lunes, 7 de agosto de 2023

Neurofilosofía: una combinación de la filosofía y la neurociencia

¿Puede la neurociencia probar o desmentir el producto de reflexión y filosofía? ¿Llegó el momento de la revolución tecnológica en la filosofía? En este artículo abordamos dónde queda el pensamiento dentro de una ciencia que «vuela».

La neurofilosofía es una disciplina emergente. Desde la antigüedad, los filósofos se han preguntado por cuestiones tales como la naturaleza de la conciencia, el libre albedrío o la libertad humana y la moralidad. En este artículo exploraremos cómo esta corriente filosófica aborda dichos tópicos.

Y es que la neurociencia aprovechó el avance científico y tecnológico para tocar las puertas de la filosofía. A través de la primera, los filósofos incorporan hallazgos empíricos en su razonamiento, lo que permite una comprensión profunda de la mente humana. Si quieres saber más, te invitamos a un pequeño viaje por este fascinante tema.

¿Qué es la neurofilosofía?

El nacimiento de la neurofilosofía data en 1980, en concreto, de la mano de la filósofa canadiense-estadounidense Patricia Churchland, quien se interesó por explorar y analizar los fundamentos neuronales de la conducta humana. El objeto de estudio es bastante amplio, ya que se interesa por la conciencia, la moral, la ética y la libertad o libre albedrío.

De acuerdo con un trabajo publicado en la revista Contrastes, la neurofilosofía combina dos disciplinas: la filosofía y las neurociencias, con la salvedad de que la relación entre ambas no es marcada por la eliminación o la absorción.  Es así como esta ciencia se preocupa por aspectos de la cognición humana desde una perspectiva filosófica.

Al mismo tiempo, contribuye a obtener verdades desde la filosofía y a partir del funcionamiento cognitivo. La expansión del método permite responder de manera rigurosa a cuestiones relacionadas con nuestra condición.

Patricia Churchland: iniciadora de la neurofilosofía

Churchland, filósofa y también investigadora de la Universidad de California en San Diego, es considerada la «madre de la neurofilosofía», desde su inclinación por el análisis de la condición moral del hombre en el plano de las neurociencias.

La especialista defiende que los valores y la moral emergen de sentimientos que causan ciertos comportamientos. De esta manera, adquieren realidad objetiva, es decir, la conducta vuelve real nuestra moralidad en el sistema social en el que vivimos. Esto es importante, pues para vivir en armonía dentro de la sociedad haría falta un mayor control sobre las emociones y sentimientos, con el fin de crear conductas deseables.

Churchland también se inquietó por la libertad que en realidad tenemos a la hora de tomar decisiones. Más puntual, centró su atención en cómo influyen las emociones en procesos que asumimos racionales con eminencia, llegando a impregnar, incluso, la evaluación moral que podemos hacer de una potencial forma de actuar.

Neurofilosofía y sus aristas de interés

Como se dijo en el párrafo anterior, la neurofilosofía se interesa por una variedad de temas: conciencia humana, ética y moral, libertad y libre albedrío. Hablaremos de ellos a continuación.

Conciencia humana

¿Cómo surge la conciencia? La filosofía de la neurociencia aborda el tema mediante el estudio de la actividad cerebral en la experiencia consciente. En este sentido, compitiendo con la neurofilosofía, hay otras teorías muy interesantes sobre la conciencia, como la de información integrada, la de conciencia global y la de conciencia en redes.

Además de estudiar la actividad cerebral en la experiencia consciente, esta corriente se enfoca en la relación entre la conciencia humana y el mundo físico. ¿Cómo podemos conocer el mundo a través de la experiencia consciente? La neurofilosofía se interesa por el estudio de la percepción, la atención y la memoria, que son procesos cognitivos fundamentales asociados a dicha experiencia.

La percepción nos permite obtener información sensorial del mundo físico, la atención nos enfoca en aspectos específicos de esta información y la memoria nos deja almacenar y recordar esta información para su uso posterior. En sí, este campo interdisciplinario busca entender cómo estos procesos cognitivos se relacionan con la actividad cerebral y su influencia en nuestra experiencia consciente del mundo.

Ética y moralidad

En este caso, la pregunta que se hacen los neurofilósofos es: «¿Cómo surgen los valores éticos y morales?». La manera de llevar a cabo tal investigación es examinando el modo en que el cerebro procesa y toma decisiones. De esta forma, se opera sobre los estudios para tomar decisiones a nivel político y judicial. Tal parece que no son menores los aportes de la neurofilosofía, ¿verdad?

Libertad y libre albedrío

Los seres humanos nos caracterizamos por ser capaces de decidir el curso de nuestra acción y vida. Los filósofos, a lo largo de la historia, crearon teorías al respecto. No obstante, la neurofilosofía nos ayuda a comprender, siguiendo un método robusto, la naturaleza de la voluntad humana y la libertad personal. Todo ello mediante el estudio de la actividad cerebral cuando se toman decisiones.

Oxitocina y filosofía

Ya mencionamos que la filosofía reflexiona sobre la ética y la moral. Además, es enriquecida por la neurociencia, ya que estudios recientes asocian la moralidad y la libertad humana con la hormona de la felicidad, es decir, la oxitocina.

La misma Churchland evidencia en sus investigaciones que los niveles de oxitocina nos harían más morales. Esto quiere decir que tendríamos sujetos moralmente inteligentes, según los niveles de oxitocina. La razón de ello es que esta hormona es capaz de regular las actividades emocionales del ser humano.

Así, la libertad y el libre albedrío están en la capacidad individual de controlar y manipular las emociones propias; por lo que tenemos libertad en nuestro mundo emocional a través de la guía de un principio hormonal y mental.

Enriquecimiento mutuo

Llegados a este punto, podemos decir que la neurofilosofía representa un puente entre la filosofía y la neurociencia, favorable para una mejor comprensión de la mente (plano psíquico) y el cerebro (plano físico).

En este sentido, cabe referirse a una sinergia, debido a que la filosofía proporciona un marco conceptual para la investigación en neurociencia. Asimismo, la neurociencia proporciona una base empírica para la especulación filosófica.

Si bien la neurofilosofía es una disciplina emergente, su potencial para arrojar luz sobre algunos problemas de la mente humana es emocionante. A medida que se avanza en la investigación, se espera que este proyecto mantenga un papel importante en la comprensión de los temas vistos en este artículo.

domingo, 6 de agosto de 2023

Dependencia emocional: causas, síntomas y consecuencias

Aprender a cultivar las relaciones afectivas de manera saludable es clave para disfrutarlas al máximo sin temor al abandono.

Los seres humanos somos sociales por naturaleza y necesitamos de la compañía de los demás para sobrellevar el día a día y crear lazos significativos con nuestros seres queridos. Sin embargo, ¿qué sucede cuando la dependencia emocional comienza a manifestarse y qué síntomas puede ocasionar? Sigue leyendo y descubre cuáles son las causas y consecuencias de este nocivo comportamiento.

En una sociedad marcada por las relaciones efímeras y la poca responsabilidad afectiva, muchas personas con baja autoestima o incapacidad para establecer relaciones saludables suelen sufrir de dependencia emocional. Una necesidad constante de atención, cuidado y afecto que tiene graves secuelas en la salud mental de los afectados y puede manifestarse en sus relaciones amorosas, amistosas o familiares.

¿Qué es la dependencia emocional?

Se trata de un patrón de comportamiento que se caracteriza por una necesidad excesiva de atención, afecto, aprobación o validación por parte de una persona significativa, generalmente, la pareja amorosa. En consecuencia, el individuo dependiente siente una fuerte obligación de mantener una relación cercana y sumisa con la otra persona; lo que puede llevar a una sensación de incapacidad para vivir sin ella.

Una investigación encabezada por la psicóloga Ana Estévez reveló que la dependencia emocional en la actualidad está muy relacionada con el abuso del Internet y los dispositivos móviles. Algo que comienza a afectar a los jóvenes desde temprana edad, generando una necesidad impulsiva de estar conectados con las otras personas y produciendo sintomatología ansiosa-depresiva y baja autoestima.

Sin atención especializada, este comportamiento problemático y dañino puede ocasionar situaciones de abuso emocional. En consecuencia, realizar un curso en psicología positiva o buscar ayuda profesional son buenas ideas para mejorar la percepción y compresión de los sentimientos y emociones, abordar con madurez el problema y encontrar maneras saludables de establecer relaciones interpersonales en el futuro.

¿Cuáles son las principales causas de la dependencia emocional?

Cada persona cuenta con un pasado único que nos hace quienes somos y moldea la manera en la que percibimos el mundo y las relaciones sociales. Por lo que las causas de la dependencia emocional son complejas, multifactoriales y pueden variar en cada individuo.

Según una publicación en Psychology and Personality, algunas de las razones más comunes incluyen:

  • Falta de autoestima: el poco amor propio y la falta de confianza en algunos pacientes puede llevarlos a la necesidad de buscar la validación y la aprobación de otras personas para sentirse valorados y aceptados.
  • Inseguridad: no tener confianza en la fortaleza de los vínculos afectivos es algo que puede hacer que algunos individuos se sientan vulnerables y busquen seguridad o protección en los otros.
  • Necesidad de afecto: la búsqueda de amor, de amistad y de atención puede llevar a la dependencia emocional, en especial, si la persona afectada no ha recibido suficiente cariño y calor humano en su vida.
  • Traumas emocionales: los eventos desafortunados del pasado dejan cicatrices profundas y duraderas que pueden afectar el reconocimiento de emociones y hacer que se busque seguridad y apoyo en seres queridos.
  • Situaciones abusivas en el pasado: las víctimas de abuso emocional o físico pueden tener más probabilidades de desarrollar dependencia emocional, ya que suelen tener dificultades para establecer relaciones interpersonales saludables.
Síntomas y consecuencias

La dependencia emocional se manifiesta en una serie de síntomas comunes, entre los que destacan la necesidad constante de atención, el deseo de estar cerca de la otra persona en todo momento, el miedo al abandono y a la soledad, la falta de autoestima, la incapacidad para tomar decisiones y la tendencia a la victimización.

Un reciente estudio liderado por profesionales de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, sugirió que no hay diferencias entre hombres y mujeres con respecto a la dependencia emocional. Por lo que cualquier persona puede sufrir de sus principales consecuencias emocionales negativas, como pensamientos obsesivos, trastornos del sueño y abandono de las relaciones sociales y del ocio.

Sin un tratamiento oportuno, las consecuencias de este comportamiento pueden ser graves. Por ejemplo, las personas dependientes suelen sentirse atrapadas en sus relaciones, lo que les impide desarrollar sus emociones y tener una vida plena. Además, pueden experimentar un gran sufrimiento emocional cuando los vínculos terminan, lo que suele llevar a la depresión, la ansiedad y otros trastornos emocionales.

Busca ayuda en caso de sufrir dependencia emocional

La dependencia emocional puede tener un impacto significativo en la salud mental y el bienestar emocional de las personas. Así que, en caso de ser necesario, no sientas temor de buscar atención profesional para ayudarte a comprender las raíces de tu comportamiento y a desarrollar habilidades y estrategias de autocontrol para manejarlo de manera más saludable.

sábado, 5 de agosto de 2023

Efectos adversos del consumo de antidepresivos, ¿cuáles son?

Los antidepresivos, al igual que otros psicofármacos, han sido la diana de muchas críticas; las más intensas enfatizan sus efectos secundarios. Pero, ¿qué dice la ciencia de todo esto?

El ser humano vive medicado, cada vez con mayor frecuencia. Y a medida que el consumo de antidepresivos crece, nuestra salud mental parece más frágil. Además, el uso de esta clase de fármacos entraña efectos adversos que pueden pasar desapercibidos.

Las crisis hipertensivas, la sequedad bucal, la sedación o los episodios de arritmias cardíacas son solo algunas de las secuelas que derivan de la ingesta de psicofármacos. Asimismo, afectan a la cognición, o sea, a la ‘forma en que la persona procesa la información de su entorno y la interpreta’.

¿Qué es un antidepresivo?

Los antidepresivos contienen principios activos que modulan el número de neurotransmisores que participan en la sinapsis. Hablamos de una especie de mensajeros que transfieren información. Existen diferentes tipos de fármacos en función de los neurotransmisores sobre los que intervienen (Stahl, 2023); son los siguientes:

  • Inhibidores selectivos de la recaptación de la noradrenalina (ISRN): trabajan de manera exclusiva sobre esta molécula neurotransmisora; un ejemplo es la reboxetina.
  • Inhibidores de la monoaminooxidasa: recetados para controlar los síntomas depresivos y ansiógenos. Ejemplos de esta clase son la fenelzina, la isocarboxacida y la selegilina.
  • Antidepresivos duales: actúan de manera selectiva sobre dos moléculas (la noradrenalina y la serotonina). Los resultados que producen son, por lo tanto, sinérgicos. La venlafaxina y la duloxetina son parte de esta categoría.
  • Inhibidores de la recaptación de dopamina y noradrenalina (IRND): un buen ejemplo de este grupo farmacológico lo encontramos en el bupropion. Aunque tiene efectos antidepresivos, su uso principal es el tratamiento del tabaquismo.
  • Inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS): al bloquear el mecanismo que recapta la serotonina, los niveles del neurotrasmisor aumentan en el espacio intersináptico. En este grupo entran el escitalopram, la paroxetina y la sertralina.
  • Antidepresivos heterocíclicos: son los psicofármacos conocidos bajo el término de «primera generación». Su mecanismo de actuación consiste en inhibir la recaptación tanto de la noradrenalina como de la serotonina, aunque pueden ejercer efectos sobre otras sustancias. Ejemplos de este grupo son la amitriptilina o la imipramina.
Efectos adversos del consumo de antidepresivos

El concepto de efecto adverso se refiere al «efecto reactivo adverso e inintencionado de un antidepresivo». Varía en función del tiempo de consumo, así como la dosis pautada. En este sentido, un trabajo publicado en la Revista Médica Electrónica señala que anualmente 2.2 millones de personas reportan una consecuencia adversa calificable de grave.

El abanico de reacciones es múltiple; enseguida, mencionamos algunas de ellas (Sthal, 2023):
  • Insomnio.
  • Estreñimiento.
  • Visión borrosa.
  • Dolor de cabeza.
  • Disfunción sexual.
  • Sequedad de boca.
  • Somnolencia y fatiga.
  • Sudoración en exceso.
  • Problemas de memoria.
  • Agitación e irritabilidad.
  • Síndrome de abstinencia.
  • Pérdida o aumento de peso.
  • Dificultades de concentración.
  • Incremento del riesgo de pensamientos suicidas.
La lista continúa. No obstante, es importante reseñar que los beneficios de la intervención mediante antidepresivos pueden superar a los efectos adversos. Por ello, si existe alguna duda, el psiquiatra es el profesional que mejor explica el plan de intervención.

El antidepresivo escitalopram, a examen

Una reciente investigación publicada en Neuropsychofarmacology analiza los efectos del escitalopram. Este antidepresivo es un inhibidor de la recaptación de la serotonina, es decir, promueve el aumento de este neurotransmisor en determinadas regiones cerebrales, produciendo efectos antidepresivos y ansiolíticos.

Además, el uso prolongado y a largo plazo del escitalopram genera cambios en el mecanismo del refuerzo (Langley et al., 2023). Y es a través del refuerzo que la persona aprende nuevos comportamientos o los inhibe. En este sentido, la ingesta persistente del escitalopram podría aumentar la sensibilidad de los pacientes que lo consumen al refuerzo positivo.

Es decir, los consumidores crónicos del psicofármaco son más sensibles a las recompensas y menos a los castigos, publica The journal of Neuroscience (Seymour et al., 2012). Además, los pacientes reportan con frecuencia la sensación de embotamiento mental (Marazziti et al., 2019), el cual junto con el aumento de la sensibilidad al refuerzo o a la recompensa serían responsables de los efectos clínicos.

A pesar de que los efectos adversos de los antidepresivos son muchos y diversos, su empleo puede estar justificado. Los psiquiatras son las personas facultadas para decidir. Las dificultades de concentración, el estreñimiento o la visión borrosa son algunas secuelas negativas. Sin embargo, también son posibles las reacciones secundarias con el potencial de ser beneficiosas, como los del escitalopram.

viernes, 4 de agosto de 2023

La ley de Brandolini o el principio de asimetría de la estupidez

¿Alguna vez has escuchado hablar de la ley de Brandolini? ¿Te has preguntado por qué es tan difícil refutar una mentira o desmentir una noticia falsa? Acompáñanos a explorar cómo surgió este planteamiento y sus obstáculos para el pensamiento racional.

La ley de Brandolini forma parte de las normas informales conocidas como «epónimas». Estas surgen de forma espontánea y las damos por ciertas de manera implícita, aunque no nos hayamos planteado su formulación estricta o realizado un estudio para cosechar evidencias que la apoyen. La que les presentamos lleva el nombre de su creador: Alberto Brandolini, un programador italiano afamado en Twitter.

Esto es lo que dice el principio de Brandolini: la cantidad de energía necesaria para refutar una estupidez , falsedad o engaño es un orden de magnitud mayor que el requerido para producirla. Dicho con sencillez, se necesita mucho más esfuerzo para refutar una estupidez que para producirla o sostenerla.

Esta premisa no podría ser más actual, en especial si hablamos de las redes sociales (RR. SS.). La cantidad de sandeces publicadas en esos espacios es virtualmente inconmensurable. De igual modo, lo son los intentos fallidos por sacar a la gente de su error. A continuación, profundicemos sobre el planteamiento de Brandolini.

La ley de Brandolini

El origen del pensamiento de Brandolini se remonta a enero de 2013, en Twitter. Harto de debatir tonterías con desconocidos, el programador leyó el libro Pensar rápido, pensar despacio, de Daniel Kahneman. Justo después de esto, presenció un debate televisivo entre el periodista Marco Travaglio y el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi. Fue tanto el malestar que le produjo, que formuló su famosa ley en un trino.

En pocas horas, el planteamiento se hizo viral. Eran miles de personas las que estaban de acuerdo con esta premisa. La idea de Brandolini se aplica en especial a asuntos como las noticias falsas y los sesgos cognitivos. A la misma, también le conocen como «El principio de asimetría de la estupidez» y «La asimetría de la chorrada».

En la actualidad, el debate público (sobre todo en RR. SS.) choca con 2 grandes obstáculos, detallados a continuación.

  • Ausencia de pensamiento racional, descrito en la Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad como el eje de la filosofía que busca las bases para asentar nuestras creencias. En su lugar, hay una serie de afirmaciones caprichosas surgidas del odio, la venganza, el interés y toda suerte de bajas emociones.
  • Falta de información con base en hechos, se inventa con facilidad una conclusión, sin que haya evidencia que la respalde.

La asimetría de la estupidez

En realidad, para inventar una estupidez o una «chorrada» se necesita poco. Basta con escribir cualquier tontería y ya está. El problema es que hay muchas personas dispuestas a creer cualquier cosa y este reconocimiento es justo el elogio que busca la estupidez (Carbonell Castañer, 2012).

Además, como menciona un trabajo de la revista Historia y Comunicación Social, las RR. SS. y el internet en general potencian la polarización, promoviendo análisis emocionales e imprecisos.

Es entonces cuando aparece el esfuerzo por desvirtuar esas noticias falsas o mentiras fáciles. Paradójicamente, para hacerlo se requiere de argumentos sólidos. ¿Por qué? La ley de Brandolini está sujeta a 3 aspectos asimétricos que enseguida veremos.

1. Asimetría de impacto

Los enunciados poco acertados suelen tener más impacto que los esfuerzos posteriores por cuestionarlos. Por ejemplo, alguien que diga que mañana nos invadirán los extraterrestres, siguiendo los vaticinios del «famoso científico Pepito Pérez y Los Simpson», probablemente conseguirá captar atención; otra cuestión es que logre convencer a alguien.

Después, evidenciar que Pepito Pérez no existe y que Los Simpson no son una fuente de predicción confiable, provocará menor interés.

2. Asimetría de retención de la memoria

Las afirmaciones iniciales desajustadas/increíbles dejan una huella más profunda en la memoria que los intentos posteriores por desmentirlas, incluso si son muy válidos. La gente recuerda más la afirmación de Pepito, que la de 50 expertos que la desmintieron.

3. Asimetría de la unción

Esta señala que, en general, tendemos a percibir a quien difunde la estupidez como alguien con ventaja. En cambio, quienes lo contradicen son vistos como aguafiestas. A las personas suelen gustarle más las afirmaciones mágicas y muy poco ajustadas a la realidad, pero impactantes. En este sentido, nos seduce la posibilidad.

La solución: ignorarlas

Todos llevamos dentro un justiciero que a veces se muestra ansioso por defender aquello que pensamos que es verdad. Sin embargo, como lo señala la ley de Brandolini, en ocasiones perdemos demasiada energía debatiendo tonterías con personas que no están dispuestas a razonar y que rechazarán cualquier argumento por más sólido que sea.

Por lo tanto, lo más saludable es ignorar a quienes se enrocan en posturas absurdas. La polémica solo les hace ganar visibilidad; de hecho, puede llegar a convertirse en una oportunidad para adoptar el papel de víctimas, una posición en la que sienten comodidad por las ganancias secundarias que obtienen.

jueves, 3 de agosto de 2023

Cultura de la cancelación en redes sociales, ¿de qué se trata?

¿Castigo justificado o atentado contra la libertad de expresión? Figuras como J. K Rowling han sufrido el peso de la cultura de la cancelación en Twitter por parte de miles de personas. Ahora bien, ¿en qué consiste este fenómeno y qué lo refuerza? Profundicemos al respecto.

La cultura de la cancelación en redes sociales alude a un fenómeno que aglutina defensores y detractores. Es cada vez más común eliminar el estatus o retirar el apoyo a alguien conocido, a raíz de un comportamiento o comentario ofensivo o alternativo. Las críticas públicas no son nuevas; pero sí lo es que cualquiera las haga de manera anónima, teniendo un potencial tan grande e influencia.

Figuras como la cómica británica Maureen Lipman temen hacer determinados tipos de humor por miedo a la cancelación. Y quien es cancelado no solo deja de existir en los medios. Además, sufre el ataque en ese universo digital donde las palabras llegan a compartirse millones de veces. ¿Cuál es el origen de este fenómeno? ¿Qué lo alimenta y por qué gana adeptos? Lo analizamos a continuación.

¿En qué consiste la cultura de la cancelación en redes sociales?

Famosos, empresas, grandes marcas y hasta nosotros mismos; cualquiera puede sufrirlo. La cultura de la cancelación en redes sociales consiste en castigar y retirar la visibilidad de figuras cuyas conductas son mal vistas en lo social. En ocasiones, ni tan solo es necesario que dichas personas o entidades cometieran un delito.

Es suficiente con que un colectivo identifique una actuación como poco ética o tener una opinión que se desvíe de la mayoritaria. Si bien el acto de «invisibilizar» o «hacer el vacío» a la persona díscola, inmoral o transgresora siempre ha existido, el mundo de las redes sociales multiplica las consecuencias. De hecho, la mayoría de las cancelaciones se gestan al hacerse viral un comentario o noticia.

Si bien esta práctica puede ser una ayuda para visibilizar ciertas injusticias (como el acoso, el abuso o la discriminación), hay un matiz. A menudo, prevalece un exceso de sensibilidad y cualquier comentario es sobreprocesado, sin contar con que, a veces, el juicio tiende a desvirtuarse por una interpretación o réplica parcial descontextualizada.

¿Cuál es su origen y qué explica su auge?

Estábamos en la primera década del 2000 y el programa South Park ya ironizaba con la cultura de la cancelación en redes bajo la etiqueta #CancelSouthPark. Lo cierto es que llevamos tanto tiempo escuchando este término, que tenemos la sensación de que siempre formó parte de nuestra realidad social.

Es más, los adolescentes normalizaron este fenómeno y forma parte de su cotidianidad. Así, investigaciones como las realizadas en la Universidad de Utrech destacan como los jóvenes de entre 18 y 25 años regularizan que ciertas figuras caigan en el ostracismo digital, como le ha sucedido a J. K Rowling, Ellen Degeneres, James Gunn o Kanye West. Pero, ¿cómo empezó todo?

1. El término «cancelar» y su raíz misógina

Curiosamente, la expresión «cancelar» como sinónimo de borrar o hacer desaparecer a alguien tiene su origen en una película de Wesley Snipes, New Jack City, 1991. En ella, el protagonista insulta, con el objetivo de que «cancelen», a una mujer que consideraba inútil. Más tarde, esta expresión volvió a usarse en Love and Hip-Hop, un programa de televisión.

2. Cultura de la denuncia, el auténtico propósito

La cultura de la cancelación en redes surgió con un propósito claro: denunciar lo injusto. Si bien boicotear o invisibilizar el estatus de alguien por su conducta no es nuevo, el mundo digital lo facilitó e impulsó. En el 2014, la activista Sue Park escribió el hashtag #cancelColbert, pidiendo cancelar al cómico Stephen Colbert por un comentario racista sobre los asiáticos, por ejemplo.

Ahora bien, el auténtico auge del fenómeno llegó con el movimiento # MeToo en el 2017 . El objetivo era denunciar las experiencias de acoso y agresión social vividas por las mujeres. El desencadenante fue poner sobre la palestra pública la realidad de decenas de actrices con el productor de cine Harvey Weinstein.

3. Búsqueda de responsabilidad por las conductas ofensivas

A partir del 2019, hay una evolución: de la denuncia pasamos a la búsqueda de la responsabilidad y a la aplicación de un tipo de justicia digital. La del acoso, la devaluación y el ostracismo público. Las conductas ofensivas son vilipendiadas y sancionadas en redes sociales.

De este modo, lo que se interpreta como política o moralmente incorrecto se traslada al universo de las redes para castigarlo. La gran masa, los usuarios de Twitter, por ejemplo, se convierten en jueces y verdugos y logran arrebatar el estatus, la imagen pública y hasta el futuro laboral de quienes cometieron algún acto ofensivo.

La Universidad de Zhejiang analizó este fenómeno. Twitter actúa como ese instrumento de justicia social, capaz de incitar a despidos y boicots hacia organizaciones, empresas y hasta países.

¿Qué se logra con la cultura de la cancelación en los medios?

Cancelar a alguien es un modo de reconocer que, aunque uno no cambia la desigualdad estructural o las injusticias, puede denunciarlas y castigarlas. Y las redes sociales son el mejor escenario, el instrumento más idóneo y, en ocasiones, el más peligroso. Porque no podemos dejar de lado la implicación que tendría este fenómeno.

Estamos en una sociedad donde la participación/contribución es fácil. Basta con abrirse una cuenta y opinar, compartir o dar likes. Esto ha tenido consecuencias positivas, pero también promueve que la cultura de la cancelación sea un fenómeno en crecida. Todos los días se invisibiliza a alguien y son muchos los que temen expresarse por temor a dicho castigo. ¿Qué logra esta tendencia? Veamos enseguida:

  • Es una herramienta de poder, pues es posible elevar a alguien, pero también convertirle en un villano.
  • Cancelar es para muchas personas un mecanismo correctivo cuando sienten impotencia por las injusticias.
  • Si bien la cultura de la cancelación en redes busca responsabilizar a las personas por sus acciones, los resultados podrían ser nefastos. A la pérdida del empleo se le suman problemas de salud mental e incluso suicidios.
  • Este fenómeno condiciona la libertad de expresión, homogeneizando el pensamiento, con la pérdida de riqueza lógica. Hay miedo a la hora de opinar, de hacer humor, de trasgredir en una dirección que no sea políticamente correcta, de comunicar.
Cancelación en redes y prudencia

Hay un hecho evidente. En nuestra sociedad abundan las conductas inapropiadas y los personajes poco éticos. Las injusticias se dan a diario y las redes sociales son un canal excepcional para su denuncia. De este modo, si bien es posible que los cancelados cosechen lo que sembraron, es mejor ser prudentes.

Existe una línea de fondo que debemos considerar. En este juego de cancelaciones todos podríamos ser, en algún momento, la figura de paja a quemar en la pira pública. Y no hay peor experiencia que la humillación y la vergüenza en el universo digital. Midamos bien nuestra conducta en redes y la figura que elegimos cancelar. No porque alguien opine diferente, por ejemplo, merece la condena al ostracismo. Reflexionemos en ello.

miércoles, 2 de agosto de 2023

El modelo SCARF de neuroliderazgo

Los principios del método SCARF de neuroliderazgo con seguridad serán cada vez más utilizados por las organizaciones. Este modelo se basa en la ciencia y se centra en el cerebro. Veamos otros aspectos que implica.

El modelo SCARF de neuroliderazgo se ideó para ejercer la dirección de equipos y está respaldado por evidencias de la neurociencia y la psicología social. El objetivo es afianzar el liderazgo, consiguiendo así un mejor desempeño de los grupos a partir de la optimización del funcionamiento del sistema nervioso.

Tanto el concepto de neuroliderazgo como el modelo SCARF fueron propuestos por primera vez por el doctor David Rock, fundador del Neuro-Leadership Institute. Las premisas de ambos quedaron recogidas en el artículo The neuroscience of leadership.

Desde entonces, se desarrolla cada vez más la perspectiva que une neurociencia, liderazgo y productividad. Y se ha encontrado que tener en cuenta el funcionamiento del cerebro es fundamental para optimizar el trabajo. Veamos de qué se trata el neuroliderazgo y en qué consiste el método SCARF.

El neuroliderazgo

La mayoría de los modelos de liderazgo y de trabajo en equipo parten de la idea de que la mente es racional. La neurociencia dice que dicha idea se encuentra lejos de ser exacta, ya que un gran porcentaje de la actividad cerebral es de carácter inconsciente.

Datos como este llevaron a David Rock a proponer que la gestión de equipos sería mucho más eficaz si se parte de estos hallazgos de la neurociencia. A esto lo llamó neuroliderazgo y planteó siete nuevos objetivos para la dirección de personal:
  1. Conseguir que el equipo pierda el miedo al fracaso.
  2. Lograr que los miembros del grupo desarrollen un carácter empático.
  3. Fomentar destrezas como la creatividad, el autocontrol y la autocrítica.
  4. Aumentar la habilidad para descubrir y canalizar el talento de los colaboradores.
  5. Cultivar la capacidad para detectar precozmente las oportunidades productivas o de negocio.
  6. Promover una actitud de mayor capacidad para asumir riesgos y menor apego a la zona de confort.
  7. Impulsar la inteligencia para encontrar coincidencia entre los objetivos individuales, de equipo y de la organización.
El modelo SCARF

A partir de las líneas propuestas por David Rock, una interrogante adquirió protagonismo: ¿cómo hacer posible que los objetivos del neuroliderazgo se logren? Como respuesta surgió el modelo SCARF. Este es el acrónimo de cinco principios: estatus, certeza, autonomía, relaciones sociales y justicia. Indaguemos cada uno de ellos.

S-estatus

Hace referencia a la necesidad de conseguir mayor respeto o estima de los demás. Se ha encontrado que este es más valorado que el dinero mismo o las propiedades. Ejercer el neuroliderazgo en este aspecto equivale a ofrecer formas sostenibles de reconocimiento, más allá de un premio o una promoción. Las personas quieren sentirse importantes, no recibir un premio o un castigo.

C-certidumbre

El modelo tiene que ver con la reducción de la incertidumbre en torno a las órdenes, los planes y el futuro dentro de la organización. Para el cerebro es importante encontrar patrones predecibles. Lo imprevisto genera estados de alerta que restan energía y pueden derivar en estrés.

A-autonomía

La motivación de una persona y de un equipo dependen en gran medida de la sensación de tener control sobre las circunstancias. De igual manera, la imposibilidad de tomar decisiones frente a temas que le atañen a uno directamente es un factor que desmotiva e incluso llega a deprimir a una persona.

R-relaciones sociales

En el modelo SCARF se toma muy en cuenta el instinto natural que tiene el ser humano de pertenecer a un grupo. Esto lleva a que una persona se sienta más segura, confiada y dispuesta a colaborar con los demás. El neuroliderazgo debe crear espacios seguros, en donde las personas se sientan aceptadas y vinculadas con otros.

F-Justicia

Las personas se sienten más comprometidas a corresponder con otros, cuando tienen la convicción que estos los tratan de una forma justa. Esto promueve la corresponsabilidad y la confianza, dos factores decisivos en el bienestar de un equipo.

Conclusión

El modelo SCARF de neuroliderazgo pretende atender algunas de las necesidades del cerebro detectadas por la neurociencia; más en concreto, aquellas relacionadas con el diálogo y la productividad. Por lo tanto, está más centrado en la subjetividad de los individuos y no mucho en la objetividad de la organización.

Lo anterior significa que toda la actividad se estructura en función de cómo hacer posible que cada individuo aporte lo mejor de sí mismo a un equipo. Se trata de una interesante perspectiva que seguramente será cada vez más empleada en el mundo empresarial.

martes, 1 de agosto de 2023

¿Cómo actúa el cerebro ante la incertidumbre?

¿Me despedirán de mi trabajo? ¿Qué me dirán en mi última prueba médica? ¿Veré de nuevo a esa persona que me gusta? La incertidumbre es una experiencia angustiante. ¿Cómo la orquesta el cerebro y cómo podemos manejarla mejor?

No hay peor sensación que la de vivir con incertezas. Es como caminar por un largo pasillo y no saber qué hay al final del mismo. ¿Me esperará algo amenazante o sucederá eso que tanto anhelo? La mente procesa esas situaciones en las que desconocemos el desenlace, como algo peligroso y también tortuoso. Ello explica el estrés, el nudo en el estómago y hasta las noches de insomnio. ¿Pero cómo actúa el cerebro ante la incertidumbre?

Este órgano está habituado al manejo de información ambigua para realizar sus propias inferencias y así tomar decisiones en instantes complejos. El problema llega cuando la incertidumbre no es puntual, sino que se mantiene en el tiempo. Ejemplo de ello es temer por nuestro empleo y no saber si lo conservaremos.

Por otro lado, hay un hecho evidente e innegable. Vivimos tiempos de lo más inciertos, las crisis sociales y económicas nos dejan suspendidos en una esfera donde, de pronto, nada parece seguro. ¿Cómo afrontar esta situación? Si deseamos adoptar herramientas adecuadas para manejar lo incierto, lo primero es conocer cómo erigen nuestros mecanismos neurales esta percepción.

El cerebro ante la incertidumbre: ¿cómo la procesa?

Imagina que le envías un mensaje a tu mejor amigo y no solo tarda en contestar, sino que te deja en «visto». Ese doble check azul y la falta de respuesta despierta todas tus alarmas. ¿Estará enfadado conmigo? ¿Tendrá algún problema? Aunque uno de los mecanismos cognitivos más básicos del cerebro es manejar las incertezas, somos muy vulnerables a ellas.

Es más, investigaciones como las realizadas en la Universidad de Regina, en Canadá, y publicada en la Revista de Trastornos de Ansiedad, nos señalan que el miedo a lo desconocido, a lo que uno no puede prever, dominar, ni explicar, es uno de los instintos más básicos. El cerebro es como un padre superprotector que necesita tener su realidad bajo control, de manera que cuando algo escapa a su domino o comprensión, surge el pánico. Veamos más datos.

La neurociencia cognitiva nos da las respuestas

Ahora bien, ¿qué ocurre en su universo interno cuando surgen esos giros inesperados en el destino? La neurociencia cognitiva indica que se produce un sobreesfuerzo de nuestros mecanismos neurales por hallar una explicación. Y necesitamos emitir una respuesta/solución lo antes posible. El Instituto Tecnológico de Massachusetts realizó un trabajo muy interesante al respecto.

Durante las situaciones inciertas, el tálamo mediodorsal estimula a la corteza prefrontal para que tome alguna decisión y actúe ante ese contexto complejo. No obstante, hay un problema. La incertidumbre es una catapulta para la ansiedad y, al surgir esta variable psicofisiológica, cuesta mucho reflexionar, analizar una situación o pensar en alguna estrategia.

¿Qué efectos tienen las situaciones inciertas a nivel neurológico?

El modo en que actúa el cerebro ante la incertidumbre no siempre es adaptativo. Al fin y al cabo, las personas nos pasamos el día respondiendo a situaciones de las cuales no tenemos toda la información. No obstante, el desafío llega si hacemos frente a un escenario en el cual lo incierto se mantiene en el tiempo. Es ahí cuando surgen diferentes efectos que nos pueden ser familiares.

Para empezar, cuando la incertidumbre interrumpe en nuestros procesos mentales quebrantando la calma y lo que nos es seguro, surge una reactividad emocional. Entramos en un estado de hipervigilancia en el que es frecuente anticipar futuribles algo catastróficos. Son situaciones en las cuales toman el control regiones cerebrales como la amígdala y la ínsula. Conozcamos algunos de sus efectos.

Incertidumbre y ansiedad: un vínculo común

A pesar de que lo incierto forma parte de nuestra cotidianidad, no todo el mundo lo tolera. Es más, basta con ponernos en situación. Imaginemos que estamos pendientes del resultado de una prueba médica y estos tardan en llegar. Recordemos esas veces en que las cosas iban mal en nuestra pareja o temíamos por nuestro empleo.

A menudo, el cerebro responde a la incertidumbre con ansiedad y, aunque esta es una reacción normal, en ocasiones nos supera. Incluso, hay personas que siempre han tenido problemas para manejar las incertezas y esto da paso, en ocasiones, al trastorno de ansiedad generalizada.

Lo que sucede en la mente durante estos escenarios es lo siguiente:

  • Se eleva el estado de alerta y la hipervigilancia.
  • La ansiedad y las predicciones negativas incrementan el miedo y la posibilidad de dar paso a respuestas y estrategias de afrontamiento saludables y ajustadas.
  • La incertidumbre se procesa como descontrol ante una amenaza. Nos falta información frente a lo que puede pasar y, entonces, se realizan predicciones aterradoras que intensifican el malestar.
Cuando nos convertimos en cautivos del estrés

¿A quién no le ha pasado? La respuesta más común cuando nos enfrentamos a contextos inciertos es el estrés. Insistimos, una vez más, que son mecanismos del todo normales ante situaciones anormales. La clave siempre es saber regular estas reacciones sin dejarnos llevar por ellas. Ahora bien, ante la falta de esa seguridad psicológica, es posible experimentar es los síntomas que veremos a continuación:
  • Cefaleas.
  • Dolores musculares.
  • Calambres y mareos.
  • Alteraciones digestivas.
  • Caer en bucles de pensamiento excesivo.
  • Insomnio y alteraciones en la alimentación.
  • Sensación de que todo nos sobrepasa y no tenemos control sobre nada.
Depresión y pensamiento inflexible

La forma en que actúa el cerebro ante la incertidumbre a veces es patológica. La imposibilidad de manejar lo incierto podría conducirnos ante un trastorno depresivo. La mente en estas situaciones deriva en un enfoque inflexible en el que le resulta inviable reaccionar ante un contexto complejo. Aparece la indefensión, la desesperanza y la apatía.

Ante la falta de certezas el cerebro se convierte en una fábrica de pensamientos negativos y fatalistas. Cuesta trazar planes o buscar soluciones cuando en nuestro interior solo hay miedos. También aflora la imposibilidad de atajar esas emociones difíciles que nublan el pensamiento.

¿Qué estrategias pudo usar para manejar la incertidumbre?

La incertidumbre constante nos aboca a una existencia en modo supervivencia. No pensamos, reaccionamos. No actuamos, nos dejamos llevar. Es muy fácil derivar en algún trastorno del estado de ánimo, cuando carecemos de herramientas para manejar esas experiencias teñidas de dudas y miedos al «qué puede pasar mañana».

Requerimos entrenar nuestra flexibilidad y serenidad psicológica para lidiar con lo incierto. Para ello, hay que reestructurar algunos de nuestros pensamientos y concepciones. También comprometernos en el cambio, aplicando claves como las que enseguida te resumimos.

1. Toma conciencia de aquello que sí puedes controlar

Es cierto, cuando la incertidumbre nos envuelve tenemos la sensación de que todo se derrumba bajo nuestros pies. Pero no es así. Focalízate en esos aspectos de tu vida sobre los cuáles sí tienes control y, en esa variable, entras tú mismo. Como dijo el psiquiatra Viktor Frankl una vez: «cuando ya no podemos cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos».

Asimismo, ten presente un dato muy sencillo. Lo incierto forma parte inherente de nuestra existencia y esto, es algo que debemos aceptar.

2. Desactiva los pensamientos negativos y busca soluciones

Es pertinente desafiar tus pensamientos negativos y tomar conciencia de lo poco útiles que son en estas circunstancias. En su lugar, aplica adecuadas técnicas para solucionar problemas. Ante cada desafío o miedo que tengas en tu mente, puntualiza diez posibles soluciones, sé creativo y aplica un enfoque flexible y resiliente.

3. Ejercicios de visualización y relajación

Las técnicas de relajación son herramientas idóneas para regular el estrés y tomar un mayor control de tu mente. Recuerda, una mente en calma piensa mejor y reduce sus miedos para tomar mejores decisiones.

Por otro lado, no dudes en iniciarte en las técnicas de visualización. Es útil idear en nuestra mente la realidad de una situación y posibles soluciones para afrontarla. Esto permitirá reducir tensiones y aumentar tu flexibilidad cognitiva.

En síntesis

El modo en que actúa el cerebro ante la incerteza no siempre es el más saludable, lo sabemos. Él siempre prefiere las certezas y lo previsible.

En nosotros mismos está aprender mecanismos para manejar mejor la incertidumbre, con el fin de garantizar nuestra adaptación a un entorno siempre complejo. No dudemos en solicitar ayuda especializada si tenemos problemas para lograrlo.