lunes, 14 de agosto de 2023

Carta abierta al mundo

Cuando era pequeña había una frase que me repetía, que forma parte de mí como si estuviese tallada en piedra: “el que se esfuerza obtiene siempre lo que se merece”. Pero este mundo me ha enseñado que el que se esfuerza puede chocarse contra un muro y que el choque rompa sus huesos por muchas partes.

Siendo niño sueñas continuamente con ser mayor, con crecer para poder tener más voz en el mundo y hacer cosas grandes. Porque tú ibas a marcar la diferencia. Y en este momento no era un ejercicio de narcisismo sino una creencia producto de la inocencia que solo la infancia puede entender.

Es fácil ser feliz cuando las cosas van bien, cuando a tu alrededor se respira la tranquilidad que solo ve los ojos de un niño ingenuo en un mundo lleno de personas que fingen llevar una vida de película. Cuando está mal visto quejarse y ser humano. Cuando la dictadura de la felicidad ha inundado nuestras vidas.

Pero creces

Pero creces y ya nada es lo que era. Lo que pensabas se convierte en una absurda creencia en un mundo justo, una idea irracional que dominaba tu vida y que ahora es una cuerda que te aprisiona el pecho, una cuerda que en ocasiones no te deja respirar.

Creces y ya no sabes ni quien eres porque los posibles se han vuelto imposibles. Porque lo que soñabas de niño se te antoja lejano y ya no está al alcance de la mano. Creces y ves que el esfuerzo implica un sufrimiento que en muchas ocasiones no se ve recompensado.

Creces y te lastimas reprochándote a ti misma cosas que ni siquiera entiendes pero que te dañan hasta en lo más profundo de tu alma. Porque a veces las palabras que nos decimos a nosotros mismos son gritos sordos que nos encadenan a la culpabilidad que habita en nuestra alma por haber perdido la inocencia.

Creces y descubres que la magia no existe, que la razón quiere dominar en un mundo dónde la sinrazón alimenta el ego de aquellos que tienen el regalo envenenado de una vida fácil, sin ni siquiera haber tenido que esforzarse.

Y sientes entonces haber sido una decepción para ti misma y para los que te quieren. Sientes haber sido tan ingenua en el pasado y haberte rendido en el presente, dejándote llevar por esa cuerda que te ataba al mundo ese que construiste siendo niña y que se te antojaba perfecto.

Pero decides no dejar de soñar

Pero decides no dejar de soñar, decides no buscar responsables en el pasado para aceptar tu propia responsabilidad para el futuro. Decides que cuando uno está ciego por mirar al sol de la injusticia, es bastante probable que no encuentre el camino que le lleve a la sombra que le dé cobijo mientas busca su lugar en el mundo.

Decides que vas a levantarte como un ave fénix, resurgir de tus cenizas y volar con la cabeza alta sobre el mar de la indecisión en el que te sumergiste cuando perdiste la inocencia, cuando dejaste de ser un niño que leía cuentos para convertirte en el protagonista de tu propia historia.

Decides llevar el timón de tú barco aunque sea contracorriente. Aunque las olas ajenas te salpiquen con los reproches que reflejan sus propias frustraciones. Porque has aprendido que eres invencible si realmente luchas por lo que quieres.

Y aunque en algún lugar el reloj sigue corriendo en tú contra al no haber encontrado todavía tu lugar en el mundo, sabes que todo lo que merece la pena en esta vida siempre es difícil de encontrar y mucho más difícil de obtener.

Además, ahora ya sabes contestar a una gran pregunta ¿la vida es una mierda? Sí, pero yo ya lo he aprendido y ahora juego con ventaja. La ventaja de los que luchan, sueñan y persisten, de los que no se rinden, de los que realmente viven con pasión cada paso incierto que dan hacia delante, de los que aún con miedo continúan. Porque la vida es eso, simplemente eso.

domingo, 13 de agosto de 2023

Perdonar implica entender, no justificar

Saber perdonar se ha visto siempre como una virtud. Hay personas a las que les cuesta especialmente hacer borrón y cuenta nueva cuando alguien hace algo que le duele. Mientras que hay otras que perdonan absolutamente todo lo que les hacen los demás… ¿Cómo encontrar el equilibrio?

Saber perdonar no implica olvidar todo lo que nos hacen los demás sin importar cómo nos sentimos. Es importante aprender a dejar el rencor atrás, pero sin justificar lo injustificable… ¡Sigue leyendo para aprender a usar el perdón en equilibrio y mejorar así tu bienestar emocional!

La virtud de perdonar empieza en uno mismo

Aprender a perdonar no implica que no nos importa lo que nos hagan, sino que no dejamos que ese enfado o molestia inicial se convierta en rencor e inunde de malestar nuestra vida y la relación con la persona que nos ha hecho daño. De hecho, perdonar nos ayuda a dejar pasar lo sucedido, pero tomando decisiones que nos protegen de aquello que nos ha perjudicado en un futuro.

Pensamos en perdonar a los demás pero tenemos la mala costumbre de olvidar perdonarnos a nosotros mismos. La realidad es que ninguno de nosotros somos perfectos. Aunque suene a tópico, todos cometemos errores. Es importante que comprendamos esto, pues en muchas ocasiones tenemos unos niveles de autoexigencia que son imposibles de cumplir, lo cual nos pueden generar sentimientos de frustración, ansiedad o enfado con nosotros mismos.

Por lo tanto, reconocer que somos humanos es el primer paso para aprender a perdonarnos. Pero podemos ir un paso más allá: si hemos hecho algo que consideramos incorrecto, podemos dejar de dar vueltas al hecho y buscar una solución.

La cuestión está en cambiar esa espiral de pensamientos que nos llevan a un callejón sin salida por una afrontación mucho más adaptativa del problema. De modo que tenemos dos alternativas: poner remedio a lo que hemos hecho y si no lo tiene, pensar en qué podemos hacer para evitar caer en el mismo error en el futuro.

Perdonar implica entender que los demás también cometen errores

Una vez que tomamos conciencia de que no somos perfectos, toca plantearnos lo mismo respecto a los demás. Muchas veces, nos es más fácil justificar nuestras equivocaciones que aquellas de las personas que nos rodean. La realidad es que, al igual que tenemos exigencias para con nosotros mismos, también las tenemos para con quienes nos rodean.

Así, esperamos cosas de ellos que no siempre se pueden cumplir. Entender que los demás no están obligados a cumplir con nuestras expectativas es muy importante para aprender a perdonar aquello que consideremos que han hecho mal. Al igual que cuando nos enfadamos con nosotros mismos, es importante tratar de dejar atrás el rencor.

De nuevo, quedarnos dándole vueltas a aquello que nos ha hecho la persona en cuestión, no nos ayuda para nada. Si algo nos molesta, hay que tratar de entender los motivos que puede haber tenido el otro para actuar de ese modo. En esta línea, mantener una conversación al respecto, tratando de buscar una solución a lo que ha pasado, puede ser beneficiosa.

Perdonar no quiere decir que todo sea justificable

Ahora bien, no hay que perdonar todo lo que nos hacen por costumbre. Es importante dar peso a nuestros propios derechos y necesidades. Si disculpamos constantemente los agravios que nos ocasionan los demás, perjudicamos nuestro propio bienestar e impedimos nuestra autoafirmación.

Aprender a escuchar a nuestras emociones en estos casos nos proporcionará pistas para saber qué hacer. Así, aprenderemos a poner límites a los demás y a defender nuestros propios derechos.

De modo que para aprender a no perdonar absolutamente todo, es importante que reflexionemos sobre lo que ha pasado y sobre cuál es el motivo de nuestro enfado. De esta manera trataremos de adjudicar la responsabilidad de lo sucedido a quien corresponde.

No se trata de buscar culpables, sino de repartir a cada uno lo que le corresponde. Porque antes de disculpar al otro sin más, es recomendable hablar sobre su comportamiento y sobre aquello que esperábamos o que nos gustaría que hubiera pasado. Se trata, por lo tanto de equilibrar la balanza entre nuestras necesidades y las de los demás. ¡Aprende a perdonar!

sábado, 12 de agosto de 2023

¿Crisis de pareja o ruptura definitiva?

Por lo general, responder a esta pregunta no es tarea fácil. Es por ello que aquí te ayudamos a despejar las dudas.

Una crisis de pareja suele representar un momento duro. Sin embargo, no todas ellas derivan en una ruptura. Además, si se trata de una pareja que ha pasado por varias crisis, puede ser difícil saber si se debe a un nuevo momento de incertidumbre/enfrentamiento; o la relación ya se ha roto definitivamente y solo quedan las cenizas.

Asimismo, existen diferentes tipos de crisis de pareja y también diferente tipos de rupturas. La principal diferencia entre ambas es que la ruptura constituye un punto y aparte. Pero, antes de seguir, terminemos de redondear la definición.

Cuando hablamos de crisis de pareja nos referimos una situación de alta tensión, en la que suele darse un distanciamiento temporal. En cambio, una ruptura implicaría una separación definitiva, en donde las partes involucradas rompen los vínculos que las unen.

Así pues, existen diferencias entre las dos situaciones. Lo complicado es que, en ocasiones, estas disparidades empiezan a ser más claras cuando el tiempo pasa, cuando los cambios se dirigen en una u otra dirección.

Por otro lado, no saber si una crisis terminará o no en ruptura suele generar mucha ansiedad e incertidumbre. Es por ello que en este artículo te enseñaremos a diferenciar una crisis de pareja de una ruptura definitiva.

Diferentes tipos de crisis de pareja

Los problemas suelen ser los precipitantes más comunes de las crisis de pareja. Aunque también pueden ocurrir tras una infidelidad, el nacimiento de un hijo o una pérdida importante. Por tanto, los diversos motivos dan origen a diferentes crisis de pareja.

Dentro de las crisis de pareja más complicadas de superar encontramos las que se han iniciado/materializado con una infidelidad; ya que con ella se pierda la confianza en el otro y la complicidad entre ambos. Además, la víctima se siente traicionada y engañada, lo que a su vez debilita su autoestima.

Por otro lado, las crisis de pareja que son por evolución de la relación son las que mejor se llevan y las menos difíciles de superar. Por ejemplo, nos referimos a las crisis que son simplemente por el paso del tiempo y los cambios naturales, en la relación, como el inicio de la convivencia o el nacimiento de un hijo. En estos casos, el vínculo, la unión, no se ha visto atacado.

Crisis de pareja frente a ruptura definitiva

Los antecedentes y la historia de la pareja dicen mucho sobre si estamos en situación de crisis o de ruptura. Si se trata de una pareja que ha pasado por muchas crisis, puede existir un desgaste tan importante en la relación que ello desemboque en una ruptura definitiva.

Al contrario de lo que se suele creer y pensar, de que “esta es solo una crisis más”, el hecho de que exista una historia de separaciones o rupturas temporales produce agotamiento y la sensación en la pareja de vivir en una especie de eterno sufrimiento.

Dicho de otro modo, las crisis repetidas generan indefensión aprendida, en donde uno o los dos empiezan a pensar que “ya nada tiene arreglo”, y se piensa que la ruptura definitiva es la mejor opción.

Por su parte, el motivo de la separación también es un aspecto clave. Por ejemplo, las crisis que son consecuencia de una infidelidad suelen terminar en rupturas; pues el engaño es devastador para la confianza de la pareja y el plan de futuro juntos.

Es decir, una infidelidad da origen a una crisis de pareja, que si no se gestiona correctamente y en un tiempo adecuado, puede acabar en una ruptura definitiva. Ya que es probable que se haya agotado la capacidad para perdonar y volver a construir.

En cambio, si el motivo de la crisis son los problemas en la convivencia, o las tareas del hogar, es más probable que ésta no conlleve la separación. Sin embargo, si estamos frente a repetidas crisis de pareja por problemas de convivencia, es posible que se produzca un gran desgaste emocional en los involucrados y se evalúe una ruptura definitiva.

Los cuatro jinetes del apocalipsis en las relaciones de pareja

Ahora bien, cuando en la pareja existen señales importantes de incompatibilidad podemos pensar que estamos frente a una ruptura definitiva. En este caso, nos referimos a los “cuatro jinetes del apocalipsis” que el Dr. John Gottman describió tras años de investigación sobre las relaciones de pareja.

Según Gottman, las cuatro señales más importantes que apuntan a una ruptura definitiva son:

  • Las críticas destructivas. Que refieren a un ataque directo a la personalidad y autoestima de la persona. Por tanto, la víctima se siente rechazada, violentada y herida. Un ejemplo de ello sería: “otra vez los platos sucios, eres un desconsiderado y un desordenado, nunca me ayudas en nada y dejas todo a la mitad, ¿cuándo harás las cosas bien?”.
  • La actitud defensiva: ocurre principalmente como una respuesta a la crítica destructiva. Ante un sentimiento de acusación o injusto reclamo, la persona con una actitud defensiva actuará en forma de víctima, se excusará constantemente y tratará de echar la culpa al otro
  • El desprecio hacia el otro: implica mantener una actitud sarcástica e irrespetuosa con la pareja, asumiendo una posición de superioridad moral sobre el otro. Algunos de los comportamientos más característicos son: poner apodos, voltear los ojos, ignorar al otro, imitar y repetir lo que dice con tono de burla, etc.
  • La actitud evasiva: suele ocurrir como respuesta al desprecio. Consiste en distanciarse del otro y aislarse en las discusiones en vez de afrontarlas. Algunas de las conductas evasivas son desligarse mentalmente de la discusión; actuar como si estuvieses ocupados para evitar la interacción, involucrarse en actividades que los distraen, etc.
De este modo, si en las crisis de pareja se dan estas actitudes o patrones de comunicación nos informa de que estamos pasando por un momento delicado, de manera que es muy probable que se produzca una ruptura.

Para concluir, resaltamos la dificultad de determinar con precisión si la relación se encuentra pasando por una crisis pasajera o por una ruptura definitiva. Pues, dentro de estas situaciones confluyen una serie de variables que hacen que cada pareja sea todo un mundo.

No obstante, podemos tener en cuenta algunas señales que dirigen la relación hacia la ruptura: la frecuencia de las crisis (si son demasiadas la situación empeora), si las razones de la crisis no responden a un cambio natural de la pareja (como lo son la llegada de los hijos, convivencia, vejez, etc.)  y la incompatibilidad de la pareja.

viernes, 11 de agosto de 2023

Las enfermedades mentales generan más víctimas potenciales que agresores

Durante estos últimos meses, algunos medios de comunicación han hablado de diferentes enfermedades mentales como causa de los últimos atentados terroristas ocurridos en Europa, e incluso, como justificación de acciones como la del piloto del vuelo 9525 de Germanwings.

Estas etiquetas diagnósticas son usadas sin criterio por “periodistas” que no saben qué es una enfermedad mental ni las repercusiones que tiene colgarle a alguien esta etiqueta, esté vivo o haya fallecido. De esta manera, la enfermedad mental se ha convertido en una especie de baúl de sastre, que es fácilmente transportable por la ignorancia allá donde existe un comportamiento para el que no encontraros explicación.

Esta separación semántica y acotamiento del mal bajo una etiqueta hace que la integración de cualquier persona con enfermedad mental se convierta en una misión casi imposible. El miedo que suscitan los enfermos mentales es proporcional al grado de alarmismo y amenaza que los medios de comunicación inculcan a la sociedad, pero no es algo real.

La realidad, en este caso, no se parece a los relatos que en muchas ocasiones la prensa nos está vendiendo. La realidad es que las enfermedades mentales generan más víctimas potenciales que agresores, algo totalmente distinto a lo que aparece en los medios de comunicación.

Etiquetas diagnósticas como estigma

Las enfermedades mentales ya son por sí mismas una razón de estigma para muchos, pero si además le sumamos todo lo dicho por los medios de comunicación, las enfermedades mentales se convierten, como mínimo, la causa de todo tipo de atrocidades. Algunas de las etiquetas diagnósticas más usadas por la prensa suelen ser:

Depresión

Hablan de la depresión como causa de asesinos potenciales, cuando en realidad, una persona con depresión grave siente que el peso del mundo está sobre sus hombros, le cuesta hasta levantarse de la cama, mucho más planear un asesinato masivo y llevarlo a cabo.

Lo cierto es que, según la Organización Mundial de la Salud, la depresión es una enfermedad mental que afecta a 350 millones de personas en el mundo, es decir, que alrededor del 5% de la población mundial padece este trastorno. Es más, es tan común, que todos nosotros conocemos a alguien que haya estado en tratamiento por ese problema, ¿Te parece o te pareció un asesino o, en cambio, una persona que necesitaba ayuda?

Trastorno bipolar

En la televisión, el Trastorno Bipolar es descrito como una enfermedad en la cual el enfermo no es capaz de controlar sus sentimientos y pasa del amor al odio casi en décimas de segundo. Pero, en realidad, consiste característicamente en episodios maníacos y depresivos separados por intervalos con un estado de ánimo normal (periodos de eutimia).

Y aunque hay un subtipo, llamado ciclador rápido, este se define por al menos 4 episodios alternativos de estado de ánimo sin llegar a cumplir criterios de manía, hipomanía o depresión. Es decir, que los episodios rápidos suceden en meses y también cada cambio va precedido de un período de tiempo de estado de ánimo normal, además de que los episodios no tienen una gran intensidad.

Síndrome de Amok

El Síndrome de Amok es un síndrome dependiente de la cultura según las clasificaciones diagnósticas, en este caso, es propio de Malasia. Consiste en un episodio disociativo caracterizado por un periodo de depresión seguido de una manifestación de comportamiento violento, agresivo u homicida, dirigido a personas y objetos.

Pero, lo que no tienen en cuenta los medios de comunicación cuando hablan de este síndrome es de la relación cultural delimitada a Malasia y que suele estar asociado a consumo de drogas que producen alucinaciones en rituales de nativos de estas islas.

Esquizofrenia

En este trastorno se caracteriza por delirios y/o alucinaciones, comportamiento y lenguaje desorganizados y síntomas como la apatía. En este caso, sí que es cierto que pueden tener comportamientos violentos, pero suelen ser causados por el propio miedo que tienen a las alucinaciones que sufren. Además suelen hacerse más daño a sí mismos que a otros.

Sus alteraciones hacen que tengan el juicio alterado, siendo muy difícil para ellos el planificar sus acciones, y casi imposible que puedan planear un asesinato por ellos mismos. Pero para los medios informativos, como es un trastorno grave y tan estigmatizado suelen usarlo como sinónimo de “loco violento”.

Y estas son solo algunas de las enfermedades que utilizan las medios como excusa para contarnos que los enfermos mentales son violentos. Hay otras enfermedades mentales que usan como justificante de las conductas delictivas de personas “sanas” pero famosas, como son el alcoholismo, la adicción a las drogas o la cleptomanía.

Las enfermedades mentales no te convierten en alguien violento

La gran mayoría de enfermos mentales nunca intentarán hacer nada violento y los estudios señalan que apenas el 5 por ciento de los crímenes se puede atribuir a un trastorno mental. En Estados Unidos, la gran mayoría de gente implicada en violencia con armas y homicidios no ha sido diagnosticada con una enfermedad mental y no parece tenerla, según Adam Lankford, un experto en justicia criminal de la Universidad de Alabama.

Paradójicamente, lo más común es lo contrario, estas personas tienen cuatro veces más riesgo de ser aislados y victimizados que la población general, especialmente en países en vías de desarrollo. Un estudio mostró que en un periodo de cuatro meses, el 8,2 por ciento de estos enfermos fue agredido, comparado con apenas el 3,1 por ciento de personas de la población general.

Es más, en lo que a violencia se refiere, los enfermos mentales suelen hacerse daño a ellos mismos antes que a otros. Y estos estigmas que hacen que se les tenga miedo, y por tanto que se les excluya en lugar de integrarlos en la sociedad, promulgan esas conductas suicidas.

Así que, la próxima vez que oigas que una persona con una enfermedad mental ha matado a alguien, recuerda que es el estigma de la etiqueta la razón por la que esta enfermedad mental se vea reflejada en la prensa, no porque las enfermedades mentales sean un peligro en sí mismas.

jueves, 10 de agosto de 2023

¡Comunícate bien! 3 pautas de lenguaje para reducir el estigma en salud mental

La comunicación basada en el estigma tiene efectos notables en la salud mental ¿Cuáles son? ¿Qué podemos hacer? En este texto lo abordaremos.

Muchas de las expresiones y frases que utilizamos al hablar de salud mental pueden producir malestar. De hecho, cuando pronunciamos palabras que gravitan en torno al estigma, se produce un efecto nefasto. Y es que, sin saberlo, podemos alentar a que la persona no pida ayuda cuando más la necesita.

El lenguaje basado en el estigma (por ejemplo, «está loco» o «es depresivo») tiene un impacto claro en la disminución de la calidad de vida de los pacientes. Puede definirse como ‘la actitud, creencia y juicio negativo hacia estas personas, con características distintivas de salud’. Como vemos, las palabras tienen un poder prácticamente ilimitado, tanto para hacer el bien como para imprimir los pesares más dolorosos.

¿Cuál es el impacto de emplear un lenguaje con estigma sobre la salud mental?

Una investigación publicada en la revista Neuropsychopharmacology ha querido analizar este hecho (Volkow et al., 2021). En el contexto sanitario, los profesionales podemos, con nuestro lenguaje, contribuir a reducir el estigma. Parece en contra de toda lógica, pero el uso de tecnicismos y la imposición de etiquetas clínicas complejas (por ejemplo, «pseudociesis») propiciarían y acrecentarían, aún más, el estigma.

Como nos comunicamos en un contexto sanitario puede constituir un auténtico vehículo a la cronificación del estigma en salud mental. Es importante que recalquemos que el poder de la palabra es inmenso y sabemos que está relacionado tanto con la aparición de los pensamientos como de las creencias y certezas de los pacientes (Volkow et al., 2021).

En los últimos años, nos hemos esforzado para reducir el estigma en múltiples niveles de la salud mental. Tanto a nivel particular o individual, como institucional. Sin embargo, el peso es persistente y sigue intoxicando el lenguaje cotidiano y científico.

De acuerdo con un trabajo de la revista especializada Substance Abuse and Rehabilitation, el lenguaje con altas dosis de estigma es uno de los factores que hacen que las personas que necesitan ayuda eviten entrar en contacto con los servicios de salud mental. En el caso concreto del alcohol, la probabilidad de que alguien decida ponerse en manos de un profesional es un 50 % inferior, en comparación con otros pacientes (Hammarlund et al., 2018). Debemos cambiar esto.

Pautas de lenguaje para reducir el estigma en salud mental y comunicarnos mejor

Si empleamos expresiones y hacemos uso de palabras que sean precisas desde un punto de vista científico, podemos acotar y validar la experiencia tanto emocional como fenomenológica de los pacientes con problemas de salud mental. Utilizar bien el lenguaje tendría un impacto positivo en el trato y en la relación profesional-paciente; impacto que trasladable a la sociedad en conjunto (Volkow et al., 2021). A continuación, veamos algunas pautas al respecto.

1. Si eres un profesional, cuida el lenguaje que empleas

A pesar del arduo esfuerzo por soslayar y evitar mensajes estigmatizantes, los profesionales sanitarios, como seres humanos que somos, a veces caemos en la trampa del lenguaje sesgado. Cuando esto ocurre, las personas que piensan en ponerse en nuestras manos pueden cancelar las citas con los especialistas.

Una forma de ayudar en este contexto la encontramos en una investigación publicada en el International Journal of Environmental Research and Public Health, liderada por Cori L. Tergesen. El experimento consistió en que, durante la carrera de medicina, los estudiantes visionaran videos de personas con problemas de salud mental en tratamiento. Los resultados condujeron a una reducción del lenguaje estigmatizante entre dichos estudiantes (Tergesen et al., 2021).

2. Lucha contra el «autoestigma»

El lenguaje puede ser tan significativo e importante que acabamos considerándolo una certeza. Cuando una persona con problemas de salud mental recibe mensajes negativos y estigmatizantes, día tras día y mes tras mes, al final cree su contenido. A esto se le denomina autoestigma.

Es importante que, si detectamos que nos estamos trasladando mensajes que gravitan en torno al estigma, mediante términos como «soy un enfermo» o «soy un problema», lo atajemos y lo contemos a personas confiables, para obtener otros puntos de vista que permitan el cambio de estas creencias. A su vez, el autoestigma también reduce la probabilidad de que la persona acuda a un especialista de salud mental (Jennis et al., 2015).

3. Evita centrarte en la persona

Es habitual que encontremos expresiones en las que se fusiona a una persona con una entidad clínica que padece. Por ejemplo, «eres anoréxico», «eres drogadicto» o «eres esquizofrénico». Esa combinación del verbo ‘ser’ y del sustantivo ‘trastorno’ actúa como un coctel molotov. Las personas «no somos» un «resfriado», ni «un ictus». ¿Por qué, en lo que a salud mental respecta, parece que sí? Tenemos una dignidad que debería ser respetada.

Es esencial emplear expresiones que incluyan verbos como «tener» o «padecer» una entidad; en lugar de las frases anteriores podríamos decir «tienes un trastorno de la conducta alimentaria», «tienes un trastorno relacionado con sustancias» o «tienes un trastorno de la esfera psicótica». El problema de salud mental dista de ser la única característica de la persona y mucho menos es la característica que más le define.

Cuando empleamos bien el lenguaje, este adquiere el poder de dar esperanza o pesar entre los pacientes. En nuestras manos esta cuidar las palabras que escogemos con delicadeza, pues la persona que se encuentra delante nuestra está en un momento igualmente delicado.

miércoles, 9 de agosto de 2023

¿Conocías estas curiosidades sobre el estrés?

El estrés es una de nuestras grandes ventajas adaptativas, pero en el mundo en el que nos desenvolvemos también es uno de los puntos más frágiles. ¿Cómo conciliar esta contradicción? Indaguemos en este artículo.

El estrés es uno de los grandes males de nuestro tiempo, sin ninguna duda. No es para menos, si tenemos en cuenta que la velocidad es mucho más elevada en el mundo actual. Adicional, hay cambios vertiginosos que exigen adaptaciones continuas, lo que a su vez se refleja en el aumento de la demanda psicológica para las personas.

Asimismo, las relaciones se han vuelto más inestables y conflictivas. Vivimos en una realidad en la que no existe la sensación de pisar un suelo firme, sino, por el contrario, de estar sujetos a lo imprevisto. Además, se trabaja más que en cualquier otra época. Por eso, no tiene nada de raro que el estrés se haya vuelto un sello de identidad en el presente.

Este mecanismo tiene una cara positiva. Activa la atención y prepara al organismo para enfrentar desafíos, una confrontación que puede derivar en lucha o huida. El problema es que estamos rodeados de una gran variedad de estímulos, muchos de ellos con relativa permanencia, que llegamos a interpretar como una amenaza sin que lo ameriten. Así, hoy queremos hablar de un fenómeno tan natural como peligroso.

El estrés y sus causas

Una investigación desarrollada por el Centro de Estudios sobre el Estrés Humano de Montreal,  dirigido por la doctora Sonia Lupien, examinó información aportada por imágenes cerebrales de personas con edades entre 18 y 80 años. También, para el proyecto, recurrió a estudios y experimentos previos. El objetivo era determinar las principales causas del estrés.

Después del análisis, se llegó a la conclusión de que los principales desencadenantes del estrés son los siguientes:

  • Lo desconocido. Una situación nueva, de cualquier tipo, produce estrés en mayor o menor medida en casi todas las personas.
  • Impotencia. Sentirse sin control o sobrepasado por las circunstancias es un generador de estrés. Se trata de una marca evolutiva.
  • Lo imprevisible. Las situaciones en las cuales no hay una ruta clara, ni un desenlace previsible, estresan a la mayoría de la gente.
  • Amenazas al ego. Curiosamente, este es uno de los factores que más angustia a la gente. Poner a prueba las propias capacidades o la propia valía, en especial si es en público, provoca sentimientos de amenaza en muchas personas.
Curiosidades y consecuencias importantes del estrés

Casi todos sabemos que el estrés produce malestar emocional y físico. Un estudio dirigido por el doctor Masuma Novak, de la Universidad de Gotemburgo, encontró que el estrés aumenta hasta en un 45 % el riesgo de padecer diabetes tipo 2. Los científicos concluyeron que este factor emocional incide de manera notable en la falta de respuesta a la insulina.

También sabemos que las personas mayores de 40 años que presentan estrés crónico, tienen un envejecimiento cerebral  más acelerado que quienes conservan estados de ánimo serenos. Esto se convierte en un factor de riesgo adicional para desarrollar demencia a edades avanzadas.

De otro lado, Avances en Psicología Latinoamericana refiere un par de curiosidades sobre el estrés. La primera es que este impacta de manera negativa en la toma de decisiones y altera la capacidad de procesar la información recibida del medio ambiente. La segunda alude a que en los entornos estresantes o que sobrepasan la tolerancia individual es más difícil hacer elecciones exitosas.

Otras curiosidades del estrés

El estrés tiene la capacidad de activar las células inmunitarias de la piel. Por eso, las personas estresadas son más propensas a sentir picores y a rascarse con frecuencia. Asimismo, en las mujeres estresadas se produce un cambio que las vuelve más sensibles a los ruidos, por lo que toleran menos la intensidad de los sonidos. Si se habla con ellas a más de 60 decibeles, lo interpretarán casi como una agresión.

En este contexto, se ha señalado que las pesadillas de los hombres con estrés se encuentran más relacionadas con catástrofes, mientras que en el caso de las mujeres aparecen asuntos como conflictos interpersonales, impotencia y sensación de humillación. En todos los casos, una persona estresada, tarde o temprano, tendrá problemas para dormir de manera plácida.

Otra de las curiosidades del estrés es que se trata de un estado altamente contagioso. En apariencia, el hecho de ver a una persona estresada o un video de esta, aumenta el nivel de cortisol en quien observa. Todo lo dicho en este artículo lleva a una sola conclusión: es importante y necesario tomar medidas para gestionar el estrés, impidiendo que se vuelva crónico.

martes, 8 de agosto de 2023

El apoyo percibido: ¿cómo mejora nuestra salud laboral?

Nuestra salud mental se edifica sobre distintos pilares. Uno de ellos lo forman las personas que nos rodean en entornos que son significativos para nosotros, por ejemplo, el laboral. Te invitamos a descubrir cuál es exactamente el papel que juegan los demás en estas circunstancias.

La salud laboral abarca varios elementos; entre otros, alude a la seguridad física en este contexto, pero también engloba lo mental. En este marco, la relación entre el nivel apoyo percibido y la salud en el trabajo es positiva: si el trabajador nota respaldo por parte de sus supervisores y compañeros, es probable que se sienta mejor y, por lo tanto, rinda más.

Incluso, cuando el empleado es apoyado por quienes le rodean, quizás experimente un menor agotamiento mental. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la evidencia científica apunta en esta línea; la institución menciona que el apoyo social laboral está positivamente vinculado con el bienestar psíquico de los empleados (OMS, 2020).

Apoyo percibido en el trabajo: ¿en qué consiste?

Una investigación que reseña The Canadian Medical Association Journal, con una muestra de 1422 profesionales, encontró que el 48,5 % se sentía apoyado en el trabajo. Es decir, menos de la mitad. Partiendo de este escenario, no nos arriesgamos al adelantar que el apoyo social tiene un impacto significativo en la salud mental.

Así, el apoyo percibido en el trabajo comprende la socialización con distintos niveles de formalidad y hacia diferentes escalas del organigrama de la empresa. Es decir, implica una serie de relaciones/interacciones donde un trabajador o supervisor provee de ayuda a otro. En este sentido, existen 3 tipos diferentes de apoyo; a continuación, los comentamos:

  • Instrumental. Un vehículo para lograr un objetivo.
  • Expresivo. Puede ayudar de forma intrínseca. Por ejemplo, mediante la expresión emocional.
  • En crisis. Se refiere al rol que tiene el apoyo a la hora de promover el bienestar y proteger frente a la enfermedad.
Es importante resaltar que el apoyo percibido en el ámbito social se refiere a eso, a una percepción. Más que a un apoyo real, tangible y evidente, hace referencia a «la percepción de que está disponible» si el trabajador lo necesita.

¿Cómo se relaciona el apoyo en el trabajo con la salud mental?

La ausencia de apoyo percibido por parte de los empleados tiene el potencial de impactar en su salud mental. De acuerdo con la investigadora Sohmaran et al. (2019), los trabajadores que reportan poco apoyo tienen un riesgo superior de padecer las siguientes condiciones:
  • Insomnio clínico.
  • Síndrome de burnout.
  • Trastorno depresivo mayor.
  • Trastorno de ansiedad generalizada (TAG).
Los empleados que se sienten desamparados son más vulnerables o, dicho de otra forma, manifiestan tendencia a una salud mental más frágil. En la línea con lo anterior, otro estudio publicado en el Journal of Occupational Health relaciona un buen nivel de apoyo social percibido con un menor nivel de angustia experimentada por los trabajadores (Sconfienza et al., 2019).

¿El apoyo percibido podría proteger la salud mental?

Para la doctora Christina Maslach (2017), la ausencia de apoyo percibido podría relacionarse con el síndrome de burnout. Este resulta del estrés laboral persistente, insidioso y endémico. En consecuencia, el empleado puede sentirse cansado, despersonalizado y poco aprovechado en sus tareas.

En este mismo orden, Sohmaran et al. (2019) señala que el respaldo a los trabajadores tiene el potencial de protegerles frente a síndrome de burnout y frente al TAG. De hecho, quienes perciben el apoyo presentan una reducción del 39 % en la probabilidad de padecer TAG, en comparación con aquellos colaboradores poco apoyados por sus supervisores.

Asimismo, el hecho de percibir resapaldo se relaciona con mayores cotas de engagement en el contexto laboral. El engagement es un término clásico procedente de la psicología organizacional. Los empleados con altos niveles en esta variable revelan que el trabajo les aporta grandes dosis de bienestar y el rendimiento es óptimo.

Por otra parte, los índices elevados de apoyo percibido, así como de engagement, se configuran como factores protectores frente al estrés (Orgambídez-Ramos, 2017).

En la esfera de la salud laboral, los profesionales conocen lo expuesto. De hecho, muchas de las políticas y de las directivas de actuación sugieren promover el apoyo en tal ámbito, con el objetivo de incrementar el bienestar y la salud psíquica de los trabajadores. Es así como el apoyo tendría el potencial de considerarse un factor que escuda frente a la ansiedad, el malestar y la depresión.