viernes, 16 de diciembre de 2022

7 claves para dejar de sentirte culpable tras una equivocación

Si eres de esas personas que no deja de darle vueltas a la mente cuando comete una equivocación, es momento de gestionar un poco mejor esos sentimientos de culpa.

Cuando cometes un error, un descuido, un desacierto altamente desafortunado, no falta quien te dice aquello de “¡no te preocupes, de todo se aprende!”. Es cierto, toda experiencia es equipaje vital. Sin embargo, ¿cómo lidiar con el malestar que se derivan de estas situaciones? ¿Cómo dejar de sentirte culpable tras una equivocación?

El sentimiento de culpa cumple un importante papel de regulación social. Nos obliga a experimentar un conjunto de sensaciones desagradables para favorecer la introspección y, posteriormente, el cambio. Es decir, esta realidad emocional nos obliga a mejorar nuestra conducta para salvaguardar principios sociales, éticos e incluso morales.

Así, aunque concibamos la culpa como una realidad psicológica de valencia negativa, sentirla es una experiencia necesaria. Nos hace humanos. Nos convierte en personas empáticas. Una persona con un perfil psicopático o narcisista, por ejemplo, no sentirá el peso de la culpa en su trato dañino con los demás. Ahora bien, hay un problema evidente con la dimensión de la culpa.

A menudo cargamos demasiado tiempo con ella. El diálogo negativo tiende a alimentar su poder, a reforzar el sufrimiento y la carcoma persistente del recuerdo por ese incidente, por ese error determinado. ¿Qué podemos hacer en estas circunstancias? Lo analizamos.

Cómo dejar de sentirte culpable tras una equivocación

La culpa es esa emoción que tiene como propósito mantener la armonía social al motivar la reparación. Sin embargo, hay un hecho interesante al respecto. Por un lado, está la culpa que podemos sentir al generar un daño concreto a terceras personas. Sin embargo, también está esa sensación destructiva que surge cuando uno mismo se culpa de cosas irracionales.

Algo que sabemos bien desde el campo de la psicología es que las personas altamente exigentes derivan a menudo en estos escenarios mentales. Malestar, bloqueo emocional, agotamiento psicológico… Quien queda atrapado en esta cárcel de pensamientos insidiosos corre el riesgo de derivar en trastornos de ansiedad e incluso en estados depresivos.

De este modo, trabajos de investigación como los realizados en la Universidad de Lancaster y la Universidad de Kent en Reino Unido destacan algo interesante. El peso de la culpa, tanto si es inducida de forma experimental para una investigación como si es real, se vive de igual modo. El cerebro sufre.

Se experimenta un afecto negativo hacia uno mismo, hay arrepentimiento y una planificación futura. Es decir, quien más y quien menos se dice aquello de “pues la próxima vez no haré esto o haré eso otro”.

Sabemos ya en qué consiste este proceso mental y emocional. Sin embargo, si estamos pasando por esto mismo, ¿cómo dejar de sentirte culpable tras una equivocación? Lo analizamos.

1. Todo lo que sientes entra dentro de lo normal

Puede que el hecho de saber que la culpa es una experiencia muy común no alivie en exceso. Sin embargo, nos impulsa a comprender su función emocional. Es importante no vivir esto como algo excepcional o dramático.

Los sentimientos de culpa son permisibles y necesarios. Si los experimentas acepta esa vivencia y comprende que tienen un fin concreto: motivarte para actuar de manera reparadora.

2. Esos sentimientos de culpa: ¿son reales o irracionales?

Para dejar de sentirte culpable tras una equivocación es importante que reflexiones en lo sucedido. ¿Parte de algo concreto y objetivo? Ejemplo de ello es haber traicionado la confianza de alguien. En estos casos es común sentirnos mal con nosotros mismos.

Sin embargo, hay un hecho muy común: a menudo nos sentimos culpables de realidades que no tienen mucho sentido. Por ejemplo, sentirse culpable por no ser tan productivo, brillante o perfecto como deseamos. Culpables por no llegar a todo el mundo, por no solucionar los problemas de los demás y darles siempre lo mejor.

Por ello, hay que reflexionar en que si lo que experimentas es culpa malsana o culpa racional. Es decir, puede que estés reforzando sentimientos negativos hacia ti mismo ante realidades que no son del todo lógicas. No te devalúes, no seas tan exigente contigo mismo o alimentarás la sombra de una culpabilidad nada saludable.

3. Si se puede resolver, hazlo: repara cuánto antes. Si no es posible, acepta

Ante un error, un descuido, una mala palabra o una acción poco respetuosa solo cabe una respuesta: la reparación. La conducta prosocial se ejerce a través del perdón y la búsqueda por sanar lo dañado, ya que alivia y mejora las relaciones. Si aún estás a tiempo, actúa.

Ahora bien, en ocasiones, la reparación no es posible y, ante estos casos, solo cabe aceptar lo sucedido. También reflexionar sobre nuestra conducta y sacar conclusiones de cara al futuro.

4. Evita el pensamiento basado en absolutos: bueno-malo/blanco-negro

Otra clave para dejar de sentirte culpable tras una equivocación es evitar pensar en términos absolutos de todo o nada. ¿Se va a acabar el mundo por no ser la madre o el padre perfecto? ¿Es que tienes la obligación de ser siempre un empleado modelo e ideal? Desde luego que no.

Permítete fallar, acéptate cuando cometas un error, porque esa pequeña muesca en un día concreto no implica “ser malo o falible”. La vida está llena de tonos grises y que esto sea así es lo más normal del mundo.

5. Autocompasión para dejar de sentirte culpable tras una equivocación

¿Qué sería del ser humano sin sus errores? Probablemente no habríamos llegado hasta donde estamos sin cada equivocación, sin cada error o decepción generada a otros. Sin embargo, tenlo en cuenta: tienes pleno derecho a tener tu propia mochila de experiencias negativas. Todo esculpe, todo cincela tu personalidad y te permite adquirir nuevas competencias vitales.

Trátate con autocompasión, sé amable contigo mismo. Acepta tu vulnerabilidad y háblate con cariño.

6. Reflexiona en si, tal vez, debajo de la culpa hay otras emociones

Hay quien transita por el viaje de la vida con la sombra constante de los sentimientos de culpa. Culpa por haber fallado a muchos, por no haber logrado ciertas cosas. También por no ser lo que otros pensaban o uno mismo aspiraba. Ahora bien, debajo de ese óxido que deja la culpabilidad a modo de pátina, pueden existir otras realidades.

La tristeza, la ira o el resentimiento también son reforzadores de esta emoción. Por tanto, es importante desmenuzar cada emoción sentida y preguntarnos la razón por la que está ahí.

7. Valora todas las cosas buenas que has hecho para dejar de sentirte culpable tras una equivocación

Eres mucho más que cada error cometido. Eres tus logros, las personas que aman y las que te aman a ti. Si pones la mirada en el retrovisor de tu vida, descubrirás cuántas cosas notables has hecho. Ahí están tus logros, ahí cada cosa hecha con bondad y cariño por los demás.

Asimismo, ten en cuenta que no habrías llegado hasta donde estás sin haber cometido más de un error. Así que para dejar de sentirte culpable tras una equivocación concreta, echa la mirada atrás y luego adelante. Atrás para recordar todo lo logrado. Adelante para avanzar con mayor aplomo, templanza e inteligencia.

jueves, 15 de diciembre de 2022

Circuito antirecompensa del cerebro: ¿qué es?

¿Sabías que en nuestro cerebro además de un circuito de recompensa, también hay uno de antirecompensa? ¿Quieres saber de qué se trata? ¡Sigue leyendo!

En psicología y neurociencia, el sistema de recompensa es muy conocido; es el sustrato neurológico sobre el que se entienden, en gran parte, las adicciones, la motivación y los comportamientos orientados a metas. Este sistema es el encargado de mediar la sensación de placer en el organismo.

Sin embargo, al parecer, como suele suceder en muchos planos, este circuito también tiene un antagonista, un contrario que lo inhibe. Se presume que este es un conjunto de áreas del encéfalo que producen sensaciones poco placenteras a la hora de realizar una actividad. A este sistema se le conoce como circuito antirecompensa. Analicemos.

¿Qué es el circuito antirecompensa?

Solomon y Corbit (1974) propusieron la teoría de la motivación del proceso oponente. Con ella, asumen que muchos estados hedónicos, afectivos o emocionales conviven con otros mecanismos automáticos y opuestos del sistema nervioso central: su misión sería la de reducir la intensidad de las sensaciones hedónicas, tanto placenteras como aversivas.

Basándose en esta teoría, Koob (1989; 2008a) propuso que existen procesos parecidos en el trabajo de los sustratos cerebrales de la recompensa. Así como existe la tendencia a ir en busca de la recompensa, también existe un proceso opuesto de antirecompensa.

El concepto “antirecompensa” se basa en la hipótesis de que existen sistemas cerebrales especializados en limitar las recompensas. Así pues, el circuito de antirecompensa es un mecanismo mediante el cual el sistema nervioso contrarresta los efectos del sistema de recompensa, produciendo estados antagónicos: aversión, desagrado, insatisfacción, displacer.

Características

Algunas características de este circuito son las siguientes:

  • Es una red compleja de regiones cerebrales que da lugar a emociones negativas ante determinados eventos, sustancias y comportamientos.
  • Actúa como un freno para el circuito de recompensa, evitando así la búsqueda excesiva de recompensa.
  • Limita la recompensa que se desencadena por una actividad excesiva en el sistema de recompensas.
  • Compensa la activación del sistema de recompensa.
  • Es un mediador en los componentes desagradables del estrés y está involucrado en la adicción y la abstinencia.
  • Involucra partes de la amígdala y el núcleo accumbens. También involucra moléculas como corticotropina y dinorfina.
  • Regula la conducta y las adaptaciones del individuo frente a ciertos comportamientos y eventos ambientales.
  • Regula la excitación del estado anímico causada por el circuito de recompensa.
  • Previene la sobreestimulación del sistema de recompensa y, consecuentemente, la decadencia del organismo.
El circuito antirecompensa y la adicción

La adicción es un ciclo de disminución de la función de los sistemas de recompensa del cerebro y un aumento de la actividad del sistema antirecompensa que empeoran progresivamente, lo que ocasiona el consumo compulsivo de drogas (Koob y Le Moal, 2008b).

En este contexto, los procesos contraadaptativos que son parte de la limitación homeostática de la función de recompensa no vuelven al rango homeostático normal. Por lo tanto, el consumo excesivo de drogas tiene como resultado no solo la mejora a corto plazo del déficit de recompensa, sino también la supresión del sistema antirecompensa y sus efectos desagradables (Koob y Le Moal, 2008b).

Recordemos que el circuito antirecompensa propicia estados aversivos, como una medida para contrarrestar los estados agradables productos de la activación del sistema de recompensa. Cuando la persona adicta experimenta sensaciones desagradables, como consecuencia de la activación del circuito de antirecompensa, intenta suprimir dichas sensaciones buscando aquello (la droga) que reactivará el sistema de recompensa.

Esta combinación entre la disminución de la función del sistema de recompensa y el aumento de la actividad del circuito antirecompensa proporciona una poderosa fuente de refuerzo negativo que contribuye al comportamiento de búsqueda compulsiva de drogas y a la adicción (Koob y Le Moal, 2005).

Todas las emociones desagradables que se suscitan en este proceso son la expresión de la sobreactivación del circuito antirecompensa, estimulado por el factor liberador de corticotropina y la dinorfina. Estos sistemas de neurotransmisores se activan durante el desarrollo del consumo excesivo de drogas y cuando esta es eliminada (abstinencia aguda y abstinencia prolongada) (Koob y Le Moal, 2005).

¿Por qué tenemos este circuito?

Se sabe muy poco sobre este circuito, pero una posible explicación de su existencia es que ayuda a mantener en funcionamiento al sistema opuesto, el de recompensa. Muchas funciones biológicas están controladas por sistemas antagonistas, por ejemplo, el sistema nervioso simpático y el parasimpático.

Las discrepancias de ambos sistemas permiten que haya un equilibrio en el organismo. Esto nos lleva a otra posible explicación: la homeostasis. Con este equilibrio, se buscaría mantener una condición interna estable compensando los cambios provocados por el sistema de recompensa.

Para terminar, es necesario resaltar que, aunque se están realizando cada vez más investigaciones sobre el circuito de antirecompensa, las explicaciones detrás de su peculiar funcionamiento y cómo contrarresta los efectos del sistema de recompensa necesitan más investigación. Aún no se sabe con certeza hasta qué punto ambos sistemas funcionan en consonancia.

miércoles, 14 de diciembre de 2022

9 claves para empezar a hacer ejercicio y tener el hábito

Son muchas las personas que quieren hacer ejercicio, pero que no lo logran. Así, en este artículo compartimos algunas ideas que hacen más fácil el desafío.

Empezar a hacer ejercicio es el objetivo de muchas personas. Sin embargo, un gran número lo intenta y lo vuelve a dejar o peor, se lesiona por el camino. Por ello es normal que sea muy codiciada la fórmula para adquirir un cierto hábito deportivo.

Hacer deporte regularmente es, al fin y al cabo, un estilo de vida. Un cambio como este, que abarca varios ámbitos del día a día, se debe hacer poco a poco y dejando que la adaptación se vaya produciendo.

Entonces, ¿cómo hacerlo? Puesto que la salud física también influye en la salud mental, en este espacio podrás explorar cómo conseguir el objetivo de hacer ejercicio de forma regular.

Claves para empezar a hacer ejercicio y no dejarlo

Seguro que ya has leído que el deporte favorece la salud mental. Aumenta la serotonina y la oxitocina, reduce el estrés (niveles de cortisol), ralentiza el deterioro cognitivo, mejora la concentración… Todo esto está muy bien, pero no es suficiente como para motivarte y que el ejercicio pase a ser un hábito.

A la hora de planteárnoslo, piensa que cualquier cambio en la rutina y, en definitiva, en el estilo de vida, requiere compromiso y tiempo. Por eso, aquí tienes algunas estrategias que te ayudarán en tu objetivo.

1. Elige tu deporte

Muchas personas se lanzan a hacer deporte sin haber pasado por el proceso de elegir una actividad que les guste. Esto solo lleva al aburrimiento, a la falta de aprendizaje y a un aprendizaje deficitario.

Tendrás tiempo de probar todas las actividades que quieras. Sin embargo, elige para empezar una con la que puedas disfrutar desde el principio.

Para hacer una hora de bicicleta no necesitas tener un estado de forma tan bueno como para estar media hora corriendo. Así, muchos deportes demandan una adaptación física que podemos empezar a lograr, esquivando de esta manera las lesiones, con otros deportes que son menos exigentes a nivel orgánico.

2. Mejora tu dieta

Aunque tu alimentación sea sana y equilibrada, tendrás que adaptarla a una vida en la que gastas más energía y en la que tus músculos se están fortaleciendo.

Los efectos de una dieta adecuada sobre la energía basal de tu cuerpo se notan a corto plazo y pronto serás capaz de saber cuándo está afectando a tu rendimiento. Si tienes dudas sobre este aspecto, consulta a un nutricionista.

3. Dosifícate

Sobre todo, al principio, cuando el cuerpo aún no se ha adaptado al ejercicio, es muy importante que no fuerces tus límites. Además del riesgo que existe de lesión, sentir extenuación te llevará a dejarlo o a retrasar la siguiente sesión de ejercicio.

4. Fija un objetivo realista

No vas a correr una maratón en una semana de entrenamiento. Los primeros objetivos que te marques deben ser realizables: desentumecer los músculos, perder un poco de peso, conseguir correr 5 minutos sin fatiga, etcétera. Sé consciente de tus límites y respétalos. Tendrás tiempo de superarlos.

5. Comienza con ejercicios fáciles

Empieza siempre con ejercicios de baja intensidad. Es posible que levantar una pierna o hacer la tabla durante 10 segundos te parezca aburrido, pero es lo que necesita tu cuerpo para sentar la base metabólica y de rendimiento necesaria para avanzar.

6. Si puedes, apúntate a actividades

Para algunas personas es más fácil ser constante y avanzar si se apunta a alguna actividad dirigida. Además, de esta manera obtienes la supervisión y consejos de un profesional, por lo que evitarás mejor las posibles lesiones.

7. Recompénsate

Empezar a hacer ejercicio es duro, en especial si hace mucho que no lo practicas. Por eso, busca una recompensa para después de cada sesión de entrenamiento. Este sencillo refuerzo te ayudará a ser constante y a esperar la sesión de ejercicio con ganas.

Trata de que esta recompensa no interfiera con tu objetivo. Por ejemplo, si quieres bajar de peso, busca un refuerzo que no implique comida.

8. Estira

Los estiramientos posteriores a la sesión de ejercicio se olvidan a menudo. Aunque parezca mentira, ayudan a ganar músculo y potencia. No obstante, su mayor beneficio es trabajar la flexibilidad con el músculo aún caliente, por lo que trabajarás también en la prevención de lesiones.

9. ¡Diviértete!

El deporte es divertido. Por eso, comenzar a hacer ejercicio no debe teñirse de infelicidad, sobreesfuerzo y dolor. Parte de buscar una actividad que vaya contigo implica que lo pases bien haciéndola y que el cansancio posterior se asocie con el placer de haber trabajado por la propia salud.

Para terminar, es importante matizar que, si sufres algún problema de salud (lesiones crónicas, diabetes, etcétera), lo mejor es que consultes con un profesional antes de comenzar a hacer ejercicio. De hecho, te recomendamos que lo hagas incluso aunque no padezcas ningún problema de salud.

martes, 13 de diciembre de 2022

El método Grisham para realizar proyectos paralelos

El método Grisham destaca por su sencillez. Cualquier persona puede ponerlo en práctica y probar sus resultados. Hablamos de una excelente manera de sortear la falta de tiempo para hacer lo que nos gusta.

El método Grisham es una técnica que sirve para realizar proyectos paralelos al trabajo habitual. Casi todo el mundo tiene algún propósito que no ha podido realizar por falta de tiempo. El día tiene las horas que tiene y dentro de esas 24 horas no siempre caben actividades que demandan mucho tiempo.

A veces solo quisieras tener un blog y actualizarlo de forma periódica, pero tu agenda no parece lo suficientemente flexible como para que puedas comprometerte a ello. Otras veces, lo que quieres es poner en marcha tu propia empresa sin renunciar al trabajo que tienes, pero sucede lo mismo: nunca cuentas con el tiempo suficiente para avanzar y materializar tu idea.

Incluso es posible que tu proyecto no sea de índole laboral o intelectual, sino estrictamente personal. Por ejemplo, pasar más tiempo con tus hijos o cultivar una afición que te seduce. En todos esos casos, el tiempo suele ser un obstáculo importante. ¿Cómo sortearlo? El método Grisham puede ser una excelente respuesta.

El método Grisham y su origen

El método Grisham debe su nombre al afamado escritor John Grisham. Él es autor de libros tan famosos como El informe Pelícano, La gran estafa o El secreto de Gray Mountain. Como ves, varios de esos nombres coinciden con los títulos de películas que casi todos hemos visto.

Grisham dedicó buena parte de su vida y su energía a su gran pasión, la escritura. Hablamos de un abogado prestigioso que en 1993 fue elegido a la Cámara de Representantes del estado de Misisipi, en Estados Unidos. Como puedes suponer, su agenda siempre estaba llena.

Todo cambió para él en 1984, cuando en su calidad de autoridad estatal presenció un juicio que le estremeció. Una niña de 12 años testificó como víctima en un caso de violación sexual. Fue tan impactante para él que se molestó en conocer todos los pormenores del caso.

La historia fue tan perturbadora para Grisham, que llegó a sentirse incapaz de pensar en otra cosa. Con los días, decidió que quería compartir el relato de esa situación con el mundo. Sin embargo, tenía el mismo problema de todos: ¿de dónde sacaría el tiempo para escribir una novela, si apenas daba abasto con su trabajo habitual? Como respuesta a esa pregunta nació el método Grisham.

¿En qué consiste este método?

John Grisham encontró una solución sencilla, pero eficaz para solucionar el problema del tiempo. Usó su sentido común, más que alguna teoría o doctrina. Simplemente, se propuso dedicar media hora antes de ir a su trabajo a escribir. Los 30 minutos no afectaban a su rutina habitual, y parecía que era la única forma de que su proyecto no se quedara en un sueño inconcluso.

Durante tres años, Grisham cumplió con ese compromiso diario. El resultado fue su primera novela, Tiempo de matar. No tuvo mucha suerte en un comienzo con los editores, hasta que uno de ellos decidió publicar 5000 ejemplares de la obra. Sin embargo, no tuvo demasiado impacto.

El novel escritor comenzó su segunda novela un día después de terminar la primera. Había probado que su método funcionaba y que esto le permitía disfrutar de su gran pasión: escribir. De este modo, llegó a ser el escritor norteamericano más vendido de la historia, en los años 90. Por entonces, se retiró de su profesión y se dedicó a la escritura.

Lo que enseña el método Grisham

Como lo ves, el método Grisham no tiene ningún secreto. O más bien, el único secreto que tiene es el del compromiso. Debe cumplir una condición: alcanzar todos los días, a una hora determinada, un pequeño objetivo. Eso es todo. Avanzar paso a paso y no detenerse. Es el valor de la constancia venciendo o terminando con límites que pueden parecer innegociables.

En las distintas entrevistas que ha concedido este autor, también ha señalado dos puntos que sería necesario tener en cuenta. El primero es que las personas deben ser conscientes de que existen días buenos y días malos. Eso quiere decir que a veces esa media hora resulta muy productiva y otras veces no. Lo importante es seguir.

El segundo criterio fue expresado por el propio Grisham de la siguiente manera: “no escribo la primera escena hasta que no conozco la última”. Hay que decir que esto no solo aplica para la escritura, sino para cualquier actividad: es importante tener el mapa mental del lugar a donde se quiere llegar.

Total, el método Grisham está al alcance de cualquier persona que tenga un proyecto paralelo ubicado en el archivo de “algún día”. Para terminar, un último consejo de John Grisman: “comience mañana”.

lunes, 12 de diciembre de 2022

Las 8 habilidades psicológicas más valoradas por las empresas

No importa que tu currículum sea brillante si no eres hábil en una serie de competencias psicológicas. Es momento de prepararnos con nuevas estrategias. ¡Descubre cuáles son!

El mundo laboral está en constante evolución. Por mucho que a veces lo intentemos, no podemos mantenernos ajenos a estas fluctuaciones y a muchas de sus demandas de adaptación. Por ejemplo, identificar las habilidades psicológicas más valoradas y mostrar un buen nivel de competencia en ellas puede darnos ventaja frente a otros candidatos.

Es más, algo que destacan las grandes tecnológicas es que muchas veces nos centramos en exceso en las habilidades duras, y descuidamos por completo la trascendencia de las habilidades blandas. No todo es ciencia, tecnología, matemáticas o ingeniería. No basta con tener varios títulos, un doctorado y ser un auténtico políglota.

Necesitamos de un capital humano lo bastante hábil, flexible y proactivo para responder a una realidad cada vez más cambiante y también caótica. Tan destacable es esto último que empresas como Google lanzaron en el 2013 el conocido como Proyecto Oxígeno. Se trataba de una estrategia para capacitar a los futuros líderes.

Algo que puso en evidencia aquel informe es que las grandes universidades no estaban ofreciendo las competencias que verdaderamente necesitaba el mercado laboral… En la actualidad, ese listado de habilidades se ha concretado mucho más y no deja de ser relevante profundizar en ellas. Podemos llevarnos más de una sorpresa.

Estas son las habilidades psicológicas más valoradas por las empresas

Se espera que en el 2030 se reformule una buena parte del mercado de trabajo. A medida que la inteligencia artificial automatice una parte amplia de las tareas (en especial la relativa a la mano de obra), se necesitarán nuevos trabajos. La velocidad que estamos viviendo en el ámbito de la innovación tecnológica, nos obliga a mantenernos actualizados.

Nuestras capacidades cognitivas, sociales y emocionales deben estar a la altura de esas demandas futuras. Y en efecto, no bastará con disponer de una amplia formación académica. De hecho, Google destaca la necesidad de alcanzar un buen aprendizaje socioemocional que nos permita trabajar en equipo, resolver problemas y afrontar las dificultades cotidianas.

Ahora bien, un trabajo de la Universidad de Oxford destaca que las llamadas habilidades blandas (combinación de competencias sociales, de comunicación, de forma de ser y actuar) son cada vez más valoradas. Es verdad que ya entran dentro de muchos planes de estudio. Sin embargo, aún existen vaguedades en su conceptualización. No todo vale.

No basta con ser asertivo o empático. Cuando orientamos esas herramientas al campo laboral, necesitamos hilar más fino. Por ello, es necesario comprender las habilidades psicológicas más valoradas por las empresas. Las analizamos.

1. Habilidades de pensamiento crítico

Es la primera de la lista y la más relevante. El pensamiento crítico en el trabajo facilita verificar y evaluar la información que se recibe. Es una estrategia cognitiva esencial que debemos desarrollar desde edades tempranas, pero es en la edad adulta cuando se vuelve imprescindible.

Tanto es así que desde el Foro Económico Mundial, la asamblea que reúne a líderes políticos y empresariales en Davos (Suiza), la considera como la habilidad más decisiva en el mundo laboral. Saber discernir lo importante de lo accesorio en un mundo dominado por lo digital, por ejemplo, es un mecanismo de supervivencia básico.

2. Resolución de problemas complejos

Ante un escenario futuro en el que la inteligencia artificial dominará una parte amplia de tareas de mano de obra, el ser humano es quién deberá responsabilizarse de esos dominios que nos son propios. Nos referimos a la resolución de problemas y la toma de decisiones. No es tarea de las máquinas decidir por nosotros.

Necesitamos personas que identifiquen y sepan predecir riesgos y oportunidades. Por ello, las empresas demandan mentes ágiles capaces de abordar desafíos complejos de manera innovadora.

3. Habilidades comunicativas

Una de las habilidades psicológicas más valoradas por las empresas es sin duda saber comunicar, escuchar, saber llegar a acuerdos, etc. Expresarnos con confianza, resolución, carisma y procurar a la vez conectar con quienes nos rodean es una habilidad blanda imprescindible.

4. La flexibilidad mental

La flexibilidad mental es la receta perfecta para afrontar los cambios de manera productiva y marcando ventajas frente a los demás. Algo tan básico como adaptar nuestras conductas y pensamientos a situaciones cambiantes, es una valía imprescindible en todo escenario vital y también laboral.

La mente flexible no se queda atascada ante los desafíos. Los observa de manera curiosa, sin bloquearse, está abierta a nuevas perspectivas y es capaz de diseñar diez posibles soluciones ante una misma dificultad.

5. Conciencia social

¿Qué problemas o necesidades tiene la sociedad actual? ¿Qué nuevos gustos y pensamientos definen a un mercado determinado? Otra de las habilidades psicológicas más valoradas por las empresas es sin duda la conciencia social.

Se trata de una aptitud imprescindible con la que ser figuras capaces de sintonizar y comprender a los integrantes de cualquier comunidad, entorno y contexto social concreto.

6. Resiliencia

Todos tenemos en nuestro interior una habilidad natural para ser resilientes. Serlo en el trabajo es un baluarte que nos puede dar valiosas ventajas frente a los demás. Define la capacidad de adaptarse y superar situaciones adversas.

Pocos recursos psicológicos son más decisivos que ser capaces de afrontar cualquier incidencia o problema inesperado, siendo capaces de aprender nuevas habilidades. Es así como nos volvemos más aptos de cara a nuevos giros del destino en el futuro.

7. Trabajo en equipo

Cuando los equipos humanos de una empresa trabajan de manera sinérgica en un mismo objetivo, todos se benefician. La propia empresa y también las personas. Porque todo aquel que no disponga de adecuadas habilidades para el trabajo en grupo sufrirá estrés y ansiedad. Será ese elemento extraño dentro del engranaje de la organización.

Algo así solo se logra con adecuadas habilidades comunicativas, siendo capaces de confiar en los demás, empáticos, asertivos y estando motivados para lograr unas metas comunes.

8. Fluidez digital

La alfabetización digital es una herramienta de presente y sobre todo de futuro. Ahora bien, más allá de la propia alfabetización o conocimiento para realizar diferentes tareas en un ambiente digital, está la fluidez. ¿A qué nos referimos con ella? Bien, trabajos de investigación, como el realizado en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, destacan algo relevante.

La fluidez digital es saber manejar todo recurso tecnológico y digital de manera crítica y creativa. Solo así se posiciona a una organización dentro de la propia cultura digital para convertirla en líder y referencia.

Para concluir, tal y como podemos ver en este listado, dichas competencias son áreas que todos podemos desarrollar. Es más, dichas dimensiones no solo nos permitirán escalar posiciones en el ámbito laboral. Son también herramientas de vida para el bienestar.

domingo, 11 de diciembre de 2022

Vida intencional: ¿cómo vivir de acuerdo a mis creencias y valores?

Una vida intencional es aquella en la que tener claros tus propósitos y trabajar cada día en ellos. No importa si al final no logras todos tus sueños, basta con tener una existencia de acuerdo a tus valores y deseos.

¿Sientes que actúas y reaccionas en piloto automático? ¿Tienes la sensación de que los días se te escapan uno a uno, sin que pase nada de lo que verdaderamente deseas? Tal vez necesites un cambio. Es muy posible que sea el momento de llevar una vida más intencional; una sintonizada con tus auténticos deseos y valores.

Decía el escritor y filósofo Henry David Thoreau, que las personas no venimos a este mundo para hacer de todo, sino para realizar algo concreto. Sin embargo, muchos de nosotros acabamos perdidos en el laberinto de la vida. Hacemos lo que podemos, lo que nos mandan y lo que se espera de nosotros en cada momento, pocas veces nos focalizamos en aquello que queremos de verdad.

Una vida intencional es aquella en la que tenemos claro lo que queremos y orientamos pensamientos, conductas y emociones hacia esa meta. Esa sensación, la de estar sintonizados con nuestros propósitos, nos confiere una grata sensación de control. Nos percibimos dueños de nuestros actos y esto deja menos espacio para el estrés, la ansiedad e incluso el desánimo.

Vale la pena trabajar en esta competencia mental, en esta disposición psicológica que nos obliga tarde o temprano a detenernos y pensar en qué cosas son importantes para nosotros. Una vez las clarificamos, llega el momento de trabajar en ello.

Vida intencional, el camino para lograr el bienestar

Es posible que el concepto de vida deliberada nos parezca, al principio, algo difuso. Parece sin duda la clásica idea de los filósofos románticos, una vaga entelequia con dudosas promesas de felicidad. Sin embargo, quien toma la decisión de llevar una existencia intencional trabaja, vive y siente de acuerdo a sus propósitos, y eso es poco más que la llave a la satisfacción, al bienestar.

Una investigación de la Universidad Erasmus indica algo muy concreto. Tener un propósito en la vida es una de las necesidades humanas más básicas y necesarias. Podríamos decir que esas metas libremente elegidas y motivadoras actúan como faros en nuestro horizonte vital.

Una vida intencional es un enfoque mental que guía y alienta cada conducta para acercarnos hacia aquello que nos da sentido. Ahora bien, la forma de sintonizarnos con esa narrativa interna tan poderosa no es sencilla. Se necesita reformular muchas ideas, desactivar viejos esquemas de pensamiento y desinfectar alguna creencia negativa.

Descubramos cómo iniciarnos en este cambio tan enriquecedor.

Reevalúa tu realidad para saber qué es lo importante para ti

El trabajo de investigación antes citado y dirigido por la doctora Michaéla C. Schippers revela un aspecto decisivo. Muchas veces las personas nos sentimos presionados en la necesidad de tener una “perfecta”. Queremos mostrarle al mundo que somos competentes y capaces de lograr múltiples objetivos.

Sin embargo, esa aparente existencia perfecta se aleja bastante de lo que nosotros queremos verdaderamente. De este modo, un aspecto en el que incidía Henry David Thoreau en Walden era en la importancia de saber diferenciar lo superficial de lo esencial. Debemos clarificar qué es lo importante para nosotros —no para el resto del mundo—.

Estos serían algunos pasos:

  • Sé claro y sincero contigo mismo: ¿estás llevando la vida qué deseas? ¿Cómo te gustaría verte dentro de 3 años? ¿Crees que lo que estás haciendo ahora te permitirá convertirte en quién deseas ser? Reflexiona en ello.
  • Clarifica cuáles son tus propósitos. ¿Se ajustan a tus valores? ¿Son tuyos o están condicionados por lo que los demás esperan de ti?
  • Revista todas las creencias que tienes almacenadas en tu “caché mental”. Tal vez sea momento de actualizarlas porque, posiblemente, no te estén permitiendo llegar donde deseas.
Una vida intencional requiere tomar decisiones cada día

Para ser feliz, sentirte bien contigo mismo y llevar una vida intencional, debes tomar decisiones. En caso de no hacerlo, serán otros los que decidan por ti, serán las circunstancias las que te lleven y el caos quien gobierne tu realidad. Toma el control de aquello que sí está bajo tu dominio y actúa, decide, dirige, comprométete a diario en aquello que te da significado y propósito.

Asimismo, no te olvides de diseñar un plan de ruta. Toda decisión debe ajustarse a una estrategia, a una serie de pasos meditados que te llevarán hacía esos objetivos que te has marcado. Puede que no todo el mundo entienda lo que quieres a lo que aspiras. Pero en realidad carece de importancia lo que otros opinen; una vida intencional es un compromiso firme contigo mismo.

Comprometerte en tus metas, pero sabiendo vivir el aquí y ahora

Toda vida intencional significa responsabilizarnos de nosotros mismos y comprometernos en nuestro bienestar. Implica tener propósitos y guiarnos por ellos. Sin embargo, hay otro aspecto no menos decisivo. No todo es orientarnos hacia el mañana para conquistar sueños; es también, disfrutar del proceso apreciando el momento presente.

Vivir de manera deliberada es conectar con el aquí y ahora para deleitarnos de quién somos, de lo que nos rodea, de lo dejado atrás y lo logrado. Existir de acuerdo a nuestros valores compone una partitura vital en la cual, nada desafina. Intentemos ser y existir de acuerdo a esa maravillosa música que todos traemos en nuestro interior.

sábado, 10 de diciembre de 2022

¿Qué es la ecología emocional y cómo aplicarla?

La ecología emocional es un enfoque en el que la palabra central es “equilibrio”. Con uno mismo, con los demás, con el planeta. Se trata de una visión constructiva y amorosa que ayuda a alcanzar el mayor bienestar para uno mismo.

La ecología emocional es un término acuñado en 2002 por María Merce Conangla y Jaume Soler, dos psicólogos de enfoque humanista. El concepto fue desarrollado en el libro La ecología emocional. La propuesta está orientada a “ir un paso más allá de la inteligencia emocional”.

Conangla y Soler señalan que la palabra ecología proviene de las raíces griegas oikos, que significa ‘casa’ y logos, que significa ‘conocimiento’. Por lo tanto, la ecología emocional vendría a ser algo así como “conocimiento de nuestra casa emocional”.

En general, el concepto de ecología emocional habla de equilibrio interior. Sin embargo, se diferencia de otros enfoques al hacer énfasis en que ese equilibrio personal solo existe si también se extiende a todo lo que nos rodea, en particular, al planeta que habitamos. Veamos de qué trata este interesante enfoque.

La ecología emocional

Los creadores de la ecología emocional la definen como el ‘arte de gestionar nuestros afectos, ayudándonos a canalizar la energía emocional derivada hacia el crecimiento y mejora como seres humanos, a la mayor calidad de nuestras relaciones con los demás y a un mejor y mayor cuidado del mundo que nos rodea’.

Indican que el ser humano forma parte de un todo, y que dañar al otro también termina dañándonos a nosotros mismos en la medida que ese todo también forma parte de nosotros. Por lo tanto, el bienestar no solo depende de nuestro estado individual, sino de la armonía en las relaciones con todo y todos los que nos rodean.

También establecen que, en un momento dado, cada persona tiene que decidir si orienta su conducta a la creatividad o a la destructividad. En esto no hay puntos medios. Muchas veces las personas no se percatan de que han tomado esa decisión, pero sí lo han hecho. Esto se refleja en sus actitudes, conductas, emociones y sentimientos.

Los tóxicos emocionales

La ecología emocional señala que, así como en el medio ambiente hay factores que contaminan, también en la vida individual aparecen elementos que generan un efecto nocivo de deterioro personal.

Tienen que ver, por un lado, con emociones que no se gestionan de forma adecuada y se acumulan, produciendo desequilibrios. Estas se expresan como elementos contaminantes para el entorno en el que nos movemos.

De otro lado, y derivado de lo anterior, también se establecen vínculos tóxicos con otras personas. Se caracterizan porque hay una contaminación y un deterioro mutuo. De otro lado, la ecología emocional plantea que se puede ser menos vulnerable a todos los tóxicos propios y ajenos, mediante la aplicación de algunos principios:

  • Soltar el ego, el orgullo y el narcisismo. En lugar de ello, optar por la apertura y la generosidad.
  • Ejercer la elección. Toda persona puede elegir no aceptar los factores que le hacen daño, bien que sea que provengan de sí mismo o de otros.
  • Asumir la responsabilidad. Significa no darle una salida agresiva a las emociones negativas, sino ejercer el autoconocimiento, el autocontrol y la autoconfianza para tramitar esas emociones.
  • Reforzar la mente. Tiene que ver con trabajar por ser más flexibles, aceptar que todos somos interdependientes y evitar las emociones, conductas y actitudes destructivas.
El paradigma de la ecología emocional: CAPA

Adoptar un enfoque creativo, y no destructivo frente a la vida, según la ecología emocional, significa desarrollar una forma de mirar la realidad enfocada al juego, el aprendizaje, el trabajo y las soluciones.

Todo ello se condensa en un modelo que llaman CAPA. La palabra CAPA hace referencia a las actitudes deseables desde el punto de vista de la ecología emocional. De manera más concreta, este acrónimo significa:
  • Creatividad. Equivale a la capacidad para buscar recursos y soluciones a las dificultades. Así mismo, ser flexible y capaz de cambiar. Estar abiertos a lo nuevo y lo inesperado, y fomentar la curiosidad.
  • Amor. Una persona amorosa lleva dentro de sí una fuerza constructiva que le da poder. Imprime ternura en sus acciones cotidianas: humaniza, suaviza y sana. Sin amor, la inteligencia se torna cruel y a veces perversa.
  • Pacifismo. Tiene que ver con afrontar los conflictos y las contradicciones sin agredir o lesionar a los demás. También con cultivar la asertividad y buscar el equilibrio mutuo. Con ello nace la paz.
  • Autonomía. Equivale a la capacidad para vivir en silencio y soledad, sin sentirse incómodo por ello. Así mismo, de convivir sin asfixiar a otros, ni dejarse oprimir. También supone desarrollar el autoliderazgo y el respeto por uno mismo.
La ecología emocional es un enfoque muy humano, que le viene muy bien al mundo de hoy. A todo lo anterior suma el hecho de que estamos conectados con un planeta que necesita de la fuerza constructiva del ser humano para que siga siendo el hogar físico y emocional de todos.