sábado, 16 de enero de 2021

El roble y la espiga: una metáfora sobre la flexibilidad psicológica

La metáfora del roble y la espiga nos muestra dos formas de hacer frente a la adversidad. Una que nos rompe por dentro y otra que nos ayuda a adaptarnos y seguir adelante. ¿Con cuál te identificas?

Solemos pensar que, ante la adversidad, ser fuertes nos hace más invencibles frente a ella. Sin embargo, a veces es más necesario ser flexibles. La metáfora del roble y la espiga ilustra el concepto de flexibilidad psicológica como una fortaleza propia que puede desarrollar el ser humano.

La metáfora del roble y la espiga es un recurso empleado en la terapia de aceptación y compromiso (ACT), que junto otras metáforas nos permite visualizar de forma clara, el concepto de flexibilidad psicológica. A continuación, te lo contamos.

La metáfora del roble y la espiga

Durante toda una tarde, el viento soplaba fuerte. Tanto fue así que un roble y una espiga respondieron ante el mismo de forma diferente. Mientras el roble se hacía más rígido, la espiga aprovechaba la dirección del viento para adaptarse a las condiciones adversas de las inclemencias climáticas.

Después de varios años soportando fuertes tormentas, el roble pasó de ser un árbol flexible a desarrollar una postura más rígida. Tantos años de condiciones climáticas adversas le habían convertido en un ser más duro, pero también en un ser arrogante. Por su parte, la espiga entendió que no podía controlar esa situación –aceptación- y optó por una postura flexible.

Mientras que el roble renegaba del viento e iba en contra del mismo, se decía lo que sus padres le habían enseñado: “tú eres roble y aristócrata”, “de ninguna manera vas a ceder”, “jamás debes mostrarte débil ante el enemigo”, “no pienses en el miedo y no lo sentirás”, “el viento jamás debe percatarse de tus temores”.

Por su parte, la espiga adoptó una actitud más humilde. Sabía que el viento era poderoso y pedía consejo a otras espigas para obtener mayor conocimiento sobre cómo actuar ante esas situaciones. Además de observar al viento, no ocultaba sus temores. Respiraba ante la adversidad.

El roble, que no entendía a la espiga, la miraba con menosprecio mientras la espiga lo miraba con admiración. En una ocasión, la tormenta duró toda la noche y el viento sopló como nunca antes lo había hecho. Ambos actuaron, como solían hacer: el roble con rigidez y la espiga con mayor flexibilidad, hasta poner al límite sus recursos.

En un momento, las rachas de viento eran tan fuertes que el roble no pudo más y con un grito de dolor, el tronco se dobló y quedó partido en dos. La espiga, con su flexibilidad, cedió tanto que se quedó literalmente, pegada en el suelo. Cuando la luz del sol amaneció, el roble fue testigo de cómo la espiga recuperaba su forma. Con el paso de los días, surgieron nuevos brotes en el suelo. Solo el tiempo dirá si son robles o son espigas.

La terapia de aceptación y compromiso (ACT)

La metáfora del roble y la espiga ejemplifica algunos de los valores y los procesos de la terapia de aceptación y compromiso. Son los siguientes.

La orientación hacia valores

Nos permite conocer qué terrenos o aspectos de la vida son valiosos. Mientras para el roble es la rigidez, la espiga es ser más flexible. Los valores sirven como direcciones de la propia conducta.

La desesperanza creativa

Este proceso busca que la persona tome conciencia acerca de la inutilidad de sus intentos de solución de problemas. En este caso, el roble no cuestiona la utilidad de sus intentos para hacer frente al viento hasta que se quiebra.Para el cuestionamiento de los intentos infructuosos también se utiliza la metáfora de las arenas movedizas.

Abordar que el control es el problema

En este proceso se busca que la persona entienda que los propios intentos de control son el problema. Este caso lo representa el roble, con sus intentos de controlar al viento y no adaptarse al mismo.

La aceptación

Este proceso es el que lleva por nombre la terapia de aceptación y compromiso (ACT) y lo encarna la figura de la espiga, en el momento que acepta la fuerza del viento. Esta aceptación no es un proceso pasivo. No supone una pérdida, sino lo contrario.

La espiga acepta que no puede luchar contra el viento, lo que le permite buscar otras vías para superar el viento, o la adversidad.

La defusión cognitiva

Este proceso consiste en hacer un cambio en el uso normal del lenguaje y las cogniciones de tal manera que el proceso de pensamiento se hace más evidente. Se anima a las personas que cambien la relación con los pensamientos y otras experiencias privadas y verlas como eventos mentales que van y vienen.

Se trata de no fusionar los pensamientos con las emociones de malestar. En este caso, la espiga separa el pensamiento con la emoción, y este proceso incrementa la probabilidad de aceptación. Un ejercicio conocido de la defusión cognitiva es el de las nubes.

El “yo” como contexto

Este proceso pretende contextualizar verbalmente la construcción del yo, diferenciándolo de los pensamientos, sentimientos y recuerdos. Se busca que la persona se aleje de los contenidos verbales, dejándolos de considerar parte de su identidad personal y que busquen un sentido de identidad que trascienda lo literal.

Mientras el roble dice “yo soy un aristócrata y fuerte”, la espiga se desliga de la identidad literal y busca cómo identidad personal ser más flexible ante el contexto. Además de esta, la metáfora de la casa y los muebles ilustra también este proceso.

La acción comprometida

Este proceso busca definir metas en las áreas del camino, con aceptación, a pesar de la adversidad y los obstáculos. Mientras el roble toma una acción estática, la espiga busca –preguntando a otras espigas- actuaciones dirigidas a una acción comprometida.

La metáfora del roble y la espiga no solo representa los procesos de la ACT, sino también otros valores que resulta positivo cultivar para el crecimiento personal. Así, por ejemplo, para determinar si son espigas o robles lo que renace del suelo, esta metáfora nos recuerda que la paciencia y el proceso del tiempo son esenciales para obtener resultados.

viernes, 15 de enero de 2021

¿Cómo son los narcisistas vulnerables?

¿Cómo son percibidos y cómo se perciben a sí mismos los narcisistas? ¿Qué reacción tienen cuando se sienten heridos los narcisistas vulnerables?

Les habría costado predecir a Némesis y al joven Narciso que el engreimiento de este acabaría dando nombre a un tipo de trastorno de personalidad: el narcisismo. Menos aún podían prever lo que la investigación psicológica ha dado de sí en estas últimas décadas. Actualmente, numerosos autores defienden la existencia de dos subtipos de esta patología: los narcisistas vulnerables y los narcisistas grandiosos.

Aunque ambos subtipos comparten rasgos de personalidad, sus diferencias son tangibles. ¿Cómo podemos diferenciarles? Teniendo en cuenta sus particularidades, ¿cuál de ellos crees que se haría más fotos a sí mismo? ¿Y cuál de ambos consideras que cae mejor a los demás? ¡Te lo contamos!

La diferencia entre los dos subtipos de narcisismo

En términos generales, las personas narcisistas se caracterizan por presentar un comportamiento agresivo y rígido con los demás. Igualmente, destacan por presentar sentimientos excesivos de vanidad y grandiosidad. Sin embargo, si atendemos a dos cuestiones, los dos subtipos mencionados son fáciles de diferenciar entre sí. A la percepción que tienen de sí mismos y a la que generan en los demás.

Así, mientras que los narcisistas vulnerables realizan esfuerzos por defender su ego, los grandiosos se muestran convencidos de su magnificencia. Esto influye, a su vez, en cómo son percibidos uno y otro por los demás. Y hay diferencias.

Los narcisistas vulnerables suelen ser considerados como introvertidos y reservados. Por su parte, los grandiosos mayoritariamente suelen ser vistos como extrovertidos. Esto último puede situarles en una posición de privilegio respecto a otras personas, a las que puede causar perjuicio. De manera congruente y resolviendo la pregunta lanzada al comienzo de este artículo, es el subtipo grandioso el que publica mayor número de fotos, se toma más “selfies” y obtiene más “me gustas”, según las investigaciones actuales.

Características de los narcisistas vulnerables

Este subtipo de narcisismo se conoce también como “hipervigilante” o “encubierto”, lo cual nos da pistas de qué rasgos son los predominantes en cuanto a su comportamiento. A continuación, se explica por qué se les define así y cuáles son sus características más representativas.

Hipersensibilidad y enmascaramiento

Los narcisistas vulnerables suelen ser muy sensibles a las reacciones de los demás. Por ello, cuando alguien se comporta de una manera que interpretan o consideran como negativa hacia ellos, se sienten desproporcionadamente heridos. Un evento o acción que a priori a otra persona no le causaría ningún tipo de agravio, en ellos tiene un impacto emocional intenso.

Ese recogimiento encierra está motivado por una sensación de decepción con los demás, al considerar que han sido traicionados. Sin embargo, tienen gran habilidad enmascarando este sentimiento, ya que de cara al exterior, estas personas aparentan ser tímidas y vergonzosas. E incluso pueden llegar a ser consideradas como empáticas.

Ansiedad y baja autoestima

Ese repliegue hacia sí mismos les genera desasosiego y un alto nivel de ansiedad, que se ve acrecentada por su baja autoestima. Ante la desaprobación social, su respuesta es la inhibición afectiva, por lo que comienzan a evitar contactos sociales.

Poco a poco, van limitando sus relaciones y disminuyendo su entorno de confianza. Lo cual, a la postre, puede derivar en un aislamiento social severo. Por tanto, se puede concluir que los narcisistas vulnerables no suelen rodearse de mucha gente, prefieren la soledad antes de ver amenazada su integridad personal.

Evitan ser el centro de atención

Lejos de lo que pueda parecer por sus alardes de grandiosidad, los narcisistas vulnerables prefieren permanecer en un segundo plano. Debido a su necesidad de aprobación social como modo de autorregularse y regular su autoestima, no buscan ser el centro de atención. Por el contrario, prefieren que el foco recaiga sobre los demás.

Por eso, no suelen llevar el peso de las conversaciones. Incluso todo lo contrario. Optan por ocupar el lugar de buen oyente. Escuchan con mucho esmero y cuidan su actitud cuando otros se dirigen a ellos. Mantienen el contacto visual y una postura corporal adecuada, y emplean con gran habilidad social sus gestos mientras los demás les hablan. Sin embargo, no lo hacen por interés hacia lo que puedan contarles, sino que les mueve otro motivo: reafirmar sus creencias.

Los narcisistas vulnerables escuchan para poder dar lecciones a los demás de lo poco atendidos que se sienten. Tal es así que suelen reprochar lo poco escuchados que ellos se sienten. En conclusión, aunque este tipo de narcisismo necesita de la misma cantidad de atención que el otro subtipo, sus aspiraciones y creencias de valía son más inconscientes. Y solamente se manifiestan en su entorno social más cercano. Son personas hipersensibles, que se mantienen en constante alerta y que refuerzan su baja autoestima a través de los refuerzos sociales de las personas que le rodean.

jueves, 14 de enero de 2021

El síndrome del explorador, la necesidad de explorar y cambiar rutinas

¿Qué es el síndrome del explorador y cómo se relaciona con la personalidad? ¿Cómo son estas personas, y cómo podemos detectarlas? ¡Descúbrelo, aquí!
¿Alguna vez has escuchado a hablar del síndrome del explorador? Se trata de personas que necesitan, como su propio nombre indica, explorar continuamente entornos nuevos, conocer a gente nueva, vivir experiencias diferentes, buscar retos…

Es decir, son personas a las que no les gusta estar estáticas, que necesitan movimiento y acción. ¿Cómo se relaciona este síndrome con la psicología de la personalidad? Existe alguna dimensión de la misma que podamos vincular a este concepto? Como veremos, ¡sí! Descubre qué dimensión es y cómo se puede evaluar.

¿Qué es el síndrome del explorador?

El síndrome del explorador se utiliza para designar a aquellas personas que se cansan de hacer siempre lo mismo, que se agobian por las rutinas, que necesitan estimulación y aventuras constantes, aprender cosas nuevas, vivir nuevas experiencias…

En definitiva, son personas curiosas y despiertas que no incluyen la palabra aburrimiento en su vocabulario, y que se mueren por asumir nuevos retos de manera constante.

Un patrón de conducta

Cuando hablamos del síndrome del explorador, hacemos alusión, en realidad, a un patrón de conducta en el que las personas manifiestan una gran curiosidad por vivir nuevas experiencias, por visitar lugares nuevos, espacios desconocidos y, en definitiva, por vivir nuevas aventuras.

Las personas con este síndrome, a diferencia de lo que ocurre con las personas que buscan rutina y seguridad, sienten un bloqueo si se ven inmersas en esas rutinas que a tantos otros les gustan. Es decir, necesitan salir de ella, ir más allá y explorar en nuevos entornos.

Búsqueda de sensaciones

Pero el síndrome del explorador no es un concepto nuevo. Ya Marvin Zuckerman (1928-2018), Doctor en Psicología Clínica en la Universidad de Nueva York, habló de la dimensión de personalidad de la “búsqueda de sensaciones”. Así, incluyó esta dimensión en su teoría de la personalidad, que tuvo una gran influencia en la Psicología de la Personalidad.

La teoría supuso una alternativa al famoso modelo Big Five de la personalidad (la teoría predominante), y se basaba en los factores biológicos de la personalidad descritos por el psicólogo inglés Hans Eysenck (1916-1997).

Según el modelo de Zuckerman, la búsqueda de sensaciones implicaría la necesidad de recibir sensaciones nuevas, variadas y complejas provenientes de experiencias y voluntad por sentir riesgos físicos y sociales por tomar parte de ellas. En realidad, a través de esta dimensión, estamos hablando también del síndrome del explorador.

Subdimnesiones

La búsqueda de sensaciones de Zuckerman incluye 4 subdimensiones. Estas configuran la totalidad de la dimensión, y son rasgos o características que encontramos en las personas con el Síndrome del explorador:
  • Búsqueda de aventura y riesgo.
  • Búsqueda de experiencias.
  • Desinhibición.
  • Susceptibilidad al aburrimiento.
¿Cómo detectar el síndrome del explorador?

Enlazando la pregunta con la teoría de Zuckerman, encontramos que éste desarrolló un cuestionario para evaluar la dimensión de la búsqueda de sensaciones. Se trata del Cuestionario de intereses y preferencias de Zuckerman (SSS). Otra alternativa para evaluar dicha dimensión es el Test de personalidad (ZKPQ), también del mismo autor.

Más allá de pruebas psicológicas y test, y en “la vida real”, no nos resultará difícil detectar a personas con el síndrome del explorador. ¿Por qué? Porque son personas que, generalmente, no pueden estar quietas; necesitan cambiar a menudo de entorno, de vida, de trabajo…

Son personas que se adentran continuamente en aventuras, que buscan retos y sobre todo, a las que les suele gustar mucho viajar. Así que si te encuentras a una persona con estas características, seguramente no te pase inadvertida: ¡Estás ante alguien con el Síndrome del explorador!

¿Qué dicen los estudios?

El síndrome del explorador, así como la dimensión de búsqueda de sensaciones: ¿son características innatas? ¿O vamos desarrollando estas características influenciados por el entorno? ¿Qué conductas se asocian a este patrón de comportamiento?

En este sentido, un estudio de Ball, Farnill y Wangemen (1984), citado en Chico (2000), proporcionó apoyo a la influencia no genética en la búsqueda de sensaciones. Otro estudio, llevado a cabo por Serrano et al. (1996) y también citado en Chico (2000), señaló que hay conductas que están relacionadas con esta manera de ser: concretamente, el consumo de drogas y conductas de riesgo social, más frecuentes en hombres que en mujeres.

¿Algo bueno o malo?

Y tú, ¿conoces a alguien con el síndrome del explorador? ¿O puede que tú mismo seas uno de ellos? Como hemos visto, las personas con este síndrome buscan experimentar emociones y vivir de manera intensa. Por lo tanto, la rutina les cuesta un montón.

Suelen salir con frecuencia de su zona de confort (por no decir que no pasan mucho tiempo allí); no se trata de algo, para nada, patológico, aunque haya estudios que relacionen esta dimensión de la personalidad (búsqueda de sensaciones) con el consumo de drogas o la adopción de conductas de riesgo.

Puedes perfectamente tener el síndrome del explorador y no adentrarte en situaciones problemáticas (al contrario, vivir al máximo y de forma satisfactoria). Sea como sea, si conoces a alguien con dicho síndrome, ¡seguro que a su lado no te aburres!


miércoles, 13 de enero de 2021

Tiempo diario para preocuparse: ¿qué es y cómo puede ayudarte?

¿Alguna vez has sentido que la preocupación te invade y te impide continuar con tu vida cotidiana? Entonces, esta técnica puede ayudarte.

¿Alguna vez la preocupación ha interferido en tu trabajo, en los estudios o en tus relaciones personales? Todos nos sentimos inquietos o angustiados en algún momento. Sin embargo, cuando este sentimiento se presenta con una intensidad muy alta o de forma prolongada puede causarnos un gran malestar. Acotar un tiempo diario para preocuparse nos ayuda a gestionar este desagradable estado.

La preocupación, al igual que la ira, la tristeza y otras emociones negativas es necesaria y cumple una función. Nuestra supervivencia se debe, en gran parte, a que en ciertas situaciones de riesgo fuimos capaces de preocuparnos y actuar para resolver el problema. Esa es la misión de la preocupación, movilizarnos a nivel mental para barajar opciones y a nivel físico para aplicar la alternativa escogida.

La dificultad surge cuando esta inquietud nos paraliza y nos atrapa en un bucle repetitivo de pensamientos que no nos conduce a ninguna solución. En este punto, la preocupación se convierte en obsesión y comienza a invadirnos de forma intrusiva e incesante, impidiéndonos cumplir con nuestras obligaciones o disfrutar de nuestro tiempo de ocio. ¿Te ha sucedido? Entonces, presta atención a la técnica que exponemos a continuación.

¿Qué es el tiempo diario para preocuparse?

Cualquier preocupación cotidiana puede convertirse en patológica, pues esto no depende del contenido del pensamiento sino de la frecuencia y la intensidad con que se presenta. El miedo a ser despedidos, el malestar por haber discutido con nuestra pareja o el temor a envejecer son preocupaciones comunes que, para algunas personas, se tornan desbordantes.

Llegados a ese punto, es evidente que, o bien no podemos hacer nada al respecto, o ya hemos analizado incesantemente nuestras opciones de actuación. Por lo mismo, seguir dando vueltas mentales al asunto no nos aporta nada positivo y es ya un hábito perjudicial del que no podemos librarnos.

Así, el tiempo diario para preocuparse propone limitar los periodos en los que la mente se halla inmersa en dichos pensamientos. Establecer un horario destinado específicamente a preocuparnos y liberar el resto de nuestro día. Por ejemplo, acordamos con nosotros mismos que, cada día, de 10 a 10 y cuarto nos centraremos en aquello que nos angustia. Y nos comprometemos a no invertir nuestra energía mental en ello fuera de ese periodo.

¿Qué nos aporta esta técnica?

En primer lugar, el tiempo diario para preocuparse da solución a nuestra incapacidad para funcionar correctamente a causa de la preocupación. Fuera del horario delimitado no hemos de preocuparnos, por lo que podemos centrarnos en atender las distintas áreas de nuestra vida.

Pero, además, evita en gran medida el “efecto rebote” que podría producirse si tratamos de eliminar por completo ese pensamiento perturbador. Así, no es necesario luchar para erradicar esa preocupación de nuestra mente, no hemos de desgastarnos en ello; solo hemos de posponerla sabiendo que en un tiempo podremos atenderla.

¿Cómo poner en práctica el tiempo diario para preocuparse?

La técnica es muy sencilla en su planteamiento, aunque la aplicación puede resultar costosa al principio. Simplemente escoge un periodo de tiempo que vayas a dedicar a preocuparte. Unos quince minutos son suficientes, pero trata de ajustarte al mismo horario cada día.

Fuera de ese espacio, mantén tu mente alejada de la preocupación. Para ello puedes recurrir a la parada de pensamiento; sin embargo, en algunas personas esto crea un aumento de la ansiedad. Por lo mismo, puede ser más conveniente escoger de manera deliberada otro pensamiento y centrarte en él.

También es positivo aprovechar este tiempo para plasmar por escrito aquello que te preocupa y categorizarlo. ¿Cuántos son problemas reales y cuántos imaginarios? ¿Cuáles están bajo tu control y cuáles no? Estas cuestiones te ayudarán a tomar una nueva perspectiva.

El tiempo diario para preocuparse nos devuelve el control

Uno de los mayores beneficios de esta técnica es que nos ayuda a ser conscientes de que los pensamientos no son incontrolables. En cada momento podemos elegir hacia dónde dirigir nuestra atención y nuestro foco mental. Lo que suele suceder es que, ante aquellos pensamientos que nos asustan o nos generan malestar, oponemos resistencia. Una medida que solo los vuelve más intensos y pesados.

El tiempo diario para preocuparse nos ayuda a acotar en el tiempo y en el espacio la influencia de las preocupaciones. Se trata de establecer un rato para pensar en ellas, en lugar de poblar la jornada de momentos en los que intentamos abordarlas. Hablamos de una estrategia que nos va a devolver la sensación de control sobre lo que nos ocurre también a nivel mental.

martes, 12 de enero de 2021

Los efectos nocivos del azúcar en el cerebro

 El discurso de la ciencia de la nutrición ha cambiado mucho a lo largo de los años. Con las últimas investigaciones, se ha descubierto que uno de los principales enemigos de la salud, y causante de la obesidad, es el azúcar. Sin embargo, lo que mucha gente no sabe es que esta sustancia también tiene efectos muy negativos sobre el cerebro.

Y es que, además de estar relacionado con enfermedades del corazón o con la diabetes, el azúcar provoca toda clase de problemas en nuestra mente. En este artículo descubrirás cuáles son los más preocupantes. No obstante, antes de meternos de lleno en el tema, es necesario despejar algunos de los mitos sobre esta sustancia.

Pero, ¿el azúcar no es bueno?

Mientras crecíamos, fuimos bombardeados con una serie de ideas sobre la alimentación y la nutrición totalmente falsas. Por ejemplo, la creencia de que el principal factor de riesgo para sufrir enfermedades del corazón es el consumo de grasas.

Durante mucho tiempo, se promovió el azúcar como una sustancia totalmente inofensiva y sin ningún efecto perjudicial para la salud. Sin embargo, en el año 2016 una investigación reveló que la industria azucarera había sobornado a varios investigadores a lo largo de la historia. ¿Su objetivo? Ocultar todos los efectos perjudiciales de esta sustancia, que hoy en día sabemos que está relacionada con el cáncer y las enfermedades de corazón.

Pero quizás más preocupantes son los últimos descubrimientos sobre los efectos del azúcar en nuestro cerebro. A continuación veremos cinco de los más importantes.

Produce adicción

A pesar de sonar a fábula, la adicción al azúcar es un problema real. Este trastorno afecta cada vez a más personas, que sienten que tienen que consumir más cantidad de esta sustancia para sentirse bien. De hecho, aquellos que la han eliminado de su vida hablan de síntomas muy desagradables durante los primeros días.

Por ejemplo, al dejar el azúcar, los adictos podrían sentir dolores de cabeza, mareos, debilidad muscular, ansiedad y bajadas de tensión. Por suerte, estos síntomas no son permanentes, solo duran hasta que el cuerpo se adapta a funcionar sin la sustancia.

¿Cómo funciona esta adicción? Al ser absorbido por nuestro organismo, el azúcar libera una gran cantidad de endorfinas en nuestro cerebro. Así, cada vez sentimos menos placer con el resto de aspectos de nuestra vida, necesitando ingerir esta sustancia para sentirnos bien.

Causa problemas de memoria y de aprendizaje

Un estudio de la Universidad de California sobre los efectos del consumo de fructosa (una de los tipos de azúcar encontrado en los vegetales, las frutas y la miel) reveló que afecta negativamente a la formación de sinapsis en el cerebro. Es decir, al tomar mucha fructosa, nuestra capacidad de aprender y formar nuevas conexiones se ve disminuida.

Por otra parte, otras investigaciones también han mostrado que las personas que toman mucha fructosa presentan menores niveles de FNDC. Esta sustancia (cuyas siglas significan ‘factor neurotrófico derivado del cerebro’) tiene un efecto fundamental sobre nuestra capacidad de generar nuevos recuerdos y aprender nueva información.

Incluso, algunos estudios sugieren que un consumo de azúcar podría tener una relación directa con el alzheimer. De hecho, la comunidad médica se ha planteado clasificar esta enfermedad como diabetes tipo 3.

Afecta a nuestro estado de ánimo

No solo nuestras capacidades cognitivas están en peligro. Al tomar glucosa, nuestro estado de ánimo varía de formas extremas. Debido a sus efectos sobre la insulina en nuestro cuerpo, los picos de azúcar pueden provocarnos depresión, ansiedad y cambios de humor repentinos.

A largo plazo, estos efectos pueden volverse aún peores. Cuando ingerimos glucosa, nuestro cerebro libera serotonina, uno de los neurotransmisores implicados en el placer. Sin embargo, las reservas de esta sustancia no son infinitas: al emitirse de manera continua, cada vez quedará menos cantidad en el cerebro.

Por ello, una persona que lleve mucho tiempo consumiendo demasiado azúcar lo tendrá muy difícil para sentir emociones positivas de manera continua.

Impide que nos sintamos saciados

Por último, recientes investigaciones han descubierto que la glucosa “secuestra” nuestro mecanismo de saciedad. Debido a ello, tomar demasiado de esta sustancia hará que nos sintamos siempre hambrientos. Esto está altamente relacionado con problemas de obesidad y sobrepeso.

El problema está causado por el efecto del azúcar sobre la oxitocina y sus funciones en el cerebro. Uno de los papeles de este neurotransmisor es avisar a nuestro cuerpo de que estamos llenos. Sin embargo, la glucosa le impide realizar esta función.

Tomar azúcar tiene todo tipo de efectos indeseables sobre nuestro cuerpo. Sin embargo, más preocupantes pueden ser las consecuencias sobre nuestro cerebro. Si quieres mantener una buena salud física y mental, prueba a reducir el consumo de esta sustancia lo máximo que puedas.

lunes, 11 de enero de 2021

Expresa las emociones a tiempo, no esperes a explotar

Para tener una buena comunicación con los demás es muy importante aprender a hablar desde el corazón. Parece fácil, pero no lo es. Esto se complica aún más porque no implica solamente el decir, y el saber decir, sino también hacerlo a tiempo. Para aprender a hacerlo hay un solo camino: expresar las emociones.

No solo debes hablar de lo que sientes cuando todo está muy bien. De hecho, resulta mucho más importante hacerlo cuando las cosas van mal. Si te sientes ofuscado, perturbado o confundido, la salida no está en el silencio. Expresa las emociones. Habla de lo que te disgusta. No permitas que eso se quede dentro y comience a hacerte daño.

Manifiesta lo que piensas y expresa las emociones en todas las circunstancias. Y no solo eso: hazlo a tiempo también. No siempre es fácil identificar el momento correcto, pero ganas mucho cuando lo haces y vas adquiriendo poco a poco la habilidad para ser pertinente y preciso.

Expresa las emociones y ten en cuenta esto…

No hay una fórmula exacta para determinar qué es o qué no es una buena comunicación emocional. Sin embargo, sí hay un principio que puede guiarnos. Este dice: expresa las emociones cuando el deseo de hacerlo sea muy fuerte. Cuando sientas que de ello depende tu bienestar inmediato.

Es cierto que bajo estados de irritación o ira se experimenta un fuerte deseo de decir lo primero que venga a la cabeza. La mayoría de las veces nos arrepentimos de haber cedido a ese impulso, porque finalmente no sirvió para expresar lo que queríamos decir. En cambio de ello, hacemos daño y bloqueamos la comunicación.

Por eso otro de los principios de una comunicación emocional adecuada es la de no hablar en momentos de extrema exaltación. Bajo esos estados no se habla y no se actúa. Lo único que conviene es respirar, para estabilizarnos y lograr que nuestra mente funcione correctamente.

Las emociones positivas y negativas

Siempre es más sencillo aprender a hablar desde el corazón a partir de las emociones positivas. En realidad, siempre que sintamos algo positivo no deberíamos callarlo. Esta es una buena manera de comenzar a conectar emociones y palabras, sin tanta intermediación del pensamiento. En otras palabras, es una forma de alimentar la espontaneidad.

Ahora bien, con las emociones negativas es necesario tener más cuidado. Es un hecho que muchas veces nos educan para reprimir esas emociones negativas. Se les considera inconvenientes. Una fuente de conflicto. Por eso no es raro que nos formen bajo la idea de que siempre tenemos que callarlas o disfrazarlas. Esto termina siendo muy nocivo.

Empleamos la palabra “emociones negativas” con fines didácticos. Sin embargo, esto no implica que las emociones negativas sean insanas, también pueden ser sanas. Simplemente se siente lo que se siente y nada surge porque sí. En muchas ocasiones son la tristeza, la ira, la indignación y todo aquello que solemos llamar “negativo”, lo que conduce a evolucionar, crecer, resolver situaciones problemáticas latentes.

Comienzan como perturbación y terminan como explosión

Cuando algo nos molesta, o nos fastidia, o nos provoca rechazo, experimentamos una sensación de displacer. Queremos alejar esa incomodidad y por eso muchas veces decidimos ignorar lo que nos dicen esas emociones. Esto es errado. Al negar que se siente lo que se siente, o al reprimirlo, lo único que logramos es relegarlo a un lugar de nosotros mismos en donde se aloja como una bomba de tiempo.

Esto aplica particularmente para esas emociones negativas que surgen frente a situaciones que consideramos relevantes. Callar no es una opción. Si se guarda silencio, es muy probable que ese conflicto latente explote en cualquier momento, casi siempre de la peor manera. A veces con grandes manifestaciones de ira. En otras oportunidades con conductas que hacen daño a los demás. Las emociones dañinas siempre encuentran una vía para expresarse.

Por lo tanto, cuando experimentes una cierta perturbación en tus emociones, no lo dejes pasar. Examina con cuidado qué es lo que ocurre. Identifica exactamente cuál es la emoción o el sentimiento que te provocan. Una vez que hayas hecho esto, expresa las emociones. Con serenidad, con tacto. También con el interés de llegar a un entendimiento y no de darle rienda suelta a tus pasiones.

Una persona que sabe decir las cosas a tiempo, de forma clara y sin herir, seguramente está más preparada para llevar todas sus relaciones a un nivel superior. Esto evita infinidad de problemas y de preocupaciones. Aprender a comunicarnos desde el corazón, vale la pena.

domingo, 10 de enero de 2021

¿Qué podemos aprender de la cultura china?

La cultura china ha destacado por su eficiencia a nivel social y personal, así que deberíamos prestarle atención para aprender de ella. Aquí te contamos algunos de sus principios, los cuales puedes aplicar a tu vida para hacerla más plena.

Con más de 4000 años de dilatada historia en sus espaldas, no es ninguna obviedad decir que la cultura china es una de las más antiguas y desarrolladas del mundo. Puede tener sus seguidores y detractores. Sin embargo, es innegable su afán de superación y sobre todo la capacidad que tiene de adaptarse a cualquier medio sin ningún tipo de problema. Y es que, ya lo dijo el famoso artista marcial chino-estadounidense Bruce Lee con su famosa declaración “Be water my friend”

Quizá uno de los aspectos más importantes de la cultura china es su filosofía. Aunque es la unión de varias filosofías desarrolladas durante miles de años, la influencia del budismo es la más considerable. El budismo puede considerarse una religión, una filosofía práctica, o incluso, una psicología. Estas ideas basadas en las enseñanzas de Buda Gautama no se reciben por sus seguidores como dogmas de fe, sino que se plantea como una serie de ideas susceptibles de ser interpretadas. De hecho, se considera que se alcanza su comprensión mediante la práctica y la experiencia.

Si no te gusta algo, cambia de lugar

Una de las claves del éxito de la cultura china, es que no tienen ningún reparo de cruzar sus fronteras para labrarse un futuro mejor. Esto se puede aplicar también en nuestra rutina diaria. Es decir, si no te agrada algo o piensas que tienes que cambiar de aires, la mejor forma de conseguirlo es cambiar de lugar con el objetivo de que esa energía negativa que está recargada un algún lugar, se mueva a otro rincón. No hace falta que sean grandes distancias. Simplemente con cambiar de una habitación a otra (en tu trabajo o en casa) puede conseguir que veas las cosas desde un prisma mucho más positivo.

Pensar y actuar

Cuando un empresario chino tiene la idea de su negocio finalmente montada en su cabeza, este directamente pasa a la acción. No vuelve a pensar en todos los pros y los contras. Si ya lo ha decidido así, ya no hay vuelta atrás. Y si se ha equivocado, pues se cambia y ya está. Si extrapolamos esto a nuestra vida, en muchas ocasiones somos propensos a pensar demasiado las cosas antes que simplemente actuar.

Nos podemos equivocar claro está, pero una vez que hayamos tomado una decisión, lo mejor es pasar a la acción. En nuestro interior habrá una voz que nos diga “No, no lo hagas, seguro que lo haces mal”, pero no hay que dejar nunca que este sentimiento nos maneje a su antojo, ya que equivocarse significa aprender.

Sé siempre el primero

Cuando los chinos se dan cuenta que un nicho de mercado está demasiado saturado o que ya no es interesante para sus clientes, rápidamente buscan otros que puedan suscitar nuevos intereses. Así que si estás hastiado de tu vida, y crees que necesitas un cambio ¡muévete!

Apóyate en los tuyos

A la hora de crear un nuevo negocio, las familias chinas se apoyan muchísimo entre ellos. Aparte de prestarse dinero para abrir sus respectivas tiendas, también reciben todo tipo de apoyo “logístico” que se traduce en personal (amigos, familiares, etc.) que le ayude a poner en marcha todo. Así consiguen que sus objetivos lleguen a buen puerto de una manera mucho más rápida y efectiva.

De esto podemos aprender la importancia de saber pedir ayuda a nuestros seres queridos. A veces evitamos esas situaciones porque consideramos que no es su responsabilidad, o que tienen asuntos más importantes a los que dedicar el tiempo. Sin embargo, no podemos avanzar si no es con el apoyo de quienes están alrededor. Además, mejorará nuestro bienestar al saber que contamos con otras personas y fortalecerá esas relaciones.

Para ello, es interesante que te propongas nuevos retos que te ayuden a mantenerte siempre vivo. De esta forma, empezarás los días con mucho más optimismo y con ganas de comerte el mundo.