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viernes, 15 de enero de 2021
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jueves, 14 de enero de 2021
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miércoles, 13 de enero de 2021
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martes, 12 de enero de 2021
Los efectos nocivos del azúcar en el cerebro
El discurso de la ciencia de la nutrición ha cambiado mucho a lo largo de los años. Con las últimas investigaciones, se ha descubierto que uno de los principales enemigos de la salud, y causante de la obesidad, es el azúcar. Sin embargo, lo que mucha gente no sabe es que esta sustancia también tiene efectos muy negativos sobre el cerebro.
Y es que, además de estar relacionado con enfermedades del corazón o con la diabetes, el azúcar provoca toda clase de problemas en nuestra mente. En este artículo descubrirás cuáles son los más preocupantes. No obstante, antes de meternos de lleno en el tema, es necesario despejar algunos de los mitos sobre esta sustancia.
Pero, ¿el azúcar no es bueno?
Mientras crecíamos, fuimos bombardeados con una serie de ideas sobre la alimentación y la nutrición totalmente falsas. Por ejemplo, la creencia de que el principal factor de riesgo para sufrir enfermedades del corazón es el consumo de grasas.
Durante mucho tiempo, se promovió el azúcar como una sustancia totalmente inofensiva y sin ningún efecto perjudicial para la salud. Sin embargo, en el año 2016 una investigación reveló que la industria azucarera había sobornado a varios investigadores a lo largo de la historia. ¿Su objetivo? Ocultar todos los efectos perjudiciales de esta sustancia, que hoy en día sabemos que está relacionada con el cáncer y las enfermedades de corazón.
Pero quizás más preocupantes son los últimos descubrimientos sobre los efectos del azúcar en nuestro cerebro. A continuación veremos cinco de los más importantes.
Produce adicción
A pesar de sonar a fábula, la adicción al azúcar es un problema real. Este trastorno afecta cada vez a más personas, que sienten que tienen que consumir más cantidad de esta sustancia para sentirse bien. De hecho, aquellos que la han eliminado de su vida hablan de síntomas muy desagradables durante los primeros días.
Por ejemplo, al dejar el azúcar, los adictos podrían sentir dolores de cabeza, mareos, debilidad muscular, ansiedad y bajadas de tensión. Por suerte, estos síntomas no son permanentes, solo duran hasta que el cuerpo se adapta a funcionar sin la sustancia.
¿Cómo funciona esta adicción? Al ser absorbido por nuestro organismo, el azúcar libera una gran cantidad de endorfinas en nuestro cerebro. Así, cada vez sentimos menos placer con el resto de aspectos de nuestra vida, necesitando ingerir esta sustancia para sentirnos bien.
Causa problemas de memoria y de aprendizaje
Un estudio de la Universidad de California sobre los efectos del consumo de fructosa (una de los tipos de azúcar encontrado en los vegetales, las frutas y la miel) reveló que afecta negativamente a la formación de sinapsis en el cerebro. Es decir, al tomar mucha fructosa, nuestra capacidad de aprender y formar nuevas conexiones se ve disminuida.
Por otra parte, otras investigaciones también han mostrado que las personas que toman mucha fructosa presentan menores niveles de FNDC. Esta sustancia (cuyas siglas significan ‘factor neurotrófico derivado del cerebro’) tiene un efecto fundamental sobre nuestra capacidad de generar nuevos recuerdos y aprender nueva información.
Incluso, algunos estudios sugieren que un consumo de azúcar podría tener una relación directa con el alzheimer. De hecho, la comunidad médica se ha planteado clasificar esta enfermedad como diabetes tipo 3.
Afecta a nuestro estado de ánimo
No solo nuestras capacidades cognitivas están en peligro. Al tomar glucosa, nuestro estado de ánimo varía de formas extremas. Debido a sus efectos sobre la insulina en nuestro cuerpo, los picos de azúcar pueden provocarnos depresión, ansiedad y cambios de humor repentinos.
A largo plazo, estos efectos pueden volverse aún peores. Cuando ingerimos glucosa, nuestro cerebro libera serotonina, uno de los neurotransmisores implicados en el placer. Sin embargo, las reservas de esta sustancia no son infinitas: al emitirse de manera continua, cada vez quedará menos cantidad en el cerebro.
Por ello, una persona que lleve mucho tiempo consumiendo demasiado azúcar lo tendrá muy difícil para sentir emociones positivas de manera continua.
Impide que nos sintamos saciados
Por último, recientes investigaciones han descubierto que la glucosa “secuestra” nuestro mecanismo de saciedad. Debido a ello, tomar demasiado de esta sustancia hará que nos sintamos siempre hambrientos. Esto está altamente relacionado con problemas de obesidad y sobrepeso.
El problema está causado por el efecto del azúcar sobre la oxitocina y sus funciones en el cerebro. Uno de los papeles de este neurotransmisor es avisar a nuestro cuerpo de que estamos llenos. Sin embargo, la glucosa le impide realizar esta función.
Tomar azúcar tiene todo tipo de efectos indeseables sobre nuestro cuerpo. Sin embargo, más preocupantes pueden ser las consecuencias sobre nuestro cerebro. Si quieres mantener una buena salud física y mental, prueba a reducir el consumo de esta sustancia lo máximo que puedas.
lunes, 11 de enero de 2021
Expresa las emociones a tiempo, no esperes a explotar
Para tener una buena comunicación con los demás es muy importante aprender a hablar desde el corazón. Parece fácil, pero no lo es. Esto se complica aún más porque no implica solamente el decir, y el saber decir, sino también hacerlo a tiempo. Para aprender a hacerlo hay un solo camino: expresar las emociones.
No solo debes hablar de lo que sientes cuando todo está muy bien. De hecho, resulta mucho más importante hacerlo cuando las cosas van mal. Si te sientes ofuscado, perturbado o confundido, la salida no está en el silencio. Expresa las emociones. Habla de lo que te disgusta. No permitas que eso se quede dentro y comience a hacerte daño.
Manifiesta lo que piensas y expresa las emociones en todas las circunstancias. Y no solo eso: hazlo a tiempo también. No siempre es fácil identificar el momento correcto, pero ganas mucho cuando lo haces y vas adquiriendo poco a poco la habilidad para ser pertinente y preciso.
Expresa las emociones y ten en cuenta esto…
No hay una fórmula exacta para determinar qué es o qué no es una buena comunicación emocional. Sin embargo, sí hay un principio que puede guiarnos. Este dice: expresa las emociones cuando el deseo de hacerlo sea muy fuerte. Cuando sientas que de ello depende tu bienestar inmediato.
Es cierto que bajo estados de irritación o ira se experimenta un fuerte deseo de decir lo primero que venga a la cabeza. La mayoría de las veces nos arrepentimos de haber cedido a ese impulso, porque finalmente no sirvió para expresar lo que queríamos decir. En cambio de ello, hacemos daño y bloqueamos la comunicación.
Por eso otro de los principios de una comunicación emocional adecuada es la de no hablar en momentos de extrema exaltación. Bajo esos estados no se habla y no se actúa. Lo único que conviene es respirar, para estabilizarnos y lograr que nuestra mente funcione correctamente.
Las emociones positivas y negativas
Siempre es más sencillo aprender a hablar desde el corazón a partir de las emociones positivas. En realidad, siempre que sintamos algo positivo no deberíamos callarlo. Esta es una buena manera de comenzar a conectar emociones y palabras, sin tanta intermediación del pensamiento. En otras palabras, es una forma de alimentar la espontaneidad.
Ahora bien, con las emociones negativas es necesario tener más cuidado. Es un hecho que muchas veces nos educan para reprimir esas emociones negativas. Se les considera inconvenientes. Una fuente de conflicto. Por eso no es raro que nos formen bajo la idea de que siempre tenemos que callarlas o disfrazarlas. Esto termina siendo muy nocivo.
Empleamos la palabra “emociones negativas” con fines didácticos. Sin embargo, esto no implica que las emociones negativas sean insanas, también pueden ser sanas. Simplemente se siente lo que se siente y nada surge porque sí. En muchas ocasiones son la tristeza, la ira, la indignación y todo aquello que solemos llamar “negativo”, lo que conduce a evolucionar, crecer, resolver situaciones problemáticas latentes.
Comienzan como perturbación y terminan como explosión
Cuando algo nos molesta, o nos fastidia, o nos provoca rechazo, experimentamos una sensación de displacer. Queremos alejar esa incomodidad y por eso muchas veces decidimos ignorar lo que nos dicen esas emociones. Esto es errado. Al negar que se siente lo que se siente, o al reprimirlo, lo único que logramos es relegarlo a un lugar de nosotros mismos en donde se aloja como una bomba de tiempo.
Esto aplica particularmente para esas emociones negativas que surgen frente a situaciones que consideramos relevantes. Callar no es una opción. Si se guarda silencio, es muy probable que ese conflicto latente explote en cualquier momento, casi siempre de la peor manera. A veces con grandes manifestaciones de ira. En otras oportunidades con conductas que hacen daño a los demás. Las emociones dañinas siempre encuentran una vía para expresarse.
Por lo tanto, cuando experimentes una cierta perturbación en tus emociones, no lo dejes pasar. Examina con cuidado qué es lo que ocurre. Identifica exactamente cuál es la emoción o el sentimiento que te provocan. Una vez que hayas hecho esto, expresa las emociones. Con serenidad, con tacto. También con el interés de llegar a un entendimiento y no de darle rienda suelta a tus pasiones.
Una persona que sabe decir las cosas a tiempo, de forma clara y sin herir, seguramente está más preparada para llevar todas sus relaciones a un nivel superior. Esto evita infinidad de problemas y de preocupaciones. Aprender a comunicarnos desde el corazón, vale la pena.