lunes, 17 de julio de 2023

Descartes y el papel del sueño

Descartes nos trae una filosofía que cuestiona casi todo lo que pensamos como cierto. El filósofo utilizó el sueño como un medio para poner en duda el mundo que le rodeaba.

El filósofo francés René Descartes es conocido por sus contribuciones a la filosofía, la matemática y la ciencia. En sus reflexiones filosóficas tomó al sueño, ¿pero qué papel jugó el mismo en su pensamiento? En este artículo, examinaremos las ideas de Descartes sobre el sueño, incluyendo su famosa duda cartesiana y cómo esta se relaciona con este fenómeno, así como el carácter existencialista del mismo.

Esta experiencia tan cotidiana para nosotros fue objeto de discusión filosófica porque abre un interrogante muy importante: ¿qué nos impide decir que esto que llamamos realidad no es un sueño? Puede ser inimaginable pensarlo, pero la filosofía se animó a ello. ¡Vamos a ver qué tiene para decirnos al respecto!

El sueño en la teoría de Descartes

La hipótesis del sueño aparece a mediados del siglo XVII de la mano de René Descartes en su obra Meditaciones metafísicas. Este libro fue publicado por primera vez en 1641 y explora cuestiones tales como la existencia, la verdad, el conocimiento y la realidad. Más aún, Descartes quiere buscar en él un saber seguro y verdadero que le permita construir un conocimiento científico cierto e infalible. Esto es así porque la ciencia de su época estaba constantemente envuelta en el error.

¿Qué tiene que ver esto con el sueño? Precisamente el problema comienza cuando nos cuestionamos el conocimiento científico en relación con la realidad.

Descartes sostiene que cuando soñamos nos representamos cosas tanto reales como irracionales. Esto provoca que no podamos diferenciar el sueño de la vigilia. Por tanto, si la ciencia toma su objeto del mundo que nos rodea y este está puesto en duda, ¿qué nos queda?

A pesar de ello, Descartes se pregunta por el contenido de nuestros sueños, porque por más inverosímiles que sean, los mismos tienen que ser sacados de la realidad. Esto es, que tienen que tener una semejanza con cosas verdaderas.

Pero eso no le sirve al filósofo para establecer una diferencia entre el sueño y la vigilia. Por lo que procede a realizar su famosa duda hiperbólica.Es decir, a partir de este momento va a dudar de todo, ya sea el mundo que nos rodea, como las verdades matemáticas.

¿Qué hace Descartes después de esto? Intenta encontrar al menos una verdad que sea clara y evidente y la encuentra en el pensamiento: mientras pienso, existo y esto es tan verdadero que no hay posibilidad de que sea puesto en duda.

El sueño y la existencia

Si bien la hipótesis del sueño es utilizada como un recurso para establecer la duda hiperbólica y con ello encontrar un conocimiento cierto y seguro, puede tener otra interpretación. Este otro sentido es considerarla como un medio para plantearnos preocupaciones existenciales o vitales.

El problema de la existencia plantea la imposibilidad de saber si vivimos o no en un sueño. En tal caso, lo que nos queda es plantearnos el problema de que siempre hemos estado soñando. Si esto es así, nuestra realidad y el mundo que nos rodean serían un eterno sueño. Si nos despertamos de él dejaríamos de existir y perderíamos todo lo que creemos conocer. Angustiante, ¿verdad?

Con la hipótesis del sueño de Descartes no solo se produce el tambaleo del conocimiento científico, sino también el de la existencia. En este sentido, si nos despertamos, ya nada quedaría.

El sueño como problema moral en Descartes

En Descartes el problema del sueño y el conocimiento aparecen como una crítica o desmantelamiento de los mismos. Es decir, a través de ellos se evidencia el estado de la ciencia de su época. Además, una reflexión filosófica profunda sobre el sueño y el conocimiento le permitieron llegar a la verdad más certera y segura a la cual pudo arribar: «si pienso, existo».

A pesar de ello, se puede apreciar en la obra de Descartes un componente moral. Esto quiere decir que su reflexión busca dominar la propia vida del sujeto humano y la naturaleza.

Si de lo que se trata es de encontrar una verdad certera y segura, la razón tiene el impulso o el deseo de alcanzarla. En este sentido, nuestra moral estaría conforme al grado de certeza que tenemos de las cosas. Es decir, cuanto más conocimiento verdadero tengamos del mundo mayor será el control y manejo que podemos ejercer sobre nuestra vida.

Extensivamente, si dominamos nuestra vida mediante el conocimiento verdadero, podremos dominar también la naturaleza. La misma es utilizada para avanzar en el conocimiento científico, ya que la ciencia toma los objetos del mundo que nos rodea para expandir la sabiduría. De esta manera, tendremos un mejor conocimiento del mundo y, por tanto, un mayor manejo y control sobre este.

El sueño como actitud crítica

Como exploramos en este artículo, el sueño desempeña un papel crucial en la filosofía de Descartes como una herramienta para explorar la naturaleza de la realidad y la verdad. Al reflexionar sobre nuestros sueños y la naturaleza de la realidad durante el sueño, Descartes nos lleva a cuestionar la verdad proporcionada por nuestros sentidos en el mundo de la vigilia.

De esta manera, el sueño se convierte en una herramienta para Descartes para fomentar una actitud crítica hacia nuestras creencias y percepciones. Asimismo, a través del mismo pudo buscar un conocimiento más sólido y seguro basado en la razón y la evidencia clara y distinta.

En última instancia, el papel del sueño en la filosofía de Descartes ilustra la importancia de la reflexión crítica. También el papel de la duda metódica, ya que la misma sirvió para encontrar un conocimiento verdadero y comprender mejor la naturaleza del mundo que nos rodea.

domingo, 16 de julio de 2023

¿Sabes por qué los ascensores tienen espejos?

¿Alguna vez te has preguntado por qué todos los ascensores tienen espejos? Aunque muchos los usen para hacerse los clásicos selfies, en realidad, esta característica cumple una finalidad relacionada con la salud mental. Lo analizamos a continuación.

Los espejos han formado parte de nuestra cotidianidad desde tiempos inmemoriales. Se conservan piezas fascinantes hechas de obsidiana de la antigua Anatolia (Turquía) datadas del año 6000 a. C. Los egipcios los tenían como preciados utensilios en sus rituales de belleza, mientras que, en la Edad Media, se restringió su utilización.

En ciertas épocas y en determinadas culturas estas superficies traían mala suerte. Sin embargo, en la actualidad, ya no sabemos vivir sin espejos; nos hemos vuelto adictos al reflejo de nuestra imagen y forman parte de nuestra cotidianidad. Baños, habitaciones, armarios, vestidores, museos, centros comerciales… Resulta extraño encontrar algún espacio sin estos objetos tan particulares.

Es tal la normalización de los espejos en nuestro día a día que apenas cuestionamos su presencia. Por ejemplo, ¿nos hemos preguntado alguna vez por qué «tapizan» parte de nuestros ascensores con ellos? Es cierto que los usamos para asegurarnos de que nos hemos peinado bien cada mañana cuando vamos al trabajo y cómo no, para hacernos el clásico selfie.

Sin embargo, su utilización en estos espacios cumple una finalidad muy clara en materia psicológica.

Las fobias y por qué los ascensores tienen espejos

Un ascensor es como un vehículo autónomo que nos permite desplazarnos por los espacios verticales de nuestras ciudades. Fue un ejemplo de la modernidad y pocos actos son más cotidianos para nosotros que subir en ellos. Sin embargo, por muy rutinaria y cómoda que sea esta experiencia para la gran mayoría, no significa que lo sea para todo el mundo.

La fobia a los ascensores no tiene nombre, pero existe y afecta a millones de personas en todo el mundo. El hecho de que no tenga una designación como tal se debe a que, en realidad, puede tener como desencadenante alguna de estas dos condiciones:
  • Agorafobia: temor irracional a que la persona pueda quedar atrapada en un lugar del que no puede escapar u obtener ayuda. Esto puede suceder tanto en espacios abiertos como cerrados.
  • Claustrofobia: en este caso hablamos del miedo persistente a los espacios cerrados.
Por lo general, quien se siente angustiado en los ascensores, también puede temer subir a los aviones, entrar en túneles, estar en espacios sin ventanas o quedarse atrapado en medio de un concierto rodeado de mucha gente.

Ahora bien, desde que Elisha Graves Otis empezó a fabricar ascensores en masa, allá por 1850, tuvo que idearse un mecanismo para que las personas con fobia pudieran usarlos.

Sensación de amplitud y distracción

Si nos preguntamos por qué los ascensores tienen espejos, la respuesta es sencilla. Se trata de un recurso para facilitar que aquellos que sienten angustia al subir en ellos, dominen sus temores. Colocar dichas superficies en estos espacios tan reducidos crea una mayor sensación de amplitud. La persona siente que dispone de mayor espacio y la sensación de opresión disminuye.

Asimismo, también actúa como distractor. Nada atrae tanto nuestra atención como vernos reflejados. El cerebro desvía la mirada del miedo y los pensamientos irracionales, para focalizarlo en nosotros. En nuestra imagen y en quienes están a nuestro alrededor.

Tal y como nos explica un estudio de la Universidad de Georgia, el único modo de regular la fobia a los ascensores es mediante la terapia de exposición. Hay que exponer al paciente de manera gradual al foco del miedo para ir afrontándolo, racionalizándolo. Contar con el apoyo del espejo mejora aún más ese proceso de superación.

Más razones interesantes…

Los ascensores tienen espejos desde hace muchas décadas. Sin embargo, su instalación en dichos espacios reducidos, no busca solo ser de apoyo para las personas con fobias. Hay otras razones que nos resultarán de lo más interesantes:

1. El factor seguridad

Un ascensor es un espacio reducido en el que, a menudo, entran pequeños grupos de desconocidos. Tener una visión casi panorámica de lo que sucede a nuestro lado y a nuestra espalda nos hace sentirnos más seguros. Sabemos quién está detrás y lo que hace, podemos vigilarnos entre sí para cuidar de que nadie nos robe, por ejemplo. El factor seguridad es un aspecto relevante que facilitan los espejos.

2. Mayor movilidad para las personas con necesidades especiales

Una persona con silla de ruedas puede guiarse mejor a la hora de entrar y salir, si cuenta con una serie de espejos envolviendo el ascensor. Atiende mejor los flancos y se siente más autónoma a la hora de desplazarse sin tener que contar con ayuda de los demás.

3. Espejos que sustituyen hilos musicales

Hay quien habla del tiempo con sus vecinos de bloque al subir al ascensor. Sin embargo, cuando compartimos espacio con auténticos desconocidos, no es común iniciar un tema de conversación. Sabemos que en pocos segundos estaremos fuera y, posiblemente, no veremos más a esas personas. No vale la pena. A pesar de ello, dicho momento, siempre resulta de lo más incómodo.

Hace unas décadas se usaban los hilos musicales en los ascensores; ahora basta con colocar unos espejos. Vernos reflejados entre nosotros nos distrae, vuelve ese instante más liviano y no hay necesidad de llevar la mirada al suelo. A nuestro alrededor hay infinitos matices que observar antes de que las puertas se abran…

Si bien es cierto que un ascensor es el escenario más recurrido para los selfies, sin embargo, la presencia de espejos en ellos ha hecho la vida más fácil a millones de personas. Porque si están ahí es por un fin muy relevante que bien merece apreciarse. Es un modo de lograr que nuestros miedos se desactiven creando una ilusión (amplitud) y creando una distracción. Es pura magia.


sábado, 15 de julio de 2023

¿Cómo beneficia conceder deseos a los niños hospitalizados?

Los niños hospitalizados ven como su vida cambia totalmente, muchas veces de repente. Pierden su rutina (tan necesaria) de ir al colegio, jugar con sus amigos, hacer sus actividades extraescolares, etc. En definitiva, casi hasta parece que dejan de ser niños.

Se puede hacer algo para devolverles la ilusión? En efecto, una de las propuestas más usadas para conseguirlo son los programas de conceder deseos a estos pequeños. Pero, ¿sólo se consigue esto o tiene más beneficios aún para los chavales?

Conceder deseos a los niños hospitalizados ayuda también a la familia

La realidad de los niños hospitalizados es que no solo sufren ellos, también sus familias lo pasan mal y entran en una dinámica gobernada por la ansiedad y la tristeza, por las preocupaciones en torno al pequeño. Pero es muy importante que los padres, aunque estén mal, sean capaces de ofrecer apoyo emocional a sus hijos.

Estos programas de cumplir deseos pueden ayudar a los miembros de la familia a conseguir esto. En primer lugar, facilita la comunicación entre los padres y su hijo cuando este les cuenta cómo es el deseo que quiere cumplir. Planearlo juntos va a favorecer que hablen de la enfermedad y la vida del pequeño. Así, conseguiremos fortalecer los lazos familiares.

Además, va a servir de herramienta para que se comuniquen unos a otros qué piensan y cómo se sienten con la situación que les ha tocado vivir. De esta manera, va a favorecer el proceso de aceptación de la enfermedad. Pero no solo eso, estos programas también ofrecen un respiro de todo lo que conlleva estar hospitalizados. Es decir, contribuyen a sentir que disfrutan del tiempo juntos de nuevo.

Cumplir deseos: una herramienta más para que los niños hospitalizados recuperen la ilusión

Cuando los adultos estamos hospitalizados, sentimos que nuestra vida se trastoca. Lo mismo les ocurre a los pequeños. Se encuentran en una etapa de su vida en la que es fundamental que se sientan queridos e integrados en el ambiente que les rodea, y la hospitalización les trunca todo esto.

Por ello, es normal que los niños hospitalizados se sientan diferentes a los demás a causa de la enfermedad. Al pasar tanto tiempo en un ambiente médico puede ser que dejen de sentirse niños, ya que han dejado de lado las actividades típicas de esta etapa del desarrollo.

En esta línea es fundamental que los chavales tengan esperanza. Y es ahí donde juegan su papel los programas de conceder deseos a la población pediátrica en los hospitales. El deseo consigue que aparezca en ellos la esperanza de que eso que desean puede volverse realidad. Les va a insuflar ilusión y ganas de vivir, tan fundamentales para que sigan adelante.

Los niños hospitalizados y la importancia de lograr el aumento de emociones positivas

La realidad emocional de los niños hospitalizados se encuentra muchas veces inundada por emociones negativas. La ansiedad, la ira o la tristeza pueden estar bastante presentes en el día a día de los pequeños, que en numerosas ocasiones no saben cómo manejarlas.

Es normal que aparezcan también problemas de autoestima e inseguridad, ya que los pequeños son conscientes de que este proceso por el que tienen que pasar les hace distinto a los demás, de que ya no siguen su rutina diaria y de que ya no pueden jugar con sus amigos como antes.

Por todo ello, es importante tener en cuenta las emociones positivas que se generan al cumplir deseos y que equilibran la balanza emocional en estos pequeños. Así, consiguen mejorar su bienestar emocional y sentirse de nuevo como los niños que son. Y, lo más importante, les ayuda a reducir su sufrimiento y a afrontar la enfermedad con más ganas y optimismo.

viernes, 14 de julio de 2023

La persuasión coercitiva: una forma de coacción

La persuasión coercitiva es un mecanismo cognitivo que opera a través de creencias falsas e ideas erróneas. Lleva a una víctima a pensar que es deseable y conveniente perpetuar el vínculo que mantiene con su agresor.

La persuasión coercitiva es un mecanismo presente en muchos contextos de abuso o maltrato. Está presente en las relaciones de pareja violentas, en las familias autoritarias o en cualquier tipo de vínculo que se base en el esquema de dominación y sumisión.

Este mecanismo se implementa con el fin de que la persona afectada acepte y prolongue el vínculo de maltrato. La persuasión coercitiva se vale de emociones como el miedo, el amor, la culpa, la vergüenza y el rechazo a la soledad para ser efectiva.

Cuando se establece una diada de maltratador y víctima, también se forjan fuertes vínculos de dependencia. El uno necesita del otro. La violencia está en la esencia de todo y se vale de múltiples instrumentos. Estos van desde la persuasión coercitiva hasta la violencia física. Todo ello conforma un ciclo del que es difícil salir.

La persuasión coercitiva

La persuasión coercitiva es un mecanismo que opera en los vínculos de maltrato. Su función es la de crear en la víctima la convicción de que necesita profundamente a quien le maltrata; el maltratador inocula en los pensamientos de la víctima la idea de que, a pesar del sufrimiento actual, es mucho mejor que esté con él que sin él.

“Si no vales para nada, ¿dónde vas a ir tú?” Se trata de una proyección de invalidez que coloca en un lugar muy vulnerable a la víctima.

Como tal, este mecanismo se vale de un texto, pero no se limita a este. Hay agresiones verbales  y el contenido de estas tiene que ver con la descalificación de la víctima. Se ataca su autoconcepto, se recalca su inferioridad y se hace hincapié en sus vacíos y fallas. El discurso está orientado a destruir el amor propio y la confianza de otra persona.

Sin embargo, el tema no se queda solo en palabras. La persuasión coercitiva también opera a través de gestos y acciones. Dentro de estas se encuentran las agresiones físicas, las amenazas (veladas o no), las privaciones, aislamiento de la víctima, etc. Todo ello en conjunto opera como un conjunto de argumentos para “persuadir” al otro de que no hay escapatoria.

El miedo en la víctima

El miedo es un instrumento esencial en la implementación de la persuasión coercitiva. Básicamente toma la forma de amenaza, incluso más que de acciones reales. Hay toda una serie de advertencias sobre los grandes males por venir en caso de romper el vínculo con el maltratador.

Ocurre cuando, por ejemplo, un empleado es sometido a acoso sexual por su jefe. Además del miedo obvio a perder el trabajo, se le advierte que no hay testigos y que, por lo tanto, ninguna acción judicial va a prosperar. O se le dice que nadie del entorno va a respaldar una eventual denuncia, pues todos dependen del empleo y no se enfrentarán con el jefe.

El recurso al miedo busca que haya una paralización de la respuesta en la víctima. En la persuasión coercitiva hay una especie de “maltrato impredecible”, es decir, confuso y expectante para quien es objeto de este. Es precisamente ese estado el que puede reducir o minar la capacidad de reaccionar o actuar frente a las agresiones.

El afecto y la culpa

El afecto y la culpa también son emociones funcionales a la persuasión coercitiva. No es raro que una víctima guarde sentimientos afectuosos hacia su agresor. A veces porque es su pareja, su pariente o su amigo. Otras veces porque se asume que esa persona ha hecho algo significativamente bueno por uno.

Ese afecto lleva a una especial “comprensión” frente a las agresiones. Muchas veces se minimizan o se asume que son una excepción a la regla. También llega a creerse que se trata de episodios pasajeros. Esto es una forma de negación que, a su vez, alimenta el ciclo de violencia, justifica la dependencia y se convierte en soporte de la persuasión coercitiva.

El sentimiento de culpa y la vergüenza cumplen un papel similar. En el marco de una relación de maltrato no es raro que la víctima se autoinculpe. Esto otorga un cierto sentimiento de control sobre lo que ocurre. Así mismo, hace un poco más razonables las agresiones de las que se es objeto. Sin embargo, también ayuda a paralizar la capacidad de reacción.

Así mismo, es usual que una víctima se avergüence de haber sido agredida. De uno u otro modo, el agresor es visto como una extensión de uno mismo. Así que lo que hace, en particular lo que hace mal, genera vergüenza. Miedo, afecto, culpa y vergüenza son las herramientas de la persuasión coercitiva. En conjunto, perpetúan los ciclos de la violencia.

jueves, 13 de julio de 2023

Los psicólogos también van a terapia

Los psicólogos pueden tener las mismas facilidades y dificultades que cualquier persona. Es por ello que los psicólogos también van a terapia. Además, les trae grandes beneficios.

Los psicología es una disciplina que cuenta con diversas áreas de aplicación. En general se encarga de estudiar el comportamiento, las emociones y la cognición. En la mayoría de las áreas los psicólogos orientan a las personas para generar en ellas una mayor calidad de vida. Pero, ¿quién les guía a ellos? ¿También van a terapia?

La psicología es una profesión que resulta estar asociada a muchos mitos. ¿Los psicólogos están locos? ¿Cómo los psicólogos pueden tener problemas? Solo las personas que están mal de la cabeza van al psicólogos. Incluso la clásica frase que muchos profesionales de esa área han escuchado como colofón a una crítica: “y eso que eres psicólogo”.

Resulta que, aunque los psicólogos sean de gran ayuda para los demás, también cuentan con vida propia y caminan por barandillas y precipicios similares a los que transitan las personas ajenas a la psicología. Así que sí, los psicólogos también van a terapia. De hecho, en muchos casos es un práctica muy recomendable.

Los psicólogos también van a terapia porque son personas

No debemos dejar pasar por alto que la psicología es una profesión, y si bien la mayoría de quienes la ejercen tienen un bagaje teórico, práctico y ético, no dejan de ser seres humanos. Por lo tanto, los psicólogos, como cualquier ser humano cuentan con sentimientos, pensamientos y conductas. Así, como cualquier otro ser humano, pueden llegar a tener grandes motivaciones, cualidades que quieran potenciar, dificultad para afrontar los problemas; en definitiva, sufrir sesgos o experimentar fenómenos que pueden cursar mejor con la ayuda de un psicólogo.

De una manera global, podemos decir que la psicoterapia está destinada a quienes sienten la necesidad de profundizar, mejorar, y entender aspectos de su vida relacionados con la cognición, la afectividad y la conducta. Además, cuando algunos aspectos de su funcionamiento se ven afectados lo mejor es buscar la ayuda de un profesional; igual que cuando nos sentimos enfermos vamos al médico o cuando queremos hacer frente a una demanda acudimos a un abogado.

Los psicólogos también van a terapia porque son seres humanos que se pueden interesar en:
  • Potenciar habilidades.
  • Entender aspectos de sí.
  • Sumergirse en su mundo interno y su comportamiento.
  • Comprender cómo afrontar los problemas que les generan dificultades.
  • Aprender a gestionarse emocionalmente.
  • Sentirse mejor.
  • Encontrar un lugar confidencial para expresar sus angustias y motivaciones.
  • Buscar asesoría profesional.
  • Adquirir estrategias para gestionar conflictos.
  • Ver sus asuntos desde otra perspectiva.
  • Empoderarse.
  • Resolver dificultades.
Ahora bien, algunas personas creen que al ser psicólogos las personas pueden resolver todos sus problemas, pero no es así. Aunque pueda trabajar diversos aspectos de sí, pueden contar con dificultad para asumir otros.
  • Primero, por la dificultad de acercarse a la objetividad cuando se trata de ser analizador y objeto de análisis.
  • En segundo lugar, porque sus propias circunstancias pueden incapacitarle para intervenir en su propia vida tomado de referencia el conocimiento adquirido.
  • Finalmente, señalar que la psicología es muy amplia, de manera que un psicólogo puede necesitar ayuda en una rama en la que no se ha especializado.
Psicólogos, más allá de los demás

Los psicólogos prestan un servicio a los demás, pero eso no quiere decir que se deban olvidar de ellos. Por ello, los psicólogos también van a terapia, pudiendo disfrutar de los beneficios que de ella se derivan.

Por otro lado, algunas veces los psicólogos pueden ser vistos por los demás como superhéroes. Pueden verse idealizarlos gracias al soporte que pueden suponer en un momento de crisis, pero no debemos olvidar que la idealización es un mecanismo de defensa, que genera una imagen distorsionada del otro.

Los psicólogos también van a terapia para ser mejores profesionales

Los psicólogos también van a terapia, porque esto les puede ayudar a ser mejores profesionales. A veces, los psicólogos no saben cómo manejar ciertas situaciones, por transferencia, es decir porque sienten emociones hacia el paciente o algo del paciente resuena en ellos. Ahora bien, cuando hablamos de emociones, no hacemos referencia exclusivamente al amor romántico.

En este proceso está implicado, además, el deseo del analista, tal y como lo sugirió Lacan en el “Seminario número 8”. Y, si bien se da en todos los procesos psicoterapéuticos, cuando el terapeuta se ve incapaz de seguir con la terapia, por lo que esta le genera, es bueno que acuda a consulta. Este procedimiento se recomienda desde casi todas las ramas de la psicología, constituyendo un punto muy importante en el psicoanálisis.

Además, puede pasar que asistan porque no dominan ciertos temas, o no saben cuál es la mejor forma de intervenir. Entonces, van a psicoterapia para ser orientados por otro profesional que les ayude a comprender lo que está sucediendo o para que supervise la efectividad de la intervención que ellos mismos ya han iniciado.

Así, se enriquecen, protegen a su paciente, y se protegen a sí. Pues, al tener respaldo de otro profesional, saben cómo deben actuar, si es preferible remitir el caso, o cómo gestionarse. De este modo, crecen como profesionales, gracias a cada aprendizaje.

Beneficio de que los psicólogos también vayan a terapia

Que los psicólogos también vayan a terapia, puede traer grandes beneficios:
  • Mayor gestión emocional.
  • Liberación de tensiones.
  • Mayor autoconocimiento.
  • Crecimiento profesional.
  • Enfrentar las dificultades que surgen.
  • Contribuir positivamente a su entorno.
  • Complemento a la formación teórica.
Ahora bien, los psicólogos conocen la efectividad y las ventajas de la psicoterapia, por ello, saben lo que pueden obtener de este proceso. Además, conocen la importancia de la salud, y por ello podrían ir tras el bienestar mental a través de la psicoterapia.

miércoles, 12 de julio de 2023

La bondad cuida nuestro cerebro

No es fácil definir qué es la bondad. Esta palabra tiene que ver con empatía y con solidaridad, pero no se limita a ello. No es tan solo una característica, sino también un valor humano. Esto quiere decir que va más allá de una habilidad, pues está enriquecida por una decisión ética.

La bondad es definida por el diccionario como una inclinación a hacer el bien. El problema es que “el bien” es un concepto relativo. Una acepción más precisa sería decir que la bondad es la capacidad para sentir compasión. En otras palabras, sentir como propio el padecimiento de los demás y esforzarse en remediarlo.

Esta bella virtud no solo se aplica a los demás seres humanos. La bondad también se expresa frente a todos los seres vivos. Incluso sería aplicable a lo no viviente, en la medida en que implica un afán por preservar lo que es, del modo en que es. Hay bondad, entonces, frente a una pintura, o a una piedra que reposa en el camino.

La bondad es una virtud superior porque implica muchas otras virtudes. Dentro de ellas está el amor, el respeto, la fraternidad, la generosidad y muchas otras. Supone, así mismo, una notable evolución espiritual y mental. Gracias a diversos estudios también se ha podido comprobar que se trata de una habilidad localizable en el cerebro y que constituye la base para una significativa calidad de vida.

El área cerebral de la bondad

Un grupo de científicos de la Universidad de Oxford y de la University College de Londres identificaron un área del cerebro que parece estar relacionada con la bondad. El equipo, liderado por la doctora Patricia Lockwood, trabajó con un grupo de voluntarios. Se les pidió que averiguaran qué símbolos eran provechosos para sí mismos y cuáles lo eran para otras personas.

Mientras los voluntarios realizaban esa labor, sus cerebros eran monitoreados a través de resonancias magnéticas. El experimento inducía a que los sujetos estudiados sopesaran y valoraran la forma como los símbolos podían ayudar a otras personas. Siempre debían determinar si cada símbolo solo les servía a ellos o era también útil para otros.

Cuando cada voluntario descubría la forma en que el símbolo ayudaba a los demás se activaba solamente un área del cerebro. Esta zona se llama “córtex del cíngulo anterior”. Por supuesto, la bondad no es solo un asunto de funcionamiento cerebral. Recordemos que ese maravilloso órgano tiene una plasticidad enorme y son las experiencias y los comportamientos los que van configurando su funcionamiento.

La bondad sana el cerebro

El neuropsicólogo Richard Davidson realizó una investigación en la Universidad de Wisconsin. Lo hizo después de realizar un viaje a la India. En 1992 conoció al Dalai Lama, quien le hizo una pregunta que marcó a este investigador: “Admiro vuestro trabajo, pero considero que estáis muy centrados en el estrés, la ansiedad y la depresión; ¿no te has planteado enfocar tus estudios neurocientíficos en la amabilidad, la ternura y la compasión?”.

Richard Davidson ha realizado diversos estudios alrededor de esa pregunta. Evidenció, por ejemplo, que algunas estructuras del cerebro pueden cambiar en tan solo dos horas. Una mente en calma produce un bienestar global. Y para llegar a una mente en calma se necesitan apenas un par de horas de meditación. Esto fue medido científicamente en su laboratorio.

Así mismo, encontró que los circuitos neuronales de la empatía no son los mismos que los de la compasión. Para llegar hasta la compasión, otra forma de bondad, se debe pasar por el camino de la sensibilidad, la simpatía y la empatía. En el nivel superior estaría la compasión. Es un ir más allá en la capacidad de percibir, sentir y comprender el sufrimiento del otro. Supone un llamado a la acción frente al sufrimiento de los demás.

Davidson descubrió, así mismo, que la amabilidad y la ternura incrementan el bienestar en diferentes áreas de la vida. En un estudio realizado con niños y adolescentes, se evidenciaron varios cambios cerebrales cuando se les enseñó a ser más compasivos y tiernos. Todos mostraron mejores resultados académicos y mejoraron su salud. La capacidad para ser compasivos se puede entrenar. La bondad es el resultado de un profundo trabajo interior.

martes, 11 de julio de 2023

Más allá de la autoestima: autoconsciencia, autoaceptación y automotivación

La autoestima es un tema central en nuestros días. Un gran número de libros, conferencias y charlas tratan sobre ella. Sin embargo, ¿es verdad que tener autoestima nos hace más felices y nos ayuda a tener éxito?

La autoestima es un tema con cierto protagonismo en nuestros días. Un gran número de libros de autoayuda, charlas y talleres se refieren a este concepto como una de las claves fundamentales para sentirnos bien con nosotros mismos y alcanzar la ansiedad felicidad.

Ahora bien, ¿de verdad nos hace más felices y nos ayuda a tener éxito? Desde luego eso es lo que nos prometen. Sin embargo, que sea un tema muy recurrente también abre más posibilidades a que sea mal entendido, mal utilizado y que finalmente acabe por no corresponderse con su verdadero significado. Profundicemos.

El mito de la autoestima

La palabra autoestima tiene diferentes interpretaciones.

  • El psicólogo humanista Carl Rogers la definía como la constitución del núcleo básico de la personalidad y explicaba que en la raíz de de muchos problemas se encuentra un fuerte sentimiento de desprecio hacia uno mismo.
  • Por su parte, la psicoterapeuta estadounidense Virginia Satir afirmaba que la autoestima estaba constituida por la experiencia de sentirse digno de ser amado y por el sentimiento de sentirse capaz.
  • Según Nathaniel Branden, la autoestima se correspondía con la experiencia y posibilidad de llevar una vida significativa, abarcando dos componentes esenciales: un sentimiento de valía personal y un sentimiento de capacidad personal.
  • Mientras que para el psiquiatra Luis Rojas Marcos, se define como el sentimiento de aprecio o rechazo resultante de la valoración global que hace la persona sobre sí misma.
Sin embargo, una de las más comunes es la que considera que tener autoestima es realizar valoraciones y juicios positivos sobre uno mismo y creérselos.

Por otro lado, además de existir diferentes concepciones sobre este concepto, también existen una serie de afirmaciones o creencias populares sobre la autoestima que la mayoría de personas dan por válidas:

  • El aumento de la autoestima mejora los niveles de rendimiento.
  • Las personas que tienen una autoestima más elevada son agradables, causan mejor impresión a los demás y tienen mejores relaciones.
  • Quienes tienen alta autoestima son mejores líderes.
Ahora bien, ¿son estas afirmaciones ciertas? Para responder a esta pregunta, en el 2003, la APA ( American Psychological Association) encargó a un equipo de psicólogos de universidades de prestigio que investigara sobre ello. Los investigadores revisaron un gran número de estudios y buscaron evidencias científicas que confirmaran o refutaran esas creencias populares y finalmente encontraron que eran falsas.

  • Los altos niveles de autoestima están estrechamente relacionados con el egoísmo, el narcisismo y la arrogancia.
  • La alta autoestima está relacionada con un mayor número de prejuicios y discriminaciones.
  • Por último, también encontraron que los altos niveles de autoestima se relacionan con el autoengaño y con la adopción de actitudes defensivas ante comentarios sinceros. 
Increíble, ¿verdad? Sin duda, estos resultados nos invitan a reflexionar sobre el concepto de autoestima y todo lo que conlleva. Y más si tenemos en cuenta que cuando las personas con baja autoestima intentan animarse a través de afirmaciones positivas se acaban sintiendo peor. Entonces, ¿qué podemos hacer?

Sin embargo, el grupo de investigadores descubrió una serie de aspectos muy llamativos sobre la autoestima:

Hay otros aspectos más importantes…

Según el psicoterapeuta Russ Harris, la autoaceptación, la autoconciencia y la automotivación son más importantes que la autoestima.

El poder de la autoconciencia

La autoconsciencia es la llave que abre la puerta a la autoaceptación, la automotivación y la autoestima. Se trata de la capacidad de ser consciente de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones.

Todo ello conlleva una adecuada gestión de las emociones, lo que quiere decir que no nos dejaremos llevar por nuestros impulsos y sentimientos, sino que aprenderemos cómo identificarlos, experimentarlos y manejarlos.

La importancia de aceptarse a uno mismo

Aceptarse a uno mismo también es importante porque implica que a pesar de que fallemos, nos equivoquemos y las circunstancias no ocurran como pensábamos, tendremos nuestro apoyo libre de juicios. 

Esto no quiere decir que no prestemos atención a cómo nos comportamos y que olvidemos las consecuencias y el impacto de nuestras acciones, sino que simplemente no nos atacaremos con dureza, no nos criticaremos ni nos trataremos mal. 

No podemos olvidar que cometer errores es un aspecto fundamental del proceso de aprendizaje, pero latigarnos por ello no -aunque hayamos entrenado durante años a nuestra mente-. Porque ¿en algún momento valió la pena?

Ahora bien, saberlo no impide que ocurra y más cuando llevamos tanto tiempo con este hábito. Lo que sí podemos hacer es comenzar a desprendernos de los juicios sobre nosotros mismos, tanto positivos como negativos.
  • Si nuestra mente comienza a atacarnos o alabarnos, lo ideal es que etiquetemos ese tipo de pensamientos como “juicios”, los observemos y los dejemos ir. Porque nuestra mente no somos nosotros. 
  • Las palabras son solo palabras, lo que importa es: ¿son útiles? Ahora bien, también tenemos la experiencia de que aquellas que nos decimos cambian como el viento. Algunos días nuestra mente nos dirá que somos personas maravillosas y otros que somos egoístas y estúpidos. La clave está en no creer lo que nos dice porque, al fin y al cabo, son solo historias.
  • Son más importantes las cosas que hacemos y cómo nos comportamos más que las historias que nos contamos a nosotros mismos.
  • También hay que dejar de juzgar a los demás. Esto solo reforzara el hábito de clasificar a la gente -y a nosotros mismos- según ciertas categorías y lo cierto es que no hay “ganadores” y “perdedores”, sino personas que a veces pierden, a veces ganan… Los matices, las alternativas, las escalas de grises están ahí.
¿Cómo podemos motivarnos?

La automotivación es otro de los aspectos importantes que según Harris se encuentran por encima de la autoestima. Se trata de esa dosis de energía que nos ayuda a recorrer el camino hasta nuestros objetivos. Ahora bien, ¿cómo podemos obtenerla?

Lo primero es tener claro que la motivación simplemente es el deseo de hacer algo. Y luego, saber qué decisiones queremos tomar y cuáles de nuestros valores pueden sustentarlas. De alguna forma, estos funcionan como una brújula: nos ayudan a mantener el rumbo. El siguiente paso consiste en comprometernos.

Además, es importante tener cuidado con nuestra mente cuando experimentamos falta de motivación, ya que nos recordará que no somos disciplinados ni tenemos fuerza de voluntad, pensamientos que pueden quebrar nuestro grado de implicación y compromiso.

  • Así, cuando la mente nos lance el mensaje de que no estamos motivados, tenemos que reconocer que eso es imposible. Cada acción que ponemos en marcha siempre trata de conseguir algo. Luego, reflexionemos sobre qué tipo de deseo experimentamos: ¿es el deseo de evitar el malestar o es el deseo de actuar con nuestros valores y enriquecer nuestra vida?
  • Después es recomendable cuestionarnos que si dejásemos que ese deseo rigiera nuestros actos, ¿lo haría en la dirección que queremos?
  • Y por último, reflexionar sobre la idea de que si no nos sintiéramos motivados, ¿estaríamos dispuestos a hacer aquello que enriqueciera nuestra vida?
Las respuestas a esas preguntas nos mostraran en qué territorio queremos movernos y hasta qué punto tenemos motivación para conseguir lo que queremos.

Como vemos, ser conscientes de nosotros mismos, de todo nuestro repertorio (emocional, cognitivo y conductual), aceptarnos tal y como somos y ser capaz de motivarnos desde nuestros valores son pilares básicos sobre los que apoyarnos y fundamentales si queremos sentirnos bien con nosotros mismos. Porque entonces, ¿cómo vamos a valorarnos y vivir en plenitud?