martes, 14 de marzo de 2023

¿Cometes alguno de estos errores al gestionar tus tareas en el trabajo?

¿Cómo gestionas tus tareas en el trabajo? ¿Te sientes cómodo con tu sistema de organización? En este artículo hablaremos de los errores más comunes que cometemos.

La gestión de las tareas laborales es todo un desafío. No todas las personas se sienten igual de cómodas con un determinado tipo de sistema organizativo. Sin embargo, por muy incómodo o poco productivo que nos resulte, no solemos dedicar tiempo a definir protocolos que mejoren nuestra productividad.

Al diseñar y poner en marcha un método para la gestión de las tareas laborales se consiguen grandes beneficios. El más importante de ellos es el ahorro del tiempo. Además de esto, se evita dejar para última hora ciertas actividades, ganando en eficiencia.

En este punto, sabemos que existen determinados errores que cometemos muchos y, además, con frecuencia, sufriendo las consecuentes penalizaciones derivadas. Son pequeños fallos que, precisamente por no ser tan notorios, suelen pasar desapercibidos. En lo que sí se hacen notar es en el gasto de tiempo y muchas veces en la acumulación de trabajo. Veamos cuáles son cinco de esos errores comunes.

1. Anotar las tareas pendientes en diferentes lugares

Es importante que el sistema de gestión de las tareas laborales sea fiable. Uno de los factores que más incide en esa fiabilidad es llevar un registro único de las actividades pendientes, ya que esta es la herramienta que debe consultarse cuando uno está trabajando.

Es relativamente frecuente que las personas anoten las tareas planificadas en un mismo lugar. Sin embargo, a lo largo del día, de la semana o del mes surgen otras actividades que no estaban previstas y muchos terminan anotándolas en la libreta o en el archivo que tengan más a mano. Esto es un error, ya que dispersa la información y no deja hacer un seguimiento correcto a los pendientes. Siempre se debe anotar todo en un solo lugar.

2. Abusar de los pendientes

Cada actividad que tenemos que afrontar tiene una prioridad, o al menos debería tenerla. Sin embargo, es habitual que todo aquello que no sea ultraimportante termine dejándose en la lista de “para después” o de “algún día”. Es así como en un momento dado esa lista termina siendo gigante.

De este modo, lo que se ahorra en tiempo priorizando, se pierde luego por la acumulación excesiva de pendientes. Lo más adecuado es destinar un par de horas a la semana para realizar esas tareas que no revisten gran importancia, o que no tienen una fecha límite. Esto ayuda a hacer más eficiente la gestión de las tareas laborales.

3. Tratar de abordar las tareas de una manera global

Otra clave para la gestión de las tareas laborales es abordar las grandes actividades de la forma correcta. Cuando estas son muy amplias o complejas, es muy fácil que terminemos empantanándonos o con la cabeza hecha un lío. Lo más indicado es dividir esas actividades en partes, de una forma lógica y coherente.

Esa subdivisión otorga orden mental y también permite organizar mejor el tiempo. Así mismo, incide de una manera positiva en la motivación, ya que terminar cada una de las etapas otorga la sensación de avance y esto produce satisfacción. Lo más importante es que el trabajo se hace mejor.

4. Actuar al margen de la lista de tareas

La lista de tareas es una de esas herramientas que siempre debe estar a mano. Es una de las aliadas más importantes en la gestión de las tareas laborales. No solamente ayuda a recordar las actividades que deben realizarse, sino que al visualizarla es posible detectar fallos y hacer reestructuraciones del tiempo.

Esta lista es particularmente importante en aquellas épocas en las que abunda el trabajo y escasea el tiempo. Si bien muchas personas se precian de su buena memoria o de su capacidad instintiva para organizarse, lo cierto es que en tiempos de estrés es más fácil que asuntos relevantes terminen pasándose por alto.

5. Invertir mucho tiempo en organizar y reorganizar lo intrascendente

Lo ideal es tener un buen método para organizar la gestión de las tareas laborales, pero no resulta conveniente tratar de perfeccionarlo o llevarlo a su máxima expresión. A veces, y con la intención de ser más eficientes, se nos ocurre ordenar por colores, poner etiquetas llamativas y detalles por el estilo.

El resultado puede ser que al final se ha gastado más tiempo en adornar o detallar los planes, que en llevar a cabo las tareas que se deben realizar. Un buen método es práctico y eficiente. No debe exigir mucho tiempo para ser actualizado o ejecutado. Si no es así, quizás sea hora de cambiarlo.

lunes, 13 de marzo de 2023

Cómo descansar sin culpa

¿Cómo descansamos? ¿Qué nos permitimos hacer en nuestro tiempo libre? ¿Qué pasa con esa sensación de culpa que emerge cuando tenemos la sensación de haber estado perdiendo el tiempo? En este artículo, vamos a responder a estas y otras interesantes preguntas.

Puede parecer extraño sentir culpa por descansar, pero es más común de lo que parece. Tal vez conozcas la sensación.

Acaba el fin de semana y pasaste todo el tiempo en casa, viendo tu serie favorita con tu familia o tus amigos. Al planear la semana laboral piensas en que no adelantaste nada de trabajo o que no hiciste las labores del mantenimiento del hogar que tenías pensadas, y te inunda una sensación de culpa. Entonces, te prometes que no volverá a pasar… ¿Te ha pasado alguna vez?

Aunque puede parecer que esos sentimientos de culpa son parte de una actitud de perseverancia y motivación por ser mejor, lo cierto es que hacen más mal que bien. Generan un malestar que irónicamente disminuye nuestra productividad.

Descansar sin culpa no solo es bueno para la salud, sino que es un derecho que todos tenemos. En esta ocasión vamos a desmontar algunas ideas falsas que nos impiden ejercer ese derecho.

¿De dónde viene la culpa?

La culpa es una emoción que se construye socialmente, por lo cual su funcionamiento depende de la cultura y de los valores interiorizados. Eso quiere decir que aquello que nos hace sentir culpables es, en gran parte, lo que nuestro medio social nos indica que debe hacernos sentir culpables.

Podemos decir que la culpa surge cuando alguna conducta contradice una norma que hemos interiorizado. No basta con que la norma exista o con que estemos al tanto de ella; tiene que ser una regla que se ha incorporado a nuestro sistema de creencias.

Las normas que rompemos y que generan culpa pueden ser determinadas por la religión, la ley, la tradición, entre otras. La culpa por descansar también puede estar influenciada por el modelo económico en el que vivimos.

El problema de la productividad

En nuestra cultura se resaltan conceptos como la competencia, la productividad, el éxito, y se definen bajo una mirada económica. Así, solemos entender como actividades productivas aquellas que pueden traducirse en ganancias, ya sean directas o indirectas, y el éxito se mide en función de los ingresos. Es un enfoque bastante limitado, lo sabemos, y la propia cultura denuncia ese hecho, pero sigue sucediendo.

En contraste, otros conceptos, como el tiempo libre, el ocio o el descanso, son valorados de manera negativa. Puedes tener tiempo libre, por supuesto, pero parece que necesariamente hay que llenarlo con algo productivo. Y claro que puedes trasgredir esta construcción, pero al hacerlo puedes tener la sensación de estar dejando de ser competitivo, de estar dejando escapar oportunidades que otros aprovecharán.

¿Puedes identificar alguna de esas ideas? A veces están tan interiorizadas que no nos damos cuenta de que las tenemos, pero están presentes en la publicidad, en las conversaciones cotidianas, en las personas que admiramos y vemos como ejemplo, y en la cultura en general.

Si no es hacer ganancias, es crecimiento personal

Tal vez no nos presionemos por ser productivos desde el punto de vista financiero, pero sí desde la idea del crecimiento personal. Está bien, no tenemos que estar generando dinero todo el tiempo, pero sí tenemos que invertir nuestra energía en actividades que produzcan un supuesto desarrollo propio. Eso suena muy bien, pero veamos cómo agrega presiones inadecuadas.

Vemos como aceptable dedicar el tiempo libre a pasatiempos que de alguna manera producen un valor, aunque sea intangible. Hacer ejercicio, por ejemplo, es visto como algo bueno, pero solo si produce resultados visibles. Si la actividad física no se traduce en un cuerpo más atlético y se practica solo por diversión, entonces no sirve. “¿Para qué sigues yendo al gimnasio si no está funcionando?”. Hacerlo solo por gusto no es válido.

Con la lectura pasa algo similar. Cuando una persona lee habitualmente se considera como algo positivo, pero luego entra en juego el tipo de lectura. Las novelas de ficción o la poesía no siempre son vistas como temáticas productivas, porque no generan un valor que sea fácil de medir. En lugar de eso, muchas veces se prefieren libros con temática de autoayuda, porque se tiene la idea de que transmiten un mensaje que es “útil” para el crecimiento personal.

Leer algo solo porque es divertido, relajante o emocionante a veces se interpreta como una pérdida de tiempo, irónicamente ignorando los beneficios que la literatura de ficción puede traer a nivel social y emocional.

Queremos medirlo todo, y mostrarlo todo

¿Ves cuál es el problema? Nuestra cultura asfixia por su obsesión por mostrar resultados, por demostrar que lo que hacemos con nuestra vida tiene un efecto medible, incluso presumible.

Si tenemos tiempo libre debemos invertirlo en algo, no importa mucho en qué con tal de que podamos mostrárselo a otros. Puede ser generar dinero, eso es fácil de presumir. Pero también puede ser en parecer más cultos, o en vernos atléticos, o en tener una familia que se vea feliz, o en tener una casa muy limpia…

La lista es muy diversa. Y todas esas cosas están bien; si las quieres, ve a por ellas sin dudarlo. El problema es pensar que la alternativa está mal, y en buscar ser productivo solo por cumplir una expectativa social.

Si haces actividad física, lo mejor es que sea una que te guste; si lees, sea lo que sea que leas, es bueno que lo disfrutes; si inicias un negocio, te irá mejor si además de en el dinero piensas en poner tu corazón en ello.

Y si no quieres hacer nada de eso, también está bien. El descanso es muy productivo en realidad: te trae bienestar, ayuda a tu cuerpo a funcionar correctamente y mejora tu humor. Claro, a esas cosas no le puedes tomar fotos para las redes sociales, ni puedes pavonearte delante de tus compañeros de trabajo. Pero esas cosas son tuyas, son para ti, y eso las hace perfectamente válidas.

Eliminar la culpa

Recuerda que la culpa viene cuando sentimos que hemos transgredido una norma o violado un principio. Para poder descansar sin culpa necesitamos entender que está bien no ser productivo todo el tiempo.

Reconocer que invertir tiempo en nosotros mismos es bueno y necesario, y que no tenemos que cumplir con expectativas ajenas; si tenemos algún deber, es buscar nuestro bienestar y el de nuestros semejantes.

domingo, 12 de marzo de 2023

Perseguir a los que nos hacen daño, una forma de condenarnos al malestar

Cuando dejamos nuestra autoestima a la deriva, en manos de los demás o de quienes disfrutan controlándonos y ejerciendo poder sobre nosotros, solemos sumergirnos en una infinita persecución para creer recuperarla. Como si esto nos diera valor… Aunque en realidad lo único que hacemos es despreciarnos a base de rechazos y de aceptaciones a medias y con condiciones. Perseguir a los que nos hacen daño, es por tanto, una de las tantas maneras que existen de no querernos.

El verdadero amor, tanto hacia los demás como a nosotros mismos, no es otra cosa que el deseo inevitable de ayudar y ayudarnos para mostrar nuestra autenticidad. Perseguir a los que nos hacen daño es una forma de no encontrarnos, sino de encontrar a toda costa al otro, olvidándonos en cierta medida de nosotros mismos.

Cuando estamos en una relación y nos damos cuenta de que pudiendo evitarnos algo de sufrimiento, el otro no lo hace, es un claro indicativo de que no le importamos como deberíamos… Lo que sucede es que, a veces, nos encontramos tan cegados que no vemos como el resto de personas pueden llegar a manipularnos y a aprovecharse de nosotros en su beneficio.

Eres la única persona que puede detenerlo

Cuando realmente existe amor, cuidar a nuestra pareja es un contrato inherente del corazón. Ahora bien, no por eso hay que dar cegados sin ver si la otra persona nos corresponde. Si notamos que nuestra pareja nos hiere como una forma de mantener la relación es un buen momento para detenerlo, ya que solo nosotros podremos hacerlo.

Cuando la persona con la que compartimos nuestra vida nos hace sentir mal más a menudo que nos hace sentir bien, tenemos que preguntarnos si esa persona nos aporta o nos quita. De esa repuesta obtendremos si al final queremos compartir el resto de nuestra vida de esa manera.

Cerrar una etapa de nuestra vida, decir adiós a quien amamos, aunque nos hiera, es una de las experiencias más tormentosa y circulares que pueden ocurrirnos en el mundo de las emociones. Ya se sabe que lo más difícil no es el primer beso, sino el último. Pero a veces, ese ultimo beso nos puede estar salvando de muchos más agridulces.

Cuando nuestra pareja nos hiere de forma continuada, puede que la falta de autovaloración termine calando tan dentro de nosotros que ya no sepamos discernir lo que somos de lo mal que nos hacen sentir. Ahora bien, solo uno mismo puede parar el dolor emocional, porque una vez que comienzan a herirnos no hay más camino que el amor propio.

¿Obsesión, miedo a estar solos, esperanza o devoción?

Una relación de pareja puede salir mal, hay que tenerlo presente. Y para superarlo, la única manera es aceptar que se acabó. De lo contrario, será muy complicado gestionar la situación y el daño acabará convirtiéndose en obsesión, miedo, esperanza e incluso, devoción.

Algunos psicólogos han afirmado que el desamor puede llegar a ser más doloroso que la muerte de alguien. Según esta teoría la muerte tiene un proceso de duelo que acaba finalmente con la aceptación. Pero, cuando la pareja se rompe y no existe esa aceptación, el sufrimiento puede alargarse durante un largo periodo de tiempo e incluso, puede llegar a no cicatrizar nunca.

sábado, 11 de marzo de 2023

No te merece quien solo te busca cuando te necesita

Cuando no nos valoran como se debe, tenemos que replantearnos nuestras relaciones y convertirnos en nuestra prioridad.

Quien te busca solo cuando te necesita, no merece encontrarte. No merece ser llamado amigo, así como tampoco tu atención, quien por más tiempo que pase y más circunstancias que varíen, no cambia su actitud egoísta e interesada.

No quiere decir que sea una mala persona, sino que simplemente vuestra relación no es sana, no encaja. Esto no debe hacernos sentir mal, sino que debemos darnos cuenta de que es parte de la vida, pues unas veces se gana y otras, se aprende.

Los vínculos se forjan y fortalecen a partir de la reciprocidad, de la interacción y el intercambio. Porque en realidad quien está a nuestro lado (emocionalmente) en algún momento, es quien nos busca con gran interés cuando lo necesitamos y cuando nos necesita.

La indiferencia es la mejor muestra de “no amor”

La indiferencia es la mejor muestra de “no amor”. Por eso no debemos tratar como prioridad a aquellas personas que nos tratan como una opción. Más que nada porque la prioridad en nuestra vida debemos mantenerla hacia nosotros mismos si queremos equilibrar la balanza.

Porque la no atención, la indiferencia y el egoísmo acaba mostrándose en el daño que nos hace estar frente al espejo, en que no comprendemos que merecemos amor y en cómo matamos el cariño que nos tenemos y el que tenemos hacia los demás.

“No te merece quien, con su indiferencia, te hace sentir invisible y ausente. Te merece quien, con su atención, te hace sentir importante y presente.

No te merece quien te ilusiona con lo que dice para luego desilusionarte con lo que hace. Sí que te merece aquel que dice menos, pero hace más.

No te merece quien solo te busca cuando te necesitas, sino quien siempre está a tu lado cuando sabe que lo necesitas. No te merece quien te hace estar triste y llora, sino quien te alegra y te hace sonreír”.

Cuando la esperanza es lo último que se pierde

A veces nos hace daño el hecho de que la esperanza sea lo último que se pierde, pues aguardamos con gran templanza que ocurra el “milagro inmediato” de que el egoísmo se torne en agradecimiento y en el interés por compartir apoyo y momentos.

Sin embargo, con frecuencia lo único que hacemos es hipotecar nuestro bienestar y nuestras emociones a las voluntades ajenas. (¿Quién no se ha parado a pensar que en alguna ocasión se ha tapado los ojos ante las evidencias y no ha querido escuchar sus necesidades afectivas?).

Muchas veces arruinamos nuestro presente esperando cambios en nuestras relaciones, cambios que nunca llegarán si no hacemos nada por mejorar la situación, o sino intentamos que en nuestros vínculos se equilibre la balanza.

Muchas veces la solución pasa por hablar tranquilamente con esas personas para que se percaten de la desigualdad en la que se convierten las relaciones. Sin embargo, otras más descaradas simplemente esconden un interés que ni siquiera intenta ocultarse.

viernes, 10 de marzo de 2023

Dos rutas para la persuasión: el modelo de probabilidad de elaboración

La probabilidad de elaboración va a determinar que un mensaje sea más persuasivo o menos a través de dos rutas: la central y la periférica.

La persuasión se entiende como cualquier cambio que ocurre en las actitudes de las personas como consecuencia de su exposición a una comunicación. A esto habría que añadirle que dicha comunicación es diseñada y ejecutada intencionalmente con el fin de persuadir. Así pues, la persuasión se entendería como un cambio de actitud.

Por otra parte, en la persuasión entran en juego los siguientes elementos: el emisor, el mensaje, el receptor o audiencia, el contexto donde se da la persuasión, el canal por el que se transmite el mensaje y la intención de que el receptor o audiencia asuman las propuestas defendidas en el mensaje. Dados estos elementos, el mejor modelo para entender la persuasión es el modelo de elaboración de probabilidad.

El cambio en las actitudes

La persuasión busca cambiar las actitudes. Las actitudes pueden entenderse como una evaluación general que las personas hacen de objetos, cuestiones y otras personas, los cuales, técnicamente reciben la denominación de objetos de actitud. Asimismo, las actitudes cuentan con tres componentes: el afectivo, el cognitivo y el conductual.

El componente afectivo se basa en las emociones, el componente cognitivo se centra en las creencias y el componente conductual en las conductas o experiencias pasadas. Estos tres componentes constituyen la estructura psicológica de las actitudes de la que brota la evaluación global y se materializa en las conductas. De este modo, la persuasión busca cambiar lo que sentimos, lo que pensamos y, en último término, lo que hacemos.

Por otra parte, los cambios en las actitudes pueden adoptar dos modalidades: la polarización y la despolarización. La polarización se refiere a que la actitud cambia en la dirección que la actitud presentaba inicialmente, mientras que en la despolarización el cambio actitudinal es el contrario a la tendencia inicial. En otras palabras, la polarización nos reafirma en nuestras actitudes y la despolarización nos lleva a adoptar una actitud contraria a la que teníamos.

El modelo de probabilidad de elaboración

La mejor interpretación de la persuasión es la que propone el modelo de probabilidad de elaboración. Este modelo propone que existen dos caminos a través de los cuales se produce la persuasión: una ruta central y otra periférica. Así pues, la motivación para procesar el mensaje va a determinar el camino que se tome. Una baja motivación lleva a la ruta periférica mientras que una alta motivación lleva a la ruta central.

Por un lado, la ruta central implica una mayor probabilidad de elaboración; esto es, prestar mucha atención al mensaje y contrastar la información con conocimientos previos. Por otro lado, la ruta periférica exige que no se dedique mucho esfuerzo; esto es, que no se elabore mucho la información.

Así pues, la ruta periférica lleva a apoyarse en indicadores situacionales, como que el emisor parezca creíble. De esta forma, la motivación que determina si el mensaje se elabora por la ruta central o por la periférica va a depender de diferentes factores.

Motivación y capacidad de elaboración

En primera instancia, la motivación por entender el mensaje y realizar un esfuerzo mental para ello, y la capacidad con la que se cuente para procesar el mensaje van a determinar la probabilidad de elaboración, es decir, la ruta.

Por un lado, la motivación se basa en la importancia del mensaje para el receptor, la inconsistencia entre la propuesta del mensaje y la posición del receptor, la ambivalencia del tema, el número de fuentes del mensaje y la necesidad de cognición (disfrutar pensado) del receptor. Por otro lado, la capacidad va a depender de la recepción del mensaje, de los elementos de distracción presentes, del tiempo disponible, de la complejidad del mensaje y de los conocimientos que el receptor tenga sobre el tema.

Resumiendo, cuando recibimos una comunicación persuasiva, esta va a tomar una ruta central si estamos motivados para procesar la información. En caso contrario, la ruta será la periférica.

Así, el cambio actitudinal se producirá dependiendo de si el mensaje es atractivo, aporta argumentos o nombra fuentes en las que confiemos. En cambio, si realmente estamos motivados, también nuestras capacidades para procesar la información van a influir. Si no contamos con las capacidades necesarias, es probable que vayamos por la ruta periférica, pero si contamos con ellas, es probable que la información vaya por la vía central.

Si el mensaje se elabora por una ruta central, podemos generar pensamientos favorables o desfavorables. Así, si son favorables se producirá una polarización y la actitud será más favorable a los argumentos en sinfonía con el mensaje. En caso contrario, se producirá una despolarización y nuestra actitud será más negativa hacia esos argumentos. La tercera posibilidad es que los pensamientos sean neutros, caso en el que se volverá a una ruta periférica.

jueves, 9 de marzo de 2023

Mujeres que aman a psicópatas, ¿por qué ocurre?

Hay mujeres que aman a psicópatas. Ocurrió con Ted Bundy, Charles Manson o Richard Ramírez. Detrás de dicha fascinación estaría, según los expertos, la hibristofilia. Se trata de una atracción sexual y la creencia de que con su amor pueden redimir su maldad.

Ted Bundy, uno de los asesinos en serie más atroces de nuestra historia, llegó a contraer matrimonio en pleno juicio con Carole Ann Boone, una de sus admiradoras y con quien tuvo una hija. También Charles Manson recibió durante años las cartas y visitas de fervientes fans declarando su amor y fascinación. ¿Qué hay en realidad detrás de todas estas mujeres que aman a psicópatas?

Este fenómeno no es nuevo. Sin embargo, en los últimos meses parece como si esta llamativa realidad estuviera nuevamente en auge. Series como You, Dirty John o la serie documental Las cintas de Ted Bundy han reavivado ese fenómeno en el que, una vez más, miles de mujeres declaran (sobre todo en redes sociales) su atracción por estos perfiles psicopáticos tan oscuros como letales.

Más allá de lo que podamos pensar, esta realidad cuenta con abundante literatura científica. No es algo casual ni aislado. Hay un complejo entramado psicológico detrás de estas dinámicas que nos revelan aspectos tan llamativos como interesantes. Solo un primer dato: se sabe que las mujeres que más suelen sentirse atraídas por psicópatas son aquellas con mayor independencia y fortaleza de carácter.

Muchas de ellas están firmemente convencidas de que su amor puede redimir la maldad latente del psicópata. Veamos más datos a continuación.

¿Qué hay detrás de las mujeres que aman a psicópatas?

Richard Ramirez, conocido también como el “merodeador nocturno”, asesinó entre 1984 y 1985 a 14 personas en Los Ángeles. Durante el juicio quedó claramente en evidencia que era casi como un animal atado con cadenas. Era desafiante, violento y casi a cada instante se declaraba seguidor de Satán.

Su comportamiento en el juicio no evitó que al poco acumulara toda una legión de seguidoras a la puerta del tribunal. De hecho, tampoco ha evitado que más de tres décadas después nos encontremos con la cuenta de Twitter dailykillerfact creada en Canadá para homenajear su figura. A día de hoy, dispone de más de 42.000 seguidores, en su mayoría mujeres.

¿Por qué ocurre? ¿Qué hace que nos encontremos con publicaciones como “soy la fan número 1 de Ted Bundy” o “adoro a los asesinos en serie”? Lejos de verlo como algo anecdótico o decirnos aquello de que “no deben estar bien”, es necesario profundizar un poco más en ese universo singular que hay detrás de las mujeres que aman a psicópatas.

La hibristofilia

John Money fue un conocido psicólogo neozelandés especializado en sexología que en los años 50 acuñó el término hibristofilia. Se define como la atracción por mantener relaciones sexuales con personas peligrosas. Sin embargo, otros psicólogos como Mark Griffiths, profesor de Psicología de la Universidad de Nottingham Trent de Reino Unido, señala que este término recoge más características.

  • Las mujeres que aman a psicópatas evidencian esa clara atracción sexual hacia los hombres considerados “peligrosos”. La maldad atrae y añade ese componente en el que el riesgo actúa como un factor estimulante.
  • Ahora bien, también está el factor afectivo y la convicción de que el amor que les puedan profesar puede redimir (transformar) al psicópata.
Mujeres fuertes firmes en sus ideas y sentimientos

Muchos podrían pensar, sin duda, que son mujeres con baja autoestima. También podemos pensar que quien ama a un psicópata responde a un perfil inseguro o con valores débiles. Sin embargo, este tipo de ideas no se ajustan con la exhaustiva investigación que realizó la doctora Sandra L. Brown cuando escribió su libro Las mujeres que aman a los psicópatas.

  • La doctora Brown entrevistó e hizo un completo seguimiento de esas mujeres que habían mantenido o que mantenían una relación con un hombre con perfil psicopático.
  • Algo que pudo comprobar es que cualquier mujer, sin importar su edad o estatus, podía enamorarse de un psicópata.
  • Ahora bien, era habitual que muchas de ellas fueran mujeres fuertes e independientes. Los psicópatas, además, se sienten más atraídos por este perfil porque son más firmes en su convicción a la hora de amarlos, de mantener esa relación a toda costa y en cualquier circunstancia.
  • Muchas defienden con fiereza esa relación (o incluso llegan a ser cómplices, como es el caso de las mujeres que llegaron a matar por Charles Manson).
  • El componente sexual (hibristofilia) también está presente. Esa atracción hacia “la oscuridad” del psicópata es más que patente. También la idea de que ellas, con su afecto, les confieren un bien y un beneficio.
Hay, a su vez, un hecho que señala Sandra L. Brown: un 30 % de las mujeres que se enamoran de psicópatas ya tienen un historial previo de haber sido víctimas de abuso y de relaciones violentas. Es decir, una buena parte de ellas tienden a repetir el mismo patrón afectivo.

Los medios de comunicación y la fascinación con los psicópatas

Los perfiles narcisistas, psicópatas y maquiavélicos han tenido siempre un notable poder de atracción. Asimismo, también la maldad, en términos generales, suscita un interés a veces contradictorio. Es una realidad que va en contra de nuestros principios, es contra natura y, quizá por ello, intentamos saber o comprender cómo es posible que pueda darse en el día a día.

Los medios de comunicación no son ajenos a este interés. De ahí que en los últimos años se muestre con mayor frecuencia ese reverso del ser humano tan atroz. Series como Hannibal, Dexter o incluso Breaking Bad se valieron de ese componente para demostrar que el lado oscuro del ser humano crea audiencia y expectación.

Ahora bien, más allá del aspecto curioso, está ese ámbito afectivo en el cual el fenómeno de las mujeres que aman a psicópatas no deja de repetirse década tras década. No importa lo inconcebible de un crimen, lo sanguinario de unos hechos, esta realidad siempre aparece. Seamos por tanto más conscientes e intentemos ir más allá de un rostro y de unos titulares.

La violencia siempre es violencia. Ningún acto de estas características admite admiración ni, aún menos, fascinación. Pensemos en ello.

miércoles, 8 de marzo de 2023

9 signos de recaída en la depresión

En cualquier intervención psicológica, las recaídas son una realidad. Ya sea con más o menos intensidad, ya sea en el periodo de intervención o en el periodo de seguimiento, no siempre existe progreso ni este es lineal. Ahora, ¿cuáles son las señales que deben ponernos en alerta?

Pocas realidades suscitan más inquietud que una recaída en la depresión. Sin embargo, es importante señalar que perder algunos de los avances conseguidos en la intervención durante el periodo de seguimiento es común.

Lo que suele complicar el diseño de una nueva intervención para detener y parar la recaída son los pensamientos poco adaptativos respecto al yo. En estos momentos, la persona suele ver herida su autoestima, sintiéndose como débil o poco fiable. Sin embargo, en estos momentos también juega a favor de la persona el hecho de conocer bien al enemigo y saber cuál es el primer paso.

En este momento, pedir ayuda es necesario. Es bueno que la segunda medida vaya encaminada a detener los pensamientos que alimentan, a su vez, los sentimientos de indefensión, vergüenza o culpabilidad. Al fin y al cabo, esas sensaciones y autopercepciones no hacen más que agravar el propio malestar.

El modo en que afrontemos dicha recaída será determinante; por ello, contar con ayuda especializada será crucial.

Decisivo es también saber detectar cambios en los indicadores asociados a la depresión. Es relevante destacar que, si bien es común experimentar los mismos síntomas que la primera vez, en ocasiones se le añaden características nuevas. Analicemos, por tanto, esa sintomatología asociada a las recaídas.

¿Qué nos debe poner en alerta en lo referente a una recaída?

Puede que nos preguntemos por qué hay personas que son capaces de superar una depresión sin recaer. Bien es cierto que hay múltiples factores, pero quizás el primero sea la calidad de la intervención y el segundo la propensión de la persona a adoptar ciertos hábitos de vida que son más compatibles con determinados pensamientos, como los de inadecuación.

Así, una investigación del Center for Health Studies destaca un hecho. Cerca de un tercio de las personas que dejan antes de tiempo tanto la medicación como sus sesiones de terapia para tratar la depresión recaen en el plazo de un año. Siempre quedan dimensiones residuales, nudos no resueltos y estrategias por aprender que pueden favorecer dicha reaparición.

Asimismo, también debemos comprender un factor. La recuperación de un trastorno psicológico nunca es estática o lineal y volver a confluir en dicha condición es algo común. Hasta forma parte de ese proceso de sanación. No nos culpabilicemos de ello, limitémonos a responsabilizarnos de los que nos pasa afrontando esa realidad. Conocer los signos de la recaída en la depresión es algo esencial.

1. Embotamiento emocional: no siento nada

Una de las características evidentes del retorno de una depresión es empezar a desconectarnos de lo que nos rodea. Poco a poco, se dejan de experimentar emociones ante situaciones que, generalmente, deberían hacernos sentir alegría, felicidad, tristeza o incluso angustia.

La vida empieza a sentirse a menos decibelios y la motivación y el interés por trabajar, relacionarnos o disfrutar del ocio se reducen.

2. No querer salir: mejor me quedo en casa

Es cierto, a veces, no apetece salir a cenar, acudir a un concierto, visitar a amigos o familiares. Sin embargo, uno de los signos de recaída en la depresión es un deseo cada vez más patente de quedarse en casa. Por no salir. Por dejar al mundo detrás de una puerta.

Faltan las energías para acudir al trabajo, para hacer la compra, recoger a los niños del colegio… Ser, en esencia, esa persona socialmente activa e interesada por la vida.

3. Cambios en el sueño: dormir más o no poder dormir

Las alteraciones en el sueño son siempre un síntoma recurrente en los trastornos del estado de ánimo. No solo puede aparecer el insomnio o el levantarnos cansados por un sueño interrumpido y poco reparador. En ocasiones, también podemos experimentar hipersomnia, es decir, dormir en exceso, tener una necesidad persistente por cerrar los ojos y alejarnos de todo.

4. Autocrítica e irritabilidad: todo es insoportable

Casi sin saber cómo, uno empieza a ser la peor compañía para los suyos. Falta la paciencia, nos sentimos más irritables e hipersensibles, todo molesta, todo preocupa y nos pone en alerta. Esta actitud deriva a menudo en discusiones con los demás, en momentos incómodos que, a la larga, nos hacen sentir peor con nosotros mismos.

La autocrítica y el devaluarnos son otros de los signos de recaída en la depresión. La mente se torna en nuestra contra, dejamos de ser compasivos con nosotros mismos y esto nos sume día a día en una clara deriva hacia el malestar.

5. Niebla mental: cuando pensar agota

Tomar decisiones, concentrarnos en algo, reflexionar e incluso recordar cosas sencillas, se vuelve complicado. La niebla mental es un síntoma cognitivo de los trastornos depresivos que no podemos dejar de lado. La confusión, sufrir olvidos y notar cómo nos cuesta planificar tareas son signos que no podemos descuidar.

6. Cambios en la alimentación: de la inapetencia a los atracones

Hay quien pierde el apetito y el placer por comer. En cambio, otras personas empiezan a relacionarse de forma inadecuada con la comida. Recurren a los atracones, a la alimentación inadecuada, esa que elige productos calóricos solo por el placer que generan en el cerebro.

7. Pérdida del deseo sexual: cuando no apetece

Es muy común que, cuando hay una depresión latente, el deseo sexual se desvanezca. En la vida íntima de una pareja, esa lejanía bajo las sábanas, esa inapetencia o realidades como la disfunción eréctil pueden ser síntoma ineludible de un problema psicológico latente.

8. Síntomas somáticos: cuando el cuerpo habla

Dolor de espalda, alteraciones digestivas o intestinales, cansancio inexplicable, cefaleas, caída del cabello, mayor tendencia a las infecciones…

Otro de los signos de la recaída en la depresión es la aparición de alteraciones de la salud, de síntomas somáticos que no siempre tienen un origen biológico concreto. El desencadenante, en estos casos, es emocional.

9. Sentimientos de inutilidad: no valgo para nada

“¿Qué sentido tiene todo? ¿Para qué me esfuerzo si nada me sale bien y no tengo ningún control sobre lo que me pasa?”. Si pudiéramos escuchar los pensamientos de quien navega por el océano de la depresión y de su recaída, nos asustaríamos. La sensación de inutilidad y autodesprecio es como un eco persistente en su mente.

La importancia de pedir ayuda

No podemos concluir este artículo sin incidir en lo señalado al inicio. Recaer en la depresión no es el fin del mundo, no es síntoma de nuestra falibilidad ni de nuestra debilidad. Cada persona evidencia un proceso en su propia sanación, no todos salimos airosos la primera vez. Recaer es algo más frecuente de lo que pensamos.

Por ello, es importante solicitar ayuda especializada. Así, la terapia cognitiva focalizada en el mindfulness, por ejemplo, es muy efectiva para evitar las recaídas en la depresión. Responsabilicémonos de nosotros mismos y demos el paso.

Pedir ayuda es un ejercicio de valentía que nos permitirá adquirir adecuadas habilidades para dejar atrás esa situación.