitarse con el tiempo, pero no olvidarse. A su vez, entendió que no existían refugios donde poder aliviar el sufrimiento, porque la muerte de un hijo era, a su parecer, algo inconcebible.

Sophie Freud era la quinta hija de Sigmund Freud y Sophie Halberstad. Nació un 12 de abril de 1893 y casi de inmediato se convirtió en la favorita de su padre. Aquella niña, casi sin saber por qué, ablandó el carácter tiránico y patriarcal del padre del psicoanálisis. Era bella, resuelta y decidida siempre a seguir su propia voluntad más allá de lo que determinara su entorno.

Se caso a los 20 años con Max Halberstadt, fotógrafo y retratista de Hamburgo. Aquel muchacho de treinta años no era rico, tampoco distinguido ni tenía demasiada proyección, con lo cual Sigmund Freud fue consciente de que su hija podía pasar alguna que otra necesidad. No obstante, no se opuso a aquel enlace y le hizo prometer a su hija que lo mantendría al día de sus problemas y preocupaciones.

La joven Sophie así lo hizo. Nadie podría augurar que la felicidad de la favorita de Freud no duraría demasiado, y que solo seis años después de aquel enlace acabaría falleciendo.

Cuando Sigmund Freud perdió a su hija Sophie

Un año después del enlace entre Sophie y Max Halberstadt nace Ernst Wolfgang. El propio Sigmund Freud se siente fascinado por el pequeño, y como tal no duda en escribirle sobre aquel nacimiento a su colega Karl Abraham:

Recordemos que la Primera Guerra Mundial ronda ya por Europa. Sigmund Freud fue una de las primeras figuras que alertaron sobre ese pensamiento desconcertante y brutal que estaba germinando incluso en su Viena natal. No obstante, su círculo personal y familiar no se vería afectado hasta que llegó Hitler al poder en 1933.

Hasta entonces, Freud siguió desarrollando su labor mientras seguía el intercambio epistolar con su hija Sophie. El 8 de diciembre de 1918 nació su segundo nieto, Heinz. Fue entonces cuando la joven le comentó a su padre que atravesaban problemas económicos y que la llegada de ese segundo hijo era una bendición… pero también un problema.

Freud no dudó nunca en ofrecerle la ayuda que necesitaba. Asimismo, tal y como podemos leer en Cartas a sus hijos, también le ofrecía a su hija consejos sobre los métodos anticonceptivos de la época. No obstante, no parecieron ser eficaces porque un año después Sophie estaba embarazada de nuevo.

El tercer embarazo no deseado, cuando Sigmund Freud perdió a su hija Sophie

Cuando Sophie le escribe a su padre anunciándole con temor ese tercer embarazo no deseado, su padre le responde lo siguiente:

Ahora bien, en 1920 Europa es víctima de la gripe española y Sophie, muy debilitada por ese tercer embarazo, acaba siendo ingresada en enero de ese mismo año. Fallece a los pocos días por una infección. Cuando Sigmund Freud perdió a su hija Sophie, escribió sobre el impacto de aquella vivencia.

Explicaba, por ejemplo, que no pudo encontrar transporte para estar junto a ella en sus últimos días. Lo único que pudo hacer es ir a su entierro y asumir una pérdida a la que no le encuentra sentido ni explicación. No obstante, lo más llamativo acontece nueve años después de aquella pérdida. En una carta que le escribe a uno de sus mejores amigos y colegas Ludwig Binswanger, queda constancia de que aún no ha podido superar aquella vivencia.

Sigmund Freud y el duelo

En Cartas a sus hijos podemos leer incluso las misivas que Freud y el doctor Arthur Lippmann del hospital de Hamburgo se enviaron después de la muerte de Sophie a los 26 años. En ella, el padre del psicoanálisis lamentaba que la medicina no pudiera disponer aún de métodos anticonceptivos eficaces. Aún más, en esas cartas lamentaba incluso lo que él llamaba “una ley necia e inhumana que obligaba a las mujeres a continuar con embarazos no deseados”.

Cuando Sigmund Freud perdió a su hija Sophie intentó llevar el duelo a su manera y lo alargó durante más de 10 años, hasta el punto de tener que reformular ese concepto en sus teorías.

Finalmente tuvo que asumir que a la hora de afrontar las pérdidas podía experimentarse tanto tristeza como melancolía, y que ambos estados eran aceptables. Incluso el propio dolor suponía un reto compatible con la supervivencia. Era (y es) ese lazo obstinado que uno se niega a abandonar porque se alza como un modo de seguir aferrado al amor de un ser querido.

lunes, 2 de enero de 2023

¿Sabes qué es el aprendizaje intuitivo?

Se estima que a partir de los 6 años, los niños ya demuestran un aprendizaje intuitivo. Son capaces de asentar aprendizajes y tomar decisiones confiando solo en sus corazonadas.

El aprendizaje intuitivo complementa al aprendizaje racional. De hecho, podríamos decir que buena parte de lo que realizamos e integramos en el día a día parte de esa intuición instintiva que nos permite asociar estímulos, deducir eventos y hasta solucionar problemas. Este proceso cognitivo que no está sujeto a mecanismos lógicos o inductivos, nos define también a todos nosotros.

De hecho, nuestros antepasados se regían en su día a día a través de este enfoque de aprendizaje. En un entorno salvaje y lleno de desafíos, tuvimos que desarrollar mecanismos de supervivencia innovadores. Bastaba la percepción, el instinto y la búsqueda de constantes estrategias para cazar, defenderse y adaptarse a todo tipo de entornos.

También nuestros niños suelen guiarse por este enfoque. Cuando aún no se dispone de un gran bagaje de experiencias previas, se actúa, se reacciona y se aprende también de manera intuitiva. También mediante el clásico esquema de ensayo-error.

Sea como sea, no podemos menospreciar el gran valor de nuestro subconsciente y de ese conocimiento que no sigue un camino racional para su construcción y formulación…

Características del aprendizaje intuitivo

Las resoluciones intuitivas pueden, en un momento dado, salvarnos de más de un problema o encrucijada personal. Sucede cuando no sabemos muy bien cómo actuar al no tener experiencia previa sobre algo. Es entonces cuando actuamos llevados por una corazonada, por un resorte casi instintivo que nos permite dar forma a una respuesta o a una decisión determinada.

El aprendizaje intuitivo define la capacidad de entender algo de manera súbita sin necesidad de un razonamiento analítico o lógico consciente. Lejos de ver este mecanismo como algo sobrenatural, poco fiable o científico, en realidad, alberga un gran valor. Hay veces en las que, en circunstancias de incertidumbre o falta de información, estamos obligados a actuar de manera rápida e inmediata.

El conocimiento intuitivo nos facilita hacer uso de esa perspicacia con la que salir del paso en instantes de complejidad, presión e inmediatez. Más aún, este tipo de razonamiento siempre complementa al aprendizaje racional. Las personas hacemos uso de uno u otro de manera frecuente, y no por ello resulta menos válido hacer uso de las clásicas corazonadas…

La sutil sensación de saber algo, sin “saber por qué”

El Museo J. Paul Getty de Los Ángeles se marcó como propósito a finales del siglo XX adquirir una estatua kuros de gran tamaño. Se trataba de una figura de un varón joven de la Antigua Grecia. Aquella compra supondría un desembolso de varios millones de dólares, así que antes de proceder a la transacción, enviaron a un grupo de expertos a realizar una minuciosa inspección.

Los expertos concluyeron en que el bello kuros era auténtico. Ahora bien, el conservador del museo pudo ver la obra de arte por casualidad y tuvo el pálpito de que era falsa. A pesar de que él no era un experto en obras de la Antigua Grecia, tenía la rotunda sensación de que era una copia. Y, efectivamente, después de un nuevo análisis se llegó a dicha conclusión. ¿Cómo lo supo?

El aprendizaje intuitivo llega a conclusiones súbitas sin conocer las relaciones o las variables previas que le han llevado a esa resolución. Sin embargo, eso sí, nuestras intuiciones vienen apoyadas por nuestras experiencias, nuestra personalidad y el rodaje de vida guardados en el subconsciente.

El aprendizaje intuitivo, comprensiones rápidas y poco lógicas

Malcolm Gladwell, periodista y reconocido autor de varios libros sobre inteligencia, nos recuerda que hay tanto valor en el aprendizaje racional que tarda en asentarse meses, como en el aprendizaje intuitivo, ese que surge en dos segundos. Y lo tiene por una razón: ambos están relacionados.

Porque aún actuando mediante corazonadas ante un desafío, todos disponemos de una experiencia previa que nos permite actuar de un modo u otro. Una investigación de la Universidad de Tübingen indica algo importante. La intuición, así como la toma de decisiones intuitivas, parten siempre de nuestras experiencias previas.

Pero hay una salvedad, toda conclusión es producto del subconsciente y no está sujeto a ningún tipo de análisis lógico o analítico. Es una reacción rápida, impulsiva y creativa. Debemos recordar que el cerebro subconsciente almacena lecciones y hallazgos de nuestras experiencias pasadas.

Cuando aprendemos algo de manera rápida, lo logramos al recuperar de ese arcón experiencias y patrones de pensamiento similares.

Los niños desarrollan la intuición a los 6 años

Un estudio  de 1976 ya profundizaba en el tema del aprendizaje intuitivo. Algo que se avanzó en esta época y que podemos ver en la actualidad es que los niños demuestran pensamientos intuitivos a partir de los 6 años. En esa etapa descrita por Piaget como de las operaciones concretas, los pequeños evidencian ya un razonamiento más organizado y también lógico.

Esa es la antesala idónea para que surja la intuición. Ya disponen de cierta experiencia de vida, que sumada a un enfoque un poco más analítico, permite entremezclar instantes de aprendizaje intuitivo con el aprendizaje racional. Sin embargo, a lo largo de esta cohorte de edad se le añade otra ventaja: una mente altamente creativa.

Esto hace que entre los 6 y los 11 años se relacionen y exploren su entorno mediante un enfoque mental innovador e intuitivo. Aprender, decidir y crear mediante ese sexto sentido es algo que también les será inmensamente útil a lo largo de sus vidas.

domingo, 1 de enero de 2023

Según la ciencia, ¿qué es la química interpersonal?

Tener "química" con alguien es una experiencia mágica. Esa conexión está orquestada por todo un cóctel de emociones y neurotransmisores capaces de trazar relaciones que perduran. ¿Lo has experimentado alguna vez?

La química interpersonal es la experiencia que perciben dos personas cuando surge una conexión intensa y satisfactoria al relacionarse. De algún modo, Carl Jung lo explicó muy bien cuando dijo que a veces el encuentro con alguien es como el contacto de dos sustancias químicas: si hay alguna reacción, ambas se transforman.

Todos sabemos muy bien qué se siente en este tipo de experiencias. El inicio de una amistad y el flirteo con alguien que nos gusta tienen también este tipo de alquimia que la ciencia lleva estudiando mucho tiempo. En este intercambio, casi mágico, intervienen desde emociones de valencia positiva hasta todo un cóctel de neuroquímicos que cambian nuestro cerebro.

Sentimos curiosidad, sintonía, placer, motivación, esperanza y hasta fascinación. Las relaciones interpersonales nos permiten trascender más allá de nuestra propia piel para llegar a otra persona y, entonces, crear algo nuevo. Son vínculos luminosos que erigen ese lazo social y afectivo cargado de significado que supone la unidad más básica de la civilización, como son la amistad, el amor, el compañerismo…

Química interpersonal, cuando “encajamos” al 95 % con alguien

A lo largo de nuestra vida, hemos experimentado esa “chispa” interpersonal con más de alguien. Porque dicha sintonía excepcional no solo aparece entre parejas, también surge en el seno de las amistades y en proyectos laborales. Quien más y quien menos ha sentido cierta química con algunos compañeros de trabajo y de esa unión han salido buenos negocios y metas conquistadas.

Así, en una investigación de la conocida psicóloga Sonja Lyubomirsky, de la Universidad de California, se define la química interpersonal como esa sensación que tenemos al relacionarnos con alguien y notar que de esa interacción surge algo más grande. Juntos somos más que la suma de las partes. Todo parece encajar y nuestra realidad cobra mayor sentido en compañía de una serie de personas en concreto.

Al fin y al cabo, pocas realidades generan tanta armonía como disponer de amigos con los que sentirnos comprendidos y contar con colegas de trabajo con quienes es fácil y motivador marcarnos objetivos de trabajo. Y cómo no, ¿qué sería del amor sin esa chispa química que todo lo inicia y lo revoluciona?

Los componentes de la química interpersonal
La sensación de tener química interpersonal no surge de inmediato. A veces, basta una conversación profunda y unas horas compartidas. Sin embargo, también es común ver con el tiempo que hay ciertas personas con las que siempre tenemos mayor conexión. Los misterios de esos engranajes psicosociales son siempre complejos y cada persona los vivencia de un modo concreto.

Sin embargo, lo que siempre suele estar presente son una serie de componentes. Estos que orquestan y confieren fuerza, oxígeno y magnetismo a este tipo de alquimia:

  • La conexión afectiva. Cuando conocemos o estamos con alguien determinado, aparecen siempre unas mismas sensaciones: complicidad, cariño, respeto, risas, bienestar, motivación, optimismo… Es un velo de positividad que deja impronta en el cerebro.
  • Conexión cognitiva. La química interpersonal no funciona solo mediante las emociones de valencia cognitiva. Necesitamos también tener percepciones similares, ideas parecidas y unos mismos valores. Coincidir en opiniones, creencias y filosofías de vida favorece esa chispa tan importante entre dos personas.
  • La conexión conductual. Disfrutar al compartir tiempo juntos, trabajar por las mismas metas, reaccionar de manera similar ante los mismos desafíos… Todo ello edifica también este tipo de vinculación socioafectiva.
Conectar, el misterio más fascinante de las relaciones humanas

En Hollywood, quienes se encargan de los procesos de casting saben que no solo se trata de ver a los actores de manera individual, que también hay que tener en cuenta la química personal. El público percibe y busca también esa conexión en la pantalla, esa armonía relacional y magnetismo entre los protagonistas. Solo así es más creíble el guion y la historia que se cuenta.

En nuestro día a día también anhelamos encontrar esa conjunción con alguien, porque conectar, lograr esa chispa relacional nos permite reencontrarnos a nosotros mismos. ¿De qué manera? Pensemos, por ejemplo, en ese amigo o amiga nuestra al que apreciamos tanto. Cuando estamos con esa persona nos proyectamos en él o ella, nos vemos también a nosotros mismos.

Es un tipo de conjunción tan íntima que todo fluye, es como crear refugios emocionales en los que ser una misma entidad con dos corazones. Si bien es cierto que nunca encajaremos al 100 % y que siempre habrá pequeñas diferencias, ese 95 % nos da la vida y la felicidad.

La química de la vida humana

En 1919, el médico George W. Carey escribió La química de la vida humana. En este curioso trabajo conceptualizaba que el cuerpo humano era como una especie de batería. Solo cuando recibimos la estimulación adecuada, el organismo vibra, se pone en funcionamiento y aparecen el movimiento, la energía y la vida en mayúsculas.

Con ese tipo de energía o estimulación, se refería sin duda a dimensiones tan angulares para nuestra existencia como la amistad o el amor. Son esas entidades que nos inyectan adecuadas dosis de serotonina, dopamina, oxitocina o endorfinas. Los químicos de la felicidad, la vinculación y las relaciones son los que nos ponen en pie y a todo le dan sentido y trascendencia.

Encontrar en nuestro día a día esas figuras con quienes reaccionar químicamente y transformarnos, como sugirió Jung, es lo que da auténtico sentido a lo que somos. No nos rindamos, el mundo entero es un laboratorio donde experimentar las más increíbles chispas, conexiones y reacciones.