martes, 17 de septiembre de 2019

Cuatro características de una mente ansiosa

Muchos de nuestros problemas de ánimo derivan de nuestra ansiedad mental. Por contra, esa tendencia a la ansiedad que presentan algunas personas es sensible a cuatro pilares. Así, actuando sobre ellos, se puede atenuar.

Poseer una mente ansiosa puede ser toda una fuente de tortura. Así, ¿quién no ha experimentado en algún momento, en estos tiempos modernos, el azote de la ansiedad? ¿Quién no ha tenido que negociar con sus nervios para seguir con un proyecto?

De esta manera, nuestras experiencias cotidianas pueden hacernos intuir cómo los trastornos del estado de ánimo y ansiedad pueden convertirse en tan formidables enemigos. Hablamos de una especie de viento en contra que frena nuestro avance.

Por ello, hemos escrito este artículo en el que podrás descubrir las características más importantes de las personas que presentan una tendencia a la ansiedad, ya sea por su carácter o por su disposición vital. Así, si resulta que tú también tienes una mente ansiosa, podrás comprender mejor qué te ocurre como punto de partida para empezar a trabajar en ella.

1- Tendencia al sobreanálisis

Una de las características más salientes de las personas que tienden a sufrir ansiedad es que normalmente analizan demasiado lo que les ocurre. Debido a ello, les cuesta mucho contener las anticipaciones negativas. Van del pasado al futuro sin soltar la mente en el presente.

En muchas ocasiones, la mayoría de los pensamientos que tienen las personas ansiosas son negativos. Esto es porque suelen completar a conciencia la lista de desventajas o carencias de una situación. Por eso, en general las personas con una mente ansiosa tienden a ser bastante pesimistas.

Por último, el pensar demasiado hace que en general nos preocupemos en exceso por lo que pueda ocurrir. Este exceso de preocupación por el futuro está en la base de la gran mayoría de los trastornos de ansiedad. Por ejemplo, el trastorno obsesivo- ompulsivo (TOC) o el trastorno de ansiedad generalizada (TAC), que son difíciles de entender sin esta tendencia.

2- Inseguridad

Multitud de estudios han relacionado los trastornos de ansiedad con la existencia de una baja autoestima. Las personas que no se valoran lo suficiente tienden a mostrar los siguientes rasgos:

  • Se preocupan en exceso.
  • Evitan situaciones en las que se sienten incómodos.
  • Se sienten incapaces de enfrentarse a dificultades.
  • Suelen tener problemas en sus relaciones sociales.
Por lo general, estas dificultades se retroalimentan a medida que pasa el tiempo. Así, una persona puede comenzar por evitar situaciones sociales al no sentirse cómoda en ellas; con el tiempo, si repite su conducta, empezará a sentir ansiedad anticipatoria cuando tenga que interactuar con otros y, por último, en los casos más graves terminará por aislarse completamente. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, con la fobia social o la agorafobia.

Por todo lo descrito, una de las mejores formas de combatir una mente ansiosa es mediante el incremento de la autoestima: trabajar para mejorar nuestro autoconcepto puede paliar muchos de los efectos de los trastornos del estado de ánimo.

3- Sensibilidad emocional

Por lo general, los individuos con una mente ansiosa tienden a sentir emociones de una manera más intensa que el resto. En términos clínicos, esto -con matices importantes- es lo que se conoce como Persona Altamente Sensible o PAS.

Las PAS son capaces de experimentar sentimientos positivos de una manera mucho más profunda y ante estímulos que para otros serían más bien neutros. Sin embargo, esta capacidad hará que con los negativos ocurra lo mismo.

Según algunas ramas de la psicología, una de las claves de la felicidad es lograr mantenerse el mayor tiempo posible en un estado de equilibrio. La idea no sería dejar de sentir emociones, sino experimentar todas ellas pero de forma menos intensa, más equilibrada. Para las PAS, por lo que hemos dicho, sería más complicado porque el equilibrio quedaría comprometido por un número mayor de «posibles amenazas».

4- Expectativas altas

La última de las características principales de una mente ansiosa es que las personas con este rasgo tienden a querer solo lo mejor de cualquier persona o situación. Cuando se enfrentan a una nueva situación, tienden a esperar que todo vaya a salir perfecto, y son extremadamente críticos, tanto consigo mismos como con los demás.

El problema de tener unas expectativas demasiado altas es que es que aumentan mucho la probabilidad de decepción. Por eso, es recomendable evaluar nuestra forma de mirar, encontrando aquellos focos de contaminación que puedan estar sesgando nuestra mirada.

Así, te animo a que te preguntes; lo que ha sucedido, ¿podría encajar en una interpretación diferente?; lo que imaginas que pasará, ¿ocurrirá seguro?

¿Se puede modificar una mente ansiosa?

Aunque la tendencia a sufrir ansiedad, como toda inercia, requiera de un esfuerzo inteligente para cambiarse. Con la suficiente perseverancia y el plan terapéutico correcto, prácticamente cualquier persona es capaz de aprender a pensar de manera más efectiva y mejorar el manejo de sus sentimientos.

Por eso, si consideras que la tuya es una mente ansiosa, no dudes en buscar ayuda profesional. Los recursos que inviertas en este objetivo siempre tendrán un rendimiento valioso.

lunes, 16 de septiembre de 2019

Viajar como símbolo de estatus y no de libertad

Viajar se ha convertido para muchos en un símbolo de estatus. Los viajes dejaron de ser una vía para explorar y descubrir, o para descansar y romper con la rutina. Algunos los ven simplemente como un medio para alardear y obtener aceptación y reconocimiento social.

Uno de los cambios que ha traído consigo el siglo XXI es un desaforado afán por hacer viajes de forma masiva. Viajar se ha convertido en una marca, un símbolo de estatus. Se le ha otorgado un significado similar al de poseer el teléfono móvil de moda o el coche de última generación. Parece que un selfie, junto a algún monumento reconocido, es lo máximo para muchos.

Pero, ¿realmente es lo máximo? O quizás, ¿corresponde a esas “obligaciones” que se imponen por tendencia y a las que muchos terminan sumándose porque constituye un símbolo de estatus? Es muy probable que sea así.

Viajar te hace más feliz, o más sabio, o más libre solo si no está asociado a la necesidad de mostrarte, sino a un genuino interés de descubrir otro contexto.

Actualmente, el mundo de los viajes está altamente estandarizado y estratificado. La industria del turismo es una de las pocas que ejerce una abierta discriminación socioeconómica. Si vas a un supermercado no te dan un trato diferente por gastar más o menos dinero. En cambio, en el mundo turístico sí recibes limitaciones o privilegios muy definidos, de acuerdo a tu capacidad de compra.

Viajar e ir de vacaciones

Hay una gran diferencia entre irse de vacaciones y viajar como tal. Las vacaciones son un tiempo destinado al descanso. En teoría, descansas cuando desarrollas un mínimo de actividad. Mucho mejor si tienes la ocasión de desplegar esa holgazanería en un sitio paradisíaco, lleno de opciones de entretenimiento y diversión.

Así pues, el objetivo central de unas vacaciones es el descanso. Un corte con la rutina, en todos los sentidos. Al ser viajero, en cambio, lo que menos obtienes es descanso. Implica desplazarte a muchos sitios, hacer una gran planificación, enfrentarte a muchas eventualidades, etc. Ahora bien, sí que te permite apartarte de la rutina, aunque no exactamente para descansar.

Los viajes de vacaciones tienen una razón de ser muy objetiva. El viajar como modo de vida, parcial o total, es otra cosa. Implica apostar por el nomadismo e ir por el mundo en actitud de búsqueda. Quieres conocerte mejor a ti mismo, conocer mejor determinada cultura o adentrarte en determinados usos y costumbres que despiertan tu curiosidad.

Viajar como símbolo de estatus

Actualmente, ha surgido una nueva matriz de viajeros. No son los que van de vacaciones, ni los curiosos aventureros. Es una especie de híbrido, fabricado por el mercado. Su principal objetivo no es viajar, sino mostrar que viajan. Y hacerlo, particularmente, en las redes sociales. Para quienes piensan así, un viaje sin galería en redes, no es un viaje.

Uno de los aspectos más reveladores son los destinos que eligen. Generalmente se trata de los sitios “de moda” o, de alguna forma, emblemáticos. Puede que los tenga sin cuidado la arquitectura, pero necesitan ir a la Torre Eiffel o al monumento de la Sagrada Familia y tomarse una foto allí. Probablemente no darán cuenta de por qué es importante hacerlo, pero sienten una necesidad intensa de lograrlo.

A veces, gastan una cuarta parte o más de sus ingresos anuales, todo por ir a Filipinas, porque es un destino “obligado”, según miles de blogs. O como ocurrió recientemente sienten que Bali es el lugar de sus sueños con tal de tener una narrativa personal del lugar.

Viajar como acto de libertad

Que viajar se ha convertido en un símbolo de estatus es indudable. Una de las consecuencias es que alimenta una industria gigantesca que obtiene beneficios impresionantes de esa forma condicionada de pensar. También nutre egos débiles. A cambio, muchas veces, deja experiencias insulsas y deudas gigantescas. También un deseo de repetir el ciclo en otro destino de moda.

Lo lamentable de que esto ocurra es que quizás muchas personas se están privando de vivir verdaderas experiencias de descanso, o de aprendizaje, que sí podrían enriquecer mucho su existencia. Viajar es maravilloso cuando lo conviertes en una experiencia personal y no en obediencia ciega a los mandatos del mercado.

Viajar por alardear no es una opción inteligente, especialmente si tus ingresos no te dan para ello y no sabes responder al por qué lo haces. En últimas, si asumes un viaje de esa manera, también te deja muchos vacíos. Es posible que obtengas muchos like y corazoncitos, pero al final del día esto cuenta poco. Mejor que valores tu tiempo, tu dinero y las experiencias genuinas de la vida.

domingo, 15 de septiembre de 2019

Personas con un punto de vista limitado ¿cómo son?

Nuestra realidad es compleja, dinámica y repleta de incertidumbre. Así, quien aplica un punto de vista limitado y un enfoque inflexible, no solo se pierde los matices, además, vivirá en un estado de frustración constante porque el mundo rara vez se ajusta de manera exacta a sus expectativas y deseos.

Las personas con un punto de vista limitado no ven más allá de la línea divisoria de sus propias creencias. Son inflexibles en cuanto a opiniones, ven problemas donde otros perciben soluciones y aplican ese razonamiento rígido donde rara vez surge la deferencia, la duda o la apertura hacia otros enfoques. Este absolutismo cognitivo les sitúa, lo quieran o no, en posiciones de gran desventaja.

En un mundo tan lleno de incertidumbre, de cambios y de estímulos, solo las personalidades flexibles pueden adaptarse a semejante oleaje. No solo nuestra vida laboral y social es compleja, también nuestras relaciones y el trato con las personas que nos rodean tiene sus matices y singularidades. Ante esa amplitud de dinámicas, las mentes rígidas solo encuentran contradicción y sufrimiento.

Ahora bien, ¿qué significa realmente eso a lo que definimos como ‘tener un punto de vista’? Implica mantener una consideración, actitud u opinión hacia un estímulo determinado. Nada de lo que nos rodea es neutral para nuestro cerebro y todo, absolutamente todo, pasa por el filtro de nuestras emociones, de nuestra razón y por el baúl de las experiencias.

No obstante, hay un matiz interesante, y es que nuestros puntos de vista pueden variar. Se sabe, por ejemplo, que cuando somos niños los vamos cambiando a medida que asentamos aprendizajes y vivencias. Así, y llegada la edad adulta, hacemos de determinadas visiones elementos más o menos estables, pero la verdad es que siempre vamos ajustando nuestro enfoque personal.

Lo hacemos porque somos conscientes de que, a veces, nos equivocamos. Ajustamos nuestro punto de vista hacia ciertas ideas, personas o discursos porque descubrimos informaciones nuevas que debemos tener en cuenta. Todo ello, nos ayuda a sobrevivir, a tolerar la complejidad con mayor acierto y sabiduría.

Personas con un punto de vista limitado y la rigidez cognitiva

Las personas con un punto de vista limitado sobre el mundo abundan. John Maynard Keines, el célebre economista británico, dijo una vez que el problema de nuestra sociedad no es que falten personas con ideas nuevas. Las hay en gran número. Lo que sucede es que abundan en exceso quienes se niegan a desprenderse de las ‘viejas ideas’.

Hay muchos hombres y mujeres (sin importar su edad) que viven estancados en esquemas mentales absolutistas e inflexibles. Son los que nos dicen cosas como ‘si siempre lo he hecho así, ¿por qué tengo que cambiar ahora?’, ‘si esto da buen resultado, ¿por qué tenemos que probar algo diferente?’…

Ese tipo de rigidez cognitiva esconde a su vez unas pinceladas miedo (lo que no conozco o no he probado me asusta) y a su vez, queda patente la férrea negativa a aceptar otras ideas, otros enfoques diferentes al que se mantiene de manera obstinada y hasta infantil.

Así, las personas con un punto de vista limitado no se caracterizan solo por ‘no poder ver’ qué hay más allá de la punta de su nariz; en realidad, hay una negativa a vislumbrar algo diferente a lo que vienen defendiendo desde hace tanto tiempo.

La inflexibilidad y la infelicidad en las personas con un punto de vista limitado

Es posible que este tipo de personalidad genere cierta antipatía. Sabemos que la convivencia con alguien incapaz de tener en cuenta otros enfoques puede ser complicada. Sin embargo, vale la pena detenernos en otro detalle: las mentes rígidas navegan en la frustración constante.

De ese modo, cuando uno se limita solo a seleccionar solo aquello que se ajuste a su punto de vista, ignorando lo que le contradiga, llegará un instante en que solo encuentre contradicciones y opiniones opuestas. Al fin y al cabo, rara vez se da el blanco o el negro, nuestra realidad está llena de tonalidades de gris, de azul, de naranja, de verde…

Estamos obligados a convivir con la contradicción, con el cambio constante… Ese escenario tan desconcertante es un desafío para quien sea aferra a un patrón de pensamiento rígido y a una visión muy concreta del mundo.

Tarde o temprano sentirá que no tiene control sobre nada, que todo es caos e incertidumbre. Todo ello explica por qué a veces acaban derivando en trastornos depresivos o de ansiedad.

La necesidad de tener en cuenta múltiples puntos de vista para decidir mejor

Hay una interesante teoría relacionada en cierto modo con este mismo tema que nos invita a una reflexión. Nos referimos a la teoría de la racionalidad limitada de Herbert. Este enfoque, aplicado tanto a la psicología como a la economía, fue enunciado por el doctor Herbert A. Simon, un profesor de psicología, ciencias políticas y computacionales de la Universidad de Berkeley, nacido en 1916.

Según él, las personas solemos mantener, por término medio, puntos de vista muy limitados. Las decisiones que tomamos vienen motivadas en realidad por nuestras emociones y no por nuestra razón. A ello se le añade cierta incapacidad para captar las complejidades de cada suceso y el modo en que cada cosa se relaciona.

Es decir, podemos criticar a las personas con un punto de vista limitado, pero de algún modo, también nosotros tenemos nuestras carencias. A veces, conformamos opiniones muy sesgadas, otras, nos dejamos llevar por las fake news sin contrastar antes las fuentes, y en ocasiones hasta acabamos cometiendo los mismos errores sin haber aprendido antes de nuestra experiencia.

¿Por qué lo hacemos? El doctor Herbert decía que por falta de tiempo. Es muy posible que tuviera razón, puede que cada vez nos preocupemos menos por darnos tiempo para procesar cada vivencia, para oprimir el botón de ‘calma’ en medio de tanto movimiento.

Asimismo, otro aspecto que nos puede faltar es la humildad intelectual. Asumir que no lo sabemos todo nos puede ayudar a ser más receptivo hacia otros enfoques, miradas y corrientes. Tengámoslo en cuenta.

sábado, 14 de septiembre de 2019

¿Te tomas las cosas de forma personal?

Tomarse las cosas de forma personal puede llegar a ser un problema que daña la autoestima. Si cada situación negativa que afrontamos la tomamos de una forma demasiado personal podemos llegar a pensar en que somos culpables, o nos creemos poco valiosos o que los demás están en nuestra contra.

Que alguien nos rechace es una experiencia que puede resultar desagradable, pero no deberíamos condicionar nuestra salud emocional a un hecho así. Cuando se produce un rechazo puede ser por múltiples factores: la otra persona nos ha cogido tirria, hemos hecho algo mal, no congeniamos bien… Lo que no es sano es tomarlo todo de forma personal y que de esta forma afecte a nuestra autoestima. Debemos ser más realistas y darle la importancia justo a los acontecimientos.

Aunque el trato que te hayan dispensado no se justo, puede que ese mismo comportamiento haya sido producto de cualquier otra circunstancia y que no se deba a ti, como persona.

Por eso, es muy importante analizar y valorar el hecho, desde la equidistancia, desde la objetividad, no desde el ego. Por que si lo hacemos desde el ego, «yo», podemos extraer conclusiones muy equivocadas.

NO ES NADA PERSONAL

Piensa por un momento, ¿Por qué alguien nos puede rechazar?, ¿realmente es por culpa nuestra? Los motivos pueden ser muchos, y todos fuera de nuestro control. Podría ser que el otro saque conclusiones equivocadas porque tiene un mapa mental en el que había alguien similar a nosotros con quien no tuvo una buena experiencia.

También podría ser, que alguna conducta no le haya agradado y caiga en el pensamiento erróneo de que somos nuestra conducta, cuando en realidad una persona es mucho más que eso y todos podemos cometer errores puntuales.

También podría ser que no hubiéramos cumplido con las expectativas del otro, pero en realidad nunca deberíamos intentarlo, porque debemos ser siempre nosotros mismos y no adaptarnos a lo que otros quieren que seamos. Si no somos como los demás querían, no es nuestro problema, si no nos aceptan tal cual somos es mejor dejar correr esas relaciones.

EDUCA TU MENTE

Sería bueno educar la mente para que en vez de pensar que todo es culpa nuestra, cambiemos la manera de razonar. Por ejemplo, escribes a alguien y no te contesta, ¿por qué tenemos que pensar que es por nuestra culpa? No sabemos las razones por las cuales alguien decide no contestar y lo último que deberíamos pensar es que caemos mal, ya que detrás de un pensamiento de que caemos mal se esconde el verdadero “nos caemos mal a nosotros mismos”.

Los motivos por los que alguien puede no contestarnos son tan extensos que seguro no acertamos, podría ser por falta de tiempo, problemas personales, falta de motivación o simplemente, que tengan tantas opciones que decidan escoger otras, ni mejores ni peores, sino que se adaptan mejor a sus necesidades.

No podemos encajar nunca en todas partes, por ello es necesario aprender a pensar de una manera donde no importan las razones, todo debe fluir de forma natural y lo que salga bien genial y lo que no, es porque no era para nosotros y mejor cambiar de rumbo aceptando las cosas.

CREE EN TI AUNQUE NO LO HAGAN OTROS

Esta es la clave principal para vivir de una manera libre de culpas y feliz. Nos iremos encontrando a lo largo de la vida todo tipo de situaciones, unas veces nos querrán, nos halagarán, pero otras caeremos mal y nos ignorarán, es en estas situaciones donde debemos creer en nosotros mismos aunque otros no lo hagan.

Cada vez que demuestres que crees en ti a pesar de que otros no lo hagan, estarás creciendo, estarás aumentando tu autoestima, si eres capaz de hacerlo notarás como tu seguridad irá creciendo.

Es la ley de la vida, habrán situaciones positivas y también negativas, claro está si nos lanzamos a vivir y nos enfrentamos a cosas nuevas, porque si nos mantenemos en la zona cómoda no nos pasarán cosas negativas, pero tampoco positivas. Si queremos crecer debemos salir a navegar a mar abierto.

Demos las gracias tanto a esas personas que nos aceptan tal cual somos, como a las que no lo hicieron, ya que nos ayudaron a hacer el ejercicio de creer en nosotros mismos a pesar de que otros no lo hagan, y gracias a eso, podemos crecer y aprender que no podemos agradarle a todo el mundo pero sí a le persona más importante: uno mismo.

NO ME GRITES QUE NO TE ESCUCHO

Lama Rinchen Gyaltsen, en sus clases sobre meditación budista, siempre dice a sus alumnos: «nadie te quiere hacer daño, esa persona tuvo un mal día y tú estuviste en su camino, pero podría haber sido cualquier otra persona». Lo que podemos aprender de esta enseñanza es que muchas veces somos el receptáculo de la ira de los demás simplemente porque tienen un mal día, y podrían gritarnos a nosotros o a cualquier otro. Cambiando el punto de vista sobre ciertos aspectos de la vida, nos libera enormemente de momentos de ira.

Si alguien nos golpea sin querer por la calle podemos saltar con furia y enfrentarnos: «¿por qué me has golpeado?» Mucha gente reacciona así, lo toma como algo personal. Pero si nos damos cuenta que esa persona se estaba desperezando y estirando sus músculos y sin querer nos ha dado a nosotros como a cualquier otro que hubiera estado allí, sabremos que ha sido un encuentro fortuito al que no hay que darle más importancia.

Cuenta la historia que un día los discípulos de Buda le preguntaron muy angustiados: «Maestro, la gente se ríe de nosotros y nos insulta, ¿cómo es posible que no te afecte?». Buda les respondió: «el insulto sale de ellos pero nunca llega a mí«. Y es que nosotros, por mucho que a veces nos cueste aceptarlo, tenemos la decisión de elegir cómo nos relacionamos con aquello que sucede en nuestro entorno. ¿Nos pueden insultar? Sí, pero podemos elegir no tomarlo como algo personal y no quedarnos con el insulto. De esta forma, seremos más libres y felices.

viernes, 13 de septiembre de 2019

¿Cuales son las preguntas mas importantes para liberar la mente?

Claro está que no hay respuestas correctas o incorrectas a estas preguntas, ya que son muy personales y “abiertas”. No dudes en contestarlas, puedes anotarlas en un papel, escribir la fecha y guardarlo. Dentro de un tiempo volver a completar el cuestionario y comparar resultados. Te asombrarás.

Las preguntas que vamos a plantearte van a pedir de ti un esfuerzo, un rato contigo mismo, pero, ¿Acaso no lo mereces? Si te parece, vamos con ellas!

2-¿Qué puede ser peor: fracasar o no haberlo intentado nunca?
4-¿Sueles decir más de lo que haces?
6-¿Qué tipo de trabajo te haría rico de felicidad y no de dinero?
8-Si sólo vivieras 40 años, ¿cómo sería tu existencia?
10-¿Te preocupas más por hacer las cosas bien o correctas?
12-¿Qué consejo le darías a un niño recién nacido para que pueda implementar toda su vida?
14-¿Has visto “locura” en lo que luego pasó a ser “creatividad” u “oportunidad”?
16-¿Por qué crees que lo que a ti te hace feliz no hace feliz a otros?
18-¿Te aferras a algo que debes dejar ir?
20-¿Sueles presionar el botón del elevador más de una vez? ¿Crees que eso hará que vaya más deprisa?
22-¿Por qué eres tú?
24-¿Es peor que un buen amigo se vaya o perder contacto con un amigo que vive muy cerca?
26-¿Preferirías perder tus recuerdos viejos o no ser capaz de crear nuevos?
28-¿Se ha hecho realidad tu temor más grande?
30-¿Cuál es tu recuerdo de la infancia más feliz y por qué es especial?
32-¿Si no lo haces ahora, cuándo?
34-¿Te ha pasado alguna vez de tener un encuentro con alguien donde sin hablar te has sentido de maravillas?
36-¿Es posible saber de antemano qué es bueno y qué es malo?
38-¿Preferirías tener menos trabajo o hacer más de lo que te gusta?
40-¿Cuándo fue la última vez que te adentraste en la “oscuridad” de la incertidumbre sólo con la “luz tenue” de una idea en la que tenías plena confianza?
42-¿Estarías dispuesto a reducir 10 años de tu existencia por ser famoso o extremadamente atractivo?
44-¿Cuándo es el momento adecuado para dejar de calcular riesgos y recompensas y comenzar a transitar el camino correcto?
46-¿Qué cosas harías de otra manera si nadie estuviera para juzgarte?
48-¿Cómo expresas el amor a los que te rodean o por las cosas que te gusta hacer?
50-¿Las decisiones que estás tomando en este momento son por ti mismo o permites que los demás lo hagan por ti?

jueves, 12 de septiembre de 2019

Carta a mi cuerpo

Querido cuerpo,

Hace tiempo que no hablamos y te echo de menos. Qué sensación más extraña me produce volver a entablar conversación contigo, como si fueras un viejo amigo al que hace tiempo que no visito. Como si añorase tu contacto y quisiese verte precipitadamente a través de estas líneas.

La vida pasa tan deprisa que me falta tiempo para estar contigo conscientemente. Sé que estas ahí, que te debo cada movimiento y cada pensamiento y, aun así, a veces te siento distante, como si mi mente funcionara sola, como si no hubiera un cuerpo físico dándole soporte.

No te culpo a ti por ello, pero sí, porque somos uno. Soy yo, y por tanto tú, la responsable de hacer oídos sordos cuando gritas agitadamente mi nombre. Somos nosotras las que hasta que no llegamos al límite no paramos para volver a mirarnos mutuamente.

Aunque a veces ajeno, te siento

Pero no creas que no te escucho, que esos gritos no llegan a mis oídos, porque no es verdad. Te oigo y te siento pero a veces te ignoro. No me culpes por ello, sé que muchas veces has hecho lo mismo conmigo. Ambas conocemos la frustración de hablar sin ser atendidas.

Tus mensajes, que van de lo sutil a lo grotesco, captan mi atención cuando yo quiero que sean atendidos. Aunque tú me marques el ritmo seré yo quien tenga la última palabra para decidir el momento y lugar adecuados para que estemos juntas.

Sé que eso te angustia. Sé que quieres más y, aunque trate de engañarme diciendo lo contrario, yo también lo quiero. Ansío el momento de estar a solas contigo pero, en esta relación, una de las dos tiene que marcar los límites.

Hay un momento y un lugar para ti

No desesperes, aunque a veces seamos difíciles de entender no somos nada la una sin la otra y sólo juntas podemos llegar a la cima. No me abandones en el camino pues sin mí, te quedas vacía y, sin ti, me quedo inerte. Es difícil darte cita, la agenda está apretada pero tú, de paciencia infinita, esperas a mi lado a que la manilla del reloj deje, entre su tic y tac, un espacio para que tu voz resuene.

Aunque resulte complicado el momento acaba llegando. Lo buscamos, como quien busca el alfiler en un pajar y tras un arduo trabajo lo acaba encontrado. Disfrutando del momento, sabiendo que ha llegado la hora de que el alfiler vuelva a su lugar, allí a donde pertenece, y no se pierda entre un montón de paja.

Si me miras yo te miro

Y cuando llega el momento, y por fin estamos a solas, es cuando empezamos a ser nosotras mismas. Te quitas la ropa y quedas al descubierto mientras yo me quito los pensamientos que cubren mi cabeza hora tras hora. Solo estamos tú y yo. Al desnudo y sin pantallas que interrumpan la comunicación. Si me hablas te contesto. Si me miras, te miro. Por fin te siento en todo tu esplendor.

Desde el suave tacto de tu nuca hasta las cosquillas en la pantorrilla que perturban un mar en calma. No hay parte de ti que ahora quiera perderme y hasta el más insignificante rincón me parece digno de ser explorado, como si fuera la primera vez.

Cuando estamos juntas somos grandes

Como la erupción es al volcán tu eres a mi vida. Primero en calma, que todo parezca tranquilo. Tenemos tiempo para parar en cada valle que encontremos y disfrutar juntas de lo que nuestros sentidos nos ofrecen.

Los ruidos y el ascenso de temperatura nos indicarán que hay actividad, que el volcán está vivo y que la calma aparente era solo un espejismo. El calor y el movimiento de la tierra cada vez más apremiante nos avisan de la inminente llegada de la explosión que convertirá la roca en lava.

Porque cuando hablamos, nos entendemos y, cuando esto ocurre, el resultado es casi mágico. Como la imagen de un cuerpo y una mente en plenitud, como la escena de un volcán en erupción. Y es que cuando estamos juntas somos grandes y podemos conseguir lo que cada una por separado no era capaz de lograr.

Querido cuerpo, el placer ha sido mío

Querido cuerpo, no te puedo prometer que te escribiré más a menudo, ni si quiera que dejaré de ignorarte. Seguiremos perdiéndonos en el quiero y no puedo, en el puedo pero hoy no me apetece.

Pero llegará el momento en el que volvamos a mirarnos y escucharnos. Quizás, después de estas palabras, suceda más pronto que tarde y que, sin darnos cuenta, volvamos a estar unidas de nuevo bajo una misma consciencia. No hace falta que me agradezcas estas líneas, el placer ha sido mío.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

Carta a la soledad

A ti soledad, que has estado en diversos momentos de mi vida. A ti, que seguirás estando conmigo de una manera distinta...

Querida y odiada soledad, te escribo esta carta para contarte mi reflexión sobre nuestra trayectoria juntas. Han pasado muchos años desde que nos conocimos, y nunca hemos estado completamente separadas. Hoy quiero contarte cómo me he sentido con nuestra relación. Para comenzar, me gustaría recordar contigo la frase de Jean Paul Sartre «Si te sientes en soledad cuando estás solo, estás en mala compañía».

El sendero de la frustración ha sido bastante recorrido por nosotras. Recuerdo aquellas veces en las que sentía que no podía más, y que me había lanzado a un abismo oscuro y sin final. En esos instantes te odie profundamente. Llegué a pensar que eras lo peor que me había podido pasar. Sinceramente, quise arrancarte de mi camino, pero aquí estamos juntas… de nuevo.

Puede que sea difícil para ti comprender el odio que me has inspirado, las ganas que he tenido de no volverte a ver. Te lo explico. Pensaba que estar sola era algo malo; esta era una de las razones por las que más me costaba aceptar tu compañía.

Además, en otras ocasiones te busco cuando no sé qué más hacer, y quiero esconderme de todos porque la tristeza me invade. Entonces, al asociarte de esta manera, estaba potenciando el rechazo hacia ti. Y, aunque ahora piense distinto, entiende que algunas veces puedo seguir frustrándome contigo.

Cuando estoy rodeada de gente, también me vistas

En muchas ocasiones, pensé que solo aparecías cuando las personas, los demás, se marchaban. Pero descubrí que puedo estar completamente rodeada y sentir tu presencia. ¿Recuerdas aquellos momentos en que la timidez me abordaba y aunque hubiese mucha gente yo me aferraba a ti o aquellos instantes en los que se me desgarraba el alma, y todos iban tras de mí para ver qué me sucedía y no era capaz de sentirme acompañada?

Aunque siga encontrando esos momentos en los que me sienta sola, aunque este rodeada de gente y esté yo; ahora he llegado a ser más tolerante con mis emociones, a sentir más confianza y a ser capaz de pedir ayuda cuando lo necesito. Ya no me avergüenzo por ello.

Soledad, eres una maravillosa compañía

Puede parecer irónico, pero hoy puedo decir en ti encontré una compañía espléndida. Así es, a tu lado, pude descubrirme poco a poco. Estar junto a ti me ayudo a comprenderme.

Soledad, gracias a ti y a mi empeño, pude navegar, pude poner claridad en algunos rincones a los que, sin tu compañía, nunca hubiera llegado. Pude construir un refugio, en los que los demás eran bienvenidos, pero no necesarios para sentirme segura.

Según Carl Rogers, pionero en la psicoterapia, el autoconocimiento es la base de nuestra personalidad, y lo vamos forjando a medida que acumulamos experiencia. De hecho, menciona que dar forma a nuestra propia realidad puede ser, por momentos, una experiencia aterradora. Un miedo parecido al que yo tenía a tu presencia, ¿te das cuenta?

Por otro lado, gracias a ti descubrí que temía mis propios mensajes, a cómo me trataba cuando no había nadie para frenar mi diálogo interno. Tú hacías que saliera a mi conciencia esa juez que maltrataba mi autoestima y gritaba solo para mí aquello que podía haber hecho mejor transformándolo en algo que hice mal.

Además, me hiciste que me diera cuenta de que no necesito de otras personas para ser feliz, ¡puedo ser feliz estando sola! Ahora confío más en mí, porque gracias a ti me di cuenta de mis capacidades y mis limitaciones, e intento jugarlas a mi favor.

Ahora bien, tus virtudes no hacen que quiera tu presencia en todo momento. En mi reflexión, también comprendí que es bueno compartir con los demás, de hecho, resulta muy saludable que forjemos, y sobre todo disfrutemos, de relaciones con personas nutritivas.

Además, ahora ya he despedido a esa juez de la que te hablaba antes. Exploro la tristeza, la frustración y el sentimiento de vacío; los reconozco, los expreso y sigo adelante. Por ello, he hecho de la resiliencia mi mejor aliada. Soledad, ahora que te he abierto mi corazón, espero que entiendas por qué un día te temí. Ahora sé que formas parte de muchas de las oportunidades que tengo para encontrarme cuando me pierdo, cuando todo cambia y tengo que reinventarme.