viernes, 16 de julio de 2021

El efecto Ringelmann: ¿cómo afecta al rendimiento de los grupos?

El efecto Ringelmann obedece al propósito de ahorrar energías cuando se piensa que estas no son relevantes para llevar a cabo una acción o tarea. No es tanto “descargarse en otros”, sino minimizar el valor del aporte individual.

El efecto Ringelmann es un fenómeno conductual que se da en los seres humanos cuando trabajan en grupo. En principio, se piensa que hacer algo en equipo lleva a que los esfuerzos individuales se sumen y esto produzca un mejor resultado. En la práctica se ha comprobado que esto no es exactamente así.

Lo que señala el efecto Ringelmann es que las personas tienden a hacer menos esfuerzos cuando trabajan en grupo. De hecho, cuanto más grande sea el grupo, menor será el trabajo individual que cada persona realice. Por lo tanto, el trabajo en equipo no suele generar mejores resultados en cuanto a esfuerzo individual se refiere.

Lo anterior plantea un problema, ya que son muchas las acciones en las que se requiere de la colaboración del colectivo para realizar alguna labor o actividad. El efecto Ringelmann ha sido estudiado a fondo y hoy por hoy también se conocen las formas en las que este puede disminuirse o neutralizarse.

El efecto Ringelmann

El efecto Ringelmann fue descubierto por el fisiólogo Maximilien Ringelmann a partir de una serie de experimentos que realizó entre 1882 y 1887. Su procedimiento fue muy sencillo y consistió en pedirle a grupos de diferentes números de personas que tiraran de una cuerda. Esta se encontraba atada a un instrumento que medía la fuerza de tracción.

Ringelmann hizo este ejercicio con grupos de dos, tres y ocho personas. Sus observaciones le permitieron concluir que cuanto más grande era el grupo de personas que hacían la tarea, menor era el esfuerzo que cada individuo realizaba en la acción de tirar de la cuerda. Las conclusiones de esta experiencia fueron publicadas en un documento de 1913.

Los datos indicaban que cuando se enfrentaba una persona contra otra tirando de una cuerda, cada individuo empleaba el 100 % de su fuerza. Si la labor se hacía en parejas, el esfuerzo disminuía a un 93 %. En los grupos de tres, bajaba a un 85 %. Cuando eran ocho personas las que tiraban de cada extremo, cada uno empleaba solo el 43 % de su fuerza. Así se verificó la existencia del efecto Ringelmann.

El efecto en los diferentes tipos de tareas

Otros investigadores, como Steiner, encontraron que el efecto Ringelmann presentaba variaciones, según el tipo de tarea del que se tratara. Primero clasificó las tareas aditivas. Estas son aquellas en las que el resultado de una tarea es fruto de la suma de los esfuerzos individuales. Corresponde al experimento hecho por Ringelmann; en teoría, cuantas más personas hagan fuerza, mayor será la energía presente. Pero en ese caso opera una idea, consciente o inconsciente, que se resume en “ya lo harán los demás”.

El segundo tipo de tareas se denominan “tareas disyuntivas”. En estas el rendimiento del grupo viene dado por la productividad del miembro más competente. Por ejemplo, una tarea de matemáticas que debe ser hecha en grupo. Lo que ocurre en estos casos es que quienes se sienten menos competentes dejan de hacer esfuerzos o de participar, ya que dan por hecho que otros están mejor preparados para realizar la labor.

El tercer tipo es el de las tareas conjuntivas. En estas se debe trabajar de manera uniforme. Un ejemplo de ello es la producción en línea, en donde cada individuo forma una pequeña parte, de una gran cadena. En esos casos, el efecto Ringelmann se expresa de modo que los individuos más hábiles disminuyen su rendimiento, pues no lo consideran relevante.

¿Hay soluciones?

Lo que se ha podido detectar es que el efecto Ringelmann obedece a dos factores. Uno es que cuanto más grande sea un grupo, menor es la motivación de cada individuo para aportar. Esto se debe a que su participación es menos notoria. El otro factor tiene que ver con el hecho de que, a mayor magnitud del grupo, menor es la coordinación entre sus integrantes.

En base a esto, se ha propuesto que el efecto Ringelmann puede contrarrestarse con una o varias de las siguientes acciones:

  • Identificar y valorar el desempeño individual. Si las personas saben que su labor recibe atención y reconocimiento, incrementan su deseo de hacerlo mejor.
  • Incrementar la competitividad. Cuando los esfuerzos individuales se evalúan y se premia o reconoce a quien lo hace mejor, también aumenta la motivación por esforzarse.
  • Fomentar la autoevaluación y la evaluación grupal. La autoconciencia, así como la mirada grupal son factores que ayudan a neutralizar el efecto Ringelmann.
  • Promover el trabajo en grupos pequeños antes que en grupos numerosos.

Así mismo, se ha encontrado que al fomentar la cohesión del grupo se logra un mayor compromiso. Es una forma de mejorar la coordinación entre los integrantes y de erradicar la idea de que el esfuerzo propio se le debe cargar a otros.

jueves, 15 de julio de 2021

¿Éramos más felices sin redes sociales?

El uso de las redes sociales está totalmente implantado en nuestra rutina diaria. Tras unos años formando parte de nuestra vida y más allá de los datos e información que nos aportan, en este artículo nos preguntamos si éramos más felices sin ellas.

Hay una pregunta que viene y va en nuestras mentes. ¿Éramos más felices sin redes sociales? La verdad es que si reflexionamos respecto a todo lo que hemos aprendido con las redes sociales, podríamos decir que han sido, por un tiempo, una buenísima fuente de información alternativa.

Sin embargo, la pregunta va más allá de la funcionalidad y utilidad. Con cualquier invento tecnológico que añadimos a nuestra rutina, tenemos que analizar si está sirviendo para hacernos sentir mejor. Si ha optimizado nuestras relaciones, cambiado rutinas desadaptativas o si nos produce bienestar utilizarlas.

Después de varios años utilizándolas, es conveniente pararnos a pensar en todo lo que nos ha traído o robado, en todo lo que nos ha ayudado o no en lo personal y profesional. Nos preguntamos por tanto en este artículo: ¿Éramos más felices sin redes sociales? La respuesta será diferente para cada uno de nosotros, pero reflexionar sobre algunos puntos nos ayudará a contestarla.

¿Éramos más felices sin redes sociales?

Tres mil millones de personas, alrededor del 40 % de la población mundial, usan las redes sociales en línea. Pasamos un promedio de dos horas al día compartiendo, dando me gusta, twitteando y actualizando información en estas plataformas, según algunos informes.

Con las redes sociales jugando un papel tan importante en nuestras vidas, ¿podríamos estar sacrificando nuestra salud mental y bienestar, así como nuestro tiempo? ¿Qué sugiere realmente la evidencia?

¿Éramos más felices sin redes sociales? La sensación de estrés

La gente usa las redes sociales para desahogarse. La desventaja de esto es que nuestros feeds a menudo se asemejan a un flujo interminable de estrés. En 2015, los investigadores del Pew Research Center con sede en Washington DC buscaron averiguar si las redes sociales inducen más estrés del que alivian.

En la encuesta de 1800 personas, las mujeres informaron estar más estresadas que los hombres. Se descubrió que Twitter era un “contribuyente significativo al estrés” porque aumentó la conciencia sobre el estrés de otras personas.

Estado amínico y redes sociales

Si nos paramos a pensar en muchas publicaciones que hemos visto, numerosas de ellas no las esperábamos o nos han afectado negativamente. Las buenas noticias sobre algo de nuestra vida o de nuestros amigos y familia se comunican de otra forma.

Por tanto, ¿qué estamos buscando? ¿Compararnos con los demás? ¿Conseguir encontrar gente afín con nuestra forma de pensar?

Compararse con los demás siempre conduce a frustración, porque siempre nos comparamos con los logros ajenos. Encontrar gente afín a nuestros ideales es inspirador, pero ¿realmente podemos ir con ellos a tomar un café o llamarlos algún día por teléfono? Esto puede ocurrir, pero seguro que el tiempo invertido en redes sociales es muchísimo mayor que el acompañamiento real y humano en nuestras vidas.

Más allá de los datos concretos, ¿éramos más felices sin redes sociales?

El fin de este artículo, cuyo título es una pregunta abierta, es invitar a reflexionar a los lectores a si las redes sociales, en su caso particular, han contribuido a su bienestar y si también observamos esa mejora en la sociedad en general. Tras unos años utilizándolas, podemos fijarnos en algunos indicadores.

¿Han mejorado las redes sociales nuestras relaciones íntimas? ¿Han combatido nuestra soledad?

La respuesta es radicalmente distinta para una persona que para otra, pero es necesario reflexionar acerca de si las redes sociales nos han aportado cosas positivas respecto nuestras relaciones, si lo siguen haciendo y, si fuera lo contrario, cómo enmendarlo o cambiarlo.

Cuando reflexionamos acerca de la mejora de las relaciones sociales, nos referimos al incremento del bienestar general en una persona por mantener relaciones frecuentes y significativas. La intimidad en las relaciones se traduce en la cantidad de apoyo social percibido. La sensación de sentirnos queridos y de poder contar con distintas personas para distintos planes nos hace más felices.

En definitiva, para mantener buenas relaciones, hay que mantener un contacto, hablar cara a cara, no dar las cosas por sentado y escucharse. Sin embargo, las redes sociales nos han dado una falsa sensación de familiaridad y contacto con los demás en donde parece que no hay que esforzarse por conocer al otro.

La pérdida de naturalidad y sensación de soledad

Cada uno expone lo que quiere en sus perfiles y con eso nos quedamos. Se ha perdido, en parte, la magia de las miradas, de las manías y complejos visibles que nos hacen imperfectos y a la vez apasionantes. Se ha perdido la conexión o rechazo inexplicable en las distancias cortas.

La sensación de ajetreo, de viaje constante, de prueba y error. Ahora estamos sistematizados y programados. Al principio parecía apasionante, pero añoramos los pequeños detalles. Cada vez estamos más hastiados de la perfección prefabricada. De una relación fluida en redes que no se traduce en un interés genuino por el otro en la vida real.

Echamos de menos a esa gente que no es nada perfecta en redes, pero es especial con tan solo saludarte con una sonrisa. Que no es protocolaria en todo lo que escribe, pero sí natural y buena en todo lo que dice y hace. No es que demos menos importancia al comportamiento en redes, pero con el paso de los años el tiempo invertido en ellas no es proporcional al beneficio emocional que nos aporta.

Así, nos vemos cualquier día queriendo disfrutar un día maravilloso y el teléfono no suena como antes. No hay gente que tenga que “buscarse la vida” para entretenerse. Tenemos un universo de perfiles en redes sociales abiertos, de plataformas digitales y de videollamadas o chats que hacer. Nunca el entretenimiento fue tan fácil y la dopamina dispensada tan rápido y a demanda.

Como conclusión, destacar que el documental “El dilema de las redes sociales” ya nos lo explicó: hemos hipotecado una vida más placentera de liberación prolongada por dosis continuadas de dopamina que nos atrapan y nos distraen.

Y tú qué piensas, ¿confundiste la satisfacción de pequeñas dosis por la satisfacción a largo plazo? Quizás esto nos ayude no a eliminarlas si no es eso lo que deseamos, pero sí a repensar nuestra relación con ellas.

miércoles, 14 de julio de 2021

Las personas sanas también experimentan alucinaciones

Las alucinaciones son propias de la esquizofrenia y otros tipos de psicosis. Sin embargo, las personas completamente sanas también pueden sufrirlas en determinados momentos. Te contamos más a continuación.

El estigma que rodea a las alucinaciones continúa siendo importante hoy en día. Generalmente consideramos que solo quienes padecen un trastorno mental severo sufren este tipo de fenómenos. Sin embargo, son mucho más comunes de lo que se cree, e incluso las personas sanas también experimentan alucinaciones.

Se estima que entre el 20 % y el 50 % de la población general ha sufrido alucinaciones en algún momento de su vida. Oír, ver, oler o sentir algo que no se encuentra realmente presente no es tan infrecuente ni es privativo de quienes padecen esquizofrenia u otros tipos de psicosis.

Sin embargo, es un asunto del que pocas veces se habla con libertad. Para tratar de eliminar este tipo de mitos queremos compartirte algunas de las situaciones más comunes en las que una persona sana puede sufrir alucinaciones.

¿Qué son las alucinaciones y por qué se producen?

Las alucinaciones son una alteración de la percepción por la que la persona percibe un estímulo que realmente no existe o no está presente. Pueden aparecer en cualquier modalidad sensorial (visual, auditiva, olfativa, táctil…) y deberse a diferentes causas.

Para comprender el fenómeno de las alucinaciones es importante considerar que en el cerebro se activan las mismas áreas durante las alucinaciones que en respuesta a un estímulo exterior real. Así, el mecanismo que permite distinguir una producción interna de un estímulo externo falla y la persona experimenta la alucinación como completamente vívida y cierta.

Las personas sanas también experimentan alucinaciones en diversos momentos

Muchas personas han experimentado alucinaciones durante su vida cotidiana sin apenas darle importancia. Incluso es posible que a ti te haya sucedido.

Por ejemplo, cuando caminamos por la calle y escuchamos que alguien grita nuestro nombre sin que esto haya llegado a ocurrir o cuando aseguramos haber escuchado el pitido de notificaciones del móvil sin que en realidad haya sonido. Estas son dos de las situaciones más comunes, pero existen muchas otras.

Privación sensorial

Cuando no recibimos estímulos del exterior es más probable que nuestras propias producciones internas (pensamientos, imágenes…) lleguen a percibirse como reales. Es por esto que, por la noche, en la oscuridad y el silencio, son más frecuentes estas percepciones sensoriales sin estímulo externo.

Lo mismo puede suceder cuando el individuo se sumerge en un tanque de aislamiento sensorial. Pese a que esta actividad resulta sumamente relajante para algunas personas, otras pueden llegar a experimentar alucinaciones.

Estrés y agotamiento

Cuando el organismo está sometido a un importante agotamiento físico y a un estrés emocional prolongado estos fenómenos perceptivos pueden aparecer.

En estas situaciones de elevada tensión emocional las capacidades cognitivas y de procesamiento se ven afectadas, pudiendo incluso dar lugar al surgimiento de brotes psicóticos breves que desaparecen a los días o semanas.

Duelo

Durante el proceso de duelo no es infrecuente que el doliente pueda llegar a ver, escuchar o sentir a su ser querido fallecido. Esto no es síntoma de un trastorno psicológico ni resulta preocupante a menos que su frecuencia sea excesiva o se extienda demasiado en el tiempo.

Estados intermedios entre la vigilia y el sueño

Muchas personas sanas, en el momento de dormirse o de despertarse, experimentan estos fenómenos perceptivos. Las llamadas alucinaciones hipnagógicas e hipnopómpicas hacen que el individuo escuche sonidos, perciba figuras o sienta presencias sin que exista una fuente externa que lo justifique.

Consumo de sustancias

Por supuesto, una de las principales causas por las que las personas sanas también experimentan alucinaciones es el consumo de sustancias psicoactivas. El LSD, la mescalina, el éxtasis o los derivados del cannabis, entre otros, pueden llevar a la persona a tener percepciones en ausencia de un estímulo.

Las personas sanas también experimentan alucinaciones, pero no lo cuentan

Dada la elevada prevalencia de alucinaciones en población sana cabe preguntarse cómo es posible que muchos de nosotros no conozcamos, en nuestro entorno cercano, testimonios de este fenómeno.

La realidad es que el estigma, los mitos y el miedo a ser tachados de “locos” hace que la mayor parte de los individuos no comuniquen ni compartan estas vivencias. Solo cuando estas persisten o generan un gran malestar se busca asesoramiento profesional.

Sin embargo, ha quedado demostrado que cualquier persona mentalmente sana es susceptible de experimentar este fenómeno en algún momento; y que, de hecho, es frecuente que ocurra. Por lo mismo, es importante que derribemos los mitos alrededor de las alucinaciones.

martes, 13 de julio de 2021

Tratamiento psicológico del dolor crónico

El dolor crónico es un dolor prolongado e incapacitante que afecta más mujeres que a hombres. El tratamiento psicológico del dolor crónico incluye: relajación, hipnosis o técnicas operantes, entre otros. ¡Descúbrelos!

El dolor crónico es un tipo de dolor que se prolonga más allá del tiempo de curación normal y que carece del sentido normal de advertencia nociceptiva. Es un tipo de dolor que ya ha dejado de ser adaptativo y que aparece en múltiples enfermedades. Dadas sus características, hay numerosas investigaciones que intentan esclarecer cuál es el origen y cuál es el tratamiento psicológico del dolor crónico idóneo para cada problemática.

En este artículo hablaremos de los siete tratamientos psicológicos más validados en la actualidad, según las guías de referencia en salud mental, para abordar este tipo de dolor. Te contamos en qué consiste cada uno de estos tratamientos desde la disciplina de la psicología para tratar de dar un poco más de luz sobre esta cuestión.

7 tratamientos psicológicos del dolor crónico

Si bien hay varios tratamientos contra el dolor crónico, a continuación vamos a destacar cuáles son los más eficaces y para qué tipos de dolor en concreto. Este tipo de tratamientos están enfocados a reducir la percepción el dolor y a aprender estrategias útiles para manejarlo mejor.

Técnicas de relajación

La relajación incluye técnicas orientadas a reducir los niveles de activación de la persona. Se compone de métodos, procedimientos o actividades diversas que ayudan a reducir los niveles de tensión física y/o mental y que permiten a la persona alcanzar un mayor nivel de calma y reducir la ansiedad, el estrés, la ira o, en estos casos, también el dolor.

Es considerado un tratamiento psicológico del dolor crónico bastante validado en la actualidad. Así, según la Guía de tratamientos eficaces de Marino Pérez (2010), la relajación es útil para romper el círculo de tensión-dolor que padece el paciente.

Población y tipo de dolor

Es un tratamiento bien establecido (considerado eficaz) en población infantil, aunque en población adulta aún está en fase experimental (faltan estudios). Por otro lado, según el Manual de Psicología de la Salud de I. Amigo (2012), la relajación se considera un tratamiento bien establecido, pero solo para algunos tipos de dolor crónico asociados a tensión muscular.

Estos incluyen cefaleas tensionales, migrañas… Sin embargo, según este manual, no sería eficaz para otros tipos de dolor como estrategia única, como por ejemplo en el dolor crónico de espalda, en casos de fibromialgia, etc.

Técnicas de biofeedback

Las técnicas de biofeedback (BF) permiten modificar voluntariamente una determinada respuesta o actividad fisiológica mediante el uso de instrumentación orientada a proveer información inmediata, precisa y directa a una persona sobre la actividad de sus funciones fisiológicas. Así, con ello se facilita la percepción de estas y pueden someterse a control voluntario.

Como dato curioso, fue Birk (1973) el que, al aplicar estas técnicas en la medicina, acuñó el término de medicina comportamental. El biofeedback se utiliza en el tratamiento psicológico del dolor crónico y se considera un tratamiento bien establecido (eficaz) en la enfermedad de Raynaud, por ejemplo (concretamente el biofeedback de temperatura).

También se utiliza en los casos de dolor del miembro fantasma, el cual no existe pero se siente tras una experiencia de amputación, por ejemplo. En cambio, en cefaleas infantiles no estaría considerado tan eficaz, como tampoco en el dolor crónico en general.

Técnicas operantes

Las técnicas operantes o conductuales implican la disposición ordenada de estímulos antecedes y consecuentes de la conducta problema o el síntoma, con objeto de modificar la probabilidad de emisión de dicho síntoma o problema teniendo en cuenta los factores contextuales.

Así, otro tratamiento psicológico para el dolor crónico, considerado eficaz en algunos casos, son las técnicas operantes. Concretamente, han demostrado ser muy eficaces en casos de dolor de espalda y muy útiles para recuperar conductas funcionales en el dolor crónico, pero poco eficaces en el dolor infantil.

Intervenciones cognitivas

Las intervenciones cognitivas serían otro tratamiento psicológico para el dolor crónico, aunque estas aún están en fase experimental. Tienen el objetivo de mejorar la calidad de vida del paciente ofreciendo la posibilidad de mantener o mejorar los aspectos cognitivos, conductuales y funcionales de la persona.

En el caso concreto del dolor crónico, son técnicas que ayudan al paciente a obtener una mejor aptitud a la hora de afrontar su dolor, entre otros aspectos. Esto le ayudaría en parte a mitigar el dolor.

También existe un tipo de programas multicomponente de corte cognitivo-conductual. Este tipo de programas incluyen técnicas variadas de tipo cognitivo y conductual. Son programas que han demostrado ser eficaces también para el dolor crónico, aunque no tanto para el dolor pediátrico.

Hipnosis

La palabra “hipnosis” denota una interacción en la cual el “hipnotizador” influye en la percepción, los sentimientos, los pensamientos y las conductas del paciente hipnotizado a través de sugestiones, es decir, de ideas e imágenes que pueden evocar los efectos que se pretenden conseguir.

La hipnosis también se ha empleado como tratamiento para el dolor crónico, aunque como estrategia única aún está en fase experimental. Sin embargo, se ha comprobado cómo potencia los efectos de otra estrategia utilizada, ya eficaz por sí sola.

Terapia de aceptación y compromiso

La terapia de aceptación y compromiso (o ACT) es una modalidad de terapia basada en el análisis del comportamiento, que emplea estrategias como la aceptación del pensamiento para ayudar a aumentar la flexibilidad psicológica. La aceptación plena puede ser beneficiosa en los pacientes con dolor crónico.

Según el Manual de Psicología de la Salud de I. Amigo (2012), ya mencionado, ha demostrado ser eficaz para paliar los síntomas del dolor crónico. Estos datos se corroboran también en Psicología de la Salud, de Gil Roales-Nieto (2004).

El dolor crónico y su asociación con otras problemáticas

El dolor crónico es un síntoma muy molesto e incapacitante. Según un estudio de Bautista y Jiménez (2014), este tipo de dolor representa un problema de salud en diferentes países del mundo, y su prevalencia varía desde un 16 % hasta un 70 %, siendo más frecuente en mujeres que en hombres.

Se asocia a enfermedades degenerativas y otras afecciones médicas (por ejemplo: fibromialgia, lesión medular, síndrome del miembro fantasma…). También existe mayor prevalencia en mayores de 65 años. Además, es un síntoma que muchas veces se acompaña de otras problemáticas de diversa índole.

Así lo asegura un estudio de Torralba et al. (2014), según el cual el 47 % de las personas con dolor crónico en España sufren un cuadro depresivo asociado y el 50 %, trastornos del sueño, según Breivik et al. (2006). Además, puede provocar también síntomas como la ansiedad u otros.


lunes, 12 de julio de 2021

Las apps para ligar desde la Psicología

Las formas para ligar y conocer gente han evolucionado, los tiempos han cambiado y la era de las nuevas tecnologías ha irrumpido en nuestras vidas. Las apps para ligar, como las apps en general, están de moda.

¿Quién iba a imaginar que las apps para ligar interesarían a la psicología? Las formas para ligar y conocer gente han cambiado en la era de las nuevas tecnologías.

Para algunos, sin la ayuda de un ordenador, de un teléfono móvil o de las apps para ligar resulta difícil interaccionar con los demás. Para otros la simple comodidad. Y para otros tantos, la completa instauración, en sus vidas, de la nueva era tecnológica.

Es por esto que interesan las apps para ligar desde la psicología. La forma en que nos relacionamos e interaccionamos con los demás han cambiado de unos años atrás, y hemos dado un salto abismal con respecto a cómo nos relacionábamos antes, conocíamos a gente nueva o nos acercábamos para conquistar a otra persona.

Las aplicaciones invaden las pantallas de nuestros smartphones. La oferta es enorme, y en el tema que nos ocupamos no lo es menos. Un dato curioso que nos revelan los estudios es que por norma no solemos utilizar más de seis aplicaciones (¡Con todas las que la mayoría tenemos instaladas!). Sorprendente, ¿verdad?

¿Por qué interesan las apps para ligar desde la psicología?

El interés de las ciencias sociales por el papel que juega la tecnología en las relaciones afectivas ha aumentado con la popularidad de las mismas.

La psicología se ha visto en la necesidad de involucrarse, viendo el impacto que las apps para ligar están teniendo en nuestra sociedad y raíz de los datos que los estudios aportan sobre el tema.

Un estudio del Pew Research Center encontró que el 27% de las personas en relación de pareja afirmaron que Internet ha tenido un impacto considerable en su vida de pareja, ya sea de forma positiva o negativa.

Lo más interesante del estudio es que, gracias a la popularidad de los teléfonos inteligentes, al menos un 30% de los encuestados comentaron sentir más cercanía o intimidad al intercambiar mensajes de texto con sus respectivas parejas, además de haber solucionado alguna discusión de una manera más sencilla.

No obstante, otro 33% de los encuestados afirmaron haberse sentido ignorados por el tiempo que sus parejas le dedican al dispositivo móvil (Lenhart & Duggan, 2014).

Relaciones y tecnología

El uso de dispositivos móviles ha sido asociado tanto al inicio como a la consolidación de las relaciones. En lo referente al inicio de la relación, se nota la rapidez de apps para ligar basadas en locación o micro-citas. Por mencionar algunas de ellas: Tinder, Grindr o Flirtie (Alvídrez & Rojas-Solís, 2017).

El abanico que ofrecen las apps para ligar facilita los encuentros mediante “prueba y error” en comparación con formas más aleatorias o tradicionales de conseguir citas.

¿Quiénes son más propicios a usar apps para ligar?

Los escasos perfiles elaborados en torno a Tinder, por ejemplo, señalan que las personas más sociables, impulsivas y que tienen necesidad constante de experimentar nuevas emociones son las más propensas a implicarse en citas de sexo casual (Carpenter & McEwan, 2016).

Por otra parte, Carpenter y McEwan (2016) destacan la orientación socio-sexual como otro posible moderador de estos encuentros: “las personas con mayor auto-restricción en términos de relaciones sexuales prefieren tener encuentros íntimos sólo con personas con quienes mantienen una relación estable. Por otra parte, los usuarios sin este tipo de restricciones serán más propicios a tener relaciones casuales con personas sexualmente atractivas sin buscar una relación a largo plazo”.

Las formas de ligar cambian con la llegada de la tecnología

En alguna ocasión, hemos podido llegar a preguntarnos cómo una app puede saber de nosotros mismos más que cualquier otra persona de nuestro entorno. Realmente nadie está exento y probablemente conozcamos a alguien que ha utilizado las apps para ligar, incluso nosotros mismos, y ahora tenga o tengamos una relación estable. Las formas de ligar han cambiado, igual que lo ha hecho el entono y las posibilidades.

Con las apps para ligar, las personas pueden navegar por la aplicación, visualizar infinitud de fotos y perfiles de usuarios diferentes, casi tantos como deseen. Basta simplemente con echar un vistazo y deslizar el dedo para aceptar o no. Antes nos conocíamos en la escuela, el trabajo o los círculos sociales, ahora nos basta con un solo dedo.

domingo, 11 de julio de 2021

Los peligros de querer alcanzar un significado a cualquier precio

Las personas vivimos en sociedades y, dentro de estas sociedades, pertenecemos a varios grupos en los que aspiramos a ocupar un lugar (tener un significado como parte del grupo). La pertenencia a estos grupos implica que tengamos una identidad social de cada grupo al que pertenecemos. De este modo, podemos decir que contamos con dos identidades, la identidad personal y la identidad social.

Dentro de estos grupos a los que pertenecemos, normalmente, buscamos destacar. Queremos ser personas importantes dentro del grupo. Esa necesidad se denomina búsqueda de significado. La búsqueda de significado es un deseo fundamental de importar, de ser alguien, de tener respeto.

Dado que los grupos sociales a los que pertenecemos están inmersos dentro de una cultura, la búsqueda de significado nos va a llevar a intentar alcanzar los logros que la cultura valora. Esto es, aquello que culturalmente consideramos importante, que además suele coincidir con aquello que las demás personas de nuestra cultura y grupo social admiran.

Para que se establezca el proceso de buscar significado, el establecimiento de una meta es lo primero. La búsqueda de significado se despierta por alguna circunstancia y, en respuesta, uno inicia una búsqueda de los medios para alcanzar ese objetivo. Para ello se recurre al grupo social que sea más importante para la persona, el cual espera que el individuo adopte sus normas y valores mientras que le ofrece aceptación y respeto.

La importancia del grupo en el significado

El significado va a depender de lo que el grupo piense. Por ello, el significado se basa en la realidad compartida del grupo. Una vez que la motivación de buscar significado se despierta, la atención se dirige al grupo para saber cuales son las normas que el grupo exige en diferentes circunstancias. Para que se despierte la búsqueda de significado tiene que darse alguno de estos tres casos: que perdamos significado, que exista la percepción de que podemos perder significado o que se nos presente una oportunidad de ganar significado.

La búsqueda de significado tiene dos consecuencias inmediatas: el efecto de empoderamiento al verse a sí mismo como parte de una entidad más grande y fuerte; y el efecto de sacrificio, la disposición a seguir las normas del grupo y/o actuar en su nombre sin importar el precio.

En consecuencia, cuando la ideología del grupo es justificadora de la violencia, esta búsqueda puede impulsar el apoyo de la violencia en nombre del grupo. Por el contrario, cuando la ideología del grupo es tolerante y benevolente, puede fomentar conductas conciliatorias y prosociales.

La parte negativa del significado

Como hemos dicho, la pérdida de significado o la oportunidad de ganar significado motiva un cambio dentro del grupo. Este cambio implica que el grupo social va a ser más importante para nosotros y vamos a estar dispuestos defender al grupo pagando un mayor precio. En caso de que nuestro grupo acepte de alguna forma la violencia o la incluya en su ideología, defender al grupo puede implicar usar la violencia. Tómese como ejemplo los grupos ultras de los equipos de fútbol.

De este modo, podemos comprender cómo se da un proceso de radicalización. Piénsese en una persona que se une a un grupo ultra. Esa persona, en algún momento puede estar motivado a buscar significado, a ser un miembro importante del grupo de ultras. Dado que el grupo acepta la violencia, esta persona va a considerar que el uso de la violencia le puede llevar a ser una miembro más importante para el grupo.

Si el objetivo propuesto, ser un miembro más importante dentro del grupo, es más relevante que otros objetivos que pueda tener, el uso de la violencia puede convertirse en el día a día de su vida.

El camino oscuro del significado

El camino a la radicalización comenzaría entonces con la excitación de la búsqueda de significado, que dirige la atención hacia los medios de significación. Estos se encuentran en la ideología colectiva de su grupo, son las creencias grupales del grupo social las que informan de lo que es significativo a los ojos de los demás.

Si tal ideología identifica la violencia como medios de significación, los individuos pueden apoyar y comprometerse con la violencia. El compromiso con el grupo va a restablecer su significado al ser recompensado de varias maneras (prestigio, recursos y sentimiento de pertenencia).

Como se ha visto, la búsqueda de significado puede conducir a la radicalización. El querer ser importantes y destacar dentro de un grupo social que de alguna forma justifica la violencia puede convertirnos en radicales. Sin embargo, y afortunadamente, los grupos que justifican la violencia no son la mayoría y la búsqueda de significado también puede conducir a ser miembros importantes en grupos comprometidos con valores no violentos.

sábado, 10 de julio de 2021

No te sientas obligado a cumplir con tu personalidad, eres libre de cambiar

¿Cómo te defines? ¿Qué piensas de ti? La respuestas a estas dos preguntas son muy importantes, ya que la imagen que tienes de ti condiciona en buena medida las decisiones que tomas.

“Es que yo siempre he sido muy tímido“, “soy muy impulsivo, no puedo evitarlo“o “me cuesta mucho negarme cuando alguien me pide un favor“. ¿Alguna vez has empleado afirmaciones similares a las anteriores para referirte a ti mismo? Seguramente sí, y es que los seres humanos jugamos con nuestra definición una y otra vez. Sin embargo, en determinados momentos, ser extremos defendiendo un valor puede colocarnos en situaciones muy complicadas. En este sentido, no te sientas obligado a cumplir con tu personalidad.

Mucho se ha hablado sobre el efecto de etiquetar a los niños y cómo influye en el desarrollo de su carácter. En este sentido, señalar a un infante como malo o miedoso aumentará las probabilidades de que realmente se comporte así. Extendiéndolo en el tiempo, las etiquetas que nos autoimponemos, ya de adultos, tienen un efecto similar. ¿Y si dejaras de limitarte?

¿Estás acostumbrado a cumplir con tu personalidad por inercia?

Hay muchos momentos en los que cumplimos con nuestra personalidad por pura inercia. Simplemente no nos paramos a pensar que tenemos la opción de actuar de un modo diferente al que venimos manteniendo desde hace años.

Es lo que sucede, por ejemplo, cuando rechazamos una invitación a una fiesta porque consideramos que se nos da mal hacer amigos. O cuando levantamos la voz y perdemos los papeles en una discusión con un ser querido porque estamos convencidos de que tenemos un carácter muy fuerte.

Evidentemente, estas creencias sobre nosotros mismos no son aleatorias. A lo largo de nuestra vida, habremos experimentado situaciones que nos han llevado a confirmar que somos poco sociables o muy temperamentales. Sin embargo, no estamos obligados a “casarnos” con esas definiciones. Somos libres de cambiar y más aún cuando estos rasgos de carácter perjudican nuestro día a día.

No te escudes en el “yo soy así” para continuar perpetrando actitudes que te dañan o dañan a quienes te rodean. Deja de definirte y de serle fiel a tus antiguas definiciones y atrévete a probar algo nuevo. Puede resultar costoso, pero el cambio es posible.

Tienes derecho a cambiar

Por otro lado, es posible que te encuentres en una situación en la que eres plenamente consciente de que cumplir con tu personalidad te está perjudicando y deseas dejar de hacerlo. No necesariamente los rasgos que deseas cambiar son negativos, tal vez se trata de cualidades positivas que están siendo mal enfocadas.

Por ejemplo, puede que siempre hayas sido una persona sumamente atenta y servicial; alguien que siempre está disponible para otros y se muestra generoso y comprensivo.

Tal vez hayas tomado conciencia de que estar siempre disponible para otros te desgasta emocionalmente. O quizá desees dejar de priorizar a los demás por encima de tus propias necesidades; pero, simplemente, no te sientes capaz de hacerlo porque estos rasgos forman parte de tu identidad. 

Cuando llevamos mucho tiempo pensando, sintiendo y actuando de un determinado modo nos resulta complicado desligarnos de esas actitudes. Solemos creer que son una parte inherentemente nuestra, pero la realidad es que cada día tenemos la oportunidad de escoger cómo actuar.

No estás obligado a seguir estando siempre disponible para otros, a decir siempre “sí”. Si te has dado cuenta de que algo no está bien, tienes derecho a cambiarlo. No tienes por qué seguir siendo la persona servicial y complaciente que dejaba en el último lugar de la escala de prioridades el cuidado personal, ni aquella que aceptaba malos tratos por evitar el conflicto. No estás obligado a cumplir con tu personalidad.

Tu personalidad es una elección diaria

En definitiva, tómate un momento para revisar lo que piensas de ti, para descubrir esas etiquetas que te impusiste hace años y que has venido cumpliendo rigurosamente. ¿Te agradan? ¿Te benefician? Si no es así, olvídalas, diséñate de nuevo, trabaja en tu nueva versión. No te limites con palabras y adjetivos, lo que de verdad te definen son tus actos y estos puedes escogerlos en cada momento.

Igualmente, acuérdate de realizar este ejercicio de revisión periódicamente y no temas cambiar de opinión. Tal vez lo que fuiste ya no es lo que eres, o lo que deseas ser. No es incoherencia, es crecimiento personal. No estás obligado a cumplir con tu personalidad, siéntete libre de cambiar.