viernes, 30 de junio de 2023

Mezclar ansiolíticos y alcohol: una combinación peligrosa

Las sustancias que afectan al sistema nervioso deben tomarse con extremada precaución. Aquí encontrarás los efectos de mezclar dos de ellas, el alcohol y los ansiolíticos.

Los ansiolíticos son uno de los psicofármacos más recetados a día de hoy, pues se obtienen incluso sin pasar por un especialista de la salud mental. Esto, junto a la normalización de la ingesta de alcohol, hace que muchas veces se combinen ambos tipos de sustancias, en ocasiones por negligencia y otras por puro descuido.

No obstante, mezclar ansiolíticos y alcohol entraña grandes peligros para la salud, tanto a corto como a largo plazo. Al ser ambas drogas depresoras del sistema nervioso, los riesgos aumentan exponencialmente cuando se combinan, acercándose a los paros respiratorios o el coma, entre otros.

Por eso, en este espacio encontrarás las razones para suprimir la toma de alcohol mientras estés en tratamiento con ansiolíticos. No te pierdas nada, pues la cotidianidad de ambas sustancias no las hace más inofensivas para la salud. Vamos con ello.

Efectos de los ansiolíticos y el alcohol sobre el sistema nervioso

Lo primero que debes saber es que tanto unos como otro son drogas depresivas del sistema nervioso. Esto significa que van a enlentecer o disminuir la actividad del sistema nervioso central, lo cual es beneficioso en trastornos de ansiedad, caracterizados por una sobreactivación del mismo.

Por su parte, el alcohol también cumple funciones inhibitorias del sistema nervioso, pero de una manera diferente. A medida que aumenta la ingesta, los efectos van desde la desinhibición de la conducta hasta el coma etílico (sobredosis) por la afectación de las áreas cerebrales encargadas de los procesos vitales.

¿Qué ocurre al mezclar ansiolíticos y alcohol?

Si bien los ansiolíticos son cada vez más habituales, no se pueden comparar con la normalización que tiene el alcohol dentro de la vida cotidiana. Muchas personas no están dispuestas a renunciar a su consumo y para otras es una parte tan arraigada de su día a día que no tienen en cuenta sus interacciones con otros fármacos. Cuando esta combinación se produce con los ansiolíticos, encontramos efectos como los siguientes.

Predisposición a los accidentes

Mezclar ansiolíticos y alcohol afecta a las funciones del control motor, como la coordinación y el equilibro. También tiene efectos sobre la concentración, el estado de alerta y la memoria, por lo que los accidentes como caídas, cortes o golpes son más frecuentes.

Potenciación de los efectos depresores

Además de ser ambas sustancias inhibitorias de la activación nerviosa, el alcohol etílico tiene capacidad de potenciar el efecto de las benzodiacepinas, uno de los grupos de fármacos más utilizados para el tratamiento de la ansiedad.

Este efecto agonista aumenta el riesgo de paro respiratorio por la afectación de los centros nerviosos asociados, así como del estado comatoso. Esto se debe a la acción farmacocinética que aumenta la concentración de estas sustancias en los tejidos.

Alteraciones de conducta

Al contrario de lo que se dice de manera popular, “beber para olvidar”, el alcohol hace que los sentimientos asociados a los recuerdos se vuelvan más intensos. Esto, con el añadido de la desinhibición de la conducta, vuelve a las personas más activas e incluso más violentas ante los conflictos que tengan abiertos en ese momento.

Estos problemas sin resolver, sumados a los ansiolíticos y al efecto desinhibitorio del alcohol, harían crecer la ansiedad hasta tener comportamientos propios de crisis nerviosas. A su vez, este comportamiento haría escalar los conflictos existentes y hacer aparecer otros nuevos, creando un empeoramiento en la patología.

Mayor efecto rebote

Los ansiolíticos también se recetan para inducir el sueño en personas que padecen insomnio. Otras acuden al alcohol para buscar este mismo efecto, producto de la depresión del sistema nervioso. Sin embargo, ambas sustancias comparten el efecto rebote: a las pocas horas de su actuación, los síntomas de nerviosismo y angustia vuelven con mayor intensidad.

Por tanto, la calidad del sueño que se obtiene no es buena. Cuando se mezclan ansiolíticos y alcohol, el rebote es mucho mayor, por lo que no se duerme bien y tampoco se atenúan los síntomas de la ansiedad a medio plazo.

La importancia de la terapia psicológica

La sola prescripción de ansiolíticos para un cuadro de angustia y estrés no es suficiente para aliviar el problema; y qué decir de la ingesta de alcohol, tan dañina como peligrosa cuando se cronifica. Es en este punto cuando surge la necesidad de acompañar las terapias farmacológicas con las psicológicas.

Por tanto, si crees que podrías estar sufriendo problemas de ansiedad, lo mejor es que elimines el alcohol de tu vida hasta que lo soluciones. Recuerda que, aunque a priori pueda parecer inofensivo, mezclar ansiolíticos y alcohol es una decisión que no solo agravará tus síntomas, sino que también te expondrá a peligros que amenazan tu vida.

jueves, 29 de junio de 2023

El día que mis padres me pidieron que dejara a mi pareja

Cuando mis padres se enteraron de que mi pareja tenía un trastorno bipolar, me pidieron que dejara la relación. En aquellos días yo aún vivía con ellos, estaba en la universidad y la convivencia se volvió muy tensa. De aquellos momentos obtuve un gran aprendizaje.

Mis padres siempre me dicen que tengo un defecto: necesito salvar a todo el mundo; tanto animales como a personas. Me dejan caer este comentario con cierta sorna, y hasta con resignación. Como si trazar una amistad, enamorarse o adoptar una mascota fuera un acto de caridad, cuando son conductas desinteresadas que las personas llevamos a cabo desde el corazón y la autenticidad.

Esa visión de mí tiene su origen en mis años de universidad. Tenía poco más de veinte años cuando conocí a Ismael, un estudiante de Filosofía que adoraba el cine clásico, las novelas policíacas y que iba al psiquiatra una vez a la semana. Tenía la sonrisa más sincera que he conocido jamás y, aún ahora, hay momentos que echo en falta su forma de mirarme.

Me enamoré de él a fuego lento. No fue un flechazo, sino una complicidad construida trimestre a trimestre a través de infinitas conversaciones en la cafetería de la facultad. Cuando descubrí lo que había pasado a significar para mí, fue cuando desapareció durante dos semanas seguidas. Poco después, me enteré de que estaba ingresado en la planta de psiquiatría del hospital…

El chico que no dormía por las noches

Ismael tenía 22 años y fue diagnosticado con un trastorno bipolar en secundaria. Era Navidad cuando me lo explicó, estábamos en nuestra cafetería de siempre y estaban empezando a colocar las luces en las calles. Recuerdo su expresión, estaba pálido y desmejorado tras aquella estancia en el hospital y, apenas asomaba en él aquella sonrisa tan contagiosa y efusiva que tanto me cautivaba.

Yo estudiaba Psicología, así que, en cierto modo, ya sabía lo que le estaba pasando. Sin embargo, una cosa es leer en libros, manuales y apuntes cómo es un trastorno psicológico y otra muy diferente es vivirlo. Empezamos nuestra relación esa misma semana, con inmensa efusividad, como si el mundo fuera a terminarse mañana. Fue como subir una noria, dejando que las pulsaciones del corazón se aceleraran sin respirar.

Rara vez dormía, podía pasarse las noches hablando, leyendo, creando, dibujando o estudiando. El deseo de sexo constante era otra característica en esas épocas de hipomanía. En otras, apenas encontraba fuerzas para salir de la cama e insistía en que quería dejarlo todo, la carrera, nuestra relación e incluso la vida misma. Descubrí que amar a alguien con trastorno bipolar es como convivir con tres figuras.

La pareja y ese demonio mental que todo lo estropeaba y llenaba de oscuridad. Aunque, el otro reto al que tuve que hacer frente fue al de mi familia…

Mis padres me pidieron que dejara a mi pareja

El día que mis padres me pidieron que dejara a mi pareja estaba con Ismael en urgencias. Me había llamado cuando estaba en casa cenando porque no podía quitarse de la mente la idea de hacerse daño. Cogí el coche y fui hasta su casa para llevarlo al hospital. Se había autolesionado y le puse una toalla en el brazo para contener el sangrado. Estuvo ingresado un par de días.

Cuando volví a casa, mi familia me pidió que me sentara en el salón y, entonces, empezó a aquella charla que nunca podré olvidar. A papá nunca se le dio bien eso de dar discursos; él era más de amenazas. Así que quien habló en primer lugar fue mamá. Me dijo que aquella relación era un peligro, que en cualquier momento podría hacerme daño y que lo único que podría traerme era infelicidad.

Mi familia ni siquiera sabía qué era un trastorno bipolar, ellos solo tenían la experiencia de mi abuela, que padecía esquizofrenia. La idea de que yo tuviera que lidiar también con una persona con un problema de salud mental era algo que no podían aceptar.

Mientras hablaban, yo solo veía una mancha de la sangre de Ismael en mis vaqueros. Tenía la forma de Australia. ¿Cómo era posible que mis padres ni siquiera me preguntaran cómo se encontraba la persona a la que yo quería?

Madurar es saber decidir

Madurar es tomar decisiones difíciles, y yo tomé la mía. Aún vivía con mis padres cuando conocí a Ismael, pero cuando me pidieron que dejara a mi pareja tuve que irme de casa. Aquella conversación en el salón no terminó bien. Cuando la familia nos decepciona, uno se encuentra más perdido que enfadado. Es como si los cimientos que nos sostienen se vinieran abajo.

Yo me hundí, pero el amor fue mi amarre y mi bote salvavidas. De este modo, aunque según mis padres lo único que yo quería era hacer de salvavidas de un caso perdido, seguí adelante con esa relación. Me volqué en Ismael como si fuera mi misión particular. Leí y estudié todo lo que caía en mis manos sobre el trastorno bipolar, cuidé de que se tomara la medicación y pude incluso intuir cuándo llegaba la hipomanía o la fase depresiva.

Acepté en nuestra relación todo lo bueno, lo malo y también lo feo. Fueron dos años hermosos, pero también duros, de los que tener que pelear con alguien que prefería hacerse daño a abrazarme. Nos quisimos y trabajamos en esa relación, hasta que me rendí, hasta que Ismael, tal vez por mero impulso en su fase maníaca, tuvo una relación con otra persona.

El amor tuvo fecha de caducidad, pero luché por él hasta que lo creí conveniente sin dejarme llevar por condicionantes externos. Mis padres nunca lo entendieron, pero su incomprensión es algo que no me atañe. Cada cual debe luchar por aquello que crea con alma, mente y corazón. Esa es mi ley de vida.

miércoles, 28 de junio de 2023

Si te sientes solo, conecta

La soledad que aparece como consecuencia del aislamiento puede ser extremadamente dolorosa, ¿Qué hacer para afrontarla? ¡En este artículo te lo contamos!

La soledad que no se busca tiene efectos devastadores sobre nuestra salud. Esta emoción tiene dos posibles lecturas. Por un lado, puede ser un faro de calma y paz cuando queremos estar solos en mitad del caos; por el otro, cuando lo que buscamos es relacionarnos con personas significativas y fracasamos, la soledad lo arrasa todo: es el incendio que consume las hojas verdes de nuestras esperanzas.

Quienes más sufren las consecuencias de la oscura soledad son nuestros mayores. En este sentido, es importante diferenciar entre dos conceptos diferentes pero muy relacionados: soledad vs. aislamiento.

La soledad es una emoción y, como tal, se experimenta ante un estímulo. Así, aunque también en otras poblaciones, son las personas mayores quienes tienen mayor riesgo de experimentar la soledad. Esto ocurre porque es una población que experimenta, también, con mayor intensidad el aislamiento social.

¿Qué implica la soledad?

La soledad que dista de ser deseada es un potente agente erosivo sobre nuestra salud. Juega un rol tan relevante en la conducta suicida como el de la depresión. En este sentido, queremos reflexionar sobre los dos componentes de la soledad:

La soledad objetiva

La soledad objetiva es la que podemos ver. Es la soledad experimentada en ausencia de otras relaciones. La soledad objetiva ni es mala ni es buena. De hecho puede ser buena; por ejemplo, cuando buscamos activamente estar solos para desconectar del mundo que nos rodea y echar un vistazo a nuestro interior.

La soledad subjetiva

Es la soledad imposible de ver con nuestros ojos. La que se siente incluso cuando podemos estar rodeados por nuestro universo relacional. Es la soledad que incendia nuestra alma, incluso cuando estamos acompañados. Es tan devastadora porque, aunque acompañados, si las relaciones son poco íntimas, se experimentan como vacías.

Cuando hablamos de intimidad en una relación entre dos personas (como por ejemplo en la amistad), hacemos alusión a la intimidad que supone la “piel con piel” (como por ejemplo, un abrazo); pero también la intimidad que implica el contacto “mente con mente” (como por ejemplo, compartir miedos y deseos).

El aislamiento social

Esta es una situación que fácilmente puede hacer que germine la soledad. Sin embargo, tal y como hemos mencionado, podemos buscar situaciones en las que nos aislemos del resto y sentir paz, en vez de soledad.

Según la teoría de la desvinculación, las personas mayores van dejando de realizar ciertas actividades como consecuencia del envejecimiento. Entre estas se encuentra la vinculación con la sociedad. De hecho, este es un hecho que ocurre con cierta frecuencia en la jubilación. De la noche a la mañana, la persona ha dejado de trabajar y de relacionarse con los compañeros de trabajo.

En este sentido, el National Institute on Aging at NIH propone una guía con varias recomendaciones para afrontar la soledad que se produce como resultado del aislamiento social en las últimas etapas de la vida.

Cómo afrontar la soledad

Existen diversas estrategias que se pueden adoptar en caso de que la soledad nos intente derrumbar. “Lo primero es lo primero”, es decir, tú. En este sentido, como estrategias de autocuidado básicas podemos mencionar dos:

  • El ejercicio. La vida es movimiento y continuar moviéndonos en nuestro día a día puede ayudar a fluir. Además, el ejercicio es un potente factor protector de la salud, tanto física como psicológica.
  • Cuida de tu sueño. El sueño tanto por defecto como por exceso suele ser un mal compañero de trayecto.
Ahora bien, existen otras que pueden ayudarnos de manera más intensa a disminuir la soledad. El objetivo aquí es regenerar nuestro universo de relaciones, que puede estar en sus horas más bajas.

Si te sientes solo, conecta con personas significativas

Podemos tener ciertas reticencias a la hora de embarcarnos en la construcción de nuevas relaciones, pero ¡nunca es tarde! Al revés, las relaciones que se construyen en la vejez pueden ser más ricas, profundas e íntimas que las construidas en etapas anteriores.

La conexión con otras personas se caracteriza por el significado que otorgamos al vínculo. Es esta conexión y este significado dado el que puede llegar a ser verdaderamente íntimo. En este sentido, realizar actividades que tengan un propósito puede dar sentido a nuestra vida, y más si las realizamos con otras personas.
  • Por ejemplo, puedes apuntarte a algún club o asociación en el que haya actividades relacionadas con la lectura de libros, el visionado de películas, el análisis crítico de noticias, debates y oratorias, jardinería, etc.
  • El voluntariado también es una buena opción. De hecho, ayudar a otras personas nos ayuda a nosotros. Este es uno de los efectos beneficiosos que tiene la conducta prosocial en la salud mental.
Cuando la soledad emerge fruto del aislamiento social, es importante reconectar con el mundo y reconstruir la red social que se había perdido. Además, en la sociedad actual la tecnología se ha convertido en una constante en la vida de muchas personas. Hacer uso de la videoconferencia puede acortar el camino porque nos abre ventanas a conectar con personas de todo el mundo. Y tú, cuando estás solo -y no quieres estarlo-, ¿qué haces para reconectar?

martes, 27 de junio de 2023

Una pareja fría: ¿cómo nos afecta la ausencia de muestras de cariño?

Cuando no hay muestras de cariño por parte de la pareja, la insatisfacción y el vacío comienzan a aparecer. Hablamos de las parejas frías.

Tener una pareja fría resta mucho a una relación. Las muestras de cariño no solo son hermosas, sino también necesarias para mantener un vínculo saludable. El amor que se siente, pero no se manifiesta, es como si no existiera. Por eso, la falta de expresiones de afecto suele experimentarse como desamor.

Lo más habitual es que una pareja fría justifique su actitud con afirmaciones como “es mi forma de ser” o “no soy romántico”. También es frecuente escucharles decir que lo importante es sentir el amor y no tanto encontrar vías o canales para reafirmarlo en cada momento. Esas y otras aseveraciones por el estilo solo buscan normalizar una carencia.

Todo ser humano necesita muestras de cariño, en especial de su pareja. La razón de ser del vínculo mismo es el afecto, por eso la aridez amorosa resulta ser un contrasentido. Esta situación no solo deteriora la relación, sino que además puede tener efectos muy profundos. Enseguida veremos las consecuencias negativas de tener una pareja fría.

La pareja fría y la deprivación afectiva

El tema de una pareja fría fue abordado por los profesores Hesse y Mikkelson, de las Universidades de Oregon y Whitworth respectivamente, en un estudio llevado a cabo en 2022. Esta investigación concluyó que recibir muestras de cariño de la pareja es fundamental para mantener una buena salud mental.

El estudio consideró la situación sentimental de 401 individuos, cuya edad promedio era de 31 años. Encontraron que quienes tienen una pareja fría se sentían menos satisfechos y experimentaban menor cercanía emocional con la otra persona.

Así mismo, los participantes afectados señalaron que con frecuencia pasaban por periodos de incertidumbre frente al futuro de la relación. En general, creían que el vínculo no iba a ser duradero y tenían expectativas pesimistas frente al mañana. Esto les causaba preocupación, la cual, con frecuencia, desembocaba en estrés. Dicho de otro modo, la pareja no era para ellos una fuente de bienestar, sino de inquietud.

Otros efectos de la frialdad

Los efectos de tener una pareja fría no son solo del orden psicológico. El doctor Kory Floyd también adelantó una investigación sobre la relación entre las muestras de cariño y el bienestar físico. Los resultados de su estudio indicaron que quienes informaban de menos demostraciones de afecto por parte de su pareja también presentaban más problemas de salud.

En particular, Floyd indicó que estas personas eran propensas a sentir todo tipo de dolor físico con mayor intensidad. No era raro que informaran de problemas como migrañas frecuentes o dolores musculares significativos, originados por acciones rutinarias.

Así mismo, estas personas, en general, tenían más problemas para descansar de manera adecuada. Varios tenían trastornos del sueño, en especial insomnio. Muchos sentían que no tenían un sueño reparador y por eso presentaban más signos de fatiga en su vida cotidiana.

El investigador señaló que: “la teoría del intercambio de cariño sugiere que privar de amor a una persona puede ocasionar un déficit de bienestar, e impedir un óptimo funcionamiento. También es plausible que las experiencias de dolor físico o pobre calidad en el sueño puedan inhibir el intercambio de afecto con otros”.

La frialdad y el dolor van de la mano

Lo natural en alguien sano es que pueda expresar el afecto a las personas que ama, sin ningún reparo. Esto no solo le proporciona alimento emocional a quien recibe ese cariño, sino que también es muy positivo para quien lo ofrece. Libera y otorga una sensación de satisfacción y dicha.

La frialdad no es una forma de ser, sino que a menudo se trata de una limitación expresiva. Si no quieres a alguien, no tienes por qué fingir que sí, pero si amas a otra persona, es absolutamente necesario que se lo manifiestes. No tienes por qué hablarle como bebé, o llamarlo “mi osito” o “mi ratona”, pero sí es saludable que explícitamente le digas que le amas y exaltes lo positivo que tenga la otra persona.

Lo anterior es válido si quieres que tu relación sea fuerte y saludable. También si de verdad amas a esa persona. Como ya lo hemos visto, una pareja fría no solo provoca un vacío, sino que hace daño. No es la otra persona la que debe adaptarse a tu forma de ser, sino tú quien debe explorar las causas de esa inhibición y superarlas. Serás el primer beneficiado.

lunes, 26 de junio de 2023

Time blocking: una técnica para ser más productivo

El time blocking es una estrategia que te ayuda ahorrar tiempo y volverte más productivo. ¿Cómo implementarla? Aquí te lo contamos paso a paso.

El time blocking es una estrategia de gestión del tiempo diseñada para planificar un día mediante bloques de tiempo limitados. Por supuesto, también es posible planificar todos los días de una semana o de un mes, pero no perdamos de vista que la unidad de tiempo base es un día.

Uno de los elementos distintivos del time blocking es que, a diferencia de otras estrategias, como el time blocking, se enfoca en proteger el tiempo de descanso y el tiempo libre de una persona. Esos espacios deben aparecer claramente diferenciados en la planificación diaria y juegan un papel muy relevante.

Así mismo, el time blocking pretende evitar tres de los grandes males diarios: la procrastinación , la multitarea y la falta de tiempo para completar las labores. Esta, como otras estrategias, no funciona por sí sola, ni de inmediato. Es normal que después de comenzar a implementarla haya que hacerle ajustes y adaptarse.

El time blocking

Son muchas las personas en el mundo que deben trabajar horas extra para completar sus tareas o se ven precisadas a dejar tareas pendientes para otro día por falta de tiempo. Si esto ocurre, algo anda mal. O existe sobrecarga laboral o no se está gestionando bien el tiempo. Lo usual es que esta última sea la causa habitual.

El time blocking es una estrategia sencilla e intuitiva que no requiere de ningún software ni nada por el estilo. Se basa en el sentido común: separar el tiempo por bloques ayuda a organizar mejor las actividades y darle cabida a todo. Es como los horarios escolares, ¿lo recuerdas? Había un bloque de tiempo para matemáticas, luego seguía otro para biología, etc. Y también contemplaba recreo, almuerzo, gimnasia, etc.

La lógica del time blocking es la misma. Enfocarte en una tarea, o un grupo de tareas, por una hora cuando mucho. También separar tiempo para el descanso y realizar una jornada completa en seis o siete horas, como máximo. Lo que se logra con esta estrategia es no solo definir qué tienes que hacer (como cuando haces una lista de chequeo), sino CUÁNDO lo debes hacer.

Aplicar el time blocking

Hay quienes afirman que aplicando el time blocking se logra incrementar la productividad un 100 %. Sin embargo, como suele ocurrir, hay que tener en cuenta algunos aspectos para sacarle partido al método y no terminar agobiados, sintiendo que cada minuto está comprometido, y no somos más que un ratón en una especie de jaula.

Para evitar esto, el primer consejo que debes tener en cuenta es agrupar tareas que sean similares, en especial las más pequeñas. Por lo tanto, lo indicado no es que planifiques un bloque de tiempo “contestar emails”, sino “comunicaciones”. Así juntas emails, pero también llamadas telefónicas, mensajes por WhatsApp, etc., y gestionas mejor tus tareas.

El segundo consejo es no elaborar microbloques, sino bloques completos. O sea, es posible que quieras ser muy detallado y crear un bloque o subloque para cada tarea, pero esto casi nunca funciona. Por lo tanto, volviendo al ejemplo anterior, déjalo como “comunicaciones” y no “emails”, “llamadas”, “WhastApp”, etc.

El tercer consejo es asegurarte de que lo estás planificando todo. Recuerda que si no está en tu calendario, sencillamente no existe. Es posible que debas hacer una tarea menor hace meses, pero no la has realizado porque nunca la agendas. Así que incluye todo.

Finalmente, es importante que tomes en cuenta los momentos de mayor productividad para realizar las tareas más complejas. Si eres más productivo a primera hora del día, ubica allí las tareas más difíciles de hacer. Si te vuelves zombi después del almuerzo, planifica las actividades más sencillas para ese momento.

El tiempo libre: la clave

Varios de los fans del time blocking aseguran que la planificación debe realizarse a partir de las pausas y del tiempo libre, y no al revés. O sea, lo primero que debes agendar son los espacios destinados a ti mismo, a tu familia o al descanso. Esto incluye dos aspectos.

Primero, establece un límite para terminar el trabajo diario y dile adiós a las horas extra. Segundo, deja bloques en blanco de distintas duraciones. Te permitirán ajustar la agenda si se presentan interrupciones o imprevistos.

Debes tener en cuenta que ninguna herramienta de gestión del tiempo es exacta. Habrá que hacer algunas variaciones durante el día para acomodarla. No te preocupes: así funciona. En la medida en que utilices el time blocking, te volverás más preciso en la planificación. Así que: ¡adelante!

domingo, 25 de junio de 2023

Drenadores de energía y productores de esperanza: ¿cuál eres tú?

Todos sabemos diferenciar a quienes nos consumen la energía y a los que nos hacen la vida fácil con su actitud luminosa. Sin embargo, ¿sabrías decir a qué grupo perteneces tú?

Uno de nuestros mayores aprendizajes vitales es entender que no se puede convivir con todas las personas que habitan en nuestros entornos sociales. Esto es algo que descubrimos casi desde que empezamos la educación primaria. Siempre hay niños más hostiles, de los que no saben compartir y patalean más que hablan. En cambio, otros se convierten en fabulosos aliados de aventuras.

Tal vez sea nuestra educación, las familias con las que nos criamos o puede que también existan condicionantes genéticos. Sea como sea, es evidente que hay presencias que consumen el ánimo y otras nos lo insuflan. Nos encantaría poder llevarnos bien con todo el mundo, trabajar en armonía y construir vínculos duraderos, de los que nos dan calma en días de tormenta.

Sin embargo, el ser humano es complejo y tan diverso que conformamos sin darnos cuenta unos ecosistemas sociales de lo más trufados. Saber navegar por ellos es algo primordial. Ahora bien, otra realidad necesaria es tomar conciencia de nuestra propia conducta y de su efecto en quienes nos rodean. Porque puede darse el curioso caso de que seamos un drenador de energía sin saberlo…

Las curiosas particularidades de los drenadores de energía

La mayoría de nosotros tenemos una sutil habilidad: vemos la paja en el ojo ajeno y no percibimos la viga en el nuestro. Es un filtro que actúa como mecanismo de defensa. Darnos cuenta de nuestros defectos nos debilitaría, entraríamos en conflicto con nosotros mismos y sería muy complicado manejar ese desafío. ¿Cómo admitir que drenamos la energía de los demás?

La autopercepción requiere autoconciencia y estas habilidades no son fáciles de poner en práctica. Los drenadores de energía intentan obtener de los demás lo que a ellos les falta, están orientados al exterior y por ello, es tan complicado realizar tareas de introspección. Sin embargo, nunca es tarde para cambiar el enfoque y ser valientes, mirar en el interior de nuestros estratos psicológicos y despertar.

1. El neuroticismo, el origen de tu frustración e infelicidad

Si perteneces al grupo de los drenadores de energía, sentirás que te acompaña una negatividad y un malestar constante. Esto, a menudo, está propiciado por el neuroticismo, es decir, por la inestabilidad emocional, la irritabilidad, la ansiedad y el desánimo persistente…

Casi todo te frustra y la vida es para ti un escenario lleno de estresores. Esta percepción, esta bruma interna que te atosiga, a menudo deja secuelas en quienes te rodean. Lo hace porque, aunque no te des cuenta, te es difícil manejar esa negatividad inherente que hay en ti. Es importante comprender la implicación que tiene este rasgo de personalidad en tu salud mental.

Una investigación de la Universidad de Kentucky habla de cómo este perfil de personalidad correlaciona con más de un trastorno psicológico e incluso con enfermedades cardiovasculares.

2. Necesitas la atención de los demás

Todos, en cierto modo, necesitamos que los demás nos tengan en cuenta. Nadie es feliz siendo invisible, es obvio. Sin embargo, puede darse el caso de que, en tu caso, sea algo vital contar con la validación, atención y refuerzos externos.

Ser el foco de toda interacción reafirma tu autoestima, te hace sentir feliz y también, por qué no decirlo, te percibes menos solo y más comprendido.

3. Discutes por nada… Porque nadie parece entenderte

“Es que nadie me entiende, todos me llevan la contraria”. Es posible que tengas esta percepción cada vez que inicias una conversación con alguien de tu entorno. No sabes muy bien por qué, pero cuando empiezas un diálogo, te cuesta aceptar que los demás tengan ideas opuestas a las tuyas. Te es difícil llegar a acuerdos, las emociones te dominan y apenas puedes escuchar al otro y terminas levantando la voz.

4. Te sientes una víctima de tus circunstancias y eso te genera rabia

Muchos de los drenadores de energía, en realidad, lidian en silencio con más de un trauma no resuelto. El problema reside en que, lejos de procurar sanarlo, se dejan llevar por la inercia de su propio sufrimiento. Se convierten en erizos de afiladas púas que hacen daño a los demás.

Es posible que seas víctima de tu pasado, del peso de alguna familia disfuncional, de alguien que te hizo daño. Ese impacto vital te dejó la impronta de la rabia, de muchas emociones difíciles que, a menudo, toman el control sobre ti. Necesitas de la atención ajena, ansías ser visto, comprendido y cuidado.

Sin embargo, tu forma de tratar a los demás no siempre es la acertada y lo que logras es justo lo opuesto a lo que necesitas: soledad e incomprensión.

Los productores de esperanza, personas emocionalmente hábiles

En el reverso de los drenadores de energía están los productores de esperanza. En este caso, hablamos de personas que no consumen el ánimo, que impulsan la motivación y que nutren con su presencia y actitud. Ahora bien, quien tiene mil propuestas ante cada problema y se define por hacernos la vida fácil, evidencia, por encima de todo, unas buenas competencias emocionales.

Un estudio de la Universidad Católica de Lovaina destaca como una buena competencia emocional facilita la adaptación social. Esto no significa que, como los drenadores de energía, no experimenten en algún momento irritabilidad o ansiedad.

La diferencia es que saben gestionar aquello que les sucede para no proyectar su malestar a los demás. Demuestran una buena autoconciencia, reflexionan en sus actos y procuran dar lo mejor de sí mismos a quienes les rodean. Quien da esperanza y no tormentos ha sanado sus heridas del pasado y entiende que cuidarse es clave para cuidar a los demás y crear así escenarios más respetuosos.

Pedir ayuda es clave

Aunque nos sorprenda, cada uno de nosotros podemos convertirnos en algún momento en un drenador de energía. Sucede cuando la existencia se tuerce, da un giro de sentido y llega esa adversidad que nos supera y nos coloca encima una costra de negatividad. Necesitamos de los demás más de lo que ofrecemos y nos relacionamos a través del dolor, la ira y hasta la vergüenza.

Son situaciones en las que es necesario pedir ayuda para tratar ese trauma, esa depresión latente. De este modo, si bien es cierto que no todos los que drenan el ánimo arrastran consigo algún trastorno psicológico, es bueno preguntarnos siempre qué hay detrás de quien consume ánimos y esperanzas con su actitud cenicienta.

sábado, 24 de junio de 2023

Tus ideales cambian con el tiempo para que te guste tu pareja: entiende por qué

¿Cómo cambia la percepción que tenemos de nuestra pareja? ¿Qué adaptaciones realizamos para que lo siga siendo -a pesar de que cada día los dos cambiemos-? ¡En este artículo te lo contamos!

Ninguna pareja es perfecta. Todas las personas tienen virtudes, pero también defectos y por mucho que quieras a tu compañero, seguro que eres capaz de identificar costumbres o actitudes que no te gustan de él, y que de alguna manera cambiarías.

Percibes y eres consciente de esas partes de su personalidad que, quizá, no se ajustan a lo que esperas. Pero, entonces, ¿cómo logras hacer que tu vínculo perdure? La respuesta es curiosa: tus ideales cambian con el tiempo para que te guste tu pareja.

Quizá esto te suene descabellado, pero tiene cierto sentido. Se trata de un mecanismo de la mente que ajusta nuestros ideales, gustos y preferencias a fin de que nuestra relación nos parezca más plena y satisfactoria. De alguna forma, ajustamos las expectativas a lo que la pareja nos ofrece, y de este modo nos sentimos mejor en el vínculo. ¿Quieres saber más al respecto? Te lo contamos a continuación.

El modelo de estándares ideales

Para comprender la afirmación anterior, hemos de remitirnos al modelo de estándares ideales de Fletcher & Simpson. Según estos autores, las personas utilizamos ciertos elementos para juzgar y regular nuestras relaciones interpersonales: los ideales. Estos nos hablan de lo que esperamos y deseamos encontrar en una pareja y el tipo de relación que nos gustaría tener.

Principalmente, atendemos a tres grandes categorías:
  • Calidez, compromiso e intimidad.
  • Salud y atractivo físico.
  • Estatus y recursos.
Todos estos grupos marcan ventajas evolutivas a la hora de emparejarnos. Un compañero comprometido nos asegura apoyo y cooperación en la crianza. Una persona sana y atractiva sugiere fertilidad. Alguien con buen estatus nos asegura los recursos y la posición deseada en la jerarquía social.

Ahora bien, todos deseamos tener una pareja que esté bien situada en estas tres categorías. Algo que no es demasiado realista. Por ello, tendemos a priorizar uno de los tres puntos -una elección que con frecuencia no hacemos de manera consciente-.

Estos ideales son los que nos ayudan a evaluar la calidad de nuestro compañero y de la relación, a entender por qué ocurren ciertas cosas en el vínculo (por ejemplo, las peleas) y a realizar los ajustes necesarios. Sin embargo, al comparar nuestros ideales con lo que realmente tenemos, con lo que la pareja ofrece, pueden surgir discrepancias importantes.

Así, en este punto, tenemos dos caminos. Por un lado, podemos hacer frente a la realidad (la pareja y la relación no nos satisfacen) y tomar cartas en el asunto; bien tratando de cambiar al otro, o simplemente abandonando la relación. Este es el camino que solemos coger cuando hay decisiones importantes que tomar (por ejemplo, casarse o tener un hijo), cuando los problemas de la relación son graves o cuando aparece una nueva persona de nuestro interés.

Por otro lado, podemos optar por idealizar a nuestro compañero y pasar por alto esas inconsistencias que vemos. Y, para ello, optamos por cambiar nuestros ideales, por modificar lo que buscamos en una pareja para que así nuestro compañero actual se ajuste a esas expectativas. Este es el camino que elegimos, principalmente, cuando nos hemos acomodado en una relación a largo plazo.

Ajustar ideales para sentir mayor satisfacción en la relación

La hipótesis del modelo de estándares ideales ha sido probada en diferentes investigaciones. Por ejemplo, un interesante estudio evaluó a 83 parejas recién casadas durante sus primeros tres años de matrimonio. Se analizaron las percepciones positivas y negativas que tenían de sus compañeros y la importancia que le atribuían a esas características.

Así, por un lado, se encontró que quienes daban mayor importancia a las características consideradas positivas disfrutaban de una mayor satisfacción en la relación. Pero no solo eso, sino que, además, vieron que las personas alteraban la importancia que atribuían a cada característica, con el fin de maquillar la imagen que tenían de su pareja. Es decir, que si a lo largo del tiempo las percepciones sobre el compañero cambiaban, se modificaba también la importancia dada a esas percepciones.

En otras palabras: tus ideales cambian con el tiempo para que te guste tu pareja. O, más bien, para que continúe gustándote. Así, al ajustar tus ideales y tus expectativas a lo que el otro es capaz de ofrecer, logras sentirte más satisfecho en la relación.

Incluso, parece que esta es una tendencia que mostramos desde el inicio de la relación. Un estudio llevado a cabo con parejas en sus primeros meses de noviazgo reveló que las personas tienden a dar más importancia en el tiempo a aquellas características en las que, desde un inicio, su pareja destacó positivamente. Es decir, que parecemos tomar las fortalezas del otro y colocarlas en una posición central dentro de nuestros ideales para así percibir el vínculo como más positivo.

A veces no es tan sencillo…

No obstante, no todo es tan sencillo, y estos mecanismos de ajuste no siempre funcionan. Cuando los conflictos emergen en la relación y esta se vuelve tormentosa (incluso tras años de recorrido), estas comparaciones entre el ideal y lo que la pareja ofrece surgen con más fuerza y, en muchos casos, la realidad se hace tan evidente que ya no podemos enmascararla.

A pesar de esto, saber que tus ideales cambian con el tiempo para que te guste tu pareja es una buena noticia. Y es que es precisamente esto lo que permite que las relaciones perduren y que sus miembros se sientan más plenos y satisfechos formando parte de ellas.

viernes, 23 de junio de 2023

Crisis: entre cielos e infiernos

La crisis es ese páramo donde lo viejo no acaba de perecer, y lo nuevo aún no germina. Justo ese lugar donde duele y crecemos.

La crisis es el lugar donde lo viejo agoniza sin acabar de morir, y lo nuevo se gesta sin acabar de nacer. Hablamos de crisis sin pelos en la lengua, sin romantizarlas: reflexionamos sobre el duelo de ver partes de nuestro ser morir, del vahído vacío de sentirse sin un camino establecido y de cómo aprender a soltar puede, a veces, ser lo único que puede paliar poco a poco este dolor.

La crisis es ese impasse, ese limbo y lugar ignoto, en el que proliferan tanto el vértigo como innumerables posibilidades. El trance entre el cielo y el infierno es donde habita la crisis. Si caminaste alguna vez por ese paraje, seguramente sepas de qué hablamos.

Crisis: la muerte de lo ya no funciona

Esa forma de vivir que tanto tiempo funcionó y protegió nuestro ser, de repente, no solo deja de hacer rodar el engranaje, sino que se convierte en una cárcel de repetición. En las crisis, nos vemos intentando abrir una puerta diferente con la misma llave, una vez tras otra, sin cesar. Forzando y dañando la estructura y el ser en partes iguales.

Lo viejo, lo que no funciona, agoniza y resiste hasta el último aliento por esa neofobia que compartimos los seres humanos. Esa falaz experiencia pasajera de sentirnos cómodos con algo solo porque es conocido y despierta la propia experiencia.

Es la herida que no nos deja cambiar cuando las circunstancias lo requieren, y que nos hace mirar lo nuevo como si fuera algo vivido. Que intenta protegernos aparentando que lo nuevo no lo es, para alejarnos del abismo de reconocer que no nacemos preparados para todo lo que viene. Duele integrar que realmente nunca lo estaremos del todo.

Luchar contra la naturaleza: soltar lo conocido

Es paradójico que aunque la mayoría de circunstancias que nos pueden hacer enfermar y que nos provocan estrés tienen que ver con eso que retenemos, con perdurar en la zona de confort. De una forma tan automática, que parece escrito en nuestra naturaleza. Sentir que nos vamos rompiendo poco a poco en esa rutina, pero valorar que da más miedo perderla que perdernos; en realidad, es engañarse con ello hasta que el cuerpo no puede más.

Quedarnos en una relación o trabajo que nos va desgastando en el día a día, iniciar una relación después de otra, no poner límites a las cosas que hacen daño o negarse a cumplir años. Al final, todas son situaciones de estancamiento, inmovilizadas por el miedo a hacer las cosas de forma diferente y, sobre todo, de enfrentarse al vacío de no saber qué hacer.

Romantizar este momento o decir a la ligera frases como “aprender a estar solo” o “reinventarse” hace daño. Porque no son para nada ligeras, conllevan un dolor pesado como una losa y no siempre estamos preparados o tenemos recursos para ello. Desde luego, dejando de lado autoengaños, no todo el mundo se enfrenta a ello de forma directa; es una tarea ardua.

El duelo sobre todo lo que fuimos

Las crisis suelen llevar asociado un duelo intrínseco sobre la aceptación de la muerte de las formas de vivir que ya no pueden coexistir con nuestro ser, por muchas veces y muy intensamente que lo intentemos. Ese luto interno para llorar por todo aquello que ya no volveremos a ser, de visitar el cementerio lleno de todas las personas que alguna vez fuimos.

La crisis son también ese duelo desgarrador y la negación de los primeros momentos que te devuelven a la casilla de salida cuando ya te veías cruzando la meta. Esa negación encubridora de la realidad que esconde a un niño que no quiere crecer y llora desconsoladamente, porque quiere ser siempre un niño, manteniendo su inocencia intacta. Y, claro está, no puede.

El duelo de la crisis de edad, de rupturas, de ceses… Al final, todas las crisis comparten lo doloroso de dejar atrás algo que alguna vez nos hizo bien, pero que ya hace mucho que no solo no hace bien, sino que empieza a ser dañino. El duelo de integrar la idea de que todo tiene un final, por muchos espejismos que indiquen lo contrario.

Crecemos donde más duele

La crisis es hacer camino y abandonar el sendero que seguíamos. Es perdernos y tener miedo, pero también es descubrir lo que nunca imaginamos, sobre todo, en nuestro interior. La crisis es querer salvar algo que está inevitablemente condenado y también es el alivio de haberlo soltado por fin, y la fascinación de ver lo que creamos una vez logramos dejar ir.

Mirando de frente ese universo infinito de posibilidades que cada persona lleva dentro es donde entendemos que no estar preparados para la vida es precisamente la gracia de ella. Como si fuese una especie de chiste macabro: las mejores risas, los llantos más reparadores y las verdaderas formas de ser que construyen nuestra esencia nacen de estas crisis convulsas.

En la crisis, en la batalla, resolveremos soltar lo que fuimos, aunque duela, para tener las manos libres y recibir todo aquello que viene. Dejemos que duela lo que necesitemos, miremos cuando las hojas caigan y cómo volvemos a brotar lentamente.  Allí donde duele es donde creces. Donde muere todo, rebrota el ser.

jueves, 22 de junio de 2023

Mapas mentales para la inteligencia emocional

¿Te gustaría mejor tu conciencia emocional? ¿Necesitas potenciar tu motivación? Entonces, los mapas mentales focalizados en la inteligencia emocional (IE) pueden ser tu mejor estrategia para el día a día. Te explicamos cómo llevarlos a cabo.

Tony Buzan fue el psicólogo que desarrolló y popularizó la estrategia de los mapas mentales allá por los años 60. Sin embargo, que él registrara y acercara al gran público esta herramienta no significa que antes no existiera. Porque, de algún modo, ese recurso en el que escribir notas cortas y unirlas con flechas o diagramas es algo que siempre ha acompañado al ser humano.

El propio Buzan explicó que esa técnica, con la que crear una especie de árbol colorido de ideas y conceptos, era algo que ya usaba Leonardo Da Vinci. También Albert Einstein era conocido por llevar notas escuetas en sus bolsillos sobre ideas que conectaba con otras. Estos recursos pueden convertirse en excelentes mecanismos para potenciar la memoria, la creatividad o la productividad.

Al fin y al cabo, no deja de ser un esfuerzo por parte de nuestro cerebro por alejarse del pensamiento lineal y automático y, poder así, despertar la autoconciencia. Los mapas cognitivos pueden aplicarse también al universo de la inteligencia emocional (IE) para permitirnos desarrollar sus competencias básicas asociadas. ¿Por qué no habilitarnos en esta interesante herramienta?

¿Qué son los mapas mentales para la inteligencia emocional?

Los mapas mentales para la inteligencia emocional tienen como objetivo registrar, conectar y decodificar toda la información relativa a nuestro siempre complejo tejido de las emociones. A menudo, esta estrategia se define como “pensar fuera de la caja”. Es decir, nos facilita poner fuera lo que sucede en nuestra mente para comprendernos mejor y mejorar nuestro potencial humano.

Estamos ante un recurso para el aprendizaje de nuestros estados psicoemocionales que, mediante el papel y el lápiz, traza un puente directo hacia nuestro interior. Y todos sabemos lo laberíntico que es ese mundo. Por término medio, la mayoría de la gente opta por reprimir y guardar sus emociones difíciles en lugar de trabajar en ellas. Nos tragamos el estrés y engullimos la ansiedad hasta que, tarde o temprano, llega la enfermedad y el no poder más.

Un estudio de la Universidad de Texas destaca cómo la inteligencia emocional mejora la salud y el bienestar. De este modo, si nos habilitáramos en la utilización de estos mapas mentales, lograríamos múltiples beneficios. Los analizamos.

Así puede ayudarte este recurso

Las personas pensamos y reaccionamos con frecuencia de manera automática. Lejos de aplicar un enfoque más analítico y reflexivo, nos dejamos llevar por la acción-reacción. Es entonces cuando tomamos decisiones equivocadas o decimos y hacemos cosas de las que, poco después, nos arrepentimos.

Los mapas mentales para la inteligencia emocional nos permitirían desgranar lo que sentimos para darnos lo que necesitamos y actuar de manera acorde a nuestras metas y valores.

  • Nos permitirá clarificar el origen de nuestro malestar.
  • Además, nos facilita el poder detectar esos pensamientos que refuerzan las emociones difíciles.
  • Tomamos conciencia de nuestras relaciones con los demás y las dinámicas que las dificultan.
  • Desarrollamos una mejor autoconciencia de nuestras emociones y necesidades.
  • Nos damos cuenta de por qué falla nuestra motivación en un momento dado.
  • Clarificamos nuestras metas, valores y necesidades.
  • También podemos descubrir qué habilidades sociales mejorarían nuestro potencial.
¿Cómo podemos aplicarlos?

Los mapas mentales de inteligencia emocional no buscan solo que seamos conscientes de nuestras emociones. El objetivo es que tracemos un plan de acción ante lo que nos sucede. Por ello, disponer de una representación gráfica de la madeja de sensaciones, necesidades y emociones que hay en nuestra mente, nos permitirá trazar decisiones más innovadoras y saludables.

Veamos los pasos para llevarlos a cabo.

1. Concepto central: ¿qué estoy sintiendo ahora?

Los mapas mentales para la inteligencia emocional parten siempre de un elemento nuclear que se sitúa en el centro de nuestro esquema. Para poder clarificarlo deberemos hacernos las siguientes preguntas:
  • ¿Qué estoy sintiendo ahora?
  • ¿Qué sensaciones, emociones o experiencias me dominan en este momento?
También te será útil pintar ese círculo central que explicita tu estado anímico actual de un color concreto. A partir de este elemento, se desarrollará el resto del mapa.

2. Conexión causal: ¿qué origina lo que siento?

La segunda fase de nuestro ejercicio consiste en clarificar qué origina ese estado emocional. Del núcleo central pueden salir ahora múltiples esferas secundarias que irán conectadas con una línea.

  • Si parte de lo que experimentas es causa de alguna relación con otra u otras personas, elige un color concreto.
  • Si aquello que te sucede y sientes se debe a experiencias pasadas o presentes que no has manejado, elige otro color.
  • En caso de que tu estado emocional se deba a circunstancias sociales o estructurales (trabajo, temas económicos, etc.) opta por diferenciarlo también con otra tonalidad.
3. Las líneas de asociación: herramientas que conectan con lo que siento

El tercer paso para llevar a cabo nuestros mapas mentales para la inteligencia emocional será clarificar un mecanismo de acción. Sin embargo, antes de ello, debemos poner atención a esos elementos conectores, a esas flechas o rayas que hacemos para unir unos círculos con otros.

En las líneas que conectan un concepto mental con otro, escribiremos la competencia que necesitamos despertar para sentirnos más válidos y capaces. Ejemplo de ello sería, ser más asertivos, reflexivos, empáticos, mejores comunicadores, etc. Veamos una muestra:
  • (1. Concepto central: me siento frustrado)——--(línea de conexión: necesito mejorar mi autoconciencia emocional)——-(2. ¿Qué lo origina? Soy muy exigente conmigo mismo)———(línea de conexión: debo mejorar mi autoaceptación)——-(3. Propuesta de solución: me pondré metas más realistas).
4. Esferas de solución: ¿qué puedo hacer?

Toda emoción sentida requiere un ejercicio de responsabilidad personal y actuar ante lo que nos sucede. Un modo de lograrlo es mediante este ejercicio de papel y lápiz con el cual, crear un mapa de conceptos interrelacionados. Una vez hemos clarificado el problema central y sus detonantes, es momento de pensar qué podemos hacer.

Busquemos, imaginemos y demos forma a una acción por cada conexión causal trazada. Es decir, si hemos identificado detonantes en nuestras relaciones con los demás, busquemos una estrategia de actuación. En caso de que también hayamos definido algún problema relativo al trabajo, nuestra economía o a malestares del pasado no abordados, pensemos qué estrategias deberíamos poner en práctica.

No nos quedemos solo con un plan de acción, cuantas más ideas nos vengan a la mente, mejor.

La inteligencia emocional es una aliada de la inteligencia general al permitirnos tomar contacto con lo que sentimos para tomar mejores decisiones. Hay muchas maneras de desarrollar un poco mejor esta herramienta de vida, de bienestar y de convivencia. Sin embargo, algo tan simple como los diagramas y los mapas mentales, se alzan como un ejercicio sencillo, ilustrativo y práctico.

¿Por qué no intentarlo?

miércoles, 21 de junio de 2023

¿Cuándo ceder y cuándo no? La solución para una decisión difícil

Todos hemos tenido que tomar esa decisión alguna vez: ¿ceder o no ceder? En este artículo vamos a hablar de qué pasa en estos momentos, identificando por el camino algunas estrategias que pueden ayudaros.

Cuando nos relacionamos con los demás, es normal que se produzcan disputas, desacuerdos o momentos de tensión, ya que en esa intersección entre “yo” y el “otro” aparecen diferencias de opinión, deseos, necesidades, sentimientos… Hemos de ser conscientes de que, a veces, para lograr que las relaciones funcionen, deberemos ceder, pero otras veces poner límites (y ambas acciones son igual de importantes).

A través de ello, aprendemos a conectar con nuestras necesidades y a priorizarnos, escuchando también las necesidades del otro. Este es el reto: aprender a ser flexibles y ceder sin dejar de proteger nuestros intereses. Sin embargo, encontrar este “punto medio” no es fácil. ¿Cómo podemos hacerlo?

¿Qué significa ceder en las relaciones?

Nos ocurrirá muchas veces, tanto en pareja como con los amigos o la familia. Nuestra posición será una y la posición del otro será otra, y no es posible razonar, porque la cuestión de fondo es de preferencias o de gustos.

En algunos de estos momentos será necesario ceder para que la relación prospere (y viceversa, dejar que el otro ceda en ciertas ocasiones). Se trata de “a veces cedes tú, y otras, yo”.

¿Por qué es importante ceder y cuándo hacerlo?

Al ceder, demostramos ser flexibles, tener la capacidad de adaptarnos a las situaciones, siendo capaces de dejar en un segundo plano los deseos o las preferencias personales. Estas concesiones son más fáciles con la empatía, que permite que nos llegue de manera más intensa, y como refuerzo, la alegría del otro.

Ceder es un arte y los maestros lo son porque eligen con acierto cuándo practicarlo y cuándo no. Hacerlo siempre difícilmente nos hará sentir bien, ya que tendremos la sensación de que caminamos todo el rato por un sendero que no es el nuestro, lo que hará que muchas veces nos sintamos desorientados. No hacerlo nunca, nos aislará socialmente porque los demás esperarán de nosotros una cierta reciprocidad en lo que se refiere a concesiones.

Poner límites: el poder de la asertividad

Es tan importante saber ceder como saber poner límites, para lo que es necesaria la asertividad. Alberti y Emmons (1978), citados en un estudio de Antonio D. Rojas (2010), definen la asertividad como “aquella conducta que permite a una persona actuar según sus intereses más importantes, defenderse sin ansiedad inapropiada, expresar cómodamente sentimientos honestos o ejercer los derechos personales sin negar los derechos de los demás”.

Poner límites es la consecuencia, junto con la asertividad, de saber que somos importantes, de que merecemos una consideración. Además, en ocasiones muchos de estos límites pueden quedar para nosotros -no sentimos la necesidad de hacerlos explícitos porque entendemos que el otro está muy lejos de traspasarlos-, pero en otras ocasiones sí tendremos que hacerlo, no siendo esta una tarea placentera. Aquí es precisamente donde entra en juego la asertividad.

Beneficios de poner límites: ¿por dónde empezar?

Poner límites produce grandes beneficios para el autocuidado y la autoestima. A través de ellos, definimos nuestro espacio personal, nos hacemos respetar (evitando que el otro “pise” ciertas líneas rojas o conductas que nos dañan), fomentamos nuestro autoconocimiento y cultivamos relaciones saludables para nosotros.

¿Cómo empezar a poner límites? Lo primero que deberás hacer es identificar tus necesidades, verbalizarlas y empezar a confiar en tu criterio. Tolera la sensación de malestar interpersonal que se crea tras poner límites, y recuerda que esa sensación no indica que lo estés haciendo mal.

Evita sentirte culpable y recuérdate a ti mismo dos cosas:

  • Tienes derecho a poner límites.
  • Lo estás haciendo con respeto, no tienes por qué sentirte mal, ni tienes por qué cumplir siempre las expectativas ajenas.
Cuidarse es ceder y poner límites: cómo encontrar el equilibrio

Si quieres encontrar ese equilibrio, puedes seguir estos puntos:

  • Identifica tus necesidades más importantes. Piensa si en su satisfacción es necesaria la intervención de otros, y el coste que puede tener para ellos esa aportación.
  • Cada relación que establezcas habrá unos límites. Tú los tendrás para el otro y el otro los tendrá para ti.
  • Empieza a ceder en cosas que no impliquen una gran renuncia para ti; así te será más fácil adquirir esta habilidad.
  • Recuerda que ceder no debe implicar nunca faltarte el respeto a ti mismo.
  • A la hora de poner límites, actúa igual; empezando progresivamente por las cosas en las que te cueste menos decir “no”.
  • Valora cómo te sientes al ceder o poner límites. Puedes tomar de referencia situaciones pasadas, pero, cuidado, la historia no tiene por qué repetirse.
  • Busca a personas que actúen igual contigo; cediendo de vez en cuando, pero también poniendo límites.
  • Sé flexible cuando busques ese punto medio, y no tengas miedo a equivocarte, ya que es normal hacerlo y tienes todo el derecho a errar, ¡estás aprendiendo!
Todo es un aprendizaje

Como hemos visto, en nuestras relaciones personales nos encontraremos, muchas veces, que no pensamos igual que los demás. En esos casos deberemos decidir si ceder, para poder llegar a acuerdos o si poner límites, para evitar que nos dañen.

Decidir en cada ocasión lo que es mejor para nosotros dependerá de nuestro propio aprendizaje; recuerda que no hay respuestas “correctas” o “incorrectas”, sino que todos vamos aprendiendo sobre la marcha, gracias a la experiencia.

Sea como sea, la flexibilidad te ayudará en tus relaciones personales, haciendo más fácil la tarea de identificar esos momentos en los que ganarás, a la larga, cediendo. La ausencia de rigidez te permitirá ver la realidad desde otros puntos de vista, entendiendo las razones que puede tener el otro para defender su postura -piensa que normalmente no actuamos para molestar o porque nos divierta llevar la contraria- e imaginando posibilidades de conciliación para las posturas distintas en un futuro.

martes, 20 de junio de 2023

Según un estudio, el movimiento de tus ojos revela cómo decides

Tus ojos son el reflejo de tus emociones y también del modo en que tomas decisiones. Los conocidos como “movimientos sacádicos” revelan cómo optas por unas elecciones y no por otras. Un dato interesante que te gustará descubrir.

¿Eres de los que toma decisiones de manera impulsiva? ¿O perteneces a ese sector de los que necesitan más tiempo, calma y espacio de reflexión para decidir cualquier cosa? Sea cual sea tu estilo, hay un aspecto común: tus ojos revelarán cómo piensas. Si hasta no hace mucho solíamos decir aquello de que los ojos son el reflejo del alma, es momento de descubrir datos más objetivos y hasta sorprendentes.

La Universidad de Colorado Boulder, en Estados Unidos, publicó hace poco un estudio en la revista Current Biology que ha dado la vuelta al mundo. Cuando las personas nos enfrentamos a una decisión, nuestra mirada puede dar una pista objetiva sobre cómo la llevamos a cabo. Tanto es así que los científicos pueden detectar ya quien opta por una elección de manera más racional o de forma emocional.

Asimismo, y si este dato no fuera ya de lo más interesante, se ha abierto otra área de investigación. Los movimientos oculares podrían dar pistas de quién está padeciendo una depresión o evidencia párkinson. La ciencia progresa y cada vez entendemos mucho mejor los siempre intrincados misterios del cerebro humano… Y de nuestra mirada.

Los misterios de nuestra mirada

Si hay un elemento de nuestro cuerpo que siempre ha atraído la atención de la ciencia, la paraciencia y la superstición son sin duda los ojos. Allá por el siglo XIX emergió una corriente que se conocía como optografía. Se trataba de una teoría que tuvo su inició trescientos años atrás, justo cuando el fraile del siglo Christopher Scheiner propuso algo un tanto inquietante.

Según él, en la retina de los animales podía quedarse la imagen impresa de lo que vieron antes de fallecer. Con la llegada de la fotografía en 1840, se recogió esta idea y se trasladó al campo de la criminología. Tristemente, los policías que investigaron los crímenes de Jack el destripador en 1888, jamás hallaron indicio alguno analizando los ojos de las víctimas.

Entrados en el siglo XX y el siglo XXI, el interés en nuestra mirada y sus misterios prosiguió, pero esta vez se centró sobre todo en las pupilas. En el 2014, por ejemplo, el Instituto Leiden para el cerebro y la cognición, nos explicó precisamente en un estudio que nuestras pupilas pueden dilatarse cuando tomamos emociones, sobre todo, cuando se entremezcla algún componente emocional…

Cabe señalar que a lo largo de este tiempo también han surgido teorías algo menos válidas y poco fiables, como que el color de nuestros ojos se vincula a nuestra personalidad. Sea como sea, a día de hoy hay un aspecto claro. Nuestros ojos reflejan muchos de los procesos que acontecen en el cerebro y, en especial, aquellos que tengan que ver con los pensamientos y las emociones.

La forma en que decides y el movimiento de los ojos

Imagínate que te invitan a un restaurante oriental y que te ofrecen una carta de lo más variada y deliciosa con infinitos tipos de sushi. Tú no te darías cuenta de ello, pero tus preferencias ante todas esas opciones tan apetecibles, se vería reflejada en tu mirada. Un movimiento de ojos más intenso en las personas refleja aquellas elecciones que son de su interés. 

Esto mismo es lo que nos explica un trabajo de la Universidad de Colorado Boulder. Se denomina vigor sacádico a la oscilación que llevan a cabo nuestros ojos cuando deliberamos y nos inclinamos por una opción y no otra. El dato no puede ser más interesante. Los distintos experimentos llevados a cabo con diversos grupos de personas proponiéndoles diferentes ejercicios de elección reveló este hecho.

Movimientos oculares involuntarios

Las personas aportamos mucha más información de la que pensamos con nuestro cuerpo. La comunicación no verbal se expresa con movimientos, gestos, posturas y también con el movimiento de los ojos. Sin embargo, no somos conscientes de ello. Los movimientos sacádicos oculares son una pista directa sobre lo que sucede en el cerebro.

Pongamos un ejemplo. Si estamos haciendo una compra en línea y nos ofrecen dos auriculares a un mismo precio y uno de ellos nos propone el envío gratis, se apreciará en nuestros ojos un vigor sacádico más intenso. Pero, tengámoslo en cuenta, son movimientos muy rápidos y duran muchísimo menos de un milisegundo y un parpadeo. 

Depresión y enfermedad de Parkinson

Colin Korbisch, autor de este estudio, aporta otro dato no menos relevante. Las personas que presentan un vigor sacádico ocular más lento correlacionan con pacientes que sufren depresión y también párkinson. Es más, esta particularidad es propia de diferentes trastornos psicológicos como la esquizofrenia.

Esta información abre un nuevo campo de investigación. Por ejemplo, tendríamos otra variable para realizar diagnósticos más ajustados.

Un campo por descubrir

Nuestros ojos son algo más que la ventana del alma, son el reflejo de nuestras emociones, de nuestras elecciones y hasta de nuestras enfermedades. Son ese canal que tienen una conexión directa con el cerebro y que no solo nos permiten ver y disfrutar de todo aquello que nos rodea. Reflejan nuestras preferencias e incluso nuestra velocidad de procesamiento.

Cuando lidiamos con un trastorno depresivo o una enfermedad neurológica, sus movimientos se enlentecen y esto abre para la ciencia nuevas áreas de investigación. Estamos seguros de que, en los próximos años, contaremos con nuevas aportaciones que nos permitirán conocer mucho mejor el poder de nuestra mirada.

lunes, 19 de junio de 2023

Atención centrada en la persona para prevenir el suicidio

Una persona que sufre no es una etiqueta diagnóstica. Es alguien que nos está pidiendo ayuda. Si humanizamos su atención, sensibilizándonos con ella, podremos evitar que tome decisiones extremas. Lo analizamos.

¿Por qué una persona elige en un momento dado hacerse daño a sí misma? ¿Qué hay en la mente de las personas que deciden no seguir viviendo? La respuesta, aunque nos sorprenda, es sencilla: sufrimiento. Infinitas toneladas de sufrimiento, junto a una devastadora desesperanza. Lo lamentable es que esta es una experiencia más común.

Tanto es así que el índice de adolescentes y adultos jóvenes que derivan en conductas autolesivas e intentos de suicidio se eleva cada vez más. Podríamos hablar de las causas: factores socioculturales, falta de propósitos, traumas, soledad, bullying, etc. Sin embargo, una realidad tan grave y a veces hasta silenciada necesita de estrategias de asistencia y atención más hábiles y efectivas.

Es urgente que las políticas sociales sean más sensibles a un problema que no deja de crecer. Por ejemplo, los índices de depresión y ansiedad entre la población de entre 15 y 24 años han aumentado de manera considerable. Lo mismo ocurre con las visitas a urgencias de menores de 25 por autolesiones. Asimismo, casi el 74 % de personas que se quitan la vida son hombres.

Hay datos que trazan un lienzo de muchos claroscuros ante los que hay que reaccionar. Uno de los pasos más necesarios es diseñar mejores estrategias para prevenir el suicidio y una de ellas es un tipo de recurso psicológico de gran valor.

Atención centrada en la persona que sufre: ¿en qué consiste?

Imagina que tienes una herida y entras a una cafetería. Visualiza esa imagen. Nadie ve el corte que tienes en la pierna; te sientas como puedes en una mesa y miras a tu alrededor para descubrir que nadie percibe ni nota tu presencia. Aún menos tu dolor. Padeces en silencio y eres invisible. Esto mismo es lo que experimentan las personas que sufren y que, en un momento dado, toman una decisión fatal.

Lo que desean es dejar de sufrir, es evidente, pero lo que necesitan es que los demás les asistan, empaticen con su dolor, acompañen y presten la ayuda. Quien baraja la idea de dejar de existir necesita algo más que ser diagnosticado con una depresión, por ejemplo. No necesita una etiqueta más que le diga “sufres por eso”. Lo que busca y merece es una ayuda eficaz, rápida, empática y sensible.

Tom Kitwood, uno de los psicólogos que más trabajó por la atención de las personas con demencia, por ejemplo, nos dejó un mensaje que caló en parte de la comunidad asistencial. El ser humano no es una etiqueta diagnóstica, es un ser con particularidades y necesidades únicas al que hay comprender.

Cuando alguien se siente atendido sin juicios y validado, su narrativa mental cambia. Es por ello que la atención centrada en la persona es un recurso muy válido como prevención del suicidio.

¿Cómo surgió y qué propósitos tiene?

La atención centrada en la persona parte de un modelo terapéutico desarrollado por el psicólogo humanista Carl Rogers. Su perspectiva partía de una idea: cada persona es única y su propósito debe ser aspirar a una vida plena despertando sus fortalezas y su autoconocimiento. En este contexto, el terapeuta deja de tener una labor directiva para ser un facilitador.

¿Qué significa esto? Implica que el profesional está ahí para escuchar, validar y crear un ambiente empático que facilite el autodescubrimiento positivo. Es en ese proceso conversacional en el que se descubre qué problema tiene la persona y qué necesita para sanar. Si trasladamos este tipo de terapia a la prevención del suicidio, los beneficios pueden ser muy interesantes.

Este recurso no se focaliza en la etiqueta biomédica, es decir, en el diagnóstico clínico. Lo que busca es comprender a quien está atrapado en la desesperanza y no atisba salida a su malestar. Se procura entender y respetar sus particularidades, para ir remodelando poco a poco el sentido de sus experiencias y dar forma a nuevas metas y significados vitales.

Comprensión, respeto y congruencia

La Escuela de Medicina de la Universidad de Washington realizó un estudio en el 2015 sobre la atención centrada en la persona. La definió como esa alianza interpersonal de perspectiva humanista que busca propiciar cambios saludables en el estilo de vida de los individuos.

La teoría nos gusta, pero ¿qué hay de la práctica? ¿Cómo puede ayudar a quien se autolesiona o está pensando en quitarse la vida? Veamos esos ejes básicos de este recurso para tal fin.

  • Aplica una consideración positiva incondicional a la persona. No la juzga y le transmite en todo momento un gran respeto a todo lo que exprese, sienta o necesite.
  • Comprensión empática. El terapeuta habilitado y formado en atención centrada en la persona crea un contexto de comprensión y calidez absoluta hacia la persona que tiene delante. Todo acto, pensamiento, emoción y experiencia será escuchada y comprendida. Solo así se puede facilitar el cambio, sosteniendo a quien sufre para que se sienta validado y encuentre fuerzas para hallar nuevos propósitos.
  • Congruencia y autenticidad. Los profesionales en este enfoque terapéutico son accesibles, humanos y congruentes. En este caso no adquieren una posición de superioridad, no son directivos ni aplican un rol de autoridad. Trabajan desde la conexión y la cercanía.
Comprender para acompañar, un enfoque necesario en atención primaria

La Universidad de Guelph señalaba en un estudio que publicó en el 2021 que ya se registran casos de autolesiones en niños de 8 años y elevan su frecuencia entre los 10 y los 17 años. Se trata de una realidad que, desde atención primaria y los centros de urgencias, lo ven como un desafío. Es algo complejo que cuesta abordar.

Detrás de una autolesión suele existir un problema de salud mental y, entre los jóvenes, suele estar la depresión mayor o los trastornos de conducta alimentaria (TCA). En muchos de estos casos, quien se autolesiona tiene un 5,5 más de probabilidades de cometer suicidio. Necesitamos protocolos de actuación y de prevención.

La atención centrada en la persona es esa estrategia en la que deberían habilitarse muchos de estos profesionales sanitarios que reciben a estos chicos y chicas. Hay muchas formas de conectar con ellos, basta con empezar con algo como: “sé que estás asustado, que no te sientes bien y que puede ser difícil para ti hablar de estas autolesiones, pero me gustaría comprender tu experiencia, saber qué piensas, qué sientes…”.

Hay miles de razones por las que una persona puede decidir quitarse la vida. Sin embargo, hay una sola forma de evitarlo: crear una comunidad social concienciada capaz de estar cerca, de prestar ayuda, de comprender y romper tabús. Para ello, se necesitan políticas sociales, recursos, compromisos e intenciones. Porque en ese propósito por ser soporte para quien sufre en silencio, contamos todos.


domingo, 18 de junio de 2023

9 señales de que eres víctima de acoso laboral

En la actualidad, el acoso laboral suele pasar más desapercibido, ya que se ha vuelto más sutil para eludir el rechazo social y legal a este tipo de prácticas. ¿Cómo reconocer si hay mobbing o no? Te lo contamos.

El acoso laboral, o mobbing, es un fenómeno más frecuente de lo que a todos nos gustaría. Uno de los aspectos complejos de esta situación es lo difícil que es detectarla, pues los agresores también suelen ser hábiles manipuladores y con buenas habilidades sociales.

A estas alturas, en casi todo el mundo el acoso laboral está prohibido. Por lo mismo, quienes lo ejercen han refinado sus tácticas para lograr que sea menos notorio. Es relativamente fácil camuflarlo detrás de actitudes menos evidentes, como el perfeccionismo o la rigurosidad.

Lo peor es que muchas de las víctimas de acoso laboral no siempre son conscientes de que se encuentran en esa situación. En algunos casos, incluso, llegan a normalizar el maltrato  o las conductas discriminatorias o excluyentes. Para poner las cosas en su sitio, veamos algunas señales que delatan el mobbing.

1. Trato diferente

El trato desigual no hace referencia a mayor o menor cercanía en la relación dentro del ámbito laboral. Más bien tiene que ver con el hecho de que en circunstancias similares, la respuesta debe ser también similar.

Si alguien comete un error, y frente a esto hay una observación cordial, la misma actitud debe aplicarse a los demás. Mayor exigencia, severidad o indiferencia es señal de trato desigual.

2. Lenguaje agresivo

El lenguaje agresivo no siempre sigue el camino prototípico. A veces, incluso, adopta el tono de consejo o de cuestionamiento profesional “por tu bien”.

Si algo se hizo mal, lo indicado es señalar el fallo, sin entrar a cuestionar las motivaciones o rasgos de quién incurrió en ella. Toda referencia a la persona, y no a su trabajo, es agresiva y puede interpretarse como acoso laboral.

3. Difamación

En este caso también suele haber sutilezas que se pasan por alto. Las observaciones o críticas deben formulársele a la persona que corresponde, y solo a ella. No hay necesidad de difundirlas públicamente.

Tampoco es adecuado referirse en público a los rasgos negativos de una persona, ni a ponerla de ejemplo, ni a usarla para ilustrar un caso. Todo esto debe tratarse en privado.

4. Presión explícita o encubierta

La presión tiene lugar cuando se plantean exigencias imposibles de cumplir a cabalidad. Se da muy poco tiempo para terminar una tarea u obtener un resultado. O se fijan objetivos poco realistas. También tiene lugar cuando se introduce sobrecarga laboral o se pretende responsabilizar a alguien de algo que no es de su competencia. En todos los casos, constituye acoso laboral.

5. Limitación del progreso

Esta es una de las señales de acoso laboral más difíciles de detectar, porque los límites del progreso suelen ser muy imprecisos. Un indicio podría ser el hecho de que rechacen sistemáticamente tus ideas y propuestas. También que unos cuenten con oportunidades con los que otros no cuentan, sin motivo aparente. Así mismo, un trabajo en el que nunca avanzas, aunque no tengas objeciones por tu desempeño, podría ser señal de mobbing.

6. Amenazas

Rara vez las amenazas en el ámbito laboral suelen ser directas, aunque también se dan los casos en que sí lo son. Sin embargo, lo habitual es que se hagan de forma velada.

Una cosa es señalarte que una falla en “x” o “y” aspecto puede tener consecuencias negativas para ti, y otra muy diferente lanzar advertencias serias al aire, sin precisar en qué condiciones o bajo qué circunstancias tendrán efectos negativos en tu trabajo.

7. Ocultamiento de información

Ocurre cuando deliberadamente dejan de proporcionarte información que es crucial para completar tu trabajo en forma adecuada. Así mismo, cuando no te la entregan a tiempo y de este modo entorpecen tu labor. Si no hay un motivo concreto para la ausencia de entrega o la demora, lo más probable es que se trate de acoso laboral.

8. Ridiculización

Los parientes próximos de la ridiculización son la sátira, la ironía y las indirectas o sutilezas. En todos los casos, se emplea un lenguaje en tono de burla, o sorna, para demeritar tu trabajo o tu persona.

La comunicación en el trabajo debe darse de forma profesional. Si te van a reclamar algo, que lo hagan de forma clara y directa.

9. Insatisfacción generalizada con el desempeño

Tiene lugar cuando no importa lo bien que trabajes o lo comprometido que estés con tu labor: nunca será suficiente para que tu jefe esté satisfecho. Así mismo, ocurre cuando tu rendimiento es bueno, pero rara vez se te reconoce; en cambio, cuando hay un error… Esto es acoso laboral y no alta exigencia.

Es muy importante que estés atento a las señales de acoso laboral, en especial a aquellas que son difíciles de detectar. Tienes derechos y es importante que lo pongas de presente, de manera serena e inteligente, cuando otros quieren pasar por encima de ellos.

sábado, 17 de junio de 2023

Jane Austen, la escritora de la empatía

Las novelas de Jane Austen tienen un don: nos permiten identificarnos con los sufrimientos, los deseos y las situaciones de los personajes. El amor, la amistad o las traiciones nos aportan una resonancia emocional, sin importar la época en que fueron escritas estas historias.

Quienes conozcan la obra y el canon de Jane Austen siempre tendrán una misma sensación cuando inician sus lecturas. La de calzarse en la vida de otras personas y mirar por la cerradura de una puerta para conocer las intimidades de una serie de personajes. No importa que su autora falleciera hace 206 años y que ese mundo de damas y caballeros nos traslade a otras épocas lejanas.

Aunque los contextos históricos y sociales fueran otros, las necesidades humanas siguen siendo las mismas. Es muy fácil empatizar con buena parte de los hombres y mujeres que Austen nos presenta en sus libros. Nos identificamos, por ejemplo, con Elinor Dashwood, habituada a contener sus emociones por priorizar siempre las de su hermana Marianne, en Sentido y sensibilidad.

Tampoco podemos olvidar a la que, quizá, es la figura femenina más querida de sus obras, la aguda y vanguardista Elizabeth Bennet. Nos atrae por su fuerte personalidad y cómo no, por debatirse entre la pasión y el orgullo hacia el señor Darcy. Destacables son también los personajes masculinos como Jorge Knightley quien, en la novela de Emma, fascina por su delicada bondad.

Podríamos decir sin equivocarnos que Jane Austen fue la escritora de la psicología humana y también de ese mapa de emociones y necesidades que todos podemos identificar a través de personajes muy convincentes.

Jane Austen y el juego de la empatía

Aunque Jane Austen dotó a la mayoría de sus novelas de un idílico final feliz, su vida no tuvo gozó de ese desenlace. Estuvo a punto de casarse, pero aquella historia no terminó bien. Falleció a los 41 años y su muerte sigue velada por cierto misterio. Se dice que falleció por envenenamiento con arsénico.

Lindsay Ashford, novelista y periodista policíaca británica, escribió un libro de ficción intentando dar su hipótesis sobre el trágico final de la célebre autora. En aquella época el arsénico estaba prácticamente en todas partes: en el agua, el vino, la ropa y en muchas medicinas. Sin embargo, un estudio reciente estipula que pudiera padecer la enfermedad de Addison, un tipo de trastorno endocrino.

Sea como sea, sus últimos años no fueron precisamente fáciles. A pesar de ello, cuando dejó este mundo en 1817 y su hermano mayor estaba organizando su novela póstuma (Persuasión) para llevarla a la imprenta, decidió escribir unas memorias sobre ella para honrarla. La describió como un espíritu alegre, sensible y benevolente.

Sin embargo, Jane Austen, que tuvo que publicar todos sus libros como pseudónimo (como hicieron las Brönte), tenía una habilidad innegable para capturar la compleja psicología humana…

Personajes perfectamente imperfectos

Muchos podrían pensar que las novelas de Austen son un mero folletín de novelas rosas. Es cierto que el amor es ese elemento central que confluye y mueve a la mayoría de los personajes. Sin embargo, basta con hacer un análisis de los protagonistas que orlan sus libros para detectar la riqueza de sus caracteres.

Es muy fácil percibir el esnobismo y el servilismo que dominan a muchos de los hombres y mujeres que rodean a los héroes y heroínas de sus libros. Nos sorprendemos y deleitamos ante la hipocresía, siempre tan latente, así como la avaricia y esos eternos prejuicios que, en muchos casos, crean distancias entre los enamorados.

Realidades que nos sirven de espejo

Las historias que Jane Austen nos regaló son un maravilloso ejercicio para despertar la empatía. Nos sirven de reflejo para conectar con nuestras propias necesidades, emociones, defectos y anhelos. Recordemos, por ejemplo, a Fanny Price, la heroína de Mansfield Park. Es una chica menuda y poco atractiva que arrastra consigo más de algún trauma a causa de su tía Norris.

Ese familiar la educó haciéndole creer que no merecía ninguna consideración, puesto que sus primos eran mejores que ella. Sin embargo, Fanny revela un carácter fuerte, es honesta, nada la doblega y siempre es fiel a su conciencia. Conectamos con este rico y fascinante personaje desde las primeras páginas, al igual que con buena parte de las figuras femeninas de Austen.

El valor del amor en todas sus formas

Elizabeth Bennet y Darcy, Emma Woodhouse y el señor Knightley, Fanny Price y Edmund Bertram. Las novelas de Jane Austen nos hacen creer en el amor verdadero, no hay duda. Sin embargo, en sus libros no solo se ensalza el amor romántico, conectamos también con el amor entre los amigos, las hermanas y el de los padres hacia sus hijos.

En Sentido y sensibilidad, empatizamos con ese cariño entre las hermanas Dashwood. En Elionor, tan sensata, en Marianne, tan apasionada y a veces superficial. Interesante es también que la autora nos trace, de manera tan exquisita y encantadora, esa amistad entre hombres y mujeres, como la que terminan construyendo Emma y Frank Churchill.

Es así, a través de la vida de otros, como exploramos sentimientos que nos son conocidos, que nos son propios y que siempre nos gusta reconocer.

Es evidente que las novelas de Jane Austen nos sitúan en convenciones y contextos sociales muy diferentes. Sin embargo, muchas de las luchas en las que se debaten los protagonistas siguen siendo, en muchos casos, las mismas luchas que tenemos ahora. Todos necesitamos revistar nuestros sesgos y prejuicios, los límites que ponen muros a nuestro coraje y que nos impiden amar de verdad.

viernes, 16 de junio de 2023

Estrés, alostasis y carga alostática: ¿cómo se relacionan?

Los seres humanos somos buscadores innatos de la paz interna y del equilibrio en mente, cuerpo y espíritu. A este respecto se han elaborado dos conceptos nuevos en relación con el estrés: la alostasis y la carga alostática, ¿En qué consisten?

¿Qué es el estrés? Hablamos de una respuesta que lleva precisándose décadas, ya que no es sencilla e implica al menos a la conciencia, al organismo y al contexto. ¿El estrés es estar cansado, sentir que la fuerza nos abandona o sentirse saturado?

A este respecto, consideramos importante hacer una primera distinción entre los conceptos de estrés y activación. Porque, ¿es lo mismo estar estresado que estar activado? En este sentido, cabe destacar que la activación es un requisito para todo ser vivo, es la chispa de la vida.

¿Qué es el estrés?

Para el médico Hans Selye, el estrés es una respuesta inespecífica que emite el organismo ante cualquier estímulo. El objetivo del estrés para este autor es la adaptación. En la actualidad sabemos que ciertas dosis de estrés de baja intensidad en el día a día actúan como una vacuna frente a estresores muy intensos. Pero si esas pequeñas dosis de estrés se acentúan y se prolongan, causan problemas.

El síndrome general de adaptación

Para Hans Selye, el estrés implica una respuesta que atraviesa varias etapas:

1. Reacción de alarma

Sucede cuando vemos un agente estresor, como por ejemplo, un peligro. Esta es una fase de identificación (choque) y defensa (contrachoque). El objetivo de la reacción de alarma es identificar qué es lo que ocurre y cómo podemos defendernos. Algunos síntomas de la reacción de alarma son los siguientes:

  • Alteraciones del tono muscular, de la temperatura corporal y de la presión sanguínea.
  • Liberación de adrenalina, corticotrofina y corticoides.
  • Hiperglucemia.
  • Diuresis.
Por esta razón, gran parte de las enfermedades asociadas al estrés se deben a esta primera fase de reacción de alarma. Son las patologías que surgen o están influenciadas por el estrés agudo.

2. Etapa de resistencia

Nadie es capaz de vivir siempre en estado de alarma. Sin embargo, podemos adaptarnos al estresor e intentar fluir con él. Al hacerlo, los síntomas descritos disminuyen, pero esto tiene un coste. La factura de adaptarnos a un agente estresor concreto implica que nuestra resistencia ante otros elementos estresantes será menor.

3. Etapa de agotamiento

Es imposible vivir siempre bajo el yugo de un agente estresor intenso. En este sentido, si continuamos bajo la influencia del estresor de manera intensa y prolongada en el tiempo, perderemos la capacidad adaptativa que habíamos adquirido en la fase anterior y, en consecuencia, nuestra energía se agotará y reaparecerán los síntomas de la primera fase.

Homeostasis

La homeostasis es un término que significa equilibrio. A pesar de los cambios que nos provocan las situaciones adversas, siempre tratamos de encontrar el punto medio, la paz, el equilibrio, la homeostasis. A este respecto, todos nosotros nos enfrentamos a situaciones que amenazan nuestro equilibrio:
  • Pandemias.
  • Guerras.
  • Estrés laboral.
  • Dificultades económicas.
  • Problemas con la pareja.
Ante estos agentes estresores, podemos sentir que somos incapaces de afrontarlos, porque el hecho de hacerlo excede nuestra capacidad de afrontamiento (nuestros recursos). Sin embargo, la realidad es que, de manera habitual, somos capaces de hacerles frente. ¿Cómo?

Alostasis y carga alostática

La alostasis significa ‘homeostasis distinta‘. Este concepto alude al hecho de ser capaz de conseguir nuestra estabilidad interna a través de los cambios y ajustes adecuados. Es decir, implica poder adaptarse.

Para McEwen, autor relevante en el estudio de la homeostasis, es importante hablar de otro concepto: la carga alostática. La carga alostática se refiere al desgaste, tanto de nuestro cuerpo como de nuestra mente. Nos estaremos refiriendo al número de veces y a la intensidad con la que hemos tratado de mantenernos adaptados a nuestro entorno a lo largo del tiempo.

De este modo, el estrés se entiende mejor cuando se explica bajo los conceptos de la alostasis y de la carga alostática. Desde esta óptica, nuestra tarea es la búsqueda del equilibrio (homeostasis). Y, como el hecho de vivir implica cambios y ajustes, nuestra homeostasis nunca será perfecta (alostasis). Si el agente estresor se prolonga en el tiempo y aparecen otros agentes estresores diferentes, nos sobrecargaremos y la factura que de ello se derive será el desgaste (la carga alostática).

¡El conocimiento es poder! Ahora que somos conscientes de qué significan la alostasis y la carga alostática cabe plantearse la pregunta: ¿cómo podemos adaptarnos mejor?

jueves, 15 de junio de 2023

Nuevas intervenciones en TDAH

Los datos de incidencia nos dicen que las tasas de TDAH en la población infantojuvenil no hacen más que crecer. En este sentido, queremos hablaros de cómo están evolucionando las intervenciones en este campo.

Las cifras de niños y adolescentes con un diagnóstico de TDAH están aumentando de una manera preocupante. Uno de sus síntomas es la hiperactividad motora y cognitiva, cuyos índices han aumentado a raíz de la pandemia por el virus SARS-CoV-2. A este respecto se han utilizado intervenciones focalizadas en los síntomas típicos del trastorno: tanto farmacológicas como psicológicas.

Por otra parte, siempre ha existido un debate encendido sobre qué intervención es la más adecuada para el TDAH, ¿psicofármacos o psicoterapia? En este sentido, queremos resaltar que es el cuadro médico el que diseña a medida la intervención para el menor: es el experto y debemos tener confianza en sus conocimientos y experiencia.

Tratamientos farmacológicos

Los fármacos que más se utilizan para este trastorno son el metilfenidato, la atomoxetina y la lisdexanfetamina. En este sentido, la agencia que regula los fármacos en España (AEMPS) señala al metilfenidato, un fármaco estimulante, como el tratamiento de elección en niños de más de 6 años.

Si este fármaco dista de producir los efectos esperados, cabe acudir a la atomoxetina, y siempre que sea posible, en combinación con terapia psicológica. El último de ellos, la lisdexanfetamina, es un fármaco que puede utilizarse en la adultez.

Respecto a la farmacoterapia, Miguel Ángel Vallejo (2022) propone algunas recomendaciones:

  • Huir de las etiquetas. Si intentamos dar un fármaco a un niño porque “es muy revoltoso”, con mucha probabilidad dificultaremos el proceso.
  • Romper con la idea comúnmente asumida de que si tomamos un fármaco es porque estamos enfermos. Los niños con TDAH distan de ser niños enfermos y es importante que ellos entiendan que son niños como los demás.
  • El rol de la medicación es un rol de ayuda. El hecho de tomar la medicación le va a ayudar a hacer los deberes más a gusto, a conseguir prestar atención en clase, etc.
  • Informar al niño sobre qué es lo que le ocurre de una forma sosegada y sin alarma. Si tiene preguntas, tratar de resolverlas y si no podemos nosotros, preguntar al especialista.
  • Evitar hablar en público sobre el hecho de que nuestro hijo está tomando medicación para el TDAH.
Como pauta general, cabe decir que los psicofármacos están contraindicados para aquellos pacientes en los que existe sospecha de TDAH, es decir: todavía necesitamos realmente un diagnóstico de TDAH. Así mismo, también está contraindicada en menores de 5 años.

Intervención psicológica

A veces, los programas de intervención tienen como destinatarios los padres. Estos tratamientos son considerados bien establecidos y eficaces en el TDAH, puesto que logran cambios en la conducta de los hijos mediante la mejora en los padres en cuanto a formas de relacionarse, comportarse o educar. En España existen nuevas intervenciones en TDAH. Por ejemplo:

El programa EDUCA

Este programa es un protocolo de intervención para padres de niños con TDAH de corte cognitivo-conductual. Trabaja con mucha intensidad la educación a los padres en aspectos que gravitan al niño con TDAH, como sus características clínicas, educar con más acierto y promover relaciones sociales más satisfactorias. Se aplica tanto de manera individual como grupal.

El programa EmPeCemos

Su diana terapéutica es el entrenamiento de los papás en habilidades que impulsen los comportamientos prosociales de los niños con un objetivo diferenciado: la disminución de las conductas más problemáticas. Es un programa estructurado y se implementa en formato de juego.

Entre las técnicas que emplea podemos encontrar el modelado de conductas, la representación de papeles, los ensayos en casa o la instrucción pedagógica.

El protocolo PSICOHAEM/VAR

Se configura como una intervención muy completa, en la que se trabajan las siguientes áreas (de ahí sus siglas):
  • PSICOeducación.
  • Habilidades de manejo y Expresión eMocional.
  • Valores.
  • Autocontrol.
  • Relajación.
Así, el protocolo contiene dos momentos diferenciados. La primera parte, el PSICOHAEM, es el tratamiento que reciben los padres, basado en los dos primeros elementos que hemos listado; y el VAR está más focalizado en los hijos con TDAH. Es un programa dividido en 12 sesiones de 90 minutos y durante 3 meses.

Estos tres programas son ejemplos de cómo están evolucionando las intervenciones en TDAH. Como podemos observar, el tratamiento es doble: para los padres y para los niños. Esto ocurre porque los problemas infantiles son en muchas ocasiones de naturaleza contextual; es decir, problemas en el que las variables del entorno en el que vive el niño adquieren un rol primordial.