sábado, 14 de enero de 2023

¿Dónde está mi viejo yo?

¿Dónde está mi viejo yo?: una pregunta que nos puede hacer replantearnos nuestra existencia y nuestra identidad, si miramos nuestro recorrido vital.

Un accidente, una ruptura o un cambio estético que no aceptamos puede hacer que nuestra identidad se resienta. De repente, nos repensamos y, dependiendo del día, no nos reconocemos en la persona que somos hoy. Ya no tenemos los mismos sueños ni los mismos referentes. Sin embargo, sí muchas más resignaciones.

Preguntarnos dónde está nuestro viejo yo no es una cuestión de edad. Puede que nos reconozcamos extraños con nuestro pasado desde muy jóvenes. Ya en la pubertad, nuestra transición de niños a adolescentes puede ser más o menos traumática, dependiendo de cómo se vayan asumiendo cambios, interiorizando nuevos roles y renunciando a ciertos privilegios de la infancia.

Quizás no nos recuperemos del todo del hecho de haber sido niños o quizás en esa etapa sentimos ser nuestro verdadero yo, a la hora de vivir nuestras ilusiones, pasiones y miserias. Lo cierto es que en el camino hacia la madurez, vamos perdiendo nuestra espontaneidad.

La necesidad de reconocernos por dentro y por fuera

Todos necesitamos referentes. Padres, hermanos, amigas, compañeras de clase, etc. Luego nos asomamos más allá de nuestro contexto inmediato y queremos ver “qué tal va” el mundo ahí fuera. Observamos a los famosos, influencers, leemos biografías sobre personajes históricos y analizamos qué nos atrae de ellos.

La curiosidad por el mundo social no nos aleja de nuestro mundo interior, pero a veces sí lo perturba. Es en plena adolescencia, en la construcción de nuestro “avatar social”, cuando entendemos qué podemos tener interesante para el mundo y qué puede tener el mundo de interesante para nosotros.

Es una época en la que se está disparando la incidencia de algunos trastornos, muchas personas van a sufrir porque van a sentir que su imagen corporal está muy lejos del ideal social. Otras van a sentir que quizás no son tan masculinas o femeninas como los demás esperan o desean. Muchas van a enfrentarse a la difícil tarea de ser aceptadas por ellas mismas como seres diferenciados de la familia…

En plena lucha por la identidad personal, vamos a tener que lidiar también por la aceptación social dentro de un grupo social de referencia. Dependiendo de cómo nos vaya en esta construcción de doble sentido, llegaremos a una representación del “yo mismo” más o menos consolidada.

Esta motivación por ser “uno mismo” se verá desafiada. Vamos a sentir cómo se disuelve o desaparece si hacemos cosas con las que nuestra identidad nunca antes ha tenido que enfrentarse. Por otra parte, vamos a sentir que nuestro “yo mismo” se va a refrendar y fortalecer si hacemos cosas que nuestra identidad reconoce como valores que hemos ido trazando nosotros mismos y no desafíos o pruebas que nos resultan ajenos para la construcción de la identidad.

La identidad, un viaje hacia nosotros mismos que durará toda la vida

Encontrarse a uno mismo puede sonar como un objetivo inherentemente egocéntrico, pero en realidad es un proceso desinteresado que está en la raíz de todo lo que hacemos en la vida. Para sentirnos como una persona valiosa debemos saber qué valoramos y qué tenemos para ofrecer.

Es un proceso que implica derrumbarse, despojarse de capas que no nos sirven en nuestras vidas y que no reflejan quiénes somos en realidad. Sin embargo, también implica un tremendo acto de construcción: reconocer quiénes queremos ser y emprender apasionadamente el cumplimiento de nuestro destino único, sea lo que sea.

Es una cuestión de reconocer nuestro poder personal, pero siendo abiertos y vulnerables a nuestras experiencias. No es algo que temer o evitar, sino más bien algo que buscar con la curiosidad y la compasión que tendríamos hacia un nuevo amigo fascinante.

La sensación aterradora de que no somos “nada” de lo que fuimos

Existe una sensación muy angustiante que puede aparecer en determinadas épocas de nuestra vida y es la de “no reconocerse”. Ya sea por haber ejecutado muchos cambios, por no haber hecho ninguno o por haberlos realizado en una dirección que consideramos poco valiosa para nosotros.

Estos momentos son muy delicados, ya que podemos sufrir episodios de despersonalización y desconexión de la realidad que vivimos. Hay numerosas causas que nos pueden despertar esta sensación de haber perdido parte de nuestra identidad.

Hay experiencias sensoriales, sociales o ecmnésicas que nos producen desazón y desarraigo respecto nuestra vida sentimental, social y laboral. Algunas de las experiencias que nos pueden hacer dudar sobre el sentido de nuestra identidad son las siguientes:
  • Ver una fotografía del pasado: una fotografía es una visión de nosotros mismos “desde fuera” que nos proporcionan un contexto inmediato de lo que vivíamos en determinada época, en qué estábamos envueltos, cuánto de dichosos estábamos en ese momento, etc. Sentir que hemos desconectado nuestra vida de cierta imagen pasada que nos agradó nos puede inducir una sensación de desesperanza y fracaso personal.
  • Un trozo de papel que resuma una época de nuestra vida: un billete de avión, las indicaciones de una operación o las anotaciones de qué tenía qué hacer durante la semana. No hace falta abrir un diario para remontarnos a un momento pasado que nos recuerde qué hacíamos o dónde nos dirigíamos en nuestra vida.
  • Encontrarnos con una persona que hace mucho tiempo que no veíamos: esta es una de las experiencias más gratificantes o dolorosas que podemos experimentar. Fuera de los filtros visuales y relatores de las redes sociales, cuando nos encontramos con alguien estamos expuestos durante algunos minutos a un “examen” visual y experiencial para el que quizás no nos habíamos preparado y en una situación no planeada.
Estas son algunas de las situaciones que nos pueden hacer sentir que nuestra identidad está perdida o alterada porque no nos reconocemos respecto a los grandes temas y valores vitales que un día tuvimos.

Tener grandes proyectos vitales es igual de inspirador que de problemático para la identidad personal. Nos pueden ayudar a construirnos, pero también a proyectar demasiado de lo que creemos que somos, ignorando las circunstancias que son cruciales para entender lo que hacemos y por qué lo hacemos.

Un viaje o una parada…

Preguntarnos “¿dónde está mi viejo yo?” puede ser uno de los primeros interrogantes que nos lleve a un reencuentro con nosotros mismos aceptando lo sucedido en nuestro pasado; o, por el contrario, puede ser el primer formato de una serie de reproches hacia nosotros mismos que no nos conduzca a ninguna parte.

Para que el viaje de la identidad sea creativo y no represivo, tenemos que dotarnos de herramientas para ello. Un buen profesional de la psicología te dará las herramientas necesarias para resignificar algunas de tus experiencias diarias y volverlas a dotar de sentido, en lugar de perseguir un ideal totalmente ajeno a la realidad que vives.

viernes, 13 de enero de 2023

5 claves para saber si eres una persona madura

Nunca terminamos de madurar emocionalmente. Sin embargo, hay ciertas actitudes y conductas que indican que ya hemos recorrido buena parte del camino. ¡Descubre si cumples con todas!

Normalmente, pensamos que la madurez es una cuestión de edad, que el paso de los años nos convierte en seres más conscientes, asertivos y resueltos. Sin embargo, no se trata del tiempo que transcurre, sino de las experiencias que tenemos y, sobre todo, de lo que hacemos con ellas. Por esto, para saber si eres una persona madura, tendrás que ir más allá.

A nivel físico, la madurez designa el momento en que el organismo ha completado el desarrollo, en especial, a nivel de talla, peso y maduración sexual. A nivel cognitivo, nos habla del punto en el que el cerebro ha completado su evolución y el funcionamiento mental es óptimo, especialmente en cuanto a funciones mentales superiores.

Estos dos procesos suelen llevarse a cabo durante la adolescencia y la edad adulta, y no requieren un esfuerzo deliberado por nuestra parte. Sin embargo, la madurez emocional puede tardar mucho más tiempo en adquirirse y, en este caso, sí dependerá de nosotros trabajar y favorecer este camino.

¿Crees que ya lo has completado? Entonces, analiza las siguientes claves e identifica en qué grado reflejan tu realidad.

¿Cómo saber si eres una persona madura?

Los principales indicadores de que una persona ha madurado a nivel emocional serían los siguientes:

1. Eres capaz de tomar decisiones

Nuestra capacidad para tomar decisiones es una excelente forma de medir nuestra autonomía y madurez emocional, y es que refleja el grado en que hemos aprendido a valernos por nosotros mismos. Tomar una decisión implica escoger una opción, renunciar al resto y asumir las consecuencias de este acto. Y, para muchas personas, constituye un auténtico reto.

Se ha encontrado que quienes tienden a ser indecisos tardan más en escoger un camino, necesitan más información para hacerlo y se muestran reticentes a decidir. En realidad, se sienten abrumados al percibir las situaciones como más amenazantes de lo que son y al no confiar en sus propios recursos para hacerles frente. Así, es común que busquen un apoyo excesivo en su entorno.

Por el contrario, la madurez emocional nos permite afrontar la incertidumbre con serenidad y hacernos cargo de ella, sabiendo que, aunque nuestra elección sea errada, podremos asumir las consecuencias y cambiar el rumbo.

2. Sabes decir “no” y “basta”

Este es uno de los aprendizajes más valiosos en la vida de toda persona y, sin embargo, a muchas de ellas les cuesta casi una vida adquirirlo. Decir “no quiero”, “no me apetece”, “no estoy de acuerdo”, “ya no acepto esto” puede resultar muy complicado, ya que la mayoría de nosotros crecemos con la idea de que debemos complacer a los demás.

Sabrás que eres una persona madura cuando te veas negándote con naturalidad a peticiones, situaciones y eventos que así lo requieran. Negarse a realizar un favor, declinar la invitación a una reunión que no nos apetece, abandonar una relación abusiva, defender nuestros derechos… Todas estas pequeñas acciones suelen ser la consecuencia de un gran trabajo interior.

3. Te haces responsable de ti

Ser una persona madura implica hacerse responsable de uno mismo, del propio bienestar y no colocar ese peso en manos ajenas. Significa abandonar el papel de víctima, dejar de culpar a los demás o a la vida por nuestra situación y tomar las riendas. Esto no quiere decir que todo deba acomodarse a nuestro favor, siempre hay elementos que escapan a nuestro control, pero sí requiere asumir un papel activo en la consecución de nuestras metas.

Así, quien ha madurado emocionalmente logra encontrar en sí mismo su propio centro, no busca cambiar a otros ni espera que estos le aporten la felicidad que no se ofrece a sí mismo. Al contrario, se ocupa de convertirse en un ser completo que pueda compartir con los demás esa plenitud desde la libertad.

Además, es capaz de asumir sus errores y rectificar cuando sea necesario. Comprende que no es un ser perfecto y no teme trabajar en sus vulnerabilidades.

4. Tienes una alta inteligencia emocional

La gestión de las emociones es un indicador clave de la madurez, siendo uno de los aspectos que más influye en el bienestar personal y en las relaciones sociales. El desarrollo de la inteligencia emocional tiene mucho que ver con la educación temprana que recibimos, pero también con el trabajo posterior que hacemos para compensar esas posibles carencias.

Así, si deseas saber si eres una persona madura, pregúntate cómo te relacionas con las emociones propias y ajenas. ¿Sueles sentirte secuestrado por estados emocionales muy intensos?, ¿actúas de modos que te llevan después a arrepentirte?, ¿sabes escucharte y actuar en coherencia con lo que sientes? Y no menos importante: ¿eres capaz de ver, entender y respetar las emociones de otros?

Cuando huimos de los sentimientos a través de adicciones, fiestas, compras compulsivas, deporte o cualquier otra actividad que empleamos como evasión, es evidente que nos falta un trabajo por hacer. Y lo mismo sucede si no somos capaces de lidiar con las emociones de quienes nos rodean, si nos incomoda ser empáticos, mostrarnos vulnerables o ceder y negociar en nuestros vínculos.

5. Has integrado tu pasado

Por último, para identificar si eres una persona madura, analiza la visión que tienes respecto a tu pasado. Todos hemos cometidos errores, hemos dañado y nos han herido, hemos enfrentado la frustración, la decepción y el fracaso. Ahora bien, la madurez nos permite comprender, integrar y liberar ese pasado doloroso.

Desde este punto, ya no lo recordamos con rencor, rabia o tristeza, sino como parte de un gran aprendizaje. Con el paso del tiempo y la introspección, hemos logrado extraer una lección de cada evento y hemos podido perdonar y perdonarnos.

Así, no cargamos con duelos sin resolver, odios enquistados ni culpas patológicas. Echando la vista atrás, podemos percibir un cambio notorio en nosotros mismos y somos capaces de agradecer, en cierta medida, como todas esas experiencias contribuyeron a convertirnos en quienes somos.

La madurez emocional es un crecimiento constante

¿Crees que has alcanzado la mayoría de los puntos anteriores? Si no es así, no te preocupes, pues en realidad la madurez emocional no es un destino, sino un camino. Todos tenemos algo que aprender, algún área por pulir, una nueva y mejorada versión de nosotros mismos que desarrollar.

Así, no se trata de buscar la perfección, sino de disfrutar del camino de crecimiento, de apreciar y celebrar nuestros avances y, sobre todo, de disfrutar la paz que llega con la madurez emocional; esta es la verdadera base de la felicidad.

jueves, 12 de enero de 2023

¿Es posible encontrar un trabajo no estresante?

El único modo de encontrar un trabajo no estresante es reformulando por completo los entornos laborales. Si un empleado percibe su puesto como una amenaza o se vulneran sus derechos, el impacto psicológico siempre estará presente.

Puede que pienses que el único modo de tener un trabajo que no sea estresante sea creándolo, siendo el CEO. Ahora bien, lo cierto es que ni siendo el jefe u optando por desarrollar la actividad laboral en casa, nos libramos de las tensiones emocionales y físicas.

Parece que toda profesión y cargo en una organización deja, en mayor o menor grado, una impronta en nuestra salud psicológica. Por otro lado, si buscamos esos empleos que según diversas estadísticas resulten menos estresantes, encontramos categorías tan dispares como jardineros, paisajistas, desarrolladores web, masajistas o técnicos de turbinas de viento. Sin embargo, ninguna labor está desprovista por completo de todo vestigio de estrés.

El ser humano necesita de un nivel justo y adecuado de este mecanismo psicofísico para actuar en cualquier escenario social. Es la energía que impulsa la motivación, es el oxígeno que da forma a la proactividad y la mecha que nos permite resolver cualquier desafío. El problema llega cuando no podemos afrontar las demandas del entorno con los discursos de los que disponemos. Y esto es algo frecuente en el trabajo.

Encontrar un trabajo no estresante depende de tres factores

Si hay una experiencia recurrente que está sintiendo buena parte de la población es agotamiento. Agotamiento y un exceso de trabajo. La carga mental es inmensa y mucha gente se está marcando como propósito cambiar de empleo, buscar algo más ajustado a sus necesidades. Anhelamos puestos que se ajusten a nuestras competencias profesionales, pero que respeten también nuestro bienestar mental.

Una investigación, de la Universidad de Medicina de Londres recuerda que el estrés, definido como ese conjunto de presiones y demandas indebidas que nos imponen, se traduce casi siempre en enfermedades. Perdemos la salud al ganarnos la vida, y esto es algo que queremos evitar. Por ello, una necesidad cada vez más común es encontrar un trabajo no estresante. Lograrlo, dependería de tres factores. Los analizamos.

Depende de nuestras habilidades para regular el estrés en general

Tal y como hemos señalado, el estrés forma parte de nuestra cotidianidad. Saber manejarlo, disponer de unas habilidades básicas para afrontar los problemas y las tensiones es algo esencial en el viaje de la vida, no solo en el terreno laboral. Lo primero que debemos saber es que hay personas más resistentes al estrés y otras mucho más vulnerables.

Lo segundo que vale la pena recordar es que todos podemos adquirir, desarrollar y aprender adecuadas competencias en esta materia. Estas serían las claves:
  • Inteligencia emocional: buena gestión de las emociones.
  • Mantener el foco: tener claras nuestras prioridades y saber qué es lo más importante en cada momento.
  • Habilidades para resolver problemas.
  • Comunicación asertiva.
  • Saber tomar decisiones.
  • Manejar un adecuado balance entre trabajo y tiempo libre/obligaciones y ocio.
Las propias organizaciones deben promover un clima de “seguridad psicológica”

Encontrar un trabajo no estresante depende también del compromiso de las empresas para crear entornos más saludables mentalmente. De hecho, La Agencia Europea para la Seguridad y Salud del Trabajo estipuló que esta es ahora una obligación de las empresas. Es decir, atender la seguridad psicológica de los trabajadores, (además de la física) es una prioridad.

Las estrategias para lograrlo serían las siguientes:
  • Salarios dignos.
  • Implementar objetivos que el empleado pueda asumir y que no supongan una sobrecarga.
  • Horarios respetuosos.
  • Aplicar adecuados tiempos de descanso.
  • Capacidad para que el empleado pueda tomar decisiones.
  • Adecuados canales de comunicación entre los diferentes estamentos de la empresa.
  • Favorecer relaciones positivas entre todo el personal.
  • Posibilidades de desarrollo profesional.
  • Involucrar a los empleados en las pequeñas y grandes decisiones.
  • Establecer canales y recursos para identificar y actuar ante el malestar psicológico, así como ante los problemas entre los empleados (como, por ejemplo, el acoso).
Si quieres encontrar un trabajo no estresante, busca un empleo que te apasione

Sabemos que la felicidad y el bienestar residen en lograr un adecuado equilibrio entre la vida laboral y personal. No hay que vivir en exclusiva para trabajar, lo sabemos. Sin embargo, necesitamos empleos dignos que se ajusten a nuestras competencias y que nos apasionen.

Encontrar un trabajo no estresante no es fácil. Primero porque no existe. Como ya hemos señalado, todo puesto implica tener que lidiar con una carga determinada de estrés (como el eustrés o estrés positivo) y eso siempre es motivador y necesario. Porque la ausencia total de esta dimensión deriva, casi siempre, en el aburrimiento, la falta de desafíos y hasta la desidia.

Debemos buscar trabajos que se adecúen a nuestros sueños, valores, gustos y metas profesionales. Solo cuando desempeñamos una labor que nos satisface, la carga de estrés es tan llevadera que apenas limita, pesa o lastra. Al contrario: impulsa. Somos conscientes de que es difícil, de que el mercado laboral es una selva caótica, decepcionante a veces, y desesperante casi siempre. Sin embargo, no podemos rendirnos.

Como decía Confucio, “elige un trabajo que te guste, y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”.

miércoles, 11 de enero de 2023

Psicoterapia cognitiva postracionalista, ¿qué es?

La psicoterapia cognitiva postracionalista es un enfoque muy interesante que tomó forma definitiva a comienzos del siglo XXI y que puede resultar muy eficaz para tratar problemas emocionales.

La psicoterapia cognitiva postracionalista es una corriente derivada de la terapia cognitiva y del constructivismo. Fue fundada a finales de los años 90 por el neuropsiquiatra Vittorio Guidano. Más adelante, otros psicólogos desarrollaron y enriquecieron estas tesis.

En los ejes básicos de la psicoterapia cognitiva postracionalista está la idea de que cada persona va construyendo la realidad de una manera única e irrepetible, y que dentro de este proceso son fundamentales el lenguaje y la identidad. El propósito fundamental de este tipo de terapia es facilitar esa construcción.

Aunque la psicoterapia cognitiva postracionalista es una modalidad de intervención clínica, también se le considera una escuela teórica (un marco conceptual completo en el que entender la clínica). Postula que el ser humano alcanza el bienestar cuando logra dar consistencia y continuidad a su historia personal. Esto se expresa a través de una narrativa coherente y flexible acerca de quién es y hacia dónde va.

La psicoterapia cognitiva postracionalista

Vittorio Guidano se basó en los trabajos de Humberto Maturana y Francisco Varela para proponer la psicoterapia cognitiva postracionalista. Partió de un modelo cognitivo-constructivista. La idea central aquí es que no existe una realidad externa unívoca y definida. Tal realidad es autoconstruida y autoorganizada por cada sujeto.

Por lo anterior, el conocimiento se genera a partir de una interpretación de la realidad que hace cada sujeto. Esto se hace a través de un procesamiento de la información que brinda el mundo, en la cual influyen diferentes aspectos subjetivos de cada individuo.

A diferencia del cognitivismo precedente, en la psicoterapia cognitiva postracionalista las emociones juegan un papel importante, incluso por encima de la cognición. Esta corriente sus primeras bases en el libro Cognitive Processes and Emotional Disorders, de Vittorio Guidano y Giovanni Liotti, publicado en 1983. Sin embargo, no tomó forma definitiva hasta 1999.

Los niveles de experiencia

La psicoterapia cognitiva postracionalista plantea que toda experiencia humana se produce en dos niveles. Tales niveles existen y actúan de manera simultánea. El primero corresponde a la experiencia con el mundo como tal, y el segundo a la interpretación o explicación de esa experiencia:
  • Primer nivel. Corresponde a la experiencia inmediata que vive una persona. Está formada por las sensaciones, emociones y conductas que fluyen de manera natural cuando se vive una determinada experiencia. Es inconsciente.
  • Segundo nivel. Tiene que ver con la interpretación que se le da a la experiencia inmediata. Incluye la comprensión y el ordenamiento de las ideas y emociones frente a esa realidad que se ha experimentado. Es consciente.
El trabajo del terapeuta en la psicoterapia cognitiva postracionalista consiste en abordar esa relación que hay entre la experiencia y su interpretación. Tal experiencia abarca la identidad personal, o sea, el sí mismo o self. Cuando en ese terreno del yo no hay continuidad y coherencia, o sea, cuando hay una grieta entre los dos niveles, se producen los síntomas psicológicos (ansiedad, depresión, etc.).

La terapia

La psicoterapia cognitiva postracionalista es de tipo colaborativo, o sea que debe haber trabajo de parte y parte. La herramienta básica que se utiliza es la autoobservación. El psicoterapeuta reformula la problemática emocional que vive el paciente y luego le ayuda a hacer conscientes sus síntomas, los procese y los integre en la narrativa de su historia personal. El resultado de esto es una lectura vital consistente.

Este tipo de terapia es conversacional. Tiene que ver con la llamada “conversación de segundo orden”. Esto es, un tipo de diálogo dirigido en el que el paciente y el terapeuta se enfocan en el análisis de los aspectos sensoriales, emotivos, afectivos, emocionales y conductuales del paciente.

La psicoterapia cognitiva postracionalista emplea también la técnica de Moviola. Ese nombre hace alusión a la primera máquina que permitió editar películas. Algo similar es lo que se hace con el paciente en este tipo de psicoterapia, lo cual implica tres procesos:
  • Visión panorámica. Consiste en dividir una experiencia en una secuencia de escenas. Algo así como ver una película “cuadro a cuadro”. Eso ofrece una visión general de la situación.
  • Reducción. El paso siguiente es el de precisar los detalles sensoriales y emocionales que están presentes en cada una de las escenas definidas. Es similar a mirar “con lupa” cada fragmento de la experiencia.
  • Amplificación. Una vez se ha detallado al máximo cada escena, se vuelve a reconstruir la secuencia. De este modo, el paciente ve un panorama diferente al que percibió en un principio y logra encontrar el hilo conductor.
La psicoterapia cognitiva postracionalista es un enfoque muy interesante que puede resultar muy eficaz para tratar problemáticas, sobre todo, de tipo emocional. Sin embargo, es aplicable a todo tipo de síntomas.

martes, 10 de enero de 2023

Curiosidades sobre las caricias

Las caricias enriquecen la vida. No solo forman parte de un sistema de comunicación con los demás, sino que también están asociadas a nuestro bienestar físico y mental.

Las caricias son una de las experiencias más damnificadas durante los últimos años. La pandemia obligó a que se guardara distancia y a que se redujera al máximo el contacto físico entre la gente. De seguro, esto ha tenido un gran impacto en el estado de ánimo, e incluso en la salud de muchas personas.

No por nada la piel es el órgano más grande de todo el cuerpo. Tampoco es gratuito que los niños al nacer necesiten tanto de las caricias, al punto en que aún con alimento y abrigo pueden morir si no tienen contacto físico amoroso con su entorno. En definitiva, y de muchas formas, somos hijos de ese contacto piel a piel.

Se llevó a cabo un estudio en línea al que se le llamó The Touch Test y que pretendía explorar la importancia del contacto físico para las personas. Los resultados fueron contundentes. La ausencia de las caricias hace que se debiliten los sentimientos de conexión, empatía y confianza. Veamos otras curiosidades sobre las caricias.

El cerebro y las caricias

Comencemos por decir que el cuerpo humano cuenta con entre 6 y 10 millones de sensores táctiles en la piel. Aunque se concentran más en ciertas zonas, en realidad están repartidos por toda la anatomía. La ciencia ha detectado que los estímulos proporcionados por las caricias viajan a un ritmo más lento que otros.

Lo más curioso de todo es que el cerebro capta esa sensación aportada por las caricias, unos cuatro segundos antes de que se perciba en la piel. Dicho de otra manera, el efecto de uno de esos contactos afectuosos se siente primero en el cerebro, antes que en la piel misma. La ciencia ignora por qué.

De otro lado, se ha comprobado que las caricias alivian el estrés. Proporcionan una sensación de serenidad y confianza que conduce a la relajación. Por eso son tan importantes en los bebés, pero el efecto continúa siendo el mismo a cualquier edad.

Además, tienen cierto efecto analgésico. El “sana que sana colita de rana” no es solo un juego, sino que, efectivamente, reduce el dolor.

La piel y sus misterios

El mismo estudio que mencionamos al comienzo indica que la mayoría de las personas son capaces de identificar lo que otro quiere comunicarles a través de las caricias. Los datos indican que aciertan hasta en el 83 % de los casos frente a lo que quiere decir un roce, una presión o un apretón.

Así mismo, se encontró que sí existe la caricia perfecta. La zona con vello del brazo parece diseñada para esta. Todo indica que las personas se sienten muy reconfortadas al recibir este tipo de contacto. Sin embargo, hay un secreto: el roce tiene que ser muy suave y la velocidad de 2,5 centímetros por segundo. De seguro, con un poco de práctica se logra.

De otro lado, hay cosas que las personas disfrutan al tocar y acariciar. En su orden: la piel de un animal suave y peludo, el terciopelo, la seda, el algodón y la piel humana. Así mismo, hay texturas que nadie quiere sentir en su tacto: lo que tenga una superficie babosa, el papel lija, el nylon, la lana y el metal.

El tacto y el erotismo

Está claro que cuando se habla de las caricias también se hace referencia directa o indirecta al erotismo. De hecho, el neurocientífico Vilayanur Ramachandran ya había señalado en los años 90 que las caricias estimulaban el deseo sexual y que esto se había evidenciado mediante experimentos.

En concreto, indicó que las caricias que se hacían en la nuca, cerca de la oreja y en el pie resultaban ser muy eróticas. Esto se debe a que ese tipo de contacto estimula una zona del cerebro conocida como el homúnculo sensorial de Penfield. Esta se encuentra en la corteza cerebral y tanto el área del cuello como la de los pies están muy próximas a las de los genitales.

Sin embargo, un estudio publicado en la revista Cortex en 2012 reveló que tres de cada cuatro personas no creen que las caricias en los pies sean tan estimulantes. Hay zonas que parecen ser más eróticas como la panza, el contorno de los hombros o los dedos de las manos. De seguro, la ciencia seguirá sorprendiéndonos con sus hallazgos sobre las caricias.

lunes, 9 de enero de 2023

The Dropout: la mujer que construyó la ciencia de la estafa

The Dropout cuenta el auge y la caída del imperio de Elisabeth Holmes. Lo mejor del metraje es el relato tan particular que hace de la sociedad norteamericana y de esa frase que ha causado tanto dolor: "si quieres, puedes".

The Dropout es una miniserie de ocho capítulos dirigida por Elizabeth Meriwether. Está basada en el podcast presentado por Rebecca Jarvis y producido por ABC News. El argumento se centra en el ascenso y la caída empresarial de Elisabeth Holmes, fundadora de Theranos.

Los toques de comedia mezclados con drama hacen de Dropout una serie rápida, ingeniosa y significativa: ¿cómo fue posible que esta estudiante que dejó la Universidad en segundo año consiguiera engañar a todo el mundo?

La serie es una crítica a la sobreproducción científica que se exige en el campo de la innovación, abandonando los principios de la ciencia misma. La frase preferida de Holmes es “hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes”. Sin embargo, la ciencia ha llegado a ser lo que es precisamente por intentarlo, una y otra vez. Con sus fallos, errores y soluciones a los mismos.

The Dropout: el sueño de ser famoso y revolucionario

Elisabeth Holmes cumplió el sueño de toda su vida. Soñaba con ser multimillonaria, famosa y una revolucionaria, como Steve Jobs. Y lo consiguió. La parte B de la historia es que lo hizo con un producto defectuoso que ocultó cuando ya estaba en la cima de la fama.

Los entusiastas de la tecnología ya veían a “otra visionaria” que iba a lograr con la tecnología mejorar la salud de millones de personas en el mundo. Además, sería una mujer accediendo a territorios que han sido tradicionalmente masculinos.

Y es que no es solo la idea que tengas, sino cómo la vendas. La temática que plantea Dropout es que los “cachorros” de Sillicon Valley, abrumados por la cantidad de genios que habían cambiado el mundo como Steve Jobs o Elon Musk, pensaban que ellos estaban destinados a conseguir la misma gloria.

El problema es precisamente perseguir la gloria con una idea revolucionaria, pero sin ser un fraude para los consumidores. Muchos estudiantes abandonaron la idea de practicar la ciencia, la tecnología y la biomedicina por vocación, centrados en buenos, pero discretos puestos, tan necesarios para que el mundo arranque y se pare con normalidad.

Una estudiante con más ganas de triunfar que de hacer ciencia

En Elisabeth Holmes se reúnen todos los clichés del “si tú quieres, puedes” a unos niveles problemáticos desde los primeros capítulos. Antes de llegar a ser universitaria, vemos como su padre es despedido para la empresa en la que trabajaba por un posible fraude.

Elisabeth siente la desesperación de los suyos al ver cómo su acomodada situación ahora pasa a ser algo distinta, debido a que su padre era un simple trabador, aunque ganara un buen sueldo. Este hecho se añade al saco de las ideas preconcebidas sobre el trabajo, como la que “siempre es mejor ser tu propio jefe”.

Desde los primeros capítulos, vemos cómo la obsesión por ser millonaria y crear un producto nuevo llega al ridículo en conversaciones y en su comportamiento habitual. Sus padres, en lugar de inculcarle los valores del estudio, del trabajo o de una simple dosis de modestia, la impulsan a que ese sea su único sueño.

Elisabeth Holmes: la historia de una revolucionaria de la estafa tecnológica

Elizabeth Holmes nació el 3 de febrero de 1984 en Washington, DC. Su madre, Noel, era miembro del personal del comité del Congreso y su padre, Christian Holmes, trabajó para Enron antes de pasar a agencias gubernamentales como USAID.

Cuando tenía 7 años, Holmes intentó inventar su propia máquina del tiempo, llenando un cuaderno completo con dibujos de ingeniería detallados. A la edad de 9 años, Holmes les dijo a sus familiares que quería ser multimillonaria cuando fuera grande. Sus familiares la describieron diciéndolo con “la mayor seriedad y determinación”.

Una alumna “de sobresaliente”

Fue durante la escuela secundaria cuando Holmes desarrolló su ética de trabajo, a menudo quedándose hasta tarde para estudiar. Rápidamente, se convirtió en una estudiante sobresaliente e incluso comenzó su propio negocio: vendió compiladores C++, un tipo de software que traduce código de computadora a escuelas chinas.

Holmes comenzó a tomar lecciones de mandarín y, a mitad de la escuela secundaria, convenció para que la aceptaran en el programa de verano de la Universidad de Stanford, que culminó con un viaje a Beijing. Allí conoció al que fue su amante y cofundador de Theranos, Sunny Balwani, un hombre mucho mayor que ella y multimillonario.

El giro radical de Elisabeth Holmes

Holmes ingresó en la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad de Stanford, ya con más ganas de ser millonaria que de aprender. Y ahí fue el comienzo de la estafa y el fin de un sueño loable y hasta cierto punto inspirador, si no fuera por la idea de ser multimillonaria a toda costa.

Querer cambiar el mundo es una idea que en muchos jóvenes debería existir. Tener ilusión por crear algo que mejore la calidad de vida de las personas a través de la tecnología es algo de valorar. Sin embargo, que insistas que debas ser millonaria por esa idea, ya no lo es tanto.

Los resultados vienen mucho después. Para conseguir cambiar o mejorar el mundo, debe existir mucha más pasión por la idea que por tu ego. El error de Elisabeth Holmes fue pisar el acelerador con 19 años, dejando la universidad al segundo año de carrera, como otros “revolucionarios”.

El fin de una empresa que en realidad nunca existió

En 2014, la startup de análisis de sangre Theranos y su fundadora, Elizabeth Holmes, estaban en la cima del mundo. La idea revolucionaria de que a través de una sola gota de sangre, un aparato pudiera detectar infinidad de enfermedades, asombró al mundo.

Holmes fue la mujer multimillonaria más joven del mundo hecha a sí misma, y ​​Theranos fue una de las nuevas empresas unicornio de Silicon Valley, valorada en aproximadamente 9 mil millones de dólares. Sin embargo, luego todo se vendría abajo.

Se expusieron las deficiencias y las imprecisiones de la tecnología de Theranos, junto con el papel que desempeñó Holmes en encubrirlo todo. Holmes fue destituida como directora ejecutiva y acusada de “fraude masivo”.

La empresa se vio obligada a cerrar sus laboratorios y centros de pruebas, lo que la hizo caer como si fuera un castillo de naipes. Mientras esperaba el juicio, según los informes, Holmes encontró el momento para comprometerse y casarse con el heredero de un hotel llamado Billy Evans.

Desde entonces, Holmes ha sido condenado por fraude en un tribunal federal. En enero de 2022, los miembros del jurado declararon culpable a Holmes de tres cargos de fraude electrónico y un cargo de conspiración para cometer fraude.

La encontraron no culpable de otros cuatro cargos y no lograron un veredicto unánime sobre los tres cargos restantes en su contra. Puede enfrentarse a 40 años de cárcel, pero Holmes, que muchos consideran una sociópata, sigue colgando post inspiradores y viviendo una vida de lujo. Un fraude para el mundo y especialmente para todas las mujeres científicas que sueñan con cambiar el mundo de verdad.

domingo, 8 de enero de 2023

Según un estudio, la luz azul mejora la eficiencia cognitiva

El azul es el color favorito de la población. Lo que tal vez no sepamos es que este tipo de luz es beneficiosa para el cerebro: optimiza la memoria, la eficiencia cognitiva y el bienestar.

¿De qué color es el espacio donde sueles trabajar? ¿Qué tipo de luz es la que te rodea ahora mismo? Cuando necesitas estudiar, ¿te preocupas por los colores que te envuelven? Muchos apenas ponemos atención en estos detalles y, sin embargo, son importantes. Ahora, la ciencia nos indica que la luz azul mejora la eficiencia cognitiva y actúa como un estímulo para el cerebro.

Este dato viene a complementar mucho más las fascinantes particularidades de este color. Al fin y al cabo, el azul es el favorito de la mayoría de la población, e incluso se alza como el predilecto para la industria del marketing y la publicidad. Confiere armonía, seriedad, confianza, tranquilidad y hasta lealtad. Sin embargo, hay un aspecto aún más decisivo: es un aliado para el potencial cognitivo.

Este espectro de luz puede mejorar la productividad de un equipo de trabajo. Incluso, consigue que los niños en las aulas focalicen mejor la atención. Así, y como decía Vincent Van Gogh, resulta casi imposible cansarse de los cielos azules. Y lo cierto es que nunca deberíamos alejarnos demasiado de esas tonalidades que nos regala la naturaleza.

La luz azul, un estímulo para tu cerebro

Si hay una tonalidad favorita en el mundo del arte es el azul. Wassily Kandinsky señalaba que es el color de la abstracción y la inmaterialidad. Yves Klein insistía en que el azul no tiene dimensiones, está más allá de toda dimensión, y Matisse comentaba que hay ciertos tipos de azul que se quedan en el interior de tu alma.

Efectivamente, hay algo particular en el color azul y por ello, forma parte de lo que conocemos como colores primarios psicológicos. Tal vez, esa impronta profunda e hipnótica proviene de ser el color mayoritario de nuestro planeta Tierra.

De hecho, tan fascinante nos resultó que el ser humano se obsesionó en encontrar pigmentos naturales para poder pintar y teñir ropa con él. Los egipcios fueron los primeros en sintetizarlo. Esa atracción innata y pretérita tiene a su vez un impacto muy positivo en el cerebro: permite potenciar las habilidades cognitivas. Tareas como la memoria o la concentración mejoran cuando estamos rodeados de luz azul.

La sala de estudio preferida de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA)

En los edificios más nuevos de la Universidad de California se halla una pequeña sala de estudios que es la preferida entre los alumnos. Es la The Hedrick Study o también conocida como sala azul. Tiene sillas cómodas, es amplia y presenta unos techos altos pintados en negro y con estrellas. La particularidad es su iluminación: un cálido y agradable tono azulado.

Todos los estudiantes que pasan allí unas horas señalan que se concentran mucho más y que son más productivos. Este dato no es casual. La Universidad de Arizona y la Universidad de Medicina de Harvard ya señalaron en un trabajo que la exposición puntual a la luz azul potencia el rendimiento cognitivo. La retención de datos es mejor, así como el enfoque.

La razón de que esto sea así se debe al sistema de fotorreceptores cerebrales relacionados con el ritmo circadiano. El color azul se asocia con el día, con la luz del sol y la luminosidad. El cerebro se activa y optimiza sus recursos, así como su potencial. En concreto, lo que facilita es la memoria de trabajo.

Este tipo de espectro de luz mejora desde la comprensión y el razonamiento hasta la planificación y la resolución de problemas. El cerebro relaciona este color con nuestra actividad diurna y con la necesidad de responder y actuar en nuestros entornos cuando hay sol.

La luz azul y nuestra sensibilidad biológica a esta longitud de onda

El cielo, los océanos… La luz azul está presente en el lienzo de la naturaleza y es el tono que, desde lejos, distingue a nuestro planeta. Ya lo señaló Carl Sagan en Un punto azul pálido, 1994. El ser humano sigue íntimamente vinculado a esos escenarios, a esos orígenes que nos dieron vida, sustento y bienestar.

Sabemos, gracias a estudios, como el publicado desde la Universidad de Exeter, que este tipo de luz mejora la salud mental y reduce los índices de depresión. Entrar en contacto con esos espacios en los que la tonalidad azul reverbera en el cielo, en el reflejo del mar o el discurrir de los ríos favorece el equilibrio mental, la vitalidad y hasta la esperanza.

El cerebro se activa, se focaliza mucho mejor y entra en un estado de positividad y receptividad altamente enriquecedor. Prescindir de esta luz natural nos enferma, por ello, ahora se baraja la posibilidad de recrear de modo artificial esta luz en nuestros trabajos y centros de estudios. Sería un modo de sentirnos más activos y hasta productivos.

Ahora bien, hay una salvedad. La luz azul solo es beneficiosa en las horas centrales del día. Al llegar el atardecer, es necesario respetar nuestros ritmos circadianos y prescindir de todo estímulo lumínico, en especial los artificiales. El bienestar siempre reside en vivir en armonía con la naturaleza y con sus ciclos. Esa es la clave.