jueves, 23 de marzo de 2023

Personas tímidas: 11 frases que les vendrán muy bien

La timidez en determinados contextos es una auténtica desventaja. Hablamos de un rasgo que no es patológico, pero que sí penaliza a muchas personas en su día a día. Si eres una de ellas, este artículo te interesará.

La timidez no constituye una patología en sí misma. En realidad, todos hemos sido tímidos en algún contexto. Ahora bien, cuando esta característica nos hace sufrir o limita nuestra vida cotidiana, es conveniente hacer algo al respecto. Por ello, queremos ofrecerte algunas frases para superar la vergüenza y la timidez que pueden animarte a reflexionar.

Las personas tímidas y vergonzosas tienen dificultades para entablar nuevas relaciones y desempeñar ciertas tareas que impliquen la exposición al juicio ajeno. Esto puede interferir en su rendimiento académico o laboral e incluso conducirlas, en ocasiones, a una soledad no deseada.

Sin embargo, un cambio de perspectiva puede ser suficiente para animarnos a adoptar pequeños riesgos que nos saquen de esa zona de confort. Esperamos que las siguientes frases te ayuden a lograr este objetivo.

Frases para superar la vergüenza y la timidez

Médicos, escritores, filósofos, políticos y personalidades de diversos ámbitos han reflexionado sobre la timidez, prestando una atención especial a su origen y a sus consecuencias.

1. “La timidez se compone del deseo de agradar y del temor de no conseguirlo”. (Edme-Pierre Beauchêne)

Aunque puedan dar la sensación de fríos, distantes o desinteresados, por norma, y como todos, albergan la esperanza de ganarse el favor de su entorno. Y es precisamente el temor a no lograrlo lo que, con frecuencia, los paraliza, los inhibe y los lleva a esconderse tras esa máscara de silencio.

2. “Muchas personas tienden a encerrarse en sí mismas, aunque se abrirán si te interesas por ellas”. (Sylvia Plath)

A raíz de lo anterior, cabe mencionar el cambio que podemos observar en una persona tímida si le ofrecemos un espacio seguro para expresarse. Si le prestamos atención e interés, si respetamos su ritmo y la hacemos sentir segura, descubriremos una personalidad sensible y rica, totalmente dispuesta a abrirse a nosotros.

3. “El que pide con timidez, invita a negar”. (Arthur Schopenhauer)

Esta es una de las principales consecuencias negativas de la timidez: nos impide expresarnos con la asertividad suficiente para hacer valer nuestros deseos y preferencias. Una persona insegura, dubitativa y carente de confianza es mucho más vulnerable frente a posibles ataques de otra persona.

4. “La timidez tiene un extraño componente de narcisismo: la creencia de que a los demás realmente les importa nuestra forma de vestir o de actuar”. (André Dubus)

Esta es otra frase interesante para superar la vergüenza y la timidez, ya que nos abre los ojos a una paradoja. Aunque puede parecer que la timidez se relaciona con la humildad, con darse poca importancia a uno mismo, en realidad es todo lo contrario.

La vergüenza surge de la idea de que los demás tienen su foco puesto en nosotros y que lo que hagamos o digamos es realmente muy relevante.

5. “No te preocuparías tanto por lo que otros piensan de ti si te dieses cuenta de lo poco que lo hacen”. (Eleanor Roosevelt)

Curiosamente, la mayoría de las personas están siempre tan centradas en sí mismas, en sus propios asuntos y preocupaciones que apenas reparan en los demás. Esa evaluación con lupa a la que los tímidos creen que son sometidos no se produce realmente; del mismo modo que los otros tampoco son tan implacables en sus juicios ni tan severos al juzgar. Por ello, la persona vergonzosa teme más lo que imagina que lo que verdaderamente sucede.

6. “A los tímidos y a los indecisos todo les resulta imposible, porque así se lo parece”. (Walter Scott)

En muchas ocasiones la timidez y la vergüenza pueden actuar como una profecía autocumplida. Tengo miedo de hacer el ridículo, de tartamudear, de decir algo inapropiado… Así, experimento un nivel de ansiedad tan elevado que me paraliza, no me permite ser yo mismo y me lleva a cometer exactamente esos errores.

La experiencia termina siendo desagradable y me convenzo de que, efectivamente, tenía razón: no soy bueno hablando en público o haciendo amigos. Sin embargo, si hubiera logrado deshacerme de esas limitaciones mentales, nada de eso habría ocurrido. Lo que pienso que es difícil para mí lo es porque así me lo parece.

7. “Siempre estás diciendo que no le gustas a la gente, pero a la gente no puede gustarle algo que no está ahí”. (Cath Crowley)

Si eres una persona tímida, es probable que pienses que no le caes bien a la gente, que te cuesta socializar y puede que te sientas rechazado con frecuencia. No obstante, es tu propia timidez la que te impide mostrarte, la que impide que otros te conozcan y te aprecien por quien eres. No puedes conectar con alguien sin atreverte a ser vulnerable.

8. “El camino para superar la timidez es llegar a estar tan envuelto en algo que uno se olvida de tener miedo”. (Claudia Lady Bird Johnson)

Si buscas un método para superar la timidez, es este: deja de centrarte en ti y en tu desempeño social e implícate totalmente en lo que está sucediendo. Atiende a esa conversación, a esa persona que tienes delante, involúcrate en la charla, en lo que estás contando y escuchando. Cuando te quites a ti mismo del centro de la ecuación y te envuelvas realmente en la situación, esa vergüenza desaparecerá.

9. “Tu timidez te traerá más pérdidas emocionales y materiales que todos tus otros atributos negativos”. (Amit Kalantri)

Una persona tímida tiende a inhibirse y a mantenerse en un segundo plano con la esperanza de ocultar sus fallos y torpezas de los ojos de los otros. Se dicen “si me escondo, evitaré que me juzguen por mis defectos”. Sin embargo, esta actitud derivará en mucho más sufrimiento, aislamiento o rechazo que atreverte a mostrarte al mundo.

10. “Los ríos profundos corren tranquilos”. (Haruki Murakami)

No todo es negativo cuando hablamos de timidez. Y es que, como hemos comentado antes, este tipo de personalidades tienen asociadas algunas cualidades muy positivas.

Las personas tímidas suelen tener un mundo interior rico y complejo, son sensibles, leales y poseen una gran capacidad de escucha. Valorar las virtudes propias también es muy necesario.

11. “Si te van a rechazar, al menos que sea por ser auténtico”. (Walter Riso)

Finalizamos esta selección de frases para superar la vergüenza y la timidez con un aporte del afamado doctor en psicología Walter Riso. Y es que siempre es preferible exponernos al rechazo por habernos permitido ser quien somos que por habernos ocultado tras una máscara de inseguridad.

En suma, la vergüenza y la timidez pueden ser un lastre para nuestro desarrollo en diferentes ámbitos; y, lo más importante, pueden llegar a causarnos gran sufrimiento si están excesivamente presente. Esperamos que las anteriores frases te hayan ayudado a reflexionar al respecto y te hayan motivado a dar un primer paso para vencer ese miedo.

miércoles, 22 de marzo de 2023

Amnesia de identidad en el amor, cuando olvidas quién eres

Amar tanto y de manera tan profunda que terminas diluido en la otra persona, hasta el punto de dejar atrás a amigos e incluso familiares. ¿Te ha pasado alguna vez? Te explicamos a qué se debe y qué hacer.

Hay relaciones afectivas que eclipsan y ahogan a la vez. Nos arrastran a una forma de pasión obsesiva en la que uno olvida de dónde viene y a dónde va. Importa solo orbitar alrededor de esa persona, ese universo reducido entre dos, donde todo lo demás queda fuera. Este tipo de vínculos experimentan en buena parte de los casos lo que definimos como «amnesia de identidad».

No es que uno sufra una pérdida total o parcial de memoria. No estamos hablando tampoco de un fenómeno clínico que aparezca como tal en los manuales de diagnóstico. Sin embargo, esta vivencia se parece bastante a ese lavado de cerebro en el que aparece la confusión, la alteración del pensamiento y hasta de la voluntad.

Hay relaciones que nos hacen priorizar tanto al ser amado que uno puede perder la relación con su familia y sus amistades. Hay amores que son como agujeros negros, engullen cada fibra y cada partícula de nosotros, borrando nuestros valores, diluyendo hasta el carácter para quedar atrapados en el otro. Vivir en este estado de trance no trae buenas consecuencias…

Amnesia de identidad en el amor: qué es y por qué sucede

En el juego del amor abundan las víctimas y los victimarios. Es decir, hay personas que quedan supeditadas a las voluntades del ser amado, mientras otros son especialmente hábiles para dominar a los demás. Podríamos pensar que quienes derivan en relaciones dolorosas y dependientes son personalidades débiles y con escasa personalidad.

Sin embargo, la realidad es otra: todos somos susceptibles de caer en una relación basada en la dominación y la dependencia afectiva. No importa la edad o el rodaje de vida. Hay amores que nos ciegan y que, poco a poco, terminan desdibujando nuestras templanzas y fortalezas en favor de la otra persona. En esa circunstancia es muy fácil olvidar las propias prioridades y dignidades.

Entendemos la amnesia de identidad en el amor como un fenómeno en el que nuestro “yo” queda supeditado a una voluntad ajena. La pasión y la intensidad emocional es tan poderosa que únicamente importa el ser amado. Dimensiones como el trabajo, la familia o las amistades quedan en segundo lugar. Es más, se pueden dejar atrás en un momento dado si hay algún conflicto de intereses.

La pareja siempre será prioridad en cualquier momento y circunstancia. Es más, el ser amado se sitúa incluso por encima de uno mismo. Nada importa más que ese amor cegador que todo lo engulle.

Cuando nos convertimos en “nosotros” y el yo se pierde

Hay relaciones en las que el “nosotros” tiene mayor relevancia que el “yo”. Bien es cierto que ser pareja implica crear un espacio conjunto en el que estrechar lazos, llegar a acuerdos, compartir valores y metas. Sin embargo, en el momento en el que se diluyen las identidades y las necesidades individuales no importan, todo se va al traste.

Este fenómeno se explica por lo que se conoce como autoestima contingente. Una investigación de la Universidad de Houston, por ejemplo, dice algo interesante. En ocasiones, la autoestima de una persona depende, en exclusiva, de la propia relación afectiva. Uno tiene una visión positiva de sí mismo solo si el ser amado lo refuerza.

Depender de ese suministro externo nos supedita a un eterno sin vivir. Es estar pendiente de lo que el otro nos diga, lo que haga o deje de hacer. Cuando la autoestima no depende de nosotros, ni de la visión que tenemos de nuestra vida social o laboral, nuestro equilibrio psicológico se fragmenta. Es quedar cautivos de una persona que nos tiene en la palma de su mano.

La amnesia de identidad y la falsa ilusión de felicidad

Un estudio de la Universidad del Suroeste de China nos recuerda esos procesos cerebrales que experimenta el cerebro durante el amor romántico. El enamoramiento intensifica esas regiones vinculadas a los sistemas de recompensa, se altera la regulación de las emociones y hay una mayor motivación centrada en exclusiva con el ser amado.

Todos esos mecanismos se parecen muchísimo a los que experimenta cualquier adicto. El cerebro solo piensa en estar cerca del otro, lo demás, en ciertos casos, pierde valor y prioridad. La amnesia de identidad es un proceso más de esa forma de adicción afectiva. Implica olvidar quien soy para “ser el otro”. Lo más peligroso es que asumimos que esta forma de vida nos ofrece una dicha absoluta.

Sin embargo, el amante ciego poco a poco termina dándose cuenta de que vivir en esa periferia (excluido de su propio ser, de los suyos y de sus valores y dignidades) lo llena de vacíos que no sacian el amor. Porque además de amantes, las personas somos amigos, familia, trabajadores, seres llenos de sueños y deseos individuales. Cuando nos faltan estas últimas dimensiones, cuesta hallar la felicidad real.

¿Qué podemos hacer para no diluirnos en el ser amado?

Es un hecho más que evidente. Nuestros cerebros están programados para enamorarnos, para sentir al máximo la euforia del romanticismo y la pasión. Somos personas que necesitamos crear vínculos entre nosotros para ser felices. Pero cuidado, esos vínculos no deben tener grilletes, sino alas para permitirnos crecer en toda dirección: la afectiva, la personal, la laboral, etc.

Por término medio, la amnesia de identidad en el amor suele tener su inicio en las primeras fases de una relación. Es ese momento en que mostramos un exceso por complacer al otro. Queremos gustar, queremos hacer feliz otro y esto nos lleva a perder la individualidad. Casi sin darnos cuenta, nos convertimos en una extensión de la pareja en ese intento nuestro por agradar.

Evitémoslo. Si deseamos evitar la codependencia y convertirnos en un mero llavero de la otra persona, dejemos claro quién somos y qué queremos ya en las primeras fases de la relación. Amar no es complacer todo el tiempo. El amor saludable es compartir, respetar identidades, alentar el crecimiento del otro. También es crear un “nosotros” formado por un “tú y un yo” que siguen siendo libres e independientes.

martes, 21 de marzo de 2023

¿Dónde se almacenan los recuerdos?

Seguro que alguna vez te has hecho esta pregunta y al buscar información has leído sobre el hipocampo y otras estructuras cerebrales. Ahora, gracias a nuevos estudios de investigación, tenemos más información sobre este proceso y las regiones implicadas.

Por su complejidad, por sus fallos y también por todo lo que nos permite, la memoria es un proceso fascinante. Todos nos hemos preguntado cómo es posible que recordemos aquella tarde jugando en el parque durante la infancia, cómo somos capaces de retener tanta información o dónde se almacenan los recuerdos en el cerebro.

Gracias a ella, podemos revivir nuestras experiencias, usarla para implementar soluciones nuevas o mantener una identidad. Para ello, la memoria codifica información de forma que el cerebro pueda “leerla” y recuperarla cuando la necesite. Pero, ¿dónde la almacena?

El hipocampo y la memoria

El hipocampo es quizá la estructura cerebral que más peso tiene en nuestra memoria. Esta región, ubicada en el sistema límbico, es crucial para la formación, el almacenamiento y la recuperación de recuerdos. De manera más concreta, está relacionada con distintos aspectos de la memoria, cumpliendo más de una función, entre ellas:
  • Asociar emociones positivas o negativas a los recuerdos.
  • Facilitar el almacenamiento de la información reciente en la memoria a largo plazo.
  • Proporcionar un contexto espacial y temporal a los recuerdos.
El hipocampo es el encargado de guardar los recuerdos: es decir, de almacenar experiencias sensibles que hemos obtenido de distintos canales o sentidos -no solo guarda información, sino que lo hace de manera integrada-. Si nos paramos a analizar eso que hacemos de manera cotidiana, nos daremos cuenta de que el proceso es realmente fascinante.

Todos los detalles tienen un papel fundamental, y es que actúan de la misma forma que los tiradores de los cajones: podemos asirnos a ellos para recuperar el recuerdo. Así, cuando escuchamos una canción somos capaces de transportarnos a un momento concreto o cuando olemos un perfume, recordar a la persona de nuestro entorno que solía llevarlo.

Dónde se almacenan los detalles de los recuerdos

Como se ha expuesto anteriormente, el papel del hipocampo es incuestionable. Sin embargo, aún existen dudas sobre cómo y dónde se almacenan los detalles de los recuerdos. Esta parte del proceso es esencial, ya que si los rasgos o elementos de un recuerdo no se almacenaran de forma independiente, probablemente solo habría un estímulo que podría evocar ese recuerdo.

Dicho de otra manera, el almacenamiento por elementos permite que los recuerdos se guarden de forma más organizada o clasificada. Como si les pusiéramos una serie de hashtags que nos permitieran acceder a ellos de una forma más sencilla o variada. Por ejemplo, para guardar el recuerdo de ese cumpleaños en el campo, usaríamos las etiquetas #naturaleza #cumpleaños #familia #sol #picnic.

En este sentido, los expertos han planteado dos posibilidades sobre cómo se lleva a cabo este almacenamiento y dónde. Una opción es que el almacenamiento de los elementos esté integrado en el hipocampo, de manera que la activación de neuronas encargadas de codificar estímulos específicos puedan provocar una respuesta del recuerdo global. O bien, que los detalles se almacenen en otras áreas separadas implicadas, que a su vez tienen acceso a la representación conjunta del hipocampo.

Nuevos hallazgos

Estas dos cuestiones fueron planteadas recientemente por un equipo de investigación de la Universidad Rockefeller. Este decidió investigar los circuitos hipocampales y de la corteza cerebral en tiempo real durante la formación, almacenamiento y recuperación de recuerdos complejos. Sus hallazgos, publicados en la prestigiosa revista Nature, han sido realmente reveladores.

Para ello, llevaron a cabo un estudio con ratones en el que tuvieron que utilizar técnicas novedosas que permitieran registrar la actividad neuronal en múltiples áreas al mismo tiempo que los animales navegaban por pasillos interminables.

En estos, los ratones se encontraban con distintas combinaciones de olores y sonidos, que se iban asociando a experiencias gratificantes o negativas. De esta forma, gracias a detectar un olor o sonido concreto, los ratones fueron capaces de recordar toda la experiencia y resolver con éxito la tarea.

Sus resultados han revelado que el hipocampo, concretamente la vía entorrino-hipocampal, estaba involucrada en la formación y el almacenamiento de las experiencias. Sin embargo, encontraron que las características sensoriales individuales estaban siendo procesadas y registradas por la corteza prefrontal.

A su vez, los resultados mostraron que cuando los ratones se encontraban con una característica específica, las neuronas prefrontales se comunicaban con el hipocampo para evocar el recuerdo global.

Implicaciones y conclusiones

Estos hallazgos tienen implicaciones teóricas y prácticas. Ahora podemos saber que el almacenamiento de recuerdos complejos se produce como un todo y clasificado por partes. Esta separación supone que exponerse a un estímulo individual sea suficiente para activar la corteza prefrontal y, consecuentemente, evocar un recuerdo.

En cuanto al desarrollo de tratamientos, este descubrimiento podría ser relevante para la enfermedad de Alzheimer, donde la recuperación de recuerdos está más afectada. Así, que existan varias vías de almacenamiento puede contribuir al desarrollo de distintas estrategias de recuperación. Por tanto, el uso de las vías prefrontales para los pacientes con Alzheimer podría ser más prometedor a nivel terapéutico.

En conclusión, aún nos queda mucho por conocer sobre el cerebro y su funcionamiento. En este caso, ahora sabemos que el hipocampo no es el único lugar donde se almacenan los recuerdos. También la corteza prefrontal, implicada en la personalidad o toma de decisiones, entre otros, se encarga de almacenar los aspectos más concretos de las experiencias que vivimos.

lunes, 20 de marzo de 2023

¿Pueden los bebés sentir desde el útero las emociones de sus madres?

Las madres suelen tener un especial cuidado con determinados factores de riesgo durante el embarazo. Sin embargo, ¿qué pasa con nuestra vida emocional? ¿Qué papel juega en el desarrollo del feto?

La ciencia lleva décadas dándonos una respuesta contundente: sí. Ahora bien, hay matices. Los fetos no comprenden ni tienen manera posible de saber qué es la tristeza, la alegría o el miedo. Sin embargo, sí son sensibles a esos “baños hormonales” orquestados por el estrés o la ansiedad.

A menudo, se dice que la etapa más decisiva de un feto es cuando alcanza la semana 32. Es entonces cuando se comporta casi como un recién nacido y es más sensible a todo lo que le envuelve. E incluso sueñan, tienen sus propias fases REM. Los progenitores no dudan en estimularlos desde el exterior con música, con palabras amables, caricias e incluso aplicando luces en el abdomen de la madre.

Con esas prácticas se procura potenciar su inteligencia, sus habilidades cognitivas. Sin embargo, muy a menudo se descuida la importancia del bienestar materno como variable decisiva para el neurodesarrollo fetal. Porque la conexión emocional entre el bebé y la mamá es tan intensa que todo lo que ella siente le llega del mismo modo que el alimento a través del cordón umbilical.

Sí, los bebés pueden sentir las emociones de sus madres desde el útero

Cuando están embarazadas, las mujeres suelen prestar más atención a su alimentación y estilo de vida. Sin embargo, no siempre se dedica la misma atención al bienestar emocional que a la dieta. De este modo, apurar hasta el último momento las bajas de maternidad trabajando en un entorno estresante puede tener secuelas en el desarrollo del feto.

El periodo perinatal, es decir, ese espacio de tiempo que va desde la semana veintiocho de gestación hasta al séptimo día de vida fuera del útero materno, es crucial para los bebés: atender en este momento al bienestar emocional y psicológico de la mamá es mucho más importante de lo que pensamos.

Una investigación de la Universidad de California intenta despertarnos. Factores como la tensión crónica, la discriminación o los síntomas depresivos se relacionan con el nacimiento de bebés de menos peso. También con problemas de desarrollo infantil.

Por lo tanto, es cierto que los bebés pueden sentir las emociones de sus madres desde el útero. Y no solo eso, les pueden afectar biológicamente en caso de que la madre sufra situaciones de estrés prolongado.

Los mensajes que el bebé recibe de su madre en el útero

Existen imágenes maravillosas de lo que un feto experimenta cuando su mamá ríe. El útero se mueve y entonces el bebé parece columpiarse en ese universo reducido, fascinante y seguro. Ambos disfrutan, es algo intenso, alegre, dinámico y que, además, le hace llegar al pequeño un gran número de hormonas asociadas a la sensación de bienestar, como la serotonina o las endorfinas.

Porque, si bien es cierto que las emociones no le llegan a través de la expresión facial de la madre, sí le llegan a través del sistema endocrino. Partículas que se adentran en la propia placenta. De manera que, todo lo que la madre siente reverbera en el feto. La conexión entre ambos es tan intensa, que va más allá del cordón umbilical.

Es algo hermoso, no hay duda, pero esa conexión química y hormonal también tiene sus riesgos. Porque no todos los mensajes que recibe el bebé son positivos. Así, y si bien es cierto que el propio embarazo genera a menudo toda una noria de emociones contradictorias, es necesario estar alerta cuando solo se experimenta tristeza, angustia, estrés permanente…

La depresión no tratada durante el embarazo

La respuesta a si pueden los bebés sentir las emociones de sus madres desde el útero es sí. Sin embargo, la siguiente cuestión que nos viene a la mente es… ¿Qué puede pasar si la mamá lidia con una depresión que no atiende? Este es un tema del que nunca hablamos lo suficiente. Porque los trastornos depresivos durante el embarazo son un hecho muy común.

Una investigación del Instituto de Psicología y Neurociencias del Comportamiento de California advierte de un dato. Cuando no se tratan los trastornos del estado de ánimo durante la gestación, hay un riesgo más elevado de parto prematuro e incluso de muerte fetal. Las complicaciones perinatales son un hecho frecuente en estos casos.

La importancia del cuidado emocional durante el embarazo

Está muy bien cuidar de la dieta durante el embarazo. Hacer planes, decorar la habitación del bebé, e incluso tomarse una baja maternal más extensa de lo habitual. Sin embargo, no podemos descuidar los aspectos psicológicos que acompañan a la propia gestación. Los cuales no siempre son fáciles.
  • Entendamos que cada mujer lidia con su embarazo de un modo concreto. No siempre es un periodo fácil ni increíblemente feliz.
  • Más allá del embarazo hay factores que siempre afectan al bienestar emocional de la mujer. El trabajo, el entorno familiar o la relación de pareja son, a menudo, focos de ansiedad y estrés.
  • La propia gestación también pueden promover cambios en el estado de ánimo.
  • Es importante contar siempre con figuras de apoyo, personas con quien hablar, con quien sincerarse sobre lo que se siente en cada momento.
Los psicólogos perinatales son figuras a las que siempre se puede acudir en estos casos. Pensemos que todo ese periodo de gestación es también una preparación para el bebé de cara al mundo exterior. Todo lo que le llegue en ese espacio seguro determinará también (en parte) su desarrollo posterior.

domingo, 19 de marzo de 2023

Me da pereza tener pareja: ¿por qué me ocurre?

Muchas personas renuncian de manera voluntaria a tener pareja. Además, muchas de ellas dicen suscribirse a esta renuncia por pereza. Así, en este artículo queremos hablar del los posibles orígenes de esta falta de motivación.

Llevas un tiempo soltero y las personas de tu entorno empiezan a presionar. “¿Sigues sin pareja?”, “¿cuándo vas a encontrar novio?”, “¿no piensas sentar la cabeza?”, “se te está pasando el tiempo…”. Pese a estas presiones externas, la sola de idea de emparejarte te causa rechazo. No estás atravesando un proceso de duelo ni tampoco estás esperando a la persona idónea, simplemente te da pereza tener pareja. ¿Te ha ocurrido?

Cuando nos sucede, podemos sentirnos no solo confusos, sino también juzgados; y es que parece que la búsqueda de la media naranja es obligatoria. Las personas que nos rodean pueden insistir en presentarnos a alguien, en que creemos un perfil en una web de citas o en que tratemos de conocer gente.

Por lo mismo, es posible que hayas llegado a preguntarte si hay algo mal en ti. Si es tu caso, a continuación exploramos algunas posibles explicaciones.

Las principales razones por las que se prefiere la soltería

A pesar de que lo socialmente deseable sea la vida en pareja, en realidad la soltería tiene otros muchos puntos positivos. Posiblemente, muchos de ellos sean los que motiven el deseo de mantener tu estado sentimental actual:

Libertad y autonomía

Si no tienes pareja, vas a poder ser más egoísta a la hora de tomar decisiones. No van a existir ocasiones en las que tus deseos sean incompatibles o poco conciliables con los de un otro.

Por supuesto, en las relaciones sanas nadie debería perder su libertad. Pero no es menos cierto que la realidad se impone y que, llegado un determinado momento, vamos a tener que realizar ciertas concesiones en favor de la unión e indirectamente del otro.

Independencia

Si has estado en relaciones con personas controladoras, es probable que aprecies enormemente la tranquilidad de no tener que dar explicaciones. Si estoy en una reunión con amigos y me lo estoy pasando bien, no voy a poder alargarla sin preocuparme porque después alguien me diga que solo quiero compartir tiempo con ellos.

La soltería permite no tener que rendir cuentas: dónde vamos, qué hacemos, con quién pasamos nuestro tiempo o por qué realizamos ciertas acciones puede quedar para nosotros. De la misma forma, no tenemos que responder frente a un compromiso o una responsabilidad afectiva.

La cara B de no querer tener pareja

Ahora bien, aunque hay personas que escogen esta opción, en otros casos el rechazo en forma de pereza solo es una máscara. Por ello, puede ser conveniente plantearte si te sientes identificado con alguna de las siguientes situaciones:

Inseguridad y baja autoestima

Establecer vínculos sanos es una tarea realmente complicada cuando pensamos que no tenemos valor. Las relaciones de pareja sanas suelen ser relaciones simétricas. Si uno de los dos piensa que no tiene nada que aportar, es muy complicado que la relación se sostenga; ya sea porque la persona va a sentir que mantiene una deuda con el otro que no hace más que crecer y crecer o por ser la raíz de una dependencia emocional que termine asfixiando al vínculo.

Además, cuando nuestra autoestima flaquea, la idea de buscar una pareja puede causar auténtico vértigo. Es muy difícil que en estas circunstancias la persona con baja autoestima se dé la oportunidad de compartir sus sentimientos, ya que lo que anticipa por parte del otro es un rechazo. Una expectativa que puede convencernos de que es mejor no intentarlo.

Bloqueos emocionales derivados de experiencias pasadas

¿Has vivido relaciones traumáticas, dolorosas y nocivas? ¿Has estado en vínculos cargados de incertidumbre y de exigencia en los que terminaste sintiéndote vacío? Si es así, puede que albergues ciertos bloqueos emocionales.

Es posible que hayas interiorizado la idea de que una relación es sinónimo de sacrificio constante, sufrimiento y abnegación; por supuesto, no deseas esto para ti, y más ahora que has logrado reconstruirte del conjunto de experiencias que precisamente han validado este pensamiento para ti.

Miedo al compromiso

Por último, si sientes que te da pereza tener pareja, puede que en realidad se trate de un miedo al compromiso que aún no has identificado. Este se produce como un temor a quedar atrapado en la relación y a que esta nos prive totalmente de libertad y autonomía; también se manifiesta como un miedo a tomar la decisión incorrecta, aumentando nuestra vulnerabilidad al estrechar la relación con un otro.

En definitiva, podemos elegir no tener pareja; estamos en nuestro derecho, y como vemos, podemos tener muchos motivos no patológicos para no hacerlo. No obstante, también es posible que haya ciertos conflictos personales o emocionales por resolver y que esas reticencias solo sean la alfombra que esconde debajo un buen volumen de sufrimiento. Así, puede ser conveniente realizar una reflexión al respecto y buscar ayuda profesional si es necesario.

sábado, 18 de marzo de 2023

Genética y trastornos mentales, ¿qué vínculos existen?

En los últimos años, los científicos están trabajando arduamente por comprender los mecanismos biológicos de los trastornos mentales, a fin de conseguir tratamientos más precisos y personalizados ¿qué conocemos hoy en día? ¡Te lo contamos!

Los investigadores llevan décadas analizando el rol de la genética en la salud mental. En concreto, buscan las claves que expliquen una conexión entre la carga genética de las personas y los trastornos mentales que pueden padecen. Sin embargo, con frecuencia los resultados han sido confusos, inexactos o poco precisos. De hecho, todavía carecemos de biomarcadores que indiquen la presencia de un trastorno mental.

Un biomarcador es un resultado de una prueba médica, como puede ser una analítica de sangre o una prueba de neuroimagen, que inequívocamente nos diga que tenemos, por ejemplo, depresión o ansiedad social. Para la narcolepsia, la orexina es el único biomarcador conocido. Sin embargo, un reciente estudio trata de aportar más luz en este campo.

¿Psiquiatría de precisión?

En comparación con la población sana, las personas con problemas psiquiátricos viven, aproximadamente, una década menos. Este es uno de los factores que están motivando investigaciones que intenten precisar el papel que juega la genética en la etiología de la psicopatología, con el fin de producir tratamientos farmacológicos más precisos, eficaces y seguros.

Además, es bien conocido que la farmacoterapia, más que una intervención curativa, es paliativa (Andreassen, 2023). Esto tiene su explicación como consecuencia de las recidivas, o recaídas, y del recrudecimiento de los síntomas que a menudo experimentan los pacientes. Así, para la psiquiatría es muy necesario corregir lo anterior. Su pretensión es abandonar el diagnóstico actual, mediante observación clínica, por el diagnóstico a través de pruebas médicas.

Conocimientos actuales sobre la relación entre la genética y los trastornos mentales

El hecho de que hay entidades clínicas que se heredan en mayor o menor medida es una certeza avalada por la ciencia. El debate sobre si los trastornos mentales se heredan o se aprenden está obsoleto.

Por este motivo, lo que actualmente se sabe es que ocurren ambas cosas a la vez e interaccionan entre sí. A la interacción entre los genes y el contexto que nos rodea se le denomina epigenética.

¿Qué es la epigenética?

Las personas tienen una carga de genes desde el momento en que son concebidas. Estos genes, sin embargo, pueden activarse o permanecer latentes. Lo que determina su activación es, en muchos casos, el propio ambiente en el que vive.

De manera que si tenemos un gen que está diseñado para «despertar» en un contexto, si este contexto apareciese, el gen se activaría. Pero si este contexto nunca tiene lugar, el gen permanecerá «dormido».

Por otro lado, se sabe que en el origen de la enfermedad mental, también pueden influir los «factores caóticos». Estos factores se refieren a variaciones y alteraciones del ADN que, a pesar de no ser heredables, se acumulan en el tejido nervioso conforme la persona crece y envejece, incidiendo en la aparición de la enfermedad.

Estado actual de la cuestión: ¿cómo de heredables son los trastornos mentales?

En la investigación que os mostramos hoy, se ha realizado un recopilatorio de toda la información que se tiene sobre el grado de heredabilidad que presentan las diferentes patologías psiquiátricas.

Por ejemplo, se ha encontrado que la heredabilidad o el riesgo genético para padecer trastornos del espectro de la psicosis, como la esquizofrenia y para los trastornos del neurodesarrollo, como el autismo, llega hasta un 85 %. Es decir, el riesgo de padecer estas entidades clínicas, siendo familiar de primer grado, es del 85 %.

En contraparte, para la depresión y la ansiedad, la heredabilidad puede llegar a alcanzar casi el 60 %. ¿Qué explica que unos trastornos sean más heredables que otros? La respuesta podemos encontrarla en el ambiente. Mientras que para la esquizofrenia, un 85% del riesgo sería genético, para la depresión, un 40% del riesgo sería ambiental.

Es decir, si tenemos una heredabilidad del 60 %, esto quiere decir que el 60 % corresponde potencialmente a los genes activados en el momento actual, mientras que el 40 % restante, corresponde al ambiente. Así actuaria potencialmente la epigenética. 

La mayor heredabilidad la encontramos en el trastorno esquizofrénico, el trastorno bipolar y el TDAH; mientras que la depresión, el síndrome de Tourette, y el TEPT presentan una menor heredabilidad, en comparación.

Un «baile genético»

Una de las conclusiones de la psiquiatría genética es que las patologías mentales distan de depender de un único gen. Es más, se habla de miles de genes actuando en conjunto y reaccionando a las influencias del contexto para producir, en consecuencia, una entidad clínica en cada persona.

Sin embargo, aún carecemos del conocimiento suficiente para crear una psiquiatría más precisa y curativa. La psiquiatría genética aún es una rama muy joven y apenas está dando sus primeros pasos. Se ha encontrado con cierto nivel de evidencia científica que existen variantes de diferentes genes que tienen una influencia intensa en diversos trastornos.

El siguiente paso es comprender mejor cuáles son y cómo actúan. Por ello, el trabajo que queda por delante es muy importante.

viernes, 17 de marzo de 2023

Cómo validar las emociones de los demás

La validación emocional es un ejercicio sutil que hace sentir bien a los demás, pero que, a pesar de lo bajo de sus costes y de todo lo positivo que podemos conseguir con ella, no siempre hacemos. En muchos casos, la razón es porque no sabemos…

“Estás exagerando, no es para tanto”, “¿cómo te vas a poner así por esta tontería?”, “no llores más, tienes que ser fuerte” son algunas de las frases que vamos a querer dejar de decir una vez que comprendamos la importancia de la validación emocional. Aprender a validar las emociones de los demás es una de las grandes herramientas que nos permiten cuidar y fortalecer nuestras relaciones sociales.

Tal es el valor de esta estrategia que Marsha Linehan, creadora de la terapia dialéctica conductual (DBT), la nombra como “la aspirina de la DBT”. Hace referencia a que representa una de las herramientas fundamentales para construir un buen vínculo consultante-terapeuta, en cualquier proceso psicoterapéutico.

Lo cierto es que seamos o no profesionales de la salud mental, saber cómo validar las emociones de quienes están a nuestro alrededor, refleja una estrategia verdaderamente valiosa.

¿Qué es la validación emocional?

La validación emocional consiste en comunicar a otra persona que está siendo escuchada y vista. Es aceptar la experiencia emocional que alguien está sintiendo en ese momento y comunicárselo claramente, a través de nuestras palabras o acciones. Es transmitir que sus respuestas son válidas y su punto de vista, comprensible.

Se trata de hacerle saber que lo que está sintiendo y manifestando es aceptado, independientemente de si estamos de acuerdo o no con ello. En definitiva, validar es expresarle a otra persona que sus emociones tienen sentido, que son relevantes, significativas o coherentes desde la perspectiva lógica.

Esto mismo podemos hacer con nosotros mismos. En este caso, estaríamos hablando de la autovalidación emocional. Aceptar la validez de nuestras propias emociones nos ayuda a gestionarlas más adaptativamente. Así, reafirmamos que lo que sentimos es importante, sea placentero o displacentero.

En contraposición, la invalidación emocional hacia uno mismo o hacia los demás significa minimizar, juzgar o quitarle trascendencia a las emociones. Sorprendentemente, las respuestas invalidantes pueden ser muy cálidas e incluso bien intencionadas, a pesar de provocar consecuencias disfuncionales.

Con esto quiero decir que es habitual invalidar las emociones de alguien que queremos sin siquiera notarlo. Al contrario, lo que estamos buscando es brindarle contención y apoyo.

Veamos un ejemplo para comprender mejor este punto: imaginemos que una niña de cinco años deja olvidado su coche de juguete favorito en un bus. Al notarlo, estalla en llanto y angustia. Su padre intenta ayudarla y le dice: “no pasa nada, no llores, te puedo comprar otro juguete”. Así, él está invalidando la tristeza de la niña, que es esperable y válida. Porque, ¿cómo que no pasa nada?, ¿está mal que llore?, si me duele haber perdido mi juguete” pensaría ella.

Niveles de validación

Como vemos, validar las emociones de los demás puede ser una tarea más compleja de lo que suponemos. Afortunadamente, la terapia dialéctica conductual ha trabajo mucho en este aspecto y propone seis niveles de validación que permiten avanzar hacia una comunicación validante.

Se entienden como niveles sucesivos en el que el nivel más alto abarca y supera al anterior.

1. Prestar atención

El nivel más básico de la validación emocional refiere escuchar y observar atentamente a quien nos habla. No basta con mirarlo, sino que es necesario interesarse en lo que tiene para decir, dirigir la mirada, hacerle saber que estamos lo estamos atendiendo.

También, ubicarnos a su altura y cogerle de la mano pueden representar estrategias útiles, porque dan cuenta de que nos importa lo que el otro nos cuenta.

2. Reflexionar

Es importante reflejar con precisión que lo que hemos escuchado lo entendimos claramente. Se trata de “devolverle” lo que nos ha dicho a través de la repetición o parafraseo, como un espejo.

En este caso, debemos ser cuidadosos de no interpretar o añadir nuestras propias ideas o suposiciones, sino extraer acertadamente la idea central que el otro manifestó.

3. Nombrar lo no dicho

El tercer nivel de validación consiste en articular lo no verbalizado explícitamente por la otra persona, pero que detectamos en su discurso, y asegurarnos de que estamos en lo correcto.

Por ejemplo, si alguien nos dice “dediqué mucho tiempo de estudio y aún así no aprobé. Al final no sirve de nada estudiar”, podríamos responderle “entiendo que te frustra la situación, ya que sientes que tu esfuerzo no ha valido la pena, ¿es así?”.

4. Entender la reacción

Para validar, resulta imprescindible comprender las causas de su reacción. Toda emoción parte de un contexto, una situación, una historia. Este nivel consiste en entender que a la luz de su experiencia, tiene sentido que se esté sintiendo de la manera en la cual se siente.

Por ejemplo, “entiendo que desconfíes de las personas, teniendo en cuenta que te has sentido traicionada por tu anterior pareja”. 

5. Reconocer lo válido

Reconocer lo válido significa buscar formas en las que la conducta de la otra persona tiene sentido en las circunstancias actuales. Es notar y comunicar que sus sentimientos son respuestas válidas porque se ajustan al contexto presente.

Si a nuestro pequeño hijo le asustan las tormentas, podríamos validar su miedo diciéndole lo siguiente: “entiendo que puedas estar sintiendo miedo ahora mismo, porque está lloviendo mucho y eso no te gusta”.

6. Reconocer la singularidad del otro

Demostrar igualdad es una de las grandes estrategias de validación emocional. Se trata ponerse a la par de las otras personas, y aceptar que todas las respuestas emocionales como las diferentes perspectivas son válidas.